ARTÍCULO DE DOSSIER
Una aproximación a las fuentes documentales escritas de la frontera norte santafesina (1855-1865): interrogantes y aportes metodológicos

An approach to the written documentary sources of the northern border of Santa Fe (1855-1865): questions and methodological contributions

 
Una aproximación a las fuentes documentales escritas de la frontera norte santafesina (1855-1865): interrogantes y aportes metodológicos.
Memoria americana, vol. 30 no. 2, (63- 78 pp.), Jul-Dec, 2022, doi: 10.34096/mace.v30i2.11176. ISSN: 1851-3751
Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.


Introducción

La frontera norte de la provincia de Santa Fe ha sido objeto de estudios recientes tanto en su periodo colonial como en el siglo XIX. Este trabajo surge a partir de una ponencia en la cual se reflexionaba sobre la interpretación y las estrategias metodológicas empleadas para el abordaje de diferentes tipos de fuentes sobre la historia indígena.1 A partir de ella nos proponemos interrogar las formas que se han trabajado las fuentes documentales escritas generadas por diversos actores presentes en la frontera norte santafesina durante el periodo 1855 - 1865. Algunos de los interrogantes que motivaron este estudio fueron: ¿qué datos son posibles de identificar en las diversas fuentes que hacen referencia a poblaciones indígenas?, ¿se pueden reconocer diversos formatos documentales?, ¿quiénes los produjeron y qué estrategias utilizaron para crear dichos registros? y ¿cómo pueden contribuir estos registros a la re-construcción de la agencia indígena?

De manera que, en primer lugar, nos dedicaremos a analizar algunos de los trabajos que durante los últimos años se han dedicado a los estudios de esta frontera y sus poblaciones indígenas con el objetivo de observar las estrategias, herramientas e interrogantes desplegados por otros investigadores. En segundo lugar, proponemos exponer y dar a conocer los materiales documentales que hemos utilizado para elaborar nuevas hipótesis acerca de las estrategias de interacción utilizadas por los pueblos indígenas mocovíes, abipones y tobas que habitaron dicho espacio fronterizo. En particular, centraremos la atención sobre las fuentes documentales producidas por comandantes militares de diferentes rangos, donde creamos una primera distinción entre dos tipos de documentos: partes militares e informes de entradas punitivas. Luego, analizaremos la producción de registros sobre diarios y exploraciones fluviales realizadas en la cuenca del río Salado del norte.

Consideramos que este trabajo puede ser de utilidad para contextualizar parte de la producción documental y, de esta forma, aportar a las investigaciones que tienen como objetivo la reconstrucción de las estrategias de interacción desplegadas por mocovíes, abipones y tobas frente al avance de los proyectos de colonización y conquista de los territorios del Chaco austral durante el siglo XIX.

Mocovíes, abipones y tobas en las fronteras de Santa Fe

La distribución y clasificación de los pueblos indígenas guaycurúes en el Chaco argentino representa una problemática de largo recorrido en la disciplina antropológica. Hacer justa referencia a todos los investigadores que han abordado el tema es una tarea que escapa a los objetivos de este trabajo, aunque no podemos dejar de mencionar a Lagos (2000), Trinchero (2000), Gordillo (2006), Wright (2008), Tola (2013), entre otros.2 Los mencionados autores se encargaron de trabajar diferentes aspectos relacionados a la construcción de la etnicidad, las categorías étnicas y el avance del Estado nacional argentino sobre el Chaco hacia finales del silgo XIX. Si nos concentramos en las investigaciones sobre periodos históricos previos debemos mencionar los trabajos de Susnik (1984), pasando por los de Vitar (1997) hasta los más recientes de Lucaioli (2011 y 2017), Nesis (2005), Farberman (2016), Paz (2016) y Sosnowski (2020). Estos trabajos se han enfocado en las estrategias desarrolladas por aquellos pueblos indígenas para interactuar con la población hispanocriolla en el amplio espacio comprendido entre la gobernación del Tucumán, pasando por la de Córdoba hasta la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz a orillas del río Paraná.

El periodo que abarcó desde la expulsión de los Jesuitas en 1767 hasta prácticamente mediados del siglo XIX permanece aún sin ser estudiado en profundidad. Dalla Corte-Caballero (2012) y Moriconi (2014) describen el ordenamiento de las misiones abandonadas por los jesuitas y retomadas por los franciscanos hacia fines de siglo XVIII y primeras décadas de siglo XIX, mientras Rosan (2016) aborda este periodo a partir de las observaciones sobre población indígena hechas por el explorador francés Alcides D’Obirgny en la década de 1820. También podemos encontrar aportes provenientes de la arqueología del holoceno tardío y de la historia de la región, que es de particular interés para estudiar este período (Del Río y Cornero, 2014; Cornero y Rangone, 2015).

Pero es a partir de la década de 1850, cuando el gobierno de la Confederación Argentina intentó ordenar la política en sus fronteras y en los territorios ocupados por poblaciones indígenas, cuando podemos observar una mayor atención académica hacia los diversos procesos sociales y políticos que se iniciaron (Bonaudo y Sonzogni, 2000). En primer lugar, la centralización de la conducción militar del dispositivo defensivo de las fronteras, cuerpos militares y fortines, fueron puestos bajo la órbita del Ministerio de Guerra y Marina. En 1858, la frontera con el Chaco se ordenó en secciones según la administración provincial y en particular la santafesina se dividió en tres, con un comandante designado por el gobierno nacional y otros dos por la provincia (Zampa, 2019). En aquellos momentos el gobierno de la Confederación comenzó la reorganización de los pueblos indígenas y la creación de nuevas misiones a cargo del Colegio de Propaganda Fide, situado en el Convento San Carlos Borromeo de San Lorenzo, de la Ordo Fratrum Minorum (OFM). A partir de 1854 un conjunto de párrocos nuevos iniciaron un proceso de registro de la población indígena con el objetivo de asentar a grupos “montaraces”, evangelizarlos y educarlos en el trabajo agrícola (Teruel, 2005; Dalla-Corte Caballero, 2012).3 Otras dos políticas relevantes, continuadas luego de la caída de la Confederación, fueron iniciadas durante esta década, como la creación de colonias agrícolas en relación a la afluencia de inmigrantes europeos y norteamericanos4 y las sucesivas campañas de exploración de las aguas interiores, como las emprendidas en los ríos Salado y Bermejo (Ratto, 2014) que tienen como uno de los elementos principales el contacto con poblaciones indígenas y su descripción.

Figura 1

mapa. Frontera de Chaco entre 1855 y 1865. Fuentes: AGPSF y SHE, varios legajos. Elaboración propia.

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Aportes recientes para el estudio de la frontera norte de Santa Fe (siglo XIX)

Durante el siglo XIX la frontera norte santafesina se presenta como un problema complejo en su abordaje, tanto por los procesos sociales y políticos que la atravesaron como por los diversos actores que consecuentemente transitaron por su geografía e instituciones. Desde mediados del siglo pasado la historia de esta frontera fue foco de interés por parte de diferentes investigadores. A continuación, haremos una breve alusión a ellos con el objeto de observar algunos cambios en sus objetivos y perspectivas, luego nos centraremos en el análisis de las estrategias metodológicas construidas para el tratamiento de las fuentes documentales escritas.

Los trabajos producidos por Manuel Cervera (1907) y Bernardo Alemán (1970, 1994), se interesaron por elaborar una historia de las instituciones de la provincia de Santa Fe, su organización territorial y ordenamiento político desde el periodo colonial hasta los inicios del siglo XX. Dentro de estos temas se indican con particular importancia la administración militar y eclesiástica de las fronteras y la fundación de nuevos fuertes, fortines y reducciones. En el marco de esta historia la presencia de los pueblos indígenas ha sido un tema recurrente, principalmente los aspectos relacionados con su clasificación etnológica, distribución geográfica, relaciones con administradores coloniales, misioneros, etc. Estas aproximaciones han contribuido al conocimiento de las poblaciones indígenas y sus principales intervenciones en la historia santafesina. No obstante, la mayor parte de estas estuvieron asociadas a acciones bélicas, saqueos de pueblos y destacamentos militares o misiones, o conflictos de diferentes tipos. Rara vez estas producciones han desplazado a los pueblos mocovíes, abipones y tobas de connotaciones negativas. Así lo expresan los primeros párrafos de un conocido trabajo de Alemán:

Crónicas y documentos que relatan la historia de la ciudad y provincia de Santa Fe, nos muestran a los santafesinos en constante lucha contra su ancestral enemigo: el indio. Lucha que comenzó al día siguiente de la fundación de Santa Fe por Juan de Garay y concluyó a fines del siglo XIX con el exterminio o forzoso sometimiento de los últimos aborígenes en los confines del Chaco o en las faldas de la cordillera de los Andes (Alemán, 1970: 39).5

Con esta perspectiva se construyó una historia de los avances y retrocesos en una frontera entendida como un límite. Estos trabajos, que compilaron y analizaron la documentación disponible en el Archivo General de la Provincia de Santa Fe (AGPSF) desde sus registros coloniales en adelante, se transformaron en referencias centrales para cualquier intento de estudiar temas relacionados al pasado de las poblaciones indígenas en sus fronteras. En concreto, autores y textos construyeron una narrativa que reproducía las formas de ver y enunciar la alteridad de los antiguos agentes estatales, principalmente militares.

Durante los últimos veinte años se desarrolló un interés académico constante por estudiar desde diferentes disciplinas a las poblaciones indígenas, las fronteras, las misiones y los dispositivos defensivos militares asociados. También se desarrollaron algunos breves estados de la cuestión sobre estos aportes (Zampa, 2013; Zapata, 2014). Zapata señala que esta nueva literatura estuvo alineada a las nuevas perspectivas historiográficas que se dedicaron a estudiar la historia argentina “desde los márgenes”, en contrapunto a las historias construidas desde los centros urbanos importantes. Aquellas privilegiaron el protagonismo de actores sociales subalternos y reformularon conceptos centrales como el de frontera. Además, el autor hace referencia a una “desacompasada” (Zapata, 2014: 184) historiografía santafesina, e intenta comprender las diferencias de cantidad y calidad en los trabajos dedicados al estudio de las fronteras santafesinas, estando estos más concentrados sobre la frontera sur. Asimismo, este autor nota que estos estudios han estado dedicados en mayor medida al periodo colonial que al más reciente siglo XIX. Es este aspecto, lo que más nos interesó profundizar sobre este trabajo es de qué manera y a través de qué estrategias metodológicas podemos acceder a construir datos sobre los pueblos mocovíes, abipones y tobas que habitaron un amplio territorio al norte de la ciudad de Santa Fe y que fueron objeto de diversas políticas estatales de colonización, violencia y sometimiento.

Relacionado con este último aspecto encontramos uno de los textos más recientes sobre las sociedades indígenas del norte santafesino. En él Green (2021) estudia la masacre sobre el pueblo abipón de San Jerónimo del Sauce hacia 1836-1838, llevada adelante por el entonces gobernador de la provincia de Santa Fe, Estanislao López. En el mencionado artículo el autor logra construir una narración que permite observar estos acontecimientos desde un punto de vista que pone de relieve la complejidad del accionar de las parcialidades abiponas. Permite volver a evaluar algunas de las significaciones asumidas sobre las relaciones entre estos grupos y el gobernador Estanislao López. A través de un trabajo centrado en los registros de Archivos de Gobierno del AGPSF, y combinado con fuentes adicionales que provienen de registros parroquiales, Green evidencia que las fluctuaciones en los liderazgos indígenas y los conflictos entre parcialidades excedían por mucho el supuesto control que el gobernador López podía asegurar a través de sucesivas alianzas con los grupos asentados en San Jerónimo del Sauce. El autor también hace alusión a las “orientaciones culturales” (Green, 2021: 88) para la interpretación de los acontecimientos, aspecto que, entendemos, vincula un conjunto de premisas que provienen de otros trabajos recientes6 y los documentos estudiados. Si bien en sus conclusiones insiste en pensar las prácticas políticas indígenas a través de un “ethos marcial” (Green, 2021: 108), en el desarrollo de su trabajo ha logrado identificar algunas prácticas políticas presentes y recurrentes.

Otros aportes recientes al estudio de los actores indígenas en el contexto de frontera son los trabajos de Rosan (2012, 2016), quien busca ampliar su aproximación etnográfica sobre las comunidades mocovíes de Colonia Dolores a partir de la comparación y la reconstrucción de las trayectorias de líderes indígenas durante las décadas centrales del siglo XIX. Este énfasis en las prácticas políticas de los grupos mocovíes se logra a través del estudio de los registros de negociaciones con agentes estatales, misioneros y exploradores. También se focaliza en la construcción de una autoridad indígena para la interacción con el Estado y en la manera que es observada y practicada por los propios actores indígenas en el seno de sus comunidades.

Para lograr sus objetivos la mencionada autora se valió de diferentes tipos de documentación: expediciones realizadas por misioneros franciscanos y correspondencia contenida en la Biblioteca y Archivo del Convento San Carlos Borromeo de San Lorenzo. También incluye en su estudio fragmentos del diario elaborado en la expedición de Esteban Rams (1857) por el río Salado,7 que según Zampa (2019) fue escrito por Silvestre Troponi, misionero del Colegio de Propaganda Fide, con sede en el Convento de San Carlos, San Lorenzo. A este diario se agrega una versión transcripta y editada por Constancio Ferrero -prefecto de misiones- durante el mismo año, llamada “Diario del Viaje a Monte Aguará” (Auza, 1968), que describe la parte siguiente de las relatadas por Troponi en la cual el misionero se dirige a las tolderías de diferentes caciques. Este es uno de los pocos relatos que se dedican a describir el encuentro en ese contexto particular y sin fines hostiles.

Rosan construye lo que podríamos llamar un bricolage (Nacuzzi y Lucaioli, 2011) sobre estos sujetos, con el fin de enunciar algunas premisas que contribuyan a describir y comparar trayectorias políticas de líderes indígenas. La información que aportan las exploraciones es combinada con la que se puede encontrar en documentos inéditos, como la correspondencia entre agentes militares de las fronteras santafesinas y santiagueñas.

El último trabajo que resulta de interés es el de Romina Zampa (2019), enfocado principalmente en los cambios impulsados por el gobierno de la provincia de Santa Fe a partir de la organización de la Confederación Argentina en 1853. Estas iniciativas políticas de las élites santafesinas en el gobierno tienen que ver con el ordenamiento militar de la frontera, cuestión que tensionaba con las iniciativas e intereses del Estado presidido por Justo José de Urquiza. Con respecto a esto, y debido a que nuevas estructuras administrativas fueron creadas específicamente para estos fines, a partir de este momento se produjeron documentos nuevos sobre: el estado de los fortines o la fundación de otros nuevos, las expediciones punitivas, las listas de revista sobre los cuerpos de lanceros indígenas, la correspondencia ministerial, etc; se trata de un nuevo “estrato” de documentación que se extiende durante la década. Este trabajo se da principalmente sobre los Archivos de Gobierno del AGPSF, donde es posible la confrontación entre documentos que provienen de diferentes áreas del gobierno y que se han archivado dentro del mismo volumen. Aunque el trabajo no se concentra sobre la actividad indígena, sino sobre el dispositivo político/administrativo de la frontera, resulta sumamente valioso para lograr caracterizar las principales tensiones entre actores criollos en las cuales se insertan los vínculos con el complejo mundo indígena.

Formatos documentales

Este contexto histórico de construcción del Estado-Nación argentino impone algunas condiciones a ser tenidas en cuenta si nos proponemos focalizar en las poblaciones indígenas del sur chaqueño. Tanto por la conformación de los acervos documentales que registraron aspectos de la interacción entre el Estado y las poblaciones indígenas, como también por las características de los documentos que dan cuenta de este contacto. A continuación, describiremos los elementos que forman parte de nuestra manera de aproximarnos y observar dichos registros.

En primer lugar, es preciso desarrollar algunas premisas que vinculan los documentos con el contexto socio-histórico que los produjo. Una de estas está representada en los intentos desde el poder ejecutivo nacional de construir una institucionalidad que efectivamente logre integrar en una unidad administrativa los espacios políticos provinciales luego de Caseros. La provincia de Santa Fe fue intervenida de manera directa por la influencia de Urquiza, quien promovió un rol político para la ciudad de Santa Fe como capital y uno económico para la Villa del Rosario, como puerto de la Confederación. Esta influencia se expresó en el estímulo de múltiples relaciones políticas articuladas por el propio Urquiza con diferentes dirigentes de ambas ciudades y por la circulación de muchos de estos por las entidades de los flamantes poderes ejecutivo y legislativo (Lanteri, 2015). Al respecto, Megías (2010) nos explica que a partir de 1856 las dirigencias políticas que respaldaron originalmente dicha intervención comenzaron a distanciarse, manteniéndose las de Santa Fe en un apoyo claro a Urquiza mientras las rosarinas se alejaron hacia una relativa autonomía. Esta realidad política se resolvería en 1861 en favor de las facciones rosarinas, luego de Pavón.

En segundo lugar, creemos que es preciso prestar atención a este contexto y sus posibles efectos en la organización de los gobiernos de los cantones militares del norte santafesino, en particular al tema de los comandantes militares. A esta perspectiva centrada en el accionar de los gobiernos y dirigencias nacionales, es posible complementarla con una que privilegie la construcción desde los márgenes. Fradkin (2010) propone poner atención a los comandantes militares y sus capacidades de gobierno local basadas en su autoridad y control territorial; aspectos a los que podríamos agregar el conocimiento de las poblaciones indígenas y sus formas de hacer política. Un ejemplo de lo planteado por este autor es advertido por Zampa (2019), quien analiza la rebelión de Santiago Oroño -perteneciente a una familia rosarina- en Campo de Álvarez durante septiembre de 1858, ante la designación de Alfred du Graty como comandante junto a una nueva normativa ministerial, impuesto por el gobierno central y apoyado por el gobernador Juan Pablo López.

Estos dos puntos nos permiten observar tensiones que confrontan las dirigencias de las ciudades de Santa Fe y Rosario y, en simultáneo, otras tensiones que se replican en la dimensión nacional y repercuten en ámbitos provinciales y locales, implicando a sujetos en diferentes niveles jerárquicos.

En cuanto a qué tipo de documentación podemos encontrar nos resulta particularmente operativa la noción de formato tratada por múltiples autoras en el libro coordinado por Nacuzzi (2018). En este la documentación es tomada como la expresión material escrita -por diferentes sujetos- de la burocracia colonial. En nuestro caso, la producción documental de autoría militar en la década de 1850 puede considerarse la expresión de una burocracia emergente y aun sin reglas muy claras en cuanto a su producción y escritura.8 Aunque en este contexto puede ser algo aventurado hablar de formatos o tipos documentales, es nuestra intención resaltar diferencias claras entre documentos que hablan sobre las poblaciones indígenas mocovíes, abipones y tobas del Chaco. Estos documentos pueden encontrarse tanto en el AGPSF, como observamos oportunamente en el caso los trabajos de Zampa (2019) y Green (2020, 2021), dentro de sus Archivos de Gobierno, junto a documentos de otras áreas dependientes del poder ejecutivo provincial. Otros trabajos (Mora, 2019) se basan en el abordaje de los documentos que contiene el Servicio Histórico del Ejército (SHE), en su fondo denominado Frontera con el indio - Frontera Chaco dedicado a los documentos relativos al avance territorial sobre el Chaco santafesino. En él podemos encontrar documentos originales que fueron dirigidos al Ministerio de Guerra y Marina y un gran número de copias que provienen del AGPSF.9

Dentro de estos fondos documentales, podemos distinguir entre dos formas de documentos que denominaremos provisoriamente como: partes militares e informes de entradas punitivas. Para operativizar esta distinción decidimos evaluar los siguientes elementos: los productores del documento -comandantes de frontera/ jefes militares locales-, el lugar desde donde escriben -comandancia, ciudad capital o cantón militar-, el tema de la comunicación, el tipo de interacción descripta frente a actores indígenas, las categorías empleadas para estos fines y el tipo de acciones que se decide resaltar. Estos documentos mantienen una distribución dentro de los fondos documentales citados que pudimos identificar entre 1855 y 1865.10

En orden de lograr captar la voz indígena en el marco de lo fragmentario de las fuentes (Nacuzzi y Lucaioli, 2011) fue necesario realizar un doble desciframiento (Nacuzzi, 2010), centrado en analizar el contenido de lo escrito por los funcionarios implicados sobre la población indígena que nos interesa. De manera que el material con el que trabajamos se compuso de “indicios”, “descartes” y “datos marginales” (Guinzburg, 2001, 2004), muchas veces compuesto por nombres propios, otras veces por categorías y, en ocasiones, por relatos sobre las acciones de indígenas.

Partes militares

Dentro de este conjunto de documentos podemos diferenciar inicialmente aquellos que describen acciones que son iniciadas por grupos indígenas. Se trata de correspondencia emitida desde un enclave militar fronterizo y que se refiere a “ataques”, “invasiones”, “entradas” y “robos de ganado”. Los productores de estos partes fueron los encargados militares de cada uno de los fortines o cantones militares. En ocasiones pueden asumir la estructura de un diálogo epistolar de corte administrativo, comienzan con la emisión original, luego la respuesta del superior y más adelante pueden incluir la información final o conclusión de las acciones tomadas. Una característica de estos documentos es que pueden estar redactados durante el curso de acciones de persecución.

Las descripciones sobre los indígenas en este tipo de documentos son siempre escuetas, se limitan a utilizar categorías como “indios” o más frecuentemente “montaraces” y puede haber alusiones a baqueanos -en general, sin mencionar sus nombres- o a prisioneros.11 La utilización de estas categorías políticas estaba respaldada por el accionar de otros indígenas, quienes aliados con las fuerzas militares intervenían en la persecución de los supuestos agresores. Estas veloces y espontáneas incursiones hacia adentro del Chaco tenían la particularidad de relevar los nombres de algunas localizaciones, caminos y antiguos enclaves abandonados que podían ser útiles para posteriores entradas.

De manera que estas comunicaciones revelan lo que era considerado información valiosa por los comandantes militares, aquello que era necesario registrar para informar. Resulta también importante observar a qué órgano de gobierno era remitida la correspondencia, ya que no es extraño hallar que algunos comandantes preferían informar a las autoridades provinciales en lugar de a las impuestas por el gobierno central.12

Informes de entradas punitivas

Dentro de los acervos producidos por agentes militares podemos encontrar también documentos que describen las entradas punitivas, las cuales se diferencian de las anteriores por tener una planificación previa. Hacia la década de 1860 estas parecen adquirir un ritmo anual en los meses de la primavera y verano y, por lo general, podemos observar una serie de documentos que anuncian la futura empresa. Algunas de estas acciones represivas también describen la consecución de recursos para el sostenimiento de la marcha. Estas se prolongaban durante varias semanas o incluso un mes y eran dirigidas por el comandante de la Frontera. El documento final describía la ubicación de las “tolderías” de los grupos buscados, los nombres de sus caciques, las estrategias del combate, la cantidad de indios asesinados y capturados como prisioneros, así como la presencia de cautivos. En estos documentos también es posible identificar “baqueanos”, quienes podían ser prisioneros bajo extorsión que guiaban a las tropas hacia los parajes de los asentamientos de grupos indígenas, o bien miembros de otras parcialidades enemistadas.13 Este tipo de documento nos devuelve también la toponimia del espacio que se encuentra lejos de los lugares administrados por la provincia de Santa Fe o el Ministerio de Guerra y Marina del Estado Nacional. El recorrido hacia estas localizaciones no es descripto más allá de las leguas caminadas o recorridas desde la capital de la provincia o bien desde la comandancia de la frontera.

La lectura en conjunto de los partes y los informes brinda una mirada más completa de las relaciones interétnicas. En su comparación es donde podemos comenzar a identificar sesgos u omisiones de los autores militares de los documentos sobre los actores indígenas. Representan también dos jerarquías distintas en cuanto a sus productores, una compuesta por comandantes locales y dirigida hacia los comandantes de la línea de frontera y otra formada por los mencionados comandantes de frontera y dirigida a las autoridades provinciales o nacionales. La primera resalta las acciones de los actores indígenas, la segunda intenta dar cuenta de acciones bélicas en orden de documentar el avance de la frontera y las victorias sobre el enemigo.

Tal vez su utilidad adicional tenga que ver con la posibilidad de vincular estos informes creados a nivel local con interpretaciones posteriores de otros oficiales o superiores, de donde derivan órdenes a ser tomadas en el territorio.14 De manera que se puede observar la circulación de la información en diferentes niveles de la administración.

Diarios y registros de exploración del río Salado

Estos documentos fueron generados a partir de las iniciativas de exploración de las aguas fluviales interiores, promovida a partir de la apertura planteada por los gobernantes de la Confederación Argentina en 1853. Los cauces de los ríos fueron presentados como rutas para la exportación de materias primas y la llegada de productos importados desde los centros industriales europeos y norteamericanos. En este contexto se elaboraron registros particulares de formatos variados que dan cuenta de los itinerarios llevados por sus autores. Los iniciales sobre los que se tiene registro son los que produjeron y publicaron Thomas J. Page ([1858] 1954) y Amadeo Jacques ([1857] 1945). El primero como un informe destinado al gobierno de los Estados Unidos de América (EUA) y solicitado por otras potencias, incluía algunos mapas y cartas geográficas. El segundo como un relato que se publicó en partes sucesivas con el nombre de “Excursion au rio Salado et dans le Chaco” en la Revue de Paris, tenía la finalidad de publicitar la inmigración entre los empobrecidos trabajadores franceses (Traballi, 2016). No hemos tenido acceso a los escritos originales de ambas producciones sino a las versiones publicadas por editoriales argentinas.

Ambas son obras que aluden a la misma expedición por el cauce del río Salado. Hacia octubre de 1855 Thomas Page y su comitiva de ingenieros y marinos llegaron a Santiago del Estero en lo que era una segunda etapa de exploración del mencionado río. En la primera habían intentado remontarlo desde la ciudad de Santa Fe en una pequeña embarcación a vapor, el “Yerba”. Cuando la expedición llegó al lugar llamado Monte Aguará quedó varada debido al descenso constante del nivel del agua, razón por la cual el grupo decidió continuar por tierra la exploración de la cuenca del Salado. Esto los llevó hacia la ciudad de Córdoba,15 y luego a Santiago del Estero donde los recibió el gobernador Manuel Taboada. En esta ciudad se encontraba Amadeo Jacques, agrimensor y docente francés, quien por orden del gobierno del Presidente de la Confederación debía asistir a las iniciativas de expansión territorial que se proyectaban desde el gobierno provincial. Según ambos relatos, es debido a la noticia de una incursión de “indios” del Chaco sobre las poblaciones cercanas al pueblo de Matará16 que a las intenciones de exploración del grupo de Thomas Page se agrega una partida militar comandada por el propio gobernador y su hermano, Antonino Taboada -comandante de la Frontera con el Chaco en la provincia-, dentro de la cual se encontraba Amadeo Jacques.

Sin lugar a dudas esta curiosa coincidencia que produjo dos registros sobre la misma expedición resulta sugerente para la comparación entre ellos. Si observamos cómo están presentados los relatos obtenemos las primeras diferencias. Thomas Page estructuró su relato en forma de diario, de manera que podemos ver una entrada por día de la expedición donde resume las actividades desarrolladas. En cambio, Amadeo Jacques realizó un escrito literario formado por tres apartados, en ellos respetó el orden cronológico de los acontecimientos pero también introdujo un criterio temático.17 Ambos agentes realizan descripciones minuciosas sobre el entorno, la fauna y la flora, las condiciones del suelo con respecto a la producción. Si bien eran poseedores de miradas sumamente diferentes, sus objetivos están marcados por las ideas del progreso y la extracción de bienes para el comercio internacional. Según Page “Cada árbol, arbusto, flor, corteza, follaje y fruta parecía servir a la economía doméstica de la región” (Page, 1954: 80-81); de esa forma describió minuciosamente desde las especies de gramíneas, el suelo, las prácticas de recolección de la población campesina hasta las diversas especies de avispas y abejas silvestres. Mientras el relato de Jacques estuvo más orientado a una descripción sociológica de las poblaciones de la frontera santiagueña, sus vínculos con los indígenas del Chaco y el pasado reciente del territorio que estaba recorriendo.

Ahora bien, el elemento particularmente distintivo que le da profundidad a las descripciones y vincula ambas producciones escritas es la participación en la expedición de un ex-cautivo, llamado Manuel Mendoza, y la posterior captura de un “bombero”, baqueano criollo aliado de los indígenas del Chaco. El primero proveyó información relacionada a la forma en la que los indígenas utilizaban los caballos, las formas de escapar por el territorio sin ser alcanzados, la vestimenta y el armamento, cuestiones descriptas por Jacques. Mientras Page lo menciona de la siguiente manera: “[...] entre los soldados iba uno de guía o vaqueano. Conocía todos los codos, vados del salado. Secuestrado en la infancia por los indios, hacía poco que se había escapado del chaco luego de una cautividad de nueve años” (Page, 1954: 95). El segundo fue interrogado y a razón de esto se le atribuyó la autoría de los planes de saqueo del ganado en toda la frontera por parte del grupo del cacique Francisco.

Posteriormente se sucedieron otras exploraciones impulsadas por el gobierno central de la Confederación y las provincias del noroeste del país, con Santiago del Estero a la cabeza. En 1856 es el comandante de la frontera con el Chaco en Santiago del Estero, el general Antonino Taboada, quien desde esa ciudad organiza una marcha que concluye en la ciudad de Santa Fe, demostrando la posible conectividad pero esta vez por tierra (Gil Muñóz, 2007). Durante el año siguiente comienza la más conocida expedición de Esteban Rams, a cargo de la Empresa de Navegación de los ríos Dulce y Salado, cuando se escribe el documento llamado “Extracto del diario de viaje de los días en que los Indios han venido a visitar el vapor”.18 Según Rosan (2016) fue escrito por Constancio Ferrero, prefecto de misiones de la OFM pero como mencionamos anteriormente, Zampa (2019) se lo atribuye a Silvestre Troponi, misionero subordinado a aquel, suponemos que en base a la información provista por Caloni (1884).

En general, estos documentos producidos en un periodo corto de tiempo pueden ser de utilidad para la descripción de las transformaciones en el espacio de la frontera; es decir, para los nombres de cada uno de los parajes mencionados, su ubicación -algunas veces marcada con coordenadas- y sus cambios. Por su parte, podemos ver en cada uno de estos ejemplos que al internarse en territorios indígenas los exploradores y los cronistas hacían alusiones a vínculos privilegiados con baqueanos, que los guiaban a través de la interpretación de indicios en el terreno tras los rastros dejados por el movimiento de grupos indígenas.

Estos documentos han sido utilizados con diversos objetivos, por ejemplo, el texto de Jacques (1945) permitió el estudio de la apropiación de tierras en torno al río Salado (Rossi y Banzato, 2011; 2018) por parte de las nuevas elites gobernante en la provincia de Santiago del Estero. En el caso del diario de expedición de Rams resulta una fuente importante para describir algunas de las prácticas políticas de líderes mocovíes (Rosan, 2016) y como testimonio de prácticas diplomáticas.

La abundante información sobre las costumbres, formas de expresarse, decisiones políticas, nombres, vínculos parentales, autoridad y hasta prácticas mágicas19 que tienen lugar en este tipo de registros puede resultar abrumadora y corremos el riesgo de utilizarlas como textos desde donde extraer tal o cual información sin reparar en una reconstrucción contextual necesaria.

Palabras finales

Este escrito intentó dar cuenta de las últimas investigaciones en torno a las relaciones interétnicas de las poblaciones indígenas del Chaco santafesino con las autoridades nacionales y provinciales durante el decenio que va de 1855 a 1865. También describimos las principales fuentes documentales que nos acercan a la problemática e indagamos acerca de sus potencialidades, la información que es posible encontrar y algunos interrogantes que emergen de su estudio.

Consideramos que en orden de lograr ver a través de los sesgos, omisiones y recortes de los cronistas militares, comandantes y jefes locales, es necesario echar mano de documentos de otra índole, como los diarios e itinerarios de exploración. Podemos asegurar que esta forma ecléctica de triangulación de fuentes puede llevarnos a interpretar y narrar acontecimientos de otra manera (de Jong, 2016).

Advertimos también sobre la existencia de un peligro al ceñirnos sobre documentación producida por las autoridades militares de la frontera en combinación con las interpretaciones que utilizaron algunos historiadores en el pasado. Este peligro resulta en la utilización de categorizaciones estigmatizantes y ambiguas e interpretaciones sobre las formas de interacción interétnica que privilegiaron las acciones bélicas por sobre otras haciendo énfasis, por lo tanto, en la violencia de las sociedades indígenas hacia las poblaciones santafesinas. Además, la referida dinámica se presenta como una forma secular y ancestral, donde la lucha entre indios y blancos puede rastrearse hasta los primeros momentos de la ocupación española.


Bibliografía

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Fuentes documentales consultadas

AGPSF: Archivo General de la Provincia de Santa Fe. Archivo de Gobierno, Tomo 16.

SHE: Servicio Histórico del Ejército. Fondo Frontera con el indio - Frontera Chaco. Caja 1.

Notas

[1] La convocatoria fue realizada por el equipo de investigación Frontera Sur y la ponencia fue presentada en el marco del XII Congreso Argentino de Antropología Social (CAAS), junio y septiembre de 2021.

[2] También exhaustivos estados de la cuestión sobre las investigaciones pueden encontrarse en Ceriani Cernadas (2015) y Còmbes et al. (2009).

[3] Pese a la afluencia de los nuevos encargados de la política de evangelización y reducción de la población indígena, muchos de los pueblos y misiones destinados a estos permanecieron habitadas durante toda la primera parte del siglo XIX, y en fluido contacto con el gobierno provincial. Tal situación puede observarse para los casos de los abipones de San Jerónimo del Sauce (Green, 2018 y 2021) y también para el de Santa Rosa de Calchines -o simplemente Calchines (Coria et al., 2006).

[4] El tratamiento de este tipo de fuentes excede la propuesta de este artículo pero la producción documental acerca de la interacción colonos/indígenas puede ser consultada en trabajos recientes como los de Green (2018, 2020), Maffucci Moore (2007) o Dosztal (2013, 2016).

[5] En este caso el autor hablaba también de la frontera sur de la provincia de Santa Fe, espacio que se abría a la gran extensión pampeano-patagónica.

[6] Nos referimos principalmente a los trabajos de Lucaioli (2011 y 2017).

[7] Esta expedición fue financiada por el gobierno de la Confederación Argentina a mediados de 1856. Se trató de una iniciativa política que buscaba conectar las economías de la región del noroeste argentino en una red fluvial articulando los ríos Juramento-Salado con el Paraná; estuvo principalmente impulsada por las provincias de Santiago del Estero y Santa Fe. En enero de 1857 la expedición partió desde la boca del Salado aguas arriba hasta quedar detenida por la bajante del río en Monte Aguará (Rossi, 2006 y 2007).

[8] De hecho, en la documentación privada entre dirigencias nacionales y provinciales se observan sugerencias sobre cómo elaborar la documentación; el caso de las listas de revista incluyen una reglamentación con ese propósito.

[9] Cabe mencionar que muchas copias contenidas en el SHE, provenientes del AGPSF se encuentran mecanografiadas y remiten a sus originales, describiendo el número de Tomo y las fojas, por lo que permite conocer más sobre la historia archivística del fondo Frontera con el indio-Frontera Chaco.

[10] Es decir que incluyen los primeros años del gobierno de Bartolomé Mitre, en este contexto la frontera santafesina verá la circulación de nuevas autoridades militares con experiencia previa en las fronteras bonaerenses como Martiniano Charras y Emilio Conesa.

[11] Sobre esta categoría remitimos a un trabajo previo (Mora, 2019).

[12] SHE. Frontera con el indio - Frontera Chaco, Caja 1, doc. 198, 1/2/1859 de Telmo López a Rosendo Fraga (gobernador de la provincia). Siendo Alfredo Du Graty el Comandante de la Frontera con el Chaco destinado por J. J. Urquiza, un comandante de un sector de la frontera se comunica directamente con el gobernador.

[13] La participación de indígenas en cuerpos militares usados, en ocasiones, como vías para continuar las disputas políticas indígenas se puede observar tanto en los estudios coloniales (Lucaioli, 2011) como en los del siglo XIX (Green, 2021).

[14] Durante 1858-1860 el comandante de la frontera con el Chaco, Alfredo Du Graty, elaboró precisamente una normativa en torno a la categorización de los ladrones de ganado. En particular atribuía los robos a los indígenas reducidos en San Javier, por lo que intentó -sin mucho éxito- controlar el flujo de ganado que ingresaba allí y registrar la posesión de caballos y vacas. Los acusados de robar serían considerados “montaraces” y tratados como tales, según sus órdenes podían ser asesinados por las fuerzas que guarecían la frontera (SHE. Fondo frontera con el indio, Caja 1, doc. n° 188).

[15] Utilizaron la ruta que conectaba la ciudad de Santa Fe con la ciudad de Córdoba, la cual pasaba por San Jerónimo del Sauce -población de abipones sobre la cual Page hace una breve descripción.

[16] Situado en las cercanías del Río Salado, formaba parte del esquema de enclaves fronterizos en el chaco santiagueño.

[17] El primero es una introducción que relata hasta el momento en que se llega al último enclave de frontera, donde se alude a una transición entre la civilización y el salvajismo del Chaco. El segundo es el itinerario del grupo por antiguos parajes y estancias otrora poblados y productivos, luego arrasados por los indígenas, y el tercero describe un enfrentamiento con el grupo del cacique Francisco.

[18] AGPSF. Archivos de Gobierno, Tomo 16, fs. 1068-1077.

[19] Jacques (1945) menciona que el prisionero, tomado luego de haber arremetido contra la toldería del cacique Francisco, refiere que antes de la llegada de la partida militar había consumido corazón de tigre y de serpiente para luchar con valor, a instancias de la “bruja de la tribu” -quien además conocía de la venida de los criollos por una sensación que tuvo al despertar.