ARTÍCULOS

Momentos constitucionales en la enseñanza de la Bibliotecología en Entre Ríos (1926-2015). Aspectos socio-cognitivos

Constitutional moment in the teaching of Librarianship in Entre Ríos (1926-2015). Socio-cognitive aspects

Gabriel Augusto Matharan
Universidad Autónoma de Entre Ríos, Facultad de Ciencias de la Gestión, Argentina | matharan.gabriel@uader.edu.ar / https://orcid.org/0000-0002-0763-2954

Silvia Biale
Universidad Autónoma de Entre Ríos, Facultad de Ciencias de la Gestión, Argentina | silviabiale@gmail.com / https://orcid.org/0000-0002-7843-535X

Verónica Gatti
Universidad Autónoma de Entre Ríos, Facultad de Ciencias de la Gestión, Argentina | Veronicagatti73@yahoo.com / https://orcid.org/0000-0001-6983-1361

Cristina Castelló
Universidad Autónoma de Entre Ríos, Facultad de Ciencias de la Gestión, Argentina | castello.cristina@uader.edu.ar / https://orcid.org/0000-0003-4859-5384

Recepción: 06 Diciembre 2021

Aprobación: 16 Mayo 2022


Resumen: Este trabajo presenta los primeros resultados de una investigación en curso sobre el proceso histórico de inicio, localización y desarrollo de la Bibliotecología y su enseñanza en la provincia de Entre Ríos entre los años 1926 y 2015; encontrando en los Estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad una trama teórica fecunda para dar cuenta de dicho proceso se propone el concepto de momento constitucional que permitirá identificar diferentes períodos por los que transcurrió la enseñanza de la Bibliotecología en el proceso de iniciación y consolidación. Concepto que hace posible estudiar cómo se ensamblaron actores, instituciones, representaciones y campos de conocimientos. Señalan dos momentos constitucionales. El primero implicó ingreso de la Bibliotecología y su enseñanza en la provincia a través de la modalidad de cursos articulados con intereses por la formación en bibliotecología que tuvieron un alcance reducido y fundamentalmente en instituciones privadas. El segundo supuso la conformaron de carreras que ofrecieron titulaciones específicas en Bibliotecología. Durante estos momentos constitucionales se mantuvo vínculos con la Bibliotecología tanto a nivel nacional (Buenos Aires y Santa Fe) como a nivel internacional (EEUU y Europa), acompañando sus vanguardias y actualizándose de manera diferida.

Palabras clave: Momentos constitucionales, Enseñanza, Bibliotecología, Historia, Entre Ríos (Argentina)

Abstract: This work presents the first results of an ongoing investigation on the historical process of the beginning, location and development of Librarianship and its teaching in the province of Entre Ríos between 1926 and 2015, finding in the Studies of Science, Technology and Society a fertile theoretical plot to account for said process that proposes the concept of constitutional moment and will allow to identify different periods through which the teaching of Librarianship passed through the process of initiation and consolidation. Concept that makes it possible to study how actors, institutions, representations, and fields of knowledge were assembled. Two constitutional moments become evident. The first involved the entry of Librarianship and its teaching in the province through the modality of courses articulated with interests for training in librarianship that had a reduced scope and mainly in private institutions, the second involved careers that offered specific degrees in library science. During these constitutional moments, ties were maintained with Librarianship both at national level (Buenos Aires and Santa Fe) and at international level (USA and Europe), accompanying its vanguard and updating itself on a deferred basis.

Keywords: Constitutional Moment, Teaching, Librarianship, History, Entre Ríos (Argentina)



Introducción

En este trabajo presentamos los primeros resultados de una investigación en curso sobre el proceso histórico de ingreso, localización y desarrollo de la Bibliotecología y su enseñanza en la provincia de Entre Ríos entre los años 1926 y 2015.1

Para ello encontramos en el ámbito específico de los Estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) una trama teórica heurística fecunda para dar cuenta de dicho proceso. En efecto, en este campo interdisciplinar se presenta un “giro geográfico”  (Livingstone, 2003; Salvatore, 2007) y un “giro circulatorio” (Secord, 2004; Raj, 2006) remarcando que a la hora de abordar la historia y el vínculo entre el conocimiento y la sociedad es necesario reflexionar sobre: a) el carácter situado o localizado del conocimiento y b) los procesos de circulación, intercambio, apropiación y resistencias de teorías, prácticas de enseñanzas y de investigación, equipos, bibliotecas, profesores, etc.2 Además estos estudios sostienen la necesidad de articular la dimensión epistémica con la socio-histórica en la medida que entiende que en la configuración del conocimiento no solo se involucran aspectos cognitivos (conceptos, teorías, narrativas), sino también condiciones socio-históricas amplias e institucionales que inciden sobre su conformación. De manera que aquí exploramos en dos direcciones: una hacia la identificación de los contenidos enseñados en tradiciones o escuelas bibliotecarias que habilitaron formas o estilos de pensamiento y de prácticas; y otra, hacia la reconstrucción del proceso histórico de emergencia, constitución y transformación del ámbito curricular de la Bibliotecología en variados espacios institucionales.

Como parte de la trama teórica adoptamos la perspectiva de los historiadores de la ciencia Shapin y Schaffer para quienes “las soluciones a un problema de conocimiento se inscriben dentro de aquellas dadas en la práctica al problema del orden social y, las distintas soluciones prácticas dadas al problema social implican soluciones diferentes al problema de conocimiento” (Shapin y Schaffer, 2005:44).3. En esta perspectiva el concepto momento constitucional —originariamente propuesto por Jasanoff (2011) para pensar las relaciones entre los ciudadanos, expertos y Estado en el gobierno de la ciencia y la tecnología— nos permitió identificar los diferentes momentos por los que fue pasando la enseñanza de la Bibliotecología en su proceso de inicio y consolidación haciendo visible cómo se ensamblaron actores, instituciones, representaciones y campos de conocimientos y se fueron co-produciendo mutuamente (Jasanoff, 2004).4

El período de análisis se inicia en 1926 con el arribo a la biblioteca del Colegio Adventista del Plata (actualmente Universidad Adventista del Plata) del profesor Eugene Irving Mohr quién dictó un primer curso para formar bibliotecarios; finaliza en el año 2015 con la implementación de la carrera del Profesorado en Bibliotecología en la Facultad de Ciencias de la Gestión (FCG) de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER) constituyendo un avance definitivo hacia la formación disciplinar. Durante este período tuvo lugar la institucionalización de la Bibliotecología y su enseñanza en la provincia.5

Es importante señalar que si bien pretendemos enfatizar la necesidad de indagar en los aspectos locales del proceso (Cueto, 1989; Lafuente y Ortega, 1992; Vessuri, 1996; Saldaña 2005) al delimitar nuestra indagación a partir de la categoría de provincia 6, no se explica en forma completa en este marco. Esto se debe a que la Bibliotecología también tiene un desarrollo a nivel internacional.

Es relevante llamar la atención que las investigaciones en el campo de la historia de la Bibliotecología en nuestro país son muy escasas y en algunos casos refieren a desarrollos provinciales (Finó, 1944; Finó y Hourcade, 1952; Sabor Riera, 1974-1975, Fernández, 1987; Fernández y Giunti, 1999; Barber, Tripaldi y Pisano, 2003; Barber, 2004; Parada, 2003, 2004, 2018; Prada y Díaz Jatuf, 2011; Liberatore, 2011; Coria, 2014; Planas, 2019) e inexistentes en Entre Ríos. En estas historias nacionales se desconocen los diversos proyectos llevados a cabo en la Provincia de Entre Ríos, tales como los primeros cursos impartidos en el Colegio Adventista arriba mencionado y en el Instituto Magnasco de la ciudad de Gualeguaychú. Este desconocimiento ha comenzado a cambiar con el incipiente trabajo presentado en el Encuentro Mercosur de Ciencia de la Información (Castelló y Biale, 2017; Castelló et al., 2019).

Frente a este estado del conocimiento aquí buscamos contribuir a la reconstrucción de una parte de la historia de la Bibliotecología en la Argentina y, a la vez, poner en perspectiva la experiencia provincial abordada. Se espera que el trabajo sirva de insumo para realizar estudios comparados con otros desarrollos provinciales y dilucidar lo común y específico del proceso aquí estudiado.

Es relevante hacer algunas aclaraciones sobre las limitaciones que tiene el estudio que no le quita, entendemos, ni relevancia ni rigurosidad alguna. En primer lugar, es un trabajo que aborda un proceso de larga duración en cuya escritura se pueden apreciar tanto saltos como continuidades temporales que le son inherentes. Identificamos cursos, instituciones y carreras que señalan “momentos determinantes” en el desarrollo de la enseñanza de la Bibliotecología en la provincia. Con ello se gana en perspectiva pero se pierde en la profundidad de cada una de las instancias visibles y se aspira, por lo tanto, a que futuros trabajos subsanarán esta situación. En segundo lugar, usamos la palabra “quizás” o frases como “aún no lo sabemos”, “disponían de alrededor”. “como una conjetura”, que si bien expresan un vacío de conocimientos son, a la vez, interpretaciones de lo posible que no siempre se evidencia en los rastros o indicios históricos. Esta decisión se fundamenta en una reflexión que realiza el historiador Carlo Ginzburg a propósito de la obra El Regreso de Martin Guerre de la historiadora Natalie Zemon Davis. En efecto, esta autora utilizó, para llenar algunas lagunas documentales o de información, expresiones como “quizás”, “debieron”, “se puede suponer”, etc. (Ginzburg, 2004:161). Ginzburg sostiene que el trabajo de Davis, al expresar estas incertidumbres, integra el principio de “realidad” y el de las “posibilidades” impulsando con ello a una profundización de la investigación. Nuestro trabajo se inspira y reconoce la importancia epistemológica y política de escribir de esta manera el discurso histórico.

El artículo está organizado en función de los dos momentos constitucionales identificados. El primero que comprende desde 1926 hasta 1963 y se caracteriza por el ingreso de los primeros cursos de enseñanza de la Bibliotecología en la provincia. El segundo momento, que abarca desde 1971 hasta la actualidad, se distingue por el establecimiento ya no de cursos sino de carreras en instituciones privadas y públicas. Aquí podemos hablar de una institucionalización de la enseñanza de la Bibliotecología reconociendo la exigencia de un saber especializado y con titulaciones para ejercer de bibliotecaria o bibliotecario.

Primer momento constitucional: cursos iniciales

El Colegio Adventista del Plata y el ingreso del sistema de clasificación decimal de Dewey

Hacia fines del siglo XIX (1896), comenzó el ingreso del adventismo en la provincia de Entre Ríos en la zona de Puiggari (actualmente Villa Libertador San Martín, Departamento Diamante) (Bianchi, 2004).7 Se desarrolló a partir de una red de instituciones alrededor de la Iglesia. Una de esas instituciones, que jugó un papel central, fue la creación en 1898 del “Colegio Camarero” (desde 1908 Colegio Adventista del Plata y desde 1990 Universidad Adventista del Plata) con el que se buscó articular relaciones sociales vinculadas a la idea de crear una comunidad adventista acorde con los ideales, valores y prácticas de esa religión (Wensell, 1982; Bianchi, 2004). Las clases comenzaron en 1900 con profesores provenientes de Estados Unidos.

Sin haber una fecha precisa de constitución, durante la dirección del Colegio por parte de Walton C. John (1908-1912), se formó una precaria “biblioteca” que, con el tiempo, fue ganando en tamaño, espacio y organización. Hacia 1912 tanto profesores como estudiantes disponían de alrededor de 10 libros siendo la Biblia y el Himnario los libros más importantes. Había, además, textos en inglés (Velázquez, 2004).

Un acontecimiento que luego se revelaría como significante para el desarrollo de la Biblioteca del Colegio fue la llegada al país, a fines de 1926, del profesor Eugene Irving Mohr para enseñar ciencia y matemática. Fue entonces cuando el Rector Jess S. Marshall (1919-1933) le encargó la organización de la Biblioteca debido a que durante sus estudios en la academia Enterprise de Kansas “había tomado un curso elemental de ciencia bibliotecaria” y, además, trabajado en la biblioteca (Mohr, 1984). Estuvo a cargo de la misma durante nueve años (1926-1935).8. Para su organización llevó a cabo tareas de catalogación y clasificación de los libros, organización de las colecciones y el armado de lo que hoy conocemos como “fichas catalográficas” que se disponían en gavetas, entre otras prácticas. El primer libro fue catalogado el 29 de abril de 1927 (Velázquez, 2004).

Un aspecto importante del desarrollo de la Bibliotecología en nuestra provincia, y en la Argentina, requiere saber el modo y momento histórico en que fueron recibidas las teorías fundamentales que conformaron la Bibliotecología. Aquí cobró importancia la labor de Mohr ya que realizó, quizás, una de las primeras traducciones en el país de la Clasificación Decimal Dewey (CDD) y de algunos manuales, dentro de la tradición bibliotecaria estadounidense. Además escribió un folleto de métodos de trabajo en la biblioteca (Mohr, 1984) llevando como título Elementos de Biblioteconomía del año 1935 9. (Imagen 1). Las clases dictadas por Mohr probablemente constituyen el segundo curso de enseñanza de la Bibliotecología en el país, pero lo novedoso del mismo fue que expresaba la influencia estadounidense, siendo el primero (1909-1910) el dictado por Federico Birabén (Parada, 2004) quien fue “un destacadísimo propulsor de la Clasificación Decimal” (Parada, 2018:14).

Elementos de Bibliotecología, comp. por E. Irving Mohr, 1935.
Imagen 1
Elementos de Bibliotecología, comp. por E. Irving Mohr, 1935.

Este manual, el primero de su clase en la provincia y de ineludible interés histórico, estuvo destinado para formar “estudiantes colaboradores en la biblioteca” (Mohr, 1984) que se desempeñaron como auxiliares de los bibliotecarios de las bibliotecas escolares (Mohr, 1935).10 La obra proveyó, a la vez que transmitió, las habilidades instrumentales y cognitivas requeridas para el ejercicio de la práctica bibliotecaria. La misma consta de las siguientes secciones: en la primera, se presenta los trabajos mecánicos involucrados en la biblioteca; en la segunda, se hace hincapié en la enseñanza teórica y práctica de los materiales que se pueden encontrar en la biblioteca, como también la manera de usarlo; en la tercera, se desarrolla un curso elemental de catalogación; y por último, en la cuarta, se aborda la reparación de los libros (Mohr, 1935).11

La escritura de este manual constituyó un primer esfuerzo por formalizar un programa sistemático de formación y fue el punto de partida de un proceso de institucionalización parcial en la medida que implicó el reconocimiento de la necesidad de formar bibliotecarios con un conocimiento especializado. Fue, sin embargo, un esfuerzo localizado en una institución adventista sin mantener vinculaciones ni ejercer influencia o eco en otra institución de la provincia.

Esta producción hay que situarla en el contexto bibliotecológico argentino cuando recién en 1939 y 1944 Manuel Selva escribió su Manual de Bibliotecnia y su Tratado de Bibliotecnia respectivamente. Ambas obras consideradas, por la historiografía de la Bibliotecología en la Argentina, como de las primeras de su tipo en el país (Parada, 2004).

Luego de la partida de Mohr del Colegio quienes se encargaron del funcionamiento de la biblioteca fueron fundamentalmente profesores del Colegio, los que no tenían una preparación previa en la materia y eran destinados a la biblioteca en el marco de las múltiples tareas pedagógicas que desempeñaban. Para subsanar esta situación estudiaban su manual. Recién en la década de 1970 Hernán Hammerly fue el primer director que tuvo una formación y titulación en Bibliotecología, no obstante, también encontró en el manual de Mohr una fuente de conocimiento para su instrucción.

Gualeguaychú: el Instituto Magnasco y su biblioteca pública

La provincia de Entre Ríos cuenta con una rica historia en referencia a la creación de bibliotecas populares. En efecto, en 1869, antes de la Ley Nacional 419 de 1870 12 de protección de dichas instituciones, se creó en la ciudad de Gualeguaychú la primera biblioteca popular de la provincia y la tercera del país.13 Al sancionarse la Ley Nacional 419, el estado provincial autorizó en 1871 al Poder Ejecutivo a promover y fomentar las bibliotecas populares en el territorio de la provincia. En este marco se crearon, entre 1872 y 1873, bibliotecas en Concepción del Uruguay, Paraná, Concordia, Diamante, Villaguay y Nogoyá respectivamente.

Fue en Gualeguaychú donde tuvo lugar la segunda iniciativa para formar bibliotecarios en la provincia. En efecto, en 1898, con la creación del Instituto Magnasco se erigió la biblioteca popular que hoy lleva el nombre “Olegario V. Andrade”. El Instituto Magnasco constituye una institución privada, y es relevante señalarlo, fue impulsada por dos jóvenes educadoras, Camila Nievas y Luisa Bugnone, con la finalidad de que las mujeres puedan acceder al ámbito de la cultura y de la educación. Es decir es una institución que nació promovida por mujeres para mujeres en un momento donde el acceso a la cultura les era restringido.

Por otro lado, en un contexto de dinamismo bibliotecológico a nivel nacional, en 1944 tuvo lugar en Gualeguaychú el Congreso de Bibliotecas Populares de Entre Ríos. En una de las Conclusiones de dicho congreso se puede leer la siguiente recomendación: “interesarse en asegurar la mejor capacidad de los empleados y perfeccionamiento de los servicios por ese medio, horarios, sistemas de catalogación, etc” (Finó y Hourcade, 1952: 279). Dos años más tarde de esta recomendación, en 1946 comenzó a dictarse un curso de Bibliotecología en el Instituto Magnasco y se desarrolló hasta 1964. El requisito para inscribirse era tener los estudios secundarios completos. El curso, con un sesgo de base en la Bibliotecológica europea, consistió en dos materias de carácter técnicas: Clasificación y Catalogación con una carga horaria de dos horas semanales y cada quince días, cada una de ellas, tenía una hora de trabajos prácticos.14 Durante los primeros años se enseñó para los procesos técnicos las Normas de Catalogación de la Biblioteca Apostólica Vaticana, la lista de encabezamiento de Lasso de la Vega y la Clasificación Decimal Universal (CDU) (Penna y Daniels, 1951). Otorgaba certificado de capacidad para desempeñarse en bibliotecas avalado por la Comisión Protectora de Bibliotecas Populares. Aún no sabemos quiénes fueron los docentes pero podemos conjeturar, por el contenido de lo enseñado, que quizás fue dictado por Manuel Selva quien entre 1937 y 1942 desarrolló el Curso de Biblioteconomía anexo de la Escuela de Servicio Social del Museo Social Argentino.15 De esta forma se podría empezar a visualizar una incipiente red de circulación interna de conocimientos y actores bibliotecológicos en el país.

Segundo momento constitucional: de los cursos a las carreras

En instituciones privadas eclesiásticas

Paraná: El Instituto Teresa de Ávila

Durante el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía (1966-1970) las políticas educativas en la provincia de Entre Ríos eran manejadas por Monseñor Adolfo Servando Tortolo, Arzobispo de Paraná, Presidente del Episcopado Argentino y Capellán General de las Fuerzas Armadas. Con su aval fue creado, en 1966, el Instituto “Teresa de Ávila” con el fin de formar maestras con valores cristianos y reforzar el orden social imperante.16 La Iglesia asumía tareas educativas en el nivel superior en función de sus intereses, a la vez que buscaba expandir su influencia en la sociedad entrerriana. Tres años más tarde, cambió su nombre por el de Centro de Perfeccionamiento Docente (CPD) pasando a formar parte de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica Argentina (UCA).

En esta institución privada de carácter confesional el proceso de institucionalización parcial de la enseñanza de la Bibliotecología culminó y se dinamizó con la creación, en 1969, de la primera carrera de Bibliotecología en la provincia que otorgó el título de Bibliotecario con tres años de estudio y un título intermedio, a los dos años, de Auxiliar de Biblioteca. Con estas carreras la Bibliotecología fue ganando un espacio en la cultura local, y logró asentarse en un marco de institucionalización.17

La primera directora del Centro justificó la creación de las mencionadas carreras en los siguientes términos:

En todas las escuelas con el ciclo completo en nuestra provincia, funcionan bibliotecas atendidas en todos los casos por maestras que por razones de salud no podían estar al frente de un grado, de modo que con nuestros graduados íbamos a solucionar un problema de vieja data. Obtenida la correspondiente autorización en la Universidad, se inició el dictado de las clases, contando entonces con alumnos varones que hizo mixto el Centro de Perfeccionamiento (Vesco, 1998:10).

Se buscó, de esta forma, que los egresados se desempeñasen en las bibliotecas escolares contando con una formación especializada.18 Tuvo como objetivo, además, romper con la tendencia de que solo fueran maestras quienes estuvieran al frente del funcionamiento y administración de las bibliotecas.

El surgimiento de estas carreras en una institución eclesiástica puede explicarse a partir de la antigua tradición bibliotecaria de la Iglesia (Barbier, 2015), y su voluntad de conocimiento, sostenida (y defendida) a través de la formación de bibliotecarios para las mismas.19 De esta manera, es muy importante contextualizar esta creación en la historia de la Bibliotecología de la UCA. Hay que resaltar que en 1967 se constituyó el Centro de Investigaciones Bibliotecológicas (hoy INIBI) de la Universidad de Buenos Aires (FFyL-UBA), “primero de estas características en Latinoamérica” (Parada, 2018:17). Pero ese mismo año también la UCA, en su sede de Buenos Aires, erigió un “Centro de Documentación e Investigaciones Bibliotecológicas”, cuya dirección fue encomendada al Sr. Guillermo Berazategui, a cargo de la Biblioteca Central de la Universidad (Hubeñák, 2016:124).20 El propio Berazategui, dos años más tarde, organizó la primera carrera de Bibliotecología en dicha institución porteña (Hubeñák, 2016:124).

La carrera contó con la aprobación del Arzobispado y del Consejo General de Educación de la provincia. Comenzó aquí una tradición que formaba bibliotecarias y bibliotecarios en el marco de la carrera docente en institutos terciarios. Con profesores mayoritariamente de Santa Fe inició sus clases con cuatro estudiantes que en 1970 ya fueron diez. Los primeros graduados egresaron en 1971. Cabe aclarar que el título hasta el año 1970 tuvo reconocimiento provincial 21 y en 1973 tuvo una validez como título terciario de incumbencia nacional. Los primeros alumnos egresados con título de nivel terciario fueron del año 1975 (Vesco, 1998). En 1997 dejó de dictar de manera presencial.

En 1991 comenzó a dictarse la carrera mencionada bajo la modalidad a distancia por iniciativa conjunta con la Biblioteca Provincial de Entre Ríos que continúa hasta el día hoy. Carrera destinada a formar bibliotecarias y bibliotecarios no ya para las bibliotecas escolares sino para las bibliotecas populares, públicas o privadas. Habría surgido por la demanda de quienes se encontraban al frente de las mismas por obtener un saber especializado (Proyecto de carrera de Bibliotecología con Curso a Distancia, 1989). Además, entre 1988 y 1990 se dictó el Profesorado en Bibliotecología.

Estas carreras son importantes para la historia de la Bibliotecología en Entre Ríos por dos motivos. En primer lugar, porque tuvieron una continuidad en el tiempo y consolidaron la enseñanza de la Bibliotecología cuya influencia, a través de sus egresados, se sintió en desarrollos educativos posteriores como veremos más adelante. En segundo lugar, porque comenzó la educación bibliotecológica sistematizada en la provincia. Educación que no sólo proveía de las habilidades instrumentales y los conocimientos requeridos para el ejercicio de la profesión bibliotecológica, sino también de los valores que la Iglesia local percibía como necesarios para la sociedad del momento. En efecto, las carreras tenían una fuerte impronta humanista (historia, filosofía) a la vez que una carga teológica (antropología filosófica y antropología teológica). Dicha mirada centrada en la teología, es relevante señalar, daba sentido espiritual a la Bibliotecología. En el Proyecto de creación de la carrera de Bibliotecología, modalidad a distancia, se afirmaba que las bibliotecas contribuían a perfeccionar al hombre en sus aspectos espirituales, sociales, culturales y económicos (Proyecto de carrera de Bibliotecología con Curso a Distancia, 1989).

Es importante resaltar que el año 1992 permite identificar un desplazamiento del sentido en su legitimación, al afirmarse: “La Bibliotecología es una Especialidad de necesidad creciente y en constante evolución debido a los requerimientos cada vez más numerosos, más diversificados, más complejos que presenta la sociedad de esta época, por la importancia y la amplitud adquiridas por las ciencias de la información” (Folleto Institucional Carrera de Bibliotecología a Distancia, 1992).

Además, al estudiar sus planes de estudios se hacen visibles materias orientadas hacia la comunicación, documentación e información.22 En cuanto a las asignaturas técnicas como Catalogación y Clasificación se enseñaron las técnicas de la Biblioteca Apostólica Vaticana y, en la década de 1990, las Normas Angloamericanas como así los Sistemas de Clasificación CDD y y CDU, respectivamente.

Victoria: Instituto Superior del Profesorado San Benito

Otro esfuerzo en el ámbito eclesiástico tuvo lugar en 1984 cuando se erigieron las carreras de Bibliotecario y Profesor en Bibliotecología, con una duración de 3 y 4 años, en el Instituto Superior del Profesorado San Benito, sito en la Abadía del Niño Dios, en la ciudad de Victoria. Estas, que contaban con el aval del Consejo General de Educación de la provincia y reconocimiento nacional, se abrieron con cohortes a término y el plan de estudios era muy similar al impartido en el CPD de la UCA sede Paraná (Plan de estudios de la Carrera de Bibliotecología, 1984).

En instituciones públicas

La UNESCO en Entre Ríos: el Curso Audiovisual de Bibliotecología para América Latina

En el proceso de institucionalización estudiado es de destacar la presencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) a través de su Curso Audiovisual de Bibliotecología para América Latina (Imagen 2). La presencia de dicha organización en la provincia fue otro de los canales a través de los cuales circularon las influencias internacionales en la formación de los bibliotecarios. De esta forma la dinámica local se articuló con dinámicas internacionales regionales.

Guía para la utilización del Curso Audiovisual de Bibliotecología, 1968
Imagen 2.
Guía para la utilización del Curso Audiovisual de Bibliotecología, 1968

Durante la posguerra, con la creación de diferentes organismos internacionales, el desarrollo del conocimiento dejó de ser estrictamente local y se transformó en una temática que requería un abordaje internacional. En efecto, con creación en 1946 de la UNESCO, la ciencia, la educación y la cultura, de ahora en más, tuvieron una mirada global. Nos encontramos, de esta manera, ante un nuevo régimen epistémico (Vallejos, 2016). El desarrollo de las bibliotecas y la formación del bibliotecario no permanecieron al margen de esta transformación y necesidad de un gobierno internacional. Para ello la UNESCO constituyó una División de Servicios de Documentación, Bibliotecas y Archivos a la vez que un Boletín de la UNESCO para las Bibliotecas. Además, hizo un reconocimiento al proclamar la doctrina para las bibliotecas públicas en el conocido Manifiesto sobre la Biblioteca Pública de 1949.

Por otro lado, durante las décadas de 1960-1970 asistimos a la emergencia de la informática y las tecnologías de la información. Con ellas se transformó el conocimiento que, para volverse operativo, tuvo que traducirse en información (Lyotard, 1987). En este mundo en transformación, la tecnología originó un diseño diferente en el mundo bibliotecario. En efecto, la irrupción de los materiales audiovisuales como fuentes de información provocó la incorporación de nuevos contenidos en las bibliotecas tradicionalmente librescas (Kolesas, 2008) permitiendo nuevas estrategias para la transmisión del conocimiento bibliotecológico.

En estos contextos, la UNESCO planteaba la necesidad de que los países de América Latina se desarrollen y modernicen, lo cual implicaba una transformación cultural, educativa y científico-tecnológica. Para ello era necesario “aumentar, racionalizar, sistematizar y coordinar los elementos y recursos de la información y la comunicación, encarando especialmente una adecuada organización de los servicios bibliotecarios” (Juarroz, 1969: 5). De esta forma la biblioteca y el bibliotecario aparecían como agentes de cambio social, “como factores incuestionables del progreso integral de los pueblos latinoamericanos” (Juarroz, 1969: 6), a la vez que ofrecían un “servicio”. En efecto, se afirmaba que

El desarrollo y la organización de las bibliotecas y los organismos similares representan un problema de singular importancia para el progreso de los países latinoamericanos y las posibilidades de solución plantean una vez más la exigencia de contar con recursos humanos debidamente capacitados. El bibliotecario es la clave vital e instrumental de la biblioteca. Su tarea no se improvisa y requiere una sólida preparación técnica y una amplia cultura, una adecuada especialización y una fina sensibilidad social. La convergencia de esos factores configura el carácter profesional de su trabajo y explica la importancia concedida por la Unesco a la formación y la capacitación de bibliotecarios (Juarroz, 1969: 5).

Con esta representación, la UNESCO buscó tener una fuerte presencia en el desarrollo de la Bibliotecología en América Latina, siendo una de sus políticas el desarrollo del Curso Audiovisual de Bibliotecología para América Latina (1969) promovido e implementado bajo la coordinación de Roberto David Juarroz Balda (Juarroz, 1969, 1970, 1971).23 El curso, que venía a llenar el “déficit de bibliotecarios profesionales,” fue concebido por el Departamento de Documentación, Bibliotecas y Archivos de esta institución y fue dictado por primera vez en 1969 con el objetivo del:

mejoramiento profesional del personal en servicio en los países de América Latina que no disponen de escuelas de bibliotecarios o cuyas escuelas no están en condiciones de abarcar íntegramente las necesidades que plantea dicha capacitación. Se estimó, además, que el Curso podría servir para una formación general de emergencia en la región, dada la gran carencia de bibliotecarios con formación sistemática y la urgencia de su preparación (Juarroz, 1969: 6).

Para nuestro trabajo es relevante señalar que el Curso tuvo lugar en 1976 en Paraná y Concordia y contó con el auspicio de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER).24 Tuvo una duración de un año y estaba destinado a personal de bibliotecas sin titulación. Cursaron el mismo entre 20 y 30 estudiantes aproximadamente, siendo la mayoría docentes que estaban trabajando ya en bibliotecas universitarias y provinciales como también profesores de secundaria, entre otros. El Cuerpo docente estuvo formado por: Josefa Emilia Sabor (introducción a la Bibliotecología); Emilio Ruiz (Administración y selección); Rosa Andreozzi (Catalogación); Emma Linares (Clasificación); Roberto Juarroz (Referencia y bibliografía); Ángel Fernández (Préstamo y extensión bibliotecaria).

En cuanto al conocimiento especializado transmitido se abordaron CDD y las normas de catalogación Angloamericanas. Además, se remarcó el lugar de la Información y la Documentación en la formación bibliotecaria.

Concepción del Uruguay: Colegio Superior del Uruguay Justo José de Urquiza

En 1985 en la ciudad de Concepción del Uruguay tuvo lugar la creación de las Carreras de Auxiliar de Biblioteca, con una duración de dos años (título intermedio), y de Bibliotecario, con un año más de estudio. Estas carreras, de nivel terciario, se dictaron en el Colegio Superior del Uruguay “Justo José de Urquiza”, dependiente de la Dirección Nacional de Educación Superior.25 Es importante señalar que las carreras nacieron con una impronta en donde se vincula a la Bibliotecología con la Documentación, pero también a la administración. En efecto, en la currícula dentro de las materias específicas podemos encontrar que se enseñaba Documentación y el Sistema de Clasificación CDU (Fernández, 1987: 17).

Paraná: Universidad Autónoma de Entre Ríos

Durante los años de 1989 y el 2001 en la Argentina se implementaron políticas neoliberales. En efecto, durante el gobierno del peronista neoliberal Carlos Saúl Menem (1989-1999), se llevó a cabo una política marcada por la denominada “Reforma del Estado” y la descentralización y privatización de los servicios. Neoliberalismo que se había instalado a partir de la década de 1970 no sólo en la Argentina sino en el mundo. En el medio educativo argentino esto dio lugar a una nueva agenda de problemas universitarios (Buchbinder, 2005). Uno de los problemas centrales de esta agenda fue la inversión y el gasto destinado a la educación. Para nuestro trabajo es relevante la transferencia de las instituciones de nivel medio y superior no universitario, que estaban a cargo del gobierno nacional, hacia las provincias. Esta política educativa respondía a los acuerdos firmados por Argentina con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que suponían un fuerte ajuste económico en todos los ámbitos de la vida social argentina.

Ya instalado en el poder el gobierno radical de Fernando de la Rúa (1999-2001) y continuando con las políticas de su predecesor, los Institutos Terciarios educativos de la provincia de Entre Ríos también fueron alcanzados por la nueva agenda educativa promovida desde el gobierno nacional. Fue entonces cuando, durante la segunda gobernación del radical Sergio Montiel (1999-2003), se hicieron gestiones para incorporar dichas instituciones a la UNER, sin lograr que esta última institución aceptara. Frente a esta negativa se propuso como alternativa la creación de una universidad provincial y pública que se concretó en el año 2000 con el nombre de UADER (Bartolini et al., 2009).

El andamiaje institucional de la UADER implicó, entonces, la absorción de los Institutos Terciarios por parte de la provincia y, por ende, de las carreras dictadas allí. Para nuestro trabajo es relevante la carrera de Bibliotecología que se dictaba en el Instituto Terciario de la Ciudad de Concepción del Uruguay. Si bien se discutió si se iba a incorporar a la Facultad de Humanidades, Arte y Ciencias Sociales, finalmente, se incluyó en la FCG, con sede en dicha ciudad. Quizás las autoridades se inclinaron hacia la FCG como lugar para su enseñanza por la impronta hacia la gestión de la información que adquirió la carrera.

Aquí es necesario llamar la atención, como una conjetura, que con la creación de la FCG la provincia y el país participó de la transformación que sufrieron las ciencias y los saberes durante el régimen neoliberal a nivel internacional (Pestre, 2005). En efecto, durante este régimen se produjo un desplazamiento de la política hacia la idea de la “gestión” de los asuntos públicos emergiendo nuevos ámbitos de conocimiento en torno de ella: “las Ciencias de la Gestión” (Pestre, 2005).

La incorporación de la carrera de Bibliotecología a una facultad estructurada sobre el concepto de gestión constituyó una novedad, ya que las carreras de bibliotecologías en el país hasta ese momento se encontraban localizadas en las Facultades de Humanidades o Facultades de Filosofía y Letras.

Incorporada al nivel universitario desde la Facultad se propuso la creación de la carrera de Licenciatura en Bibliotecología con un Título Intermedio de “Técnico Bibliotecario Documentalista”.26 Sin embargo, solo se pudo implementar la carrera de “Técnico Bibliotecario Documentalista” con una duración de 3 años. Esta nueva titulación tuvo su reconocimiento nacional en el año 2003.27 Tres años más tarde se dictó en la FCG con sede en la ciudad de Paraná. En el año 2015 se creó la carrera del Profesorado en Bibliotecología28 que continúa en la actualidad.

Es de destacar que quienes impulsaron esta renovación fueron egresadas (y egresados) de la carrera de Bibliotecología del CPF de la UCA sede Paraná. Sin embargo, cuando se leen los fundamentos de la nueva carrera, se observa que no se centró, por ejemplo, en la formación del hombre en sus múltiples aspectos como en el caso de la carrera en el ámbito de la UCA, sino que se hizo foco en una sociedad en donde el conocimiento/información y su gestión tiene un crecimiento vigoroso ubicando a la Bibliotecología como una disciplina destinada a su manejo.29 Con esta representación se ubicó la carrera en el ámbito de las Ciencias de la Gestión y Ciencias Sociales al enseñarse materias como Introducción a la Economía, Sociología de las Organizaciones, Principios de Administración, Derecho Público y Privado y Gestión de Unidades de Información.30 Otra novedad fue que los estudiantes aprendieron los dos Sistemas de Clasificación CDU y CDD como también Descripción Documental y Formato; y, además, Tratamiento Automático de la Información.

Conclusiones: una mirada de conjunto

A través de esta reconstrucción histórica, para la historia de la Bibliotecología en la provincia, se intenta ofrecer una mirada en un contexto de larga duración y con una visión panorámica de los diversos desarrollos de la enseñanza de la Bibliotecología. Se visibilizaron cursos, carreras, orientaciones en la enseñanza y se señalaron las variadas instituciones involucradas en este proceso. Esfuerzos que no siempre fueron continuados en el tiempo sino que sufrieron saltos, discontinuidades y disrupciones. Una vez desarrollados dichos tópicos, se interpretaron estos esfuerzos con el concepto de momento constitucional logrando identificar dos momentos.

En el primero pudimos apreciar el dictado de cursos que tuvieron un alcance reducido en el tiempo, fundamentalmente en instituciones privadas. Durante el segundo momento constitucional, se puntualizó la aparición de carreras que ofrecieron titulaciones específicas que significaron un estatus socialmente reconocido por el Estado dejando atrás, de este modo, el estatus de oficio o de tareas generales para el docente o directivos de los establecimientos. De ahora en más, las instituciones contarían con personal capacitado y especializado para encargarse de las bibliotecas.

El estudio de estos momentos constitucionales permitió reflexionar sobre algunas cuestiones centrales. En primera instancia, que la localización de la enseñanza de la Bibliotecología en Entre Ríos dependió de la circulación/localización de teorías y profesores.31 Desde sus comienzos mantuvo vínculos con la Bibliotecología tanto a nivel nacional (Buenos Aires y Santa Fe) como a nivel internacional (EEUU y Europa). En este marco es relevante señalar la presencia de la UNESCO y su política bibliotecológica para América Latina. Así, la enseñanza de la Bibliotecología en Entre Ríos se conformó a partir de una matriz cuyo rasgo dominante parece haber sido, más que la vinculación a un “modelo” único, el eclecticismo. En segundo lugar, en cuanto a la formación bibliotecaria, observamos, en un primer contexto, la titulación de Bibliotecario, a la que se le fueron agregando nuevas titulaciones diferenciadas no solo en función de la organización institucional –pensemos en la figura del Auxiliar de Bibliotecología– sino también en relación con los fundamentos legitimadores que sustentan la actividad (tecnicaturas y profesorados). Formaciones, en un comienzo, de nivel terciario y, posteriormente, universitarias. Las orientaciones en las enseñanzas también fueron cambiando de un contenido que podríamos denominar “exclusivamente técnico” pasando luego a una formación más humanista y, por último, a una de carácter social; estos pasajes no implicaron supresión sino, por el contrario, convivencia de las diferentes orientaciones. Estos cambios de contenidos dependieron de las épocas, pero estuvieron fuertemente relacionados con las necesidades, las culturas y las normas de las instituciones donde se enseñaba Bibliotecología. Esto es así ya que, en definitiva, las instituciones son parte de las “estructuras sociales y de las ideologías” (Vessuri, 2007:185).

De la investigación realizada emergieron dos interrogantes. El primero consiste en saber si la creación de los cursos o carreras de Bibliotecología fueron el resultado de una demanda social o, a la inversa, si fueron los propios bibliotecarios y bibliotecarias que salieron a convencer a la sociedad de su necesidad, generando una demanda.32 En segundo término, sí es posible afirmar que en Entre Ríos se fue constituyendo una tradición bibliotecología con un rasgo característico: su orientación hacia la gestión del conocimiento/información.33

A modo de cierre, sin duda, permanece una agenda de investigación por delante. Agenda que requiere profundizar lo que se ha desarrollado en cuanto a las instituciones, a los actores y a los programas de estudios. Si reconocemos que la constitución de la Bibliotecología quizás es inseparable de su expansión/movilidad hacia todas las regiones del planeta, entonces haría falta resaltar y estudiar más intensamente el lugar de las mismas en este proceso. Hacer visible esta realidad, quizá sea el gran desafío para los futuros estudios sobre la Bibliotecología en la Argentina y en América Latina. También en necesario comenzar a indagar en una historia especifica de las prácticas y técnicas bibliotecológicas como de la codificación bibliográfica. Por último, estudiar si la enseñanza de la Bibliotecología y el ejercicio de la profesión tuvo algún sesgo de género (Pérez Sedeño, 2001) en la medida que tenemos indicios que fueron las mujeres quienes tuvieron una centralidad en su instrumentación.

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Notas

1 Este trabajo fue realizado por integrantes del Observatorio Pasado, Presente y Futuro de la Bibliotecología en Entre Ríos perteneciente a la Facultad de Ciencias de la Gestión de la Universidad Autónoma de Entre Ríos.
2 Con esta agenda de investigación se reafirma la crítica al tradicional modelo difusionista y unidireccional de la mundialización del conocimiento de un centro hacia la periferia, sosteniendo su carácter multidireccional.
3 Dicha línea argumentativa, como señala Dominique Pestre, se trata de determinar cómo la regulación de los universos científicos (el académico, industrial, el estatal, etc.) no se hace con independencia de las formas de regulación social, existiendo de esta manera, una mutua interdependencia (Pestre, 2005).
4 En esta historia es importante distinguir a los bibliotecarios que estudiaron la disciplina, pero también a algunos otros personajes que, con distinta formación, se integraron al trabajo diario con los usuarios, con los lectores, con las colecciones y con las diferentes instituciones relacionadas con la información, con la producción de los materiales impresos y con quienes los crean, los autores.
5 Entendemos por “institucionalización el proceso por el cual una actividad se vuelve una cuestión de rutina, en una práctica social habitual” (Barnes, 1987:10). Es decir como una parte permanente de la sociedad.
6 Categoría histórica que se ha constituido en un preconcepto espacial incuestionable a la vez que un principio para el análisis de las fuentes y documentos existentes sobre el desarrollo de la Bibliotecología en el país.
7 La Iglesia Adventista del Séptimo Día es una vertiente del cristianismo protestante surgida del Movimiento Millerita de origen norteamericano a mediados del siglo XIX.
8 Desde 1980 la biblioteca lleva el nombre de Eugene Irving Mohr
9 Es importante señalar que en Buenos Aires recién en 1937 se dictó en la Escuela de Servicio Social del Museo Social Argentino el primer curso de biblioteconomía “con características realmente profesionales, aunque aún muy modestas” (Parada, 2003:154) “y con un sesgo de base bibliotecaria europea” (Parada, 2018:14).
10 Quizás este manual sea el segundo de su tipo escrito en la Argentina. Como señala el Parada: “el primer trabajo profesional bibliotecario en la Argentina fue el Catálogo Metódico de la Biblioteca Nacional de 1893” (2003:153).
11 Actualmente estamos haciendo un estudio de la bibliografía utilizada en cada sección.
12 Ley Sarmiento-Año 1870
13 El 31 de mayo de 1869 promovida por Olegario Víctor Andrade se funda la Biblioteca Popular del Educacionista Argentino (actual Biblioteca Popular Sarmiento de Gualeguaychú).
14 Aquí sostenemos que, siguiendo a Parada, es posible hablar de una Bibliotecología europea. Éste afirma la existencia de una tradición europea y una estadounidense “con sus mayores o menores variantes, con sus renovados vaivenes conceptuales y técnicos” (Parada, 13: 2018), tanto para el siglo XIX como para el siglo XX.
15 El curso dictado por Manuel Selva posiblemente, como señala la historiografía de la bibliotecología, constituyó uno de los primeros esfuerzos realizados en Buenos Aires para formar bibliotecarios con un conocimiento profesional dejando, de esta manera, las orientaciones literarias e históricas que impregnaba la enseñanza de la bibliotecología en la Escuela de Archiveros y Bibliotecarios de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (Parada, 2003, 2004, 2018).
16 Pierre Bourdieu es una referencia para abordar el problema de la articulación entre el orden religioso y el orden político. En efecto, como afirma “La Iglesia contribuye al mantenimiento de orden político” (Bourdieu, 2009: 82). En sintonía, los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad sostienen que todo orden social supone también un orden de conocimiento (y viceversa) (Shapin y Schaffer, 1985; Jasanoff, 2004).
17 Tomamos la noción de institucionalización del historiador de la Ciencia Marcos Cueto el cual sostiene que la institucionalización de la ciencia tuvo lugar cuando la misma logró un espacio en la cultura local (Cueto, 1996). Por su parte, Barry Barnes sostiene que una actividad se institucionaliza cuando “todo el mundo traza sus planes sobre la base de su existencia y, una vez establecidos, esos planes se verán afectados si esa institución deja de existir” (Barnes, 1987:10).
18 Además de las bibliotecas escolares existían, en el ámbito provincial, otros tipos de bibliotecas que también carecían de personal especializado.
19 En efecto, como ya lo habían reconocido los enciclopedistas en 1750 el conocimiento significa poder (Darnton, 1987). Orden del conocimiento que, en definitiva, podemos afirmar, se expresa en las bibliotecas. Se abre de esta manera el problema de la articulación entre el orden religioso, el poder, el conocimiento y las bibliotecas.
20 Las tareas realizadas por este Centro, sin duda, requieren ser estudiadas por la historiografía de la Bibliotecología en la Argentina.
21 Resolución Nº 10/71, Disposición Provincial, Ministerio de Ciencia y Educación, 8 de Febrero de 1971.
22 Esta afirmación se sustenta en el análisis comparado del Plan de estudios de carrera de Bibliotecología de 1969; del Proyecto de carrera de Bibliotecología con Curso a Distancia de 1989 y del Folleto Institucional Carrera de Bibliotecología a Distancia de 1992.
23 Bajo su auspicio se promovió la lectura de la obra Métodos de enseñanza de la Bibliotecología escrita por Josefa Sabor en el año 1968. También la UNESCO publicó el trabajo de Carlos Víctor Penna denominado Planeamiento de los servicios bibliotecarios del año 1970.
24 Resolución Nº 310/76. Rectorado, Universidad Nacional de Entre Ríos, 4 de Febrero de 1976; Resolución Nº 391/76. Rectorado, Universidad Nacional de Entre Ríos, 22 de Abril de 1976; Resolución Nº 392/76. Rectorado, Universidad Nacional de Entre Ríos, 22 de Abril de 1976; Resolución Nº 444/76. Rectorado, Universidad Nacional de Entre Ríos, 22 de Junio de 1976.
25 Resolución Nº3356/85, Ministerio de Educación y Justicia, Buenos Aires. 1985
26 Resolución Nº193/02. Rectorado, Universidad Autónoma de Entre Ríos, 16 de Octubre 2002.
27 Resolución Nº202/03. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, 6 de Agosto de 2003.
28 Resolución Nº 268/15, Consejo Directivo, Facultad de Ciencias de la Gestión, 17 de Septiembre 2015; Resolución Nº 317/15, Consejo Superior, Universidad Autónoma de Entre Ríos, 27 de Octubre 2015.
29 En un trabajo de próxima aparición se desarrollará con mayor profundidad un estudio comparado de los planes de estudios y sus cambios en las diversas instituciones de la provincia.
30 Resolución Nº193/02. Rectorado, Universidad Autónoma de Entre Ríos, 16 de Octubre 2002.
31 Una línea de investigación recientemente abierta por el grupo estudiará cómo estas una vez en territorio provincial se resignificaron en condiciones sociales, institucionales y cognitivas específicas.
32 Este interrogante para la historia de la Bibliotecología en el país se encuentra planteado también en Planas (2019).
33 En futuros trabajos se abordarán estas preguntas.
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