0000-0001-7830-4264 Lucila Gómez Vázquez[1]
Science communication in Tecnópolis: An approach from the socio-historical context and our trajectories in Anthropology
Divulgação científica em Tecnópolis: Um olhar a partir do contexto sócio-histórico e das nossas trajetórias na Antropologia
Tecnópolis, el parque temático científico-tecnológico más destacado de Latinoamérica, se ha consolidado como un centro crucial para la divulgación y promoción de la cultura científica en la región. Desde su apertura en 2011, ha experimentado transformaciones continuas, influenciadas por las políticas públicas de diversos gobiernos. Este entorno cambiante ha sido caracterizado por la alternancia entre administraciones que promueven activamente la ciencia y la tecnología, y aquellas que adoptan un enfoque neoliberal, lo cual tiene un impacto directo en su gestión y funcionamiento. Más allá de su estructura física, definimos al parque como un espacio practicado (De Certeau, 1996) en constante redefinición, enriquecido con un profundo significado cultural e histórico. Siguiendo la perspectiva de Elsie Rockwell (2011), entendemos que este lugar también opera como un intersticio donde los y las visitantes, a través de sus interacciones cotidianas, se apropian, resisten y desafían las normativas establecidas. En consecuencia, la identidad en constante cambio del entorno influye directamente en las prácticas educativas y de divulgación que se llevan a cabo en sus instalaciones.
En este contexto fluctuante, la Facultad de Filosofía y Letras (FILO) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), a través de la carrera de Ciencias Antropológicas, ha establecido una presencia destacada en Tecnópolis. Estudiantes avanzados/as y recién graduados/as han participado activamente como divulgadores/as en exposiciones como “Futur@s Científic@s”, “Los caminos de la ciencia”, dependientes del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y, recientemente, “Identidades sin límites: Un viaje de Humanidad”. En este artículo, estructurado en tres secciones interrelacionadas, exploraremos diversos aspectos de nuestra práctica como divulgadoras científicas durante la edición de invierno de 2022. Desde la perspectiva de estudiantes avanzadas en Arqueología y Antropología Social, primero contextualizaremos cómo las políticas educativas, científicas y técnicas han influenciado la generación de conocimiento y la formación de futuros científicos en Argentina, abordando tanto los logros como los desafíos bajo distintas administraciones ideológicas. Posteriormente, analizaremos nuestra experiencia utilizando el concepto de liminalidad de Víctor Turner (1988), enfatizando la flexibilidad y complejidad de nuestro rol como divulgadoras. Este enfoque nos permitirá entender de qué modo navegamos entre nuestra formación académica y la práctica profesional, adaptando y reformulando constantemente nuestros conocimientos. Finalmente, a través de la transposición didáctica (Cerletti, 2008) y la teoría de los intersticios, explicaremos cómo se transforman, problematizan y reconstruyen los contenidos de las exposiciones relacionadas con nuestra disciplina, examinando las manifestaciones de apropiación, resistencia y subversión en este entorno educativo no formal.
En el presente trabajo buscamos responder varias preguntas clave: ¿cuáles son las particularidades de la formación en Antropología en Tecnópolis? ¿Cómo afectan las disputas simbólicas del espacio a la enseñanza de la antropología? ¿Qué herramientas son necesarias para que los/as estudiantes enfrenten las particularidades de este parque? En última instancia, nuestro objetivo es recuperar y reflexionar sobre nuestra propia experiencia como divulgadoras científicas y estudiantes avanzadas, con el fin de comprender el potencial de Tecnópolis como un espacio de formación en antropología. A lo largo de nuestras prácticas, hemos identificado mecanismos de apropiación, resistencia y subversión en un entorno educativo no formal particular, dentro de un contexto político dinámico. A través del estudio de los intersticios de nuestras interacciones con el público y este entorno educativo particular, nos proponemos comprender mejor las dinámicas de poder, las relaciones sociales y las identidades que emergen y se negocian allí mismo.
La metodología empleada en este estudio se fundamentó en un enfoque etnográfico y cualitativo que exploró aspectos cotidianos, contradictorios y conflictivos de los procesos sociales (Rockwell, 2009). En consecuencia, nuestro análisis busca analizar dicho corpus siguiendo algunas de las operaciones analíticas propuestas por Rockwell (2009): (a) interpretar las prácticas discursivas y no discursivas de los y las visitantes que asistieron a la exposición de antropología en el parque; (b) reconstruir las redes de relaciones que conforman el entramado social en el que participamos -incluyendo vínculos entre estudiantes, docentes, público general y escuelas primarias y secundarias, entre otros-; (c) contextualizar nuestras observaciones a partir del trabajo de campo realizado; y (d) compartir y discutir nuestras observaciones e interpretaciones con las personas involucradas. Es importante destacar que nuestro análisis se entrelaza con nuestras propias experiencias educativas en la carrera, las cuales son inseparables del proceso de investigación. Por lo tanto, las interpretaciones desarrolladas aquí están estrechamente ligadas a nuestra posición como estudiantes universitarias que trabajan dentro de esta institución (Menéndez, 2010).
Al analizar las condiciones que promueven la generación de conocimiento científico en las muestras “Futur@s Científic@s” e “Identidades sin Límites: Un viaje de Humanidad” dentro de Tecnópolis, es crucial situarlas en el marco sociohistórico de las políticas educativas, científicas y técnicas de Argentina. Esta contextualización no solo facilita la comprensión de las muestras, sino que también se entrelaza con nuestras trayectorias como estudiantes e investigadoras en formación. Esto nos permite identificar continuidades y cambios en el contexto político y económico. Aunque no pretendemos realizar una narrativa histórica exhaustiva, creemos necesario resaltar algunas características clave de las últimas dos décadas, relevantes para entender el actual escenario de desfinanciamiento de las políticas destinadas a la ciencia, el arte y la tecnología. Este análisis sociohistórico nos permitirá comprender de qué modo las políticas públicas han influido en la formación de futuros/as científicos/as y en la generación de conocimiento en el país.
En el contexto global actual, donde la Ciencia y la Tecnología (CyT) se destacan como motores del desarrollo, América Latina ha reconocido su importancia crucial para el crecimiento regional (Fernández Polcuch, Bello y Massanari, 2016). Un momento decisivo en la historia de la ciencia y la tecnología en Argentina fue el año 2003. La presidencia de Néstor Kirchner (2003-2007) marcó el inicio de un período de valorización de estas áreas como estrategia de desarrollo nacional, que revirtió la tendencia de la década de 1990 (Emiliozzi, 2012). Desde 2004, se observó un “inédito proceso de incremento de los fondos destinados al área” (Unzué y Emiliozzi, 2017, p. 18), canalizados principalmente a través del CONICET. Esto permitió la reintroducción de la carrera de investigador científico y la creación de becas doctorales, que aumentaron un 387% en una década (Unzué, 2011). En 2007, durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), se estableció el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación (MINCyT), que previamente formaba parte del Ministerio de Educación. Este nuevo organismo, en colaboración con el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), implementó el “Plan de Fortalecimiento de la Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación en las Universidades Nacionales”. Además, se fundaron cinco nuevas universidades nacionales en la provincia de Buenos Aires, que ayudaron a consolidar la educación pública, gratuita y de calidad como política de Estado (Mancusi, 2022). El presupuesto asignado a la educación, ciencia y tecnología experimentó un crecimiento significativo durante este período, que subrayó el compromiso del gobierno argentino con el desarrollo de estas áreas.
Durante la década de 2010, se inauguró en el país un espacio singular conocido como Tecnópolis. Más que un parque temático convencional, fue concebido como “una política pública inclusiva, masiva, igualitaria y popular que facilita el acceso democrático al conocimiento y la cultura” (Institucional de Tecnópolis, s.f.)1. Su origen se remonta al año 2010, durante las celebraciones del Bicentenario de la Revolución de Mayo de 1810, bajo la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner. Ese mismo año, se aprobó y puso en marcha el Decreto de Ley N.º 2110/2010, cuyo objetivo principal, según el Artículo 2, fue promover, difundir, desarrollar e innovar continuamente en la ciencia, el arte y la tecnología. En 2011, Tecnópolis se consolidó como un destacado centro multidisciplinario. Operando exclusivamente de julio a octubre, ofrecía una amplia variedad de actividades participativas, entre las que se incluían eventos, zonas de juegos interactivos, un tren interno, áreas deportivas y stands para la divulgación científica. El objetivo de Tecnópolis ha sido acercar el conocimiento a la sociedad de manera lúdica y participativa, y democratizar el acceso a la cultura a través de una entrada libre y gratuita. A través de exposiciones, talleres y otras actividades, los y las visitantes adquieren conocimientos en estas áreas y además colaboran activamente en la construcción de significados y en la reinterpretación del espacio.
Ubicado en lo que fue el Regimiento de Villa Martelli, en la provincia de Buenos Aires, Tecnópolis ha sido reconstruido y resignificado (Vázquez, 2016). Para su creación, se traspasaron 50 hectáreas de las tierras de la Gendarmería Nacional al ámbito del Estado nacional (Decreto 1809/2011). Este lugar, utilizado como centro de detención durante la última dictadura cívico-militar, funcionó como punto de tránsito para personas secuestradas en el Centro Clandestino “El Vesubio”. Desde su gestión inicial hasta la actual, se ha llevado a cabo un “Proyecto de Recuperación de la Memoria”, abordado tanto de manera directa como indirecta. En un sentido más amplio, el parque se configura no solo como un espacio de memoria colectiva (Halbwachs, 2004), donde se preserva y transmite conocimiento, sino también como un espacio practicado (De Certeau, 1986), reconstruido y resignificado a través de las acciones, vivencias y relaciones de sus habitantes (Vázquez, 2016). Al analizarlo como un entorno de enseñanza y aprendizaje, nos basamos en la perspectiva teórica de Michel de Certeau (1996), quien distingue entre espacios planificados por élites con objetivos específicos -como la difusión científica y tecnológica, la conservación de la memoria histórica y la promoción de la educación y la cultura- y espacios apropiados y reinterpretados por sus usuarios, que se destacan por su dinamismo y capacidad de adaptación. Esta capacidad de apropiación es fundamental para entender el papel del parque, que trasciende la mera planificación gubernamental. Aunque su origen refleja una visión específica de las autoridades, el sitio ha sido reinterpretado y resignificado por sus visitantes a través de sus interacciones diarias y prácticas cotidianas, que enriquecen así notablemente la historia inherente al lugar. Asimismo, partimos de la premisa de que Tecnópolis se configura como un espacio que trasciende lo físico. Es un lugar con un significado cultural e histórico que “es y no es”, es decir, que posee una identidad propia en constante transformación y resignificación. Esta transformación impacta directamente en las prácticas de divulgación y docencia que allí se desarrollan.
La historia de Tecnópolis ilustra claramente cómo los cambios en la administración gubernamental moldean las políticas públicas. Durante la presidencia de Mauricio Macri (2015-2019), experimentó una transformación que reflejó una reestructuración profunda bajo la influencia de la gubernamentalidad neoliberal. Esta transformación suscitó un extenso debate sobre el rol del Estado, la asignación de fondos públicos, la democratización cultural y científica, y la propia concepción del parque como un espacio destinado a facilitar el acceso democrático al conocimiento y la cultura. Las consecuencias de esta transformación fueron diversas. Se introdujeron nuevas áreas con propósitos lucrativos -como tiendas y restaurantes-, mientras que el mantenimiento general de las instalaciones se deterioró. Además, se redujo el presupuesto, se cerraron programas educativos y aumentó el enfoque en aspectos comerciales, lo que afectó negativamente la divulgación científica (De Gatica y Pogré, 2018). En consecuencia, se priorizó la gestión privada, se incrementaron los shows y eventos pagos en detrimento de las actividades públicas y gratuitas, especialmente las percibidas como “partidarias”. Este enfoque también se reflejó en una menor diversidad de actividades, lo que resultó en áreas desocupadas. Un ejemplo significativo fue la eliminación del área “El maravilloso mundo de Zamba”, destinada a las infancias, debido a su asociación con una ideología considerada propagandista.
La transformación del parque tuvo un impacto negativo significativo en el acceso al conocimiento, que afectó a los y las habitantes locales, estudiantes y divulgadores/as científicos/as que utilizábamos Tecnópolis como un espacio relevante para nuestra formación. Los recortes presupuestarios llevaron a una notable disminución de la participación universitaria en el predio (Tacca, 2023). Desde nuestra perspectiva como divulgadores/as científicos/as, esta transformación no solo representó un obstáculo para la construcción de un conocimiento disciplinar propio, sino que también limitó las oportunidades de acceso a prácticas educativas cruciales para nuestro campo de estudio.
Con el triunfo de Alberto Fernández (2019-2023) y Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones de 2019, Argentina inició un nuevo capítulo, caracterizado por políticas de mayor inversión en ciencia, tecnología y educación. En este marco, Tecnópolis retomó su rol protagónico como espacio de divulgación científica y tecnológica, mediante el que se buscó revitalizar su esencia original. Sin embargo, el escenario no era sencillo. El sistema científico, tecnológico y educativo del país estaba debilitado por las políticas de ajuste del gobierno anterior, además de la crisis económica generalizada y las devastadoras consecuencias de la pandemia de COVID-19. Frente a este panorama desafiante, el parque demostró una notable capacidad de adaptación y reconfiguración interna. En 2020 y 2021, se puso al servicio de la comunidad, y fue transformado en un lugar de contención y apoyo durante la emergencia sanitaria. Inicialmente, sirvió como alojamiento para pacientes con COVID-19 leves, donde se brindaba asistencia y un ambiente seguro en un contexto crítico (Adissi y Ferrero, 2022). Posteriormente, se convirtió en un centro de vacunación fundamental para los partidos aledaños, que contribuyó a la campaña de inmunización contra el virus (Díaz y Márquez, 2021).
Tras superar la crisis sanitaria y con un renovado impulso hacia su recuperación, reabrió sus puertas al público en 2022 bajo el lema “Tecnópolis Verano 2022: Un viaje a través del tiempo”. Esta nueva etapa se caracterizó por una profunda renovación del parque, que incluyó la mejora y actualización de los stands existentes, muchos de los cuales mostraban un considerable deterioro. Las exposiciones permanentes -como el stand vinculado a temáticas antropológicas- fueron rediseñadas y añadieron recursos interactivos con los cuales se fomentaron nuevas lecturas y resignificaciones del espacio museístico. Además de revitalizar las exposiciones previamente existentes, Tecnópolis incorporó novedosas áreas temáticas, como la dedicada a la figura de San Martín en «El Maravilloso mundo de Zamba». Esta propuesta buscó recuperar un personaje emblemático del parque y revalorizar la historia argentina, al ofrecer a los y las visitantes un espacio para reflexionar sobre la memoria y la identidad nacional.
En línea con la visión de Federico Vasen (2012), que considera Tecnópolis como una “intervención política sobre el presente” (p. 102), este espacio está en un proceso de reafirmación, exhibiendo logros parciales y buscando legitimidad para su futuro desarrollo. Sin embargo, el panorama actual es incierto debido al recrudecimiento de las políticas neoliberales bajo la administración de Javier Milei. El personal continúa elaborando actividades y contenidos que reflejan la política del gobierno anterior, como las conmemoraciones del 24 de marzo, que promueven la democratización del arte, la ciencia y la tecnología. Un ejemplo de esta resistencia es la implementación de actividades recientes en las redes sociales, que han buscado visibilizar la labor y las funciones del personal en respuesta al discurso oficial que califica a los empleados estatales como “ñoquis”. Más recientemente, en este contexto de vaciamiento del Estado, la Secretaría de Cultura, dirigida por Leonardo Cifelli, ha suspendido las actividades educativas y culturales en curso, y anunció que solo habría “programación privada” durante las vacaciones de invierno de 2024 (Página 12, 10 de julio de 2024). Además, se han intensificado los rumores sobre la posible venta de los terrenos para desarrollar un proyecto inmobiliario, lo que contrasta con la imagen representativa de Tecnópolis como un sitio dedicado al conocimiento y al desarrollo científico-tecnológico. En este escenario de tensiones, el parque se convierte en un campo de batalla simbólico (Bourdieu, 1991), donde se disputan las formas de entender el futuro de la nación, el desarrollo científico y la memoria colectiva en relación con la soberanía nacional. Los simbolismos heredados y futuros de las políticas de gobernabilidad se entremezclan, y así configuran y redefinen constantemente los espacios para la formación en y de antropología.
Desde 2013, FILO ha mantenido una activa participación en Tecnópolis, y se consolidó como un actor fundamental en la difusión científica y la promoción del conocimiento dentro de este lugar emblemático. Esta participación se enmarca en un programa de extensión a cargo de la Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil (SEUBE), que ofrece a estudiantes próximos a graduarse y a recién graduados/as la oportunidad de realizar prácticas preprofesionales en el ámbito de la comunicación científica. Asimismo, el vínculo entre FILO y el parque se ha extendido a la formación docente de los y las estudiantes del Profesorado en Enseñanza Media y Superior en Ciencias Antropológicas, quienes tienen la posibilidad de realizar sus prácticas docentes y desarrollar proyectos de enseñanza en el marco de la materia Didáctica Especial. Diversas producciones han retomado sus experiencias didácticas en Tecnópolis desde un enfoque mayormente etnográfico (véase, por ejemplo, Delmonte Allasia, Garibotti, Casalderrey Zapata, Spengler y Ruffa, 2016; Elichiry, Rouan Sirolli y Salerno, 2024; Funes, San Miguel y Míguez Palacio, 2021; La Rocca, 2023; Míguez Palacio, Funes y San Miguel, 2022), que evidencian este espacio como un escenario de aprendizaje y reflexión pedagógica.
Inicialmente, la vinculación entre FILO y Tecnópolis se materializó en la exposición de Antropología y el stand de “Futur@s Científic@s” de CONICET durante los años 2013-2019. Esta exposición, dividida en áreas disciplinares de Etnografía, Arqueología y Evolución Humana -compartido con la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA-, se complementaba con espacios externos como una réplica del Shincal de Quimivil y un ushnu (Tacca, 2023). A raíz de la pandemia de COVID-19, el parque suspendió sus actividades en 2020. No obstante, tras su reapertura en 2021, la edición de 2022 representó un nuevo hito para FILO: la inauguración de la exposición “Identidades sin Límites: Un viaje de Humanidad”, organizada por el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MINCyT). Esta nueva exposición constituyó un espacio de convergencia para la arqueología, la historia y la antropología, ya que ofrecía un recorrido enteramente guiado por divulgadores/as, que abarcaba temas relacionados con la hominización, la evolución, el comportamiento simbólico, el poblamiento americano y ejemplos de grandes sociedades prehispánicas de América, con un enfoque particular en Argentina (véase Ares y Espósito Prieto, 2023; La Rocca, 2023; Tacca, 2023). Si bien algunos de estos temas ya habían sido tratados en la muestra de “Evolución”, en aquella se privilegiaba un recorrido autoguiado, donde la asistencia de un guía era opcional y, en ocasiones, no se requería (Conforti, Chaparro, Mariano y Díez Fernández-Lomana, 2017).
El recorrido de la nueva exposición estaba estructurado en diversas secciones. La primera, titulada “Ancestralidades”, buscaba comprender la evolución de la humanidad y su desplazamiento por la tierra, y permitía una conexión empática con esa naciente humanidad. Luego, la sección “América Compleja” relacionaba, a través de un eje latitudinal, el pasado y el presente de las poblaciones indígenas y afroamericanas. Este recorrido utilizaba recursos visuales y auditivos, como ilustraciones, mapas, videos, sonidos, luces y maquetas, para ofrecer experiencias inmersivas y enriquecedoras. Finalmente, en la sala “Argentina Diversa”, se abordaban temas como la migración, la cultura y la historia reciente del país, especialmente en relación con la última dictadura cívico-militar. Esta sección concluía con actividades lúdicas que explicaban aspectos de la identidad argentina mediante juegos y mapas.
En este contexto, el diálogo interdisciplinario fomentaba reflexiones en el imaginario de los y las espectadores/as, al invitarlos/as a considerar preguntas como: ¿de dónde venimos? ¿Qué nos define como seres humanos? ¿Cómo hemos llegado al presente? Estos interrogantes encuentran en la antropología y en la historia las herramientas necesarias para comprender las trayectorias de la vida en el pasado (Rockwell, 2009, p. 145). Por otro lado, la muestra “Futur@s Científic@s”, organizada por el área del CONICET, tenía como objetivo simular el “juego de la vida”, enfocándose en la trayectoria de una persona después de completar una carrera universitaria y los pasos necesarios para su inserción en el sistema científico argentino. La primera estación, denominada “Los caminos de la ciencia” y gestionada por estudiantes de Antropología y Arqueología, iniciaba la visita guiada del recorrido. Luego se continuaba por diversas estaciones, cada una de las cuales representaba las distintas áreas de investigación del CONICET: Ciencias Exactas y Naturales, Ciencias Sociales y Humanidades, Ciencias Agrarias, Ingeniería y Materiales, Ciencias Biológicas y de la Salud, y Tecnología. En estas estaciones se presentaban ejemplos específicos de disciplinas como Arqueología, Paleontología, Biología e Ingeniería, explicando los enfoques y métodos propios de cada área. El propósito de la muestra era profundizar en preguntas clave del público, tales como: ¿Qué es el CONICET? ¿Quiénes componen el CONICET? ¿Cuáles son las grandes áreas de investigación? y ¿Cómo se hace ciencia en Argentina?
Una de las reflexiones centrales que emerge de nuestra experiencia en Tecnópolis está relacionada con la sensación de liminalidad, un concepto que Víctor Turner (1988) explora en su estudio sobre los ritos de pasaje. Estos ritos de transición, que se basan en los aportes de Arnold Van Gennep (1960), representan un cambio de estado o situación en los individuos. Los ritos de transición asumen tres instancias. La primera etapa, la separación, alude al desprendimiento del individuo de su grupo social habitual. La segunda etapa, el margen o umbral, al ser un estado intermedio donde se manifiesta la liminalidad, se trata de un estado transitorio o pasajero caracterizado por la ambigüedad en un momento de transición, situado entre dos estados. Por último, el tercer momento es la reincorporación, que marca el regreso del individuo al grupo una vez culminado el rito.
A lo largo de nuestra participación como divulgadoras en Tecnópolis, hemos encontrado similitudes con las distintas etapas que caracterizan los ritos de separación, margen y reincorporación. Nuestra posición como estudiantes avanzadas que asumían el rol de divulgadoras nos ubicó en una situación particular. Por un lado, experimentamos la separación respecto del entorno universitario, para situarnos como divulgadoras dentro de las exposiciones. Este nuevo espacio está lejos de asemejarse a un aula con sus sillas, escritorios, pizarrones, estudiantes y profesores/as; más bien está caracterizado por una circulación fluida, grandes carteles con infografía llamativa, sonidos, maquetas, visitantes de distintas edades y divulgadores/as que protagonizan la exposición. Sumado a esto está la separación del intercambio de los saberes académicos, dejando atrás los artículos científicos y las conferencias, para apoyarnos en el guion proporcionado y en el material audiovisual para cada visita guiada.
En ocasiones nos enfrentamos a preguntas que sobrepasaban nuestro bagaje de conocimientos en ese momento y podían llevarnos a momentos incómodos. Estos momentos, en los cuales identificamos la fase del margen o umbral, nos llevaron a adoptar una postura de aprendizaje constante, incluso a revisar los guiones que nos ofrecieron y a consultar bibliografía específica. Es precisamente acá donde reconocemos la sensación de liminalidad, que nos ubicó en un estado de transición entre la formación disciplinar y la práctica profesional, caracterizado por la ambigüedad, la fluidez y la desestructuración. Tecnópolis representó no solo un espacio para poner en práctica los conocimientos adquiridos en la universidad, sino también un escenario de aprendizaje continuo. En este sentido, la interacción con un público diverso, con una amplia variedad de intereses, y la necesidad de adaptar el mensaje a diferentes niveles de conocimiento nos desafió a reflexionar sobre nuestras propias prácticas y a buscar nuevas estrategias de comunicación. Esta sensación liminal nos permitió desaprender algunos de los modelos de comunicación aprendidos en el ámbito académico y reaprender a partir de la interacción directa con el público. La necesidad de conectar con personas con diferentes trayectorias y niveles educativos nos obligó a ser flexibles, creativas y a adaptar nuestro lenguaje a las necesidades específicas de cada audiencia.
Esta experiencia nos permitió desdoblarnos y reincorporarnos, pero en el papel de formadoras y comunicadoras científicas. Esta doble función adquirió relevancia en Tecnópolis, un espacio que, aunque no es un ámbito formal, busca complementar la educación tradicional divulgando saberes académicos a un público heterogéneo y no especializado. Algunos recorridos presentaban momentos de incertidumbre en los que nos vimos tentadas a responder con un simple “no sé”. Sin embargo, en lugar de quedarnos ahí, utilizamos esas situaciones como una oportunidad para profundizar en nuevas temáticas y ampliar nuestra base de conocimientos, y esto nos permitió ofrecer respuestas más precisas y completas en siguientes visitas guiadas. En este contexto de aprendizaje continuo, nuestra experiencia previa rindiendo exámenes finales orales resultó ser una herramienta invaluable. La dinámica de estas evaluaciones, que exigen una exposición clara y concisa de información frente a docentes, nos ayudó a obtener las herramientas necesarias para superar el miedo escénico y desenvolvernos con soltura frente a los y las visitantes del parque. En este sentido, Tecnópolis se nos presentó como un laboratorio de experimentación donde pudimos poner a prueba nuestras habilidades comunicativas, desarrollar nuevas estrategias de divulgación y reflexionar sobre el papel de la ciencia en la sociedad.
Otro aspecto que nos interesa destacar de nuestra práctica reside en la enseñanza y su particular inserción en este espacio. Cada visita guiada se caracteriza por su unicidad y contextualización, y por las características propias de este escenario, sus muestras y divulgadores. En este marco, la enseñanza asume un rol doble: como parte de un trabajo colectivo e interdisciplinario, que transforma tanto a los/as visitantes como a los/as divulgadores, quienes, en su mayoría estudiantes, guían a grupos de diversos niveles educativos (primaria, secundaria, terciaria y público general) por las exposiciones. En este proceso, la comunicación efectiva y la adaptación a diferentes públicos son claves para lograr un aprendizaje significativo. Nuestra experiencia en la muestra “Identidades” ejemplifica este enfoque. A pesar de contar con momentos de trabajo individual durante los recorridos, la interacción constante con nuestros/as compañeros/as enriqueció enormemente la experiencia. Los y las estudiantes aportaban desde sus propias trayectorias formativas (Antropología, Arqueología, Historia, Geografía, Filosofía, Artes) y bagaje en ediciones previas en Tecnópolis. Este intercambio de saberes fue fundamental para brindarle al público una experiencia integral y enriquecedora. Esto último nos llevó a considerar que nuestra práctica en el parque presentaba algunas características similares a los ritos de pasaje. Los recorridos guiados, con sus momentos de ambigüedad y transición entre diferentes roles y conocimientos, generan una transformación, no solo en las personas asistentes, sino también en quienes divulgan. Esta transformación se manifiesta en el desarrollo de habilidades de comunicación, trabajo en equipo y pensamiento crítico, así como en una mayor comprensión del rol de la ciencia y la tecnología en la sociedad.
En este ejercicio reflexivo, nos embarcamos en un análisis detallado del continuo flujo de nuestra experiencia como divulgadoras científicas en Tecnópolis. A través de la observación y la interacción con el público asistente -grupos escolares, familias, personas mayores, entre otros- y con nuestros/as compañeros/as estudiantes, exploramos los procesos sociales y políticos que impregnan nuestras prácticas de transposición didáctica (Cerletti, 2008). La transposición didáctica -entendida como la práctica que permite transformar, problematizar y reconstruir contenidos para convertirlos en objetos de enseñanza- adquiere una dimensión particular en el parque. El escenario gubernamental actual -marcado por la incertidumbre- y nuestra participación como divulgadoras en espacios cargados de significaciones políticas y sociales nos interpelan a buscar alternativas viables para reflexionar sobre nuestra práctica.
Como se indicó previamente, dentro del ámbito de la formación en antropología, Tecnópolis se destaca como un espacio singular y en constante resignificación. Este entorno de formación no formal posibilita identificar intersticios donde, a través de diversas actividades interactivas y educativas, los sujetos heterogéneos apropian, resisten y subvierten las situaciones generadas por el mundo contemporáneo. No es posible comprender plenamente el vínculo entre lo que se enseña y lo que se aprende en antropología desde la divulgación sin examinar cuidadosamente lo que acontece en los intersticios del quehacer cotidiano en los stands del parque. Estos espacios, al filtrarse en contextos más estrechos, adquieren significancia como lugares de resistencia, apropiación y subversión, lo cual permite explorar los procesos sociales constitutivos de la realidad social. Elsie Rockwell (2011) propone una perspectiva que invita a observar y comprender los procesos sociales que configuran la realidad a través de las “ranuras, resquicios, cortes o incisiones”. Es hacia estos intersticios donde debemos mirar para conocer y sopesar los procesos sociales que configuran la realidad social (Rockwell, 2011, p. 1). La autora enfatiza la importancia de analizar estos momentos y lugares donde se manifiestan prácticas de resistencia y subversión, y esto posibilita una comprensión más profunda de las dinámicas sociales en juego.
En este espacio de educación no formal, podemos reflexionar sobre los intersticios de la vida cotidiana, y contemplar cómo nuestras prácticas de transposición didáctica han revelado diversos mecanismos de apropiación, resistencia y subversión. Estos elementos se manifiestan de manera particular durante las interrupciones, coexistiendo y fluctuando en predominancia según el momento. En ciertos instantes, uno de estos mecanismos puede prevalecer sobre los otros, mientras que en otros se establece un equilibrio entre ellos. Este vaivén constituye los nodos cruciales de las experiencias educativas. En los párrafos siguientes, analizaremos en detalle cómo se manifiestan estos mecanismos en este entorno educativo particular, proporcionando ejemplos específicos y discutiendo las implicaciones de nuestras observaciones para un mejor entendimiento de las dinámicas de poder y resistencia presentes en nuestras interacciones didácticas.
Durante nuestras visitas guiadas, hemos observado que adultos/as, jóvenes y niños/as a menudo interrumpen el orden y el discurso museístico establecido para compartir sus propias memorias y prácticas cotidianas relacionadas con su identidad. Este fenómeno ilustra claramente el concepto de apropiación descrito por Rockwell (2011). Según Rockwell, en contextos educativos, los niños, niñas y adolescentes se apropian de los elementos del entorno escolar, los adaptan a sus propias necesidades, intereses y perspectivas. Este proceso implica una reinterpretación y resignificación de los contenidos y espacios educativos, que genera nuevos significados y usos que pueden diferir de los originales.
En el marco de nuestra experiencia en Tecnópolis, este fenómeno se evidenció claramente durante la exposición “Identidades sin Límites: Un Viaje de Humanidad”, particularmente en la sección “América Compleja”, la cual -como se indicó previamente- busca conectar el pasado y el presente de las poblaciones indígenas y afroamericanas. Sin embargo, los y las visitantes frecuentemente interrumpían a la guía para relacionar las exhibiciones con sus propias vivencias. Por ejemplo, al tratar sobre Tiwanaku -un estado andino preincaico en el Altiplano de Bolivia- algunos/as espectadores/as nos comentaban: “Yo conozco ese lugar, mi familia es de ahí” o “Esa casa es parecida a la que viven mis parientes”. De manera similar, en la sección sobre las rastrilladas indígenas del siglo XIX en la provincia de La Pampa, otras personas nos relataban historias de sus abuelos y abuelas sobre caminos que conectaban distancias en aquella zona. Estas interrupciones, además de desviar el curso de nuestras guías, también abrían nuevos diálogos y oportunidades para el intercambio de saberes. Al utilizar la memoria como un medio para reinterpretar y resignificar los contenidos estáticos de la exposición, los y las asistentes transformaban el discurso museístico, integrando sus propias experiencias y perspectivas en la narrativa presentada. Este proceso de apropiación ejemplifica cómo los sujetos reconfiguran el contenido de la exposición, y así enriquecen la experiencia museística con sus vivencias personales.
En otra ocasión, al inicio del recorrido, mientras una de nosotras explicaba la parte de la guía relacionada temáticas vinculadas a la evolución humana, un visitante interrumpió abruptamente el discurso para cuestionar la veracidad de la información presentada, basándose en sus propias creencias. Adoptó una postura desafiante, con los brazos cruzados, lo que generó una notable tensión entre el guion preestablecido y el rol de la divulgadora que conducía la visita. Para abordar esta situación, se explicó que toda la información expuesta en el stand está basada en los aportes de disciplinas como la Arqueología, Paleoantropología, Antropología e Historia, todas ellas regidas por el método científico. En esta situación, la resistencia, según Rockwell (2011), se refiere a las formas en que las personas expresan su autonomía y desafío frente a las normas y expectativas impuestas por instituciones culturales y educativas. Esto se manifiesta en momentos y lugares específicos donde los individuos actúan de manera diferente a lo esperado, revelando y alterando las relaciones de poder establecidas. La resistencia incluye acciones que van desde la transgresión de normas hasta la afirmación de la propia identidad y autonomía, utilizando el cuerpo y el comportamiento como medios de expresión y resistencia contra las disposiciones hegemónicas. Este hecho nos lleva a subrayar la importancia de reconocer y respetar la diversidad de saberes y perspectivas del público, pero también nos invita a reflexionar sobre la necesidad de tomarse el tiempo para contextualizar la muestra adecuadamente; el stand en el parque científico, comentar qué vamos a ver y preguntar si cuentan con nociones previas sobre la temática en cuestión.
A lo largo de una visita guiada destinada al público general, especialmente a familias durante un fin de semana, una mujer que luego se identificó como perteneciente a un pueblo originario interrumpió abiertamente el discurso del museo para expresar su descontento con la exhibición. Ella señaló que la muestra, organizada en secciones que abarcan desde el proceso de hominización hasta el tiempo presente, presentaba una idea de progreso lineal. Esta narrativa, reflejada en la disposición espacial de la exposición, sugería que las comunidades indígenas eran representadas únicamente como “otros” en el tiempo (Briones, 1996), lo cual dificultaba el reconocimiento de su agencia en el presente. Estas acciones pueden interpretarse como formas de subversión, conforme con la propuesta de Rockwell (2011). En este escenario, la subversión se refiere a las prácticas y acciones empleadas por las personas -tanto en el ámbito educativo como en otros contextos- para resistir y desafiar las estructuras de poder establecidas. Estas acciones no constituyen meros actos de rebeldía; a su vez implican la capacidad de transformar las dinámicas de poder existentes y reivindicar la autonomía. La intervención subversiva revela cómo la mujer, además de cuestionar la narrativa hegemónica del museo, intentó reconfigurar el guion discursivo para incluir las voces y perspectivas de los pueblos indígenas en el presente. Al desafiar la presentación lineal de la historia, la subversión se convierte en un acto de resistencia que cuestiona el poder y busca una transformación significativa de las estructuras narrativas y sociales.
Es importante subrayar que Tecnópolis trasciende la idea de ser un simple espacio intersticial; se configura como un lugar en el que se reflejan y convergen múltiples perspectivas, intereses y voces. Esta variedad, resultado de la interacción entre diferentes actores, agendas y discursos gubernamentales, influye en la configuración espacial del parque, creando un entorno multifacético donde la inclusión de diversas voces es ineludible. Por lo tanto, afirmamos que Tecnópolis, con su heterogeneidad de actores, intereses políticos, económicos y sociales, así como los cambios de gobierno y el diálogo interdisciplinario entre distintos campos científicos, se convierte en un escenario donde es indispensable integrar una amplia gama de perspectivas. Esta pluralidad, presente en las experiencias y enfoques que se entrelazan, proporciona un campo fértil para la divulgación en Antropología. Este entorno nos permite examinar las dinámicas de poder, las relaciones sociales y las identidades que se construyen y negocian allí. En conclusión, el parque no solo posee valor como un espacio de enseñanza y aprendizaje, sino que también funciona como un laboratorio social en el que se pueden observar y estudiar los procesos de apropiación, resistencia y subversión en acción, que permiten enriquecer nuestra comprensión de la realidad social contemporánea.
A lo largo de este trabajo, hemos explorado la dinámica cambiante de Tecnópolis como espacio de divulgación científica, tecnológica y cultural, para reflejar las tensiones y las políticas gubernamentales que han caracterizado a Argentina en las últimas dos décadas. A pesar de estas tensiones, Tecnópolis ha logrado mantener su presencia como un lugar en continua resignificación, donde se produce una constante interacción entre el lugar y las personas asistentes. En este sentido, el parque se erige como un “espacio practicado” en el sentido de De Certeau, donde la experiencia de las personas asistentes y estudiantes divulgadores/as juega un papel fundamental en la construcción y reinterpretación del predio. La continuidad de su agenda de actividades, incluso en contextos políticos adversos, como las ofertas en lo que va del 2024, reafirma el carácter democrático e inclusivo del parque.
Más allá de su rol como un lugar de divulgación, Tecnópolis se configura como un intersticio, un lugar de encuentro y confrontación de ideas, experiencias y perspectivas. En este ambiente dinámico y plural, se generan valiosas oportunidades de aprendizaje y formación, especialmente para los y las estudiantes de Antropología. Tecnópolis como intersticio no es un espacio de educación formal, pero vale decir que sí es un lugar donde se producen experiencias de aprendizaje y enseñanza tanto para visitantes como para divulgadores/as; al tiempo que es un punto de encuentro y de conflicto, donde se confrontan diferentes concepciones sobre la educación, la ciencia y la cultura. Al habitar estos intersticios, los y las estudiantes de Antropología podemos desarrollar una mirada crítica sobre la realidad social, necesaria para nuestra formación. Nuestra experiencia docente y de investigación en los stands, destinados a la divulgación de la antropología, la arqueología y la historia, nos permite afirmar que las posibilidades de la formación didáctica en y de antropología se amplifican al habitar los intersticios del parque. Enseñar antropología en este contexto ofrece herramientas para comprender nuestra historia, nuestro presente y cómo llegamos a donde estamos. Si bien transitar este tipo de lugares estuvo cargado de sensaciones de liminalidad, por nuestra situación de ser estudiantes avanzadas, ello no impidió que esta experiencia nos permitiera, por un lado, separarnos del ámbito estrictamente académico, sino que además nos llevó al encuentro con un público diverso y masivo interesado por las temáticas que abordamos y el cómo. En ese sentido, vale decir que, más que una práctica de formación, también se trata de un espacio para poner en práctica lo aprendido. Este espacio en constante reinterpretación y disputa nos invita a repensar las prácticas de enseñanza y aprendizaje, poniendo en diálogo la teoría y metodología antropológica con la experiencia concreta.
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