Un caso entre mil

Samuel Beckett (2019).
Introducción y traducción por José Francisco Fernández.
Almería: Editorial Universidad de Almería.

Carlos Gerald Pranger

Universidad de Málaga, España

“[Joyce] había encontrado en Beckett a un joven irlandés diligente y cumplidor, muy inteligente, que tenía en común con él muchos de sus intereses y parte de sus planteamientos vitales, además de tener sentido del humor y estar dispuesto a rendirle pleitesía y darle muestras de simpatía incluso a costa al menos en parte de su identidad”. Esta cita tomada de la biografía de Samuel Beckett escrita por Anthony Cronin (la única biografía del Premio Nobel irlandés traducida al castellano, en este caso vertida al español de forma magistral por Miguel Martínez-Lage) resume certeramente la relación del joven Beckett con su maestro James Joyce, siendo este primer contacto entre ambos hombres el que, indirectamente, actúa como trasfondo en “Un caso entre mil”.

El relato en cuestión, “A Case in a Thousand”, nunca antes traducido al español y que aquí se presenta en edición bilingüe, a cargo de José Francisco Fernández, de la Universidad de Almería, se publicó en la revista The Bookman en 1934, cuando Beckett contaba con 28 años de edad y aún no se había desembarazado de «la ansiedad de la influencia», como la llama Bloom, de su mentor. “Un caso entre mil”, de hecho, tal y como se indica en la clarificadora introducción al libro, tiene como referente inmediato el relato de James Joyce “A Painful Case”, de la colección Dublineses (1914). Las similitudes entre ambas obras yacen no tanto en la trama como en las características del protagonista principal de ambos relatos, un individuo taciturno y cerrado al mundo exterior, preso de sus propias inseguridades y miedos que le impiden desarrollar una vida plena. También existen paralelismos en términos de estructura, estableciéndose así una compleja relación entre los dos textos que Fernández expone de manera brillante y detallada en su trabajo crítico. Es más, la presencia de Joyce en un relato firmado por su discípulo es tal que a ratos, leyendo la introducción a esta edición, uno tiene que cerciorarse que efectivamente “Un caso entre mil” fue escrito por Beckett.

El enfoque de Fernández, mezcla de crítica textual y biográfica, se sustenta en tres pilares, que van de lo general a lo particular. Comienza desgranando las complejas relaciones personales entre ambos escritores, desde que el joven Samuel entrase por primera vez en contacto con Joyce, en noviembre de 1928, cuando este estaba componiendo lo que llegaría a ser Finnegans Wake, y que en ese momento era Work in Progress, hasta que doce años más tarde, en una Francia en desbandada por la ocupación Nazi, se despidieron por última vez. La relación que sufrió altibajos, como es sabido, entre otras cosas por el enamoramiento febril de la hija de Joyce hacia el joven discípulo, un incidente que obligó al escritor en ciernes a no poder frecuentar la casa de Joyce durante algún tiempo. Luego, prosigue Fernández con un análisis general de la influencia de Joyce en la escritura de Beckett, especialmente en sus años de formación: “Ser escritor bajo la influencia de Joyce era una condena porque resultaba evidente que nadie podría alcanzar su maestría con las palabras. Por otra parte, la fuerza de su escritura era tal, que no era posible desarrollar un estilo propio estando a su lado. Los sentimientos enfrentados que esto provocaba en Beckett tuvieron como resultado que el joven aspirante a escritor parodiara a su maestro” (16). Y concluye exponiendo de manera concreta y en qué sentido “A Case in a Thousand” está escrito bajo la alargada sombra que proyecta “A Painful Case”.

El Dr. Nye, protagonista de “Un caso entre mil”, debe mucho en términos de caracterización al Sr. Duffy, protagonista de “Un triste caso”. Se trata de individuos traumatizados por un incidente que ocurrió en sus vidas y que no se explica en los respectivos relatos. José Francisco Fernández apunta que probablemente sea en el terreno de la sexualidad donde radicarían las claves para entender el origen del trastorno en el comportamiento de estos personajes y aporta lo que la crítica ha aventurado sobre la personalidad del Sr. Duffy. En cualquier caso, nos encontramos en ambas narraciones con seres solitarios que durante un momento de sus vidas se ven poseídos de una extraña pulsión, un acontecimiento que momentáneamente rompe con la monotonía de su existencia. Si en el relato de Joyce este hecho en la vida del Sr. Duffy consiste en la amistad con la Sra. Sinico, en el relato de Beckett lo que rompe con la rutina del Dr. Nye es la presencia en el hospital donde trabaja de su antigua niñera, la Sra. Bray. El Dr. Nye debe atender a un niño aquejado de ganglios tuberculosos que resulta ser el hijo de su antigua cuidadora. Volver a verla y volver a tratar con ella, aunque sea en el contexto de las visitas médicas que tiene que realizar para curar al chico, evoca en el protagonista del relato una serie de sentimientos que tenía suprimidos y que ahora, quizá, pueda aclarar gracias al reencuentro con la niñera de su infancia. La cuidadora o nanny es una figura crucial, arquetípica, freudiana y casi siempre edípica, de la cultura anglosajona de aquella época, siendo el gran trauma para muchos niños, al entrar en la adolescencia, la pérdida de esa referencia o polo de atracción erótica, según Gathorne-Hardy en The Raise and Fall of the British Nanny (1972) .

El hijo de la Sra. Bray, por desgracia, muere al no superar el tratamiento y es entonces, en una conversación final, cuando la madre acude a recoger las pertenencias de su hijo, cuando el lector espera encontrar las claves del relato, es decir, el secreto de la infancia del Dr. Nye y que solo es conocido por su niñera. El relato se centra precisamente en este momento; es esta conversación final hacia la que la trama ha derivado de forma inexorable y todo parece indicar que nos vamos a encontrar con una epifanía muy al estilo de los relatos de James Joyce. Es entonces cuando, como venganza a su maestro, Beckett ignora la revelación final, despacha la crucial conversación en un par de líneas y da por terminado el relato, dejando a los lectores con la miel en los labios. El argumento del relato, según indica el editor de la obra, había sido tan solo una excusa para crear este engaño, para desinflar la magia de la escritura, y para demostrar, al fin y a la postre, que toda la literatura es puro artificio para “soñar hacia delante”.

Beckett rompe con su maestro Joyce, precisamente, mediante el uso del ornamento retórico y la exploración psicológica, por no decir Freud, tan característica del modernismo, según Gontarski. Lo toma como modelo para agotarlo y dejarlo seco al final del relato. Fue este relato, al igual que otros de aquella época, una génesis creativa forzosa, la iniciación para emprender luego esa diáspora literaria y bilingüe para, en palabras de Steiner, “personificar la dignidad y soledad” del escritor, quizá el último de una estirpe, sin injerencias de nadie. Es ese éxodo, en concreto, la búsqueda de “la voz de mi silencio”, que diría Beckett, y, en parte desconocido en español, por carencias en las publicaciones y las traducciones, el que José Francisco Fernández pretende cartografiar con su proyecto de traducir, o retraducir si fuese el caso, y contextualizar críticamente los textos que Samuel Beckett escribió en inglés (como este relato), o que se tradujo a sí mismo del francés al inglés. Por lo visto en esta edición inédita de “Un caso entre mil”, con su certera traducción y minucioso trabajo crítico, que entrelaza vida, obra y las influencias de Beckett, como James Joyce, y conociendo además otros rigurosos trabajos de Fernández, como Mercier y Camier (2013), Relatos y textos para nada (2015) y Primer amor (2019), se puede afirmar que Beckett ha entrado de lleno, y de manera renovada, en el espacio semiótico del lenguaje español.