0009-0001-7682-1847 Aníbal Sebastián Di marco[1]
Work, socio-territorial organization, popular economy and identity processes: The case of the Pancho Soares and Zomo Newen productive units in the district of Tigre
Trabalho, organização socioterritorial, economia popular e processos identitários: o caso das unidades produtivas Pancho Soares e Zomo Newen no distrito de Tigre
Las condiciones de vida de gran parte de la población asociadas a aspectos ‘marginales’ devinieron en una correlación de elementos específicos vinculados a la ‘condición laboral precarizada’. Estudios recientes (Harvey, 2004; Roig, 2007; Schiavoni, 2010; Pérsico y Grabois, 2014; Carbonella y Kasmir, 2015; Chena, 2018; Fernández Álvarez, 2018; Hindi y Larsen, 2018; Maldovan Bonelli, 2018; Feito, 2020; Aloi, Larsen y Petz, 2020; Narotzky y Besnier, 2020; Sorroche y Schejter, 2021), entre otros, han mostrado que muchas veces, la experiencia de la precariedad constituye la base para el desarrollo de estrategias individuales y colectivas de ‘ganarse la vida’. Ello refiere a un conjunto de propuestas y acciones que pueden ser pensadas como prácticas de ‘comunalidad’, en los términos propuestos por Harvey (2004), en tanto se definen como formas de trabajo que desarrollan estrategias de producción y comercialización de los sectores populares, reivindicando su carácter social, al tiempo que sitúan al espacio público y barrial como ámbitos de (re)producción de la vida y de construcción política (Álvarez, 2016), que crean medios de vida, y producen expectativas y obligaciones particulares para configurar recursos y oportunidades diferentes (Narotzky y Besnier, 2020).
En el marco de la conformación de la organización del trabajo, algunos de estos espacios se abocaron a realizar tareas vinculadas a lo que hoy se denomina “agricultura familiar”, donde en función de ello se configuraron unidades productivas en el marco de la economía popular.
La agricultura familiar surge como respuesta y consecuencia de las políticas neoliberales que formaron parte de la agenda económica del país a partir de la década del setenta, durante la cual se generaron altos niveles de desocupación y conflictividad social que alcanzaron su máxima expresión en el año 2001 (Manzanal y Schneider, 2011). En dicho contexto, parte de los sectores desocupados, frente a la necesidad de ganarse la vida, elaboraron estrategias de supervivencia (Bertoni, 2014), propiciando la conformación de espacios dedicados a la agricultura familiar, donde se configuraron unidades productivas y se disputan espacios de participación (Señorans, Fernández Álvarez y Neveu, 2018).
En tal sentido, nuestro trabajo se aboca al abordaje de dos experiencias socioproductivas de la agricultura familiar organizadas en unidades productivas (Zomo Newen y Pancho Soares) enclavadas en el distrito de Tigre, provincia de Buenos Aires, a fin de dar cuenta de los mecanismos llevados adelante por los propios actores en relación con los procesos productivos participativos, la construcción de sentidos y los vínculos institucionales que establece el sector con el Estado y los movimientos sociales.
Las unidades productivas abordadas en la investigación surgen a mediados de la década del 2010. Su conformación se vincula a un programa municipal dependiente de la dirección de economía popular y hábitat del municipio de Tigre en el año 2015. Durante ese periodo se gestaron estrategias para la organización, producción, resistencia y negociación con cada uno de los actores involucrados, buscando generar legitimación territorial respecto de la comunidad donde están insertas.
Las características de cada unidad productiva de la agricultura familiar dependen de diversos factores, como la estructura productiva local, la cantidad de habitantes, la disponibilidad de tierras, la organización político-social y/o el vínculo con los sectores gubernamentales. La configuración de estos espacios en el distrito de Tigre está atravesada por la dinámica que presenta la organización del espacio público. En este sentido, la participación y la entrega de tierras fiscales a sectores privados formaron -y forman- parte de un proceso de planificación territorial que comenzó a ejecutarse desde la década del noventa. Durante ese período, la administración municipal facilitó mecanismos de entrega de tierras por parte del Estado a privados, reconfigurando la disponibilidad y los usos del suelo.
El acceso al suelo es, para las unidades productivas de la agricultura familiar que aquí analizamos, un elemento central al momento de caracterizar al sector, pues parte de los reclamos que llevan adelante tanto Zomo Newen como Pancho Soares se vinculan al proceso de privatización de la tierra, a la planificación del espacio para la construcción de barrios cerrados (countries), la destrucción de humedales -producto del desarrollo urbano promovido por la expansión suburbana de las élites-, lo cual ha resultado en una abundancia de costos ambientales, sociales y culturales para gran parte de la población que habita el distrito. Estos costos son particularmente visibles en Tigre, ya que, según Ríos (2015), el gobierno municipal ha concedido permisos de planificación urbana de 1.570.000 metros cuadrados, la mayor cantidad que cualquier otro municipio en la década 2005-2015. En esta línea, cuando preguntamos a una de nuestras entrevistadas sobre esta problemática, nos comentaba lo siguiente:
Sí… o sea, yo primero te cuento algo; a los catorce años ya estaba parada delante de una topadora que quería mover tierra para hacer un barrio privado que se estaba armando, cuando se empezaron a hacer algunos barrios privados. Ahí empecé con un grupo de jóvenes adolescentes, porque todavía no era mayor de edad, así que imagínate. Además, yo vivía en esta casa, donde estamos, acá, con mi familia, pero este barrio no era lo que está ahora. Acá no pasaban autos, y siempre estuvimos en el mismo lado en el barrio y cuando fuimos allá y vimos que había un montón de gente que no estaba en tu lado, estaba “más abajo” (hace referencia a la condición socioeconómica de la gente que vivía en otro barrio) o más al costado, al margen, porque ni siquiera tienen la leche o mate cocido… Y qué sé yo; desde ese momento yo no paré de hacer cosas, porque acá antes era todo terreno fiscal y ahora estamos rodeadas de barrios privados. Y los barrios privados separaron al barrio en dos partes y se agarraron todo, y la gente con menos recursos quedó al lado del arroyo, y para salir tienen que caminar catorce cuadras y antes salían derecho, estaban a tres cuadras de acá. (Entrevista realizada a Paula en la UP Zomo Newen el 20/06/2023)
Las unidades productivas aquí trabajadas se encuentran insertas en un contexto en el cual la expansión urbana residencial hacia la periferia se traduce en una competencia mediada por relaciones de poder económico y político por el territorio: diferentes usos del suelo y actividades, aumento de la ocupación de nuevas superficies en los límites físicos de la ciudad y retracción del uso del suelo destinado a actividades productivas. Así, los suelos potencialmente agropecuarios van cediendo lugar a una ocupación relacionada con el uso residencial, recreativo o de esparcimiento, y el uso industrial, entre otros, como plantea Frediani (2009). Estos cambios que caracterizan al distrito de Tigre conllevan, como sostienen Cieza, Ferraris, Seibane, Larrañaga y Mendicino (2015), a una modificación de los patrones de comportamiento de los actores sociales involucrados -agentes inmobiliarios, empresas y habitantes de las áreas en transformación-, quienes adoptan estrategias variadas de acuerdo con sus lógicas e intereses dominantes. Estos cambios son especialmente visibles en el partido de Tigre, donde en las últimas décadas se incrementaron los desarrollos inmobiliarios producto de la alianza entre la política urbana municipal y los desarrolladores inmobiliarios, expresada en la Ordenanza 1894/96: Código de zonificación del partido de Tigre. Esta permite y faculta el desarrollo de barrios privados, admitiendo y promoviendo el interés de los actores económicos privados (Ríos, 2015, pp. 688, 690). Los desarrolladores inmobiliarios compran a bajo costo los terrenos (humedales) y luego, después de la transformación del espacio que ellos producen (relleno y aumento de la línea de cota, desvío de arroyos, muros, caminos, construcción de infraestructura de lotes con servicios que posteriormente son vendidos a altos valores, lo que resulta en apropiación y comercialización del suelo) (Vallejo, 2018; Baer y Del Río, 2021). Entendemos, al igual que Stuart Elden (2010), que el derecho de propiedad privada se aplica a la tierra (land, foncier) en cuanto que constituye un recurso escaso que se distribuye entre agentes sociales con capitales económicos y políticos desiguales. Ello representa el uso de un modelo de desarrollo neoliberal de los negocios inmobiliarios, y hace visible las diferencias -fundamentalmente ideológicas y económicas- de los negocios inmobiliarios y de los grupos subalternos sobre la naturaleza, los usos del suelo y el estilo de vida en Tigre, tal como lo expresa Fraser (2018). Así, el proceso de urbanización y privatización del suelo cercan la expansión de los espacios productivos de la agricultura familiar, limitando sus usos y, en el mismo sentido, la cantidad de producción potencial. Ante estas particularidades, y la falta de acceso al capital necesario, las unidades productivas encuentran una frontera (física y económica) que imposibilita la expansión productiva territorial al no poder anexar mayor cantidad de tierra cultivable, y produce un máximo que, en el mejor de los casos, no se logra comercializar a gran escala. Este escenario se evidencia en el caso de la unidad productiva Pancho Soares, donde el trabajo está abocado a la producción de verduras de estación para abastecer a tres merenderos (que forman parte del Movimiento Evita),1 al autoconsumo y, ocasionalmente, a la venta directa en pequeñas cantidades de lo obtenido. En este sentido lo expresa Carlos, trabajador de Pancho Soares:
Lo que acá hacemos fue trabajar siempre. Porque la actividad nunca paró. Siempre hubo y hay cosas por hacer. Nosotros en pandemia producíamos para los merenderos y para las familias que vienen a trabajar acá, los que cobran planes sociales, porque si no, no les alcanza para vivir. Pero bueno; entre lo que cobran y lo que se llevan, más alguna changa que puedan hacer por afuera, les alcanza para poder comer. (Entrevista realizada a Carlos, quien hace seis años forma parte de la UP Pancho Soares, el día 25/06/2023)
Debido a la baja disponibilidad de tierra cultivable, las unidades productivas aquí referidas generan poca cantidad de producto, lo cual impacta en los márgenes productivos, rentabilidad y circulación del mismo. Parte de las investigaciones referidas aquí relacionadas con la agricultura familiar (Manzanal y Schneider, 2011; Bertoni, 2014), presentan escenarios donde las prácticas se realizan en extensiones de suelo cultivable superior al de las UP aquí abordadas y, asociado a ello, la disponibilidad de recursos por trabajador.
La UP Zomo Newen se encuentra ubicada en una casa particular, donde Paula2 cedió parte de una entrada de autos y dispone de un espacio productivo de aproximadamente 50 metros cuadrados de tierra cultivable para que allí se desarrollen tareas productivas agrícolas, sobre todo la producción de plantines en botellas de plástico que luego se repartían entre los trabajadores que participaban de dicho espacio, con el fin que estos pudieran continuar el proceso productivo en sus unidades domésticas y con sus vecinos en las veredas de sus barrios, en cajones o terrazas, constituyendo procesos organizativos con enclaves territoriales delimitados que buscan expandirse a través de la organización y el trabajo barrial.
Por otro lado, la UP Pancho Soares cuenta con 800 metros cuadrados de tierra cultivable, más un invernadero de unos 20 metros cuadrados. La tierra donde funciona dicha unidad pertenece a la Diócesis de San Isidro, y a partir de un convenio firmado entre este grupo católico y el Movimiento Evita en el año 2016, cede las tierras para transformar ese espacio en un lugar para la agricultura familiar. En ambos casos, la tierra de la cual disponen estas dos UP representa un espacio reducido para poder realizar cultivos, comercializar los productos generados y/o entregar parte de estos a la organización. Asimismo, la disponibilidad de medios de producción (entre los que se destacan las maquinarias, semillas, bombas de agua, perforadoras, postes, palas, picos, alambre, alambrados, tejidos, media sombra, etc.) también es escasa e insuficiente.
Por tal motivo, las dos UP que aquí abordamos ven cercenada su capacidad productiva debido a la falta de medios de producción, y fundamentalmente la disponibilidad de tierras para desarrollar las actividades que se proponen. La disponibilidad de dichos medios depende de la entrega de insumos, los cuales son facilitados en pequeñas cantidades por el Movimiento Evita y muchas veces resultan insuficientes (entre los que se puede destacar las palas, picos y mangueras). Asimismo, es menester afirmar que en ningún caso tales unidades reciben máquinas a motor, bombas de agua o estructuras para el armado de invernáculos. Así lo expresa el relato de Martín, trabajador de la UP Pancho Soares:
Nosotros, cuando empezamos no teníamos nada. Solo este espacio de tierra que nos presta la Iglesia. Después al principio la organización [se refiere al Movimiento Evita] nos ayudó con algunas cosas, semillas, plantines, palas y picos. Después los compañeros empezaron a traer cosas de sus casas para poder trabajar. Traían baldes, alambre, porque acá había que cercar y armar los surcos para que las plantas trepen y no queden en el suelo. Pero también traían herramientas; porque no había un montón de cosas. Por eso para nosotros producir acá se hizo más difícil al principio: teníamos que regar con baldes y cortar el pasto a mano y hacer la limpieza del terreno. Por eso, lo único que teníamos acá era este espacio. Pero pudimos hacer cosas. Si bien no es mucho, pudimos sacar algunas verduras y eso para nosotros era un montón, porque después te llevás algo de verdura a tu casa. (Entrevista realizada a Martín en la UP Pancho Soares el día 13/07/2023)
Entendemos que la tierra en tanto medio de producción para la práctica de agricultura familiar y el acceso a este recurso se presenta, tal como lo expresa Feito:
La Agricultura Urbana y Periurbana (AUPU) se desarrolla generalmente como producción informal, compitiendo con otras actividades en uso de tierra, agua y mano de obra en el medio urbano. De allí que su sustentabilidad en el largo plazo, dependerá de sus posibilidades de integración, como un valor positivo en el proceso de planificación ambiental y gestión de los recursos urbanos. (2020, p. 378)
De esta manera, para las unidades productivas el territorio se encuentra inserto, pero interpelado por los procesos económicos relacionados con la valorización capitalista del espacio, como consecuencia de la incorporación real o potencial de nuevas tierras a la ciudad, donde pueden registrarse problemáticas sociales y ambientales agudas (Del Río, 2012). La complejidad que se presenta para las unidades productivas del distrito de Tigre radica principalmente en la falta de acceso a los medios de producción (tierra e insumos necesarios para producir). Ante esta complejidad, los actores involucrados no disponen de los medios necesarios para llevar adelante tareas productivas a una escala lo suficientemente significativa como para garantizar sus necesidades a mediano y largo plazo, ni para realizar procesos de comercialización que brinden recursos económicos suficientes a fin de satisfacer sus necesidades inmediatas. Por tal motivo, y ante esta complejidad, deben hacerse de otros métodos para obtener recursos.
Los canales de comercialización de los que disponen las unidades productivas aquí trabajadas se caracterizan por tener compradores que aprovechan la venta de algunos productos a bajo costo, y otros que lo hacen ponderando lo agroecológico por sobre el precio. Es decir, el precio del producto que se comercializa no está dado por la condición propia de la producción de valor medido en tiempo de trabajo socialmente necesario, ni en relación con la oferta y demanda que hay en el barrio o entre los consumidores. Los compradores de productos agroecológicos de la huerta Pancho Soares corresponden a un sector de la población que decide consumir ese tipo de productos al precio que se establece al momento de la venta, y que es considerado por los propios trabajadores de la unidad productiva como un precio de venta “justo”.
En una entrevista realizada a un vecino de la zona, este expresaba que muchas veces compran los productos: “porque son baratos y naturales... y cuando hay, o ponen a la venta verduras, la gente del barrio se acerca a comprar, porque es más barato y son productos de estación, naturales” (Entrevista realizada a Cristian, quien es vecino de la UP Pancho Soares, el día 22/07/2023).
En lo que respecta al valor de los productos, la unidad productiva fija los precios, los cuales responden, según pudimos entender a partir del trabajo etnográfico, a dos cuestiones: 1-vender más barato que el mercado. 2- La venta a un “precio justo”.
Cuando le preguntamos a Carlos sobre el valor del producto que se comercializa, expresaba lo siguiente sobre la idea de precio justo:
Nosotros creemos que la gente que se acerca a comprar acá es porque sabe que nuestros productos son mejores y más baratos. No tienen agrotóxicos. Son naturales; por eso los vendemos. Pero sabemos que la gente que es del barrio muchas veces no puede pagar un kilo de tomate a 500 pesos, ¿entendés? Por eso nosotros creemos que lo que vendemos, lo vendemos a un precio justo, porque es lo que la gente puede pagar sabiendo que se lleva un producto de estación que es fresco, que nos ve a nosotros acá todos los días trabajando, que nos da una mano y, de alguna manera, nosotros a ellos vendiéndole más barato. (Entrevista realizada a Carlos, quien hace seis años forma parte de la UP Pancho Soares el día 25/07/2023)
En el caso de la unidad productiva Zomo Newen, los procesos de comercialización o usos de producto difieren respecto de Pancho Soares, dado que esta unidad productiva no genera suficiente producto de valor como para que participe en canales de comercialización establecidos. El producto del trabajo realizado allí, en la mayoría de los casos, se destina al autoconsumo más que a la comercialización. Si bien algunos productos de estación, en determinadas épocas del año, arrojan un excedente, como por ejemplo, la papa -la cual es producida dentro de bolsas en el suelo-, esta no se destina a la comercialización:
En una sola bolsa donde siembran papas se puede obtener una producción promedio de 20 papas en un espacio muy reducido (medio metro cuadrado), ya que la bolsa tiene un tamaño de 40 cm aproximadamente de lado, y cada bolsa de papas tiene un rinde de 4 kilogramos (Entrevista realizada a Paula, quien es referente de la UP Cultivando Diversidad, el día 20/06/2023 en la huerta).
Pudimos contabilizar en nuestra visita al campo unas ocho bolsas en el suelo, lo que implica, en el mejor de los casos, un rinde de 32 kilogramos de papa una vez al año. Estas papas se distribuyen entre los trabajadores de la UP y, en caso de lograr un excedente, se dona a algún merendero del Movimiento Evita, o se vende, circunstancialmente, en pequeñas cantidades. Estos productos, que en el mejor de los casos, llegan a comercializarse (aunque en circunstancias fortuitas) son comprados por vecinos del barrio o algún referente del Movimiento que en alguna visita a la UP se lleva algunos productos a un valor no establecido formalmente.
En referencia a los canales de consumo o comercialización, la UP Zomo Newen pone énfasis en la producción para el autoconsumo, priorizando, por un lado, la calidad del producto y, por el otro, el ahorro en términos económicos que implica comprar en verdulerías, distribuidoras o supermercados. En una entrevista que realizamos el mismo día, Patricia nos manifestaba lo siguiente:
Lo que producimos acá lo distribuimos. También dividimos los alimentos que recibimos, las bolsas de mercadería y eso, que bajan para los que no cobran. Por ahí nos baja del Movimiento Evita, que a veces hay y a veces no. Entonces esos alimentos van para las compañeras que no cobran el Potenciar. Y bueno, eso más el dinero que generan con su trabajo: la que viene un día cobra por ese día, la que viene siete cobra por los siete días, y la que no cobra se lleva a su casa lo que producimos acá. (Entrevista realizada a Patricia, quien es referente de la UP Cultivando Diversidad el día 23/06/2023 en la huerta).
El acceso a los medios de producción, insumos, canales de comercialización, productividad y diversificación, el proceso de trabajo y los espacios de participación de las dos unidades productivas aquí referidas operan a una escala muy pequeña. Ambas unidades se caracterizan por tener un grado de productividad bajo, ya sea por falta de insumos, por contar con pequeñas extensiones de tierra y por la falta de medios de producción acordes en función de incrementar la productividad del trabajo, ya que no cuentan con el suficiente capital financiero ni acceso al crédito para incrementar la escala productiva. Así, las experiencias de trabajo que se dan tanto en Pancho Soares como en Zomo Newen van en el mismo sentido: producir para el autoconsumo, para los merenderos de la agrupación política, y lo que sobra se vende de manera directa a consumidores de la zona, por lo general, vecinos que conocen la experiencia de la huerta. Esta dinámica se hace recurrente en las entrevistas que realizamos y en las visitas al campo, y expresa el sentido de la UP, la cual tiene su correlato en el vínculo político para el cobro de programas sociales. Las personas que acceden a ellos deben cumplir un mínimo de horas de trabajo, según nos contaba un trabajador de Pancho Soares, al mismo tiempo que la UP, para dejar de ser una asociación de hecho, debe buscar canales y/o vínculos políticos para acceder a recursos, o bien realizar un proceso de institucionalización para poder acceder a programas estatales.
Por lo antedicho, consideramos que los programas que lleva adelante el Estado en torno a la promoción y el fortalecimiento del sector no logran impactar en nuestro caso de estudio. En referencia a ello, Héctor, trabajador de la UP Pancho Soares, nos comentaba lo siguiente:
Una sola vez vino el INTA a dar un taller para la producción de compost y la rotación de plantas. Pero fue esa vez y nada más, después acá todo el mundo promete, dice que van a traer bombas y plata para hacer pozos y sacar agua. O para armar un buen invernadero con riego, que sirva para todo el año. Pero ni los materiales bajan, porque nosotros no existimos. Sí existimos para los que estamos acá, para los que nos ven y nos conocen. Pero el gobierno municipal no nos da pelota. Vienen a veces a sacarse una foto y ya está. Pero acá quedamos nosotros, los que estamos siempre. Por eso lo sostenemos como podemos y porque para cobrar el plan hay que venir a trabajar. Pero casi todos tenemos otras changas por afuera, si no, no nos alcanzaría para vivir. (Entrevista realizada a Héctor, trabajador de la UP Pancho Soares el día 14/06/2023)
Este último relato expresa la situación en la que se encuentran las trabajadoras que se insertan dentro de la agricultura familiar en Zomo Newen y Pancho Soares. Por un lado, dependen del cobro de planes sociales para sostener mínimamente sus necesidades básicas de subsistencia al tiempo que consumen parte del producto que se produce en las unidades productivas, y por otra parte, vender su fuerza de trabajo para realizar alguna “changa” por fuera del espacio de la unidad productiva. Entendemos que estos son salvoconductos que configuran estrategias socioproductivas que establecen estos sectores para “ganarse la vida”.
“… Acá la mayoría tiene otro laburo... yo por ejemplo, hago changas de albañilería y mi hija le ayuda a mi mujer con la máquina de coser. Y acá la mayoría hace lo mismo, tiene otro laburito”
Parte de los métodos implementados por los integrantes de las unidades productivas del distrito de Tigre para obtener recursos refieren a la realización de tareas por fuera de ellas, lo que se denomina conceptualmente como trabajo extrapredial (Trpin, Bonifacio y Rodríguez, 2020) además de la realización de otras actividades que permiten la diversificación del trabajo al interior de la unidad productiva: pluriempleo (Quirós, 2022).
Entendemos que el proceso de trabajo3 en la agricultura familiar está sujeto a algunas consideraciones que debemos tener en cuenta a la hora de profundizar nuestro análisis. Entre ellas se encuentran las dimensiones del predio -medido en metros cuadrados-; la cantidad de maquinarias y herramientas para desarrollar tareas; el acceso a recursos, principalmente la tierra y el agua; la cantidad de mano de obra -permanente y/o temporal-; la incidencia del trabajo extrapredial de los actores involucrados; y, atado a esto último, la pluriactividad de los miembros (entendiendo que cada UP puede tener en su interior uno, dos o más procesos de trabajo -diversos- que pueden ir desde el envasado de productos manufacturados, tejidos o panificados, entre otros). Esta combinación de procesos de trabajo es central a la hora de mantener en funcionamiento la unidad productiva, ya que reúne a una cantidad mayor de trabajadores entre los que se distribuyen las tareas. Podemos observar en nuestro caso de trabajo que esta diversificación al interior permite, por un lado, ingresos mayores a través del cobro de programas sociales (principalmente el Potenciar Trabajo)4 y, por otro lado, disponer de una mayor cantidad de insumos para distribuir entre compañeros o, en algunos casos, comercializarlos. Así lo expresa una entrevista que realizamos en la unidad productiva Zomo Newen:
Acá cuando empezamos teníamos la huerta y después empezamos haciendo toallas femeninas, pañales, y cuando se empezó a juntar gente acá empezamos a organizarnos y hacíamos más cosas; además de la huerta, la panificadora, ropa, qué sé yo. Hacíamos de todo. Empezamos como a gestar esto, porque acá no había nada… entonces cedí una parte de mi casa que son como dos habitaciones donde teníamos dos máquinas de coser, una nos prestó una vecina, y bueno, hicimos rifas y compramos. Entonces cuando vino la pandemia, de un día para el otro, hicimos 7000 barbijos y los vendimos todos. Después bajó el tema de los barbijos y empezamos a hacer ropas para chicos de invierno. Ahora que se nos ocurrió sacar un diseño que sea nuestro, que diseñamos nosotras, es una línea que se llama Jugando Libres -es infantil- todo hecho a mano y pintado. También hacemos cosas de mujer y los diseños nuestros. (entrevista a Paula en la UP Zomo Newen en 17/06/2023)
En Zomo Newen, al disponer de medios de producción escasos, se desarrollaron otras formas de producción: se fueron diversificando y se generaron otras actividades laborales al interior, ya que lo producido en la huerta no alcanzaba siquiera para el autoconsumo. Por tal motivo comenzaron a producir y confeccionar otros elementos no asociados a la huerta (barbijos, ropa y panificados) con el objetivo de comercializarlos. Estos esquemas laborales diversificados -pluriactividad- suelen ser recurrentes al interior de las UP que aquí analizamos, así como son recurrentes las tareas extraprediales.
Por trabajo extrapredial nos referimos a cualquier actividad laboral que realicen los integrantes de las UP por fuera ella; entre las que se destacan la realización de changas -que se dan de manera intermitente- hasta labores estables pero que se ejercen desde roles precarizados -como por ejemplo, el cuidado de ancianos o niños, tareas de limpieza en viviendas particulares, jardinería, tareas de costura, entre otras-. Por ello, el trabajo extrapredial resulta económicamente necesario para muchos integrantes de las UP, ya que constituye, en la mayoría de los casos, su principal fuente de ingresos. Esta realidad influye en el desempeño que realiza cada actor dentro de su unidad, a la vez que se relaciona con la posibilidad de participación, en mayor o menor medida en horas de trabajo destinadas a la participación dentro de la UP. A partir de lo conversado con nuestros entrevistados y lo observado en el campo, los ingresos que forman parte de las UP provienen de dos fuentes diferentes, aparte de los trabajos extraprediales ya referidos. Por un lado, el cobro de programas sociales -principalmente el programa Potenciar Trabajo-, que es la principal fuente de ingresos para los actores de cada una de las UP y, por otro, aunque en menor medida, la comercialización y/o el consumo directo por parte de los actores de los productos que se producen en ella. Si observamos el caso de la Pacho Soares, de los 16 trabajadores, 12 realizan actividades extraprediales. Martín detalla esto último:
acá la mayoría tiene otro laburo... yo por ejemplo hago changas de albañilería y mi hija (quien también forma parte de la UP) le ayuda a mi mujer con la máquina de coser. Yo salgo de acá y, si tengo algo, un arreglo, algo de plomería, me llevo una moneda, entonces me sirve…. porque si no, no alcanza. Y acá la mayoría hace lo mismo, tiene otro laburito. (Entrevista realizada a Martín en la UP Pancho Soares el día 13/06/2023)
De este modo podemos visualizar que los procesos de trabajo con generación de valor que caracterizan a las unidades productivas están sujetos a distintas variables que se vinculan principalmente con contextos territoriales y productivos (en el espacio) y cambiantes (en el tiempo), creando condiciones particulares y, por lo tanto, agricultores familiares o trabajadores de la economía popular con características dispares. En relación con ello, pudimos observar en nuestro trabajo de campo que la unidad productiva Zomo Newen presenta elementos combinados donde se reestructuran el espacio y la participación. Allí los trabajadores desarrollan distintos tipos de tareas a su interior; que van desde la confección textil hasta la elaboración de panificados (prepizzas, pan y facturas). Consideramos que la pluriactividad que realizan los trabajadores de la UP no es una novedad, dado que lo observamos en el caso de Pancho Soares y en otras unidades del sector. En tal sentido, siguiendo a Tagliabue y Cuesta (2011), se remonta a las transformaciones en la organización del trabajo en las explotaciones frutihortícolas que tuvieron lugar a partir de la década del sesenta, vinculadas a los cambios en el uso del suelo, la restricción de los canales de comercialización y la presión del mercado de trabajo urbano. Claudia, trabajadora de la unidad productiva Zomo Newen, nos cuenta según su experiencia como es la distribución del trabajo:
La pandemia hizo que nosotras nos organizáramos de otra manera. Cambiamos todo y hacemos de todo. Armamos turno de cinco compañeras de trabajo, de cuatro horas, así nos vamos turnando y vamos produciendo todas… vamos cambiando el turno, el día…, muchas quisieran venir más días pero por ahora no se puede, ahora sí se empieza a poder, y bueno, pero también vamos a tener un espacio para la primera infancia porque tenemos los chicos todo el año con nosotros con o sin clase, y la realidad es que todas tenemos un montón de hijos que si trabajamos no tenemos donde dejarlos, entonces hacemos un espacio para que estén ahí. (Entrevista realizada a Claudia en la unidad productiva Zomo Newen el 20/6/2023)
A partir del año 2020, el impacto que generó la pandemia suscitó cambios en la unidad productiva, no solo por la incorporación de elementos productivos diversos relacionados con la pluriactividad o el trabajo extrapredial, sino por la reconfiguración de los procesos de trabajo. A partir de este período, se fueron ocupando otros lugares, se habitaron distintas territorialidades y se gestaron distintos vínculos con la comunidad. En tal sentido, los lazos relacionales; es decir, el vínculo que se establece entre los actores que comparten las actividades de la unidad productiva, fueron gestando una identidad “común” desde la participación en dichos espacios. Sostenemos, al igual que lo hacen Arango, Chena y Roig (2017), que en las estrategias de reproducción de los sectores populares, los vínculos familiares y vecinales se ven atravesados por el desarrollo de un proceso identitario común forjado a partir de la interacción de las múltiples subjetividades que están involucradas, y de la interpelación que hay entre los propios actores donde se construyen puntos de referencia. Son estos momentos, instancias, acercamientos que permiten construir lo que Battistini (2004) denominó “referenciales identitarios”. En ellos, los actores se identifican con determinadas prácticas y rechazan otras. Siguiendo a Busso (2007), podemos observar que los “referenciales identitarios” responden a las condiciones materiales y simbólicas de los sujetos, pero principalmente a los márgenes de posibilidad construidos por ellos, márgenes que pueden ser más cercanos o lejanos a sus posibilidades reales, o de acuerdo con las utopías por ellos construidas. Así, los espacios de participación devinieron en un capital político e identitario específico, en el cual las disputas, sentidos, tensiones, modos de vida y producción se ponen en juego. Son procesos de identificación colectivos que surgen a partir de la participación, del compartir experiencias, de ponerse en el lugar del otro, o de identificarse con aquellas personas que “viven lo que vivo yo”, y ello se expresa a través de los procesos de organización que se fueron dando a medida que las experiencias se desarrollaban. En tal sentido, las experiencias de precariedad desde la cual surgen los actores que forman parte de la economía popular forjaron sentidos de experiencias vividas, colectivizadas, insertas en un territorio, donde se ancla un pasado común, materializado, vivido, transitado y sufrido que les es común, y en tal sentido, se proyecta un futuro que está por vivirse y debe ser construido. Esta construcción colectiva de una nueva subjetividad tiene como correlato político la organización gremial y la construcción como espacio que discute sentidos desde los cuales debe hacerse política. Entendemos que el componente principal de esta discusión es el trabajo, el cual pasa de operar en los márgenes de la informalidad a ganarse (por lucha y voluntad propia) la legitimidad en tanto sector productivo y en tanto espacio sociocomunitario donde se comparte la vida misma con la de los demás. Por lo tanto, no solo es un espacio de participación productiva, sino un lugar donde convergen experiencias, narrativas, problemas y lucha en cada caso en particular, con cada trabajador que compone una unidad productiva. Estas experiencias heterogéneas, con el devenir, adquieren un carácter común que se pone de manifiesto. Porque el hecho de participar proyecta en los propios actores el carácter reivindicativo, poniendo en valor la experiencia propia y la de los demás en una expresión mancomunada (Di marco, 2023).
La generación de espacios colectivos de participación asociados a nuevas formas productivas permitió que estos actores pudiesen generar resortes económicos para hacer frente a la situación de vulnerabilidad en la cual se encontraban. Estos mecanismos fortalecieron los lazos de participación en el espacio de trabajo, lo que contribuyó a desarrollar estrategias económico-adaptativas colectivas que buscaban generar valor a fin de poder comercializar productos. Dicho esto, entendemos que la capacidad productiva -tanto en volumen de producto como en valor- de las dos experiencias que aquí analizamos no tuvieron ni tienen la capacidad suficiente para el autoconsumo ni para la producción de excedente significativo que permita a sus integrantes satisfacer sus condiciones materiales de vida.
En este sentido, el acceso a los medios de producción necesarios para generar mayor cantidad de producto de valor encuentra en estas experiencias en un límite físico, ya que una de las dificultades para acceder a ellos es la alta valorización de las tierras, que se ha reflejado en altas tasas de alquiler y la virtual imposibilidad de acceder a la compra, situación agravada por la falta de financiamiento, ya que predominan las altas tasas de interés, además de generación de políticas segmentadas y específicas para el sector. A ello se le ha sumado la creciente puja entre los usos productivos e inmobiliarios de la tierra (Castro, 2014), lo cual impacta considerablemente en la conformación y consolidación de unidades productivas de la agricultura familiar, pues, como hemos buscado destacar, la tierra resulta el principal medio de producción del que se debe disponer para producir.
Los procesos productivos participativos producción, consumo y comercialización de producto de valor generado (por lo general verduras de estación) por las unidades productivas de la agricultura familiar del distrito de Tigre están atravesados por la dinámica (histórica, socioeconómica, política, territorial y organizacional) en la que se constituyó la economía popular y particularmente la agricultura familiar inserta en esta. De este modo, los aspectos formales en cuanto a la caracterización o conceptualización del sector para su análisis no deben ser tomados como definiciones rígidas.
La participación con generación de valor dentro de las unidades productivas dispone de características específicas y se vinculan a diferentes tipos de contextos: territoriales, barriales, políticos, económicos y productivos que se asocian a los grados de participación que se generan al interior de cada una. Esta dinámica en la cual está inserto el sector reproduce distintos tipos de modelos de participación y, consecuentemente, su caracterización resulta compleja, puesto que atribuirle una característica común a las UP es reducir una dinámica compleja a un modelo simplista. En este caso vimos que, en un mismo distrito, dos UP (con relativa cercanía y articulación que responden a un mismo movimiento social) presentan particularidades disímiles una respecto de la otra, donde los procesos de participación, trabajo, comercialización y organización difieren entre sí. Por tal motivo, ante las definiciones y conceptualizaciones que revisamos sobre dicha temática, nos parece pertinente proponer una definición que reúna alguna de las características que ya revisamos, pero que la conecte (por la particularidad de nuestro caso) al vínculo político, territorial y con la comunidad, como una expresión popular reivindicativa que busca legitimarse y replicar sus prácticas en el territorio donde se involucra. A partir de lo analizado, consideramos que una posible conceptualización respecto de las unidades productivas de la agricultura familiar con las cuales trabajamos deberían entenderse como espacios de participación que varían en relación con la cantidad de actores involucrados; estas pueden ser de carácter familiar, vecinal, de militancia o asociación de hecho, donde se producen alimentos con baja inversión de capital y medios de producción, y en las que por lo general el producto que se obtiene se destina al autoconsumo o a la comercialización a pequeña o baja escala. En dicho sentido, la producción en estas UP se lleva a cabo en espacios de tierra reducidos en metros cuadrados (sean propios, prestados, arrendados, donados o del Estado) en relación o en contraposición con lo que es la producción agrícola a escala industrial. Dentro de las unidades productivas se establecen vínculos que sostienen su funcionamiento, los cuales están atravesados por relaciones que adquieren sentidos diversos, disputas territoriales, referenciales identitarios y vínculos políticos con diferentes grados de representación, que configuran nuevas formas asociativas de producción y participación con una marcada impronta reivindicativa.
Álvarez, M. I. F. (2016). Experiencias de precariedad, creación de derechos y producción colectiva de bienestar (es) desde la economía popular. Revista Ensambles, 4/5 Recuperado de: https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/102868
Arango, Y. A., Chena, P. I., y Roig, A. (2017). Trabajos, ingresos y consumos en la economía popular. Cartografías del sur, (6), 1-8. Recuperado de: https://undavdigital.undav.edu.ar/xmlui/handle/20.500.13069/1236
Battistini, O. (2004). Las interacciones complejas entre el trabajo, la identidad y la acción colectiva. El trabajo frente al espejo. Rupturas y continuidades en los procesos identitarios de los trabajadores. En O. Battistini (Ed.), Trabajo y subjetividad (pp. 23-44). Buenos Aires: Editorial Prometeo.
Busso, M. (2007). Trabajadores informales en Argentina: de la construcción de identidades colectivas a la constitución de organizaciones?: un estudio de la relación entre identificaciones sociales y organizaciones de trabajadores feriantes de la ciudad de La Plata, en los umbrales del siglo XXI (tesis de Doctorado). Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina.
Di marco, A.S. (2023). Relaciones políticas, económicas, y procesos identitarios y reivindicativos en escenarios de informalidad. Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, 32(2), 1-17. Recuperado de https://revistas.inapl.gob.ar/index.php/cuadernos/article/view/1522
Fraser, C. (2018). The influence of neoliberalism on ideas of what is “natural”: An analysis of ideas of nature in closed-gated and marginalized communities in Tigre Trabajo de estudio independiente, School for International Training. Recuperado de https://digitalcollections.sit.edu/isp_collection/2772
Frediani, J. C. (2009). Las nuevas periferias en el proceso de expansión urbana. Geograficando, 5 (5), 65-82. Recuperado de https://www.geograficando.fahce.unlp.edu.ar/article/view/GEOv05n05a05
Maldovan Bonelli, J. (2018). La economía popular: Debate conceptual de un campo en construcción (tesis de Maestría), Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, Ciudad de México, México. Recuperado de http://hdl.handle.net/11336/148203
Señorans, D., Fernández Álvarez, M. I. y Neveu, C. (2018). El derecho a la vida digna: Formas de militancia en la economía popular en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Tesis de Doctorado). Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina. Recuperado de https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/83053?show=full.
Sorroche, S. y Schejter, M. R. (2021). “Sigo siendo el mismo de siempre”: Imágenes de la clase obrera argentina en la construcción de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP). Revista Latinoamericana de Antropología del Trabajo, 5(10), 1-19. Recuperado de http://www.ceil-conicet.gov.ar/ojs/index.php/lat/article/view/822/727
Stein, N. S. (2021). Economía social y estado para enfrentar la emergencia alimentaria y la pandemia. La co-gestión de los circuitos de producción y distribución de alimentos. En Experiencias emergentes de la Economía Social en Iberoamérica (pp. 344-372). OIBESCOOP. Valencia, España. Recuperado de https://www.aacademica.org/natalia.stein/14
[3] Es un proceso entre el ser humano y la naturaleza, en el cual este controla, media y regula su metabolismo con la naturaleza. En él, el trabajador pone en movimiento su cuerpo, su fuerza, su cabeza (pensamiento), sus piernas y brazos, sus manos, etc., con el fin de apoderarse y transformar los materiales de la naturaleza de manera que sean útiles para su propia vida. Podemos decir, entonces, que el trabajo es una actividad guiada por el pensamiento que tiene por objetivo transformar la naturaleza y adaptarla a sus necesidades. Para llevarlo adelante, necesita determinados elementos que llamamos medios de producción; dentro de los cuales se encuentra el objeto de trabajo, que es aquello sobre lo que volcamos nuestra actividad; y los medios de trabajo, que son aquellas máquinas o herramientas de las cuales nos vamos a valer para realizar el proceso de trabajo (Marx, 1867).
[4] El Programa Nacional de Inclusión Socioproductiva y Desarrollo Local “Potenciar Trabajo” unifica a los programas Hacemos Futuro y Salario Social Complementario en una única iniciativa. Tiene como objetivo contribuir a mejorar el empleo y generar nuevas propuestas productivas a través del desarrollo de proyectos socioproductivos, sociocomunitarios, sociolaborales y la terminalidad educativa, con el fin de promover la inclusión social plena para personas que se encuentren en situación de vulnerabilidad social y económica. Está destinado a aquellas personas físicas que se encontraban bajo los programas “Hacemos Futuro” y “Proyectos Productivos Comunitarios”. El programa “Potenciar Trabajo” unifica en esta iniciativa a todas y todos sus titulares, los cuales podrán optar por cumplir su contraprestación con alguno de esos proyectos.