ARTÍCULOS
Hábitos
de lectura de los estudiantes de las universidades ecuatorianas
Reading habits of students from Ecuadorian
universities
Noemí
Suárez Monzón
UNIB.E
Universidad Iberoamericana del Ecuador. Posgrado. Quito, Ecuador /
noemisuarez@unibe.edu.ec
| https://orcid.org/0000-0002-9103-9714
José Antonio Gutiérrez Gallego
Universidad
de Extremadura. Escuela Politécnica. Cáceres, España / jagutier@unex.es | http://orcid.org/0000-0002-2375-7087
José Soto Vázquez
Universidad
de Extremadura. Facultad de Formación del profesorado. Cáceres, España
/
jsoto@unex.es | https://orcid.org/0000-0002-9967-5694
Francisco Javier Jaraíz Cabanillas
Universidad
de Extremadura. Facultad de Formación del profesorado. Cáceres, España
/
jfjaraiz@unex.es
| https://orcid.org/0000-0003-3575-3136
Santiago Sevilla Vallejo
Universidad
de Salamanca. Salamanca, España / santiagosevilla@usal.es
|
https://orcid.org/0000-0002-9017-4949
Ramón Pérez Parejo
Universidad
de Extremadura. Facultad de
Formación del profesorado.Cáceres, España / rpp@unex.es / http://orcid.org/0000-0002-7802-979X
Recepción:
03 Febrero 2023.
Aprobación:
11 Mayo 2023
Doi: https://doi.org/10.34096/ics.i48.12504
Resumen:
Este
estudio examina el hábito lector en 7.094 estudiantes universitarios
ecuatorianos a partir de encuestas online. Se
analiza el hábito de
lectura por sexos de las tres áreas geográficas de Ecuador, de la
distinción
Grado/Posgrado y de las áreas de conocimiento. Se comparan las
diferencias en
horas de dedicación semanales, número de libros leídos, frecuencia de
asistencia a la biblioteca, tipos de lecturas que hacen en ella, número
de libros
comprados/descargados y porcentaje que ocupa la lectura en el tiempo
libre
frente a otras actividades en las categorías mencionadas. Los alumnos
de Artes
y Humanidades y los de Ciencias de la Salud son los que presentan un
mejor
hábito lector. No obstante, el hábito lector del conjunto de la muestra
es
bajo, por lo que es necesaria la preparación del profesorado para
afrontar esta
problemática.
Palabras
clave:
Hábitos de lectura, Estudiantes
universitarios, Ecuador, Estadísticas, Género
Abstract: This
work examines the
reading habit of 7.094 Ecuadorian university students through an online
survey.
They are analyzed according to gender, the three geographic areas of
Ecuador,
the undergraduate/postgraduate distinction, and the areas of knowledge.
Differences are compared in hours spent per week, number of books read,
frequency of library attendance, types of reading done there, number of
books
purchased/downloaded, and percentage spent reading in free time
compared to
other activities in the mentioned categories. The students of Arts and
Humanities and those of Health Sciences are the ones with the best
reading
habit. However, the reading habit of the sample as a whole is low,
which is why
the preparation of professors is necessary to face this problem.
Keywords:
Reading habits, University students, Ecuador, Statistics, Genre
1.
Introducción
La
lectura activa procesos cognitivos interactivos,
que combinan las rutas ascendente y descendente, y la motivación por el
conocimiento (Sevilla-Vallejo, 2018). Esto permite que el cerebro
comience a
operar procesos funcionales como el interés, la crítica, la
concentración, la
comprensión, la memoria. Asimismo, la lectura incentiva el
fortalecimiento de
las habilidades de comunicación, ampliando el acervo de palabras y
términos que
facilitan conectar las ideas, así como las maneras de sentir
emocionalmente.
Con ese conocimiento adquirido existen mayores probabilidades de
tolerancia a
las distintas formas de pensamiento, ideologías y prácticas juveniles
(López
Mendoza, Granja Jijón y Santa Cruz Rodríguez, 2015).
En
Ecuador, los estudios acerca de los hábitos de
lectura volvieron a tomar vigencia a raíz de la encuesta que efectuara
el
Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC, 2012). A partir de
estos
resultados, el asunto ha sido tratado científicamente por
investigadores, sobre
todo dentro de las instituciones de la Educación Superior y de los
planes
nacionales de promoción del libro y la lectura (De la Cuadra, 2017). En
este
contexto, el presente estudio tiene como objetivo analizar los hábitos
de
lectura de los estudiantes de universidades ecuatorianas, así como las
variables que influyen específicamente en la lectura universitaria.
Se
parte de las siguientes hipótesis: en primer
lugar, pueden existir diferencias en los hábitos de lectura en los
estudiantes
universitarios dependiendo de las diferentes regiones del país (Sierra,
Costa y
Amazonía), específicamente al comparar contextos rurales o urbanos; en
segundo
lugar, el género no determina el hábito lector; en tercer lugar, el
hábito
lector tiene manifestaciones diferentes en relación con los campos del
conocimiento, el tipo de universidad (pública o privada) y el nivel
educativo
(grado y posgrado); finalmente, es esperable que otros factores como el
acceso
a la información científica, a las bibliotecas o la percepción que
tienen los
estudiantes sobre la lectura incidan favorablemente en este hábito. Se
comprobará, a la luz de los resultados obtenidos, si estas hipótesis
iniciales
se confirman o requieren matizaciones de mayor o menor calado.
En
este sentido, se concretan los siguientes
objetivos específicos, tomando en consideración los supuestos
anteriores: 1)
exponer el estado de la cuestión de las investigaciones previas acerca
de los
hábitos de lectura en el Ecuador con intertextualidad de otros
contextos; 2)
caracterizar los hábitos lectores actuales de los estudiantes
universitarios
ecuatorianos; y 3) comparar los hábitos lectores en estudiantes
universitarios
en cuanto al área geográfica, género, área del conocimiento, nivel de
estudios
y acceso a la información.
2.
Antecedentes/Estado de
la cuestión
En
el ámbito universitario, objeto del presente
estudio, la investigación desarrollada por Alterio Ariola y Pérez Loyo
(2004)
describe ciertos hábitos de lectura en una carrera como Medicina, a
partir de
la aplicación de un cuestionario a 200 jóvenes. De acuerdo con los
datos
recopilados, el 50% de los estudiantes refirió que le gustaba la
lectura,
aunque solo leen textos de medicina fundamentalmente. En promedio todos
leen un
libro; de ellos, el 64% leía uno referente a la carrera y el 36% leía
otro tipo
de libro. El uso del tiempo, 4,3 horas al día para esta actividad es
mayor en
este grupo que en la población general ecuatoriana.
En
Ecuador los datos de la encuesta aplicada por el
Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC, 2012) a personas
mayores de
16 años en ciudades como Quito, Guayaquil, Cuenca, Machala y Ambato
reveló que
el 73% de las personas tienen el hábito de leer. Sin embargo, dentro de
los que
leen, el 50,3% solo dedica a esta actividad entre 1 y 2 horas
semanales.
Resultó importante el dato de que el 33% de los jóvenes leen para
cumplir las
obligaciones académicas, mientras que el 32% lo hace para informarse
respecto a
algún asunto. En general, no se lee por placer o superación personal.
Los datos
mostraron que entre las causas probables de la evasión de la lectura se
encuentra la falta de interés, tiempo y concentración (INEC, 2012).
Según los
datos, es una costumbre que se va perdiendo a partir de los 24 años;
con lo
cual se van desaprovechando las posibilidades de fortalecer las
capacidades
derivadas del acercamiento al libro.
Otra
investigación realizada por López Mendoza,
Granja Jijón y Santa Cruz Rodríguez (2015) accedió a una muestra
representativa
de 2456 estudiantes con el objetivo de medir los hábitos de lectura y
su
incidencia en el desarrollo de las destrezas lingüísticas. El
instrumento fue
aplicado a 334 jóvenes universitarios de la carrera de Periodismo de 5
universidades de Guayaquil, y constató que la lectura se coloca como la
segunda
actividad preferida de los jóvenes, solo antecedida por la práctica de
deporte
o tocar instrumentos musicales; es más deseada que ver televisión,
viajar,
salir con amigos o consumir Internet.
La investigación
realizada por Pérez-Payrol, Baute Rosales y Luque Espinoza de los
Monteros
(2018) concluyó con aspectos relevantes a partir de entrevistas a los
estudiantes de la carrera Ciencias de la Educación de la Universidad
Metropolitana
del Ecuador. Se pudo observar que es muy bajo el hábito de lectura de
la
bibliografía académica y de la literatura universal. Tampoco consultan
la
prensa y libros que favorezcan su acervo cultural, y mucho menos
compran
libros, pues no lo consideran una necesidad.
Resulta pertinente también
conocer el estado de la cuestión en el ámbito iberoamericano. Un
estudio
realizado en el Centro Regional para el Fomento del Libro en América
Latina y
el Caribe y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la
Ciencia y la Cultura (Monak y Jaramillo Hoyos, 2013) recogió datos de
11
países. Argentina registra el más alto porcentaje de lectura de libros
en la
población (55%), seguido de Chile (51%) y Brasil (46%), y los más bajos
resultan México (20%) y Perú (35%).
Por
su parte, el estudio de Cornejo et al. (2012)
confirmó que la lectura del libro impreso fue el principal medio de
acceso a la
lectura por encima de los formatos electrónicos. Las encuestas a 158
estudiantes de carreras tecnológicas de la Facultad de Ingeniería de la
Universidad de Buenos Aires así lo revelaron. Mora et al. (2014)
accedieron a
una muestra representativa de estudiantes de Humanidades de la
Universidad de
Costa Rica y determinaron que no existe una política dentro de la
institución
universitaria para promover la lectura, tan solo acciones aisladas
encaminadas
por las entidades administradas. No obstante, los estudiantes alegaron
leer
frecuentemente por considerarlo una actividad beneficiosa y
reconocieron la
necesidad de fortalecer estrategias que promuevan e incentiven el
placer por la
lectura. La investigación corroboró además que, aunque el libro impreso
sigue
siendo el medio principal de lectura, los estudiantes encuestados
utilizan cada
vez más recursos tecnológicos.
A partir de estos resultados,
se consultaron otras investigaciones realizadas sobre los hábitos de
lectura de
los universitarios. Ramírez Leyva (2015) comprobó la tendencia de los
universitarios mexicanos a desentenderse de la lectura de libros,
revistas,
periódicos, y solo consumir televisión e Internet. En ese sentido, el
autor
insta a dejar de lamentar tal situación y tratar lo que significa para
la
lectura el consumo de la red de redes y poner énfasis en lectura con
placer, en
lugar de imponer textos que solo generan tedio, sufrimiento y rencor.
Para
Barboza-Palomino y Ventura-León (2017), si bien la lectura es una
necesidad
académica de los universitarios, no ha dejado de colocarse entre las
principales actividades de ocio. En ese sentido, apuntaron que los
docentes
tienen responsabilidad en lograr estrategias atractivas de promoción de
la
lectura.
En
contraste, hallamos la investigación efectuada
por Parodi et al. (2019) en dos universidades de Chile (Valparaíso y
Concepción). La pesquisa, que incluyó 894 encuestas, demostró que los
estudiantes son lectores que distinguen con claridad el propósito de
lectura;
el formato en papel es el preferido por los alumnos ––igual conclusión
a la que
llegan Jang y otros estudios (Jang,
Hoon Ryoo y Conradi Smith, 2021)––
y, además, no se hallaron grandes diferencias entre los estudiantes de
carreras
de ciencias humanas y de ciencias administrativas y económicas Este
último
hallazgo, relacionado con el área del conocimiento en Argentina, según
Navarro
(2013), es atribuido a las prácticas docentes, las trayectorias
estudiantiles y
los materiales curriculares de carreras de humanidades, lo que requiere
instrumentar prácticas didácticas específicas.
Por
último, en el contexto europeo, resultan
interesantes los resultados obtenidos por Yubero y Larrañaga (2015) y
por
Pérez-Parejo et al. (2018, 2019) referentes a universidades españolas y
portuguesas.
3.
Metodología
3.1. Fuentes y
métodos
Para
el correcto desarrollo de la investigación de
los hábitos
lectores
de los estudiantes universitarios en Ecuador ha sido necesario recurrir
a las
siguientes fuentes de información: censos oficiales y encuestas de
preferencias
declaradas. Los censos usados fueron muy útiles para definir la
dimensión de la
población objeto de estudio y el resultado de las encuestas recogidas
puede
considerarse adecuado a las principales características de la población
analizada. Las encuestas se revelaron como un buen medio de
acercamiento a los
hábitos lectores de los colectivos analizados.
En
cuanto al censo, se recogió la información
publicada en las distintas universidades sobre el número de alumnos y
alumnas
que tiene cada una de ellas. A través del censo de estudiantes
universitarios
fue posible determinar la dimensión real de la población objeto de
estudio,
desagregados por las tres zonas de Ecuador, las universidades, género,
nivel de
estudios y rama de conocimiento (Tabla 1).
Las
fuentes principales en las que se basan las
categorías objeto de la encuesta, además de los estudios propiamente
estadísticos mencionados arriba en el estado de la cuestión, han sido
principalmente el estudio de la Federación de Gremios de Editores de
España
(Millán, 2008) con la participación de la prestigiosa Fundación Germán
Sánchez
Ruipérez así como el artículo “Hábitos de lectura de los estudiantes de
la
Universidad de Extremadura (España)” de Pérez-Parejo et al. (2019),
donde se
recogen los ítems necesarios para valorar los hábitos
lectores (tipo de
libros, cantidad, materias preferidas, preferencias de formato, edad y género,
etc.), así como las razones que
conducen a la selección de los textos.
La
encuesta se realizó a los estudiantes de los
centros educativos de los diferentes campus de las tres zonas de
Ecuador
analizadas. Se desarrolló entre los meses de mayo y agosto de 2020,
siendo los
días elegidos en función de la localización geográfica. Fue tanto de
recogida
directa como indirecta a través de la recepción de respuestas una vez
que los
alumnos cumplimentaban los cuestionarios en Google Drive.
El
universo encuestado fueron los alumnos de
universidades pertenecientes a las tres zonas seleccionadas en Ecuador:
Región
Costa o Litoral, Región Oriental o Amazónica, Región Sierra o
Interandina.
Estas regiones se componen de las siguientes provincias: Azuay,
Bolívar, Cañar,
Carchi, Chimborazo Cotopaxi, El Oro, Esmeraldas, Galápagos, Guayas,
Imbabura,
Loja, Los Ríos, Manabí, Morona Santiago, Napo, Orellana, Pastaza,
Pichincha,
Santa Elena, Santo Domingo de los Tsáchilas, Sucumbíos, Tungurahua,
Zamora y Chinchipe.
Se
tomó como punto de partida el censo total de
estudiantes de las universidades encuestadas (55.359). Y se determinó
que el
número de encuestas necesario para garantizar un error máximo estimado
del 3%
para un nivel de confianza del 95% era de 1.047. No obstante, el número
de
encuestas ha sido 7 veces superior (7.094).
Donde:
Error |
0,03 |
P |
0,50 |
P |
0,50 |
Z |
1,96 |
En
cuanto a la descripción del método de recogida,
podemos indicar que todos los individuos de 17/18 y más años que cursan
sus
estudios universitarios eran representativos, relativamente a los
fundamentos
propuestos para esta operación estadística. Es necesario destacar que a
la hora
de mostrar los datos no se ha tenido en cuenta ningún resultado que
obtuviera
un valor inferior a 25 respuestas.
Después
de realizar todas las encuestas usando la
aplicación de Formularios de Google Drive, la hoja
de cálculos generada
automáticamente por la misma fue importada desde Access (utilizado como
gestor
de base de datos). La información fue analizada a través de medidas de
estadística descriptiva, siendo las variables finales consideradas las
siguientes: la primera, perfil biográfico del encuestado: género, edad,
nivel
de estudios, tipo de universidad (pública/privada), provincia y región.
La
segunda, hábitos lectores: lectura de libros mensual, motivación
de la lectura, tiempo que se dedica a la
lectura, consulta y uso de bibliotecas tanto universitarias como no
universitarias, géneros de lectura favoritos, formato de lectura, la
lectura en
el tiempo libre, idioma de lectura, uso de redes sociales, compra de
libros y
descarga de libros.
3.2
Caracterización de la encuesta
La edad media de los alumnos
encuestados es de 24,8 años. Atendiendo a los dos niveles educativos
analizados
se observa que la edad media de los alumnos de grado es de 22,4 y la
edad media
de los alumnos de posgrado es de 33,7, es decir, hay una diferencia
superior a
10 años y uno de cada tres alumnos encuestados supera la edad de 24
años. El
número de encuestas válidas es de 7.094, donde 5.575 (79%) corresponden
a
alumnos de Grado y 1.519 (21%) a alumnos de Posgrado. En la tabla 1
puede verse
el detalle.
Tabla 1.
Conjunto de encuestados por género y edad
Población
de Ecuador |
Encuestados
por edades |
||||||||||
Género
|
Número |
Total |
-18 |
18 |
19 |
20 |
21 |
22 |
23 |
24 |
+24 |
Femenino |
32.619 |
4.380 |
52 |
308 |
475 |
521 |
494 |
375 |
444 |
270 |
1.441 |
Masculino |
22.740 |
2714 |
18 |
131 |
273 |
296 |
281 |
212 |
278 |
215 |
1.010 |
Existe
un claro predominio del género femenino en
los encuestados, el 61,7% son mujeres. Según el censo de las
universidades
encuestadas las mujeres representan el 59%, por consiguiente, puede
considerarse muy ajustada la muestra empleada con la población que
representa
(diferencia inferior a 3 puntos porcentuales). La mayor presencia de
las
mujeres obtenida en la muestra se aprecia aún más en los grados, donde
alcanza
el 63%. Sin embargo, en la población de las universidades el porcentaje
de
hombres y mujeres es igual en ambos niveles. Estos datos corroboran el
ajuste
de la muestra con la población objeto de estudio. La distribución por
géneros
que se muestra en los gráficos 1 y 2 es casi similar en todas las ramas
del
conocimiento, tanto en grado como en posgrado.
Gráfico
1.
Distribución de estudiantes de grado por rama de conocimiento y género
Gráfico 2.
Distribución de estudiantes de posgrado por rama de conocimiento y
género
Seis de cada diez alumnos
encuestados estudian en una universidad pública. Atendiendo a los
censos de las
universidades ecuatorianas encuestadas, el 31% de los alumnos estudian
en
universidades privadas y el 69% en universidades públicas, por tanto,
existe
una pequeña desviación en la muestra obtenida a favor de las
universidades
privadas.
En los estudios de posgrado el
número de alumnos encuestados es muy similar entre las universidades
públicas y
privadas. Sin embargo, en el caso de los grados hay un claro predominio
de las
universidades públicas, como puede verse en el gráfico 3.
Gráfico 3. Distribución de estudiantes según el tipo de universidad y nivel de estudios
Esta
primera aproximación a los datos de la muestra fue lo suficientemente
representativa de la población que se pretende analizar, así que no fue
necesario realizar procesos de ajuste en función de los perfiles de los
encuestados.
4.
Presentación y análisis
de resultados
A la hora de presentar una
panorámica general sobre hábitos de lectura en un territorio se han
seleccionado algunos ítems de estudio (libros leídos al mes, horas
destinadas a
la semana, asistencia a bibliotecas, soporte de lectura,
compra/descarga de
libros, preferencia de la lectura como actividad de ocio, etc.) por
resultar
algunos de los más significativos, relevantes y frecuentes en la
bibliografía
existente (Pérez Parejo et al., 2018, 2020). Dentro de esos ítems, se
ha
desagregado por género, área geográfica o rama de conocimiento, según
el caso,
cuando ese factor resulta o puede resultar relevante en la cuestión
objeto de estudio.
4.1. Libros
leídos al mes
En
el conjunto de la población encuestada (Gráfico 4), el 8% no lee ningún
libro
al mes mientras que el 3% lee más de cuatro. Existe similitud entre los
resultados de hombres y mujeres, con diferencias escasamente
reseñables. Se
señala por primera vez lo que se va a convertir en una constante: si
existen
diferencias entre ambos géneros, estas suelen beneficiar a las mujeres.
En este
caso, el 7% de las mujeres encuestadas no leen ningún libro al mes,
mientras
que en los hombres la cifra se eleva al 9%.
Gráfico 4. Lectura de libros mensual de los alumnos universitarios ecuatorianos
Los
resultados obtenidos en este aspecto aplicados a
la variable universidad pública/privada presenta unos datos similares a
grandes
rasgos (Gráfico 5); sin embargo, hay que anotar que en las privadas
solo el 5%
de los alumnos encuestados no leen ningún libro al mes, mientras que en
las
públicas este dato alcanza el 9%. Más allá de otras consideraciones y
factores,
esta sensible diferencia (por el tamaño de la encuesta) puede venir
condicionada por el mayor número de alumnos de posgrados en privadas.
Gráfico 5. Libros leídos al mes en función del tipo de universidad
El
porcentaje de alumnos que no lee ningún libro al mes es menor en los
cursos de
Posgrado que en los de Grado (Gráfico 6), pasando del 9% en Grado al 5%
en
Posgrado, quizá por tener estos una mayor exigencia bibliográfica a la
hora de
la realización de trabajos y proyectos académicos.
Gráfico 6. Libros leídos al mes en función del nivel de estudios
Se
han realizado consultas en la base de datos para intentar obtener
diferencias
en cuanto a los hábitos de lectura por ramas de conocimiento; sin
embargo, los
resultados obtenidos no reflejan en principio diferencias sustanciales.
Señalaremos solo, con el objeto de comprobar las tendencias observadas
a través
de otras variables, que los alumnos de Ingenierías y Ciencias son los
que
presentan un mayor porcentaje de alumnos que no leen, seguidos por los
de
Ciencias Sociales y Jurídicas (Gráfico 7). Confirmaremos o no esta
conclusión
provisional con posteriores gráficos.
Gráfico 7. Libros leídos al mes por ramas de conocimiento
Sin
embargo, al realizar las consultas por áreas geográficas (Gráfico 8),
se pueden
apreciar algunas diferencias reseñables: en la región Sierra o
Interandina el
porcentaje de alumnos que leen más de un libro es inferior al 25%,
frente a las
otras dos regiones ecuatorianas que superan el 35%.
Gráfico 8. Libros leídos al mes en función de la región de procedencia del encuestado
4.2. Horas de
lectura a la semana
El análisis de otras variables,
como el número de horas semanales dedicadas a la lectura, refleja unos
datos
muy homogéneos, lo que supone un indicio de la solidez de las
encuestas. Así, a
nivel general, el 3% no dedica ninguna hora a la semana a la lectura, mientras que el grupo más numeroso es el de
valores
medios, esto es, un 38% afirma dedicar de dos a cuatro horas a la
lectura. Por
otro lado, no existen diferencias por géneros reseñables (Gráfico 9),
más allá
de que los datos resultan mínimamente favorables a las mujeres, las
cuales
muestran un porcentaje menor entre los que no leen nada y uno mayor (5
puntos
porcentuales) entre quienes presentan valores medios de lectura.
Gráfico 9. Horas destinadas a lectura semanalmente según el género del encuestado
Al comparar los resultados
obtenidos en cuanto a dedicación semanal a la lectura entre los alumnos
de
Grado y Posgrado (Gráfico 10), se percibe una correlación muy sólida
con los
datos de la anterior comparativa. Aunque los datos de algún grupo menor
favorezcan a los alumnos de Grado, se debe señalar que casi la mitad de
los
alumnos de Posgrado leen entre dos y cuatro horas, cifra que se reduce
al 35%
en los alumnos de Grado. Además, en esos estudios superiores la cifra
de
quienes no dedican tiempo alguno a la lectura se reduce en dos puntos
porcentuales.
Gráfico 10. Horas destinadas a lectura semanalmente según el nivel de estudios del encuestado
En
cuanto a la dedicación de tiempo a la lectura,
las consultas destinadas a valorar el comportamiento de las distintas
ramas de
conocimiento (Gráfico 11) vienen a confirmar más claramente lo que solo
se
había apuntado en el apartado anterior, esto es, que los alumnos de las
ramas de
Ingenierías y Ciencias, así como los de Ciencias Sociales y Jurídicas,
leen
menos que los de Ciencias de la Salud y, especialmente, los de Artes y
Humanidades. Por poner un ejemplo significativo, más del 40% de los
alumnos de
la rama de Ingeniería y Ciencias lee menos de dos horas a la semana;
sin
embargo, en la rama de Artes y Humanidades la cifra de quienes leen
menos de
dos libros al mes se reduce al 25%.
Gráfico 11. Horas destinadas a lectura semanalmente según la rama de conocimiento
Los
mismos datos de dedicación de horas semanales a
la lectura aplicados ahora a la geografía ecuatoriana refleja el mismo
comportamiento que en el apartado anterior, es decir, dentro de las
escasas
diferencias entre áreas, en la región Sierra o Interandina el 40% lee
menos de
dos horas a la semana, cifra sensiblemente superior que en las demás
regiones
(Gráfico 12).
Gráfico 12. Horas destinadas a lectura semanalmente según la región del encuestado
Asimismo,
conviene señalar un fenómeno de hábitos
lectores relacionado con la edad de los encuestados. En la pregunta
acerca de
la lectura en tiempo libre se aprecia una notable diferencia entre los
varones
mayores de 30 años y los menores de 30 (Tabla 2).
Tabla 2.
Lectura en tiempo libre por grupo de edad
Grupo
de edad |
No |
Sí |
Menos
de 30 años |
393 |
1422 |
30
o más años |
221 |
678 |
La
prueba de Chi-cuadrado aplicado a estas dos
variables permite rechazar la hipótesis nula, es decir, que existe
relación
entre las dos variables: para el 90% de los encuestados se cumple la
relación
de prelación de los hábitos de lectura de los varones menores de 30
años sobre
los mayores de esa edad (X-squared = 2,7834, df = 1, p-value = 0,09525).
4.3.- Asistencia
a la biblioteca
universitaria
Se ha considerado oportuno
analizar la frecuencia de visitas a las bibliotecas pues está
directamente
relacionada con los hábitos lectores, especialmente en niveles como
estos en
los que los libros suelen ser muy caros y se exige la consulta de
material
bibliográfico. Se observa que aproximadamente una quinta parte de los
estudiantes universitarios ecuatorianos no acude nunca a las
bibliotecas
universitarias (Gráfico 13). El resultado es peor que los obtenidos en
Extremadura, España (Pérez Parejo et al., 2019), que se situaban
aproximadamente en un tercio de los encuestados.
Gráfico 13. Frecuencia con la que se asiste a la biblioteca
Si
se cruzan variables con relación al
comportamiento distinto entre géneros en este apartado, se observa en
general
la misma tónica: aunque no haya grandes diferencias, estas favorecen
siempre a
las mujeres que, por un lado, acuden más asiduamente a las bibliotecas
y, por
otro, presentan un porcentaje menor entre quienes no acuden nunca a
ellas. La
misma tendencia se produce al analizar la visita a las bibliotecas no
universitarias: dentro de las escasas diferencias, las mujeres vuelven
a
presentar mejores registros. Este tipo de bibliotecas son mucho menos
utilizadas por los estudiantes universitarios ecuatorianos: tres de
cada cinco
alumnos nunca las visitan.
Llama
la atención el uso que se le da a las
bibliotecas (Gráfico 14): el estudio y la consulta son, en ese orden,
sus usos
principales, representando valores por encima del 70% en ambos géneros.
Gráfico 14. Porcentaje de uso de la biblioteca para actividades concretas según el género del encuestado
4.4. Otros
aspectos de interés
En
este último apartado de exposición y análisis de
resultados se analizan una serie de aspectos que indudablemente afectan
a los
hábitos lectores, desde el soporte (tecnológico/en papel), la compra o
descarga
de libros o la lectura en el idioma materno o en idiomas extranjeros.
Brevemente se abordará un aspecto considerado capital: la percepción
subjetiva
sobre la lectura, lo cual condiciona considerablemente, como se verá,
los
hábitos lectores de los individuos.
En el contexto contemporáneo
resulta relevante analizar los soportes de lectura empleados por los
estudiantes, no solo por mera investigación cuantitativa sino con el
objeto de
orientar la adquisición de materiales y la logística e infraestructura
de las
bibliotecas universitarias. Por poner un primer ejemplo, el uso de las
redes
sociales está completamente generalizado entre los estudiantes,
alcanzando un
99%. Pero, como se indica, la tecnología ha llegado también a los
diferentes
soportes de lectura. Tal es así que, según el Gráfico 15, la lectura en
pantalla (ordenador, móvil o tableta)
supera ampliamente a la
lectura convencional analógica en papel, la cual representa un 17,5%
del
global.
Gráfico 15. Soporte de lectura utilizada según el género del encuestado
Dentro de los dispositivos
electrónicos y formatos utilizados, la computadora es el más usual,
seguido por
el móvil y la tableta. Llama la atención en este apartado que las
mujeres lean
más en formato papel mientras que los hombres presentan una mayor
tendencia al
uso de la lectura en soportes digitales: cinco puntos porcentuales de
diferencia en una muestra como la que se ha utilizado resulta
significativa.
Asimismo, dentro de los soportes tecnológicos, es destacable que ellos
prefieran
más la computadora (8 puntos porcentuales más) y ellas la lectura en
teléfonos
móviles (6 puntos porcentuales más).
Existe un porcentaje en torno
al 25% de alumnos que afirma no comprar ningún libro al año (Gráfico
16). Los
grupos más numerosos son quienes afirman comprar entre uno y tres
libros por
año, y no llegan al 10% quienes compran más de cuatro. Las diferencias
por
géneros en este sentido se equilibran entre los distintos grupos
establecidos.
Gráfico 16. Número de libros comprados en un año por géneros
En
cuanto a las descargas de libros, más de la mitad
de los encuestados declaran tener ese hábito y solo un 10% no hacerlo,
de modo
que puede afirmarse que es práctica común entre los universitarios
ecuatorianos. No se observan en este capítulo diferencias entre géneros
(Gráfico 17).
Gráfico 17. Número de libros descargados en un año por género
Como han señalado estudios que
nos preceden (Gilardoni, 2006; Cornejo et al., 2012; Pérez-Parejo et
al.,
2018), la percepción individual sobre la actividad de la lectura
condiciona
considerablemente los hábitos lectores del sujeto, de ahí que convenga
en
cualquier encuesta relacionada con esta temática formular cuestiones
sobre ello
y después cruzar variables para confirmar hipótesis. Los siguientes
ítems de
estudio se dirigen a analizar esta cuestión desde diversos flancos.
En primer lugar, en el caso de
los varones universitarios, la razón que conduce a leer a 6 de cada 10
es “Para
aprender”, situándose 6 puntos porcentuales por encima de las mujeres
en esta
elección. Por el contrario, las mujeres universitarias se sitúan 7
puntos
porcentuales por encima en el motivo “Porque me gusta”. Estos datos
encajan y,
por tanto, deben ponerse en relación con las –aunque escasas- sensibles
y
constantes diferencias en favor de los hábitos lectores de las mujeres
que se
han señalado a lo largo de este estudio. En cuanto a los idiomas de
lectura, no
hay apenas diferencias entre géneros. Este apartado sirve, no obstante,
para
mostrar la lectura mayoritaria en lengua española y el porcentaje,
ciertamente
menor, en torno al 20%, de lecturas en otras lenguas, cifras que deben
registrarse para observar en futuras investigaciones la progresión de
la
lectura en otras lenguas en los ámbitos universitarios.
Para completar la cuestión de la
percepción subjetiva sobre la lectura, hay que relacionar esta con las
demás
actividades percibidas como ocio por los encuestados. En este sentido,
solo uno
de cada cinco encuestados practica la lectura en su tiempo libre.
Apenas hay diferencias
según el género. Tampoco se observan diferencias en la elección de la
lectura
como actividad de ocio entre las ramas de conocimiento analizadas
(Gráfico 18).
Gráfico 18. Lectura en tiempo libre por ramas de conocimiento
En
cuanto a las demás actividades de ocio, hacer
deporte, ver la televisión y compartir tiempo con amigos, en ese orden,
son las
actividades alternativas preferidas en lugar de leer (Gráfico 19).
Gráfico
19. Porcentaje que ocupa la lectura en el
tiempo libre frente a otras actividades
Pueden
señalarse algunas diferencias entre géneros
en este apartado (Gráfico 20): los hombres son más aficionados a las
actividades relacionadas con la tecnología digital como los
videojuegos,
mientras que las mujeres muestran más predisposición a ver la
televisión como
alternativa a la lectura.
Gráfico 20. Porcentaje que ocupa la lectura en el tiempo libre frente a otras actividades según el género
5.
Discusión
En
este apartado se retoman los estudios
referenciados y analizados en el “Estado de la cuestión/Antecedentes”,
cuyos
resultados se vinculan ahora con los propios. Conviene afirmar, en
principio,
que los índices y hábitos de lectura ecuatorianos son similares en
general a
los de otras regiones de América Latina, de acuerdo con el estudio
realizado en
el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el
Caribe y la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura
(Monak y Jaramillo Hoyos, 2013), si bien merece la pena destacar
algunas
coincidencias, divergencias y curiosidades.
Nuestros datos difieren en parte
de los de la encuesta aplicada por el Instituto Nacional de
Estadísticas y
Censo (INEC, 2012), probablemente porque el grupo analizado en nuestra
investigación, los estudiantes universitarios, constituyen un grupo más
homogéneo y se realizó un mayor número de encuestas. Recordemos que
INEC reveló
que el 73% de las personas tienen el hábito de leer. Sin embargo,
dentro de los
que leen, el 50,3% solo dedica a esta actividad entre 1 y 2 horas
semanales. En
nuestro caso, el grupo de quienes leen menos de dos horas constituye el
36% en
el caso de los hombres y el 26% en el de las mujeres, mientras que leen
entre
dos y cuatro horas el 35% de los hombres y el 49% de las mujeres. En
cuanto a
la lectura en función de la edad, los datos de INEC revelan que el
hábito se va
perdiendo a partir de los 24 años; nuestros resultados también apuntan
a ello,
pues el porcentaje de alumnos que no lee ningún libro al mes es menor
en los
cursos de Posgrado que en los de Grado (Gráfico 6), pasando del 9% al
5%. Sin
abandonar el estudio de INEC, este señala el dato de que el 33% de los
jóvenes
leen para cumplir las obligaciones académicas, mientras que el 32% lo
hace para
informarse respecto a algún asunto. En general, no se lee por placer o
superación personal. Esta conclusión también aparece en Pérez Parejo et
al.
(2018 y 2019) referidos a los alumnos de Extremadura (España).
Los
datos obtenidos en el presente estudio coinciden
con los resultados de la investigación realizada por Pérez-Payrol,
Baute
Rosales y Luque Espinoza de los Monteros (2018) a partir de entrevistas
a los
estudiantes de la carrera Ciencias de la Educación de la Universidad
Metropolitana del Ecuador, especialmente en el apartado de la compra de
libros,
que es escasa en los dos contextos.
A
lo largo del estudio se han señalado diferencias
en los hábitos de lectura en los estudiantes universitarios dependiendo
de las
diferentes regiones del país (Sierra, Costa y Amazonía). Dentro de la
relativa
igualdad Amazonía es la que siempre presenta datos menos favorables.
Esto puede
estar relacionado con el contexto más rural, indicio que coincide con
el
apuntado por Pérez-Parejo et al. (2019) referida a la región española
de
Extremadura.
En
cuanto a los hábitos de lectura según las ramas
de conocimiento, nuestro estudio presenta analogías tanto con el de
Alterio
Ariola y Pérez Loyo (2004) como con el de López Mendoza, Granja Jijón y
Santa
Cruz Rodríguez (2015), ya que las ramas de Humanidades y de Ciencias de
la Salud
son las que mejor comportamiento presentan en sus índices de lectura,
si bien,
como afirman los primeros, los estudiantes de las Ciencias de la Salud
tienen
preferencia por libros de su rama de conocimiento.
En lo referente al soporte de
lectura, nuestros datos difieren un tanto de los de Cornejo et al.
(2012) en
Argentina, Mora et al (2014) en Costa Rica y Parodi et al. (2019) en
Chile, que
reflejaron que la lectura del libro impreso fue el principal medio de
acceso a
la lectura por encima de los formatos electrónicos. Nuestros datos para
los
universitarios ecuatorianos en 2020 revelan un porcentaje de lectura en
libros
del 30% en las mujeres y de un 24% para los hombres, mientras que los
medios
electrónicos (ordenador, tablet, móvil) constituyen los soportes más
frecuentes. Más que el factor geográfico o el desarrollo tecnológico,
pensamos
que el paso de los años es el factor decisivo en estos resultados, que
a buen
seguro indican, más que un contraste, una evolución.
Como han señalado estudios que
nos preceden (Gilardoni, 2006; Cornejo et al., 2012; Ramírez Leyva,
2015; López
Mendoza, Granja Jijón y Santa Cruz Rodríguez, 2015; Barboza-Palomino y
Ventura-León, 2017; Pérez-Parejo et al., 2018), la percepción
individual sobre
la actividad de la lectura condiciona considerablemente los hábitos
lectores
del sujeto. Los resultados obtenidos en la presente investigación se
sitúan
también en esta línea, especialmente los de los últimos gráficos
dedicados a
medir los porcentajes de tiempo que ocupa la lectura frente a otras
actividades
de ocio.
Finalmente, los resultados
derivados de las investigaciones desarrolladas por Yubero y Larrañaga
(2015) y
de Pérez-Parejo et al. (2018, 2019), en los cuales participaron
estudiantes
procedentes de universidades españolas y portuguesas, encontraron un
saldo
mucho más alentador que en América Latina. Además, se mostraron
diferencias
entre las áreas geográficas estudiadas, reflejando mejores resultados
entre
aquellas mejor comunicadas, como los grandes núcleos urbanos. Ambos
estudios
abogan por que los estudiantes universitarios son sujetos
potencialmente
lectores, pero necesitan orientación adecuada del docente para el
desarrollo
del hábito lector.
A
lo largo del estudio se ha señalado alguna
comparativa con estudios precedentes de Chile y Extremadura. No procede
extenderse en esta comparativa pormenorizadamente por cuestiones de
espacio y de
objetivos de investigación. Por citar solo una diferencia destacable,
los datos
reflejan mejores resultados en libros leídos al mes y dedicación
semanal a la
lectura entre los estudiantes ecuatorianos que entre los estudiantes de
Extremadura, especialmente en el conjunto de alumnos que afirman no
leer nunca,
y que, en Extremadura, por poner un ejemplo concreto, suponía el 25%
mientras
que en Ecuador no supera el 8%.
6.-
Conclusiones
Del
análisis realizado se puede sostener lo
siguiente: en las universidades ecuatorianas leen más las mujeres que
los
hombres y acuden más a las bibliotecas; leen más los estudiantes de
Posgrado
que los de Grado; solo una cuarta parte del total compra libros; la
principal
función de la lectura en estos niveles es claramente utilitaria, casi
nunca se
sitúa entre las primeras opciones de ocio; la lectura en soportes
tecnológicos
avanza considerablemente.
Como
otros datos destacados, más del 60% de los
encuestados dedica más de dos horas semanales a la lectura; no llega al
10% el
porcentaje de alumnos que nunca lee; la compra de libros es escasa,
incluso un
25% afirma no comprarlos nunca. Casi un cuarto de alumnos lee también
en otro
idioma distinto del español. Tres cuartas partes acude a las
bibliotecas,
preferentemente universitarias, más a estudiar que a consultar libros o
realizar otras tareas. Prácticamente todos los alumnos usan redes
sociales; el
índice de lectura en soportes tecnológicos es muy alta, alcanza a casi
el 80%,
muy por encima, pues, de la lectura en papel, especialmente entre los
varones,
que muestran más predisposición por estos soportes tales como
computadora y
móviles que son los dispositivos más empleados.
Para
completar las conclusiones se acude a las
hipótesis de partida del inicio del estudio; algunas de ellas se
confirman y
otras, en cambio, se refutan o requieren matizaciones relevantes. En
primer
lugar, no se confirma la hipótesis de que exista equilibrio entre los
hábitos
lectores de hombres y mujeres: los datos, aunque no reflejen grandes
holguras,
siempre favorecen a las mujeres. En segundo lugar, se han señalado
diferencias
en los hábitos de lectura en los estudiantes universitarios dependiendo
de las
diferentes regiones del país (Sierra, Costa y Amazonía), siendo esta
última,
dentro de la relativa igualdad, la que presenta siempre datos menos
favorables;
esto puede estar relacionado con el contexto más rural.
En
cuanto a las distintas ramas de conocimiento
universitarias, se confirma la hipótesis inicial de desequilibrio entre
áreas
disciplinares del conocimiento de tal modo que los alumnos de Artes y
Humanidades, así como los de Ciencias de la Salud, presentan mejores
resultados
que los de Ingenierías y Ciencias Sociales y Jurídicas, esto coincide
con los
datos obtenidos por Alterio Ariola y Pérez Loyo (2004). Por otro lado,
puede
observarse, a nivel global, un mayor rendimiento en el hábito lector de
las
universidades privadas que de las públicas, aunque con escasos márgenes. De modo que puede tomarse
en cuenta la
propuesta de Navarro (2013) de crear programas de formación y
actualización
docente que, mediante el estudio y el trabajo colaborativo, fomenten
las
herramientas didácticas específicas para la enseñanza de la lectura,
así como
la formación de tutores disciplinares que articulen la investigación y
docencia.
La
última hipótesis, basada en la percepción
subjetiva de los propios estudiantes sobre la actividad de la lectura,
queda
sólidamente confirmada como factor que contribuye a unos mejores
resultados en
los hábitos lectores.
Los gráficos generados a partir
de las distintas consultas internas, así como la coherencia de los
resultados
obtenidos, permiten confirmar la solidez de las encuestas realizadas.
Eso ha
ocurrido, por ejemplo, al comprobar el mayor índice en los hábitos
lectores de
las mujeres con respecto a los hombres. Por pequeños que fueran los
márgenes,
los datos y los gráficos resultantes siempre se han dirigido en la
misma
dirección: libros leídos, dedicación semanal a la lectura, asistencia a
las
bibliotecas, percepción subjetiva de la lectura, etc. Lo mismo ha
ocurrido con
el resto de variables analizadas: áreas geográficas, distinción
Grado/Posgrado,
etc., de modo que los fenómenos observados en las primeras consultas
quedaban
confirmados en todas las de la serie.
Se es consciente de que la
presente investigación constituye una primera y superficial
aproximación al
estudio pormenorizado de los hábitos lectores en la universidad
ecuatoriana.
Son múltiples los factores que intervienen en la cabal comprensión del
fenómeno
que, por limitaciones, no se han podido investigar o exponer, entre los
que se
quieren destacar el grado de ruralidad de las distintas áreas
geográficas y la
incidencia de los ítems que conforman el grado de bienestar social en
los
hábitos de lectura. Del mismo modo, se abren varias líneas de
investigación que
pueden dar lugar a futuros proyectos. Entre ellos se quiere destacar la
comparativa más profunda entre las distintas áreas geográficas de
Ecuador, e
incluso entre universidades específicas, la comparativa entre
universidades
públicas y privadas y, por último, la comparativa detallada con otras
universidades que, en los últimos años, han estudiado las mismas
variables.
Aunque
el presente estudio parta originalmente de
una iniciativa académica entre universidades de distintos países y
constituya
básicamente un análisis estadístico aplicado a Ecuador, los datos, el
análisis
de estos, las conclusiones y, especialmente, la metodología, pueden ser
empleados por otros investigadores y resultar útiles de cara a
implementar
políticas educativas, especialmente de carácter estratégico y
bibliotecológico,
por parte de las autoridades educativas y los órganos directivos de las
universidades.
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