Introduction to the Dossier: “When I grow up”: some derivations of Martha Bechis’ work
Martha A. Bechis (1929-2017) se graduó en Filosofía en 1955, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Su vida académica la condujo por caminos diversos. En 1983, obtuvo su Doctorado en Antropología en la New School of Social Research de Nueva York. También fue profesora en la Universidad de Puerto Rico y desde 1988, cuando regresó al país, fue directora interina del Instituto de Sociología de la UBA y dio clases y conferencias en varios centros de estudio e investigación, como el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano y la Universidad Nacional del Sur, entre otros. Por su parte, la Asociación Argentino-Chilena de Estudios Históricos e Integración Cultural la contó como vocal en su comisión directiva. Además, se desempeñó como coordinadora académica del Taller de Etnohistoria de la Frontera Sur (TEFROS) y del comité editorial de la misma Revista, publicada online por la Universidad Nacional de Río Cuarto. Fue investigadora titular del Instituto de Investigaciones “Gino Germani” -Facultad de Ciencias Sociales, UBA-, miembro de la Red de Estudios Rurales (RER) y consultora del Grupo de Estudios e Investigaciones de los Procesos Políticos (GEIPP), ambos radicados en el Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” (FFyL-UBA/ CONICET).1
Sus maestros, que procedían de la Sociología -Gino Germani-, la Antropología -Raymond Firth y Stanley Diamond- y la Psicología Social -Enrique Butelman-, alimentaron su mirada atenta y su formación interdisciplinaria. Así, con reflexiones siempre ricas y complejas, Martha Bechis llegó a ese espacio que denominó “Panaraucanía” y transformó para siempre la forma de abordarlo, entenderlo y explicarlo; a la vez que cambiaba, irremediablemente, la manera de pensar a los grupos indígenas que lo habitaron y su historia.
Desde sus inicios, la historiografía argentina condenó al olvido y la invisibilización a los pueblos originarios de la zona. Les negó su historicidad y su participación en el pasado de la nación que se contaba, para mostrarlos únicamente como obstáculos al progreso, como bárbaros o salvajes, en una relación que siempre estuvo marcada por el enfrentamiento con “el blanco”. La etnología clásica no fue más amable y construyó un paisaje étnico inmóvil con unidades racial y culturalmente estáticas. La tesis doctoral de Bechis (1984), titulada Interethnic relations during the period of nation-state formation in Chile and Argentina: from sovereign to ethnic,2 fue su primera y contundente contribución al campo de la historia indígena de la región -decía Mónica Quijada- y marcó el inicio de una nueva perspectiva en los estudios sobre las relaciones interétnicas. La misma Bechis sostenía que ella había centrado sus trabajos en la interacción, en un arco temporal amplio que abarcaba los siglos XVII, XVIII y XIX. Para ello, según contaba, no le resultaban útiles la antropología clásica sin historia ni la historia clásica sin antropología. Exploró métodos y conceptos que la ayudaron a indagar esa realidad, y que le permitieron explicarla como pocos académicos lo hicieron.
De la mano de Bechis la Etnohistoria irrumpió en el estudio de los grupos de Panaraucanía, cuya historicidad se imbricó inseparablemente en el devenir de las sociedades hispanocriollas. El punto de partida de su investigación fue la pérdida de soberanía de las comunidades “araucanas” en 1880. ¿Cómo y por qué las relaciones entre “blancos” e “indios” -para utilizar palabras de la autora- terminaron así? ¿Por qué la guerra secular concluyó precisamente entonces? Bechis encontró la respuesta en las formas y caracteres que asumieron las relaciones interétnicas en el marco del proceso de construcción de los estados-nación en Chile y Argentina entre 1810 y 1880. Las decisiones económicas y políticas dimanadas de las agencias estatales habrían generado contradicciones y transformaciones que enfrentaron a hispanocriollos e indígenas, hasta entonces independientes, y que culminaron en la instauración de condiciones concretas para la subordinación de los grupos nativos. De esta manera, las relaciones interétnicas ganaron, por primera vez, una bidireccionalidad que no habían tenido hasta entonces.
A finales de la década de 1980, los aportes de Bechis fueron acompañados y reforzados por estudios locales que comenzaron a preguntarse por la validez de la voz “desierto” y su necesaria asociación a la deshistorización e invisibilización de los indígenas; a problematizar el espacio fronterizo como campo de múltiples relaciones y a indagar en procesos históricos tales como la araucanización. Otros trabajos, por su parte, abordaron la compleja integración hispano-indígena que era la regla -y no la excepción- en los vínculos establecidos a partir de una frontera que se creía signada por la guerra y el enfrentamiento irresoluble.
La obra de Bechis fue prolífica. Buena parte de sus artículos, ponencias y conferencias se encuentran compiladas en dos libros: Piezas de etnohistoria del sur sudamericano ([1989] 2008)3 y Piezas de etnohistoria y antropología histórica ([1999] 2010).4 Bechis abrevó en marcos teóricos diversos. Indagó en la teoría de las catástrofes, del caos o de los cambios discontinuos; exploró la teoría del juego y la teoría del drama, la cibernética, el análisis del discurso y de las formaciones del estado; y reflexionó de manera permanente sobre esa etnohistoria que había traído a la Panaraucanía, desarrollando las ideas de feedback o interacción retroalimentadora. Esos aportes subyacen a los escenarios y las tramas de sus trabajos enriqueciendo la problematización y las reflexiones de la autora.
Pero su centralidad en el campo disciplinar excedió sus contribuciones teóricas, históricas o analíticas. Martha Bechis tenía el don de escribir con una sencillez casi coloquial, haciendo que nociones o conceptos muy complejos resultaran fáciles de comprender. Su forma de abordar los problemas estudiados permite establecer una conexión inmediata entre el lector y la autora, tanto para dejarse seducir por ella como para discutirla. En cualquier caso, sus trabajos suelen ser disparadores inagotables de ideas; sin embargo, hay otro aspecto que consideramos fundamental en el crecimiento del campo disciplinar del que fue pionera: su enorme generosidad. Martha Bechis dedicó buena parte de su tiempo, su paciencia, su amabilidad y sus sonrisas a formar a muchos de los que hoy integran ese campo, y a quienes lo hemos dejado para llevar lo aprendido a otros espacios y otros tiempos. De ahí la motivación para la preparación y publicación de este dossier.
En el primer artículo, Ariel Morrone analiza un expediente judicial tramitado ante la Audiencia de Charcas por una familia cacical del pueblo de Santa Isabel de Pucará -corregimiento de Cabana y Cabanilla, virreinato del Perú-, en tiempos temprano-coloniales. Se trata de un reclamo por la sucesión al oficio de cacique principal de Santa Isabel y gobernador del ayllu Quipa, realizado por don Pedro Sulcataca a través del protector general de naturales, en 1606. Tras la muerte de su padre, don Juan Tomi Guaricallo, el cacicazgo había recaído en uno de los hermanos de éste, respetando las pautas sucesorias de origen prehispánico, ya que don Pedro aún era niño. Sin embargo, el tío fue sucedido por sus hijos, quienes murieron poco tiempo después víctimas de una epidemia de viruela y, luego, por un hermano “bastardo” suyo. Así, don Pedro reclamó su reconocimiento ante las autoridades hispanas, apelando esta vez a los criterios de sucesión y legitimidad implantados tras las reformas toledanas: él era hijo legítimo de Juan Tomi Guaricallo, por lo que podía pretender el oficio en cuestión.
Partiendo de un artículo en el que Bechis estudia la vigencia de la práctica sucesoria entre hermanos -sucesión adélfica- en los cacicatos ranqueles del siglo XIX, Morrone muestra la coexistencia entre las formas de heredabilidad y los criterios de legitimidad de origen prehispánico con las modalidades propias de la normativa española, en esa zona del virreinato del Perú. El trabajo subraya que la sucesión adélfica no constituyó una mera persistencia de antiguas prácticas tradicionales en tiempos coloniales, sino una readecuación que respondió a lógicas, intereses y necesidades de los propios actores sociales. Ello se debe en parte, y aún cuando no sea el propósito del autor, a que Morrone también pone en evidencia que ni la normativa española ni las prácticas sucesorias entre hermanos fueron suficientes para acceder al oficio cacical. Tal como lo mostró Bechis para Pampa y Patagonia, los caciques andinos debieron construirse a sí mismos. La confirmación de su título por parte de la audiencia o el virrey, las alianzas con las autoridades locales o con otras autoridades indígenas del pueblo, y el auspicio de todo tipo de celebraciones con los miembros del ayllu, por ejemplo, planteaban desafíos que no todos los aspirantes a dicho oficio podían resolver.
Los siguientes dos trabajos se ubican en el período tardo-colonial. A finales de junio de 1808, la mayoría de las familias toba reunidas en la reducción de San Ignacio -emplazada en la frontera oriental de la jurisdicción de la ciudad de San Salvador de Jujuy, intendencia de Salta del Tucumán, virreinato del Río de la Plata- huyeron del pueblo. Como episodios de un drama, María Laura Cutrera reconstruye los pormenores de un entramado político local sostenido sobre delicados equilibrios. En una coyuntura crítica desatada tras la expulsión de los jesuitas y agudizada por el avance de las haciendas hispanocriollas y la progresiva escasez de recursos materiales necesarios para el abastecimiento de la población reducida, las fugas -efectivas o latentes- pusieron en riesgo la delicada dinámica fronteriza, la viabilidad de las reducciones y la reproducción de la pujante actividad azucarera. A partir de la lectura cruzada de cuatro expedientes judiciales, la autora da cuenta de las estrategias prácticas y discursivas de los caciques, el cura doctrinero, los hacendados, las corporaciones capitulares y las autoridades virreinales. Cada uno de estos actores jugó sus cartas en un tablero donde no faltaron triangulaciones, amenazas, tergiversaciones, alianzas, complicidades y delaciones.
El artículo de Carina Lucaioli y Lidia Nacuzzi entra en una dimensión problemática distinta y transita entre los tiempos de dominación hispánica y la producción académica de comienzos del siglo XX. Las autoras se proponen revisar el uso histórico de algunas voces epocales, a las que los investigadores fueron cargando de profundidad conceptual y significación política. Se trata de los términos “nación” y “parcialidad”. En función de la utilización que Martha Bechis hizo de éstos en su ya clásico estudio sobre el liderazgo indígena, ellas inician un recorrido que procura identificar y comprender los diferentes contextos documentales en que se utilizaron esos términos, así como los actores e intereses involucrados en la producción de dichas fuentes. Luego, el trabajo atiende las trayectorias semánticas de tales vocablos hasta su devenir en categorías teóricas dentro del campo de la antropología histórica de las fronteras. Para ello, Lucaioli y Nacuzzi recorren los escritos de personajes vinculados a los indígenas, como los comandantes de los fuertes y los religiosos a cargo de las reducciones aunque incorporan, también, documentos elaborados en contextos más formales, como los escritos de religiosos destinados a la reconstrucción de la historia de la orden, o las actas y acuerdos de los cabildos de Santa Fe y Buenos Aires, respectivamente. Emergen así una pluralidad de acepciones posibles. En un segundo momento, el artículo presta especial atención a la labor de los jesuitas, quienes adquirieron un conocimiento único y específico de los grupos entre los que trabajaban y vivían. Estos religiosos clasificaron a la población indígena en naciones y parcialidades, y sus estudios sirvieron de piedra de toque para los historiadores de la primera parte del siglo XX. Finalmente, el texto destaca los sesgos y las tergiversaciones impuestas a estas voces por archiveros, historiadores y editores que tuvieron a su cargo la tarea de resumir, indexar, publicar y/o digitalizar los manuscritos, para ponerlos a disposición del público. De esta manera, el itinerario emprendido por las autoras les permite pensar sobre el modo en que pudo invisibilizarse la complejidad política y la pluralidad étnica de los grupos indígenas, siendo éste, sin dudas, uno de los principales aportes del trabajo.
Los últimos dos artículos del dossier enfocan nuevamente el área de estudio original de Martha Bechis. Tanto Walter Delrio como Alexis Papazian exploran los procesos atravesados por los grupos mapuche y tehuelche de los valles cordilleranos norpatagónicos, sus autoridades y sus territorialidades como efecto de las avanzadas militares del ejército argentino a finales del siglo XIX y en el período post-conquista. Las reflexiones planteadas originalmente por Bechis en 1989, sobre los liderazgos indígenas durante el siglo XIX, despertaron en Delrio, varios años después, la pregunta en torno a su aplicabilidad en el período posterior al awkan o “conquista del Desierto”. Las transiciones entre las persecuciones, el sometimiento y la incorporación a la matriz estado-nación-territorio en términos de deportación y concentración habilitaron un margen para la redefinición de los liderazgos indígenas. Dicho problema es analizado por el autor a partir del caso de Aurelio y Basilio Nahuelquir, hijos del “cacique” Miguel Ñancuche Nahuelquir, de la Colonia Cushamen -noroeste de la provincia del Chubut-, y “representantes” de las familias reducidas ante las autoridades estatales, entre 1922 y 1940. Los avatares de tal representación llevan a Delrio a problematizar los liderazgos indígenas desde la perspectiva de sus seguidores. La deportación, la conformación de nuevas identidades comunitarias y la negociación con las agencias estatales requirieron, según el autor, del desarrollo de nuevas modalidades de representación y de nuevas habilidades mediadoras, sensibles a las expectativas y validaciones de la comunidad, factores clave en los procesos de construcción del liderazgo político. Evidencia de esto fue el registro de la atenta mirada de Basilio Nahuelquir sobre las percepciones y opiniones de “sus paisanos”, en su correspondencia con su padrino Clemente Onelli y su esposa.
Finalmente, y a partir de una reflexión sobre su propio trabajo de investigación, Alexis Papazian se interroga por las transformaciones territoriales operadas tras el avance del Estado argentino y del sistema capitalista en la localidad de Pulmarí -departamento de Aluminé, provincia del Neuquén-, desde finales del siglo XIX hasta la actualidad. Desbordando la perspectiva molar, derivada de la pretensión de imposición del dispositivo estatal, el autor propone historizar los procesos de desterritorialización y de reterritorialización de una “tierra adentro” devenida en una pluralidad de registros de territorialidad -una “frontera densa”, en términos de Bechis. En efecto Papazian detecta “muchos Pulmarí”, generados por las agencias tanto estatales como nativas pero también en virtud de las tensiones desplegadas entre ellas. Así entendida, esa trama rizomática multiterritorial -en la que, a su vez, han quedado inmersos el investigador y su práctica profesional- yuxtapone de manera antagónica la memoria social de la comunidad Ñorquinco, las descripciones de la Administración de Parques Nacionales, los expedientes de mensura de lotes y la cartografía oficial.
Los estudios aquí reunidos presentan reflexiones de profesionales que reconocen el paso de Martha Bechis en su producción y su influencia en sus abordajes. Hemos estado, además, cerca de ella, a veces desde los inicios de nuestra formación hasta que por razones diversas, dejó de ser así. Este dossier intenta ser un reconocimiento a su obra, a sus aportes al campo disciplinar y a su trabajo desinteresado y generoso como maestra. La frase “cuando sea grande”, que lleva por título, se la tomamos prestada. Martha la usaba cada vez que se refería a alguna investigación que dejaba para más adelante sin reparar, quizás, en que su paso por otras trayectorias daría materialidad a muchas de estas ideas.
[1] Datos biográficos reunidos por Lidia Nacuzzi en conversaciones personales con Martha Bechis, en ocasión de la publicación de su último libro, Piezas de etnohistoria y antropología histórica ([1999] 2010). Cfr. asimismo el obituario publicado en 2018 en Memoria Americana. Cuadernos de Etnohistoria 26 (1): 5-10, con semblanzas de Amanda Toubes, Ruth Sautu, Lidia Nacuzzi y Marcela Tamagnini.