Reseña Bibliográfica
Cultura y patrimonio nacional. Los estudios de Folklore en la Universidad de Buenos Aires
 
Cultura y patrimonio nacional. Los estudios de Folklore en la Universidad de Buenos Aires.
Cuadernos de antropología social, vol.  no. 56, (271- 274 pp.), Apr-Nov, 2022, doi: 10.34096/cas.i56.12028. ISSN: 1850-275X
Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Ciencias Antropológicas. Sección de Antropología Social

De la desjudicialización a la refundación de los derechos

El volumen es el resultado del proyecto UBACyT “El área de estudios de folklore. Su institucionalización en la Universidad de Buenos Aires” (2014-2017) y es parte de la colección editorial “Historia y Memoria de la Universidad de Buenos Aires”, a cargo de Eudeba, aunque los diferentes artículos que componen el libro retoman y profundizan investigaciones previas que el grupo estuvo desarrollando desde 2008.

El libro parte de una hipótesis de trabajo que plantea que el área de estudios de folklore en la Universidad de Buenos Aires (y en otros institutos ligados a ella) articuló intereses y preocupaciones sobre el patrimonio cultural de la nación con proyecciones y transformaciones en el sentido social de las ciencias antropológicas: para ello, les autores revisaron los temas, los campos de acción, la formación y la inserción de profesionales del folklore y de la antropología en el marco institucional y político de distintas épocas y examinaron los intercambios del pensamiento antropológico y folklórico con el campo de las políticas culturales y de la gestión.

Al tomar un recorte institucional y temporal específico, es decir, la enseñanza y la investigación en folklore en la Universidad de Buenos Aires desde la creación de la Licenciatura en Folklore, en 19541, hasta 1973, año en que se modificó el plan de estudios de la carrera de Antropología con la eliminación de la especialización en Folklore,2 la compilación pone el foco en quiénes se plantearon las preguntas teórico-metodológicas que guiaron la disciplina, en qué contexto sociopolítico e institucional y en respuesta a qué inquietudes ideológicas y profesionales. El libro recorre discusiones hacia adentro y hacia afuera de la disciplina a través del lente de las figuras destacadas del folklore -entre ellas, Augusto Raúl Cortazar (1910-1974), Susana Chertudi De Nardi (1925-1977) y Marta Blache (1933-2016), a quienes está dedicado el volumen- para destacar sus maneras de concebir la investigación, sus adhesiones o rechazos a determinadas políticas, sus estrategias de inserción en el campo de la gestión y su desempeño en distintas instituciones.

En el primer capítulo, Alicia Martín indaga la creación de la Licenciatura en Folklore en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (en adelante, FFyL), enmarcándola en un contexto de creciente interés por parte del Estado en reflexionar sobre la cuestión nacional (y popular) al complementar géneros consagrados como la literatura con las fuentes orales. Martín analiza la labor de Ricardo Rojas (1882-1957) en la implementación de cambios en la enseñanza de la literatura argentina en la homónima cátedra de la FFyL durante la primera década del siglo XX. Sus ideas innovadoras en materia de educación, plasmadas en el libro La restauración nacionalista, de 1909, fueron implementadas por el Consejo Nacional de Educación en el inmenso proyecto llamado “Encuesta Nacional del Folklore” de 1921,3 en el cual jugaron un papel fundamental los y las maestras de todas las provincias del país en la recopilación de la “memoria oral del pueblo” y cuyos datos fueron luego clasificados por los y las especialistas de la sección de Folklore del Instituto de Literatura Argentina.

A partir del legado de su maestro, Ricardo Rojas, Augusto Raúl Cortazar, luego de desempeñarse como jefe del Departamento de Folklore del Museo Etnográfico de la FFyL y como profesor en la Cátedra de Literatura Argentina, tuvo la iniciativa de crear en 1955 la Licenciatura en Folklore en la Universidad de Buenos Aires, cuyos planes de estudio, expedientes, guías de informaciones para el alumnado, gacetas, biografías docentes, apuntes elaborados en las asignaturas y demás son analizados por Carolina Crespo en el tercer capítulo del volumen.

El planteo central del análisis de Crespo es reconstruir la impronta que tuvo la enseñanza del folklore en la Facultad en base a tres grandes objetivos: constituir y difundir un pensamiento argentino y/o latinoamericano, promover la investigación y gestión cultural en sus programas e institutos y constituir el folklore como área profesional de investigación a la par que como ciencia aplicada. Para ello, se destacan las transformaciones aportadas a la enseñanza del folklore en el pasaje desde la Licenciatura a su incorporación a la carrera de Ciencias Antropológicas en 1958 como especialización, junto con Etnología y Arqueología.

Los cambios metodológicos en el marco del folklore -más aún enfocados con el lente de las radicalizaciones políticas que se gestaban en aquellos años y que demandaban un viraje de las ciencias antropológicas hacia un mayor “compromiso” con los sectores subalternos cuyas expresiones constituían su objeto de estudio- dejaron en claro la necesidad de repensar la inquietud clasificatoria y archivística del folklore, no para eliminarla del todo, sino para darle nuevos sentidos políticos, asumiendo que los criterios con los que se clasifican y analizan determinadas expresiones folklóricas están histórica y socialmente contextualizados.

De la misma forma se organizan los criterios de elaboración de los programas académicos: así, la incorporación de determinados estudios también nos habla del clima social y político en el cual dichos programas se gestaron. De esto trata el cuarto capítulo del volumen, en el cual Cecilia Benedetti indaga en la inclusión de algunas investigaciones de folklore italiano en la enseñanza del folklore en la Universidad de Buenos Aires en la década de 1960, enfocando particularmente tres autores: Raffaele Corso (1885-1965), Giuseppe Cocchiara (1904-1965) y Ernesto De Martino (1908-1965). Desde matrices muy distintas, los tres autores se interrogan, entre otras cosas, sobre el problema de la autonomía de las ciencias folklóricas como disciplina y su vínculo con la etnografía, tanto en relación con su objeto de estudio como con sus métodos. Lo interesante del enfoque de esta discusión es que la autora se centra también en sus adscripciones ideológicas: mientras Corso y Cocchiara adhirieron al régimen fascista (1922-1945), Ernesto De Martino recuperó el legado de Gramsci (encarcelado y asesinado por el régimen) y aplicó sus teorías marxistas, si bien heterodoxas, a la disciplina folklórica. La incorporación de los aportes de los estudiosos marxistas y gramscianos como Ernesto De Martino y, más adelante, Alberto Cirese, influenció notablemente en los programas de la materia, que adquirieron mayor relevancia a partir de la década de 1960.

Aproximadamente el mismo momento histórico es analizado en el siguiente capítulo, a cargo de Julieta Infantino y Hernán Morel, donde se recorre “el surgimiento del folklore aplicado” en torno a la labor de Augusto Raúl Cortazar en el Fondo Nacional de las Artes (en adelante, FNA) entre los años 1958 y 1974, poniendo el foco también en las experiencias de formación de estudiantes y profesionales folkloristas y antropólogos, así como sus experiencias de gestión. Los parámetros de la ciencia folklórica aplicada son contextualizados en el marco del modelo desarrollista imperante en la época, para el cual la investigación científica y la academia funcionaban como garantías de modernización y de desarrollo de la nación. Sin embargo, les autores ubican la obra de Cortazar al frente del FNA en un punto intermedio, como una primera etapa del proceso de resignificación del “valor” de la cultura folklórica o tradicional, que pasará de ser conceptualizada como obstáculo para el desarrollo económico a ser considerada un recurso para llegar a él. Así, plantean que en el intercambio entre academia y gestión pública se forjó la noción de “compromiso” en las ciencias antropológicas, que en los años siguientes (sobre todo después de la Noche de los Bastones Largos, el 29 de julio de 1966, que produjo la renuncia masiva de docentes y auxiliares y el regreso del conservador Marcelo Bórmida al mando del Departamento de Antropología) acompañó un contexto de creciente radicalización política de un estudiantado que disputaba un mayor anclaje de la disciplina en las problemáticas locales, aunque con vertientes muy diferentes, “entre los que abogaban por una antropología social aplicada y ‘militante’ y aquellos que enmarcaban ese rol social en términos de ‘servicio’ para los necesitados” (Infantino y Morel, 2020, p. 106).

En el capítulo 6, Carolina Crespo y Margarita Ondelj analizan la actividad del instituto que años después (1991) devendrá en lo que hoy se conoce como Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL). Las autoras analizan los criterios utilizados en esta institución en el período 1943-1964 para definir la “tradición nacional”, e indagan en los cambios y continuidades desplegados en este momento de actividad del instituto. Atribuyen la creación de institutos dedicados a la realización y difusión de los estudios folklóricos a la inquietud por encontrar “el patrimonio auténtico de la nación” (Crespo y Ondelj, 2020, p. 124) y registran en un primer momento una mayor atención puesta en el “rescate” de expresiones folklóricas inmateriales, ya que se consideraban insustituibles y más perecederas. En una siguiente etapa (1955-1960), el ya mencionado modelo desarrollista hizo que se afinaran los criterios de selección hacia la incorporación de nuevos materiales producidos en áreas del país ahora alcanzadas por la explotación minera y agropecuaria, con un claro intento de incorporarlas a la modernización: en los estudios folklóricos, esto se tradujo en la homogeneización de las diferencias regionales y en el ocultamiento de conflictos y desigualdades existentes entre sectores sociales, lo cual remite una vez más a un modelo de clasificación y selección desligado de las complejidades sociopolíticas y de las condiciones materiales en las cuales se habían gestado.

El último capítulo del volumen, de Alicia Martín, es una biografía de Martha Blache (1923-2016) narrada a través del cruce entre su formación, la investigación y la docencia. Discípula de Cortazar, su carrera académica empezó con la Licenciatura en Folklore, que culminó en 1962, y un doctorado en la Universidad de Indiana, Estados Unidos. En el periodo de autoritarismo y de crisis institucional dentro y fuera de las universidades, fue alejada de la docencia (a la cual se dedicaba desde 1973 en la Cátedra de Folklore General), luego de que el Departamento de Ciencias Antropológicas no renovara su contrato.

La carrera académica de Martha Blache atravesó el período de la última dictadura militar (1976-1983) y su figura fue muy importante para los y las estudiantes que buscaban complementar sus formaciones universitarias empobrecidas por la censura y el conservadurismo que se habían instalado en la Facultad. Mientras estuvo alejada de los cargos docentes (que recuperó solo en 1982 con la titularidad de la Cátedra de Folklore General), se dedicó a una intensa revisión metodológica de los estudios folklóricos junto con el semiólogo Juan Ángel Magariños de Morentín: dichas innovaciones confluyeron a partir de 1986 en la edición la Revista de Investigaciones Folklóricas (RIF).

Este volumen representa un aporte necesario para historizar la disciplina a través de las múltiples transformaciones teóricas y metodológicas que el Folklore atravesó a lo largo del periodo que lxs autores se proponen estudiar, dando cuenta de una genealogía que entrecruza academia, instituciones públicas y extensión.


Bibliografía citada:

Infantino, J. y Morel, H. El surgimiento del Folklore Aplicado. Entre la disciplina académica, la profesionalización y la gestión pública. En A. Martín (comp.) Cultura y patrimonio nacional (pp. 85-116). Los estudios de Folklore en la Universidad de Buenos Aires Buenos Aires: Eudeba.

Crespo, C. y Ondelj, M. Folklore, patrimonio cultural y Estado. Del Instituto de la Tradición al Instituto Nacional de Investigaciones Folklóricas (1943 a 1964) (pp. 117-139). En A. Martín (comp.) Cultura y patrimonio nacional. Los estudios de Folklore en la Universidad de Buenos Aires Buenos Aires: Eudeba .

Notas

[1] . La resolución del Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras que aprueba el Plan de Estudios es del 13 de octubre de 1954 (Expte. 81.100/54), sin embargo, la carrera empezará algunos meses más tarde, en el año 1955.

[2] . Con la excepción del último capítulo, en el cual Alicia Martín extiende este recorte temporal a través de la biografía de Martha Blache.

[3] . En el marco del centenario de la Encuesta Nacional de Folklore, el equipo de la Cátedra de Folklore General a cargo de Carolina Crespo organizó en el INAPL (Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano) los conversatorios “La Encuesta Nacional de Folklore como fuente y archivo” y “La Encuesta Nacional de Folklore en las políticas culturales, educativas y de patrimonio”, ambos realizados de forma virtual en cumplimiento de las medidas sanitarias durante la pandemia de COVID-19. Estos pueden verse en los siguientes links: https://www.youtube.com/watch?v=sFZ-sKvY_wg y https://www.youtube.com/watch?v=UiVLxzKBdvE