ARTÍCULOS

La política cultural local en debate. La red de Bibliotecas Públicas de Barcelona, su valor social y sus contradicciones

Local cultural policy in debate. Public libraries Network of Barcelona, their social value and contradictions


Ricardo Klein

Universidad de Valencia. Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Sociología y Antropología Social. Valencia, España / ricardo.klein@uv.es | https://orcid.org/0000-0001-7932-3686

Joaquim Rius-Ulldemolins

Universidad de Valencia. Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Sociología y Antropología Social. Valencia, España / joaquim.rius@uv.es | https://orcid.org/0000-0003-0582-2786


Recepción: 02-02-2024. 

Aprobación: 05-05-2024

DOI: https://doi.org/10.34096/ics.i50.14157




Resumen

Este artículo tiene como objetivo analizar el desarrollo y la gestión de las políticas culturales locales, con un enfoque específico en la red de Bibliotecas Públicas de Barcelona. Esta nueva mirada en la política cultural busca integrar la cultura local y movilizar comunidades, impulsada por la priorización de la gobernanza del sistema cultural. Dentro de este contexto, entre las iniciativas que abrazan esta nueva perspectiva, se destaca el papel que desempeñan las bibliotecas como espacios privilegiados para fomentar una “cultura común”, fortaleciendo la cohesión social y generando valor en el ámbito social. El desafío que implica para estas instituciones adaptarse a nuevos roles, como centros de “hacedores de cultura” y promotores del consumo digital, es esencial. Para el análisis, se plantean dos enfoques principales. Primero, se examina el valor social de las bibliotecas desde la perspectiva de su gestión directiva, explorando cómo este concepto se integra en su día a día y su relevancia como puntos de encuentro comunitario en Barcelona. Segundo, se evalúa el impacto de las políticas institucionales y las demandas laborales en el funcionamiento de estas bibliotecas, considerando su aplicación en el contexto específico de estas instituciones culturales. Para llevar a cabo este análisis, se emplea una perspectiva cualitativa. Como resultado, se ha podido concluir que la política pública de bibliotecas en Barcelona debe contar con una participación ciudadana activa y real para ser efectiva, entendiendo que la democratización cultural implica no solo el acceso físico, sino también un compromiso activo de la comunidad. Se observa que la administración pública implementa una política “top down” muy marcada, contrastando con el trabajo cotidiano de gestión de las bibliotecas. A pesar de los esfuerzos para fortalecer el valor social de estos equipamientos, surgen desafíos, como la precariedad en presupuesto y recursos humanos, que limitan el desarrollo efectivo de la política. Los bibliotecarios desempeñan un papel vital como mediadores culturales, pero la brecha entre la proyección pública y la realidad operativa destaca la necesidad de abordar los desafíos laborales y sociales que enfrentan las bibliotecas en su funcionamiento diario.

Palabras clave: Bibliotecas públicas, Políticas culturales, Política local, Valor social de la cultura, Barcelona

Abstract

This article aims to analyze the development and management of local cultural policies, with a specific focus on the Public Libraries network in Barcelona. This new look at cultural policies seeks to integrate local culture and mobilize communities, driven by the prioritization of the governance of the cultural system. Within this context, among the initiatives that embrace this new perspective, the role of libraries as privileged spaces for fostering a “common culture”, strengthening social cohesion, and generating value in the social sphere stands out. The challenge for these institutions to adapt to new roles, such as being centers of “culture makers” and promoters of digital consumption, is essential. For the analysis, two main approaches are considered. First, the social value of libraries is examined from the perspective of their management, exploring how this concept is integrated into their day-to-day work and their relevance as community meeting points in Barcelona. Second, it assesses the impact of institutional policies and labor demands on the functioning of these libraries, considering their application in the specific context of these cultural institutions. In order to carry out this analysis, a qualitative perspective is used. As a result, it has been possible to conclude that the public policy of libraries in Barcelona must have an active and real citizen participation to be effective, understanding that cultural democratization implies not only physical access, but also an active commitment of the community. It is observed that the public administration implements a very marked “top down” policy, contrasting with the daily work of library management. Despite efforts to strengthen the social value of these facilities, challenges arise, such as the precariousness of the budget and human resources, which limit the effective development of the policy. Librarians play a vital role as cultural mediators, but the gap between public projection and operational reality highlights the need to address the labor and social challenges faced by libraries in their daily operations.

Keywords: Public libraries, Cultural policies, Local politics, Social value of culture, Barcelona




Introducción1 2

La política cultural se descubre en el siglo XXI en una situación paradójica. Por un lado, es un instrumento central en los procesos de regeneración urbana, especialmente a nivel local y regional (Menger, 2010). Sin embargo, por otra parte, se ha convertido en una política pública parcialmente contradictoria y desarticulada (Gray, 2009). Por ejemplo, la relevancia de las políticas culturales locales y su impacto en la actividad cultural de la población son cuestionadas, dado que existe una continuidad en la agenda política, más allá de que se genere un cambio en la orientación ideológica del gobierno local (Rius-Ulldemolins y Gisbert, 2018). Esta dificultad para establecer una nueva agenda de política cultural local se atribuye a dos factores principales: el persistente marco de la ciudad creativa, a pesar de sus críticas, y los marcos institucionales y constitucionales que condicionan las acciones de las administraciones locales (Landry y Bianchini, 1995; Rius-Ulldemolins y Martínez Illa, 2016). Además, el turismo, especialmente el cultural, ha transformado las infraestructuras culturales en centros de atracción debido a una imagen que se eleva como marca ciudad en el extranjero (Evans, 2003; Rius-Ulldemolins, 2014b).

En este contexto, ha surgido una creciente corriente crítica entre los sectores culturales y los gestores públicos y privados de la cultura respecto a los excesos de esta orientación de la ciudad creativa, la promoción internacional y su relegación de los intereses y territorios locales (Novy y Colomb, 2013; Rius-Ulldemolins y Gisbert, 2019). Ante estos nuevos escenarios, se ha planteado la necesidad de realinear las prioridades hacia una concepción cultural más inclusiva (Belfiore, 2009; Connolly, 2013) y encaminada a la participación cultural de la población. Esta orientación se ha desarrollado en España, y especialmente en Barcelona después de la gran recesión de 2008 y los recortes en cultura (Rius-Ulldemolins y Roig-Badia, 2023; Rubio-Arostegui y Rius-Ulldemolins, 2022).

Se trata de un nuevo paradigma de política cultural que se enfoca en la integración del tejido cultural local y la movilización de las comunidades, aunque su desarrollo es desigual entre diferentes políticas y regiones (Patricio Mulero y Rius-Ulldemolins, 2017). En este intento se han proyectado diversas iniciativas en Barcelona, algunas de carácter más efímero como las bienales de pensamiento, y otras que apuntan a una reorientación a medio plazo, como la priorización de los espacios culturales, especialmente las bibliotecas, como los lugares privilegiados para esta “cultura común” (Sánchez Belando y Zarlenga, 2022; Peterson, 2023).

En este nuevo escenario, se concibe a las bibliotecas públicas como instrumentos para generar valor social y mejorar, no solo el acceso cultural de la población, sino también su bienestar físico y emocional (Gómez-Zapata y del Barrio-Tellado, 2023). Por otra parte, las bibliotecas han visto potenciada y ampliada su función primigenia de difusión cultural con nuevos objetivos, como constituirse en hub de la nueva cultura maker o promover nuevos consumos digitales (Cigarini et al., 2021), misiones que representan un reto para estas instituciones, puesto que no siempre están adaptadas para ello, ni los espacios ni el personal (Leorke, Wyatt y McQuire, 2018).

A partir de lo mencionado, el objetivo principal de este artículo es analizar la compleja y no siempre evidente relación entre las políticas culturales locales, en este caso la política de Red de Bibliotecas Públicas de Barcelona, su aplicabilidad con su gestión más directa y su impacto en las dinámicas cotidianas de trabajo de los equipamientos y la participación cultural. Para ello, se plantean algunos ejes de análisis. En primer lugar, se aborda el valor social de las bibliotecas y su participación desde las voces más directas de su gestión, específicamente desde su Dirección. En este sentido, se explora cómo se incorpora dicho concepto en la realidad diaria de estos equipamientos culturales tan significativos para la ciudad de Barcelona. En segundo lugar, como parte de la aplicación de la política en estos espacios, se hace un planteamiento en relación a la gestión institucional y las demandas laborales que surgen desde el conjunto de dichas bibliotecas, para analizar cómo estas afectan su funcionamiento.

La política de bibliotecas de Barcelona busca fomentar la inclusión, al proporcionar acceso equitativo a la información y la cultura. Se constituyen, además, como espacios de diversidad donde convergen personas de diferentes edades, procedencias y experiencias, en un entorno inclusivo y enriquecedor para el intercambio de ideas y la convivencia. Al estar arraigadas en los barrios y ser accesibles para todos, contribuyen a la cohesión social, al tejido comunitario y son reconocidas como uno de los servicios culturales públicos más apreciados. Son consideradas el principal equipamiento cultural de proximidad, que ofrece acceso libre y gratuito a todos los habitantes de la ciudad. Estas bibliotecas no solo representan un espacio para el préstamo de libros, sino que también cumplen un papel fundamental como centros de conocimiento, aprendizaje y encuentro para la comunidad. En este sentido, su valor trasciende la mera disponibilidad de recursos, son lugares de conexión, de encuentro para las personas y se han convertido, de alguna manera, en espacios vitales para la construcción de igualdad social, la cohesión comunitaria y la democratización del conocimiento, como posibles “palacios del pueblo” (Klinenberg, 2021).

Metodología y fuentes de información

La metodología empleada en esta investigación se basa en un enfoque cualitativo diseñado para comprender a fondo y en contexto el papel de las bibliotecas públicas en Barcelona. Esta perspectiva busca indagar en cómo estas bibliotecas afectan y aportan al entorno social y cultural de la ciudad, a partir de la consideración de su influencia en la comunidad local, la promoción de la lectura, la educación y la cohesión social.

En la actualidad, la red de Bibliotecas Públicas de Barcelona comprende 40 bibliotecas, distribuidas estratégicamente por los diez distritos de la ciudad para cubrir todo su territorio: Ciutat Vella, Eixample, Gràcia, Horta-Guinardó, Les Corts, Nou Barris, Sant Andreu, Sant Martí, Sants-Montjuïc y Sarrià-Sant Gervasi. Se prevé que en los próximos años se sumen cinco nuevas unidades de información a esta lista. La selección de las bibliotecas para este estudio se realizó considerando esta distribución geográfica. Se escogieron cinco ubicadas en cinco distritos diferentes, a partir de la evaluación de diversos criterios metodológicos. En primer lugar, se buscó que la muestra representara las particularidades de cada distrito, así como su importancia dentro del contexto territorial. El objetivo principal de este criterio fue capturar una diversidad de percepciones sobre el valor social que estos equipamientos culturales aportan a sus comunidades locales. En este sentido, la muestra de las bibliotecas seleccionadas no solo sirvió como una herramienta para comprender su operatividad interna, sino también para entender cómo dichos equipamientos responden a las necesidades sociales y culturales de Barcelona en general, pero sobre todo del distrito al que pertenecen.

Por ejemplo, el análisis de la investigación reveló dimensiones de relevancia que atraviesan al funcionamiento de las bibliotecas en sus respectivos territorios y afectan su desarrollo. Entre estos indicadores se incluyen las características de los usuarios más directos, como su condición de nuevos migrantes, el uso del catalán o castellano, y sus condiciones socioeconómicas, entre otros.

Además, se consideraron criterios adicionales, como la relevancia de las bibliotecas en la política pública y su reconocimiento como modelos destacados dentro del panorama bibliotecario de la ciudad. En este sentido, se seleccionaron la Biblioteca Gabriel García Márquez y la Biblioteca Jaume Fuster. La Biblioteca Gabriel García Márquez, inaugurada en mayo de 2022 en el barrio de Sant Martí de Provençals, recibió el Premio Ciudad de Barcelona de Arquitectura en 2023 y fue galardonada como la Mejor Biblioteca Pública Nueva de 2023 en el Congreso Mundial de Bibliotecas e Información de la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias (IFLA). Conocida popularmente como “el Guggenheim de La Verneda” por su impacto en la comunidad local, ha generado debates públicos sobre su posible influencia en procesos de gentrificación del barrio (Figura 1).

Figura 1. Biblioteca Gabriel García Márquez

Fotos: Klein y Rius-Ulldemolins

En cuanto a las técnicas de investigación empleadas, se optó por la entrevista como medio de recopilación de información. Se llevaron a cabo seis entrevistas semiestructuradas y en profundidad con personal relacionado a las bibliotecas en Barcelona, específicamente con directores bibliotecarios de las cinco bibliotecas seleccionadas y el Gerente de Bibliotecas de Barcelona. Estas entrevistas son una herramienta fundamental para capturar las voces y experiencias en una variedad de contextos (Taylor y Bogdan, 1994). Esta técnica permite un diálogo flexible y enriquecedor, donde se presentan preguntas guía para proporcionar estructura, al tiempo que se fomenta la exploración de temas emergentes y la expresión de puntos de vista individuales (Valles, 1999).

Las personas entrevistadas fueron: Ferrán Burguillos, Gerente de la Gerencia de Bibliotecas de Barcelona; Emma Armengod, Directora de la Biblioteca Trinitat Vella-José Barbero; Neus Castellano, Directora de la Biblioteca G. García Márquez-Sant Martí; Daniel González, Director interino de la Biblioteca Sant Gervasi-Joan Maragall; Virginia Cierco, Directora de la Biblioteca Sant Pau-Santa Creu - Raval / Bon Pastor; y Carme Galve, Directora de la Biblioteca Gràcia-Jaume Fuster.

Finalmente, las entrevistas fueron transcritas, codificadas y analizadas utilizando el software Atlas/ti, y se integraron en el contenido del artículo. Es importante destacar que, para salvaguardar el anonimato de los entrevistados en caso de citación, cada entrevista se identifica con una ‘E’ seguida de un número aleatorio.

El marco de las políticas culturales de Barcelona

Barcelona se erige como un caso paradigmático de transformación urbana, impulsada por el gobierno local tras el franquismo. Este proceso ha sido examinado desde diversas perspectivas políticas a lo largo del tiempo, desde una orientación inicial socialdemócrata en los años ochenta hasta una inclinación más social-liberal en el año 1992 (Marshall, 2000). Durante sus primeras etapas, se ha caracterizado por un urbanismo inclusivo en los barrios periféricos y una regeneración urbana que ha mostrado cierta sensibilidad hacia el patrimonio cultural en un centro históricamente deteriorado (Rius-Ulldemolins, 2014a). La integración de la cultura como motor de esta renovación ha sido destacada como un enfoque avanzado (Rius-Ulldemolins, 2006; Subirós, 1999). Sin embargo, a pesar de ser considerado un modelo exitoso por algunos, ha sido objeto de críticas debido a inconsistencias en la planificación de la regeneración urbana (Blanco, 2009), deficiencias en la participación ciudadana (Blakeley, 2005) y una posible desviación hacia un enfoque mercantilista, elitista y autoritario (Degen y García, 2012).

Por otro lado, el panorama político de Barcelona la ciudad ha estado marcada por el dominio del partido socialista desde las primeras elecciones municipales democráticas en 1979, aunque con fluctuaciones a lo largo del tiempo (Antentas, 2017). Sin embargo, el surgimiento del partido Barcelona en Comú liderado por Ada Colau en 2015 representó un cambio significativo hacia la izquierda en términos discursivos y de gestión, aunque se vio afectado por la inestabilidad durante el proceso independentista catalán (Dowling, 2018). Esta situación trajo consigo la sucesión de diferentes responsables de cultura en cortos periodos, hasta la designación de Joan Subirats en 2017, quien representó un cambio hacia una cultura más comunitaria y un mayor vínculo con la política educativa. Este nuevo enfoque se alinea con la consolidación de la participación ciudadana en la esfera cultural, con impulso en la cogestión de equipamientos y la implementación de mecanismos consultivos, basados en el modelo anglosajón de arm’s lenght, para la gestión cultural a nivel local (Rius-Ulldemolins y Rubio, 2013; Van Genugten, Van Thiel y Voorn, 2019).

Específicamente, en Barcelona, el análisis de los equipamientos culturales revela una concentración de visitantes en un reducido número de lugares, en los cuales los más turísticos son los de mayor afluencia (Observatori de Dades Culturals de Barcelona, 2019). Del total de cincuenta y ocho infraestructuras culturales destacadas que han sido evaluadas por el Institut de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, apenas 21 de ellas acaparan cerca del 90% de los visitantes3. En particular, la Basílica de la Sagrada Familia representa más del 15% de este número, con poco más de 4 millones y medio de visitantes en 2017, de un total de 27 millones y medio. Además, en esta relación entre la ciudad y la cultura, se destaca la importancia del turismo, evidenciado por los tres lugares más concurridos: la Basílica de la Sagrada Familia, el Park Güell y el Museu del Futbol Club Barcelona, los cuales acumularon casi el 35% de las visitas totales en 2017. Se distingue, asimismo, la tendencia a un menor crecimiento en instituciones culturales centrales en comparación con los espacios de ocio y turismo. A pesar de ello, la ciudad fomenta una red de centros cívicos que promueven la participación local, situación que revela una alternativa a la masificación turística. Si bien el número de usuarios en estos centros ha fluctuado, se observa un aumento constante en las visitas a bibliotecas, con un crecimiento promedio de aproximadamente 8.500 nuevos usuarios por año entre 2014 y 2017.

La política de bibliotecas y su contexto

Pareciera que cada biblioteca pública de Barcelona tiene un microclima específico que la convierte en un equipamiento único e incomparable. Y en parte, es un poco así. Como se ha mencionado, la red de Bibliotecas Públicas se constituye por 40 bibliotecas en todo el tejido territorial de la ciudad, y se espera que en los próximos años se construyan cinco más.

Dicha red se organiza en torno a una biblioteca central que coordina las actividades con el resto dentro de cada distrito, y actúa como punto de referencia del distrito ante la Gerencia de Bibliotecas de Barcelona. Además, se encuentran las bibliotecas de proximidad, ubicadas en cada barrio, distribuidas según una lógica territorial de cercanía y por Distritos (ver Figura 2.):

Distrito de Ciutat Vella: Sant Pau-Santa Creu - Raval; Gòtic - Andreu Nin; Francesca Bonnemaison; Barceloneta - La Fraternitat

Distrito del Eixample: Joan Miró; Esquerra de l’Eixample - Agustí Centelles; Fort Pienc; Sagrada Família - Josep M. Ainaud de Lasarte; Sant Antoni - Joan Oliver; Sofia Barat

Distrito de Gràcia: Jaume Fuster (biblioteca del Distrito); Vila de Gràcia; Vallcarca i els Penitents - M. Antonieta Cot

Distrito de Horta-Guinardó: Guinardó - Mercè Rodoreda; Horta - Can Mariner; El Carmel - Juan Marsé; Montbau - Albert Pérez Baró

Distrito de Les Corts: Les Corts - Miquel Llongueras; Montserrat Abelló

Distrito de Nou Barris: Nou Barris; Biblioteca Canyelles; Les Roquetes - Rafa Juncadella; Vilapicina i la Torre Llobeta; Zona Nord

Distrito de Sant Andreu: Bon Pastor; Trinitat Vella - José Barbero; Ignasi Iglésias - Can Fabra; La Sagrera - Marina Clotet

Distrito de Sant Martí: Gabriel García Márquez (biblioteca del Distrito); Camp de l’Arpa - Caterina Albert; El Clot - Josep Benet; Poblenou - Manuel Arranz; Biblioteca Ramon d’Alòs - Moner; Xavier Benguerel

Distrito de Sants-Montjuïc: Francesc Candel; Poble-sec - Francesc Boix; Vapor Vell

Distrito de Sarrià-Sant Gervasi: Sant Gervasi - Joan Maragall (biblioteca del Distrito); Biblioteca Clarà; Collserola - Josep Miracle

Figura 2. Distribución de bibliotecas según distritos de Barcelona

Fuente: Bibliotecas de Barcelona, Ayuntamiento de Barcelona.

Son 40 bibliotecas y 40 realidades, más allá de su configuración y compartimento en un mismo distrito. Pueden asemejarse más unas de otras respecto a su propuesta general de gestión bibliotecaria, como el préstamo de libros, acceso a internet, espacio de lectura de periódicos, por mencionar algunos servicios destacados que llevan a cabo, pero la gran mayoría debe atender, satisfacer y responder a necesidades específicas que nacen de las propias características inherentes a cada comunidad local en las que se encuentran ubicadas.

De manera global podemos observar en la Figura 3 que existe una red que cubre de forma general toda Barcelona, pero a la vez existen diferencias relevantes entre el servicio que presta al barrio. Se observa que el ratio de préstamos por habitante puede oscilar entre 1 en Sant Montuïc y más de 3 en Gràcia. Una variación que no es atribuible a una media de renta del barrio.

Figura 3. Préstamos bibliotecarios en Barcelona y nivel de renta media del Distrito (2019)

Fuente: elaboración propia a partir de Ayuntamiento de Barcelona, Datos de la Red de Bibliotecas de la ciudad de Barcelona, Open Data Barcelona / Atlas de distribución de renta de los hogares. Instituto Nacional de Estadística y Ayuntamiento de Barcelona. Departamento de Estadística y Difusión de Datos.

Asimismo, en la Figura 4 podemos ver la evolución positiva de los préstamos en global de la red de bibliotecas: se ha pasado de 1,5 millones en 2010, a 3,3 millones en 2018. Sin embargo, como se observa en esta figura, la evolución en su crecimiento ha sido diferente en cada biblioteca, por lo que seguramente se debe a características de su entorno, las cuales deben ser estudiadas cualitativamente.

Figura 4. Evolución de los préstamos bibliotecarios en Barcelona entre 2010 y 2018

Fuente: elaboración propia a partir del Ayuntamiento de Barcelona, Datos de la Red de Bibliotecas de la ciudad de Barcelona, Open Data Barcelona

Porque de alguna manera, “la biblioteca es un reflejo un poco del barrio” (E1) pero a la vez aporta un elemento de cohesión interno y de unificación con el resto de la ciudad.

Las bibliotecas, yo creo, tienen esa propia función social de que el mero hecho de estar ahí eleva la urbanidad, ¿sabes? Es la urbanidad, la cultura, la interrelación entre las personas (...) Aunque parezcan servicios auxiliares del conocimiento, tienen un peso muy potente. (...) Las bibliotecas son parte de este ladrillo, de una construcción de una ciudad. (E3)

Para mí, lo más genial de las bibliotecas es que, como equipamientos de proximidad, nos podemos adaptar totalmente, y las líneas de trabajo siempre son, en el fondo, la lectura, hacer llegar la cultura de una manera cercana, la cohesión social; eso se conoce como el derecho a la información, a la formación a lo largo de la vida. Eso es lo que nos dicen en teoría, pero después, la riqueza de las bibliotecas, al ser 40 y ser algo tan específico de cada territorio, es que yo, por ejemplo, según el territorio, no puedo acercar la lectura de la misma manera que en otros lugares. (...) El otro día, por ejemplo, aquí mismo me reuní con una asociación súper pro de mujeres que están aprendiendo castellano y, claro, si les propongo un club de lectura a esas mujeres que son 350, no tiene ningún sentido, porque no tienen habilidades lectoras aún. Ahora, si organizo un grupo de conversación, que además lo hago con voluntarias del barrio de toda la vida, fomento la cohesión. Después, ya introduciremos la lectura de otra manera. (E6)

es verdad que durante un tiempo ha sido un barrio deficitario de bibliotecas y que durante un tiempo ha sido un poquito desierto de bibliotecas, por el motivo que sea. Un poco la idea es tener una biblioteca próxima a casa y por eso están esparcidas o distribuidas a lo largo de la ciudad, con la idea de que todo el mundo tenga una biblioteca cercana y durante mucho tiempo. Es verdad que aquí no había; esta es la biblioteca grande del distrito. Tenemos 2400 metros cuadrados, que es una biblioteca que está bien, pero hasta entonces, hasta que no existía esta, pues las otras dos bibliotecas que existían eran más bien pequeñitas. (E5)

Por otra parte, la biblioteca se ha convertido en un elemento de singularización de los barrios, especialmente aquellos que no cuentan con equipamientos centrales o edificios singulares.

El edificio ha venido un poco a enorgullecer a la gente del barrio (...) había un revuelo los primeros días de la inauguración (...) Es el Guggenheim de La Verneda, lo llaman el Guggenheim de La Verneda. Son personas que sienten que no tienen ningún edificio bonito, tipo una Sagrada Familia, y de repente les han abierto esto y claro que lo llaman el Guggenheim de La Verneda, están orgullosos. Esta gente se lo merecía. Se lo merecen todos los barrios y toda la gente de Barcelona. Hay 40 bibliotecas, cada una a menos de un cuarto de hora a pie de cada ciudadano, porque el mapa ya se planificó y se desplegó de esta manera, al igual que 40 mercados. Yo siempre digo lo mismo, no alimentamos tanto el cuerpo. (E4)

Así, el rol actual que cumplen las bibliotecas en los barrios es complejo y de multitarea, va más allá de su gestión de servicio más tradicional o primario. Por ejemplo, un aspecto que se atiende en aquellas que están en contextos más vulnerados, es el trabajo educativo que aporta al capital cultural de sus usuarios. Este trabajo está enraizado en diferentes vertientes de acción. Desde una perspectiva generacional (infancias, adolescencias, adultos mayores, etc.), en la transversalidad a partir de características inherentes a las poblaciones vulnerables (poblaciones migrantes, minorías en riesgo de exclusión, población sin inmersión lingüística, etc.) fijadas también por las necesidades más urgentes para su inclusión social en el barrio o distrito como la alfabetización, el acceso digital, la perspectiva de derechos de género, y la erradicación de la violencia, entre otros. El relato político-institucional de la biblioteca como medio público para el préstamo de diferentes fuentes documentales y visuales (libros, revistas, comics, películas, CD, etc.) deja rápidamente paso a un trabajo social definido por el lugar en que se ubica dentro de la ciudad y en las necesidades sociales de su territorio.

en el Raval la mayor parte de comunidades, son comunidades que no son hablantes de español, de castellano, sino que, pues, son árabes, te tienes que adaptar a las necesidades precisamente de estos colectivos (…) además de ofrecer, o sea, servicios estándar, ¿vale? Esto lo ofreces, pero además te tienes que adaptar al territorio, porque si no, no será. (E2)

una biblioteca es un espacio cultural, (…) es un espacio social en el sentido que está abierta y permeable a la vía pública, por lo tanto, el impacto o lo que pase a nivel de sociedad, entra a la biblioteca, pasa rápidamente. Y además, en un entorno tan diverso como una ciudad, hay diferentes ambientes y sitios donde diferentes realidades son permeables en la biblioteca, por lo tanto, no es lo mismo mi realidad social aquí que en Ciutat Vella o que en Nou Barris. (E3)

hay mucha comunidad latina también que ha venido, pero sí, los pisos son de familias numerosas y pisos muy pequeños, entonces una biblioteca es esencial, no es que sea un capricho, no es que es un espacio transversal. (E4)

Se trata de un equipamiento directamente vinculado al contexto poblacional más cercano, ya sea al barrio o distrito. Es decir, el ideal para la ciudad queda restringido a una metáfora y no realmente a un plan de acción de política pública. En este sentido, aunque existe un tránsito de usuarios que van de una biblioteca a otra, principalmente limitado por la ubicación de sus hogares o lugares de estudio, y sienten otras bibliotecas como propias, ya sea por motivos materiales, emocionales, físicos, etc., el aspecto que más resalta es posiblemente la fuerte vinculación entre la biblioteca y la población del barrio más cercano. Se percibe un componente claro que disminuye la distancia social, principalmente gracias a la preocupación de la Dirección de cada biblioteca y al trabajo que realizan a diario para generar un proyecto o plan de trabajo orientado hacia la democratización del equipamiento.

Ahora esto ha cambiado antes del 2014, pero realmente yo no tengo un conocimiento, tenemos la sospecha, la suposición de que no entienden que la biblioteca sea un lugar también para ellos. Es que esto puede ser muy erróneo, pero tenemos la sensación de que, bueno, aunque sea puede, puede sonar mal lo que voy a decir, pero que no se sientan gente del barrio, que no sientan que aquello es también para ellos, que a lo mejor entiendan que lo utiliza solo la gente que vive aquí. Esto es una suposición, es muy difícil, muy etérea, muy gaseosa, pero tenemos esta sensación. (E5)

esta biblioteca, por ejemplo, está muy masculinizada. Sí que hay chicas que vienen. Blanquitas todas, ¿sabes? La realidad de fuera no se refleja aquí dentro, no es un espacio agradable actualmente para mujeres. Por eso, ¿por dónde he empezado?, pues por donde hacen alfabetización para mujeres migrantes y ahí empezar a hacer un espacio. Siempre tienes que buscar dónde están los que me faltan para que puedan mezclarse un poco en esto. (E6)

Según las entrevistas realizadas no es unánime aceptar como parte relevante en la gestión el papel social de las bibliotecas. O al menos, que tenga el rol tan protagónico que se intenta inducir desde la gestión de la política pública y su Plan de Bibliotecas. Ciertamente se ha establecido que las bibliotecas públicas de la ciudad deben reajustar su actuación dentro de cada barrio a partir de su plan de trabajo, pero el mismo deberá estar mediatizado por una efectiva utilidad en cuanto a su realidad como equipamiento en el contexto en que se encuentra. Por ejemplo, en distritos como Sarrià-Sant Gervasi, Les Corts o Gràcia el rol social de las bibliotecas es bien distinto al que se desarrolla en Ciutat Vella, Nou Barris o Sant Martí. Sea este por el perfil de usuarios y su contexto socioeconómico, por el tipo de demanda que tienen respecto al servicio o por las necesidades más urgentes respecto al contexto en que se encuentran.

Estos crecientes retos de gestión conllevan que de forma prácticamente unánime entre los entrevistados se comente que existe una falta de personal importante y que es imperioso aumentar la inversión y el presupuesto de las bibliotecas. Por citar un ejemplo, al momento actual, no puede pensarse una biblioteca como equipamiento de proximidad sin la participación profesional de al menos un educador social como parte de su plantel laboral. Incluso esta mirada trasciende a las bibliotecas que están en contextos socialmente más vulnerables, los equipamientos en barrios que tienen sus necesidades básicas satisfechas también manifiestan la importancia de sumar profesionales de la mediación y la atención social a su equipo. Así, la biblioteca que únicamente es sinónimo de préstamos de libros debe quedar atrás para convertirse en un equipamiento de proximidad que comprenda también las necesidades sociales en el tejido territorial donde está ubicada. Por ello, la biblioteca ya se constituye como parte de una red de contención ciudadana muy relevante para la ciudad y al momento actual no es atendida lo suficientemente por la administración pública. En definitiva, existe pues una progresiva contradicción, por un lado, entre el discurso más institucional de política pública sobre las bibliotecas y su rol social en el territorio, y por otro, la realidad de gestión como equipamiento de proximidad de cada barrio.

Cuando abrimos nos encontramos muchos conflictos con muchos jóvenes, que normalmente los jóvenes no van a las bibliotecas (...) los que venían aquí eran jóvenes que venían en grupo y venían pues a liarla, pero lo que pasaba en este momento es que en este barrio no había nada más, o sea, ahora es distinto. En 10 años ha cambiado muchísimo, a lo mejor como apuesta de política cultural o bueno, ha cambiado; no había espacio para jóvenes y solo existía el Centro Cívico y nosotros. Entonces, el Centro Cívico en la dirección que había en ese momento no quería que los jóvenes entraran y no quería porque habían oído muchos conflictos. Entonces, claro, se encontraron con un equipamiento que era gratis, público, con wifi, y fue como que llegaron arrasando y eso generó muchos problemas. (...) La primera educadora que tuvimos (...) se pasó seis meses apagando fuegos. (E1)

yo creo que la riqueza del territorio es poder hablar con todo el mundo, ver las necesidades, hablar con vecinos, hablar con todas las posibilidades que hay, cuáles son las necesidades y adaptarte (…) porque en realidad tú trabajas para los vecinos. Yo me puedo inventar todos los proyectos que quiera, pero si no soy útil a los vecinos, no va a ser un centro realmente neurálgico dentro de la comunidad. (E6)

tradicionalmente, el espacio de la biblioteca ha sido un espacio abierto a toda la ciudadanía y un espacio que siempre se ha considerado un cierto refugio. Entonces, lo que más cuesta quizá es promover el vínculo y la relación entre los distintos colectivos que participan en la biblioteca. No nos cuesta abrir las puertas y que entre todo tipo de público y todos los colectivos; al contrario, lo que fomentamos es precisamente esta visión más generalista. Las bibliotecas son el servicio cultural más utilizado de proximidad. Ahora tenemos más de 5 millones y medio de visitantes anuales, lo cual es una realidad, pero sí nos cuesta que una vez dentro, los distintos colectivos se relacionen entre ellos, y se puedan llevar a cabo proyectos entre ellos, etcétera. (E2)

Contradicciones en la política de Bibliotecas: demandas colectivas vs. acciones municipales

Por otro lado, existe una importante tensión entre los trabajadores bibliotecarios sindicados y la administración pública del Ayuntamiento, al menos desde el año 2018. En general el aumento en el número de bibliotecas en la ciudad no se ha visto reflejado en el crecimiento de un presupuesto acorde y necesario para llevar adelante una gestión que evite aumentar la precariedad ya existente. Por un lado, el servicio de Bibliotecas de Barcelona es uno de los más valorados por su ciudadanía como primer equipamiento cultural de proximidad, de acceso libre y gratuito. Por otro, la falta de personal y de inversión se ha visto reflejado en una escasez en lo que al funcionamiento interno de cada biblioteca se refiere. Cinco años después, si bien el Ayuntamiento ha mejorado las condiciones generales de la red de Bibliotecas, lo cierto es que aún se percibe, por parte de sus trabajadores, como una dejadez y abandono por parte de las instituciones públicas.

Desde hace algunos años se ha constituido una Asamblea del personal de bibliotecas de Barcelona en defensa de los servicios bibliotecarios, bajo el lema “Defensem Biblios Bcn” (Figura 5). La representación institucional de la Asamblea es el Comité de Empresa del Consorcio de Bibliotecas de Barcelona, integrado por la Intersindical-CSC y la CGT. En este sentido, la Asamblea ha planteado varias demandas para mejorar las condiciones laborales, las cuales se dividen en cinco tipos diferentes: aumento de la inversión en bibliotecas; políticas bibliotecarias realistas, efectivas y participativas; reconocimiento del valor social de las bibliotecas; equiparación de las condiciones con el personal del Ayuntamiento y reconocimiento de las especificidades del sector bibliotecario; y estabilización del personal temporal e interino.

Figura 5. Demandas planteadas desde la Asamblea del personal de bibliotecas de Barcelona

Fuente: publicación en X (ex Twitter). Cuenta de Asamblea del personal de bibliotecas de Barcelona, 3/2/23

Más allá de la plataforma de reivindicaciones respecto a la necesidad de aumentar la inversión en bibliotecas, se presenta una paradoja en el marco de la arquitectura institucional pública. Es decir, el Ayuntamiento mantiene una política sostenida de inauguración de nuevas bibliotecas en los últimos años, pero no se subsana desde el punto de vista de los sindicatos la falta de mantenimiento y presupuesto para las ya existentes. La rigidez de esta arquitectura, de construir equipamientos de base, pero sin tener una columna presupuestaria para sostenerlos, puede generar a mediano plazo una precariedad mayor de la ya existente ante la falta de inversión general y sostenida, sumada a la falta de mantenimiento para que los equipamientos puedan conservar un nivel de servicio acorde para la comunidad.

De la misma forma, desde la Asamblea surge una crítica fuerte por el nuevo Plan Director de Bibliotecas 20304, donde se sostiene en una de sus demandas que es “un calco de los anteriores”. Un Plan que se presenta, según el colectivo de trabajadores, para mantener una imagen positiva para la ciudadanía pero que no tiene dotación de recursos. Por otra parte, desde este colectivo la crítica viene dada por ser una política top down donde no hay participación real de la comunidad bibliotecaria, sin tener en cuenta la opinión de los trabajadoras y usuarios. Este punto contrasta con el discurso más público de participación que ha sostenido el Ayuntamiento. En este momento parece ser que la biblioteca como equipamiento de proximidad y bien colectivo es propensa a un acercamiento con la ciudadanía, pero aún su alcance es limitado y restrictivo. Precisamente, el Plan Director de Bibliotecas de Barcelona 2030 marca cuatro grandes líneas de acción, de las cuales la cuarta hace particular énfasis en la participación de sus usuarios: “Derecho de equidad en el acceso a la cultura y el conocimiento y en la participación cultural” (Ajuntament de Barcelona, 2022; pp.58). Por lo observado, se trata de un tipo de participación restricta y dirigida desde el sector público.

La idea del valor social de una biblioteca no comienza con una política específica para este equipamiento ni tampoco con una política cultural más amplia. No inicia con la creación de una nueva biblioteca de proximidad para el barrio o el distrito. El verdadero valor social se origina cuando los propios vecinos se sienten parte de ella, aunque aún no se haya inaugurado, cuando se identifica que la biblioteca es un equipamiento de proximidad y cultural positivo para la comunidad. Cuando ya está presente la idea de que ese espacio beneficiará al barrio y a sus vecinos.

es un distrito en el cual se ha trabajado mucho la cohesión social. No es un distrito que sea que se haya guetizado, no es un gueto. Y además se da la particularidad que estamos en medio de cinco barrios con perfiles muy diferentes. Estamos en medio de los distritos Sarrià- Sant Gervasi y Gràcia y además entre los barrios de Vallcarca, Vila de Gràcia, Putxet, El Farró, La Salut y estos cuatro o cinco barrios. Cada uno sí que tiene sus particularidades. ¿Cómo te diría? Yo creo que estamos empezando a crear cultura de barrio, que la Biblioteca crea una cultura de barrio donde es tierra de nadie. (E3)

Aquí cada servicio público se ha logrado cortando calles, cortando vías de tren, con mucha lucha vecinal. (…) Aquí sigue la emigración, digamos, más militante no sería la palabra, más de ganarse la vida. (E4)

yo creo que es un barrio que se ha apostado mucho a nivel político en los últimos años porque creo que es un barrio que también lo ha pedido mucho, muy luchadores y muy reivindicativos (…) yo creo que los políticos muchos todavía tienen la mentalidad un poco de pensar que es un sitio donde se viene a leer y estudiar, en silencio y esto también la mirada de los vecinos ha tenido que cambiar mucho. Porque yo hay vecinos que nos conocemos desde que inauguramos que llegaban aquí chillando diciéndome es que de mucho ruido en esta biblioteca y ellos te chillaban y yo les diré pero ves como tú me estás chillando pero es que es el volumen de este barrio y bueno, fue muy fue muy difícil gestionarlo con los vecinos, porque ellos consideraban que teníamos que echar estos chicos y estos chicos no tenían que entrar en la biblioteca, pero claro eran los que más usaban la biblioteca y entonces qué hacías, claro. (E1)

Por otro lado, existe un valor social cuando el reconocimiento se extiende a los trabajadores bibliotecarios, no solo por parte de los usuarios, sino también por parte del propio Ayuntamiento. Según el colectivo bibliotecario, representado en dicha Asamblea de trabajadores, esta atención directa no es debidamente reconocida por la administración pública, más allá de que el Ayuntamiento asume que existe una realidad social a la cual hay que atender. No se trata sólo de percibir un complemento económico que sí reciben trabajadores de otras áreas del Ayuntamiento, sino también de valorizar la tarea del bibliotecario en sociedad y el papel mediador que cumple actualmente. A partir de las entrevistas recogidas, se menciona que es usual transitar por situaciones en las bibliotecas que escapan a sus tareas más primarias. Esta realidad ya presente no se acompaña en el apoyo público para lograr un soporte profesional adecuado, ni tampoco recursos o protocolos específicos que permitan saldar la situación de la mejor manera.

Estas peticiones generan fricción con la dirección que ha tomado el Ayuntamiento respecto a promocionar su política de bibliotecas como parte de su gestión más consolidada y como apuesta a mediano y largo plazo. No sólo porque dichas reivindicaciones buscan el mejoramiento de sus trabajadores sino también, y sobre todo, porque pone en cuestionamiento las posibilidades reales de potenciar los derechos culturales de la ciudadanía en los barrios.

Por otra parte, la red de bibliotecas es protagonista en la política cultural del sector público. Una evidencia de esto es la fuerte visibilidad que tiene en los diferentes medios de difusión y comunicación, así como en la forma en que se promocionan sus líneas de acción. Pero no sólo se destaca por su presencia mediática, sino también por su intento directo de impactar en la comunidad. Su labor trasciende los límites físicos de los espacios bibliotecarios e involucra activamente a la población en diversas actividades culturales, educativas y de fomento a la lectura (Figura 6).

Figura 6. Ejemplos de difusión en redes sociales sobre las bibliotecas de Barcelona

Fuente: publicación en X (ex Twitter). Cuenta de Barcelona Cultura, Ayuntamiento de Barcelona. Fechas: 22/1/23, 8/3/23, 16/2/23 y 15/4/22.

Un equipamiento como las bibliotecas, que tanto se ha promocionado desde el nuevo municipalismo de Barcelona en Comú (Barcelona en Comú, 2015) como espacios que realmente contribuyen a la democracia cultural, adolece de infraestructura, inversión, presupuesto y personal humano para tener un funcionamiento óptimo. ¿Cómo entonces, este tipo de política cultural activa, basada en afianzar el tejido social de la ciudad a partir de la constitución de equipamientos culturales de proximidad, podría consolidar procesos de revitalización de los barrios y la cohesión social?

Conclusiones

La consolidación de la participación ciudadana en el contexto de la política de bibliotecas va más allá de la mera existencia de estos espacios. Aunque las bibliotecas son equipamientos culturales fundamentales, su verdadero impacto como vehículos de participación cultural se construye no solo en su existencia, sino en la manera en que se integran en la vida diaria de la comunidad.

La restricción de esta política al ámbito institucional puede limitar su alcance efectivo entre los ciudadanos. Si bien asistir a una biblioteca puede considerarse un acto inicial de participación cultural, el mero uso de estas instalaciones no garantiza un aporte activo y consciente por parte de la comunidad. La visión de utilizar el equipamiento bibliotecario como un mecanismo de democratización cultural es un objetivo meritorio, pero su realización plena en Barcelona dista de ser una realidad consolidada.

La democratización cultural implica no solo el acceso físico a las bibliotecas, sino también un compromiso más profundo y activo por parte de la comunidad en aprovechar estos espacios como centros de aprendizaje, intercambio de ideas y construcción de identidad cultural. Para que la participación ciudadana en el ámbito bibliotecario sea más significativa, se requiere de un enfoque que trascienda la simple presencia física en estos lugares. En última instancia, la transformación de las bibliotecas en verdaderos motores de participación cultural implica no solo proporcionar acceso, sino también crear un entorno acogedor y dinámico que invite a la diversidad de la comunidad a cooperar activamente en la exploración y creación cultural.

En este sentido, parece haber dos realidades que se superponen entre sí. Por un lado, la política pública de bibliotecas de tipo “top down” llevada adelante por la administración pública estatal. Aquí se intenta implementar la participación cultural, pero a priori sin involucrar a la ciudadanía en su construcción. Por otro lado, se encuentra el trabajo cotidiano realizado por la gestión más directa de las bibliotecas con sus usuarios. Las direcciones de estas instituciones buscan fortalecer el valor social de estos espacios, considerados como “palacios del pueblo”. Sin embargo, en muchas ocasiones se enfrentan a condiciones de precariedad o importantes debilidades, ya sea en presupuesto o en recursos humanos, entre otros aspectos, que dificultan llevar adelante su gestión de manera óptima.

Los bibliotecarios cumplen un rol vital como mediadores culturales, y el arraigo comunitario se vuelve crucial para que estos espacios sean percibidos como beneficiosos y relevantes para el barrio en el que se ubican. Pero, a pesar de la destacada visibilidad que las bibliotecas tienen en la política cultural del Ayuntamiento, se evidencia una brecha significativa entre esta proyección externa y los desafíos internos que enfrentan a nivel laboral y social. Esta discrepancia pone de manifiesto una desconexión entre la imagen pública proyectada y la realidad operativa y laboral que afrontan las bibliotecas en su día a día.

Notas

1. Deseamos agradecer a todas las personas entrevistadas que formaron parte de esta investigación. Sin su aporte, no hubiera sido posible llevar adelante el estudio.

2. Este artículo surge de la sinergia entre varios proyectos liderados por sus autores. En primer lugar, dentro del marco del proyecto “Retos y desafíos de los espacios públicos en la pospandemia: un estudio de ciudades culturales en el Sur de Europa”. Esta iniciativa fue seleccionada en la convocatoria pública de “Ayudas para la Recualificación del Sistema Universitario Español”, realizada por el Ministerio de Universidades. La financiación proviene tanto de la Unión Europea, a través del programa NextGeneration EU, como del Ministerio de Universidades del Gobierno de España (Exp. INV21-03-26). En segundo lugar, se encuentra la investigación “Nueva política cultural urbana y transformación social”, proyecto financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades – Plan Nacional de I+D+i (REFERENCIA: RTI2018-096299-B-I00).

3. Las 21 infraestructuras con más visitantes -de mayor a menor- en 2017 fueron: Basílica de la Sagrada Familia, Park Güell, Museu del Futbol Club Barcelona, L’Aquàrium, Poble Espanyol, El Born Centre de Cultura i Memòria, Casa Batllò, Museu Picasso, La Pedrera, Museu d’Història de Barcelona, CosmoCaixa, Museu Nacional d’Art de Catalunya, Palau Robert, Zoo de Barcelona, Castell de Montjuïc, CaixaForum, Espais patrimonials del MUHBA, Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, Fundaciò Joan Miró, Casa Museu Gaudì, Museu d’Art Contemporani de Barcelona.

4. En: Pla de Drets Culturals de Barcelona, 2022. Mesura de Govern #9. Ajuntament de Barcelona

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