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Artículo

Tras los sitios de los pioneros y algo más. Prospecciones en la llanura de Santiago del Estero (Argentina) y aportes a problemáticas de investigación regional

Constanza Taboada

https://orcid.org/0000-0002-2656-0984

Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES), Facultad de Ciencias Naturales e Instituto M. Lillo, Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). San Martín 1545 (CP T4000CWE), San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. E-mail: constanzataboada@gmail.com

Carlos I. Angiorama

https://orcid.org/0000-0001-5153-6938

Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES), Facultad de Ciencias Naturales e Instituto M. Lillo, Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). San Martín 1545 (CP T4000CWE), San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina. E-mail: carlosangiorama@gmail.com

Recibido: 3 de abril de 2020
Aceptado: 28 de julio de 2020

Resumen

Este artículo ofrece los resultados de prospecciones realizadas en el centro-sur de la llanura de Santiago del Estero (Argentina), dando cuenta de 12 sitios arqueológicos. Gran parte de ellos pudieron ser correlacionados con los mencionados por las investigaciones arqueológicas pioneras en la región, cuya identidad y ubicación se habían perdido con el tiempo. Para cada sitio se exponen características, factores de alteración y diversidad material, la distribución que asumen y sus posibles implicancias cronológicas y culturales. Se enfatizan las evidencias reconocidas en algunos sitios que muestran un patrón material diferente al del Período Tardío regional y que podrían aportar a la discusión de una posible ocupación desde el primer milenio de la era, hasta ahora invisible para el área. Se plantea la necesidad de abordar la cuestión a partir de excavaciones y fechados actuales.

Palabras clave: Tierras bajas; Cerámica; Montículos; Hornos; Historia de la arqueología.

Searching for the pioneers’ sites and beyond. Archaeological surveys at Santiago del Estero plain (Argentina) and their contributions to the regional research issues

Abstract

This paper presents the results of surveys carried out in the south center of Santiago del Estero plain (Argentina), which revealed 12 archaeological sites. Most of them could be related to those mentioned in the pioneer archaeological researches in the region, whose identity and localization were currently unknown. Characteristics, alteration factors, material diversity, distribution, and possible chronological and cultural implications are described for each site. Evidence from some sites that exhibit a material pattern different from that of the regional Late Period is highlighted because it could contribute to the discussion of a possible settlement since the first millennium AD, unknown in the region until now. This issue needs to be addressed with new excavations and modern dating techniques.

Keywords: Lowlands; Pottery; Mounds; Furnaces; History of archaeology.

Introducción

En este trabajo presentamos los resultados de prospecciones realizadas en el centro-sur de la llanura de Santiago del Estero (Argentina) y los analizamos en función de diversas problemáticas de la arqueología regional. Los primeros trabajos de campo fueron realizados en 2005 a solicitud de la Dirección del Museo de Ciencias Antropológicas y Naturales “Emilio y Duncan Wagner” de Santiago de Estero, con el fin de integrar intereses de registro patrimonial por parte de la provincia y con el inicio de un proyecto de investigación propio. Dichos resultados son articulados con información, avances y preguntas devenidos con el desarrollo de un nuevo proyecto en la región, a partir del año 2011. El objetivo es ofrecer un corpus de datos e hipótesis generados desde parámetros actuales, para una zona que –al inicio de nuestros trabajos– contaba con controvertidas investigaciones realizadas en la primera mitad del siglo XX por los hermanos Wagner (Martínez, Taboada y Auat, 2011), algunos otros pocos estudios eventuales y un único proyecto de investigación sistemático desarrollado por Lorandi (2015). Este último aportaba una caracterización e interpretación más modernas de la arqueología local, pero al momento del inicio de nuestras investigaciones había concluido hacía más de 30 años.

En este artículo nos concentraremos en los sitios detectados en un sector del río Salado medio, en su vera oeste (Región de Icaño sensu Reichlen, 1940, o de los Bañados de Añatuya sensu Taboada, 2014), y en parte de la mesopotamia provincial centro-sur (Figura 1). Estas zonas incluyen gran parte de los sitios estudiados por Emilio y Duncan Wagner (1934), Henry Reichlen (1940) y Ana María Lorandi (compendio posterior en Lorandi 2015). También trabajaron allí acotadamente Asbojrn Pedersen (1952) y Amalia Gramajo de Martínez Moreno (1991). Sin embargo, de la mayoría de estos sitios –salvo los estudiados por Lorandi– no se contaba con ubicaciones precisas ni descripciones. Relocalizarlos habilita la posibilidad de trabajarlos nuevamente y de reevaluar colecciones, registros e interpretaciones previas para integrarlos a las investigaciones actuales. Establecer una correlación entre los sitios detectados y los de la bibliografía no resulta, sin embargo, una acción directa1. Requirió de una investigación específica complementaria que, por razones de espacio, se desarrolla en otro trabajo (Taboada y Angiorama, 2020)2, concentrándonos aquí en presentar los sitios, sus características y problemáticas, más su posible adscripción a los sitios relevados por los pioneros en base a los resultados del análisis mencionado.

Figura 1. Mapa con ubicación de los sitios prospectados. Elaborado por Ernesto Rodríguez Lascano (ISES, CONICET-UNT).

Problemáticas

Las problemáticas abordadas en este artículo tienen que ver con los tiempos y lugares de instalación de las poblaciones locales, con las características y variabilidad en sus formas materiales de expresarse, y con los procesos de afección de los sitios y sus consecuencias para el registro arqueológico y su interpretación. Debido al casi vacío de investigaciones en la zona de estudio durante los más de 30 años previos, al iniciar nuestro proyecto nos encontramos con la necesidad de abordar cuestiones básicas de cronología y caracterización de sitios y materiales (Taboada, 2011). En relación con dicho estado de la cuestión, el artículo resulta relevante, en primera instancia, como generador de datos de base controlados y no conocidos y, luego, como disparador de preguntas e hipótesis actuales. Entre otros, repararemos más particularmente en un problema que hemos puesto de relieve últimamente (Taboada, 2020). Tiene que ver con la ausencia de fechados previos al límite entre el primer y segundo milenio en la zona, y con el muy eventual registro de evidencias arqueológicas asignables a la única manifestación cerámica regional tradicionalmente asociada al primer milenio (Las Mercedes), casi exclusivamente registrada en torno al río Dulce medio y superior y a las sierras de Guasayán, y sin asociación a montículos (Taboada, 2020; Togo, 2004, 2007). Las dataciones obtenidas hasta ahora en la región de estudio –12 en la década de 1970 (compiladas en Lorandi, 2015) y siete actuales (Taboada, 2014, 2016, 2017, 2019) – dan cuenta de evidencias arqueológicas recién a partir de fines del primer milenio, llegando hasta la Colonia temprana. Todas se relacionan a sitios con montículos, registrándose diferencias temporales, espaciales y funcionales en el tamaño de los asentamientos, el tipo de instalación y los artefactos asociados, vinculables a distintos modos de vida e interacciones entabladas por las poblaciones locales (Lorandi, 2015; Taboada, 2016, 2019). Estos contextos dan cuenta de grupos alfareros que, en algunos casos, llegaron a constituir grandes poblados con amplios rangos de historia ocupacional (Taboada, 2019).

Cabe señalar también las características y relación cronológica del universo cerámico local, en tanto constituye el registro mueble más abundante observable en las prospecciones. Para los contextos en torno al límite entre el primer y segundo milenio de la zona de estudio se ha referido la predominancia de cerámica Sunchituyoj Fase Las Lomas (Lorandi, 1978) y, hacia el 1200 AD, el primer registro de cerámica Averías, con aparente continuidad de Sunchituyoj –en variantes de otras fases– hasta momentos de contacto hispano-indígena (Lorandi, 2015). La autora señala la presencia de cerámica Negro sobre Rojo Brillante en asociación con Sunchituyoj a partir de la Fase Quimili Paso, la misma en la que se daría la aparición de alfarería Averías. A la vez, se ha señalado la presencia muy eventual –y sin fechados por ahora– de cerámica negra grabada asimilable a Las Mercedes (Reichlen, 1940; Taboada, 2020), abundante en cambio hacia el Oeste provincial, donde se asocia a dataciones desde mediados del primer milenio hasta inicios del segundo (Togo, 2004). Otros tipos de incisos y grabados registrados en nuestra zona de estudio, clasificados como Bislín Inciso (Bleiler, 1948), Córdoba Inciso (Serrano, 1958) y Santa Rosa Inciso (Taboada, 2020), dan cuenta de modalidades hasta hace poco apenas visualizadas para la región, que estimamos habrían aparecido en torno a fines del primer milenio.

Características ambientales y arqueológicas

La llanura santiagueña es una cuenca sedimentaria atravesada por los ríos Dulce y Salado, con pendiente promedio del 1% y altitud media de 100 m s.n.m. (Basualdo, Togo y Urtubey, 1985). Desde tiempos prehispánicos se produce la colmatación y divagación de estos ríos y la formación de bañados. La sedimentación y la erosión hídrica y eólica tienden a nivelar y ocultar un paisaje arqueológico compuesto por estructuras de materiales perecibles. Estos procesos afectan también lavando los sitios, alterando la cobertura vegetal y movilizando material, lo que modifica las características que tenían años atrás. El ambiente es de chaco semiárido, con un estrato vegetal bajo y denso de bosque secundario y monte espinoso que limita fuertemente las posibilidades de circulación y observación. Hay una gran fluctuación térmica y pluvial, desventajosa para la conservación de evidencias perecederas.

En razón de ello, los sitios de nuestra zona de estudio se identifican esencialmente por la presencia de cerámica en superficie y montículos. Estos últimos dan cuenta principalmente de espacios domésticos, viviendas –de barro y materiales vegetales– e inhumaciones (Taboada, 2016). Suelen ubicarse sobre o entre los albardones de los paleocauces y pueden sucederse casi colindantes a lo largo de grandes extensiones. En ocasiones se muestran sólo como suaves y bajas elevaciones. Debido a sus características y a la vegetación, los indicadores arqueológicos son visibles únicamente desde observación directa a corta distancia.

Métodos

La finalidad inicial del trabajo de prospección de 2005 fue localizar y registrar ubicación, rasgos generales y estado de los sitios, dejando para nuevas visitas una caracterización más detallada. En consonancia con ello y con que varios de los sitios no pudieron volver a ser visitados, la descripción que presentamos se ajusta a la información tomada en dichos términos. Para las prospecciones se consideraron las características ambientales y arqueológicas mencionadas, en articulación con las referencias publicadas. En el campo se decidió comenzar con entrevistas. Se localizó a Don Silverio Carrizo, ex colaborador de Emilio Wagner, quien nos acompañó, mostró e identificó, con los nombres dados en la bibliografía, algunos de los lugares trabajados por los hermanos Wagner. Para la búsqueda de los sitios investigados por Lorandi y Gramajo de Martínez Moreno y para otros estudiados por los Wagner y Reichlen a los cuales no pudo acompañarnos Carrizo, se partió del estudio de los mapas disponibles (Bleiler, 1948; Gramajo de Martínez Moreno, 1991; Wagner en Imbelloni, 1940; Lorandi, 1974; Reichlen, 1940) y de las escasas descripciones publicadas (se indican oportunamente), y se sumó la consulta a pobladores.

En todos los sitios se hizo un reconocimiento pedestre, posicionamiento satelital3 y caracterización general. La vegetación limitó las posibilidades de realizar recorridos sistemáticos y de evaluar la extensión y estructura de los sitios, así como la distribución de evidencias muebles e inmuebles. Ante estas limitaciones, se estimaron los tamaños de los sitios en términos relativos y se definieron unidades de muestreo y caracterización. Se realizaron recolecciones discriminadas de material de superficie tendientes a obtener datos diagnósticos cualitativos en aspectos cronológicos y culturales. A partir de 2011, los sitios Mancapa y Sequía Vieja fueron excavados en el marco de nuestro proyecto de investigación actual.

La información generada y los materiales recuperados en 2005 fueron analizados en dos etapas: una inmediatamente después de las prospecciones, que incluyó una caracterización preliminar, y la otra recientemente, a fin de reevaluar la información a la luz de la experiencia y problemáticas de investigación actuales. Esta última se hizo en base a la revisión de fotografías y a una nueva observación directa de la mayor parte de los materiales4.

La caracterización se centró en la cerámica, ya que constituye una muestra significativa y puede compararse con descripciones previas y colecciones (el material lítico y óseo hallado fue mínimo). Si bien existen problemas (de definición y asignación) en las categorías clasificatorias tradicionales, hasta tanto sean revisadas adoptamos –en general– la tipología cerámica de Lorandi (1974), por ser la más completa, conocida y moderna para la zona y porque sirve para correlacionar con las asignaciones cronológicas y contextos definidos por la autora. En ocasiones se consideró útil recurrir a otras clasificaciones, como las de los Wagner (1934), Reichlen (1940), Bleiler (1948), Serrano (1938, 1958), Gómez (1966, 2009), Togo (2004), y propias (Taboada, 2014, 2020). La revisión de la definición de los tipos incisos postulados hasta ahora y un nuevo análisis de ciertas muestras cerámicas particulares –que en una primera instancia señalamos como análogas o semejantes a Bislín Inciso (sensu Bleiler, 1948) y Córdoba Inciso (sensu Serrano, 1938) (Taboada, 2019)–, sirvieron para señalar la presencia de algunos caracteres no descriptos o insuficientemente definidos en los tipos mencionados como para asumir tal denominación o su inclusión en ellos5 (Taboada, 2020). En función de esto, delimitamos un tipo cerámico que sirviera para dar cuenta de las características de nuestra muestra y referir el universo de estudio. Lo hemos denominado Santa Rosa Inciso y remite a una cerámica rojiza/beige que presenta campos, en general subcirculares, que contienen líneas subparalelas o entrecruzadas, incisas o peinadas, en ocasiones con pintura blanca/amarillenta sobre ellas (Santa Rosa Inciso Pintado), e incisiones lineales entrecruzadas/paralelas o como sucesión de punteados o muescas sobre los bordes. En los fragmentos ilustrados en el libro de los Wagner (1934) los campos incisos delimitan una cara de búho en relieve6 –buche y plumas según estos autores7. Consideramos la presencia de cualquiera de estos caracteres incisos –en bordes o cuerpos– para su clasificación como tal. Por presentar algunas características compartidas con las clasificaciones señaladas previamente, fragmentos con escaso despliegue de caracteres discriminatorios pueden ser incluidos en más de una, o ser sólo tentativamente considerados en alguna de ellas (sucede también con otros fragmentos pintados). Si bien determinados tipos incisos regionales podrían ser clasificaciones muy inclusivas –como Bislín Inciso8– o descripciones insuficientes de una misma realidad material representada por fragmentos, algunas situaciones podrían también estar mostrando cierta variabilidad o diversidad estilística, técnica y en la combinatoria de rasgos, quizás en relación a una distribución espacial, temporal y contextual todavía poco estudiada, mostrando límites lógicamente difusos para un recorte instrumental como son los tipos cerámicos.

Los sitios arqueológicos prospectados

Sequía Vieja

El sitio se ubicó gracias a Don Silverio Carrizo, quien lo identificó como el homónimo excavado por Emilio Wagner (Wagner y Righetti, 1946). El análisis de situación y materiales confirmaría tal identidad (Taboada y Angiorama, 2020). El sitio también fue recorrido por Reichlen (1940), excavado por Pedersen (1952) y sondeado por Gramajo de Martínez Moreno (1991). Es uno de los sitios relevantes de la arqueología regional por contar sus colecciones con gran cantidad de objetos de metal incaicos y valliserranos, unos 6.000 torteros y unas 100 pipas (Angiorama y Taboada, 2008; Taboada, 2014). Desde 2012 es investigado por nuestro proyecto. Tres dataciones permiten ubicar su ocupación desde momentos prehispánicos finales hasta la Colonia temprana (siglo XV-principios del XVII); una cuarta la podría retrotraer hasta el siglo XI (Taboada, 2014, 2016, 2019). Un cementerio colonial y otras evidencias permiten postular la existencia de un núcleo de dicha época sobreimpuesto al asiento prehispánico, que estimamos se correspondería con el pueblo de indios de Lasco (Taboada y Farberman, 2018).

El sitio se ubica en un sector con monte del paraje Acequia Vieja. No ha sido afectado por instalaciones actuales. Es de grandes dimensiones y las evidencias arqueológicas se ubican entre paleocauces y canales secos de origen aún indeterminado. Sobre y entre los albardones se registran múltiples montículos de diversos tamaños (Figura 2A) (Taboada, 2016). Hay abundante cerámica en superficie. Se registraron tipos ordinarios, pulidos y pintados; no se identificaron incisos. La mayoría de los tricolores y bicolores corresponden a Averías (sensu Lorandi, 1974) (Figura 2B). Una parte de la muestra se desvía parcialmente y/o amplía los patrones tradicionales de diseño y pastas señalados para Averías (Figura 2C). Hay también fragmentos con motivos en negro sobre crema y sobre rojo que podrían considerarse Sunchituyoj y otros bicolores cuya adscripción a los tipos de la bibliografía resulta incierta. Se relevaron bases planas y asas planas horizontales, típicas de la alfarería local. Fragmentos macizos de cerámica podrían configurar los llamados “conos” (Wagner y Righetti, 1946, figura 76). Un asa labio-adherida parece corresponder a las mentadas “campanas” locales (sensu Serrano, 1938). Es común encontrar torteros de cerámica (Taboada, 2014) (Figura 2D), habiéndose comprobado, para algunos hallados en nuestras excavaciones, la asociación directa a fibras de algodón (López Campeny y Taboada, 2018).

Figura 2. Sequía Vieja. A) montículo; B) fragmentos Averías; C) diversos ejemplos de cerámica pintada; D) torteros. Escala = 3 cm.

Mancapa

El sitio se localiza en el paraje Puente Negro, en el límite con el paraje Mancapa (Figura 1). Fue indicado por Carrizo, quien afirmó que es el sitio que excavaron los Wagner (1934) bajo el nombre de Averías. Aunque los materiales y referencias generales de ubicación son acordes a ello, la falta de un topónimo semejante en la zona y algunas otras incertezas permiten considerar tal adscripción sólo como posible (Taboada y Angiorama, 2020). Su ratificación sería relevante, por cuanto el sitio Averías excavado por los Wagner es, junto a Sequía Vieja, de los más importantes de la región por la cantidad y excepcionalidad de materiales hallados (objetos de metal, torteros, etc.). Averías también proveyó evidencias que permiten estimar que habría sido un poblado prehispánico con sobreocupación colonial (Reichlen, 1940; Taboada y Farberman, 2014, 2018). Sin embargo, en la bibliografía pionera existe también un sitio denominado Mancapa ubicado en la zona, del que hay escasas referencias (Reichlen, 1940; Wagner y Wagner, 1934).

El sitio en cuestión es estudiado por nuestro proyecto desde 2011. Tres fechados en tres montículos casi colindantes permiten sostener que el asentamiento tuvo una larga trayectoria de ocupación, entre alrededor el siglo XII y la Colonia (Taboada, 2017, 2019). Ocupa una extensión considerable, en gran parte cubierta por monte, con algunos sectores afectados por caminos e instalación doméstica actual. Hacia el sur presenta una zona más baja, asimilable a un paleocauce, hoy utilizada para siembra (G. Ortiz, comunicación personal, 2018). Un sector más elevado podría corresponder a la “Loma Grande” señalada por Reichlen (1940). El sitio muestra diversos montículos, algunos muy alterados, donde han quedado expuestos restos óseos humanos (Figura 3A). Se detectó una represa que podría ser prehispánica o colonial.

En superficie hay gran cantidad de cerámica y se recuperó un artefacto lítico pulido. Hay alfarería ordinaria, alisada, pintada, con barbotina (sensu Lorandi, 1974) y algunos fragmentos peinados/cepillados. Se hallaron también asas planas, asas en arco de sección cilíndrica, apéndices troncocónicos y un posible borde de “campana”. Los fragmentos tricolores Averías constituyen la gran mayoría de los pintados (Figura 3B). También hay cerámica Epiaverías (sensu Bleiler, 1948). Algunos pocos tiestos tricolores presentan tonos más diluidos, donde el negro y blanco van adosados entre sí formando campos y espirales rectilíneos sobre fondo rojizo (Figura 3D); resulta difícil adscribirlos a algún tipo de la bibliografía y no los hemos identificado en otros sitios. Entre los bicolores hay Averías y platos Sequía Vieja (sensu Taboada, 2014). Otros muestran motivos de líneas negras sobre rojo fuerte (Figura 3C). Podrían corresponderse con el tipo Negro sobre Rojo Brillante definido por Lorandi (1974). Algunos pocos fragmentos con motivos en negro sobre rojizo pueden ser considerados Sunchituyoj.

Figura 3. Mancapa. A) montículo alterado con restos óseos expuestos; B) cerámica pintada, en su mayoría considerable como Averías; C) fragmentos asimilables al tipo Negro sobre Rojo Brillante; D) cerámica tricolor no asignable a los tipos tradicionales definidos para la región. Escala = 3 cm.

Mancapa Carrizo

El sitio fue ubicado por Carrizo, quien lo denominó Mancapa y lo relacionó con el del mismo nombre trabajado por los Wagner (Reichlen, 1940; Wagner y Wagner, 1934), pero hay pocas referencias extras para aseverar tal correspondencia (Taboada y Angiorama, 2020). Se ubica en el área de influencia del paraje homónimo, vecino a una vivienda actual hoy derruida. El sector con evidencias arqueológicas no parece extenderse mucho y muestra amplias áreas de suelo desnudo. Hay formaciones monticulares bajas poco definidas (Figura 4A) y escasa cantidad y variedad de material en superficie. Se ubica a unos 3 km del sitio ya descripto al que nosotros llamamos Mancapa.

El material expuesto está constituido principalmente por fragmentos cerámicos, pero hay algunos restos óseos y se recolectaron dos artefactos de piedra pulida que presentan superficies de percusión activa y pasiva y varias caras retrabajadas y con roturas. Podrían tratarse de hachas usadas también como percutores y yunques (Figura 4B). Uno de ellos tiene un esbozo de representación zoomorfa, quizás un búho. Su reutilización o multifunción podría tener que ver con el aprovechamiento de una materia prima ausente en la zona y con alto valor de reclamación. Reichlen (1940) menciona el gran desgaste y roturas de este tipo de artefactos en la región. Tal como refiere el autor, estos objetos fueron hallados casi aislados, en un sector sin montículos con poco material en superficie. Cabe pensar en pérdidas o descarte en zonas de uso fuera del área residencial.

Figura 4. Mancapa Carrizo. A) vista del sitio con formaciones monticulares poco definidas; B) artefactos líticos pulidos. Escala = 3 cm.

La cerámica es mayoritariamente ordinaria. Se identificaron fragmentos pulidos, con barbotina, un apéndice troncocónico y otro que podría corresponderse con aquellos en forma de ave que se insertan en los lados de ciertas vasijas (Wagner y Wagner, 1934, figura 41 y Lámina XXXVI, con un ejemplar del sitio al que los Wagner llamaron Mancapa). Un fragmento de asa de sección circular y otro modelado con la cara de un búho son similares a los ilustrados en Wagner y Wagner (1934, Lámina XV, Figura 2), procedentes de Mancapa (sensu Wagner y Wagner, 1934) y otros sitios. No se observaron tiestos pintados ni incisos.

Por ahora, los datos no permiten definir cronología, funcionalidad ni asociaciones estilísticas para este sitio. La cerámica no es diagnóstica y artefactos líticos similares se han registrado para diferentes momentos y contextos regionales (Lorandi, 2015; Reichlen, 1940; Togo, 2004). La zona recorrida podría constituir un sector marginal dentro de un área mayor con evidencias arqueológicas discontinuas que se distribuyen en torno al paraje Mancapa. La escasa presencia de materiales en superficie, representados sobre todo por cerámica ordinaria y ausencia de pintados, los dos artefactos líticos, y la aparente poca extensión del sitio y definición de los montículos podrían deberse a que se tratara de un área extra habitacional, quizás extractiva o productiva asociada a la zona residencial descripta para el sitio al que nosotros llamamos Mancapa (posible Averías de los Wagner, aunque por ahora no hay elementos para afirmar su contemporaneidad), o a otros sectores cercanos con evidencias arqueológicas detectadas pero aún no prospectados.

Cañitas

El lugar fue ubicado por Carrizo, quien lo identificó como el homónimo registrado por los Wagner. También trabajaron allí Reichlen (1940), Lorandi (1974) y Gramajo de Martínez Moreno (1991). La confrontación de datos permite sostener que se trata del mismo lugar, aunque no necesariamente de los mismos sectores (Taboada y Angiorama, 2020). Las prospecciones mostraron evidencias arqueológicas diversas distribuidas en espacios discontinuos. Reichlen (1940) menciona la presencia de montículos; Lorandi (1974) indica la dificultad de identificarlos debido a la erosión. Reichlen (1940) lo asigna a la “Industria Averías”. Lorandi (1974) señala la asociación estratigráfica de cerámica Sunchituyoj y Averías (aunque encuentra poquísimos fragmentos Averías y solo en la capa superior), e incluye al sitio dentro de la Fase Oloma Bajada-Icaño, la más tardía de su secuencia. Según la bibliografía y el análisis de colecciones, de Cañitas proceden materiales Averías, objetos de metal y elementos hispanos, todos acordes a la fase señalada por Lorandi. El libro de los Wagner (1934) ilustra alfarería con motivos negro sobre rojo o sobre crema en espirales, cuadriculados y búhos, que podría ser clasificada como Sunchituyoj. Otros fragmentos presentan motivos de manos en negro sobre rojo, asimilables al tipo Negro sobre Rojo Brillante (sensu Lorandi, 1974).

El lugar prospectado se ubica unos 5 km antes de llegar a Icaño desde el Norte por la ruta N°34. Dada la discontinuidad de evidencias en superficie definimos varios sectores: Cañitas Ruta, Cañitas Puesto de Francisco, Cañitas Bajo del Coronel y Mistol Paso 1 y 2 (Figura 1).

Cañitas Ruta designa un sector entre la vera occidental de la ruta y la vía del ferrocarril —pocos metros al Sur de un paso a nivel— en el que había material expuesto debido a la refacción de las banquinas. Los tiestos eran escasos, de tipo ordinario. No se detectaron evidencias inmuebles.

Cañitas Puesto de Francisco se ubica al Este de la ruta, en campos linderos a los que fueran propiedad de Emilio Wagner en Mistol Paso (Martínez et al., 2011). Se observaron montículos erosionados y una gran depresión, cerámica en superficie y restos de un entierro de adulto extraído por pobladores locales. Se recolectaron fragmentos ordinarios, con barbotina, uno pulido y uno con borde con muescas (Figura 5B). Además, se hallaron cuatro desechos de talla de cuarzo y un artefacto formatizado con filo denticulado y probable muesca (J. Martínez, en base a fotografías, comunicación personal 2018). El borde cerámico con muescas y la ausencia de cerámica pintada podrían ser indicadores de ocupaciones en el límite entre el primer y segundo milenio (Taboada, 2020), e implicarían diferencias con los materiales y asignación señalados por Reichlen (1940) y Lorandi (1974) para el sitio Cañitas.

Figura 5. Cañitas. A) boca de “horno” de Bajo del Coronel (en este caso la escala representa 15 cm); B) fragmento de borde con muescas de Puesto de Francisco; C) conjunto de bocas de “hornos” en Bajo del Coronel; D) ejemplos de cerámica de Mistol Paso, fragmentos bicolores considerables Sunchituyoj. Escala = 3 cm.

Cañitas Bajo del Coronel responde a la denominación local de la zona y a la ubicación dada por Lorandi (1974) al sitio Cañitas trabajado por ella. Al momento de las prospecciones se accedía por el ingreso a Mistol Paso. La zona con evidencias arqueológicas se encuentra sobreelevada respecto de un bajo inmediato que da nombre al lugar. El terreno estaba lavado por escorrentía y cubierto por monte bajo. El material arqueológico asomaba en perfiles de montículos erosionados. Se identificó un conjunto de varias bocas circulares de tierra rojiza de unos 50 cm de diámetro que afloraban en un sector sobreelevado muy lavado de unos 20 m de diámetro (parecía tratarse de un montículo erosionado) (Figura 5A y 5C). Los bordes de las bocas están bien definidos hacia su interior, mientras que hacia el exterior se diluyen en el sedimento natural. El material que las conforma está compuesto por una matriz fina, no presenta antiplástico y no ha sido cocido (J. Pérez Pieroni, comunicación personal 2018). Es decir, no constituyen bordes de vasijas, con las que se las suele confundir localmente. Castellanos (1938) señala la presencia de estructuras similares con restos de ceniza y carbón en el sitio Cañitas Puertas, “cerca de Mistol Paso”, denominación también usada por Gramajo de Martínez Moreno (1991) para algún sector de este sitio, quizás el mismo que el que estamos describiendo. Las características son consistentes con los denominados “hornos subterráneos” que Reichlen (1940) describe para las zonas de Icaño (donde está Cañitas) y de Sunchituyoj. Gómez (2009) señala para el sitio Cerrillos, sobre el río Dulce medio, estructuras consideradas hornos con similares características, asociadas a cerámica gris y a bordes con incisiones. Castellanos (1938) refiere hornos en Fragua (sobre el río Dulce), asociados a cerámica considerada Las Mercedes (Togo, 2004, 2007). Lorandi (2015) da cuenta de hornos en montículos del sitio El Veinte en el chaco santiagueño (uno con maíz y otro con un camélido en sus respectivos interiores), aunque con diferencias de forma y tamaño respecto de los ilustrados por Reichlen y Castellanos y los observados por nosotros. En El Veinte se asocian a cerámica Sunchituyoj Fase Las Lomas –para el sitio se reportaron también fragmentos semejantes a los considerados Bislín Inciso, Córdoba Inciso y Santa Rosa Inciso. Taboada, 2020– y los fechados obtenidos en el sitio cubren entre el 950 ± 90 y 690 ± 90 AP (este último, obtenido en el montículo con el horno con camélido, para la capa que contiene al horno pero aparentemente no específicamente de él) (Lorandi, 2015). Estructuras similares, también llamadas botijas, con discusión sobre sus potenciales funciones, se han reportado para distintos lugares de Argentina, con fechados entre el 2000 y 500 AP (Cornero, del Río y Ceruti, 2013).

En Cañitas Bajo del Coronel recuperamos escasos fragmentos cerámicos, en su mayoría ordinarios, algunos con barbotina. No registramos pintados, mientras que Lorandi (1974) identificó alfarería Sunchituyoj. Además, se reconocieron fragmentos de hueso carbonizado, quizás vinculados al uso de los posibles hornos. El material lítico tallado es relativamente abundante en comparación con el observado en otros sitios de la región. Se recobraron un núcleo bifacial de extracción de lascas y ocho lascas en calcedonia que podrían corresponder a ese mismo núcleo (J. Martínez, en base a fotografías, comunicación personal 2018). Ni esta materia prima ni otras rocas están disponibles en la zona; son comunes, en cambio, en las sierras de Guasayán (Gramajo de Martínez Moreno y Martínez Moreno, 1992).

Mistol Paso 1 fue definido por la presencia de montículos erosionados con material expuesto en sus perfiles. La zona se encuentra muy cercana a Bajo del Coronel, cubierta de monte.

Mistol Paso 2 es un sector con montículos erosionados y mayor cantidad de material que Mistol Paso 1 y Bajo del Coronel. Se encuentra más cercana que éstos a la ruta nacional N°34.

En Mistol Paso 1 y 2 se recobraron fragmentos ordinarios rugosos, alisados, con barbotina y pintados. Estos últimos forman líneas curvas y escalonados en negro sobre rojo o sobre crema; pueden considerarse Sunchituyoj (Figura 5D). No se observaron fragmentos Averías. Se recolectó un apéndice en forma de ave, similar al referido para el sitio al que nosotros llamamos Mancapa. Se destaca la presencia de un fragmento Santa Rosa Inciso y de unos pocos tiestos en pasta gris y densa, parcialmente pulidos. Comparados macroscópicamente con material del sitio Las Mercedes (sobre el río Dulce superior) depositado en el Centro de Interpretación y Conservación del Patrimonio de Santiago del Estero (CICPSE), la pasta parece similar en calidad y color, pero hacen falta observaciones más detalladas al respecto. También se recuperaron una lasca con restos de corteza y dos rocas sin formatizar (J. Martínez, en base a fotografías, comunicación personal 2018).

Ahora bien, Reichlen considera a Cañitas como de “Industria Averías”, lo cual es concordante con el material ilustrado en la bibliografía pionera. Sin embargo, la cerámica Averías está ausente en todos los sectores prospectados por nosotros y fue muy escasa en los trabajos de Lorandi, a pesar de lo cual la autora incluye al sitio dentro de la fase vinculada a su desarrollo, tal vez considerando los materiales de Reichlen y Wagner. Por nuestra parte, hemos reconocido en algunos de los sectores de Cañitas cerámica gris e incisa que podría indicar un componente más temprano no identificado previamente y dar cuenta de sectores con exposición diferencial de evidencias. Dichos materiales son escasos y ello pudo ser la causa de su no identificación anterior. Más aún, es posible que sean los intensos procesos de erosión de la zona los que empiezan a sacar a luz estos materiales, quizás depositados en capas inferiores (Taboada, 2019, 2020). Si bien esta situación nunca fue registrada para esta zona, la presencia de material gris y/o inciso bajo capas con materiales Sunchituyoj y Averías ha sido señalada por Gómez (2009) y Togo (2004) para la zona del río Dulce. Por su parte, Reichlen (1940) señala que en el sitio Sayanita –el único de la zona del Salado con cerámica asimilable a Las Mercedes–, la alfarería negra grabada se mezcla en superficie con Sunchituyoj pero procedería de montículos diferenciados (Reichlen, 1940; Taboada, 2020).

Icaño

Fue ubicado por prospección en base a referencias de Lorandi (1974). Wagner y Wagner (1934), Reichlen (1940) y Gramajo de Martínez Moreno (1991) también mencionan un sitio denominado Icaño. La confrontación de datos permite aseverar que se trata del mismo lugar, pero también que hay diferencias en los aspectos visualizados (Taboada y Angiorama, 2020). Los Wagner (1934, Figura 268) ilustran una sola pieza de Icaño, de adscripción indefinida con los datos conocidos: es bicolor (en blanco y negro la fotografía), con representación de espirales y del búho esquematizado. En las colecciones del sitio hay objetos de piedra pulida y torteros incisos –en principio tardíos (Taboada, López Campeny y Angiorama, 2018)–. Reichlen (1940) incluye a Icaño dentro de los sitios de “Industria Averías”, posiblemente en base a observaciones personales y a materiales recolectados por los Wagner, porque ni él ni los Wagner publican cerámica Averías del sitio. En el Musée du quai Branly hay artefactos líticos pulidos y torteros incisos enviados por Emilio Wagner en 1910. Lorandi (1974) señala la exclusividad de Averías en las excavaciones y la presencia de Sunchituyoj en superficie. Gramajo de Martínez Moreno (1991) halló entierros en urnas y, al igual que Lorandi, refiere material posiblemente hispano-indígena o colonial.

El sector prospectado por nosotros se ubica en la localidad de Icaño, en los alrededores de una construcción llamada “El Matadero” (alude al matadero local), en concordancia con el lugar trabajado por Lorandi y Gramajo de Martínez Moreno. El sitio está cortado por el camino que conduce a Navicha, por lo que diferenciamos dos áreas de recolección. El sector que llamamos El Matadero se ubica al norte del camino, en una zona alterada por ocupación actual. Se observa un montículo de considerable tamaño y otros menores, con material expuesto que continúa hacia el campo vecino. El sector llamado Frente a El Matadero presentaba monte más tupido, montículos erosionados y material en superficie a lo largo del camino y de un alambrado.

En El Matadero se recolectó cerámica muy salinizada: ordinaria, alisada, con improntas, pintada y un fragmento peinado/cepillado (Figura 6A). Los pintados son negro sobre rojo con diseños de líneas paralelas. Se recuperó una punta de hueso (Figura 6B), diferente a las ilustradas en Wagner y Wagner (1934) y que tampoco corresponde a la clasificación de Reichlen (1940). Frente a El Matadero se recobraron fragmentos ordinarios rugosos, con barbotina, alisados, escasos pintados y uno con líneas incisas entrecruzadas (Figura 6C). Se recuperaron un apéndice troncocónico, un asa plana y una pequeña cabeza de búho modelada y pintada de rojo y negro (en colecciones hay similares en bordes de pucos Sunchituyoj negro sobre rojo). La mayoría de los fragmentos con motivos negro sobre rojo y negro sobre crema pueden considerarse Sunchituyoj. Se recolectó un fragmento de un plato Sequía Vieja, y no se identificó cerámica Averías. Se registró parte de un cráneo humano expuesto.

Figura 6. Icaño. A) cerámica de El Matadero; B) punta de hueso de El Matadero; C) fragmentos de Frente a El Matadero. Escala = 3 cm.

Ahora bien, si comparamos los materiales informados por cada investigador, hallamos coincidencias sólo parciales. A su vez, Lorandi (1974) destaca las diferencias entre el material expuesto en superficie y el hallado en sus excavaciones. Mientras para Reichlen (1940) y Lorandi (1974) el componente cerámico principal es Averías, no lo identificamos en nuestras prospecciones, aunque sí hallamos un fragmento de plato Sequía Vieja que, hasta ahora, consideramos se asocia a Averías (Taboada, 2014). Parece estar presente Sunchituyoj, ya referido por Lorandi para superficie. Esta autora destaca también la relativa abundancia de torteros en uno de los contextos excavados, y los hay en las colecciones del sitio. La posibilidad de materiales hispano-indígena fue planteada por Lorandi (1974) y por Gramajo de Martínez Moreno (1991). En estos sentidos, es posible que el sitio presente varios componentes (y/o sectores) diferenciados, relacionados a un lapso de ocupación prolongado, tal como hemos comprobado para otros sitios de la zona (como Sequía Vieja y el sitio al que nosotros llamamos Mancapa). Quizás los intensos procesos de alteración generados por la urbanización de Icaño sean responsables de la variada exposición y distribución de materiales observados por los autores a lo largo de un siglo.

Tulip Loman

Sitio identificado por Carrizo como el homónimo trabajado por los Wagner (1934). Hay coherencia entre el tipo de material, las características y la ubicación con el investigado por ellos, por Reichlen (1940) y por Lorandi (1974), por lo que es posible asumir su correspondencia (Taboada y Angiorama, 2020). Reichlen lo asigna a la “Industria Averías”. Concordantemente, Lorandi lo asigna a la Fase Oloma Bajada-Icaño, la más tardía de su secuencia y que llega al momento hispano-indígena (Lorandi, 1978). La autora refiere la presencia minoritaria de cerámica Sunchituyoj respecto de Averías; nosotros no la hallamos representada en la bibliografía ni en nuestras prospecciones. Los Wagner (1934) recuperaron material Averías, y es relevante la referencia a una vasija con cuello peinado/cepillado por ser pocas las que se conocen de este tipo. De Tulip Loman proceden varios de los miles de torteros registrados en la región y al menos siete de los objetos de metal de colección que concentra la zona: dos incaicos, dos posibles hispano-indígenas y tres de antigüedad indeterminada (Angiorama y Taboada, 2008). La recuperación de cuentas de vidrio reafirma su cronología hasta momentos coloniales.

El sitio prospectado se ubica en torno al paraje homónimo, en zona de monte con parte del suelo desnudo. Muestra montículos erosionados, aparentemente ocupa una gran extensión y hay abundante cerámica en superficie. Se diferenciaron cuatro sectores. En Tulip Loman 1 se recolectaron fragmentos ordinarios y alisados y un asa plana. No se observaron pintados ni incisos. En Tulip Loman 2 y 3 se recuperó cerámica ordinaria rugosa, con barbotina, alisada y pintada, apéndices troncocónicos, asas planas y fragmentos peinados/cepillados. Entre los pintados hay Averías y otros de clasificación incierta, uno tal vez Negro sobre Rojo Brillante (sensu Lorandi, 1974). Se recolectaron un desecho de talla de cuarzo y otro en ópalo/calcedonia. Tulip Loman 4 corresponde a un sector junto a un poste de alambrado donde, según referencias orales, apareció una urna con restos humanos. Se observa abundante cerámica, habiendo recuperado ordinaria rugosa, alisada, un fragmento Epiaverías y dos pintados indefinidos.

La Costa

Ubicado por guía de habitantes locales en el paraje homónimo. No hemos hallado antecedentes de ningún sitio referido como La Costa o vinculado a este paraje. Queda la opción de que se lo haya denominado con otro nombre sin dar la ubicación. Hay montículos, algunos sensiblemente más altos que otros. Según referencias orales, esta diferencia de altura se debería a remociones realizadas por un aficionado. También se nos mencionó que en el pasado se veían en superficie torteros y muchos más tiestos pintados que en la actualidad. Se recolectaron fragmentos ordinarios rugosos, alisados, pintados (Averías tricolor y bicolor y otros no identificados), seis tiestos peinados/cepillados que destacan por su abundancia relativa y asas planas.

Lago Muyoj

El sitio fue localizado por prospección a partir de referencias orales. Un sitio con este nombre (o Laguna Muyoj) fue estudiado por Wagner (1934), Reichlen (1940), Lorandi (1974) y Gramajo de Martínez Moreno (1991). Las características y materiales del lugar prospectado no permiten definir si se trata del mismo sitio (Taboada y Angiorama, 2020), pero parece difícil por la poca diversidad y variedad de materiales visualizados. Hay una mayor semejanza con lo descripto por Lorandi, sitio sobre el que tampoco tenemos certeza que fuera el mismo que el de los pioneros. O se trata de lugares o sectores diferentes, o el sitio ha sufrido una gran alteración, lo que coincidiría con la apreciación de Gramajo de Martínez Moreno (1991) y de un poblador local.

Reichlen (1940) asigna Laguna Muyoj a la “Civilización Averías”. Destaca la gran cantidad y variedad de artefactos de hueso pulido, que le sirven para realizar una tipología de puntas óseas asociadas a dicha “civilización”. En las colecciones del sitio hay una gran variedad de materiales cerámicos y, al menos, nueve objetos de metal correspondientes a formas preincaicas, incaicas y coloniales (Angiorama y Taboada, 2008). También hay materiales asignados a momentos hispanos (Gramajo de Martínez Moreno, 1991; Reichlen, 1940). El sector prospectado presenta escaso material en superficie, aunque las referencias orales señalan que anteriormente lo había en abundancia. Al igual que Lorandi (1974) y a diferencia de Reichlen (1940) y los Wagner (1934), nosotros sólo identificamos fragmentos ordinarios.

Navicha

El sitio fue localizado a partir de entrevistas y prospección. Un sitio denominado Navicha o Naviche fue trabajado por los Wagner (1934) y por Lorandi (1974), pero los datos existentes son insuficientes para definir la correspondencia con el lugar prospectado por nosotros. Podría haberla entre el lugar trabajado por Lorandi y el sector que denominamos Navicha 1 (Taboada y Angiorama, 2020). Lorandi refiere la ausencia de montículos, la distribución de materiales a lo largo de un cauce seco y el hallazgo de un entierro directo. Señala la presencia de bordes incisos y de fragmentos Sunchituyoj Fase Las Lomas.

En torno al paraje homónimo se identificaron dos sectores con evidencias arqueológicas. Navicha 1 está ubicado junto a un estanque excavado recientemente al momento de las prospecciones, con material arqueológico entre la tierra removida. No identificamos montículos en esa área. Se detectaron dos lugares con restos humanos parcialmente expuestos: uno sin evidencias visibles de urna asociada y otro, a unos 50 m de distancia, donde afloraba una boca de vasija y restos de un cráneo. Por su parte, Navicha 2 se localizó en una zona de jumiales con amplias superficies de suelo desnudo. Allí se observaron montículos muy erosionados y abundante cerámica (Figura 7A).

Figura 7. Navicha. A) montículos erosionados de Navicha 2; B) fragmentos ¿Sunchituyoj? y Averías, de Navicha 2; C) apéndices cerámicos de Navicha 2; D) puco de Navicha 2. Escala = 3 cm.

En Navicha 1 se recolectaron cerámica rugosa y alisada, una base plana, apéndices troncocónicos pequeños y uno modelado. No se recobraron fragmentos pintados ni incisos. En Navicha 2 la mayoría de los fragmentos registrados son rugosos y alisados. Se recobró un fragmento Averías y otro con pintura formando una banda de triángulos encadenados en negro sobre rojo (¿Sunchituyoj?) (Figura 7B). Se recolectaron apéndices troncocónicos, lobulados y uno similar a los llamados “medallones” (sensu Wagner y Wagner, 1934) (Figura 7C). Un fragmento de apéndice modelado podría corresponder a la representación de un ave con alas desplegadas (cfr. Wagner y Wagner, 1934). Registramos también un fragmento rojizo peinado. Además, se recolectó un pequeño puco cónico truncado sin decoración (Figura 7D). Morfológicamente es similar a las llamadas “piezas miniatura” ilustradas por Gómez (1966, Figura 10) para cerámica Las Mercedes Antajé. También se recolectó un filo natural con rastros complementarios en riolita, roca poco apta para la talla (J. Martínez, en base a fotografías, comunicación personal, 2018).

Salvia Paso

Fue localizado por referencias orales y prospección en torno al paraje homónimo. El sitio no es mencionado en la bibliografía, pero en los registros del CICPSE figura material de Salvia Paso recobrado por los Wagner y por un colector no identificado. Los datos disponibles no son suficientes para evaluar la correspondencia entre los lugares (Taboada y Angiorama, 2020). El sitio está cortado por un camino, a lo largo de por lo menos 200 m y las evidencias arqueológicas se internan en el monte. Definimos tres sectores discontinuos. En Salvia Paso 1, sobre la zona del camino, se observaron restos humanos en un pozo removido. Luego continúa un área deprimida donde desaparece el material arqueológico, para reaparecer en una zona más alta que fue identificada como Salvia Paso 2. Este lugar es referido localmente como un “cementerio indio” y se observan restos humanos en superficie y gran cantidad de cerámica. Salvia Paso 3 remite a un área con escaso material ubicada junto al cementerio actual del paraje.

En Salvia Paso 1 se recolectaron fragmentos rugosos, alisados, con barbotina, pintados, peinados/cepillados, un asa plana, apéndices troncocónicos y un borde plano de paredes muy gruesas y con curvatura acorde a la boca de las llamadas “campanas” locales (sensu Serrano, 1958) (Figuras 8A, 8B y 8C). Se registraron también fragmentos Averías, Negro sobre Rojo Brillante y otros indeterminados (alguno quizás considerable Sunchituyoj) (Figura 8D). Se recolectaron desechos de talla y un denticulado lítico (J. Martínez, en base a fotografías, comunicación personal, 2018) y restos óseos no identificados. En Salvia Paso 2 se recobraron fragmentos ordinarios, uno con motivos en rojo y negro sobre ante, otro en rojo sobre ante y restos óseos indeterminados. En Salvia Paso 3 se recuperaron sólo tres fragmentos cerámicos alisados.

Figura 8. Salvia Paso 1. A) apéndices troncocónicos; B) cerámica alisada y con barbotina; C) cerámica peinada/cepillada; D) fragmentos Averías, Negro sobre Rojo Brillante y otros. Escala = 3 cm.

Sunchituyoj

El sitio fue localizado por guía de Silverio Carrizo, quien lo identificó como el homónimo trabajado por los Wagner. Wagner y Wagner (1934) y Reichlen (1940) excavaron un sitio denominado Sunchituyoj ubicado en la misma zona y las evidencias observadas son compatibles con las de la bibliografía (Taboada y Angiorama, 2020). Según Reichlen (1940), los montículos forman una sucesión que abarca otros sitios de la región también trabajados por los Wagner, todos asignados a la “Industria Sunchituyoj” y con diferencias considerables de altura respecto de los de la Región de Icaño. El autor señala, además, la asociación a represas. Y, aunque escasa, indica que hay “cerámica grisácea grabada”.

El sitio prospectado se ubica en el paraje Sunchituyoj, del lado sur de la ruta provincial N°92. Se definieron tres sectores cercanos entre sí, pero con discontinuidad de evidencias superficiales. Sunchituyoj Alambrado se definió por la presencia de material a lo largo de un alambrado contiguo a la ruta. Sunchituyoj 1 es otra zona con material en superficie. Por último, Sunchituyoj Represa se asocia a una represa re-excavada con maquinaria (Figura 9A), con material arqueológico en el sedimento removido. En el terreno circundante se ven montículos, pero la densidad del monte hizo imposible recorrer el lugar y evaluar las características y distribución. Tampoco se pudo acceder a alguna represa no alterada. Según referencias las habría monte adentro, a ambos lados de la ruta.

En Sunchituyoj Alambrado se recolectaron bases y asas planas, fragmentos rugosos y pintados. Hay algunos tiestos grisáceos y Santa Rosa Inciso. Los pintados muestran diseños en negro sobre rojo de bandas paralelas, escalonados y semicírculos; son asimilables a motivos Sunchituyoj (Figura 9D). Se recuperó una lasca de cuarzo. En Sunchituyoj 1 se recolectaron asas planas, apéndices troncocónicos, uno zoomorfo (cfr. Wagner y Wagner, 1934, Lámina XXXI, Figuras 25a y 26) y un “asa botón” o “medallón” (sensu Wagner y Wagner, 1934, Figuras 171-173). Se recobró cerámica rugosa, alisada y pintada. Se identificaron algunos fragmentos grises lisos de pasta fina, que habría que analizar con más detalle a fin de evaluar semejanzas con la alfarería negra/gris clasificada como Las Mercedes (Gómez, 1966; Reichlen, 1940; Taboada, 2020). También se registró cerámica Santa Rosa Inciso (Figura 9B) y Santa Rosa Inciso Pintado (Figura 9C). Un fragmento de pasta beige con borde con muescas tiene en el cuerpo decoración en círculos pequeños, estampados en torno a un triángulo definidos por líneas incisas y relleno con el mismo motivo (Figura 9B). Otro fragmento no ilustrado muestra sucesión de triángulos, también configurados por líneas incisas en torno a la boca del recipiente. Ambos presentan elementos de diseño –triángulos y puntos rellenando o bordeando los mismos– semejantes a los ilustrados para Córdoba Inciso (sensu Serrano, 1958) y Bislín Inciso (sensu Bleiler, 1948). Los fragmentos pintados son monocromos (crema) y bicolores (negro sobre rojo/rojizo, crema sobre rojo/rojizo, con motivos de líneas rectas y círculos) compatibles con Sunchituyoj; hay otros inclasificados. Los fragmentos de Sunchituyoj Represa son ordinarios, rugosos y alisados. No se recobró material Averías en ninguno de los sectores de Sunchituyoj.

Figura 9. Sunchituyoj. A) represa arqueológica re-excavada con maquinaria en Sunchituyoj Represa; B) fragmentos de bordes con incisiones y campos incisos tipo Santa Rosa Inciso. El señalado con una “x” muestra diseño semejante a Córdoba Inciso y Bislín Inciso (Escala = 3 cm); C) cerámica Santa Rosa Inciso Pintado, de Sunchituyoj 1; D) fragmentos Sunchituyoj, de Sunchituyoj Alambrado (Escala = 3 cm).

Santa Rosa

El sitio fue señalado por Carrizo, que conocía el lugar por haberlo visitado personalmente y no en relación con una expedición de los Wagner. Hemos hallado solo una referencia bibliográfica a material de un sitio llamado Santa Rosa (Wagner y Wagner, 1934, Lámina XVII, Figura 27, borde con búho en relieve en cuerpo). Este material es consistente con el registrado por nosotros. También hay en los registros del CICPSE torteros procedentes de un sitio llamado Santa Rosa, de colector incierto.

El sitio prospectado se ubica en torno al paraje homónimo. Se localizaron dos áreas con evidencias en superficie, discontinuas entre sí. Santa Rosa 1 se definió por el abundante material expuesto a ambos lados de un camino vecinal. Parece tener dimensiones considerables e incluye montículos erosionados. Santa Rosa 2 es otro sector con menor cantidad y diversidad de evidencias superficiales que Santa Rosa 1.

En Santa Rosa 1 los habitantes locales recuperaron una vasijita sin decoración y una punta de ópalo (Figura 10A). Estas puntas son relativamente escasos en la región y comunes en sitios del oeste provincial (Gramajo de Martínez Moreno y Martínez Moreno, 1992; Lorandi, 1974; Reichlen, 1940). Se observaron también algunos restos óseos indeterminados, pero predomina el material cerámico. Se recolectaron bases y asas planas, apéndices troncocónicos y uno zoomorfo (cfr. Wagner y Wagner, 1934, Lámina XXXI, Figuras 25a y 26), cerámica ordinaria rugosa, alisada, incisa, pintada, con barbotina y con pastillaje. Los pintados son muy escasos y comprenden monocromos rojos y bicolores (negro/castaño sobre rojo/rojizo). Los motivos representados son en líneas, bandas y escalonados, compatibles con Sunchituyoj. No hemos hallado Averías. Se destaca la abundancia y variedad de cerámica rojiza con bordes incisos en cruces, líneas y muescas y los fragmentos con campos rellenos de líneas, asignables a Santa Rosa Inciso e Inciso Pintado (Figuras 10B y 10C). En menos casos se registran diseños de triángulos rellenos de puntos semejantes estilísticamente a los descriptos para Bislín Inciso (sensu Bleiler, 1948) y Córdoba Inciso (sensu Serrano, 1958) (Figura 10D). Otros fragmentos oxidantes –de bordes lisos– presentan triángulos rellenos con rayas convergentes (Figura 10D), diseño que no hallamos ilustrado ni descripto para los tipos recién mencionados y se registra en alfarería gris de algunos sitios del río Dulce (como Rincón de Atacama) considerados contextos Las Mercedes (Togo, 2004, 2007). Se observaron unos pocos fragmentos grises o negros. Uno de ellos presenta líneas grabadas paralelas dentro de un campo en forma de banda quebrada, generando un patrón decorativo semejante al de la cerámica clasificada como Las Mercedes Antajé (cfr. Gómez, 1966; Reichlen, 1940; Taboada, 2020), aunque está realizado de modo más tosco (Figura 10C). También se recolectó un fragmento que presenta una cara de búho modelada (Taboada, 2019) y un campo subcircular con líneas incisas paralelas con pintura color crema; es semejante a los clasificados como Santa Rosa Inciso Pintado pero su borde no presenta incisiones (cfr. Wagner y Wagner, 1934, Lámina XVI). Además, se recobró parte de una ollita con incisiones formando bandas en zigzag rellenas con líneas paralelas (Figura 10E). Cerámica con motivos semejantes, pero de mejor factura (y para los casos considerados Las Mercedes en pasta negra o gris) ha sido clasificada como Bislín Inciso (Bleiler, 1948), Las Mercedes (Reichlen, 1940) y Las Mercedes Antajé (Gómez, 2009) (Taboada, 2020). Finalmente, se destaca un fragmento de pasta gris de muy buena calidad, compacta y de espesor muy delgado, que presenta un reticulado de rombos grabados apenas perceptible por la escasa profundidad de las líneas (rayado leve) y sin un campo que lo contenga (Figura 10F). Macroscópicamente se asemeja en pasta y color a material procedente del sitio Las Mercedes catalogado como Antajé en las fichas del Museo Wagner (actualmente en el CICPSE). Los reticulados de rombos o cuadriculados incisos son comunes en la cerámica clasificada como Las Mercedes, pero en general dentro de campos o límites y realizados mediante incisiones o grabados más o menos profundos (cfr. Gómez, 1966; Togo, 2004; Taboada, 2020). Sin embargo, la definición de Gómez (1966) considera técnicas de grabado poco profundo para Las Mercedes (no sabemos cuánto) y Togo (2004, p. 605, Figura 11) ilustra un ejemplar aparentemente semejante a nuestro caso procedente del sitio Rincón de Atacama (río Dulce superior), considerado como un sitio de contexto Las Mercedes (Togo, 2007). En nuestra muestra hay algunos otros fragmentos pequeños y lisos que también son de pasta gris. En Santa Rosa 2 se recolectaron bases planas y cóncavas, apéndices troncocónicos, un fragmento bilobulado, alisados y pintados. Hay dos fragmentos con motivos en negro sobre rojo y otros monocromos rojos. No se identificaron Averías ni incisos.

Como se ve, en Santa Rosa 1 se registró una mayor variedad de modalidades incisas y grabadas que en los demás sitios prospectados. Además, el sitio da muestra de ejemplares que no cabrían completamente en las tipologías locales o que combinan características incluidas en distintos tipos (Taboada, 2020).

Figura 10. Santa Rosa 1. A) punta de proyectil (sin escala en el original); B) fragmentos Santa Rosa Inciso y Santa Rosa Inciso Pintado (Escala = 3 cm); C) cerámica Santa Rosa Inciso e Inciso Pintado y fragmento negro grabado (Escala = 3 cm); D) cerámica con triángulos rellenos de puntos semejante estilísticamente a Bislín Inciso y Córdoba Inciso; otras indefinidas (Escala = 3 cm). E: Ollita (Escala = 3 cm). F: Fragmento de pasta gris con reticulado rayado.

Discusión y conclusiones

Las tareas realizadas nos permitieron localizar y caracterizar intrínseca y comparativamente, con diverso grado de detalle, 12 sitios arqueológicos y los materiales expuestos en superficie. Un análisis complementario permitió plantear la correspondencia de varios de estos sitios con los trabajados por los precursores de la arqueología local, quedando la identidad de algunos en discusión. El artículo aporta, para la gran mayoría de los casos, la primera descripción individualizada de sitios clásicos de la arqueología regional. Además, generó su posicionamiento georreferenciado como medida indispensable para no volver a perder su ubicación e identidad, recuperada a partir de la memoria oral de Don Silverio Carrizo, ayudante de Emilio Wagner en la primera mitad del siglo pasado. Por otra parte, el trabajo pone en evidencia la gran variabilidad y desconocimiento que se tiene aún sobre características y aspectos básicos de la arqueología regional, sobre los sucesos socio-históricos que les dieron origen, sobre los procesos de formación de los sitios y sobre la necesidad de revisar tipologías cerámicas y de plantear nuevos acercamientos teóricos-metodológicos.

Respecto de los procesos de formación, las prospecciones mostraron la importante modificación que algunos de los sitios han sufrido –incluso en pocos años tras los que hemos vuelto a algunos de ellos–, debido a la intensa dinámica hídrica y sedimentaria. Otros factores importantes de alteración son los caminos y la re-excavación mecanizada de antiguas represas. En tanto, la comparación de referencias a lo largo de 100 años de arqueología local indica un fuerte impacto en la fisonomía, conservación y visibilidad de los sitios y sus componentes estratigráficos. Dichos factores parecen ocasionar una dispersión de los restos más recientes, rellenamiento de bajos y un posible ocultamiento de evidencias de niveles más antiguos, que aparecerían eventualmente, degradadas y dispersas.

La evaluación de los casos presentados muestra que la región da cuenta de situaciones que combinan, amplían y aun difieren de las caracterizaciones materiales precedentes que existían para la zona (cfr. Taboada, 2020). Quizás la más importante a nivel de problemáticas de discusión actual sería la puesta en evidencia de materiales poco o nada visualizados y estudiados en la zona (cerámica gris/negra y sobre todo incisa/grabada) y potencialmente más antiguos que los fechados obtenidos hasta ahora para la región. Será relevante identificar si se trata de contextos muy ocultos, afinar el grado de similitud o diferencia de la cerámica gris con la alfarería considerada Las Mercedes y determinar en relación a qué instalaciones, contextos y cronologías se asocia.

Los datos obtenidos respecto de dichas cerámicas nos alertan sobre diferentes características, asociaciones y distribución espacial. También se dan superposiciones entre caracteres comprendidos en diversas tipologías y hay variantes o rasgos no considerados en ninguna. Esto nos llevó a definir un nuevo tipo cerámico denominado Santa Rosa Inciso (Taboada, 2020) que, ante la falta de precisión en la descripción de otros tipos con los que presenta similitudes parciales, permitiera diferenciar y caracterizar más acabadamente un determinado universo cerámico hasta ahora apenas mencionado y que este trabajo muestra con una ocurrencia muy conspicua en parte de la región prospectada. Las tendencias de asociación y distribución se muestran relevantes para sumarlas a otros análisis y evidencias, a fin de comprender la dinámica poblacional y cultural del área de estudio en el límite entre el primer y segundo milenio de nuestra era, época en la cual parecen darse cambios significativos respecto de momentos previos (Taboada, 2019).

Así, en contados sitios (Santa Rosa, Sunchituyoj y Cañitas) se han identificado algunos pocos materiales grises –con o sin incisiones/grabados– que podrían ser semejantes a la cerámica clasificada como Las Mercedes. La comparación con piezas depositadas en el CICPSE procedentes del sitio Las Mercedes (río Dulce Superior) clasificadas como Las Mercedes en las fichas de la Institución, y con ejemplares ilustrados en las publicaciones, ofrecen parámetros similares de color, pasta y/o diseño. Estos materiales se muestran muy minoritarios tanto a nivel absoluto como en relación a otros tipos cerámicos con los que aparecen asociados en superficie, como el Santa Rosa Inciso (presente en los mismos sitios), con el que se da la vinculación más recurrente. También es reiterada la asociación superficial en los mismos sitios con material lítico tallado, escaso en la zona pero común en el oeste provincial (Gramajo de Martínez Moreno y Martínez Moreno, 1992; Reichlen, 1940) y que podría dar cuenta de procesos de interacción o movilidad en relación a dicha área. La actual ausencia de datos de excavación impide evaluar si la cerámica gris constituye evidencia minoritaria asociada a los tipos cerámicos más conspicuos en dichos sitios (como el Santa Rosa Inciso y Sunchituyoj), o si se trata de indicios de componentes estratigráficos o contextuales diferenciados dentro de un mismo sitio, tal como parece ser la situación en el sitio Sayanita, el único que hasta ahora se había señalado con cerámica Las Mercedes cerca del río Salado (Reichlen, 1940), y que un estudio reciente permite considerar como Las Mercedes Antajé (Taboada, 2020). Según Reichlen, se asocia en superficie a diversos tipos cerámicos, adscribibles actualmente a Sunchituyoj y Bislín Inciso y tal vez también a Córdoba Inciso, Santa Rosa Inciso y Cortaderas (Taboada, 2020). Sin embargo, en excavación, la cerámica Las Mercedes de Sayanita se asociaría dentro de un mismo montículo sólo con el material potencialmente adscribible a Cortaderas. El conjunto de observaciones y evidencias de las prospecciones aporta así nuevos datos para encarar a futuro investigaciones en los sitios en cuestión, a fin de evaluar la existencia en la zona de contextos semejantes y/o contemporáneos a los asociados a cerámica Las Mercedes. Por lo que venimos analizando, la poca visibilidad arqueológica de la cerámica negra/gris e incisa/grabada en la región podría deberse a procesos de formación de sitio (Taboada, 2020), sumados a una posible baja ocurrencia vinculada a una ocupación de la zona menos densa y más móvil durante dicha época (Taboada, 2016). Esta podría tener que ver con factores de índole climático, que habrían tornado la zona más húmeda y hospitalaria recién hacia fines del primer milenio (Cione, Lorandi y Tonni, 1979; Del Papa, 2012; Iriondo, 2006), que es cuando y donde aparecen ocupaciones bien claras y cambios importantes a nivel cultural, como la instalación sobre montículos (Taboada, 2019).

Otra es la situación respecto de la cerámica Santa Rosa Inciso. Esta variante apenas había sido individualizada y analizada en la bibliografía, pero en nuestras prospecciones adquiere un carácter relevante por la abundancia con la que se presenta en ciertos sitios y por la asociación y distribución que muestra. Tiene una alta presencia en el sitio homónimo y en el de Sunchituyoj, ambos en la zona mesopotámica. Lorandi (1974) señala material aparentemente similar –pero no abundante– para el sitio Quimili Paso (sitio con fechados entre 1140 ± 40 y 450 ± 70 AP; no contamos con datos de asociación cerámica particular de cada datación), dentro de la misma zona. Mientras, es mínima en la región de Icaño (un fragmento en Mistol Paso y otro posible en Cañitas). En la región mesopotámica se asocia superficialmente a cerámica con representación modelada del búho y a Sunchituyoj, a incisos semejantes a Córdoba Inciso y Bislín Inciso y, eventualmente, a la cerámica gris antes señalada, estando ausente Averías (salvo los escasos tiestos señalados por Lorandi para los niveles superiores de Quimili Paso) e indicadores coloniales. En base a los fechados y estudios previos asociados a estos otros grupos cerámicos, el sitio Santa Rosa y la cerámica Santa Rosa Inciso podrían corresponder a momentos relativamente tempranos de la secuencia local, tal vez parcialmente superpuestos a los fechados más tardíos de Las Mercedes, previos y/o sincrónicos a los de las fases Las Lomas y Quimili Paso de Lorandi (2015), que constituyen los más tempranos de la región analizada y se vinculan a sitios con cerámica Santa Rosa Inciso (Taboada, 2020). Por supuesto, resultará necesario generar datos de excavación que incluyan fechados y observaciones de asociación estratigráfica. En este sentido, Santa Rosa es un sitio interesante de estudiar en mayor profundidad porque parece no contar con ocupaciones tardías sobrepuestas como ocurre en la zona de los Bañados de Añatuya, permitiendo así una observación más limpia de la situación de interés.

Vinculadas al problema de los momentos más tempranos de la secuencia local podrían estar las estructuras referidas como “hornos”. El sitio donde fueron halladas es el único de la región de los Bañados de Añatuya –o región de Icaño– que, hasta ahora, ha dado muestras de materiales cerámicos grises e incisos, que hacen presumir un componente relativamente temprano en el lugar. Muestra cerámica semejante a la vinculada a los hornos detectados por Lorandi en El Veinte (con fechados a partir del 950 ± 90 AP) y a los registrados en sitios del río Dulce con material Las Mercedes. Esto, sumado a la aparente semejanza con estructuras referidas en la literatura que se retrotraerían hasta el 2000 AP (Cornero et al., 2013), abre la pregunta sobre si las de Cañitas no podrían vincularse, más bien, a momentos relativamente tempranos (1000 AD o antes) que a contextos tardíos como se podría interpretar de lo que dice Reichlen (1940) y para los que no se conoce ningún registro concreto. Si bien Reichlen refiere su asociación a una zona en la que se destacan los sitios tardíos, como es la de Icaño (también señala su presencia en los sitios más tempranos en torno a Sunchituyoj), hemos mostrado como Cañitas –y algunos otros sitios de dicha región– podrían tener diferentes componentes.

Por último, otro tipo cerámico que cobra mayor visibilidad es el peinado/cepillado, aunque su representación sigue siendo escasa y restringida a solo algunos sitios (Mancapa, Icaño, Tulip Loman, La Costa y Salvia Paso). Todos ellos se ubican en la zona de Icaño y son sitios que, en nuestras prospecciones o la bibliografía, dan cuenta de cerámica tardía Averías. Ya los Wagner habían señalado esta asociación y escasez para los peinados/cepillados. Salvo en Mistol Paso, que pudo tener varios componentes, no se halló alfarería peinada/cepillada en los sitios con materiales potencialmente más tempranos. Lorandi (1974) menciona decoración peinada en su tipo Ordinario Simple, pero no podemos decir si se trata de la misma situación. En nuestro caso se da en pastas rojizas, grises y negras, formando líneas, en general rectas, paralelas o cruzadas, libres de campos que las contengan. Varios fragmentos son comparables a dos piezas del Museo Wagner (actualmente en el CICPSE), y a una publicada por los Wagner (1934, Figura 75) que los autores señalan como excepcional en su colección, adscribiéndola a su Rama A (la que incluye material Averías y sería la más tardía).

En estos sentidos, nuestras últimas investigaciones permiten plantear que varios sitios de la región son producto de ocupaciones que cubren largos períodos de tiempo (Taboada, 2019). En ellos se reconoce la existencia en superficie y en excavación de materiales asignables a distintas épocas (Lorandi, 1974; Reichlen, 1940; Wagner y Wagner, 1934). Los trabajos en Sequía Vieja y Mancapa permiten considerar ocupaciones entre ca. 790 y 310 AP para ambos sitios (Taboada, 2014, 2016, 2017, 2019). Lorandi (2015) publica un montículo (M2) de Quimili Paso con varios niveles de ocupación y tres fechados, que van desde 1140 ± 60 AP hasta 590 ± 60 AP9, lo que podría indicar que en sitios de la región hubo ocupaciones que cubren amplios lapsos de tiempos representados incluso en superposición estratigráfica en un mismo montículo, algo hasta ahora no visualizado en nuestra zona de estudio. Para el Dulce se han reportado sitios con cerámica Las Mercedes que, en una misma secuencia estratigráfica, presentan en los niveles superiores materiales más tardíos Sunchituyoj y Averías (Gómez, 2009; Togo, 2004). Como adelantamos, tomando el conjunto de datos analizados podemos hipotetizar que en la zona de prospección se pudieron dar ocupaciones relativamente tempranas, quizás de baja densidad, presentes en capas inferiores no alcanzadas hasta ahora por las excavaciones y que afloran sólo ocasionalmente. Finalmente, cabe reafirmar una tendencia señalada anteriormente por Reichlen (1940), sobre la presencia de indicadores de momentos de contacto hispano-indígena en la zona de Icaño y no en la de Sunchituyoj. Las observaciones realizadas abren, así, nuevas rendijas para repensar y planear la agenda a seguir y el abordaje arqueológico de los procesos prehispánicos y pericoloniales locales, y apuntalan la necesidad de ir desagregando y afinando las caracterizaciones, clasificaciones y aproximaciones que homogenizaron la arqueología de la llanura santiagueña.

Agradecimientos

Agradecemos especialmente a Don Silverio Carrizo, que nos prestó una ayuda fundamental para identificar los sitios. También a Osvaldo Díaz y Florencia Becerra por su colaboración en las prospecciones, a Cristina Scattolin, Josefina Pérez Pieroni y Jorge Martínez por sus aportes a la caracterización de materiales, a Ernesto Rodríguez Lascano por la confección del mapa y a los evaluadores anónimos por sus contribuciones para mejorar el manuscrito. A Alejandro Yocca, Director General de Patrimonio Cultural, agradecemos el permiso para estudiar las colecciones del CICPSE, y a Ana Sbatella y al personal técnico de dicha institución, su ayuda en tales actividades. Oportunamente se contó con el apoyo de la Dirección del Museo Wagner y de los Municipio de Icaño y Colonia Dora.

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1 Por la dinámica ambiental, las características de los sitios y la generalidad de descripciones y mapas.

2 Contempla la confrontación de datos de campo con colecciones, documentación escrita, memoria oral, historia de la arqueología local y marcos personales de producción e interés.

3 Las coordenadas de los sitios no se publican por una cuestión de preservación. Quedarán registradas en las fichas del Registro Nacional de Yacimientos, Colecciones y Objetos arqueológicos (RENYCOA).

4 El material había quedado depositado en el Museo Wagner (Taboada y Angiorama, 2005). Actualmente se encuentra en el Centro de Interpretación y Conservación del Patrimonio Cultural de Santiago del Estero (en adelante, CICPSE).

5 Para Bislín Inciso Bleiler no describe campos subcirculares con incisiones ni bordes incisos (aunque presenta casos que los tienen puntiformes, no en líneas como en nuestros ejemplos). Para Córdoba Inciso, Serrano tampoco informa bordes incisos y muestra diseños cerámicos por puntos o surco rítmico, no rayados como en nuestros casos. Bordes incisos lineales se refieren para Mercedes Antajé, difiriendo de nuestras muestras en el uso de pastas grises y en el resto de la caracterización (Gómez 1966, 2009).

6 En otros ejemplos las delimitaciones de la cara se han realizado mediante líneas o puntos pintados en negro (Wagner y Wagner, 1934, Lámina XVIII).

7 Además de en los tipos antes mencionados, bordes incisos se aprecian también en algunas piezas con modelados en relieve que representan las llamadas “barretas ofídicas” y el búho –antropizado o no–, y en algunas piezas pintadas Sunchituyoj (Wagner y Wagner, 1934). Como veremos, Santa Rosa Inciso se asocia particularmente –al menos en superficie en la zona mesopotámica prospectada– a fragmentos con estos relieves y a cerámica pintada Sunchituyoj, con la que comparte la representación del búho.

8 Bleiler (1948) ejemplifica pocas variantes, coincidentes en algún punto con Córdoba Inciso –triángulos enmarcados/rellenos de puntos– y Santa Rosa Inciso –bordes con puntos/muescas incisos-, pero señala una descripción, comparaciones y distribución amplias. Parece haber considerado Bislín Inciso a todo el universo grabado/inciso registrado en la provincia, incluyendo manifestaciones que luego se discriminaron como Las Mercedes, Candelaria, Ciénaga, Aguada, Córdoba Inciso y tal vez Santa Rosa Inciso.

9 Lorandi consideró que el fechado más antiguo pudiera ser erróneo.