ARTÍCULOS

Hábitos de lectura de los estudiantes de las universidades ecuatorianas

Reading habits of students from Ecuadorian universities

Noemí Suárez Monzón

UNIB.E Universidad Iberoamericana del Ecuador. Posgrado. Quito, Ecuador / noemisuarez@unibe.edu.ec | https://orcid.org/0000-0002-9103-9714

José Antonio Gutiérrez Gallego

Universidad de Extremadura. Escuela Politécnica. Cáceres, España / jagutier@unex.es | http://orcid.org/0000-0002-2375-7087

José Soto Vázquez

Universidad de Extremadura. Facultad de Formación del profesorado. Cáceres, España / jsoto@unex.es | https://orcid.org/0000-0002-9967-5694

Francisco Javier Jaraíz Cabanillas

Universidad de Extremadura. Facultad de Formación del profesorado. Cáceres, España / jfjaraiz@unex.es | https://orcid.org/0000-0003-3575-3136

Santiago Sevilla Vallejo

Universidad de Salamanca. Salamanca, España / santiagosevilla@usal.es | https://orcid.org/0000-0002-9017-4949

Ramón Pérez Parejo

Universidad de Extremadura. Facultad de Formación del profesorado.Cáceres, España / rpp@unex.es / http://orcid.org/0000-0002-7802-979X

Recepción: 03 Febrero 2023.

Aprobación: 11 Mayo 2023

Doi: https://doi.org/10.34096/ics.i48.12504


Resumen: Este estudio examina el hábito lector en 7.094 estudiantes universitarios ecuatorianos a partir de encuestas online. Se analiza el hábito de lectura por sexos de las tres áreas geográficas de Ecuador, de la distinción Grado/Posgrado y de las áreas de conocimiento. Se comparan las diferencias en horas de dedicación semanales, número de libros leídos, frecuencia de asistencia a la biblioteca, tipos de lecturas que hacen en ella, número de libros comprados/descargados y porcentaje que ocupa la lectura en el tiempo libre frente a otras actividades en las categorías mencionadas. Los alumnos de Artes y Humanidades y los de Ciencias de la Salud son los que presentan un mejor hábito lector. No obstante, el hábito lector del conjunto de la muestra es bajo, por lo que es necesaria la preparación del profesorado para afrontar esta problemática.

Palabras clave: Hábitos de lectura, Estudiantes universitarios, Ecuador, Estadísticas, Género

Abstract: This work examines the reading habit of 7.094 Ecuadorian university students through an online survey. They are analyzed according to gender, the three geographic areas of Ecuador, the undergraduate/postgraduate distinction, and the areas of knowledge. Differences are compared in hours spent per week, number of books read, frequency of library attendance, types of reading done there, number of books purchased/downloaded, and percentage spent reading in free time compared to other activities in the mentioned categories. The students of Arts and Humanities and those of Health Sciences are the ones with the best reading habit. However, the reading habit of the sample as a whole is low, which is why the preparation of professors is necessary to face this problem.

Keywords: Reading habits, University students, Ecuador, Statistics, Genre

 


1. Introducción

La lectura activa procesos cognitivos interactivos, que combinan las rutas ascendente y descendente, y la motivación por el conocimiento (Sevilla-Vallejo, 2018). Esto permite que el cerebro comience a operar procesos funcionales como el interés, la crítica, la concentración, la comprensión, la memoria. Asimismo, la lectura incentiva el fortalecimiento de las habilidades de comunicación, ampliando el acervo de palabras y términos que facilitan conectar las ideas, así como las maneras de sentir emocionalmente. Con ese conocimiento adquirido existen mayores probabilidades de tolerancia a las distintas formas de pensamiento, ideologías y prácticas juveniles (López Mendoza, Granja Jijón y Santa Cruz Rodríguez, 2015).

En Ecuador, los estudios acerca de los hábitos de lectura volvieron a tomar vigencia a raíz de la encuesta que efectuara el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC, 2012). A partir de estos resultados, el asunto ha sido tratado científicamente por investigadores, sobre todo dentro de las instituciones de la Educación Superior y de los planes nacionales de promoción del libro y la lectura (De la Cuadra, 2017). En este contexto, el presente estudio tiene como objetivo analizar los hábitos de lectura de los estudiantes de universidades ecuatorianas, así como las variables que influyen específicamente en la lectura universitaria.

Se parte de las siguientes hipótesis: en primer lugar, pueden existir diferencias en los hábitos de lectura en los estudiantes universitarios dependiendo de las diferentes regiones del país (Sierra, Costa y Amazonía), específicamente al comparar contextos rurales o urbanos; en segundo lugar, el género no determina el hábito lector; en tercer lugar, el hábito lector tiene manifestaciones diferentes en relación con los campos del conocimiento, el tipo de universidad (pública o privada) y el nivel educativo (grado y posgrado); finalmente, es esperable que otros factores como el acceso a la información científica, a las bibliotecas o la percepción que tienen los estudiantes sobre la lectura incidan favorablemente en este hábito. Se comprobará, a la luz de los resultados obtenidos, si estas hipótesis iniciales se confirman o requieren matizaciones de mayor o menor calado.

En este sentido, se concretan los siguientes objetivos específicos, tomando en consideración los supuestos anteriores: 1) exponer el estado de la cuestión de las investigaciones previas acerca de los hábitos de lectura en el Ecuador con intertextualidad de otros contextos; 2) caracterizar los hábitos lectores actuales de los estudiantes universitarios ecuatorianos; y 3) comparar los hábitos lectores en estudiantes universitarios en cuanto al área geográfica, género, área del conocimiento, nivel de estudios y acceso a la información.

2. Antecedentes/Estado de la cuestión

En el ámbito universitario, objeto del presente estudio, la investigación desarrollada por Alterio Ariola y Pérez Loyo (2004) describe ciertos hábitos de lectura en una carrera como Medicina, a partir de la aplicación de un cuestionario a 200 jóvenes. De acuerdo con los datos recopilados, el 50% de los estudiantes refirió que le gustaba la lectura, aunque solo leen textos de medicina fundamentalmente. En promedio todos leen un libro; de ellos, el 64% leía uno referente a la carrera y el 36% leía otro tipo de libro. El uso del tiempo, 4,3 horas al día para esta actividad es mayor en este grupo que en la población general ecuatoriana.

En Ecuador los datos de la encuesta aplicada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC, 2012) a personas mayores de 16 años en ciudades como Quito, Guayaquil, Cuenca, Machala y Ambato reveló que el 73% de las personas tienen el hábito de leer. Sin embargo, dentro de los que leen, el 50,3% solo dedica a esta actividad entre 1 y 2 horas semanales. Resultó importante el dato de que el 33% de los jóvenes leen para cumplir las obligaciones académicas, mientras que el 32% lo hace para informarse respecto a algún asunto. En general, no se lee por placer o superación personal. Los datos mostraron que entre las causas probables de la evasión de la lectura se encuentra la falta de interés, tiempo y concentración (INEC, 2012). Según los datos, es una costumbre que se va perdiendo a partir de los 24 años; con lo cual se van desaprovechando las posibilidades de fortalecer las capacidades derivadas del acercamiento al libro.

Otra investigación realizada por López Mendoza, Granja Jijón y Santa Cruz Rodríguez (2015) accedió a una muestra representativa de 2456 estudiantes con el objetivo de medir los hábitos de lectura y su incidencia en el desarrollo de las destrezas lingüísticas. El instrumento fue aplicado a 334 jóvenes universitarios de la carrera de Periodismo de 5 universidades de Guayaquil, y constató que la lectura se coloca como la segunda actividad preferida de los jóvenes, solo antecedida por la práctica de deporte o tocar instrumentos musicales; es más deseada que ver televisión, viajar, salir con amigos o consumir Internet.

La investigación realizada por Pérez-Payrol, Baute Rosales y Luque Espinoza de los Monteros (2018) concluyó con aspectos relevantes a partir de entrevistas a los estudiantes de la carrera Ciencias de la Educación de la Universidad Metropolitana del Ecuador. Se pudo observar que es muy bajo el hábito de lectura de la bibliografía académica y de la literatura universal. Tampoco consultan la prensa y libros que favorezcan su acervo cultural, y mucho menos compran libros, pues no lo consideran una necesidad.

Resulta pertinente también conocer el estado de la cuestión en el ámbito iberoamericano. Un estudio realizado en el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Monak y Jaramillo Hoyos, 2013) recogió datos de 11 países. Argentina registra el más alto porcentaje de lectura de libros en la población (55%), seguido de Chile (51%) y Brasil (46%), y los más bajos resultan México (20%) y Perú (35%).

Por su parte, el estudio de Cornejo et al. (2012) confirmó que la lectura del libro impreso fue el principal medio de acceso a la lectura por encima de los formatos electrónicos. Las encuestas a 158 estudiantes de carreras tecnológicas de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires así lo revelaron. Mora et al. (2014) accedieron a una muestra representativa de estudiantes de Humanidades de la Universidad de Costa Rica y determinaron que no existe una política dentro de la institución universitaria para promover la lectura, tan solo acciones aisladas encaminadas por las entidades administradas. No obstante, los estudiantes alegaron leer frecuentemente por considerarlo una actividad beneficiosa y reconocieron la necesidad de fortalecer estrategias que promuevan e incentiven el placer por la lectura. La investigación corroboró además que, aunque el libro impreso sigue siendo el medio principal de lectura, los estudiantes encuestados utilizan cada vez más recursos tecnológicos.

A partir de estos resultados, se consultaron otras investigaciones realizadas sobre los hábitos de lectura de los universitarios. Ramírez Leyva (2015) comprobó la tendencia de los universitarios mexicanos a desentenderse de la lectura de libros, revistas, periódicos, y solo consumir televisión e Internet. En ese sentido, el autor insta a dejar de lamentar tal situación y tratar lo que significa para la lectura el consumo de la red de redes y poner énfasis en lectura con placer, en lugar de imponer textos que solo generan tedio, sufrimiento y rencor. Para Barboza-Palomino y Ventura-León (2017), si bien la lectura es una necesidad académica de los universitarios, no ha dejado de colocarse entre las principales actividades de ocio. En ese sentido, apuntaron que los docentes tienen responsabilidad en lograr estrategias atractivas de promoción de la lectura.

En contraste, hallamos la investigación efectuada por Parodi et al. (2019) en dos universidades de Chile (Valparaíso y Concepción). La pesquisa, que incluyó 894 encuestas, demostró que los estudiantes son lectores que distinguen con claridad el propósito de lectura; el formato en papel es el preferido por los alumnos ––igual conclusión a la que llegan Jang y otros estudios (Jang, Hoon Ryoo y Conradi Smith, 2021)–– y, además, no se hallaron grandes diferencias entre los estudiantes de carreras de ciencias humanas y de ciencias administrativas y económicas Este último hallazgo, relacionado con el área del conocimiento en Argentina, según Navarro (2013), es atribuido a las prácticas docentes, las trayectorias estudiantiles y los materiales curriculares de carreras de humanidades, lo que requiere instrumentar prácticas didácticas específicas.

Por último, en el contexto europeo, resultan interesantes los resultados obtenidos por Yubero y Larrañaga (2015) y por Pérez-Parejo et al. (2018, 2019) referentes a universidades españolas y portuguesas.

3. Metodología

3.1. Fuentes y métodos

Para el correcto desarrollo de la investigación de los hábitos lectores de los estudiantes universitarios en Ecuador ha sido necesario recurrir a las siguientes fuentes de información: censos oficiales y encuestas de preferencias declaradas. Los censos usados fueron muy útiles para definir la dimensión de la población objeto de estudio y el resultado de las encuestas recogidas puede considerarse adecuado a las principales características de la población analizada. Las encuestas se revelaron como un buen medio de acercamiento a los hábitos lectores de los colectivos analizados.

En cuanto al censo, se recogió la información publicada en las distintas universidades sobre el número de alumnos y alumnas que tiene cada una de ellas. A través del censo de estudiantes universitarios fue posible determinar la dimensión real de la población objeto de estudio, desagregados por las tres zonas de Ecuador, las universidades, género, nivel de estudios y rama de conocimiento (Tabla 1).

Las fuentes principales en las que se basan las categorías objeto de la encuesta, además de los estudios propiamente estadísticos mencionados arriba en el estado de la cuestión, han sido principalmente el estudio de la Federación de Gremios de Editores de España (Millán, 2008) con la participación de la prestigiosa Fundación Germán Sánchez Ruipérez así como el artículo “Hábitos de lectura de los estudiantes de la Universidad de Extremadura (España)” de Pérez-Parejo et al. (2019), donde se recogen los ítems necesarios para valorar los hábitos lectores (tipo de libros, cantidad, materias preferidas, preferencias de formato, edad y género, etc.), así como las razones que conducen a la selección de los textos.

La encuesta se realizó a los estudiantes de los centros educativos de los diferentes campus de las tres zonas de Ecuador analizadas. Se desarrolló entre los meses de mayo y agosto de 2020, siendo los días elegidos en función de la localización geográfica. Fue tanto de recogida directa como indirecta a través de la recepción de respuestas una vez que los alumnos cumplimentaban los cuestionarios en Google Drive.

El universo encuestado fueron los alumnos de universidades pertenecientes a las tres zonas seleccionadas en Ecuador: Región Costa o Litoral, Región Oriental o Amazónica, Región Sierra o Interandina. Estas regiones se componen de las siguientes provincias: Azuay, Bolívar, Cañar, Carchi, Chimborazo Cotopaxi, El Oro, Esmeraldas, Galápagos, Guayas, Imbabura, Loja, Los Ríos, Manabí, Morona Santiago, Napo, Orellana, Pastaza, Pichincha, Santa Elena, Santo Domingo de los Tsáchilas, Sucumbíos, Tungurahua, Zamora y Chinchipe.

Se tomó como punto de partida el censo total de estudiantes de las universidades encuestadas (55.359). Y se determinó que el número de encuestas necesario para garantizar un error máximo estimado del 3% para un nivel de confianza del 95% era de 1.047. No obstante, el número de encuestas ha sido 7 veces superior (7.094).

formula

Donde:

 

Error

0,03

P

0,50

P

0,50

Z

1,96

 

En cuanto a la descripción del método de recogida, podemos indicar que todos los individuos de 17/18 y más años que cursan sus estudios universitarios eran representativos, relativamente a los fundamentos propuestos para esta operación estadística. Es necesario destacar que a la hora de mostrar los datos no se ha tenido en cuenta ningún resultado que obtuviera un valor inferior a 25 respuestas.

Después de realizar todas las encuestas usando la aplicación de Formularios de Google Drive, la hoja de cálculos generada automáticamente por la misma fue importada desde Access (utilizado como gestor de base de datos). La información fue analizada a través de medidas de estadística descriptiva, siendo las variables finales consideradas las siguientes: la primera, perfil biográfico del encuestado: género, edad, nivel de estudios, tipo de universidad (pública/privada), provincia y región. La segunda, hábitos lectores: lectura de libros mensual, motivación de la lectura, tiempo que se dedica a la lectura, consulta y uso de bibliotecas tanto universitarias como no universitarias, géneros de lectura favoritos, formato de lectura, la lectura en el tiempo libre, idioma de lectura, uso de redes sociales, compra de libros y descarga de libros.

3.2 Caracterización de la encuesta

La edad media de los alumnos encuestados es de 24,8 años. Atendiendo a los dos niveles educativos analizados se observa que la edad media de los alumnos de grado es de 22,4 y la edad media de los alumnos de posgrado es de 33,7, es decir, hay una diferencia superior a 10 años y uno de cada tres alumnos encuestados supera la edad de 24 años. El número de encuestas válidas es de 7.094, donde 5.575 (79%) corresponden a alumnos de Grado y 1.519 (21%) a alumnos de Posgrado. En la tabla 1 puede verse el detalle.

Tabla 1. Conjunto de encuestados por género y edad

Población de Ecuador

Encuestados por edades

Género

Número

Total

-18

18

19

20

21

22

23

24

+24

Femenino

32.619

4.380

52

308

475

521

494

375

444

270

1.441

Masculino

22.740

2714

18

131

273

296

281

212

278

215

1.010

 

Existe un claro predominio del género femenino en los encuestados, el 61,7% son mujeres. Según el censo de las universidades encuestadas las mujeres representan el 59%, por consiguiente, puede considerarse muy ajustada la muestra empleada con la población que representa (diferencia inferior a 3 puntos porcentuales). La mayor presencia de las mujeres obtenida en la muestra se aprecia aún más en los grados, donde alcanza el 63%. Sin embargo, en la población de las universidades el porcentaje de hombres y mujeres es igual en ambos niveles. Estos datos corroboran el ajuste de la muestra con la población objeto de estudio. La distribución por géneros que se muestra en los gráficos 1 y 2 es casi similar en todas las ramas del conocimiento, tanto en grado como en posgrado.

Gráfico 1. Distribución de estudiantes de grado por rama de conocimiento y género

 Gráfico 1

Gráfico 2. Distribución de estudiantes de posgrado por rama de conocimiento y género

 Gráfico 2

Seis de cada diez alumnos encuestados estudian en una universidad pública. Atendiendo a los censos de las universidades ecuatorianas encuestadas, el 31% de los alumnos estudian en universidades privadas y el 69% en universidades públicas, por tanto, existe una pequeña desviación en la muestra obtenida a favor de las universidades privadas.

En los estudios de posgrado el número de alumnos encuestados es muy similar entre las universidades públicas y privadas. Sin embargo, en el caso de los grados hay un claro predominio de las universidades públicas, como puede verse en el gráfico 3.

Gráfico 3. Distribución de estudiantes según el tipo de universidad y nivel de estudios

Gráfico 3

Esta primera aproximación a los datos de la muestra fue lo suficientemente representativa de la población que se pretende analizar, así que no fue necesario realizar procesos de ajuste en función de los perfiles de los encuestados.

4. Presentación y análisis de resultados

A la hora de presentar una panorámica general sobre hábitos de lectura en un territorio se han seleccionado algunos ítems de estudio (libros leídos al mes, horas destinadas a la semana, asistencia a bibliotecas, soporte de lectura, compra/descarga de libros, preferencia de la lectura como actividad de ocio, etc.) por resultar algunos de los más significativos, relevantes y frecuentes en la bibliografía existente (Pérez Parejo et al., 2018, 2020). Dentro de esos ítems, se ha desagregado por género, área geográfica o rama de conocimiento, según el caso, cuando ese factor resulta o puede resultar relevante en la cuestión objeto de estudio.

4.1. Libros leídos al mes

En el conjunto de la población encuestada (Gráfico 4), el 8% no lee ningún libro al mes mientras que el 3% lee más de cuatro. Existe similitud entre los resultados de hombres y mujeres, con diferencias escasamente reseñables. Se señala por primera vez lo que se va a convertir en una constante: si existen diferencias entre ambos géneros, estas suelen beneficiar a las mujeres. En este caso, el 7% de las mujeres encuestadas no leen ningún libro al mes, mientras que en los hombres la cifra se eleva al 9%.

Gráfico 4. Lectura de libros mensual de los alumnos universitarios ecuatorianos

Gráfico 4

Los resultados obtenidos en este aspecto aplicados a la variable universidad pública/privada presenta unos datos similares a grandes rasgos (Gráfico 5); sin embargo, hay que anotar que en las privadas solo el 5% de los alumnos encuestados no leen ningún libro al mes, mientras que en las públicas este dato alcanza el 9%. Más allá de otras consideraciones y factores, esta sensible diferencia (por el tamaño de la encuesta) puede venir condicionada por el mayor número de alumnos de posgrados en privadas.

Gráfico 5. Libros leídos al mes en función del tipo de universidad

Gráfico 5

El porcentaje de alumnos que no lee ningún libro al mes es menor en los cursos de Posgrado que en los de Grado (Gráfico 6), pasando del 9% en Grado al 5% en Posgrado, quizá por tener estos una mayor exigencia bibliográfica a la hora de la realización de trabajos y proyectos académicos.

Gráfico 6. Libros leídos al mes en función del nivel de estudios

Gráfico 6

Se han realizado consultas en la base de datos para intentar obtener diferencias en cuanto a los hábitos de lectura por ramas de conocimiento; sin embargo, los resultados obtenidos no reflejan en principio diferencias sustanciales. Señalaremos solo, con el objeto de comprobar las tendencias observadas a través de otras variables, que los alumnos de Ingenierías y Ciencias son los que presentan un mayor porcentaje de alumnos que no leen, seguidos por los de Ciencias Sociales y Jurídicas (Gráfico 7). Confirmaremos o no esta conclusión provisional con posteriores gráficos.

Gráfico 7. Libros leídos al mes por ramas de conocimiento

Gráfico 7

Sin embargo, al realizar las consultas por áreas geográficas (Gráfico 8), se pueden apreciar algunas diferencias reseñables: en la región Sierra o Interandina el porcentaje de alumnos que leen más de un libro es inferior al 25%, frente a las otras dos regiones ecuatorianas que superan el 35%.

Gráfico 8. Libros leídos al mes en función de la región de procedencia del encuestado

Gráfico 8

4.2. Horas de lectura a la semana

El análisis de otras variables, como el número de horas semanales dedicadas a la lectura, refleja unos datos muy homogéneos, lo que supone un indicio de la solidez de las encuestas. Así, a nivel general, el 3% no dedica ninguna hora a la semana a la lectura, mientras que el grupo más numeroso es el de valores medios, esto es, un 38% afirma dedicar de dos a cuatro horas a la lectura. Por otro lado, no existen diferencias por géneros reseñables (Gráfico 9), más allá de que los datos resultan mínimamente favorables a las mujeres, las cuales muestran un porcentaje menor entre los que no leen nada y uno mayor (5 puntos porcentuales) entre quienes presentan valores medios de lectura.

Gráfico 9. Horas destinadas a lectura semanalmente según el género del encuestado

Gráfico 9

Al comparar los resultados obtenidos en cuanto a dedicación semanal a la lectura entre los alumnos de Grado y Posgrado (Gráfico 10), se percibe una correlación muy sólida con los datos de la anterior comparativa. Aunque los datos de algún grupo menor favorezcan a los alumnos de Grado, se debe señalar que casi la mitad de los alumnos de Posgrado leen entre dos y cuatro horas, cifra que se reduce al 35% en los alumnos de Grado. Además, en esos estudios superiores la cifra de quienes no dedican tiempo alguno a la lectura se reduce en dos puntos porcentuales.

Gráfico 10. Horas destinadas a lectura semanalmente según el nivel de estudios del encuestado

Gráfico 10

En cuanto a la dedicación de tiempo a la lectura, las consultas destinadas a valorar el comportamiento de las distintas ramas de conocimiento (Gráfico 11) vienen a confirmar más claramente lo que solo se había apuntado en el apartado anterior, esto es, que los alumnos de las ramas de Ingenierías y Ciencias, así como los de Ciencias Sociales y Jurídicas, leen menos que los de Ciencias de la Salud y, especialmente, los de Artes y Humanidades. Por poner un ejemplo significativo, más del 40% de los alumnos de la rama de Ingeniería y Ciencias lee menos de dos horas a la semana; sin embargo, en la rama de Artes y Humanidades la cifra de quienes leen menos de dos libros al mes se reduce al 25%.

Gráfico 11. Horas destinadas a lectura semanalmente según la rama de conocimiento

Gráfico 11

Los mismos datos de dedicación de horas semanales a la lectura aplicados ahora a la geografía ecuatoriana refleja el mismo comportamiento que en el apartado anterior, es decir, dentro de las escasas diferencias entre áreas, en la región Sierra o Interandina el 40% lee menos de dos horas a la semana, cifra sensiblemente superior que en las demás regiones (Gráfico 12).

Gráfico 12. Horas destinadas a lectura semanalmente según la región del encuestado

Gráfico 12

Asimismo, conviene señalar un fenómeno de hábitos lectores relacionado con la edad de los encuestados. En la pregunta acerca de la lectura en tiempo libre se aprecia una notable diferencia entre los varones mayores de 30 años y los menores de 30 (Tabla 2).

Tabla 2. Lectura en tiempo libre por grupo de edad

Grupo de edad

No

Menos de 30 años

393

1422

30 o más años

221

678

 

La prueba de Chi-cuadrado aplicado a estas dos variables permite rechazar la hipótesis nula, es decir, que existe relación entre las dos variables: para el 90% de los encuestados se cumple la relación de prelación de los hábitos de lectura de los varones menores de 30 años sobre los mayores de esa edad (X-squared = 2,7834, df = 1, p-value = 0,09525).

4.3.- Asistencia a la biblioteca universitaria

Se ha considerado oportuno analizar la frecuencia de visitas a las bibliotecas pues está directamente relacionada con los hábitos lectores, especialmente en niveles como estos en los que los libros suelen ser muy caros y se exige la consulta de material bibliográfico. Se observa que aproximadamente una quinta parte de los estudiantes universitarios ecuatorianos no acude nunca a las bibliotecas universitarias (Gráfico 13). El resultado es peor que los obtenidos en Extremadura, España (Pérez Parejo et al., 2019), que se situaban aproximadamente en un tercio de los encuestados.

Gráfico 13. Frecuencia con la que se asiste a la biblioteca

Gráfico 13

Si se cruzan variables con relación al comportamiento distinto entre géneros en este apartado, se observa en general la misma tónica: aunque no haya grandes diferencias, estas favorecen siempre a las mujeres que, por un lado, acuden más asiduamente a las bibliotecas y, por otro, presentan un porcentaje menor entre quienes no acuden nunca a ellas. La misma tendencia se produce al analizar la visita a las bibliotecas no universitarias: dentro de las escasas diferencias, las mujeres vuelven a presentar mejores registros. Este tipo de bibliotecas son mucho menos utilizadas por los estudiantes universitarios ecuatorianos: tres de cada cinco alumnos nunca las visitan.

Llama la atención el uso que se le da a las bibliotecas (Gráfico 14): el estudio y la consulta son, en ese orden, sus usos principales, representando valores por encima del 70% en ambos géneros.

Gráfico 14. Porcentaje de uso de la biblioteca para actividades concretas según el género del encuestado

Gráfico 14

4.4. Otros aspectos de interés

En este último apartado de exposición y análisis de resultados se analizan una serie de aspectos que indudablemente afectan a los hábitos lectores, desde el soporte (tecnológico/en papel), la compra o descarga de libros o la lectura en el idioma materno o en idiomas extranjeros. Brevemente se abordará un aspecto considerado capital: la percepción subjetiva sobre la lectura, lo cual condiciona considerablemente, como se verá, los hábitos lectores de los individuos.

En el contexto contemporáneo resulta relevante analizar los soportes de lectura empleados por los estudiantes, no solo por mera investigación cuantitativa sino con el objeto de orientar la adquisición de materiales y la logística e infraestructura de las bibliotecas universitarias. Por poner un primer ejemplo, el uso de las redes sociales está completamente generalizado entre los estudiantes, alcanzando un 99%. Pero, como se indica, la tecnología ha llegado también a los diferentes soportes de lectura. Tal es así que, según el Gráfico 15, la lectura en pantalla (ordenador, móvil o tableta) supera ampliamente a la lectura convencional analógica en papel, la cual representa un 17,5% del global.

Gráfico 15. Soporte de lectura utilizada según el género del encuestado

Gráfico 15

Dentro de los dispositivos electrónicos y formatos utilizados, la computadora es el más usual, seguido por el móvil y la tableta. Llama la atención en este apartado que las mujeres lean más en formato papel mientras que los hombres presentan una mayor tendencia al uso de la lectura en soportes digitales: cinco puntos porcentuales de diferencia en una muestra como la que se ha utilizado resulta significativa. Asimismo, dentro de los soportes tecnológicos, es destacable que ellos prefieran más la computadora (8 puntos porcentuales más) y ellas la lectura en teléfonos móviles (6 puntos porcentuales más).

Existe un porcentaje en torno al 25% de alumnos que afirma no comprar ningún libro al año (Gráfico 16). Los grupos más numerosos son quienes afirman comprar entre uno y tres libros por año, y no llegan al 10% quienes compran más de cuatro. Las diferencias por géneros en este sentido se equilibran entre los distintos grupos establecidos.

Gráfico 16. Número de libros comprados en un año por géneros

Gráfico 16

En cuanto a las descargas de libros, más de la mitad de los encuestados declaran tener ese hábito y solo un 10% no hacerlo, de modo que puede afirmarse que es práctica común entre los universitarios ecuatorianos. No se observan en este capítulo diferencias entre géneros (Gráfico 17).

Gráfico 17. Número de libros descargados en un año por género

Gráfico 17

Como han señalado estudios que nos preceden (Gilardoni, 2006; Cornejo et al., 2012; Pérez-Parejo et al., 2018), la percepción individual sobre la actividad de la lectura condiciona considerablemente los hábitos lectores del sujeto, de ahí que convenga en cualquier encuesta relacionada con esta temática formular cuestiones sobre ello y después cruzar variables para confirmar hipótesis. Los siguientes ítems de estudio se dirigen a analizar esta cuestión desde diversos flancos.

En primer lugar, en el caso de los varones universitarios, la razón que conduce a leer a 6 de cada 10 es “Para aprender”, situándose 6 puntos porcentuales por encima de las mujeres en esta elección. Por el contrario, las mujeres universitarias se sitúan 7 puntos porcentuales por encima en el motivo “Porque me gusta”. Estos datos encajan y, por tanto, deben ponerse en relación con las –aunque escasas- sensibles y constantes diferencias en favor de los hábitos lectores de las mujeres que se han señalado a lo largo de este estudio. En cuanto a los idiomas de lectura, no hay apenas diferencias entre géneros. Este apartado sirve, no obstante, para mostrar la lectura mayoritaria en lengua española y el porcentaje, ciertamente menor, en torno al 20%, de lecturas en otras lenguas, cifras que deben registrarse para observar en futuras investigaciones la progresión de la lectura en otras lenguas en los ámbitos universitarios.

Para completar la cuestión de la percepción subjetiva sobre la lectura, hay que relacionar esta con las demás actividades percibidas como ocio por los encuestados. En este sentido, solo uno de cada cinco encuestados practica la lectura en su tiempo libre. Apenas hay diferencias según el género. Tampoco se observan diferencias en la elección de la lectura como actividad de ocio entre las ramas de conocimiento analizadas (Gráfico 18).

Gráfico 18. Lectura en tiempo libre por ramas de conocimiento

Gráfico 18

En cuanto a las demás actividades de ocio, hacer deporte, ver la televisión y compartir tiempo con amigos, en ese orden, son las actividades alternativas preferidas en lugar de leer (Gráfico 19).

Gráfico 19. Porcentaje que ocupa la lectura en el tiempo libre frente a otras actividades

 Gráfico 19

Pueden señalarse algunas diferencias entre géneros en este apartado (Gráfico 20): los hombres son más aficionados a las actividades relacionadas con la tecnología digital como los videojuegos, mientras que las mujeres muestran más predisposición a ver la televisión como alternativa a la lectura.

Gráfico 20. Porcentaje que ocupa la lectura en el tiempo libre frente a otras actividades según el género

Gráfico 20

5. Discusión

En este apartado se retoman los estudios referenciados y analizados en el “Estado de la cuestión/Antecedentes”, cuyos resultados se vinculan ahora con los propios. Conviene afirmar, en principio, que los índices y hábitos de lectura ecuatorianos son similares en general a los de otras regiones de América Latina, de acuerdo con el estudio realizado en el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Monak y Jaramillo Hoyos, 2013), si bien merece la pena destacar algunas coincidencias, divergencias y curiosidades.

Nuestros datos difieren en parte de los de la encuesta aplicada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC, 2012), probablemente porque el grupo analizado en nuestra investigación, los estudiantes universitarios, constituyen un grupo más homogéneo y se realizó un mayor número de encuestas. Recordemos que INEC reveló que el 73% de las personas tienen el hábito de leer. Sin embargo, dentro de los que leen, el 50,3% solo dedica a esta actividad entre 1 y 2 horas semanales. En nuestro caso, el grupo de quienes leen menos de dos horas constituye el 36% en el caso de los hombres y el 26% en el de las mujeres, mientras que leen entre dos y cuatro horas el 35% de los hombres y el 49% de las mujeres. En cuanto a la lectura en función de la edad, los datos de INEC revelan que el hábito se va perdiendo a partir de los 24 años; nuestros resultados también apuntan a ello, pues el porcentaje de alumnos que no lee ningún libro al mes es menor en los cursos de Posgrado que en los de Grado (Gráfico 6), pasando del 9% al 5%. Sin abandonar el estudio de INEC, este señala el dato de que el 33% de los jóvenes leen para cumplir las obligaciones académicas, mientras que el 32% lo hace para informarse respecto a algún asunto. En general, no se lee por placer o superación personal. Esta conclusión también aparece en Pérez Parejo et al. (2018 y 2019) referidos a los alumnos de Extremadura (España).

Los datos obtenidos en el presente estudio coinciden con los resultados de la investigación realizada por Pérez-Payrol, Baute Rosales y Luque Espinoza de los Monteros (2018) a partir de entrevistas a los estudiantes de la carrera Ciencias de la Educación de la Universidad Metropolitana del Ecuador, especialmente en el apartado de la compra de libros, que es escasa en los dos contextos.

A lo largo del estudio se han señalado diferencias en los hábitos de lectura en los estudiantes universitarios dependiendo de las diferentes regiones del país (Sierra, Costa y Amazonía). Dentro de la relativa igualdad Amazonía es la que siempre presenta datos menos favorables. Esto puede estar relacionado con el contexto más rural, indicio que coincide con el apuntado por Pérez-Parejo et al. (2019) referida a la región española de Extremadura.

En cuanto a los hábitos de lectura según las ramas de conocimiento, nuestro estudio presenta analogías tanto con el de Alterio Ariola y Pérez Loyo (2004) como con el de López Mendoza, Granja Jijón y Santa Cruz Rodríguez (2015), ya que las ramas de Humanidades y de Ciencias de la Salud son las que mejor comportamiento presentan en sus índices de lectura, si bien, como afirman los primeros, los estudiantes de las Ciencias de la Salud tienen preferencia por libros de su rama de conocimiento.

En lo referente al soporte de lectura, nuestros datos difieren un tanto de los de Cornejo et al. (2012) en Argentina, Mora et al (2014) en Costa Rica y Parodi et al. (2019) en Chile, que reflejaron que la lectura del libro impreso fue el principal medio de acceso a la lectura por encima de los formatos electrónicos. Nuestros datos para los universitarios ecuatorianos en 2020 revelan un porcentaje de lectura en libros del 30% en las mujeres y de un 24% para los hombres, mientras que los medios electrónicos (ordenador, tablet, móvil) constituyen los soportes más frecuentes. Más que el factor geográfico o el desarrollo tecnológico, pensamos que el paso de los años es el factor decisivo en estos resultados, que a buen seguro indican, más que un contraste, una evolución.

Como han señalado estudios que nos preceden (Gilardoni, 2006; Cornejo et al., 2012; Ramírez Leyva, 2015; López Mendoza, Granja Jijón y Santa Cruz Rodríguez, 2015; Barboza-Palomino y Ventura-León, 2017; Pérez-Parejo et al., 2018), la percepción individual sobre la actividad de la lectura condiciona considerablemente los hábitos lectores del sujeto. Los resultados obtenidos en la presente investigación se sitúan también en esta línea, especialmente los de los últimos gráficos dedicados a medir los porcentajes de tiempo que ocupa la lectura frente a otras actividades de ocio.

Finalmente, los resultados derivados de las investigaciones desarrolladas por Yubero y Larrañaga (2015) y de Pérez-Parejo et al. (2018, 2019), en los cuales participaron estudiantes procedentes de universidades españolas y portuguesas, encontraron un saldo mucho más alentador que en América Latina. Además, se mostraron diferencias entre las áreas geográficas estudiadas, reflejando mejores resultados entre aquellas mejor comunicadas, como los grandes núcleos urbanos. Ambos estudios abogan por que los estudiantes universitarios son sujetos potencialmente lectores, pero necesitan orientación adecuada del docente para el desarrollo del hábito lector.

A lo largo del estudio se ha señalado alguna comparativa con estudios precedentes de Chile y Extremadura. No procede extenderse en esta comparativa pormenorizadamente por cuestiones de espacio y de objetivos de investigación. Por citar solo una diferencia destacable, los datos reflejan mejores resultados en libros leídos al mes y dedicación semanal a la lectura entre los estudiantes ecuatorianos que entre los estudiantes de Extremadura, especialmente en el conjunto de alumnos que afirman no leer nunca, y que, en Extremadura, por poner un ejemplo concreto, suponía el 25% mientras que en Ecuador no supera el 8%.

6.- Conclusiones

Del análisis realizado se puede sostener lo siguiente: en las universidades ecuatorianas leen más las mujeres que los hombres y acuden más a las bibliotecas; leen más los estudiantes de Posgrado que los de Grado; solo una cuarta parte del total compra libros; la principal función de la lectura en estos niveles es claramente utilitaria, casi nunca se sitúa entre las primeras opciones de ocio; la lectura en soportes tecnológicos avanza considerablemente.

Como otros datos destacados, más del 60% de los encuestados dedica más de dos horas semanales a la lectura; no llega al 10% el porcentaje de alumnos que nunca lee; la compra de libros es escasa, incluso un 25% afirma no comprarlos nunca. Casi un cuarto de alumnos lee también en otro idioma distinto del español. Tres cuartas partes acude a las bibliotecas, preferentemente universitarias, más a estudiar que a consultar libros o realizar otras tareas. Prácticamente todos los alumnos usan redes sociales; el índice de lectura en soportes tecnológicos es muy alta, alcanza a casi el 80%, muy por encima, pues, de la lectura en papel, especialmente entre los varones, que muestran más predisposición por estos soportes tales como computadora y móviles que son los dispositivos más empleados.

Para completar las conclusiones se acude a las hipótesis de partida del inicio del estudio; algunas de ellas se confirman y otras, en cambio, se refutan o requieren matizaciones relevantes. En primer lugar, no se confirma la hipótesis de que exista equilibrio entre los hábitos lectores de hombres y mujeres: los datos, aunque no reflejen grandes holguras, siempre favorecen a las mujeres. En segundo lugar, se han señalado diferencias en los hábitos de lectura en los estudiantes universitarios dependiendo de las diferentes regiones del país (Sierra, Costa y Amazonía), siendo esta última, dentro de la relativa igualdad, la que presenta siempre datos menos favorables; esto puede estar relacionado con el contexto más rural.

En cuanto a las distintas ramas de conocimiento universitarias, se confirma la hipótesis inicial de desequilibrio entre áreas disciplinares del conocimiento de tal modo que los alumnos de Artes y Humanidades, así como los de Ciencias de la Salud, presentan mejores resultados que los de Ingenierías y Ciencias Sociales y Jurídicas, esto coincide con los datos obtenidos por Alterio Ariola y Pérez Loyo (2004). Por otro lado, puede observarse, a nivel global, un mayor rendimiento en el hábito lector de las universidades privadas que de las públicas, aunque con escasos márgenes.  De modo que puede tomarse en cuenta la propuesta de Navarro (2013) de crear programas de formación y actualización docente que, mediante el estudio y el trabajo colaborativo, fomenten las herramientas didácticas específicas para la enseñanza de la lectura, así como la formación de tutores disciplinares que articulen la investigación y docencia.

La última hipótesis, basada en la percepción subjetiva de los propios estudiantes sobre la actividad de la lectura, queda sólidamente confirmada como factor que contribuye a unos mejores resultados en los hábitos lectores.

Los gráficos generados a partir de las distintas consultas internas, así como la coherencia de los resultados obtenidos, permiten confirmar la solidez de las encuestas realizadas. Eso ha ocurrido, por ejemplo, al comprobar el mayor índice en los hábitos lectores de las mujeres con respecto a los hombres. Por pequeños que fueran los márgenes, los datos y los gráficos resultantes siempre se han dirigido en la misma dirección: libros leídos, dedicación semanal a la lectura, asistencia a las bibliotecas, percepción subjetiva de la lectura, etc. Lo mismo ha ocurrido con el resto de variables analizadas: áreas geográficas, distinción Grado/Posgrado, etc., de modo que los fenómenos observados en las primeras consultas quedaban confirmados en todas las de la serie.

Se es consciente de que la presente investigación constituye una primera y superficial aproximación al estudio pormenorizado de los hábitos lectores en la universidad ecuatoriana. Son múltiples los factores que intervienen en la cabal comprensión del fenómeno que, por limitaciones, no se han podido investigar o exponer, entre los que se quieren destacar el grado de ruralidad de las distintas áreas geográficas y la incidencia de los ítems que conforman el grado de bienestar social en los hábitos de lectura. Del mismo modo, se abren varias líneas de investigación que pueden dar lugar a futuros proyectos. Entre ellos se quiere destacar la comparativa más profunda entre las distintas áreas geográficas de Ecuador, e incluso entre universidades específicas, la comparativa entre universidades públicas y privadas y, por último, la comparativa detallada con otras universidades que, en los últimos años, han estudiado las mismas variables.

Aunque el presente estudio parta originalmente de una iniciativa académica entre universidades de distintos países y constituya básicamente un análisis estadístico aplicado a Ecuador, los datos, el análisis de estos, las conclusiones y, especialmente, la metodología, pueden ser empleados por otros investigadores y resultar útiles de cara a implementar políticas educativas, especialmente de carácter estratégico y bibliotecológico, por parte de las autoridades educativas y los órganos directivos de las universidades.

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