Con profundo dolor escribo estas palabras para honrar la memoria de Ana María Presta, una colega y para muchos también una entrañable amiga, quien falleció el 29 de abril del corriente año tras enfrentar con valentía y entereza las adversidades de una enfermedad terminal.
Al momento de su partida actuaba como profesora Emérita de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e Investigadora Superior del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Anteriormente, durante aproximadamente dos décadas, fue Profesora titular de la cátedra Historia de América I (de los orígenes hasta la conquista), dictó numerosos seminarios de grado y posgrado y cursos en la Maestría de Estudios Históricos y Arqueológicos, siempre en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UBA. Desde 1996 fue miembro del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” (CONICET-UBA), coordinando a partir de 2004 el Programa de Historia de América Latina (PROHAL). También participó en tareas de gestión académica aportando sus sabios criterios y atinadas observaciones, destacándose su rol en la Junta Departamental de la Carrera de Historia de la FFyL y en el Consejo Interno del Instituto Ravignani, nombrado anteriormente.
En la década de 1990 realizó sus estudios doctorales en The Ohio State University con Kenneth Andrien, especialista en Historia Colonial Latinoamericana de reconocido prestigio, graduándose primero como Master of Arts (1992) y luego como Philosophy Doctor (1997). Ana se especializó en Etnohistoria andina -y mesoamericana- focalizándose en la historia colonial temprana de los Andes Meridionales, abordando también aspectos relativos a las Letras Coloniales y la Historia de Europa Moderna. Deseo subrayar la calidad intelectual de su producción bibliográfica, plasmada en numerosos artículos en revistas especializadas, capítulos de libros, como también en libros de autoría única o como editora/ coordinadora, publicada tanto a nivel local como regional y en el extranjero. La mencionada producción, de alto nivel académico, conforma un valioso legado para los estudiosos de este campo disciplinar y para que futuras generaciones de investigadores, decididos a abordar esta línea de investigación, puedan dialogar con la misma.
Su pasión por la historia, su compromiso con la investigación, la docencia y la formación de recursos humanos resultan ejemplares, también su talento para la investigación histórica. En el archivo desplegaba su perspicacia y su “olfato” para seguir esos indicios que aparecen de tanto en tanto, para leer entre líneas las voces de los de abajo -muchas veces silenciadas- y para formular preguntas nuevas a las fuentes; y a la hora de redactar un paper su estilo literario era exquisito. Ana tenía además una gran capacidad de trabajo, un empuje y una vitalidad envidiables, todos los rasgos de su personalidad aquí descriptos la llevaron a desarrollar una exitosa carrera como investigadora de CONICET y profesora de la UBA.
Deseo destacar además otro aspecto de la vida académica de Ana al que dedicó tiempo y esfuerzo: su participación en la tarea editorial. Ella integró los Comités Editoriales de prestigiosas publicaciones académicas -Colonial Latin American Review (CLAR), Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani y Memoria Americana. Cuadernos de Etnohistoria. Acá nos focalizaremos en el aporte de Ana para con Memoria Americana; cabe recordar que hacia 1984, con el retorno de la democracia, ella se integró en la Sección Etnohistoria de la FFyL de la UBA, bajo la dirección de Ana María Lorandi. En 1991, en ese mismo ámbito, la Sección Etnohistoria, se gestó Memoria Americana. Cuadernos de Etnohistoria y desde muy temprano -entre 1992-1997- Ana pasó a integrar el Comité Editorial junto con otras colegas -Mercedes del Río y Lidia Nacuzzi-. Desde ese lugar desplegó una intensa labor en el proceso editorial y armado de los volúmenes 2 al 5 inclusive -además publicó un trabajo en coautoría en el volumen 2 y otro como autora única en el volumen 5-; posteriormente, desde 2007 en adelante, pasó a integrar el Comité Académico Asesor, además de actuar como organizadora de un Dossier junto con Silvia Palomeque -volúmenes 18. 1 y 18. 2-. En otras palabras, gracias a su espíritu de colaboración ella mantuvo su compromiso para con la Revista a lo largo del tiempo, apoyando desde diversos roles este proyecto editorial del cual siempre formará parte
Por último, cabe mencionar que tanto la dedicación a su profesión como su apasionamiento por la historia siempre corrieron en paralelo con su gusto por la música -en particular el género clásico- la literatura, el cine, los placeres de la buena mesa, los viajes y sobre todo los encuentros con amigos en donde rememoraba divertidas anécdotas y conversaba animadamente. Resulta difícil despedirse de Ana, una persona de probada integridad y gran sensibilidad, una querida amiga y colega, pero quizá no haga falta…. ella seguirá presente a través de su producción bibliográfica, que resulta un valiosísimo aporte a la ciencia histórica, y en la memoria de todos los que fuimos sus amigos y aprendimos a conocerla y quererla.