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Mi deseo es que les salga a todas. “Mi Pieza”: mediaciones en el acceso a una política digital de mejoramiento habitacional

My wish is that everyone gets it. “Mi Pieza”: mediations in the access to a digital policy of housing improvement

Meu desejo é que todas consigam isso. “Mi pieza”: mediações no acesso a uma política digital de melhoria habitacional

 
Mi deseo es que les salga a todas. “Mi Pieza”: mediaciones en el acceso a una política digital de mejoramiento habitacional.
Cuadernos de antropología social, vol.  no. 58, (107- 126 pp.), May-Nov, 2023, doi: 10.34096/cas.i58.13298. ISSN: 1850-275X
Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Ciencias Antropológicas. Sección de Antropología Social


Introducción

En este artículo me propongo reflexionar sobre las mediaciones a través de las cuales se despliega una política de vivienda planteada desde el vínculo directo y autonomizado de las beneficiarias con el Estado nacional. En concreto, a través de las experiencias de mujeres habitantes de un barrio popular del Gran La Plata, buscaré dar cuenta de las estrategias, mediaciones y redes que deben desplegarse para garantizar su acceso a un programa de financiamiento de mejoras habitacionales impulsado por el Ministerio de Desarrollo Social en el año 2021.

El programa nacional “Mi Pieza” es una política de asistencia económica para refacciones o ampliaciones de vivienda destinada a mujeres de todo el país que habitan en barrios populares y cuentan con el Certificado de Vivienda Popular que lo acredite. Fue impulsado en el contexto del segundo año de la pandemia, para buscar hacer frente a las urgentes necesidades habitacionales de los barrios populares que la crisis y la pandemia potenciaron. Al inicio del programa, aquellas mujeres que deseaban participar, debían inscribirse a través del sitio web de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), y participar de un sorteo a realizarse en octubre de 2021 que anunciaría a las beneficiarias. El número de aspirantes alcanzó tal magnitud, que los sorteos se reeditaron en sucesivas ocasiones, y el programa alcanza hoy a unas 250 mil beneficiarias.1

Este programa, por su modalidad de implementación -se autogestiona enteramente a través de una aplicación digital-, se inscribe dentro de una lógica de desarrollo de la política social que, desde la Asignación Universal por Hijo (AUH)2 en adelante, viene promoviendo el vínculo “directo” de las receptoras con el Estado y la dinamización de los trámites de inscripción, lo que reconfigura el rol protagónico que las organizaciones territoriales solían tener como mediadoras (D’Amico, 2018).

Como muestra D’Amico (2018), el rol de mediación asumido por las organizaciones sociales, que había comenzado a transformarse a partir del 2003, terminó de modificarse por completo con la AUH en el año 2009. Esta política adoptó una modalidad de implementación del recurso de modo individual a cada receptor a través de la ANSES, lo que supuso una vinculación directa entre beneficiarios y Estado. El acceso a la prestación ya no requería de los entramados locales de organización que tradicionalmente tanto las políticas habitacionales como los planes sociales de transferencia condicionada de ingresos habían implicado.

Las políticas habitacionales de los años ochenta y noventa hacia los sectores sociales más desfavorecidos estuvieron orientadas a la “radicación” de las villas y asentamientos (por oposición a las políticas de “erradicación” de los años setenta), consistente en la regularización dominial de las tierras ocupadas y la reurbanización de los barrios (Barreto, 2012). A partir del año 2003, el gobierno de Néstor Kirchner impulsó una nueva batería de políticas en el marco de una situación de emergencia social tras la crisis del 2001, que se inscribiría en una nueva modalidad de intervención “recentralizada” del Estado en los barrios, orientada hacia la producción de vivienda nueva para los sectores populares y como estrategia de reactivación de la economía, buscando revertir los efectos de la crisis (Ferraudi Curto, 2014). Diversas investigaciones en los últimos años han abordado los procesos de implementación de estos programas en barrios del Gran Buenos Aires (Ostuni, 2010; Cravino, 2012; Di Virgilio, Guevara y Arqueros, 2014; Ferraudi Curto, 2014; Moreno, 2016; Olejarczyc, 2017, entre otras). El rol de las organizaciones sociales como intermediarias entre los programas y los habitantes populares ha sido un denominador común de estos procesos. Asimismo, el Estado se encarnaba en personas (funcionarios, trabajadores, políticos) que producen o ponen en acto la política en el territorio, en el encuentro con los beneficiarios (Perelmiter, 2016). Si bien aquí no buscamos comprender el programa “Mi Pieza” en términos de las dinámicas y lógicas de las políticas habitacionales de las décadas precedentes, es importante señalar que se trata de una de las principales intervenciones estatales en materia habitacional y de proyección nacional en el contexto actual. En parte como programa habitacional, en parte como política social de transferencia de ingresos, el “Mi Pieza” expresa una reconfiguración de la presencia estatal en territorio y del vínculo con los beneficiarios que viene de la mano de la digitalización de las políticas (Henman, 2010).

Ahora, en el caso aquí abordado, el vínculo “inmediato” con el Estado se impersonaliza a través de una aplicación, un link, un mensaje de teléfono, y pareciera prescindir de las mediaciones tradicionales que las organizaciones realizaban en el acceso a programas habitacionales.3 Pero, como buscaremos mostrar en este trabajo, este hiato es cubierto por otras mediaciones y estrategias que se vuelven necesarias para garantizar el acceso a esos recursos.

Atender a los procesos de apropiación de la política

Montado sobre un proceso de digitalización de la vida cotidiana que la pandemia vino a profundizar, el programa “Mi Pieza” pareciera exacerbar el borramiento de las mediaciones colectivas que producen la estatalidad en el territorio. ¿Qué sucede en este caso, en que el Estado se encarna en una aplicación y en que la política habitacional no aparece como programa colectivo de urbanización o de construcción de viviendas para todo el barrio, sino como acceso individual y azaroso (por sorteo)? ¿Qué implicancias tiene este proceso de individualización e impersonalización del Estado -convergente con las dinámicas que trae la digitalización de la vida cotidiana- para los sectores populares? ¿Cómo opera la desigualdad en el acceso y uso de dispositivos digitales en sectores populares, pero al mismo tiempo se despliegan estrategias y mediaciones para revertirla o saldarla?

El vínculo entre los dispositivos tecnológicos y las personas es abordado aquí atendiendo a las mediaciones sociales necesarias para garantizar el acceso y uso de estas tecnologías en la vida cotidiana. Es importante señalar que una frondosa literatura sobre tecnología, sociedad y gobierno (Henman, 2010) ha enfatizado en la necesidad de pensar en las agencias que los dispositivos tecnológicos producen (y no solo en cómo estos son agenciados por las personas). Callon (1986) y Latour (2008) alertaron tempranamente sobre los sociodeterminismos implicados en muchos análisis que desconocen el rol de los objetos en las redes de actantes. Reconociendo los aportes de esta literatura, sobre la que hemos trabajado en otra oportunidad (Balerdi, Boix, Iuliano y Welschinger, 2017), y entendiendo que no existe una relación unidireccional de las personas con los objetos, sino que estos también hacen hacer cosas (Latour, 2008) a las personas, elegimos en el presente artículo concentrar la mirada sobre el rol que asumen los individuos, familiares, vecinos, amigos, como “mediadores primarios” (Arcidiácono y Perelmiter, 2022) que garantizan el acceso a una política de gobierno encarnada en una aplicación digital.

Seguimos a Winocour (2006) cuando sostiene que un análisis de los vínculos de los/as usuarios con las tecnologías digitales e Internet implica necesariamente atender al sentido que estos artefactos culturales (Hine, 2004) tienen para los actores, “privilegiando para su estudio el tipo de apropiación práctica y simbólica que realizan de esta tecnología en contextos y realidades socio-culturales diferentes” (Winocour, 2006, p. 554).

Es en la vida cotidiana donde las tecnologías se vuelven significativas, a través de una trama de apropiación que es siempre desigual; lo que nos impone la necesidad de atender a las tramas barriales y al rol de actores como familiares y vecinas, que intervienen en los procesos de apropiación.

Benítez Larghi, Lemus, Moguillansky y Welschinger (2014) sostienen que el concepto de “apropiación” tiene mayor capacidad heurística que el de “brecha digital” para comprender las prácticas complejas de acceso a y uso de las tecnologías digitales por parte de los distintos sectores sociales, en la medida en que “al tener en cuenta la perspectiva de los propios actores, logra conjugar necesidades, propósitos, habilidades, logros, expectativas y ansiedades que, depositadas en las TIC, traccionan las prácticas tecnológicas que [aquellos] desarrollan”, y de esa manera, permite “comprender los usos que los actores estudiados otorgan a las TIC así como los sentidos que estas prácticas adquieren en su vida cotidiana” (p. 63).

Como veremos, las desigualdades que en estos procesos se expresan no están vinculadas únicamente al acceso material a los artefactos tecnológicos (lo que se conoce como “brecha digital de primer orden”), sino a las diversas apropiaciones que, desde historias, trayectorias y experiencias específicas, los distintos sectores sociales hacen de estos artefactos:

Más allá de las brechas de acceso que persisten y las nuevas inequidades que emergen a pesar de que la lógica mercantil y la fuerte intervención estatal tienden a la universalización de las TIC en el hogar […], sostenemos que la principal fuente de desigualdades va más allá del mero acceso a los dispositivos y conexiones en tanto responde a procesos de interacción socio-técnica más complejos. Nos referimos específicamente al peso de las trayectorias personales y familiares en los modos en que diferentes grupos logran apropiarse de las TIC. (Benítez Larghi et al., 2014, pp. 63-64)

Asumir que la apropiación es siempre desigual implica entonces atender a las mediaciones que deben operar para que se produzcan modos específicos de acceso y uso. Con esta idea, el objetivo de este artículo es explorar qué implicancias tuvo para mujeres habitantes de un barrio popular del Gran La Plata este programa, qué dificultades enfrentaron vinculadas a las modalidades de inscripción e implementación y qué estrategias tuvieron que desplegar para acceder a él, qué mediaciones se pusieron en acto para reactualizar su vínculo con el Estado. El enfoque desde el que abordaremos este objetivo busca ir más allá de una mirada normativa respecto de la eficiencia o ineficiencia de una política pública en función de los objetivos formulados en su diseño, y, en cambio, atender a su productividad en términos de cómo es apropiada o experimentada por sus beneficiarias.

El estudio de las políticas públicas ha recibido en los últimos años un renovado interés que las ha vitalizado como objeto de investigación en las ciencias sociales. Una línea innovadora de investigaciones del campo de la etnografía de las políticas públicas y del Estado (Asad, 2004; Das y Poole, 2008; Shore y Wright, 2005; Sharma y Gupta, 2006; Shore, 2010) propone distanciarse de los modelos de análisis burocrático y Estado-céntricos (Franzé Mudanó, 2013); es decir, no restringir el análisis a normas, decretos, formulaciones que se aplicarían de “arriba hacia abajo”, sino atender en cambio al entramado microsocial (Perelmiter, 2016) que construye cotidianamente al Estado y a sus intervenciones. Shore (2010) sostiene que la literatura sobre políticas públicas tiende a conceptualizarlas desde modelos lineales, que irían desde la identificación de un problema y la formulación de soluciones, a la implementación y posterior evaluación de la política, tomando los efectos no previstos en su diseño como un déficit negativo de su ejecución. En cambio, el enfoque propuesto (Shore y Wright, 2005) afirma que los efectos de las políticas públicas se estiman de un mejor modo a partir de reflexionar sobre las acciones y categorías que producen, las tensiones que atraviesan, los modos en que son resignificadas. Este enfoque reconoce que, al nivel de la cotidianeidad donde las políticas se hacen efectivas, operan matrices de apropiación y lógicas culturales locales: “para comprender por qué funcionan o no las políticas, necesitamos saber algo sobre cómo son recibidas y experimentadas por las personas afectadas por ellas” (Shore, 2010, p. 29, las cursivas son del original).

Este artículo se basa en el análisis de las experiencias de cuatro mujeres con las que realicé una serie de entrevistas en profundidad en sus casas entre los meses de octubre de 2022 y julio de 2023. A todas ellas las conozco desde hace más de diez años, por mi inserción en el barrio en el que viven a partir de un proyecto de extensión universitaria en el que participo y por el trabajo de campo etnográfico que realicé allí en el marco de mi investigación doctoral entre 2013 y 2017 (Balerdi, 2020).

“Cuando salí sorteada, una alegría tenía”

El programa “Mi Pieza” fue lanzado por el Ministerio de Desarrollo Social de la nación y está orientado a la asistencia económica para refacciones o ampliaciones de vivienda en barrios populares. Para inscribirse, los requisitos consisten en ser mujer, tener más de 18 años, ser argentina o tener residencia permanente, ser habitante de un barrio popular del Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP) y contar con un Certificado de Vivienda Familiar. En este sentido, es subsidiario de una política anterior, la del Registro Nacional de Barrios Populares.4

Dalma fue una de las beneficiarias del primer sorteo. Tiene 31 años y vive con su marido y sus seis hijos en La Chacra, un barrio popular de la periferia platense. Durante la pandemia puso en marcha un merendero en el barrio, para hacer frente a la demanda alimentaria que se había incrementado con la cuarentena.

“Nosotros llegamos al barrio en el 99” -me cuenta-. “Yo era una nena, tenía ocho años, vine con mi familia. Nosotros estábamos viviendo en el Chaco”. La historia de Dalma5 es la de un conjunto de familias de origen qom que migró de distintas localidades de la provincia del Chaco y se asentó a orillas del arroyo El Rápido, en lo que hoy conocemos como el barrio La Chacra, en la periferia platense.

En el Chaco mi mamá y mi papá no tenían trabajo. Así que nos vinimos para La Plata, que estaban los familiares de mi viejo, que vivían en Barrio El Futuro. Éramos ocho personas viviendo en una casita de chapa de cuatro por cuatro; ni luz teníamos. Después nos enteramos de que acá estaban agarrando terrenos. Y mi viejo vino, a mi papá le gustó este lugar, al lado del arroyo. Y ahí construyeron, no había nadie. Era todo campo esto. Agua potable no había, había una sola canilla que la tenía un vecino y teníamos que venir a la casa de él a sacar. Y mi viejo hizo ahí la casa, de madera, chapa y piso de tierra. Agua no teníamos, luz tampoco. Cada trabajo que agarraba mi viejo, le ponía a la casa. Cuando vinimos a vivir acá, no teníamos cama, colchón, cocina, nada. Mi viejo después había conseguido colchones y dormíamos en el piso. Y así, después se fue levantando. Y ahora el barrio fue creciendo, por lo menos algunos ya tienen casa de material, cemento, cerámicos. Yo ahora tengo cerámicos, nunca había tenido cerámicos en mi vida. (Entrevista a Dalma, septiembre de 2022).

La Chacra es hoy un asentamiento pequeño, de unas cuatro manzanas, en condiciones precarias de infraestructura que, no obstante, ha ido consolidándose en los últimos años. A partir de la “bajada” de materiales que los gobiernos nacional y provincial llevaron a cabo intermitentemente durante el período kirchnerista, y los recursos y el trabajo de autoconstrucción desplegados por los vecinos, las casas de chapa y madera han sido progresivamente reemplazadas, aunque no por completo, por viviendas de ladrillo.

La problemática habitacional y la mejora de las viviendas es una preocupación primordial y constante para los vecinos de La Chacra, y la crisis económica y la cuarentena reforzaron las dificultades estructurales que enfrentan los habitantes populares en el acceso a una vivienda digna.

Como sostienen Kessler y Benza (2021), América Latina fue uno de los epicentros mundiales de la crisis de la COVID-19, en gran parte debido a su alta concentración de población urbana en condiciones de precariedad habitacional. Los habitantes urbanos que viven en asentamientos informales se encontraron en peores condiciones que las poblaciones más privilegiadas para enfrentar la situación, principalmente debido a problemas habitacionales tales como el hacinamiento y la falta de agua potable y cloacas. Estas condiciones de vida desiguales preexistentes ubicaron a estos pobladores en mayores riesgos de salud, así como en una posición más difícil para cumplir con las medidas de confinamiento domiciliario (Kessler, 2020; Di Virgilio, 2021).

Cuando salí sorteada [en “Mi Pieza”], una alegría tenía -recuerda Dalma-, no lo podía creer. La plata no alcanzaba… queríamos comprar algo pero siempre había una urgencia. Queríamos arreglar la casa pero no alcanzaba. Cada sueldo que agarraba era para pagar cuentas, o a veces se descomponía mi hijo… e iba todo para ahí. (Entrevista a Dalma, septiembre de 2022)

Dalma fue la primera vecina de La Chacra en inscribirse y salir sorteada en el programa “Mi Pieza”. Luego, motivadas por su experiencia, varias más se inscribieron. Griselda, Agustina y Evelyn, como muchas otras vecinas de La Chacra, resultaron también beneficiarias del programa.

“Ya es viral”: el acceso al programa y las mediaciones necesarias

Yo me enteré por una de mis cuñadas -me cuenta Griselda-. Yo estaba esperando ese día reansiosa, me fui a trabajar ansiosa. Y me escribió mi cuñada, me dijo “acá tengo el listado de las ganadoras”, “ay, Dios mío” dije yo, “pasame tu número de documento” me dijo. Le pasé y me contestó “sí, saliste sorteada”. Yo no lo podía creer, lloré toda la noche.

El programa “Mi Pieza” otorga un subsidio de hasta 360 mil pesos,6 en dos partes, para mejoramiento de techos, paredes, piso y aberturas, división de interiores, refacciones menores de plomería y/o electricidad, o ampliación de vivienda. Al momento de salir sorteadas, las beneficiarias deben descargar una aplicación a su teléfono celular, a través de la cual se gestiona todo el proceso. El primer paso consiste en seleccionar una cuenta bancaria en la cual recibirán el dinero. La mayoría de las mujeres es titular de una o dos cuentas (de la AUH y de las cooperativas en las que trabajan), que el sistema identifica y les muestra para que opten por una de ellas. Luego deben elegir qué tipo de mejora desean realizar en su vivienda y deben subir fotos del lugar, de la habitación o de la casa en la que realizarán dichas mejoras. El sistema valida las fotografías y luego se acredita en sus cuentas la mitad del subsidio. Posteriormente, las beneficiarias deben continuar subiendo a la aplicación datos sobre todo el proceso: deben subir fotografías del recibo o factura de la compra de los materiales para la construcción, de los materiales cuando los reciben, de la construcción mientras la llevan a cabo. De la validación de estas fotografías depende el otorgamiento de la segunda parte del subsidio, que debe realizarse dentro de los tres meses de iniciada la obra. Según la información del sitio web del programa, al enviar las fotografías desde el propio lugar donde se está realizando mejoras, la aplicación envía también de manera automática la ubicación de la vivienda. De este modo se garantiza que se está realizando en la vivienda correspondiente al Certificado de Vivienda Familiar con el que la beneficiaria se inscribió. Además, se debe cumplir con otro requisito: el 40% del dinero debe gastarse sí o sí a través de un medio electrónico (por débito o pago electrónico), no en efectivo. Por último, una vez finalizado el proceso, las beneficiarias deben enviar las últimas fotografías y responder una encuesta. Cuando el proceso está completo y los últimos datos subidos se validaron, reciben un certificado de finalización de obra.

Con esta modalidad de implementación, el programa promueve, como decíamos, un vínculo “directo” de las receptoras con el Estado y la dinamización de los trámites de inscripción y gestión (D’Amico, 2018). Todo el proceso se realiza aparentemente sin intermediarios, por medio de una aplicación. Ahora bien, esto presupone habilidades digitales que no son para nada ubicuas entre las beneficiarias. Pero, como veremos a partir de los relatos de Dalma, Griselda, Agustina y Evelyn, el hiato que el programa genera es cubierto por nuevas mediaciones: las redes sociales (vecinales, amicales, familiares) que ofician de soporte para facilitar la inscripción y la gestión del proceso.

Luego de salir sorteada, Dalma asistió a varias mujeres del barrio para que pudieran inscribirse y compartió información sobre el procedimiento.

Yo les di una mano, la anoté a Angélica, la ayudé a anotarse a Irma, a mi mamá la anoté yo. Viste mi mamá no entiende del celular, y me decía “encargate vos”. Y cada vez que iba a su casa me fijaba en la aplicación. “Ma, ya te salió”, le dije un día. Mi mamá saltaba de la alegría. Lloraba de la alegría, no podía creer. Las anoté con el link, y les dije, mirá que después cuando te llega el mensaje te dice que te descargues la aplicación. Y ahí están esperando. En el celular tienen Internet. (Entrevista a Dalma, septiembre de 2022)

Fue Dalma la que nos comentó, la anotó a su mamá. Después yo le pregunté cómo puedo hacer, entonces mi hijo Mariano hizo la gestión. Mariano hizo todo. (Entrevista a Agustina, octubre de 2022)

A Griselda la inscribió Victoria, una compañera del proyecto de extensión que le ofreció trabajo en su casa cuando Griselda lo necesitaba. Al igual que Dalma, Griselda tiene seis hijos, trabaja en una cooperativa de Barrios de Pie,7 algunos días limpia casas, y también se encarga de llevar adelante un comedor en el barrio.

Yo no me quería anotar porque no sabía anotarme. Yo me metí en el link y no entendía mucho. Ahí Victoria vio por la computadora y empezó a leerme todos los pasos y los requisitos. Y me anotó ella. Victoria no sé cómo hizo, sacó mi certificado [de Vivienda Familiar] por ANSES, por la computadora. Ella entró y dijo que todos los que estábamos, ¿censados? ¿puede ser? Todos los que estábamos censados podíamos anotarnos. Y como acá era un pueblo originario, teníamos chance para anotarnos. Y ahí hizo el proceso ella. Yo pensé, dije bueno, a algo más me anoto… A Dalma ya le había salido (Entrevista a Griselda, octubre de 2022).

Gracias a estas redes preexistentes en el barrio, el programa pudo llegar a muchas mujeres para quienes llevar adelante una inscripción de este tipo, a través del celular, completando un formulario online, accediendo a un certificado en PDF, resultaba difícil.

Dalma me había dicho que había un programa. Ella me comentó cómo eran todos los pasos, a mí todavía no me había salido. Después anduvo de boca en boca por todos lados, y todo el mundo se anotó. Al principio era miedo, pero ahora ya es como nada, porque vos decís “Mi Pieza” y “ah, yo me anoté”, “yo también me anoté”, ya es viral (risas). (Entrevista a Griselda, octubre de 2022)

Evelyn es hermana menor de Dalma. Tiene dos niños pequeños y vive junto a ellos y su marido en una casa de material. Evelyn también se anotó al programa luego de que Dalma saliera sorteada.

Yo ya había perdido las esperanzas, porque tardó mucho… pensé que por ahí no me iba a salir. Yo me anoté para el segundo sorteo y salí en el séptimo. Ese día mi hermana me dice “fíjense que están saliendo las chicas del sorteo”, y yo para colmo no tenía crédito en el celular, entonces le pedí wifi a mi cuñada, y empecé a chusmear y salí. Me llegó una notificación y bueno, ahí me emocioné. Le dije a mi mamá, la llamé y le dije “salí sorteada”, ¡y no me creía! “No, fijate bien, fijate bien”, me decía. Y me fijé, y sí, salí. Estaba mi nombre ahí en las ganadoras. (Entrevista a Evelyn, junio de 2023)

“Muchos no creían”

La digitalización de la política implicó, en la experiencia de estas mujeres, no solo dificultades a la hora de inscribirse, sino también temores e incertidumbre durante el proceso, vinculados al uso de los datos personales y a la modalidad de ejecución del programa mismo.

Cuando el primer sorteo aún no se había realizado, había cierta desconfianza. Una de las principales preocupaciones se relacionaba con las condiciones del programa: ¿se trataba de un préstamo que luego debía devolverse? ¿O era un subsidio? ¿Qué quería decir esto? La poca información con la que se contaba era la del sitio web, que no parecía muy esclarecedora.8

Muchos no creían. Pensaban que era un préstamo. Que después tenía que pagar o que me descontaban de la asignación. Yo les dije “no sé, vamos a ver”. Y yo leía “es un subsidio”, y preguntaba “¿qué es subsidio?”. Le pregunté a mi marido “¿subsidio qué quiere decir?”, “es la plata que te da el Estado”, me dijo. “¿Pero hay que pagar?”. “No creo”, me dijo, medio dudando. Y muchos no se querían inscribir, hasta que me salió a mí. Después se inscribieron. Mi mamá también, yo la ayudé. Yo le había pasado la información y ella no creía tampoco, me decía que me iban a descontar de la asignación, “de alguna parte te van a sacar”, me decía. (Entrevista a Dalma, septiembre de 2022)

Yo tenía la preocupación si era un préstamo, pero Mariano, que está más al tanto de todo, me decía “esto fue una ayuda, por la violencia de género ahora a las mujeres se les ayuda para poder tener su casita, porque hay mujeres que andan en la calle, y no tienen nada, entonces esto fue lo que hizo el gobierno”. Igual yo estaba con duda, porque como yo estoy cobrando la pensión de viudez, que es no contributiva, hubo un mes que yo no cobré, y se me vino a la cabeza que capaz era eso, que tenía que devolver [la plata del programa]. Pero no, había sido otra cosa. (Entrevista a Agustina, octubre de 2022)

Yo cobro la asignación, yo decía: “puede ser que me salga, y después me descuenten de la asignación, o de algo. O me llegan a sacar toda la plata de vuelta, ¿cómo hago?”, decía. Lo primero que pensé es que era un préstamo. Porque, digamos, no estaba tan confirmado, viste, sí, es lindo cuando tenés la plata, terminás tu casita… pero después ¿cómo es?, digo yo, ¿hay que devolver? ¿nadie sabe eso? no, nadie sabe. (Entrevista a Evelyn, junio de 2023)

Asimismo, los requisitos del programa y el control de su cumplimiento -gestionado también a través de la aplicación- generaban incertidumbre.

Yo pedí para ampliar, para hacer otra pieza. Ahí te piden tres fotos. Subí la foto de la chapa, porque era todo de chapa, y el piso de tierra. Ahí te dice que esperes 15 días que va a ser procesada la foto, y después te depositan. Eso te decía la aplicación. Yo seguía dudando. Mi temor es siempre de yo no hacer los pasos correctamente, y que te descuenten la asignación o algo. Siempre mi temor fue ese, yo no hacer los pasos que había que cumplir. (Entrevista a Griselda, octubre de 2022)

Si vos no cumplís los requisitos te sacan, de cada programa que hace el gobierno, ya no participás más. En la aplicación dice eso. De cualquier programa del Estado que ellos den a la gente, no participás si vos no cumplís con los requisitos: que tenés que pagar todo por débito, construir sí o sí, mandar la foto de lo que estás construyendo, comprobar todo lo que se hacía. Si no, te suspenden de los programas del gobierno, no sé si por tres años, creo. (Entrevista a Dalma, septiembre de 2022)

Otro de los temores comunes que las mujeres relatan se vincula al uso de los datos personales que la aplicación supone. Efectivamente, esta -desarrollada por el Fondo de Integración Sociourbana del Ministerio de Desarrollo- reúne una gran cantidad de datos de las casi 200 mil beneficiarias del programa que hacen uso de ella, no solo a través del proceso de gestión del subsidio y la verificación de su utilización -que implica enviar fotografías, responder preguntas, y hasta filmarse-, sino también de modo automático o no voluntario, a partir del envío de la localización. Resulta válido preguntarse de qué manera son utilizados estos datos.

Al principio no creían, vas a dar tus datos me decían, tu número de cuenta, mirá si es una estafa o te ponen en deuda. Cuando salí sorteada me mandaron todo por mensaje común, la contraseña de la app, y ahí entré y seguí los pasos. También te decía ahí para marcar el número de cuenta, el CBU eso, y a mí me aparecían dos opciones, la cuenta de la cooperativa y la de la asignación. Eso me dio un poquito de miedo. Yo puse todos mis datos, número de trámite, CUIL, todo, y después, cuando me bajé la aplicación y marqué la contraseña, me decía “tenés que elegir el CBU”, y tenés dos cuentas. Yo dije, estos son mis números de tarjeta, ¿cómo los consiguieron? Y bueno, marqué el de la asignación. Ellos ya tenían todo, sabían todo. (Entrevista a Dalma, septiembre de 2022)

Hoy en día, ahora en la situación que estamos todos, a veces uno desconfía, porque a través del celular podés mandar todos tus datos y por ahí te salen con un martes 13, es una desconfianza total… y bueno, “vamos a probar”, le dije a mi hijo, si sale, sale. (Entrevista a Agustina, octubre de 2022)

En el marco de esta incertidumbre, uno de los principales canales de consulta y búsqueda de información referenciado por varias de las mujeres entrevistadas fue Facebook. Existen muchos grupos de Facebook, públicos y privados, en los que circulan dudas, consultas, información y comentarios diversos sobre el programa. En una rápida búsqueda, aparecen más de cien cuyos títulos hacen referencia a él. Entre los más multitudinarios se hallan “Mi Pieza RENABAP”, con 236 mil miembros, y “Mi Pieza.”, con 146 mil miembros.9 A diferencia del primero, en este segundo grupo, las publicaciones realizadas tanto por administradores como por sus miembros son exclusivamente sobre el programa. A grandes rasgos, las consultas más recurrentes que las mujeres publican allí tienen que ver con dudas respecto a cómo inscribirse en el programa y quejas por el hecho de no haber salido sorteadas aún; problemas relativos al Certificado de Vivienda Familiar, por el hecho de que muchas de ellas, a pesar de vivir en un “barrio popular” del RENABAP, no cuentan con él (porque su llegada al barrio fue posterior al relevamiento, o bien porque figuran en el certificado de un familiar y no cuentan con uno propio), como podemos ver en las siguientes publicaciones:

Hola alguien sabe cómo puedo obtener el certificado de vivienda? Xq me dice que no pudieron Encontrar alguien en mi domicilio y no se pudieron comunicar a mi celular, ya que lo perdí. (Marina, publicación en Grupo de Facebook “Mi Pieza.”, 22 de marzo de 2023)

Hola Buenas Noches Una Pregunta Yo Mande La Ubicación Del Barrio Donde Vivo Los De Anses Son Los Que Te Visitan .? Porque Mandé Yo La Ubicación Y Me Dicen Que En 30 Días Vendrán A Vicitarme. (Susana, publicación en Grupo de Facebook “Mi Pieza.”, 23 de marzo de 2023)

Yo quería hacer un comentario yo me quise anotar para mi pieza y me dijeron que no porque mi hija salió beneficiada y es uno por familia y ella no vive conmigo ya no asen más sorteos para ver si puedo anotarme porque lo necesito mucho gracias. (Alejandra, publicación en Grupo de Facebook “Mi Pieza.”, 29 de marzo de 2023)

También aparecen dudas relativas a cómo gestionar el dinero, a cuánto se tarda en cobrar los depósitos o bien a cómo deben gastarse:

Hola mi hija el 21 de marzo mando las foti y tidavia no le depocitaron del 7 sorteo halguien save por que (Karina, publicación en grupo de Facebook “Mi Pieza.”, 24 de abril de 2023).

Hola! Necesito si por favor alguien me puede orientar. Soy del 7mo sorteo cobre el primer depósito, bueno hice la transferencia correspondiente como piden del 40% y estoy teniendo problemas desde la app de la cuenta bancaria para poder retirar el dinero ya que no tengo la tarjeta, la pedí pero tarda en llegar y como es un plan social dicen que eso no pagan por caja. Mi pregunta es lo que quedó que pasa si lo transfiero a otra cuenta mía de otro banco o por ejemplo a la cuenta de mi marido para poder retirar el efectivo? No quiero mandarme ninguna macana por eso pregunto. (Samanta, publicación en grupo de Facebook “Mi Pieza.”, 1 de mayo de 2023)

Otro de los principales temas que aparece en el grupo de Facebook tiene que ver con problemas con el uso de la app. Muchas mujeres comentan que la aplicación les genera mensajes de error cuando desean ingresar, o bien consultan cómo llevar adelante los pasos que la aplicación solicita, como por ejemplo adjuntar las fotografías de los avances de obra para validar la etapa, ingresar la clave bancaria uniforme (CBU) para recibir el depósito, etc. Muchas de ellas adjuntan en la publicación una imagen con la captura de pantalla del mensaje que la aplicación les devuelve.

La mayoría de las publicaciones cuentan con muchas respuestas, de parte de otras mujeres que suman sus propias dudas, o bien intentan asistir a quien consulta, indicando cómo se debe proceder o relatando sus propias experiencias.

Marisa: Hola una pregunta qué puedo hacer si me salta siempre error cuando quiero válida las fotos de la primer etapa.

Jimena: Buen dia cuando ellos te pidan recien podes entrar si ellos no te pidan no podes entrar espera no te preocupe paciensia suerte.

Carmen: hola como seria eso? Yo estoy de ayer tratando de subir las fotos y me sale error.

Jimena: siempre te va salir error ellos te va abrir no te preocupe te manda mensaje yo tbn esty en 4 etapa estoy esperando cuando te pide la foto q mande ai recien vasa poder alsar. (Conversación en grupo de Facebook “Mi Pieza.”, 29 de marzo de 2023)

Otro gran conjunto de publicaciones se relaciona con el cumplimiento de los requisitos del programa. Aquí aparecen temores sobre cómo proceder para no incurrir en incumplimientos, o bien mujeres que han sido dadas de baja y consultan sobre la posibilidad de reinscribirse.

Por último, circulan también muchas consultas sobre posibles estafas.10 Andrea, por ejemplo, comenta “Hola buen día. Salí en el 7 sorteo. Quisiera saber si alguien más le enviaron mensajes por Whatsapp. Hoy me ha estado enviando esta señora espero su respuesta por favor” (publicación en el grupo “Mi Pieza.”, 29 de marzo de 2023), y adjunta una captura de pantalla de una conversación de WhatsApp en la que había recibido los siguientes mensajes: “Buen día, soy Stefanía promotora de Mi Pieza. Usted salió ganadora, pudo descargar la aplicación? Estamos comunicándonos ya que nos informan que aún no se ha registrado”. Ante la ausencia de respuesta por parte de Andrea, la persona insiste: “Señora, me puede responder? Necesito enviar el formulario para que no le den la baja ya que hasta el 18 de abril tiene para descargar la aplicación”. La consulta de Andrea en el grupo de Facebook recibió más de 100 respuestas, la mayoría de ellas alertándola de que se trataría de una estafa y sugiriéndole que no comparta ningún dato por WhatsApp, ya que “todo se gestiona desde la app”.

Las dudas y rumores sobre posibles estafas a través de WhatsApp circulaban también entre mis interlocutoras. Evelyn me contó, por ejemplo:

Yo iba a Facebook y veía mucha estafa. Me acuerdo que en el primer depósito, había salido una chica diciendo “hola, quisiera saber cómo puedo sacar toda la plata”, dice, y como yo necesitaba todo el efectivo, comenté. Yo dije “yo también quiero sacar toda la plata, ¿cómo se hace?”. Y saltó una chica, comentó, “háblenme a mí, yo sé, necesito que me den su WhatsApp, su número y yo les ayudo con un código”, dice, “ustedes me tienen que pasar el CBU”, dijo… ahí cuando me dijo “pásame tu CBU”, yo dije “¡no! no te voy a pasar mi CBU”. Y resulta que también era una estafa, de que ellos te sacaban la plata, no sé si la mitad o todo… no sé si le ha pasado a alguien, pero sí sabía que estaban estafando de esa forma. (Entrevista a Evelyn, junio de 2023)

Por otra parte, muchas de las publicaciones en el grupo de Facebook son de mujeres que celebran haber salido sorteadas, o bien estar avanzando en la ampliación de sus viviendas gracias al programa, y por lo general adjuntan fotografías de estos avances. A pesar de las dudas y temores, mis interlocutoras relatan su decisión de inscribirse en términos de una apuesta: “si sale, sale”, de un “probar suerte” y “que sea lo que Dios quiera”. Contar con un monto de dinero que les permita avanzar o concluir obras de mejora en sus viviendas, por tantos años buscadas, es vivido como una oportunidad única.

Yo le dije a mi marido, “yo voy a anotarme, si sale, sale, y si tengo que pagar, pago”. Si había que pagar, a mí también me servía. Porque, ¿quién nos va a dar un préstamo? “¿Quién te va a dar un préstamo a vos?”, me decía mi marido, “si vos cobrás la asignación, sueldo fijo no tenés”. “Por eso”, le dije, vamos a ver, si me dan, me dan, bienvenido… y si es un préstamo, lo vamos a pagar igual, con tal de avanzar. Y al final salió (ríe) y todas se anotaron. (Entrevista a Dalma, septiembre de 2022)

Cuando terminaron esta casita en la que estoy viviendo ahora, después de hacer la losa, porque ahora tengo losa, quedó ese pedacito sin terminar. Ya hace como 10 años más o menos hicieron la base, y quedó sin terminar. Dije, “algún día lo voy a terminar”. Y cuando salió esto, yo le dije a Mariano, “bueno, por las dudas, Dios quiera que salga”. Entonces para mí fue sorpresivo. No me lo esperaba. Cuando salió, tuve preocupación, yo dije “uh ahora tengo que devolver la plata”, yo para probar suerte nomás me metí en eso. Pero después, cuando Mariano me explicó, dije “bueno, hay que meterle para adelante a la casita, así vamos a tener una piecita más”. (Entrevista a Agustina, octubre de 2022)

¿Qué pasaba si yo no devolvía o hacía un paso mal? Te causa mucho miedo. ¿Alguien te va a venir y te va a regalar 200 mil pesos? Causa mucha duda. Si vos no hacés bien los pasos, ¿qué haces? Victoria me explicaba. Entonces le dije, “bueno, le metemos para adelante y que sea lo que Dios quiera”. (Entrevista a Griselda, octubre de 2022)

“Se levantó gran parte”

Dalma logró revestir su casa de chapa con ladrillos. Su madre también. Antes de fallecer por COVID-19, el padre de Dalma había logrado terminar las vigas de fundición de su casa, y solo faltaba hacer las paredes. La madre de Dalma pudo hacerlas. A ambas les alcanzó para avanzar, aunque no para concluir los proyectos deseados.

A mí no me alcanzó lo que me dieron pero en la encuesta respondí “se levantó gran parte”. Y ahora queremos seguir construyendo para arriba -me explica-. Tenemos que hacer la losa y arriba va a ser nuestra pieza y la pieza de los chicos. Y abajo todo libre, para que haya espacio, porque somos muchos y están creciendo los chicos, no entramos. Una vez que tengamos las habitaciones arriba, va a ser un poquito más cómodo. (Entrevista a Dalma, septiembre de 2022).

Agustina, que comparte un terreno con distintos miembros de su familia, vive en una pequeña casa con dos de sus nietos mayores, y su “piecita” había quedado siempre sin terminar, desde hacía diez años solo tenía la base. El préstamo le permitió levantarla. “Ahora me falta arreglar solo lo que es el baño y el techo, pero lo demás ya está”.

Antes, cada “trabajito” que el marido de Evelyn cobraba, “se invertía todo en materiales” para su casa. Pero ahora está desempleado, por lo que el único ingreso de la familia es el que recibe Evelyn por trabajar en la cooperativa. Con todo esto, y la suba de precios, “se nos complicó un poco con el tema de los materiales”, se lamenta. Con “Mi Pieza”, logró construir una medianera de ladrillos en uno de los laterales de su terreno, hacer la mesada de su cocina y la instalación de cañerías. “Ahora estamos luchando para seguir con el muro de este lado [la otra medianera] y con el del frente, con el ‘Mi Pieza’ solo pudimos hacer un lado nomás”.

Griselda, con su marido y sus seis hijos, que vivían en una pequeña casa de madera, lograron levantar una pieza grande de ladrillos contigua a la casa, a la que se trasladaron y en la que duermen. En la encuesta final, Griselda respondió que estaba

muy satisfecha, muy contenta, muy feliz, porque para mí para muchas familias que necesitan hacer su casa esta fue una gran ayuda, pero había una pregunta también si me alcanzó para mi baño, para las ventanas, aberturas. Entonces yo dije que no, que no me alcanzó para mi baño, y para las ventanas tampoco. (Entrevista a Griselda, octubre de 2022)

Reflexionar sobre la implementación de esta política a nivel micro, desde las experiencias de las propias beneficiarias, nos permite entender qué tramas, saberes o prácticas hacen posible el acceso efectivo. Si el programa presupone, como decíamos, un conjunto de habilidades digitales que no son para nada corrientes en el barrio, al mismo tiempo se monta sobre otros conocimientos que sí lo son, como los saberes técnicos vinculados a la autoconstrucción de las viviendas, que funciona en todos los casos como un recurso clave para efectivizar el acceso a la política. En las experiencias de estas mujeres, todo o casi todo el dinero recibido -que les alcanzó en gran parte, pero no por completo- fue utilizado para la compra de los materiales, porque -como me dijo Griselda- “la obra la hicimos nosotros, la familia, todos trabajamos para la casa”; “Como los tengo a mis dos hijos mayores que son albañiles, ellos me hicieron la piecita” (Agustina); “Mi marido trabaja de albañil… bueno, todos son albañiles acá, ellos hicieron la obra” (Dalma); “Acá construyeron mi marido y su papá, sus hermanos. Por suerte ellos no me cobraron la mano de obra, son la familia” (Evelyn).

La autoconstrucción como saber que se pone en juego para optimizar un recurso material insuficiente se combina, además, con otra estrategia que fue común entre las beneficiarias: los préstamos personales e interfamiliares de dinero.

Pedí préstamo porque mi marido y su familia hacen un círculo. Cada vez que cobran ponen un porcentaje de lo que ellos cobran, y se juntan la plata, y el primero que está ahí se lleva. Es un préstamo de familia. El año pasado era de 60 mil pesos y se pudo hacer. Todos los hacen para terminar sus casas. Mi mamá sacó préstamo también porque es jubilada, sacó de su jubilación. (Entrevista a Dalma, septiembre de 2022)

Las redes familiares también permiten compartir un recurso escaso, habilitando usos por fuera de lo previsto en la letra de la política, como en el caso de Evelyn, que con el segundo cobro del “Mi Pieza” compró materiales para la casa de su madre, Clara.

Ella había salido sorteada y había llegado a hacer las paredes y la losa. Hasta ahí nomás le llegó la plata. Y el piso. Y yo con la mitad que me había quedado le compré las dos ventanas y cemento para revocar la parte de afuera. Porque cuando llovía le entraba todo el agua por las paredes, porque faltaba el revoque de afuera. Y entonces la ayudé a ella, con el último desembolso del mes pasado, la ayudé con su casa, porque ella era la que más necesitaba. Y ahora gracias a Dios solo falta el revoque de adentro y ella ya se instala a vivir ahí. (Entrevista a Evelyn, junio de 2023)

“Tengo el recibo”: moralidades en torno a los usos del dinero

Otra de las aristas interesantes que esta experiencia habilita se relaciona con los usos del dinero proveniente de la política, y con las moralidades que circulan en torno a esos usos. La bibliografía ha estudiado cómo la distribución de recursos -ya sea la adjudicación de viviendas sociales, planes de empleo, materiales de construcción o alimentos, etc.- se realiza siempre según criterios de merecimiento específicos (siempre disputados) y habilita tensiones y conflictos (Cravino, 2012; Ferraudi Curto, 2014). Pero en general, estos procesos han consistido en la distribución colectiva de esos recursos, distribución gestionada por personas de carne y hueso (políticos, funcionarios, militantes, referentes barriales) que definen criterios y establecen fronteras entre quienes reciben y quienes no. En el caso que abordamos aquí, se trata de un beneficio adjudicado de manera individual, por sorteo y a través de un dispositivo digital, lo que otorga al proceso un aura de imparcialidad. En este sentido, la legitimidad de la adjudicación per se no es puesta en tela de juicio. En cambio, las moralidades en torno al uso del recurso se construyen en función del cumplimiento de los requisitos o condiciones que establece el propio programa una vez adjudicado.

Tanto Dalma como Griselda insistían con énfasis en que “toda la plata se usó para comprar materiales”. “Yo la debité toda para comprar los materiales -me decía Griselda-, tengo el recibo”. Las cuatro mujeres señalaron además que les parecía bien que el programa, a través de la aplicación, la solicitud de envío de las facturas y la condición de pago electrónico de un porcentaje, controlara el destino de ese dinero.

Se hizo un grupo por, cómo es que le dicen, por el Facebook. Bueno, esta chica recibió la plata y en vez de hacer su casa, se compró una moto. Encima esta chica empezó a subir fotos de la moto [al grupo]. Entonces la gente de ANSES desconfiaba, ¿viste? Ahí fue que pidieron foto para mostrar si de verdad estaban construyendo su casa. Para mí eso está bien. (Entrevista a Agustina, octubre de 2022)

A pesar del sistema de control y verificación, hay un margen para la utilización de dinero por fuera de los fines previstos en la política: no todo debe ser debitado, y un porcentaje puede ser retirado y gastado en efectivo. Esto habilita la posibilidad de utilizar algo de ese dinero para cubrir otras necesidades, como podrían ser la compra de alimentos, medicamentos, pagar servicios, ropa, útiles escolares y un sinfín de otros usos que bien podrían ser considerados legítimos. No obstante, estos usos generarán controversias entre las beneficiarias. “Supuestamente el programa ‘Mi Pieza’ es para ampliar -me decía Griselda-, no para comprarte ropa u otra cosa, digo yo, mi pensamiento es así”, y quien lo haga, lo admitirá en voz baja:

Agustina: Está bien, estamos todos necesitados, pero de vez en cuando tenemos que apartar algo para comprar… Yo de mi parte aparté un poco para comprar alimentos nomás, pero ropa ¿para qué quiero tanta ropa? Si acá en el centro, ponele, en mi lugar de trabajo que hay todos departamentos, entonces a veces nos dan ropa, hoy también nos dieron sábanas, abrigo, o sea, la misma gente te da cosas… entonces yo no me compro nada de ropa, ni a mis nietos, ni a mis hijos, gracias a Dios ellos tienen todo.

Yo: ¿Entonces vos pudiste usar algo de la plata para comprar alimentos?

Agustina: Un poco sí, pero no mucho, un poquito nomás.

(Entrevista a Agustina, octubre de 2022)

Tal como sucede en el caso de la AUH, las mujeres titulares que cobran la AUH son juzgadas en función de cómo utilizan ese dinero (Micha, 2019). Y muchas veces, “esta trama de representaciones cruzadas entre las propias mujeres se expresa en juicios de valor sobre las prácticas de las demás” (Micha, 2019, p. 369).

La AUH pone a las mujeres en el rol de cuidadoras, en la medida en que son ellas las destinatarias y administradoras del dinero que reciben por sus hijos/as:

la sugerencia de que las mujeres sean las titulares de las transferencias en los programas de transferencia condicionada de ingresos se asienta en el supuesto de que harán un mejor uso de la prestación en favor de los hijos, es decir, se basa en la construcción social del rol cuidador de las mujeres. (Micha, 2019, p. 363)

Por su parte, el programa “Mi Pieza” tiene a las mujeres -cis, trans y travestis, según las bases- como destinatarias, en la medida en que uno de sus objetivos se vincula con la reducción de la “brecha de desigualdad de género”.11 De hecho, la desigualdad de género refuerza la vulnerabilidad de las mujeres en términos habitacionales. Como sostienen Rodríguez y Arqueros Mejica, “la feminización del problema habitacional está estrechamente vinculada a la inserción precaria y remuneraciones proporcionalmente más bajas de las mujeres, posicionándolas en una situación de mayor vulnerabilidad” (2020, p. 63).

Pero más allá de las categorías y clasificaciones que estas políticas construyen sobre las mujeres destinatarias, aquí nos interesa ver qué representan para las propias mujeres, cómo se las apropian o las resignifican (Shore, 2010). En su investigación sobre la AUH, Micha muestra cómo, más allá de la controversia sobre los efectos de esta política en términos de si refuerza o revierte las desigualdades de género, de si se trata de una cristalización maternalista o de un empoderamiento, “el contar con este dinero les confiere a las mujeres titulares poder de decisión sobre el destino del mismo […] esto les habilita una esfera de control dentro del hogar” (2019, p. 371). En función de las experiencias de mis interlocutoras, podemos afirmar también que el programa “Mi Pieza” permite a las mujeres, hacia el interior de sus hogares, proveer los recursos necesarios para un proyecto familiar siempre presente como es la mejora de sus viviendas, y a la vez, hacia afuera, responder con orgullo a los juicios morales que se vuelcan sobre ellas como beneficiarias de dinero proveniente de una política pública, mostrando los usos valiosos y legítimos que le dieron:

A mí me gustaría que vengan a hacerme una entrevista, como vos, a ver cómo se siente, o qué hiciste. Yo le decía a mi marido, “a mi si me llegan a entrevistar o me llaman para ver cómo quedó la casa o qué hice, yo les muestro, no tengo problema”. Me gustaría que vengan a hacerme una entrevista y ver, que sí, que es verdad, que es real, que nada nada se usó como pensaban. Porque alguna gente dice que la plata no se usó para las casas o no la van a usar para sus casas o que algunos ya tienen, no necesitan, me entendés. Pero no, todo valió la pena. (Entrevista a Evelyn, junio de 2023)

Reflexiones finales

La chica de la esquina también se hizo el muro de toda su casa con “Mi Pieza”, después, la mamá de ella y mi cuñada, que vive allá a la vuelta. Casi todas mejoraron su casita con este plan. […] A mí me dio mucha pena porque yo tengo a mi cuñada que vive en una casilla y ella es la que tanto necesita, y se anotó millones de veces y no le ha salido. Y ella necesita sí o sí, porque cada vez que llueve le entra agua, no tiene piso, es todo de tierra y le hace un charco adentro en la pieza, tiene que estar levantando las camas, es todo un desastre. Por eso mi deseo es que les salga a todas. Es una ayuda muy grande. (Entrevista a Evelyn, junio de 2023)

Sobre la base de la experiencia de cuatro mujeres beneficiarias, desde un enfoque que privilegia el análisis de las políticas públicas en función de cómo son vividas por las personas y el vínculo con las tecnologías en función de los procesos de apropiación, que son siempre desiguales, este artículo buscó mostrar algunas dimensiones en juego en la implementación de un programa habitacional para sectores populares.

Por supuesto, como ya mencionamos, sin desconocer que el caso que observamos aquí se trata de una línea de intervención de un volumen menor -en términos de inversión y alcances- con respecto a las políticas habitacionales de años anteriores (no se trata de la construcción completa de viviendas o barrios, sino de una ayuda para levantar “mi pieza”), el contexto en el que se despliega esta política es el de un agravamiento feroz de las desigualdades y la pérdida de recursos por parte de los sectores más desfavorecidos. Por ello, representa para estas mujeres una transferencia de recursos considerable en el marco de sus economías domésticas, y apunta a atender una de sus principales demandas: la habitacional.

Como vimos, por su modalidad de implementación y gestión, esta política se monta sobre el proceso de digitalización de la vida cotidiana que la pandemia vino a profundizar. Asimismo, va en línea con un modelo de intervención del Estado que aspira a prescindir de las mediaciones entre políticas y beneficiarios que tradicionalmente han llevado adelante las organizaciones territoriales, pero también de las intervenciones cara a cara que llevan adelante, en el marco de otras políticas, funcionarios, efectores o trabajadores del Estado en territorio.

Ahora, como el programa presupone habilidades digitales que no son para nada corrientes entre las beneficiarias, esta novedosa modalidad de implementación, así como los requisitos que deben cumplirse para acceder efectivamente al beneficio y no recibir sanciones posteriores generan temores e incertidumbres entre las mujeres, rumores de estafas, dificultades con el uso de la aplicación, etc., deben ponerse en juego otras mediaciones para volver efectivo el acceso de estas mujeres a la política. Este hiato es cubierto, como vimos, por las redes sociales en territorio (vecinales, amicales, familiares), que ofician de soporte para facilitar la inscripción y la gestión del proceso.

En su trabajo sobre la implementación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) durante la pandemia en Argentina, política social que se gestionó digitalmente, Arcidiácono y Perelmiter (2022) se preguntan “¿es factible una política social sin mediaciones humanas?” (p. 59). La respuesta sintética será: no. Las autoras encontraron que las mediaciones operadas por distintos actores, como vimos también en nuestro caso, fueron cruciales para garantizar el acceso a la política: “Aun en circunstancias de máxima digitalización e incondicionalidad, las mediaciones de referentes sociales y políticos, así como de burócratas de calle, fueron cruciales para hacer accesible la política en los distintos momentos de su implementación” (p. 59). Ahora bien, en nuestro caso observamos una particularidad: las mediaciones fueron ejercidas exclusivamente por redes de familiares y vecinos, lo que Arcidiácono y Perelmiter llaman “mediadores primarios” (2022, p. 61), antes que por referentes de organizaciones o funcionarios.

Estas redes habilitaron la circulación de información, de saberes específicos (como el de la gestión del aplicativo web para la inscripción, o de albañilería para poder destinar todo el dinero a la compra de materiales y no tener que gastar en mano de obra) y de ayuda mutua, que permitieron optimizar un recurso escaso y llevar adelante otros usos por fuera de los previstos por la política (como la compra de alimentos o destinar el dinero del programa para ayudar a un familiar). Tal como observan Arcidiácono y Perelmiter para el caso del IFE, el programa “Mi Pieza” nos muestra también que en contextos de vulnerabilidad social, la digitalización de las políticas no reemplaza o permite prescindir de las mediaciones en el nivel capilar, sino que incluso las hace aún más necesarias (Arcidiácono y Perelmiter, 2022, p. 76).

Esperamos que lo que aquí describimos sobre las estrategias familiares en torno a la autoconstrucción de las viviendas ante la acumulación de desigualdades a las que hacen frente estas mujeres permita comprender en qué configuración se sitúa y de qué necesidades cotidianas se compone la demanda por un hábitat digno. Asimismo, la descripción de las dimensiones aquí trabajadas convoca al análisis de la convergencia entre dimensiones étnicas, de clase, de género y generacionales, que deberán ser profundizadas en futuras investigaciones y que resultan fundamentales para comprender el hábitat como nudo estructural de la desigualdad en los sectores populares.

Para finalizar, pueden mencionarse algunas preguntas en torno a la digitalización de la política que esta experiencia concreta habilita y que merecerían exploraciones futuras: ¿cómo se reconfiguran los vínculos de las beneficiarias con las tecnologías luego de esta experiencia? ¿Qué aprendizajes y nuevos usos se habilitan? Asimismo, ¿qué nuevos sentidos sobre la intervención estatal y sus vínculos con el Estado construyen a partir de este caso? ¿Qué efectos tendrán para estas mujeres en sus futuras experiencias con otros programas, considerando que la digitalización de la política estatal es un fenómeno que ganará cada vez mayor ubicuidad en las intervenciones?


Agradecimientos

Agradezco las generosas observaciones realizadas a una versión preliminar de este trabajo por parte de Cecilia Ferraudi Curto, Virginia Manzano, Victoria D’Amico y Jerónimo Pinedo, en el marco de las Jornadas de Sociología de la UNLP en el año 2022.

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Notas:

[1] Hasta el momento se han realizado ocho sorteos: el primero se realizó el 16 de octubre de 2021; el segundo, el 1 de diciembre de 2021; el tercero, el 14 de febrero de 2022; el cuarto, el 13 de junio de 2022; el quinto, el 14 de septiembre de 2022; el sexto, el 19 de diciembre de 2022; el séptimo, el 28 de febrero de 2023; y el octavo, el 21 de septiembre de 2023. Las mujeres que no salen sorteadas siguen participando en los siguientes sorteos sin tener que volver a realizar el procedimiento de inscripción.

[2] La Asignación Universal por Hijo/a es una es una política de seguridad social otorgada por la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) en Argentina. Consiste en una suma mensual que se paga por cada hijo o hija menor de 18 años cuyos progenitores sean trabajadores no registrados o sin aportes, monotributistas sociales o trabajadores del servicio doméstico.

[3] Aunque siguen gestionando las cooperativas en las que los habitantes populares trabajan y contribuyendo en el acceso a alimentos para los comedores y merenderos que las mujeres llevan adelante en los barrios. Sobre el rol de las mujeres en el caso de las cooperativas del programa “Argentina trabaja”, véase Pacífico (2019).

[4] El Registro Nacional de Barrios Populares en Proceso de Integración Urbana (RENABAP) fue creado en 2017 a cargo de la Agencia de Administración de Bienes del Estado. Este registro fue elaborado en base al Relevamiento Nacional de Barrios Populares realizado entre 2016 y 2017 por diversas organizaciones sociales en conjunto con la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación, y relevó la existencia de más de 4000 barrios populares en el país. Todas aquellas familias que habitan en un barrio identificado en el RENABAP tienen, a partir de dicho registro, el derecho de solicitar un “Certificado de Vivienda Familiar”, documento que acredita el domicilio y habilita por tanto la solicitud de instalación de servicios, la tramitación de CUIT o CUIL y prestaciones asociadas: salud, previsionales, educativas.

[5] Los nombres han sido modificados para preservar el anonimato.

[6] Este es el monto actualizado al mes de julio de 2023. Originalmente, el monto total al inicio del programa era de 240 mil pesos argentinos.

[7] Barrios de Pie es un movimiento social fundado en 2001 que integra el partido político de izquierda Libres del Sur.

[8] Antes del primer sorteo, el sitio web contaba con información básica. Las mayores especificaciones con las que cuenta actualmente fueron siendo incorporadas en forma posterior, con el correr de los meses.

[9] Al momento de la consulta, en junio de 2023.

[10] En el sitio Web del programa fue publicada en diciembre de 2021 una sección informativa titulada “Advertencias frente a estafas vinculadas al programa Mi Pieza”, y se habilitó un formulario de consultas. Entre otras cosas, el anuncio sostiene: “Ante las reiteradas denuncias de engaños que recibimos vinculadas a la línea Mi Pieza, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, a través de la Secretaría de Integración Socio Urbana, informa que la inscripción y la gestión del Certificado de Vivienda Familiar son trámites totalmente gratuitos. Para evitar cualquier tipo de estafa, se recomienda no brindar información bancaria por fuera de los canales oficiales. Toda la ejecución de Mi Pieza se realiza mediante la aplicación de celular”.