La entropía informacional y los agentes morales. Una lectura de 1984 de George Orwell desde la Ética de la información de Luciano Floridi
Informational entropy and moral agents. A reading of 1984 by George Orwell from Luciano Floridi’s Ethics of information
Recepción: 13 Abril 2021
Aprobación: 19 Noviembre 2021
Resumen: Este artículo consiste en una interpretación de la novela 1984 de George Orwell desde los conceptos de la Ética de la información de Luciano Floridi, quien argumenta a favor del rol del agente moral en relación a su contribución al crecimiento y fortalecimiento del entorno informacional de la Infosfera, pero, además, reconoce que cualquier acción que afecte negativamente a la Infosfera en su conjunto puede incrementar el nivel de entropía. Según nuestra investigación, en el ecosistema informacional de la sociedad de Oceanía en 1984, el rol del agente moral es relevante, debido a que una actitud responsable y cuidadosa sobre cómo utilizar los objetos informacionales (el diario de Winston, los libros, los archivos, la telepantalla, la neolengua, el hablaescribe, etc.), provocará la prosperidad del entorno informacional y, por lo tanto, no causará la entropía (la destrucción o la corrupción de dichas entidades informacionales). No obstante, como se aprecia en 1984, los objetos informacionales mencionados son sometidos a mecanismos de manipulación que incrementan la entropía, con el único fin de controlar la forma de actuar de las personas.
Palabras clave: Ética de la información, 1984, Entropía informacional, Floridi, Luciano, Orwell, George.
Abstract: This article consists of an interpretation of the novel 1984 by George Orwell from the concepts of Ethics of Information by Luciano Floridi, who argues in favor of the role of the moral agent in relation to his contribution to the growth and strengthening of the informational environment of the Infosphere, but also recognizes that any action that negatively affects the Infosphere as a whole can increase the level of entropy. According to our research, in the informational ecosystem of Oceania society in 1984, the role of the moral agent is relevant, because a responsible and careful attitude about how to use informational objects (Winston’s diary, books, archives, the telescreen, Newspeak, speak-write, etc.), will bring about the prosperity of the informational environment and, therefore, will not cause entropy (the destruction or corruption of informational entities). However, as seen in 1984, the aforementioned informational objects are subjected to manipulation mechanisms that increase entropy, with the sole purpose of controlling the way people act.
Keywords: Ethics of information, Floridi, Luciano, Orwell, George, Nineteen Eighty-four (1984), Informational entropy.
Introducción
Una forma interesante de estudiar la historia social y política del Siglo XX en la que se expongan los conflictos, anhelos y contradicciones del comportamiento humano podría comenzar con la lectura de algunas novelas consideradas distópicas (historias en las que se cuenta la realidad de sociedades de un futuro posible que son sometidas por un poder tiránico y convertidas, así, en sociedades controladas), y en las que –por igual– se denuncia y se advierte acerca de los peligros de vivir en un sistema totalitario y represor. Asimismo, es interesante realizar un estudio y una lectura crítica del fenómeno informacional que ocurre en este tipo de novelas, cuya ficción no se aleja demasiado de la propia realidad que hemos vivimos en algunos momentos de nuestra historia, y que, probablemente, podríamos seguir viviendo en el futuro, o incluso, en el propio presente. Una opinión al respecto, es la que exponen los siguientes autores en un reciente estudio:
Si se revisa la literatura ligada a las distopías informativas se puede citar a dos obras modélicas que ponen de manifiesto un futuro en donde la posibilidad de gestar la verdad y permitir la libre circulación de la información es negada, estas son las obras 1984 de Orwell y Fahrenheit 451 de Bradbury. Estos dos libros hacen referencia a distopías informativas: sociedades donde la información es manipulada, ocultada o censurada o simplemente fabrican ‘mentiras verdaderas’ y la crítica al status quo es reprobada (Estrada, Alfaro y Saavedra, 2020: 95).
En efecto, en las historias que nos narran algunas novelas distópicas como Fahrenheit 451 (1953) de Ray Bradbury, 1984 (1949) de George Orwell y, agregaríamos, Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley, identificamos una serie de problemas, como la manipulación de la información y su uso para fines políticos, la pérdida de la libertad individual, la censura de la libre opinión, la eliminación de soportes informacionales, el control físico y mental, etc.
En Fahrenheit 451, Ray Bradbury (1984) [1953], nos advierte sobre qué podría suceder en una sociedad que ha perdido su sentido y donde prima la cultura de masas, donde la televisión con programas banales y superficiales se ha convertido en el único medio de distracción de personas que no saben qué hacer con su tiempo libre, personas que no quieren pensar en sus propias vidas. En esta sociedad, el televisor ha reemplazado al libro, la cultura de la imagen ha eliminado a la cultura escrita. El personaje principal, Montag, es un bombero que, en lugar de apagar incendios, se dedica a la quema de libros, pues los libros provocan que la gente se llene de angustia, dolor y comience a ser diferente. El modelo de esta sociedad es que todos piensen por igual y que sean fácilmente dominados y no tengan capacidad de rebelarse.
En Un mundo feliz, Aldous Huxley (2000) [1932], nos relata una sociedad controlada por la tecnología y la ciencia, en donde todos los ciudadanos son felices. El autor nos habla de una felicidad artificial, pues el hombre, para vivir en esa emoción, ha tenido que suprimir otros factores inherentes al ser humano, como la familia, la diversidad cultural, el arte, la literatura, la religión y la filosofía. Esta gente busca la comodidad, la diversión efímera y el no pensar. Por tal motivo, ya no lee, porque la lectura requiere concentración, esfuerzo e imaginación. La lectura no les está prohibida, sino que a ellos no les interesa leer. Esta sociedad consumista que nos muestra Huxley, debe ejercer mecanismos de control y manipulación para mantener esa continúa felicidad egoísta, donde la libertad de elección y expresión son exiliadas, y las emociones y el ejercicio intelectual, reprimidos.
Por último, en la novela 1984 de George Orwell (2019) [1949], se narra cómo el partido totalitario, liderado por el Gran Hermano, utiliza al Ministerio de la Verdad para manipular, falsear o eliminar la información y crear una historia oficial de acuerdo a sus intereses. Queda claro que, cuando se manipula la información, se desinforma o se confunde a la población para lograr que estas personas piensen y actúen igual al pensamiento ideológico del partido. Pero esta historia ficcional narrada en la novela no se aleja de la realidad actual, cuando los gobiernos, las redes sociales, los periódicos, los programas de televisión o cualquier medio de comunicación ejecutan la consigna de que “manipular la información es manipular a las conciencias”. En la novela 1984, la información es sinónimo de instrumento de control con el propósito de reducir o eliminar la libertad individual y, con ello, amordazar a una población controlada, bajo amenaza o adormecimiento.
En 1984 es fácil advertir que la información contraviene nuestra intuición elemental que asume que toda información es sinónimo de información veraz. Contrariamente a lo que tenemos acostumbrado, en el universo de 1984 existe un trasfondo social y político que ha desnaturalizado el sentido común de la información. Desde dicho trasfondo, existen grupos –con justificaciones científicas o por pura ambición política– que detentan el poder con el fin de mantener un estado de cosas “naturalizado”. La información así deviene en mentira oficial, en invención arbitraria, en ilusión y estratagema con el fin de confundir a los habitantes de estas sociedades controladas. Así, el concepto de información que se puede identificar se parece más a una “desinformación”, como la define Sartori: “una distorsión de la información: dar noticias falseadas que inducen a engaño al que las escucha” (Sartori, 1998: 26). Pero en estas realidades resultaría no solo aceptable, sino incluso parte del orden normal que justificaría cómo están las cosas. Es por todas estas razones expuestas que esta última novela será objeto de nuestro análisis en correspondencia con la propuesta de la Ética de la información de Luciano Floridi.
El estudio que realiza el filósofo italiano Luciano Floridi acerca de la disciplina de la Ética de la información parte de la observación elemental de que esta ha tenido lecturas diferentes por parte de los investigadores de las diferentes áreas, como la ética de la computación, la filosofía de la información, la biblioteconomía y documentación, entre otras, debido, sobre todo, a lo novedoso de dicho campo de estudio y a la naturaleza múltiple del concepto de información. No obstante, Floridi sostiene que es justamente esto lo que ha provocado una confusión sobre la naturaleza y el alcance de la Ética de la información. Frente a ello, Floridi propone que dicho estudio debe realizarse a través de una visión unificada que pueda delimitar claramente el ámbito de estudio de la Ética de la información (Floridi, 2006).
Dicha visión unificada o global, según Floridi, partiría de la identificación de un agente moral (agente moral A) y sus valoraciones y acciones morales con relación a la información en sus tres dimensiones. Este enfoque es denominado el Modelo RPT –Resource, Product & Target–, (en castellano, RPO, Recurso-Producto-Objetivo). De acuerdo con este modelo, dicho agente moral A es capaz de usar cierta información (información como recurso) para producir más información (información como producto), con el fin de intervenir en su entorno informacional (información como objetivo). Este modelo RPT evitaría las dificultades que ocurren en las versiones unilaterales del estudio de la Ética de la información, cuando es definida, de manera insatisfactoria, como el estudio de las cuestiones morales suscitadas por alguna de estas tres dimensiones de la información, es decir, de manera aislada (microética) (Floridi, 2006).
La Infosfera, la entropía y las cuatro leyes morales de la Ética de la información
En un reciente artículo, Floridi reflexiona sobre el cuidado de la Infosfera, entendida como una propiedad común a toda la humanidad, y el ejemplo del que parte es la suspensión de las cuentas de las redes sociales del ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Como explica Floridi, después de que una mafia pro-Trump irrumpiera en el edificio del Capitolio de los Estados Unidos causando la muerte de cinco personas, Donald Trump se volvió digitalmente tóxico y fue destituido debido al peligro de sus mensajes violentos e incendiarios, que a menudo contenían declaraciones falsas o engañosas. Por ello, Facebook, Instagram, Twitter y YouTube suspendieron sus cuentas (Floridi 2021).
Floridi cuenta que, durante algún tiempo, la gente se había estado quejando del mal uso de las redes sociales por parte de Trump, que eran medios para difundir mensajes populistas, demagógicos, engañosos e incendiarios, y que eran inaceptables tanto por lo que declararon (por ejemplo, sobre la pandemia o las elecciones presidenciales) como por lo que omitieron (por ejemplo, rechazar o criticar las acciones o la propaganda de los supremacistas blancos). Pero Floridi observa que las mismas empresas involucradas en el desmontaje de Trump también son criticadas por abusar de sus posiciones oligopólicas y permitir la propagación de tanta desinformación y noticias falsas (Floridi 2021).
Desde esa perspectiva, Floridi concibe a la Infosfera como el espacio donde la humanidad pasa cada vez más tiempo y donde se llevan a cabo más y más actividades directa o indirectamente, de la educación al trabajo, de la socialización al entretenimiento, del comercio a las finanzas, del ejercicio de la justicia a la discusión política, de la investigación al periodismo (Floridi 2021).
Con respecto al concepto de entropía floridiano, cabe indicar que no es equivalente al que se emplea en la termodinámica, pero hay, de hecho, una correlación. Así, Floridi explica el concepto y las características del concepto de entropía termodinámico, enfatizando que, cuanto mayor es el desorden y la desorganización en un sistema, mayor es la entropía, y cuanto mayor es la entropía, menor es la cantidad disponible de energía:
En términos generales, la entropía es una cantidad que especifica la cantidad de desorden, degradación, o aleatoriedad en un sistema que contiene energía o información. Más específicamente, en termodinámica, la entropía es un parámetro que representa el estado de aleatoriedad, desorden, o “confusión” de un sistema físico a nivel atómico, iónico y molecular: cuanto mayor es el desorden, mayor es la entropía (Traducción del autor) (Floridi, 2013a: 66).
Floridi continúa explicando que, dentro de un sistema cerrado que experimenta un proceso de cambio, la entropía representa una medida de la cantidad de energía térmica no disponible para la transformación en trabajo mecánico, es decir, cuanto mayor es la cantidad de entropía, menor es la cantidad de energía disponible. Según Floridi, hay una relación proporcional entre el crecimiento y decrecimiento de la cantidad de información y la entropía: si la cantidad de información aumenta, entonces la entropía disminuye, y si la entropía aumenta, entonces la cantidad de información disminuye. En esa correlación, Floridi explica la particularidad de la entropía metafísica que sostiene en su Ética de la información. Esta entropía, dice Floridi, refiere a la destrucción de los objetos informacionales (Floridi, 2013a).
A medida que la Infosfera se vuelve cada vez más significativa y rica en contenido, la cantidad de información aumenta y la entropía disminuye; o, a medida que las entidades se desgastan y finalmente desaparecen, la entropía aumenta y la cantidad de información disminuye. Por tanto, en la Ética de la información, la entropía indica la disminución o decadencia de la información que conduce a la ausencia de forma, patrón, diferenciación, o contenido en la Infosfera (Floridi, 2013a).
Asimismo, Floridi (2006) especifica que la Ética de la información, entendida como una ética normativa, delimita qué acciones del agente moral son buenas o malas, qué debe y no debe hacer; para ello, establece cuatro leyes morales:
0. No debe causarse entropía en la Infosfera (ley de omisión).
1. Se debe evitar la entropía en la Infosfera.
2. Se debe eliminar la entropía de la Infosfera.
A partir de estas leyes morales, enumeradas de forma creciente y con un valor moral, se pueden inferir algunas consecuencias. Por ejemplo, en un caso de desinformación, el agente moral, ya sea una persona natural o jurídica, está causando entropía en la Infosfera, ya que manipula la información a la que tiene acceso para cumplir un fin y obtener un beneficio político, económico, etc. Lo que logra con dicha acción es empobrecer el entorno informacional de la Infosfera. Por otro lado, cuando un agente produce información veraz o crea información basada en evidencias que ayude al progreso de una sociedad, lo que está logrando es enriquecer y fortalecer la Infosfera.
Por otra parte, la pregunta moral que plantea la Ética de la información es ¿qué sería bueno para las entidades informacionales y para la Infosfera? La respuesta a dicha pregunta se encuentra en una teoría minimalista, en la cual toda entidad informacional se identifica como sujeto de algunas reivindicaciones éticas básicas y, por lo tanto, obtienen un reconocimiento que regula la concreción de todo proceso informacional. Después de todo este proceso, le sigue la aprobación o la censura de las decisiones y acciones del agente A y, además, sus efectos sobre el bienestar de la biosfera, es decir, hasta qué punto mejoran o empobrecen la Infosfera (Floridi, 2006). Las cuatro leyes muestran lo que significa vivir como agente responsable y cuidadoso en la Infosfera. La entropía, así, se incrementa a causa de la naturaleza corrompida del agente.
En nuestra lectura de la Ética de la información de Floridi aplicada a la novela 1984, identificaremos dos tipos de agentes morales: uno (Winston Smith) que, a través de su actitud más responsable y autocrítica, mantiene el equilibrio del ecosistema informacional, y el otro (O’Brien y el Ingsoc) que, a través de su conducta adoctrinada, incrementa la entropía y fortalece el sistema autoritario.
El partido Ingsoc como agente moral generador de entropía informacional
¿Cómo saber si nuestros gobernantes nos engañan o no? En la novela 1984 el Ingsoc (acrónimo de Socialismo inglés), representado en la figura del Gran Hermano, utiliza diversos mecanismos de control dirigidos tanto hacia los miembros del partido como a la prole que convive en Oceanía. Estos instrumentos varían en su complejidad de acuerdo a los diversos fines que se propone conseguir el partido para poder perpetuarse en el poder. La información es utilizada como materia prima para poder manipular, inventar y eliminar hechos del pasado que puedan poner en riesgo la continuidad del gobierno autoritario. Estos mecanismos se materializan en la propaganda, la desinformación, la censura, la tortura, e incluso, la muerte.
Entonces, ¿en Oceanía, los gobernantes engañan a la población? La respuesta es difícil, pues para poder saberlo, los propios habitantes deberían saber diferenciar entre lo verdadero y lo falso, pero esta posibilidad les es negada. ¿Cómo saber, entonces, qué es lo verdadero, o cuándo nos informan con la verdad o no? Esta es probablemente una de las mejores estrategias ideadas por el partido de gobierno en Oceanía, pues sin la posibilidad de acceder a dicho criterio de distinción, cualquiera podría estar viviendo una fantasía como una supuesta realidad. El partido se ha propuesto anular la capacidad crítica y reflexiva de los habitantes de Oceanía, y sus vidas se movilizan en un devenir prefijado por las voluntades del propio partido:
La sociedad de Oceanía y, concretamente, de Londres está dominada por el gobierno del terror; está sometida a una educación ortodoxa, a restricciones físicas y mentales y a una vigilancia obsesiva, y si se salen de la norma son aniquilados. Pero existen otros rasgos que nos dirigen a pensar que este gobierno es un régimen totalitario; por ejemplo, el culto al líder, la divinización del partido y la demonización de los enemigos ?reforzado mediante rituales, como los Dos Minutos de Odio, o propaganda como los posters y panfletos que rodean la ciudad…?y la idea de que con su ejercicio de poder está creando la sociedad perfecta, ideal, utópica (Martínez Martínez, 2016: 162).
Como lo señala Floridi, en la era de las TICs pre-digitales, se imaginaba, como en la distopía de 1984 de Orwell, que era posible un mundo donde agentes omnipotentes pudieran crear un sistema de control total del flujo de la información con el fin de vigilar y eliminar la privacidad personal.
Las TICs antiguas siempre han compartido la característica fundamental de facilitar el flujo de información en la Infosfera al empoderar cada vez más a los agentes integrados en ella. Esta tendencia orientada a los agentes en las TICs antiguas y pre-digitales está bien representada por visiones distópicas de agentes omnipotentes en la información, capaces de controlar todos los aspectos del flujo de información, adquirir cualquier dato personal y, por lo tanto, implementar el último sistema de vigilancia, destruyendo así toda la privacidad de la información, la más preciada de nuestras posesiones (Traducción del autor) (Floridi, 2013a: 233).
Como se indicó, el Ingsoc está representado por su líder llamado el Gran Hermano, pero este nunca aparece físicamente en toda la historia de la novela y solo se le ve en los carteles y en las telepantallas: “…el rostro de un hombre de unos cuarenta y cinco años, con un espeso bigote negro y facciones toscas y apuestas” (Orwell, 2019 [1949]: 9).
El Ingsoc, en tanto institución, divide el funcionamiento de su sistema gubernamental en cuatro ministerios; el Ministerio de la verdad (Miniver), que se encarga de manipular las noticias, los espectáculos, la educación y las bellas artes; el Ministerio de la paz (Minipax), responsable de velar por los asuntos relacionados con la guerra; el Ministerio del amor (Minimor), que se dedica a mantener la ley y el orden, y el Ministerio de la abundancia, (Minindancia), que es el responsable de los asuntos económicos. Todo este sistema, articulado desde sus ministerios, es utilizado por el partido para llevar a cabo su política de control de las voluntades de las personas, siendo dos los ministerios más importantes para este fin: el Ministerio de la verdad y el Ministerio del amor.
En cuanto al Ministerio de la verdad, que paradójicamente es la institución en donde la información verdadera es manipulada y luego eliminada y en donde los hechos son inventados para fortalecer la popularidad del Ingsoc entre sus miembros, cabe afirmar que es el lugar en el que el pasado y el presente son reescritos a cada instante por los trabajadores de dicho ministerio. El filósofo sur coreano Byung-Chul Han, refiriéndose a esta institución en 1984, sostiene: “Y en el ‘Ministerio de la verdad’, que en realidad se trata de un ministerio de la mentira, el pasado se somete a control y se lo adecúa a la ideología” (Han, 2014: 60). El Ministerio de la verdad simboliza el lugar en donde el límite entre la verdad y la mentira se encuentra borroso o en donde la mentira se convierte en verdad para los fines del régimen autoritario: si el partido podía echar mano al pasado y decir de este o aquel acontecimiento: “Nunca ocurrió”, era mucho más aterrador que la mera tortura y la muerte” (Orwell, 2019 [1949]: 42).
El otro ministerio relevante para los fines del Ingsoc, el Ministerio del amor, es el lugar en el cual se detienen y se torturan a las personas que son sospechosas de conspirar contra el Gran Hermano o el partido, o personas que comienzan a dudar del sistema imperante, como ocurrirá, más tarde, con el propio Winston Smith.
De acuerdo con la Ética de la información propuesta por Luciano Floridi, los agentes artificiales también podrían considerarse agentes morales que asumen responsabilidades por las acciones que realizan. Según esta propuesta, se considera agentes artificiales tanto a los agentes digitales como a los agentes sociales; entre estas, tenemos a las sociedades, los partidos o los sistemas híbridos formados por máquinas y humanos o los humanos con sus capacidades incrementadas por medio de la tecnología. Frente a lo argumentado por Floridi, podemos observar en la novela 1984 que el partido Ingsoc pertenecería a los agentes artificiales-sociales-morales que asumen responsabilidades por las acciones que realiza. Pero dicho mal actuar ocasiona un aumento de entropía en el entorno de la Infosfera cuando constantemente se está manipulando la información, cuando la verdad es eliminada para reescribir la historia de acuerdo a sus intereses particulares, o cuando se busca homogenizar el pensamiento de las personas.
Otro agente moral que aparece en la novela y que es el operador del pensamiento ideológico-político del Ingsoc se llama O’Brien (no se menciona su nombre en la novela), cuya misión era lograr la obediencia y sumisión incondicional hacia el partido y evitar que los camaradas comenzaran a cuestionar lo ejecutado por este en comparación con la realidad que observaban, por lo tanto, estaba presente en estos dos ministerios mencionados para supervisar que todo marchara bien. La presencia de O’Brien se hace más fuerte y notoria cuando interroga a Winston en el Ministerio del amor para convencerlo de que su rebeldía contra el partido no es un acto de virtud, sino más bien una enfermedad mental, pues pretende recordar sucesos que nunca ocurrieron y olvidar los hechos reales; así, la misión de O’Brien es curarlo. Pero la rebeldía de Winston no era caprichosa o un sin sentido, sino un acto de lucidez frente a todo este oscurantismo impuesto arbitrariamente por el Gran Hermano.
Me estoy tomando muchas molestias contigo, Winston -dijo-. Porque creo que lo mereces. Sabes muy bien lo que te ocurre. Lo has sabido durante años, pero te has rebelado siempre contra esa idea. Padeces una enfermedad mental. Tienes fallos de memoria. Eres incapaz de recordar lo sucedido en realidad y te convences de otras cosas que no han sucedido. Por suerte, tiene cura. Si hasta ahora no te has curado es porque no has querido. Era necesario un esfuerzo de la voluntad que no estabas dispuesto a hacer. Incluso ahora, se que te aferras a tu enfermedad con el convencimiento de que es una virtud (Orwell, 2019 [1949]: 261).
O´Brien, con una actitud amenazante, quiere conseguir que Winston crea que lo que piensa que es verdadero sea falso; en otras palabras, que la evidencia que vio en esa fotografía de la inocencia de los tres miembros del partido que fueron ejecutados por traidores es producto de una falsa percepción de su mente, de un delirio. Sin embargo, le sorprende a Winston la actitud de O´Brien al enseñarle la fotografía que prueba la verdad sobre lo sucedido a los tres miembros del partido, pero dicha evidencia es eliminada en uno de los agujeros de memoria que son lugares donde los documentos son incinerados, donde la información deja de existir, donde la mentira se convierte en verdad.
Winston le responde a O´Brien que puede eliminar la prueba que corrobora la verdad de dicho evento, pero no va a poder eliminar los recuerdos de su memoria, ese espacio íntimo que es lo único que no puede arrebatarle el partido. Pero este acto de insurgencia por parte de Winston significaba un error en el sistema del partido, ya que todos, desde niños, son sometidos a procesos de condicionamiento para conseguir que piensen de forma uniforme y que crean más fácilmente los principios del Ingsoc. Les es imposible poder discriminar qué contenido es verdadero o falso.
O´Brien le interrumpió con un gesto.
-Otro ejemplo –dijo–. Hace unos años sufriste una alucinación grave. Creíste que tres antiguos miembros del partido, llamados Jones, Aaronson y Rutheford, que habían sido ejecutados por traición y sabotaje después de una confesión completa, no eran culpables de los crímenes de los que se les acusaba. Creíste haber visto pruebas irrefutables que demostraban que su confesión era falsa. Sufriste una alucinación respecto a cierta fotografía. Te convenciste de haberla tenido en la mano. Era una fotografía como esta.
-¡Existe!-
-¡No! –respondió O´Brien
Fue al otro lado de la habitación. En la pared había un agujero de memoria. O´Brien levantó la rejilla. La corriente de aire arrastró la frágil tira de papel antes de que pudiera verla y la fotografía se deshizo en una fugaz llamarada. O´Brien se apartó de la pared.
-Cenizas –dijo-. Ni siquiera cenizas identificables. Polvo. No existe. No ha existido nunca.
-¡Sí! ¡Claro que existe! Existe en la memoria. Yo la recuerdo y tú también.
-Yo no –dijo O´Brien.
A Winston se le encogió el corazón. Eso era doblepiensa (Orwell, 2019 [1949]: 261-262).
O`Brien continúa con el interrogatorio para hacerle entender a Winston que el partido manipula los acontecimientos del pasado, presente y futuro, y este mecanismo de adoctrinamiento lo consigue gracias a que tiene un control de la información que se custodia en los archivos y, por lo tanto, un control de la memoria de las personas.
-Hay una consigna del partido a propósito del control del pasado –dijo-. Repítela, si no te importa.
-Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado –recitó obediente Winston.
-Quien controla el presente controla el pasado –dijo O´Brien asintiendo despacio con aprobación–. ¿Y de verdad crees, Winston, que el pasado tiene existencia real? –Una vez más, Winston volvió a tener una sensación de desamparo. Sus ojos miraron el indicador. No solo no sabía la respuesta que le salvaría del dolor sería un “sí” o un “no”, sino en cuál de las dos creía en realidad. O´Brien esbozó una vaga sonrisa-. No eres metafísico, Winston. Hasta este momento no te habías parado a pensar en qué se entiende por existencia. Te lo preguntaré de manera más clara. ¿Tiene el pasado existencia concreta, en el espacio? ¿Hay algún sitio, un mundo de objetos sólidos, donde el pasado esté sucediendo todavía?
-No.
-Entonces, ¿dónde existe el pasado, si es que existe?
-En los archivos. Está escrito.
-En los archivos. ¿Y…?”
-En la mente. En la memoria de la gente.
-En la memoria. Muy bien. Nosotros, el partido, controlamos todos los archivos, y la memoria de todo el mundo. Por tanto, puede decirse que controlamos el pasado (Orwell, 2019 [1949]: 263).
Por último, en la sociedad de Oceanía, tal y como se está describiendo, se ha perdido la libertad de ser diferente al otro, de cuestionarse y desarrollar un pensamiento crítico frente a los acontecimientos que observa de forma objetiva y dejar de aceptar los hechos que son inventados y difundidos por las propagandas a través de las telepantallas. Pero, como señala Linskey (2019), también se observa el cinismo de los propios pobladores de Oceanía y la poca capacidad crítica que tienen para advertir lo que se trasmite en la ceremonia de Los dos minutos de odio. En buena cuenta, el engaño ya no depende solo de las noticias alteradas y manipuladas por el Ingsoc, sino también de las creencias que se han instalado en los miembros del partido. Se puede citar un pequeño fragmento del diario que escribe Winston como un registro objetivo de lo que observa en la sociedad en la cual vive, haciéndose preguntas acerca de las falsedades que son impuestas por el gobierno de turno:
Al futuro o al pasado, a un tiempo en el que el pensamiento sea libre, en el que los hombres sean diferentes unos de otros y no vivan solos…a un tiempo en que la verdad exista y lo que se haga no se pueda deshacer (…) Desde la época de la uniformidad, desde la época de la soledad, desde la época del Gran Hermano, desde la época del doplepiensa… ¡Saludos!” (Orwell, 2019 [1949]: 35-36).
El Ministerio de la verdad y Winston Smith como agente moral
El Ministerio de la verdad se convierte para el Ingsoc en una gran fábrica de falsificación que utiliza como materia prima información que pasará por varios procesos hasta convertirla en información engañosa (desinformación), que será distribuida a gran escala hacia la población de Oceanía para direccionar sus conductas o acciones en beneficio del Gran Hermano. Este producto final no es una información de calidad para la formación de un individuo libre y no aporta ningún beneficio para el bienestar ni del entorno físico ni del informacional, como sostiene Floridi, en relación con la calidad de la información: “Por lo tanto, cuanto mejor sea la calidad de la información intercambiada, es más probable que prosperen esas sociedades [democráticas] y sus miembros” (Floridi, 2013b:1).
En la línea de interpretación de Floridi, podemos sostener que el Ministerio de la verdad, al convertirse en el mayor productor de información falsa, ocasiona una contaminación informacional con un alto nivel de entropía dentro del entorno de la Infosfera en la sociedad de Oceanía. Esta situación nos lleva a plantearnos la siguiente duda: ¿se puede reducir la entropía informacional en el sistema autoritario del Gran Hermano? La respuesta sería que no, ya que el Ingsoc tiene como único propósito crear una realidad cimentada en contenidos falsos con la intención de engañar y direccionar las acciones y el pensamiento de la población. Como lo explica Fallis (2014), la desinformación tiene la característica de utilizarse para engañar intencionalmente con fines particulares, lo que provoca dos consecuencias: 1) el daño emocional, económico o físico a la persona o grupo de personas, y 2) poner en peligro la calidad de la información que es necesaria para la formación de individuos con capacidad crítica, que puedan identificar la información falsa y evitar con ello el incremento de esta contaminación informacional
Winston Smith comienza a dudar sobre el buen funcionamiento del sistema político-ideológico del Ingsoc, comienza a hacerse preguntas sobre sí mismo y sobre su entorno. Todos estos pensamientos son registrados en un diario, con la intención de que sea leído por otras generaciones y pudieran comparar cuál sistema era el mejor para satisfacer las necesidades de todas las personas. El acto de rebeldía de Winston nace como un pensamiento secreto e involuntario que se materializa en las palabras que son registradas en su diario. Luego, seremos testigos de cómo Winston transita de las palabras a los hechos, lo que provocará su captura por parte de la Policía del pensamiento y su encierro en el Ministerio del amor. De hecho, Winston sabía que al comenzar a escribir las primeras frases “Abajo el Gran Hermano” en aquel diario, había firmado su sentencia de muerte: “Lo había aceptado. El final estaba implícito en el principio” (Orwell, 2019 [1949]: 172).
¿Qué función cumplía Winston dentro del Ingsoc? Como ya se indicó, Winston trabajaba en el Departamento de archivos del Ministerio de la verdad, y era uno de los encargados, específicamente, del proceso de falsificación (que en lenguaje oficial es llamado rectificar) de cualquier tipo de documentación, con el fin de seguir alimentando ese universo controlado, tanto en el plano físico como en el entorno informacional.
Uno de los tantos mecanismos de control que ejecuta el partido lo registra el personaje Winston Smith, quien escribe en su diario la forma en que el Ingsoc había manipulado los diversos soportes que contienen información sobre la época del capitalismo. La estrategia consistía en borrar, sistemáticamente, los hechos históricos del pasado que no eran favorables para la imagen del partido. Borrar estos hechos era como borrar la memoria, tanto individual como colectiva, para que la gente, sin ninguna referencia con la cual comparar lo que ocurría en el presente, no oponga resistencia a los actos arbitrarios del partido.
Se decía que los siglos de capitalismo no habían producido nada de interés. Era tan imposible aprender historia a partir de la arquitectura como de los libros. Las estatuas, las inscripciones, las placas conmemorativas, los nombres de las calles…todo lo que pudiera arrojar cualquier luz sobre el pasado había sido alterado sistemáticamente” (Orwell, 2019 [1949]:109).
Además, ¿cómo puede ser que Winston, aparentemente, esté en contra del partido, pero a la vez disfrute trabajando para el partido? ¿Cómo es que este tipo de trabajo no genera un problema ético para Winston? La respuesta es que Winston todavía sigue inmerso en el mecanismo del doblepiensa, en el cual se puede actuar de forma moral y amoral a la misma vez, y pensar que las dos cosas son correctas dentro del papel que cumple en la sociedad vigilada de Oceanía.
Dentro de este régimen autoritario que narra Orwell, el personaje de Winston, como agente moral, tiene la capacidad de pensar y de poder elegir si realiza o no el acto de la escritura en su diario. Si decide no escribir el diario, se salva de ser condenado a muerte y sigue la vida rutinaria y sin sentido como los otros, vive una vida de rebaño; en cambio, si elige escribir el diario, aceptaría su condición de disidente y su misión de despertar la conciencia adormecida de esta generación o de otras futuras generaciones, quienes no aceptarían un sistema indiferente al bienestar común. Ante esta disyuntiva, Winston decide escribir su diario, y con ello, es plenamente consciente de haber escrito su propia muerte.
-Tal vez no demasiado. Pero era una prueba. Podría haber sembrado algunas dudas aquí y allá, suponiendo que me hubiese atrevido a enseñárselo a alguien. No creo que podamos cambiar nada en nuestra vida. Pero no deja de ser concebible que vayan surgiendo pequeños núcleos de resistencia…grupos de personas que se vayan juntando y sean cada vez más numerosos, que incluso dejen tras ellos algún testimonio para que la siguiente generación pueda seguir donde ellos lo dejaron (Orwell, 2019 [1949]: 168).
Es por ello que, como lo indica Tort (2004), Winston Smith, aparece como el símbolo de la revuelta contra el poder omnímodo de un estado que, parapetado detrás de unos medios tecnológicos altamente sofisticados, se ha apropiado de la vida y la conciencia de todos sus súbditos.
Conclusiones
Luciano Floridi argumenta que la Ética de la información analiza el deber de todo agente moral en relación con su contribución al crecimiento y fortalecimiento de la Infosfera. Asimismo, Floridi piensa que cualquier acción que afecte negativamente a la Infosfera en su conjunto incrementa el nivel de entropía. En nuestra interpretación de la Ética de la información de Floridi aplicada a la novela 1984, hemos identificado dos tipos de agentes morales: uno, que a través de su actitud más responsable y autocrítica, mantiene el equilibrio del ecosistema informacional, y el otro, que a través de su conducta adoctrinada, incrementa la entropía y fortalece el sistema autoritario. Para Floridi, la Infosfera conforma el entorno informacional de todos los agentes y sus relaciones. Así, en el ámbito de Oceanía en 1984, podemos identificar como agentes morales tanto a personajes como Winston Smith, O´Brien, la Policía del pensamiento, el Ministerio de la verdad y el propio partido. Pero en la sociedad que se describe en la novela impera el poder autoritario con mecanismos de control sistemático. Este poder político utiliza la desinformación para anular a la información basada en evidencia y datos (fiabilidad y confiabilidad) y proporciona otra con contenidos manipulados o falsos. Se trata de un régimen autoritario o una sociedad controlada que es afectada por el aumento de entropía.
Si analizamos este proceso desde el punto de vista informacional (recurso-producto y objetivo) se observa que las tres dimensiones informacionales no se excluyen, sino todo lo contrario, interactúan entre sí, generando, a la vez, problemas éticos que son producto de la conducta de los agentes morales (trabajadores y ministerios) que participan en dicho proceso de desinformación, y generan también, por supuesto, utilizando los términos de la Ética de la información propuesto por Floridi, un incremento de entropía y un atentado al equilibrio de la Infosfera.
Para Floridi, hoy en día, una de las tareas urgentes es plantear una Ética de la información que pueda analizar el entorno informacional de los datos, la información y el conocimiento, considerando sus ciclos de vida importantes, en el nuevo entorno que conforma la Infosfera, en que los seres humanos, como organismos informativos, puedan seguir floreciendo (Floridi, 2013a).
En ese contexto, la libertad individual es considerada una condición indispensable para la creación y transmisión de información confiable y veraz que contribuya al conocimiento de la realidad, porque un sujeto que no cultiva un sentido crítico sobre su persona y sobre la sociedad en la que vive puede ser fácilmente manipulable por el sistema autoritario a través de mecanismos de control y, por ende, hacer una mala gestión de la información en su actuar como agente moral. En cambio, si un individuo ha logrado ejercitar sus habilidades de pensamiento crítico en un ambiente de libertad, es mucho más probable que pueda discriminar qué información es verdadera o falsa, qué información le es útil o inútil. Asimismo, la presencia de individuos libres y bien informados fortalece un sistema democrático y enriquece la Infosfera.
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