EDITORIAL

Cien años de Bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Letras. Reflexiones en torno a un aniversario

One hundred years of Librarianship and Information Science at the Facultad de Filosofía y Letras. Reflections on an anniversary

Alejandro E. Parada

Secretario de redacción / Información, cultura y sociedad
Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras. Departamento de Bibliotecología y Ciencia de la Información. Buenos Aires, Argentina.
Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas (INIBI). Buenos Aires, Argentina / aparada@filo.uba.ar | https://orcid.org/0000-0002-2331-442X

DOI: https://doi.org/10.34096/ics.i46.11381


Resumen: En este editorial, con motivo de los cien años de la creación de la Carrera de Bibliotecología y Ciencia de la Información en la Universidad de Buenos Aires, se reflexiona sobre varios aspectos de la enseñanza de la profesión y su relación con la investigación. Algunos de los temas analizados son los siguientes: la necesidad de abandonar la Bibliotecología tradicional, incorporar a los planes de estudio materias como matemáticas, programación informática intensiva y experticia digital, debatir sobre la formación académica de posgrado en la profesión, inclusión de estudios antropológicos y sociales en nuestras carreras, entre otros temas. Finalmente, se aborda la articulación de estos nuevos desafíos con la investigación como un elemento integrador para redefinir la identidad y nueva delimitación de la disciplina.

Palabras clave: Enseñanza, Bibliotecología y Ciencia de la Información, Tendencias, Investigación, Carrera de Bibliotecología y Ciencia de la Información, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.

Abstract: In this editorial, on the occasion of the one-hundred anniversary of the creation of the Librarianship and Information Science Career at the Universidad de Buenos Aires, we reflect on various aspects of the teaching of the profession and its relationship with research. Some of the topics analyzed are the following: the need to abandon traditional Library Science, the incorporation of subjects such as mathematics, intensive computer programming and digital expertise into the curriculum, the discussion of the postgraduate academic training in the profession, the inclusion of anthropological and social studies in our careers, among other issues. Finally, we address the articulation of these new challenges with research as an integrating element to redefine the identity and new delimitation of the discipline.

Keywords: Teaching, Librarianship and Information Science, Trends, Research, Librarianship and Information Science Career, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires


Durante el decanato de Ricardo Rojas, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, el 2 de mayo de 1922, se procedió a la fundación de la Escuela de Archiveros y Bibliotecarios. Poco tiempo después, el 28 de abril de 1923, se aprobaba el primer Plan de Estudios de lo que hoy es la Carrera de Bibliotecología y Ciencia de la Información [BCI] de esa casa de estudios, con el título de Escuela de Archivistas, Bibliotecarios y Técnicos para el servicio de Museos. De modo que en este año 2022 dicha Carrera ha cumplido un siglo de labor docente en la formación de bibliotecarias y bibliotecarios siendo, en dicho carácter, la primera escuela universitaria de este grado en América Latina (Fernández, 1996; Silber, 2021).

El presente editorial no pretende explayarse sobre dicha Carrera, tanto en lo concerniente a su pasado como en los aspectos de su presente y futuro. La intencionalidad, simplemente, radica en llevar a cabo un conjunto de reflexiones con motivo de este primer centenario. Una mirada, aun con el riesgo de repetirse con algunos tópicos de otros editoriales, que intenta dialogar con la formación disciplinar y la esfera de la investigación en Bibliotecología. No obstante, una de las asignaturas pendientes en la profesión, la fecha inicial de 1922 deviene en paradigmática, es la exigencia de comprender y dilucidar cómo, en qué circunstancias y bajó cuáles influencias se delineó la circulación del saber bibliotecológico en la Argentina (Planas, 2019).

En realidad, como siempre sucede, se presentan una serie de preguntas más que certezas, pues la disciplina posee tantas modificaciones tecnológicas e informáticas que, a ciencia cierta, si hay algo que se impone en BCI es el reinado del cambio y la movilidad como una de las características más visibles de la profesión. Mutaciones no solo del punto de vista informático sino, en primer término, de profundos cambios sociales en las bibliotecas que están remodelando su gestión, concepción, proyección y utilización, y que exigen nuevas “estrategias de transformación” en el mundo bibliotecario (Accart, 2021).

Una pregunta inaugural, casi de tonalidad existencial, que podríamos hacer es la siguiente: ¿para ser mejores bibliotecarios y bibliotecarias, en este recorrido mudable de las Ciencias Sociales y aún con un rasgo osado pero no menos real, tenemos que dejar de ser bibliotecarios y bibliotecarias? ¿Qué significa este concepto que implica un contrasentido?

Significa, en sesgo de tono metafórico, que resulta necesario abandonar la tradicional Bibliotecología de tan solo hace una década por otra diferente. Muchos de los conceptos, tanto teóricos como prácticos, con los cuales enseñamos e investigamos están todavía fuertemente consustanciados con la cultura del libro material. Es indudable que la migración a lo digital se está instrumentando en todas las áreas de nuestro campo, pero se realiza con un culto a la civilización impresa que enlentece la compresión del universo inmaterial. Las nuevas generaciones de lectoras y lectores, construyen sus representaciones de las prácticas del leer y de la escritura, en una zona de hibridación entre lo impreso y virtual. Pero lo importante es que esta hibridación tiene muchas probabilidades que no se mantenga equilibrada en el tiempo. El dominio de lo virtual y digital será omnívoro y los usuarios de los próximos lustros serán digitales y, ocasionalmente, impresos.

Por supuesto, esto puede ser un escenario que tal vez se presente en un modo moderado y casi imperceptible, aunque la pandemia ha sido un agente acelerador de esta reconversión. Pero aquello que es oportuno señalar radica en lo imperativo que se torna la mutación de nuestras mentalidades de bibliotecarios y bibliotecarias. Porque de hecho, una cosa es que cambien las materialidades de trasmisión de la información y el conocimiento, y otra es que mentalmente tengamos la suficiente capacidad y flexibilidad de ideas en la implementación dominante de los procesos de digitalización. Y aquí surgen elementos fundamentales en la futura formación profesional que incidirán en nuestros proyectos de investigación.

Es por ello, como se ha señalado en otras ocasiones, que resulta de vital importancia incorporar a nuestras carreras profesionales contenidos en matemáticas, programación informática intensiva, lingüística computacional, filosofía y formación digital (Parada, 2018). Hoy día, en un porvenir que ya está aquí, no se puede pensar en un o una profesional que no posea una solvente experticia en programación y digitalización.

En este contexto se produce una doble retroalimentación, pues una capacitación fuertemente tecnológica del quehacer bibliotecario producirá artículos y textos de investigación más sólidos para desarrollar y competir con las tendencias internacionales de la BCI que se ejecutan en otros países líderes en la disciplina. Decimos retroalimentación, porque esas investigaciones en áreas de tecnología dura, reconfigurarán la enseñanza profesional en una formación de mayor excelencia y vanguardia. La BCI requiere, ante todo en Latinoamérica, de este tipo de investigaciones para cooperar en la reducción de la pobreza y en el incremento económico de nuestros países. De ahí que hay que estrechar los lazos entre la formación profesional y la investigación, y viceversa.

En este punto se presenta otro interrogante, encabalgado con la pregunta inicial: ¿alcanza con ser bibliotecaria o bibliotecario? Aquí vuelve a surgir un tema que se ha esbozado, frecuentemente, en los editoriales de Información, cultura y sociedad: la necesidad de una formación académica en BCI como posgrado y con los fundamentos interdisciplinarios de diferentes áreas de las Humanidades y Ciencias Sociales. Esto último implica una revolución copernicana en nuestro ámbito y su objetivo es generar una prolífica discusión entre nosotros.

La profesión tiene el desafío de supervivir a sí misma dentro y fuera de la tradición académica, para ello debe adaptarse a las nuevas exigencias tecnológicas. Ya no alcanza con ser un bibliotecario o una bibliotecaria, para sobrevivir necesitamos –más que nunca– de la confiabilidad de la gente y esta confianza solo puede darse cuando los y las profesionales sean hombres y mujeres plenamente tecnológicos inmersos en su época, no en un pasado que ya está siendo superado en todos sus flancos. Recientemente, en el Reino Unido (Marquina, 2022), el personal bibliotecario se consagró como una de las profesiones más confiables de ese país, simplemente por hacer lo que han hecho siempre: acompañar las necesidades de información de las personas en cada época, cualquiera sea la tecnología del libro y sus demandas. En la actualidad el humanismo social que nos caracterizó históricamente, sin renegar de ello y fomentar su relativo abandono, exige de un predominio de las habilidades tecnológicas. Este es el destino de las bibliotecas y sus profesionales.

No podemos ocultar los astros mirando hacia otro lado: la formación bibliotecaria y su investigación debe ser cada vez más capacitada y no caer en una forma artesanal e improvisada. Necesitamos bibliotecarios y bibliotecarias cuyos grados de especialización compitan y, por qué no, superen a otros especialistas tecnológicos en el campo de las bibliotecas. Ese es nuestro compromiso con la gente que nos observa como personas confiables.

Otra demanda que no amerita ningún aplazo se centra en la didáctica virtual. Es imprescindible formarnos para una pedagogía remota, pues buena parte de la enseñanza inmediata será de esta manera. Pero lo más significativo es que cada vez con mayor intensidad dialogaremos virtualmente con nuestros usuarios. Es por ello que se vuelve de real interés una instrumentación y capacitación en los vínculos remotos con los potenciales lectores de nuestras bibliotecas. Tendremos que desarrollar una especie de diálogo remoto bibliotecario con los usuarios.

Una tercera pregunta que es menester formular e intentar responder, se entrelaza con una de las propiedades más distintivas de nuestro acontecer: ¿cómo integraremos el nuevo universo digital y virtual con nuestro devenir social?; esto es, ¿cómo reestructuramos una disciplina ahora consolidada en la empatía informática con las Ciencias Humanas y Sociales? Esta encrucijada demanda otro amplio espectro de formación en los tópicos curriculares de BCI: la inclusión de estudios sociológicos y antropológicos en la formación de bibliotecarios y bibliotecarias.

Ante la presencia cada mayor de especialidades informáticas en la gestión de las bibliotecas, se corre el riesgo de eclipsar el desarrollo social de la profesión en la construcción de ciudadanía digital. Este no es tema de características secundarias o que merece una velada omisión. La consolidación tecnológica implica un contrapeso indispensable para desplegarse en los contextos de redes sociales y de encuentro remoto, tal como lo hemos presentado. Así, los estudios y los proyectos de investigación bibliotecarios inmersos en miradas antropológicas y sociológicas, podrán lograr un panorama integrado y diferenciado de aquello que se espera de nosotros frente a la sociedad.

Pero en este contexto de pospandemia y ante los desafíos de la Carrera de BCI y las necesidades de adecuar las investigaciones a las nuevas tendencias, se vislumbran una heterogénea variedad de cuestiones que merecen una reflexión.

Por ejemplo, ¿cómo vincular la esfera política, las bibliotecas y las tradicionales redes del conocimiento con nuestra tarea cotidiana? Un elemento a tener en cuenta, es la urgencia de relacionar con una novedosa trazabilidad las políticas públicas con las bibliotecas. Es decir, no alcanza con pensar a las bibliotecas dentro de una esfera presupuestaria y burocrática del Estado; el requisito oportuno y fundamental es gestionar a estas unidades sociales dentro de las modernas dimensiones de la política pública y para ello se necesitan bibliotecarios y bibliotecarias que posicionen a sus servicios en el pensamiento político y en el marco de la discusión ideológica.

Necesitamos, pues, profesionales con formación política para impulsar a las bibliotecas en el marco de otras organizaciones sociales y con una impronta de sustentabilidad desde los gobiernos y sus gestiones estatales. Para ello se vuelve acuciante la articulación de las redes de bibliotecas con otras redes de distintas organizaciones y asociaciones. No alcanza con llevar a cabo alianzas entre bibliotecas, hay que implementar alianzas con entidades completamente distintas a las bibliotecas, para insertar plenamente a nuestro trabajo en un marco profesional diferente al habitual y así poder comprender y participar, en forma conjunta, con una gran diversidad de organizaciones que se desarrollan, a lo largo y lo ancho, de la sociedad. La Carrera de BCI y los proyectos de investigación de los docentes, deben de tener en cuenta estas orientaciones de las Ciencias Políticas interrelacionadas con las bibliotecas del porvenir.

No obstante, las encrucijadas en nuestra capacitación docente y prácticas de investigación son, en esencia, inabarcables. Tomemos dos temas que hoy tienen una gran relevancia: las representaciones digitales y el tópico de la privacidad y los algoritmos. Si tal como se observó en el comienzo de este editorial, estamos ante una revolución de la lectura electrónica o digital que desplaza a la revolución que implicó la imprenta, ¿mediante cuáles representaciones digitales los lectores y las lectoras se apoderan de los textos inmateriales? Porque en los últimos años, apenas se ha logrado estudiar las emotividades lectoras de la cultura impresa y, por lo tanto, se requiere de un saber especializado en esta temática. Un estudio al cual podrían aportar mucho los bibliotecarios y las bibliotecarias, pues ellos y ellas son uno de los principales mediadores de la lectura digital y se encuentran en una zona bibliotecaria de privilegio para configurar este corpus. Porque de nuestras y nuestros profesionales también depende las construcción de los usos y apropiaciones digitales de los usuarios en tanto lectores con prácticas diferentes a las impresas.

Por otra parte, si nuestros contenidos curriculares avanzan en programación, muchos profesionales estarían en condición de seguir la configuración de algoritmos informáticos. Esta situación, entre otros aspectos, permitiría ayudar a velar por la privacidad de nuestros lectores, pues estaríamos preparados para trazar la formación de dichos algoritmos ante un requerimiento de los usuarios. Ya que el tópico de la privacidad de los datos consultados, es una de las problemáticas de mayor interés por parte de los usuarios. Es un terreno cuya vacancia puede ser completada por nuestras y nuestros profesionales.

Todo esto nos llevaría a meditar sobre la identidad y la delimitación de una disciplina como la BCI. ¿Acaso podríamos ahora pensar en su unicidad normativa o más bien en su multiplicidad de interpretaciones y accesos? Porque nuestras carreras en América Latina no solo poseen la temática de construir su identidad sino, además, de plantear el tema de la delimitación disciplinaria como una pluralidad de saberes y conocimientos que ya no abordan de manera unívoca a la BCI latinoamericana. En este marco, entonces, existirían varios saberes que están configurando la identidad de la profesión desde otro ángulo inconcebible hace pocos años. Y la necesidad de una sola identidad no se adecuaría a nuestra realidad, pues lo importante sería reconocer la existencia de identidades plurales a lo largo de América Latina. Así, hoy día, propiciar una única delimitación sería tal vez un reduccionismo y, por supuesto, la negación de una diversidad de enfoques bibliotecológicos que atraviesan a nuestra región.

A todo esto, habría que agregar dos temas muy significativos y que constituyen un reto por cumplir a cien años de nuestra Carrera: la formación de los recursos humanos para la docencia y la investigación, y el cambio de paradigma que trae aparejado la aplicación de las nuevas tecnologías en los resultados de las investigaciones en Bibliotecología.

Porque en una visión panorámica resulta imprescindible para la sostenibilidad de las bibliotecas, la capacidad de dar respuesta a las complejas problemáticas informáticas y digitales que demandarán los usuarios al navegar por sus espacios. Para ello se requiere no solo de una sostenida formación de recursos humanos en docencia e investigación en el área de BCI sino, principalmente, de concientizar a los y las bibliotecarias sobre la importancia de articular un ejercicio de la profesión que contemple un destino en la investigación. Esta concientización debe partir de la propia Carrera y consiste, en último término, en que la docencia cumple su finalidad virtuosa al proyectarse en la investigación. Como se ha sostenido numerosas veces, el riesgo de las prácticas del hacer bibliotecario es su acentuada realización en los procedimientos profesionales y no, precisamente, en el discurso textual, es decir, en la puesta en escrito de sus actividades. Por lo tanto, no solo alcanza con la prédica y la divulgación de este concepto: lo fundamental, como todas las cosas, es llevarlo a la práctica y convertirlo en una condición indispensable de toda disciplina académica.

Además, emergen otros debates que no debemos postergar y que se entrelazan con la enseñanza de la profesión en el foro de una universidad: ¿qué metodologías informáticas deben aplicarse en los proyectos de investigación en BCI? Porque ya no podemos centrar la docencia y la investigación sin la aplicación, en lo puntual, de esas tecnologías propias de la posmodernidad en la enseñanza y la investigación. Es decir, nos estamos planteando cómo la implementación de tales herramientas no solo cambian los temas que se abordan sino, sobre todo, los resultados que habitualmente caracterizaban a la BCI. Frente a estos itinerarios, hay que preparar bibliotecarios y bibliotecarias que reflexionen sobre la aplicación y la incidencia en los resultados obtenidos por el empleo de dichas tecnologías. En cierto modo, esto es lo distintivo, el uso de esos instrumentos tecnológicos reformulan y redefinen nuestros objetos de estudio. Las carreras de BCI y los institutos de investigación, ante esta constelación de metamorfosis permanente, deberían estudiar cómo podrían adaptarse a estos enclaves de la posmodernidad universitaria, donde los proyectos de investigación están siendo totalmente remodelados por las prácticas tecnológicas de la información.

Las nuevas carreras de BCI, tanto presenciales como virtuales, necesitan trasmitir una serie de actitudes en los profesionales que egresan de sus aulas, tales como reformular el concepto de biblioteca a partir de la era digital y de los procesos de digitalización, la presencia y construcción de un espacio bibliotecario completamente diferente al conocido hace apenas unos pocos años atrás, gestar conductas (tanto en docentes como en investigadores) para extender –ya en una forma más amplia y libre– los ámbitos de colaboración, fomentar el trabajo conjunto entre usuarios y profesionales para que aquellos puedan elaborar su propia información y no la trasmitida por fuentes poco confiables en un escenario de posverdad, y transformar a los bibliotecarios y las bibliotecarias en personas indispensables en el proceso de Gestión de Datos de Investigación (Alonso Arévalo, 2021). Asimismo, dentro de esta heterogeneidad, se presentan otras tendencias similares que inciden en las escuelas de BCI y en sus estudios de investigación, tal como se señalan y enumeran en la reciente Charleston Library Conference (Kubelka, 2021).

Se trata de reinterpretar la BCI clásica y reciente para alentar una innovación permanente en las carreras de Bibliotecología y, en lo medular, fomentar profesionales que promuevan la Ciencia y el Acceso Abierto y que cuestionen el derecho excesivo y depredador de la información con una visión comercial. También se presenta una oportunidad para instancias reflexivas y operativas en relación con “la ciencia posnormal” y los mecanismos para repensar el campo bibliotecario en su rol de productor de conocimiento (Blanco, 2021).

De este modo, los planes que hacen a los ejes centrales de la Carrera no deberían estar cerrados, en un síndrome de densidad oclusiva. Demandarían, como condición ineludible, una apertura constante y palpitante. Porque también, en una tensa competición, las carreras de BCI tendrían que desarrollar contenidos abiertos, expansivos y no constreñidos a una transmisión signada por la rigidez y lo estrictamente fijo y aceptado sino, en una amplia concepción, garantizar y acompañar la dinámica incontenible de la propia movilidad disciplinar. Una movilidad que ya no tiene su mirada en lo sucedido en el pasado y que de continuar fomentaría una BCI de baja intensidad e impacto; por el contrario, pesamos un campo “pleno de destino” en un presente informático creativo y cuyas vertientes principales se proyectan con contundencia hacia el futuro.

Sin duda, no es fácil (nunca lo fue) imbricar, en un modo sólido y armónico, la enseñanza con la investigación. Podríamos ampararnos en un argumento excesivamente remanido en las Humanidades y las Ciencias Sociales: que al carecer de un experimento que confirme toda hipótesis de verdad (o su prueba de verosimilitud) subyace en la coherencia y la racionalidad inobjetable de sus planteos. Pero este mundo, como observamos constantemente, también está mudando hacia otras prácticas y representaciones. Es necesario, en consecuencia, preparar profesionales que no solo puedan enseñar y ser un engranaje más del aprendizaje de nuestra profesión. Ya que para los bibliotecarios y bibliotecarias argentinas el año 2022 no solo consiste en una mera celebración del aniversario del primer centenario de la carrera de BCI en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, además, es un recordatorio intenso y renovador de los objetivos que restan por alcanzar.

Un recordatorio de la audacia y el arrojo que se requieren para proyectarnos como profesión que enseña e investiga cuando, dentro de cien años, cumpla un nuevo aniversario. Un centenario es un hecho trascendental para un país que logró su formación como Estado-nación hace relativamente poco tiempo y, principalmente, es un hito de gran valor. Sostener una carrera a lo largo de diez décadas no es un mérito superfluo y sin consideración. El punto de inflexión sigue siendo el mismo que inspiró en 1922 a quienes la concibieron y la impulsaron durante lustros: mantener en el tiempo y su duración a una disciplina capaz de crear pensamiento crítico tanto en su plantel docente y sus alumnos y alumnas como en sus realizaciones en la investigación.

Referencias bibliográficas

Accart, Jean-Philippe. 2021. Les stratégies de transformation des bibliothèques: vol. 3. London: ISTE Editions. https://books.google.com.ar/books?id=SyYNEAAAQBAJ&pg=PA1&hl=es&source=gbs_toc_r&cad=3#v=onepage&q&f=false [Consulta: 27 febrero 2022].

Alonso Arévalo, Julio. 2021. Tendencias en biblioteconomía y ciencias de la información.https://www.slideshare.net/JulioAlonso35/tendencias-en-biblioteconoma-y-ciencias-de-la-informacin [Consulta: 10 febrero 2022].

Blanco, Nancy. 2021. Tiempos normales o posnormales para la Ciencia de la Información. En Información, cultura y sociedad. No. 45, 5-12. https://doi.org/10.34096/ics.i45.10669

Fernández, Stella Maris. 1996. La formación profesional del bibliotecario en la Facultad de Filosofía y Letras. 74 años de existencia. En Fernández, Stella M., Ethel Bordoli, Josefa E. Sabor, María Rosa Mostaccio y María Elena Davasse. La investigación, las bibliotecas y el libro en cien años de vida de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires. p. 359–464.

Kubelka, Morgan. 2021. Top 10 Trends at Charleston Library Conference 2021. https://www.wiley.com/network/librarians/library-impact/top-10-trends-at-charleston-library-conference-2021 [Consulta: 11 febrero 2022].

Marquina, Julián. 2022. El personal bibliotecario es una de las profesiones más confiables entre la ciudadanía británica. https://www.julianmarquina.es/el-personal-bibliotecario-es-una-de-las-profesiones-mas-confiables-entre-la-ciudadania-britanica/ [Consulta: 09 febrero 2022].

Parada, Alejandro E. 2018. Docencia y Bibliotecología/Ciencia de la Información: reflexiones con motivo de las Jornadas DUCI 2. En Información, Cultura y Sociedad. No. 38, 5-12.<https://doi.org/10.34096/ics.i38.4598>

Planas, Javier. 2019. Producción y circulación del saber en la historia del campo bibliotecario argentino. En Información, cultura y sociedad. No. 40, 53–68. <https://doi.org/10.34096/ics.i40.5474>

Silber, Leonardo. 2021. El plan que supimos conseguir. Los primeros años de la Escuela de Archivistas, Bibliotecarios y Técnicos para el servicio de Museos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (1922 – 1927) En Información, cultura y sociedad. No. 44, 49-60. https://doi.org/10.34096/ics.i44.9826