El mundo urbano-regional bajo la gran transformación del Sur Global: por una renovada perspectiva multiescalar para el resto

Víctor Ramiro Fernández

CONICET - Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral (UNL), Argentina.

Recibido: 21 de mayo de 2020. Aceptado: 19 de agosto de 2020.

Resumen

Los estudios urbanos y regionales que abordan la nueva dinámica espacial bajo las transformaciones capitalistas han contemplado, deficientemente, las perspectivas macro-históricas que vinculan procesos geopolíticos y geoeconómicos globales, configuraciones macro regionales y trayectorias nacionales. La introducción de estos temas en una perspectiva multiescalarmente articulada se vuelve relevante para entender la forma en la que el proceso de transformación experimentado por el Sistema Mundo desde los comienzos de este siglo reestructura la dinámica espacial global, jerarquiza las estrategias macro regionales y nacionales, y afecta a los procesos urbanos y regionales en la periferia. Junto a observar la centralidad desplazada del Norte Global por el inédito protagonismo del Sur Global (SG), particularmente de Asia, destacamos cómo el nuevo mapa de relaciones entre las macro regiones del Sistema Mundo desafía al resto del Sur Global (Latinoamérica y África) a reorganizar una estrategia multiescalar de desarrollo. Para dar cuenta de ello, las dinámicas urbanas y regionales necesitan ser analíticamente desencapsuladas y colocadas dentro de las particularidades espaciales e históricas que asumen interpenetradamente los procesos globales, las formaciones macro regionales y las trayectorias nacionales.

PALABRAS CLAVES: SISTEMA MUNDO. SUR GLOBAL. PERIFERIA. MACRO REGIONES. PROCESOS URBANO-REGIONALES.

The regional-urban world under Global South great transformation: a renewed multi-scalar perspective for the rest

Abstract

Urban and regional studies that address the new spatial dynamics under capitalist transformations have poorly contemplated the macro-historical perspectives that link global geopolitical and geoeconomic processes, regional macro configurations and national trajectories. The introduction of these topics in an articulated multi-scalar perspective becomes relevant for understanding the way in which the transformation process experienced by the World-System since the beginning of this century restructures the global-spatial dynamic, hierarchizes the macro regional and national strategies, and finally affects the regional and urban processes at the periphery. Along with observing the displaced centrality of the Global North by the unprecedented protagonism of the Global South (GS), particularly Asia, we highlight how a new map of spatial relations between the World-System’s macro-regions is challenging the rest of Global South (Latin America and Africa) to re-organize a multi-scalar strategy of development. To account for this, urban and regional dynamics, +need to be analytically decapsulated and placed within the spatial and historical particularities that global processes, macro regional formations and national trajectories assume in an interpenetrated way.

KEYWORDS: WORLD SYSTEM. GLOBAL SOUTH. PERIPHERY. MACRO REGIONS. URBAN-REGIONAL PROCESS.

PALAVRAS-CHAVE: SISTEMA MUNDO. SUL GLOBAL. PERIFERIA. MACRO REGIÃO. URBANO-REGIONAL.

Introducción

La producción académica “del centro”, particularmente anglosajona, ha venido dando un espacio privilegiado al mundo regional y urbano por casi cuatro décadas, a partir de la emergencia y debates en torno a la reconfiguración espacial y regulatoria vinculada al posfordism. Bajo una visible dilución analítica de los espacios y Estados nacionales, ese mundo devino en un campo analítico de relevancia que atraviesa un amplio espectro multidisciplinar.

Desde entonces, estos mundos han quedado poblados por perspectivas que van desde aquellas enfocadas en una exaltada relevancia de la regionalidad posfordista, a partir de insumos asociados a la innovatividad, creatividad y cooperación local para el desarrollo de una impronta bottom up (opacados bajo el fordismo) hasta aquellos de mirada crítica, centrados en las nuevas espacialidades desigualadoras y conflictuales, que destacan la captura y funcionalización neoliberal del nuevo regionalismo y las nuevas formas gobernanza urbana.

En lo que respecta al campo urbano, su presencia creciente en la organización societal-espacial y su rol en las dinámicas transformadoras que acompañan el proceso de globalización desató líneas de investigación que abarcan desde los alcances y formas de la era urbana hasta las particularidades constitutivas, funcionales y estratégicas de las city-regions y las ciudades globales. Como consecuencia, se cristalizaron acuerdos y no pocas disidencias sobre la especificidad de lo urbano, la relevancia de sus formas de proximidad y su trans-localidad, así como los límites de su elaboración etno/eurocéntrica.

Bajo ese extenso y heterogéneo cuerpo de contribuciones e improntas analíticas, se fue reelaborando la forma de aprehender las nuevas articulaciones de lo global-local, incluyendo las perspectivas posestructuralistas que obligaron, particularmente en el campo de la geografía económica, a tejer un complejo instrumental para el análisis de las relaciones entre procesos territoriales, formas de reorganización escalar y desarrollo de redes (globales e institucionales).

En la periferia, a diferencia de un pasado en el que se propugnó un cuerpo teórico original e idiosincrático (Palma, 1978), se optó por adaptaciones –a veces críticas, otras imitativas– de ese heterogéneo arsenal céntrico. Teniendo ello lugar en la vida intra-académica, la propagación de las versiones amigables alcanzó los círculos institucionales oficiales, destacándose la oportunidad para una espacialidad subnacional protagonista en los procesos de globalización y sus redes (Fernández, 2017).

Todo ese proceso de reemergencia urbano-regional inserto en las nuevas arquitecturas espaciales asociadas a la reestructuración del capitalismo, así como las miradas críticas en el escenario de la neoliberalización, tuvieron lugar bajo un marco analítico general en el que fue deficientemente considerada la macro-sociología histórica (Arrighi, 2000) del capitalismo. Ello implicó la omisión de la configuración cíclica y jerárquica de larga duración, así como de las dinámicas geoeconómicas y geopolíticas que atraviesan las temporal y espacialmente variables relaciones entre trayectorias nacionales, configuraciones macro regionales y dinámicas urbano y regionales.

Bajo esas omisiones, los análisis urbano-regionales (del centro y la periferia) tomaron como dada la configuración jerárquica formada por un norte global dominante (estructurado bajo la triada: EE. UU./EU/Japón) (Poon et al., 2004), y un sur funcionalmente subalterno, que tenía como punto de referencia los procesos y estrategias que tomaban lugar en el norte. Ni en las contribuciones y controversias de finales del siglo pasado, ni en las del nuevo siglo, las particulares transformaciones espaciales que acompañan la dinamización y nuevas divergencias del Sur Global (SG) parecieron tener significación suficiente para desimaginar la forma jerárquicamente dominante del norte global y sus macro regiones y, particularmente, cómo ello replantea la conformación, relaciones y efectos urbano-regionales de la periferia.

La consideración de la macro-dinámica del capitalismo permite observar dos procesos concomitantes. Por un lado, el inédito posicionamiento del SG como el espacio más dinámico del sistema mundo en su actual reestructuración cíclica, con un control creciente del proceso de acumulación, que se suma a su abrumadora representatividad demográfica para cuestionar una jerarquía escasamente alterada. Por otro, al interior del SG, la forma en cómo procesos globales (geopolíticos y geoeconómicos) interceptan las trayectorias nacionales para la formación de procesos macrorregionales diferenciados resulta esencial en la comprensión de la divergencia a nivel del control y dinamismo de los procesos acumulativos del Este asiático.

Las dimensiones geopolíticas y geoeconómicas, envueltas en esos procesos macro-regionales y sus trayectorias nacionales, afectan directamente las configuraciones, dinámicas y articulaciones urbano-regionales que tienen lugar al interior de esas trayectorias. Consecuentemente, la adopción de una perspectiva multiescalar resulta esencial para evaluar esas configuraciones y dinámicas, así como para impulsar estrategias urbano-regionales centradas en articulaciones (escalares) que eviten los procesos de fragmentación y subordinación con los que las nuevas formas de regulación buscan expandir espacialmente el capital productivo y financiero.

Partiendo de esta introducción, el trabajo se organiza en cuatro secciones. En la primera, repasamos las consideraciones sobre los reposicionamientos de la dimensión urbano-regional bajo el contexto de la acumulación flexible y su problematización a través de los procesos de neoliberalización, la introducción de la problemática de las redes y sus interacciones con los procesos territoriales y de reestructuración escalar. La segunda sección destaca la desvinculación analítica de la configuración del sistema mundo, en su forma de jerárquica y de larga duración, con sus condicionantes geopolíticos y geoeconómicos, y sus efectos multiescalares. La tercera sección, parte de las transformaciones en la configuración sistémico-jerárquica que vienen teniendo lugar desde el inicio del siglo XXI, destacando la convergencia del SG con el norte global, sustentada en su creciente y mayor dinamismo, y la divergencia intra-SG sustentada en las (re) configuraciones regionales junto a las trayectorias nacionales y macrorregionales intra-periféricas. La última sección, evalúa las consecuencias, demandas y estrategias para los escenarios urbanos y regionales de la periferia, como resultado de un abordaje multiescalar que desencapsula su enfoque y abarca las transformaciones sistémicas indicadas.

Crisis y transformación del capitalismo: construcciones argumentales del mundo urbano y regional (y su desconexión sistémica)

Desde la crisis del capitalismo y bajo una marcada influencia del regulacionismo, a lo largo de los años ochenta y noventa la producción académica del norte, particularmente la anglosajona, dio lugar a una discusión sobre las nuevas formas de acumulación flexible, sustitutivas del fordismo y arquitectas de las nuevas y disputadas formas posfordistas (Harvey, 1998); sustentadas en una reconversión de las formas productivo-industriales (Piore y Sabel, 1984).

En ese contexto, propiciado por una nueva geografía económica mundial, el campo regional subnacional emergió como ámbito estratégico de los nuevos espacios industriales (Scott, 1988) abiertos por la centralidad de los procesos de globalización y la desconfiguración de las modalidades nacional-céntricas de la posguerra. Los ámbitos regionales devinieron en un campo propicio de la reflexividad colectiva y el desarrollo de conocimientos –tácitos– por proximidad, esenciales para la inserción exitosa en los procesos de globalización (Scott y Storper, 2003). Las regiones fueron posicionadas como renovados espacios de aprendizaje (Florida, 1995), campos de formación de una clase creativa (Florida, 2002) y de innovación colectiva territorial (Capello, 1999), al tiempo que laboratorios de intersección entre formas en principio no compatibles de cooperación y competencia (Pyke, 1992). Lo regional logró así su posicionamiento en el análisis de las nuevas y dominantes formas de producción social del espacio (Paasi, 1991), al tiempo que esa centralidad se fue extendiendo a otros campos (Keating, 2001,1998).

Ese reposicionamiento estratégico de lo regional desde una nueva geografía económica del capitalismo poscrisis y posfordista, corrió en paralelo con la resignificación de los procesos urbanos, atravesados ambos por la introducción y el debate en torno al concepto de escala (Smith, 1996; Howitt, 1998) y a la consideración de factores que explican el proceso de re-escalamiento espacial del capitalismo en general y del Estado en particular (Brenner, 2000; Swyngedouw, 1997; Peck y Tickell, 1994). Entendiendo el reescalamiento del Estado y su descentramiento como parte de dinámicas disputadas (Brenner, 2003), tendió a imponerse una visión sobre la identificación y promoción de nuevas formas de gobernanza, al tiempo que un aliento al desarrollo de estrategias delegativas. Diversos trabajos destacaron la ausencia del papel del poder en esas estrategias (Hudson, 2005), y la funcionalidad con las lógicas autoritarias y fragmentadoras implícitas en el direccionamiento de los procesos de re-escalamiento estatal posfordista (Swyngedouw, 1997:141).

Mientras esta perspectiva re-escalaratoria y re-territorializadora se fue desplegando, otra posestructural y relacional ganó relevancia en el debate sobre lo significados y las formas de construcción, bajo la dinámica socio-espacial de la globalización. Esta impronta fue marcando un contrapunto con la mirada territorial e incluso (multi)escalar de la región y su concepción como un algo definido, con fronteras delimitables que están allí afuera. Fue aportando una lectura alternativa a partir del reconocimiento de las formas de poder desplegadas por los ensamblajes diversos e inestables que se forman a partir de los múltiples flujos –humanos y materiales– de orden extra-local (Allen y Cochrane, 2007). Por su parte, el campo urbano participaba de los nuevos roles bajo aquel proceso de reestructuración escalar del capitalismo y sus formaciones estatales (Brenner, 2004), encontrando una senda de producción en relación a los modos en que su reconstitución y dinámicas eran atravesadas/redefinidas por las desmantelatorias, desposesivas y a su vez re-constitutivas/creativas formas de organización e intervención social, que daban lugar a las heterogéneas/híbridas/multiescalares/dialécticas formas de neoliberalización (Brenner y Theodore, 2005).

Junto a este complejo de ataduras conceptuales asociadas a los términos de posfordismo, re-escalamiento estatal y el despliegue de la nueva gobernanza neoliberal, se ha abierto un espacio a la consideración del papel de las redes globales. Estas han adquirido un papel estratégico y, a su vez, complementario en la consideración de los vínculos con el territorio y el reordenamiento escalar (Dicken et al., 2001). Ello resulta esencial tanto para dar cuenta de la nueva lógica operativa de la economía capitalista a escala global, atendiendo las redefiniciones sobre el Estado y la sociedad civil (Jessop et al., 2008), como para evitar las restricciones de los enfoques territorialistas y escalistas.

En esa vena, la dinámica de las redes, expresada a través de la evolución de los enfoques de producción global (Yeung, 2015) y de cadenas de valor (Gereffi, 2019), viene a desafiar/reconsiderar los análisis centrados en la dimensión territorial-organizacional del desarrollo regional expresados, por ejemplo en los enfoques de clúster o distritos industriales, al redefinir las conexiones entre regiones y localidades con sus especificidades territoriales y el complejo de flujos económicos y marco regulatorios supranacionales (Yeung, 2015). Al tiempo que parte de esa concepción ha sido fértilmente asimilada y utilizada por las organizaciones internacionales que forman las redes políticas de gobernanza global (Werner et al., 2014), diversos trabajos críticos han observado los ocultamientos del poder y las formas de desarrollo desigualador que las mismas contienen (Neilson, et al., 2014) respecto al Estado y los espacios nacionales; elementos relevantes para comprender las nuevas articulaciones local-regional-global (Fernández y Trevigniani, 2015).

En el campo urbano, su despliegue espacial en fusión con el campo regional, a través de nuevos conceptos destinados a reinterpretar las nuevas e híbridas dinámicas y formas de los grandes aglomerados, como el de city-regions (Scott, 2001; 2019), encontró bajo la perspectiva de las redes un enlace con el proceso de globalización a través del concepto de ciudades globales (Sassen, 2007). De este último fue derivando una activa agenda de investigación, no centrada solo en las especificidades intraurbanas, sino también sobre las redes y nodos de interconectividad que estructuran la jerarquía urbana global y dan cuenta de la dinámica funcional del proceso globalizador. Con sus especificidades, la problematización de las ciudades globales encontró vínculos con el cuerpo analítico de las global value chains (Parnreiter, 2010).

Re-escalamiento e inter-escalamiento urbano y regional desde una perspectiva cíclica de long dureé

Por lo indicado, la producción urbana y regional del centro/anglosajón fue transitando desde las últimas dos décadas del pasado siglo una reivindicación del mundo urbano y regional como renovados y conflictivos escenarios socioespaciales de acumulación y regulación posfordista. Ámbitos para el despliegue de las formas de neoliberalización y campos estratégicos de la compleja trama de reacomodamientos e interrelaciones entre procesos territoriales, redefiniciones escalares y conformación de redes, flujos y sus nodos controlantes.

En la complejidad analítica que acompaña las diferentes perspectivas, parece visible un desplazamiento del campo de la macro sociología histórica y, en esta, los análisis desde la estructura centro-periferia que se han desarrollado sistémicamente en una long durée1 (Braudel, 1976), a partir de transformaciones cíclicas bajo las que no se ha alterado significativamente la jerarquía del sistema mundo (Arrighi y Drangel, 1986).

Formando parte de una recurrente omisión en las ciencias sociales, particularmente en la sociología económica, sobre abocadas a la microsociología y a las interrelaciones más coyunturales (Arrighi, 2001), la revisión de las transformaciones y continuidades en las grandes estructuras y los grandes procesos del capitalismo a lo largo del tiempo (Tilly, 1984), lejos de ser ajenos a la dinámica regional y urbana, parecen de gran significación para la misma. Su comportamiento e inédita y reciente transformación contienen una serie de efectos en el ordenamiento y dinámica multiescalar que atraviesa, en diversas direcciones y formas, las dinámicas urbano-regionales.

Observados concatenadamente, cuatro aspectos requieren ser considerados. Primero, una perspectiva sistémico estructural que tome al sistema mundo como referencia holística del comportamiento espacial, y lo observe junto a espacialidades específicas en una perspectiva histórica de larga duración (Braudel, 1976). La referencia de los estudios urbanos al world system y, en particular, el tratamiento desde la perspectiva de la larga duración, ha estado ausente en el examen espacial del desenvolvimiento capitalista posterior a la crisis del setenta (Taylor, 1997:329).

Segundo, la importancia de analizar la forma cíclica del funcionamiento sistémico en esa larga duración. En tal sentido, la contribución arrigheana (Arrighi, 1994), tributaria del enfoque braudeliano, identificó una dinámica formada por cuatro ciclos sistémicos que retoman la idea de macroprocesos. En los mismos se alternan fases materiales y financieras y se relevan las hegemonías, formadas a partir del posicionamiento dominante de ciertas agencias estatales y complejos empresariales que operan como hegemon de cada ciclo, conduciendo la expansión territorial y los nuevos arreglos espaciales (Arrighi, 1994).

El tercer aspecto, se asocia con el reconocimiento de la configuración centro-periferia que alimenta el sistema mundo y sus variaciones a través de las transformaciones cíclicas. La estructura sistémica sobre la que se configuran dichos ciclos ha ido forjando una configuración jerárquica, en la forma de centros y periferias interconectadas, como resultado de una distribución del trabajo desigual y un posicionamiento diferencial en el control nodal de actividades estratégicas de las cadenas de mercancías (globales) (Hopkins y Wallerstein, 1977).

Cuarto, el posicionamiento diferencial en las cadenas, producto del control funcional de las mismas por determinados actores y con sede en determinados espacios, encontró complemento en la competencia interestatal y en la emergencia de diferentes capacidades estatales para apuntalar su desarrollo y posicionamiento. Particularmente a partir de la conformación de los Estados nacionales, la configuración jerárquica del world system se ha desarrollado en base a un sistema de competencia interestatal del que emergen Estados relativamente fuertes en el core y relativamente débiles en la periferia, significando ello que, aunque no plenamente soberanos, los primeros “tienen mayor control sobre la fragmentación interna y la intrusión desde afuera” (Wallerstein, 2011:2).

Retornando al marco analítico braudeliano, la configuración macrorregional europea marcó un liderazgo relativamente reciente y con ello una notable divergencia con el resto (Pomeranz, 2000), luego de un histórico dominio espacial asiático liderado por China (Sugihara, 2003). A partir de la expansión/divergencia europea, los sucesivos ciclos hegemónicos de la agencia estatal asociada al complejo de negocios que motorizaba el capital, pasó de un epicentro urbano (Génova y Países Bajos) a uno nacional (después de Westfalia). En tal sentido, partiendo del ciclo británico desplegado a partir del siglo XVIII y XIX hasta su relevo por el ciclo que pasó a hegemonizar EE. UU. desde la segunda mitad del XX, se estilizó un patrón organizacional/escalar en el que desde determinados Estados nacionales –en asociación con capitales radicados en sus radios– devenidos en epicentros espaciales-institucionales, se logró configurar una dominación hegemónica hacia afuera. En lo interno, con subalternidades erigidas a partir de la construcción de un poder militar con base en el desarrollo de una estructura fiscal (Tilly, 1975) que fijaba las relaciones de fuerza dentro de la región dominante (en competencia con otros Estados) y en la capacidad de articulación subordinante del dominio imperial/colonial sobre la periferia.

Esa forma específica de configuración estatal y su lógica “realimentaria” con el capital para la expansión territorial, marcó una división en la capacidad económica, institucional y militar con el resto de las macro regiones (Asia y América Latina) y alteró todo el sistema de Estados (Tilly, 1996:278).

Teniendo en cuenta este marco general, al considerar las transformaciones socioeconómico-espaciales que ha experimentado el capitalismo en las últimas cinco décadas, encontramos dos perspectivas analíticas entrelazadas. La primera apela a la dinámica macro-histórica cíclica y sus transformaciones; la segunda se centra en la forma que asumió la relación acumulativa-espacial-estatal al interior de los espacios nacionales en el marco del último ciclo hegemónico estadounidense.

Por lo indicado, la dinámica macro-histórica requiere considerar las capacidades diferenciales de los Estados en el centro y los vínculos con los de la periferia, en el marco de las formas de acumulación y competencia interestatal forjadas en el despliegue –y especificidad– de los ciclos. A lo largo de estos últimos, y particularmente desde la hegemonía británica, la conformación jerárquica presentó escasas –y excepcionales– alteraciones (Arrighi y Drangel, 1986), dejando el organic core constituido por el dominio macro regional de Europa y luego de Norte América (con Australasia).

Bajo la consolidación del ciclo de hegemonía americana, desde la posguerra tuvo lugar un despliegue de estrategias geopolíticas y geoeconómicas desarrolladas a través de alianzas/intervenciones subordinantes sobre los espacios periféricos. Carentes de un sistema de competencia interestatal que opere el ciclo de auto-reforzamiento (Mcneill, 1982) entre Estado –su desarrollo bélico y tecnológico y la expansión territorial– y capital, se alentó una integración subalterna de los actores dominantes de la periferia con los actores y Estados del centro, limitando procesos de acumulación endógenos de base industrial e innovativa (Cardoso y Faletto, 1998).

La excepción a ello tuvo lugar en Asia, donde el escenario geopolítico y la reconstitución de la competencia interestatal enfrentaban, finalizada la segunda guerra, dos macro-revoluciones socialistas. Una de ellas China, que amenazaban la hegemonía americana y la continuidad sistémica del capitalismo. Bajo un contexto de posguerra con nuevos espacios bélicos, lo que favorecía el patrocinio de determinados espacios aliados al refreno del comunismo (Stubb, 1999), EE. UU. impulsó una intervención geopolítica traducida en un desarrollo por invitación (Wallerstein, 1979:80). Ello implicó la tolerancia y fomento interno de la capacidad disciplinadora del Estado (Chibber, 2003), performando las clases dominantes locales compatiblemente con sus intereses estratégicos (Glassman, 2015) y habilitando la formación de una estructura industrial endógena, con creciente control funcional y tecnológico de las cadenas globales. Para ello se autorizaron geopolíticamente sistemas financieros estatalmente direccionados, conviviendo con un mercado externo facilitado por la unidad hegemónica (Stubb, 1999).

Bajo este proceso, la segunda impronta analítica económico-espacial, centrada en las configuraciones y dinámicas internas de los espacios nacionales, destacó el dominio de un keynesianismo espacial, en el cual la instancia nacional operaba como ordenadora jerárquica de las subnacionales en una forma regulatoria con alta centralización (Brenner, 2004).

En el centro, ello comprendió tanto un proceso de consolidación de las estructuras productivo-industriales de matriz fordista como uno redistributivo a través del Estado de bienestar, mientras que en la periferia ese formato de espacial-keynesianismo encontró replicaciones limitadas (Lipietz, 1994). Una estatidad cualitativamente restringida y geopolíticamente subalterna (Fiori, 1992) favoreció una industrialización sustitutiva marginal en África (Mwangi, Olugbenga, 2011) y trunca en América Latina (Fajnsylver, 1983), dejando el patrón acumulativo sujeto a la transnacionalización y a la dependencia creciente de los recursos naturales.

El eslabón perdido de los enfoques urbano-regionales: macro dinámica histórica, crisis y reconfiguración sistémica bajo la emergencia del Sur Global

Inscriptos en este último campo de análisis -espacial, las perspectivas que reposicionaron la dimensión urbana y regional tuvieron como referencia las transformaciones en las formas acumulativas fordo-keynesianas y los modos regulatorios welfaristas y estatal-nacional céntricos desplegadas a partir de los años setenta, bajo el proceso de neoliberalización (Peck y Tickell, 1994). Sobre esta base, la academia del norte fue desplegando una cacofonía de relatos espaciales, con acentos en el papel de las identidades territoriales, los flujos de redes trans-locales y los re-escalamientos ascendentes y descendentes que redefinen las formas regulatorias. En sus compatibilidades y contrastes, resalta la necesidad de reconocer una matriz urbano-regional compleja y cambiante, en cuyo abordaje confluyen y divergen perspectivas que destacan desigualmente la relevancia y especificidad de las territorialidades, el papel de las redes y las transformaciones escalares y, en ellos, los modos en que diferentes proyectos espaciales intentan ganar lugar.

Frente a esa producción urbano-regional del norte, se ha venido extendiendo una perspectiva crítica al imaginario eurocéntrico, que apela a las particularidades y creciente representatividad del mundo urbano regional del Sur Global, cuestionando los efectos derivados del viaje colonial de las producciones académicas del norte. Esas perspectivas críticas cuestionan, al menos, tres aspectos concatenados. Por un lado, la lógica de transferencia y asimilación acrítica debilitan la formulación de elementos teóricos, epistémicos y metodológicos propios, que permitan reconocer la complejidad y especificidad de la dimensión urbana y regional en el SG (Ribeiro de Queiroz, 2014; Fernández, 2008). Al mismo tiempo, dificultan la articulación de esos elementos dentro de las especificidades locales para formular herramientas de intervención estratégicas.

Por otro, esa asimilación acrítica de conceptos (distritos, clúster, regiones de aprendizaje, sistemas regionales de innovación, ciudades creativas, ciudades globales, etc.), ha contribuido a formar una perspectiva hegemónica sobre el modo de comprender y actuar ante las transformaciones espaciales, que no reconoce los aspectos estructurales que dan especificidad a la periferia e impiden su replicabilidad espacial (Pradilla Cobos, 2009). Sin limitarse al campo académico, esa asimilación ganó lugar en los vínculos de las instancias estatales de la periferia con las instituciones supranacionales, operando como dispositivos neoliberales que facilitan nuevas formas de subordinación a partir de la expansión de los procesos de mercantilización (Fernández et al., 2008).

Por último, los aspectos indicados conviven con la pérdida de un complejo y abrumadoramente mayoritario escenario urbano del SG, cuyos elementos contienen la capacidad de replantear aspectos centrales de la teoría urbana a partir de las particularidades de la dinámica urbana y regional del sur (Watson, 2009).

Esas presentaciones críticas desde el sur comparten con el norte la pertenencia a este segundo campo formativo de los cambios socioeconómico-espaciales, eludiendo la consideración del herramental de la dinámica macro-histórica. Como resultado, no se observan los cambios de mayor alcance –macro-histórico-espaciales–que vienen teniendo lugar en el marco de la crisis y transformación cíclica, los que cuestionan inédita y estructuralmente las jerarquías estables del sistema mundo.

En tal sentido, desde los años setenta asistimos a la recurrente tendencia del capitalismo, con la expansión financiera en las unidades hegemónicas y el renacimiento de un proceso de acumulación basado en nuevo campo de producción material en otro escenario. Pero, asimismo, se observa la novedosa emergencia del SG como el espacio más dinámico del sistema mundo, protagonista de una inédita convergencia con y desplazamiento del, hasta ahora relativamente estable, core capitalist (Popov, 2015).

Ello encuentra asidero en aspectos críticos asociados al control del proceso de acumulación, reflejados en tasas de crecimiento, comercio e inversión más elevadas que la media mundial y por encima del centro (Nayyar, 2013). Se refleja también en una mayor relación de flujos comerciales y de inversión intra-Sur Global respecto de las relaciones norte-sur/sur-norte, así como en una mayor participación y dinamismo de las empresas trasnacionales con sedes en el SG, asociado a un fuerte crecimiento en inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) y en las tasas de patentamiento. Estos últimos aspectos ayudan a comprender el creciente peso del SG en las cadenas de valor global (Horner y Nadvi, 2017).

Lejos de quedar circunscripto a procesos de acumulación y el control, esto representa una transformación en el campo geopolítico y geoeconómico, que redefine al interior del world system el papel, la organización y la dinámica de los diferentes procesos macrorregionales, así como de las trayectorias nacionales al interior del SG.

En este sentido, los mismos indicadores antes mencionados, dan cuenta que, al interior del SG tanto las trayectorias nacionales como las conformaciones macro regionales resultantes de la interrelación de esas unidades exhiben resultados claramente diferentes en su estructura productivo-manufacturera, el dinamismo innovador y el control del capital por actores locales. Como consecuencia, dichas trayectorias y conformaciones adoptan especificidades que se adentran en las divergencias y nuevas jerarquías al interior del SG, marcando distancias visibles entre el escenario macrorregional asiático, en el que ha prevalecido la formación de una matriz acumulativa crecientemente dinámica y endógena, sustentada en procesos de industrialización con direccionamiento estatal estratégico, y el resto del SG (África y América Latina), cuya matriz acumulativa y configuración estatal están marcada por propiedades inversas a las del este asiático (Fernández, 2017).

En la génesis de ese diferencial macrorregional, operaron factores asociados a la consolidación de la hegemonía americana y a su diferencial intervención geopolítica (Arrighi et al., 2003). El proceso selectivo de invitaciones al desarrollo por parte de la unidad hegemónica contribuyó a la formación de los embriones de la reconstitución del East Asia como epicentro histórico de la economía global y su creciente –y más reciente– entrelazamiento macrorregional.

El análisis de las configuraciones macro regionales, como parte de la dinámica macro histórica que media entre procesos sistémico-globales y trayectorias nacionales (Arrigi et al., 2003), permite observar su participación histórica relevante y especificadora dentro del sistema mundo y sus despliegues cíclicos, destacando en ellos la larga trayectoria formativa y reconformativa que ha experimentado la macrorregión asiática (Ikeda, 1996). Ella ha estado presente en la actual reconformación macro regional bajo el retomado liderazgo de China, que motoriza con ímpetu desde 1998 –y con no pocos obstáculos/rivalidades intra y extra regionales– un proceso de liderazgo integrativo con aquellos espacios nacionales (Japón, articulados a Corea y Taiwán), así como con el resto del actual ASIAN (Pasierbiak, 2019).

Desafiado a compatibilizar su estabilidad interna con su construcción geopolítica y geoeconómica externa, China se ha convertido en plataforma central de la acumulación material cíclica, liderando la reconstitución macro regional del Este Asiático (Yuzhu, 2011) a partir de una industrialización de creciente base endógena y desarrollo tecnológico destinado a controlar las cadenas globales de valor (CGV). Compelido por esa necesidad de compatibilización interno-externa y posicionado como principal motor de la creciente relación intra-macrorregional e intra-Sur Global entre Asia con el rest, la estrategia expansiva ofrecida como mutuamente beneficiosa para el conjunto del SG (Dunford y Liu, 2019) preserva una estructura de integración a esas cadenas globales que, como argumentaremos luego, da fundamento a la señalada divergencia intra-Sur Global.

Las dinámicas urbano y regionales desde la nueva transformación sistémica/multiescalar

La atención a la dinámica macro-histórica espacial, en su comportamiento de larga duración y sus conexiones de orden multiescalar más recientes, permite ver como en el proceso de crisis y transformación cíclico/sistémica se ha desplegado una dialéctica entre procesos globales, formación y reconfiguraciones macro regionales y desarrollo de diferenciadas trayectorias nacionales que ha potenciado tres aspectos concomitantes: un inédito traslado cíclico del centro dinámico del norte hacia el SG, con un progresivo control del proceso acumulativo por parte de éste; una creciente interrelación en su interior, y las divergencias macro regionales y nacionales que forman este macro espacio a partir del papel dominante de Asia y el liderazgo chino.

Esa dinámica multiescalar, conformada al interior del SG, conlleva a un impacto directo y redefine tanto la forma de comprender el modo en que los procesos urbanos y regionales se involucran en los cambios espaciales del conjunto sistémico, con sus nuevos desarrollos geopolíticos y geoeconómicos, como también las particularidades con que esos procesos pasan a ser afectados.

En este sentido, emerge una agenda para recomponer el laberíntico y cambiante escenario socioespacial donde se concentra abrumadoramente la población mundial (Solarz y Wojtaszczyk, 2015) y donde el proceso de expansión urbana liderado por China (World Bank, 2015), para decirlo en términos lefevbrianos, despliega una nueva revolución, bajo nuevas y resituadas formas de implosión y explosión, que atraviesan, rearticulan, tensionan y dejan borrosas las fronteras de diferentes escalas. Bajo ese escenario, los campos urbano y regional se trasforman en nodos de conectividad selectiva, exclusión y desigualdad respecto de otros.

Ese proceso implosivo-explosivo (Brenner, 2014), la dominancia sistémica del SG y su virulento crecimiento urbano y regional instala un nuevo y diferenciado macro-teatro de operaciones respecto del Norte Global, en el que no sólo se promueven nuevas formas de conflictos socioespaciales y ambientales, sino que las formas de procesamiento de los mismos adoptan patrones institucionales cuyo alcance y maneras de resolución no pertenecen a las dominantes en el west world (Nagendra et al., 2018).

Una forma de observar los key issues que se desprenden de esta nueva realidad y forman esa agenda urbana y regional, pasa por observar algunos de los principales emergentes problemáticos que resultan al interior de la Asia, como macrorregión dinamizadora, y sus efectos multiescalares e interrelacionados, que terminan integrando los principales desafíos de la agenda de conocimiento y acción del resto del SG.

Dinámicas urbanas y regionales al interior de la reconfiguración macro-regional del este asiático

La reconstrucción macro regional sobre la que se edificó el desplazamiento cíclico hacia el este asiático, junto a la potenciación de acelerados y sucesivos procesos de (re)industrialización, conllevó procesos de aglomeración y urbanización, con efectos regionales altamente desigualadores. En tal sentido, ocurridas tempranamente en la trayectoria desarrollista de Japón (Yamamoto, 2012) y luego de Corea (Lee y Shin, 2015), las desigualdades regionales muestran actualmente mayor dimensión en China. En este caso, su inédita urbanización (BID, 2014) ha evolucionado junto a un proceso de múltiple desigualación socio espacial, potenciado por una dinámica de inmigración intra-nacional y macrorregional (Eberstadt et al., 2019). Ello se tradujo en un proceso de crecimiento de las desigualdades interregionales, marcada por el ensanchamiento de los ingresos entre las áreas rurales y urbanas (Knight y Song, 1999), y por una visible desigualación intraurbana, producto de los ingresos diferenciales que afectan a la fuerza de trabajo dinamizadora de la industrialización de las megacities (Chen et al., 2018).

Esas desigualdades han alentado la multiplicación de la conflictividad, las demandas y los desafíos sociales y ambientales, cuya atención estatal requiere un conjunto de intervenciones multiescalares, insertas en el históricamente complejo balance de descentralización con recentralización (Jun, 2018), en el que el aliento a acciones devolutivas y emprendimientos descentralizados convive con una estrategia centralizada de acumulación interna e inserción externa.

La atención bajo esa combinación escalar nacional regional/local, también toma lugar en un contexto de expansión sistémica que estructura sus encadenamientos, operando a través de un crecimiento de las inversiones infraestructurales y el apoyo al desarrollo/cualificación de las bases de producción de commodities en el resto del SG (Gallager y Porzecanski, 2010), imprescindible para ampliar los procesos de acumulación y la demanda interna. Para ello, en el área asiática, y crecientemente en China, se profundiza el escalamiento estratégico en esas cadenas globales, a través de la consolidación de sus actores trasnacionales (estatales y privados) y el control tecnológico (Sun y Grimes, 2018).

La dinámica sistémica y su trayectoria histórica van configurando una fase multiescalar que desde la interacción macro regional/nacional termina desplegando renovados procesos de liderazgo en el escenario asiático, con un impacto de orden inter-macrorregional, en el que destaca el creciente vínculo sur-sur. Pero lejos de coagular en un proceso intra-fronteras, el combustible del proceso de acumulación necesario para responder a esas demandas y sostener esa arquitectura se realimenta con las dimensiones geopolíticas y geoeconómicas del nuevo ciclo sistémico de expansión material, potenciando, con espacialmente expansivas estrategias como One Belt One Road (Blanchard y Flint, 2017), el campo de vínculos globales, particularmente con el SG, bajo un imaginario de cooperación mutuamente beneficiosa (Sum, 2019).

Dinámicas regionales y urbanas en el Sur Global: efectos y desafíos constructivos del resto

No obstante, el crecimiento de ese imaginario, la forma de intercambio en base a commodities e inversión en infraestructuras que domina la expansión intra-Sur Global de Asia, profundizó en el resto no asiático el proceso de acumulación sustentado en recursos naturales, al tiempo que la presencia de firmas trasnacionales no ha desarrollado una base de transferencia visible desde el punto de vista de enlaces industriales y tecnológicos (Dussel Peters, 2014).

Producto de ello, y de no formar parte de aquella excepción asiática, en términos de la formación histórica de sus Estados y procesos de acumulación autorizados geopolíticamente, no es posible identificar en África y América Latina trayectorias nacionales que hayan logrado una complejización de la estructura productiva asociada a una industrialización con desarrollo tecnológico endógeno. El impacto, sin embargo, no se circunscribe a la ausencia de cambios cualitativos en las trayectorias nacionales y la conformación macro regional, sino que afecta las formas de organización, desarrollo de capacidades y formas variables de inclusividad e interrelación urbano-regionales. En tal sentido, las inversiones e infraestructuras que buscan dotar de recursos para la resolución de la conflictividad intra nacional y macro regional asiática conllevan vínculos selectivos con determinados espacios regionales y núcleos urbanos del resto. Estos pasan a operar como plataformas nodales subalternas, a través de las que se canalizan los flujos movilizados por las distintas cadenas de suministro, lo que las convierte en espacio de inversiones productivas, de base extractiva y, fundamentalmente, infraestructurales.

Como consecuencia de ello, si de la interrelación sur-sur propuesta no emerge un proceso de articulación de trayectorias nacionales e integración macro regional que fortalezca la complejidad de las estructuras productiva y tecnológica, el campo urbano y regional queda sujeto a un patrón acumulativo primarizado, infraestructuralmente condicionado a estrategias e imaginarios geopolíticos y geoeconómicos exógenos.

El resto del SG requiere un abordaje espacial que contemple el conocimiento de cuales son y serán las nuevas formas de urbanización que contendrá el proceso de poblamiento masivo. Siendo América Latina el continente más urbanizado y desigual del planeta, y el Africano el más pobre y con la mayor proyección de crecimiento demográfico (UN, 2018), en ellos conviven y se desafían las lógicas de segmentación, exclusión y conflictos socioespaciales múltiples, con las condiciones institucionales y técnicas para desarrollar planificadamente patrones productivos formales y de inclusión –también masivos– (Watson, 2009), vinculando los procesos subnacionales con las dinámicas acumulativas nacionales, macro regionales e inter-macrorregionales en las que se insertan.

En ese proceso pasan a ser esenciales las formas de operar de las redes económicas y políticas, observando la combinación de aquellas cuyas bases constitutivas asumen formas locales e idiosincráticas, con las que penetran territorialmente en forma transnacionalizada. Resulta también central conocer los modos en que se organizan el estímulo a esas redes a partir de reordenamientos escalares en el que instancias supranacionales, nacionales y regionales/urbanas se articulan en formas variables descentralizadoras y recentralizadores, condicionadas por diversos intereses y path dependences.

Abordar estos aspectos impone un examen desencapsulado de los procesos urbanos y regionales, adoptando una perspectiva multiescalar de decisiones y competencias interestatales y de vinculaciones estatales y privadas, no circunscriptas a determinados cerramientos nacionales o subnacional. Bajo esa apertura espacial, desde el SG se requiere examinar las diferentes intersecciones entre redes de flujos y articulaciones escalares gestadas por y gestadoras de diversos actores e intereses que impulsan, receptan y resisten esas intersecciones. Conocer la fortaleza en esas redes y articulaciones escalares permite detectar las potencialidades y restricciones para forjar, desde el SG, dinámicas regionales y urbanas que integren trayectorias nacionales con capacidades para impulsar redes idiosincráticas de base macro regional. O bien, para asumir acoplamientos fortalecedores ante aquellas de orden trasnacional y trans-regional que seleccionan y perforan territorios, buscando adaptarlos a estrategias geopolíticas y geoeconómicas que estimulan su integración subalterna.

El reconocimiento de esos aspectos resulta esencial para dar cuenta del origen y formas de las desigualdades y exclusiones socio espaciales, y de cómo estas operan –obstaculizadora o potenciadoramente– los path dependences y resistencias del complejo de actores e intereses de los escenarios macro regionales y nacionales del resto (América Latina y África), en sus intersecciones con otros escenarios (macro y nacionales) del SG (Asia).

Conclusiones

Aun no siendo siempre ensamblables y convergentes, los diferentes abordajes que desde los ochenta han poblado los análisis sobre la constitución y transformaciones urbanas y regionales, bajo el escenario de la globalización, comparten ausencias vinculables, cuya incorporación podría marcar una renovada agenda de investigación.

La consideración de la(s) dinámica(s) macro-históricas permiten observar cómo las alteraciones y reconfiguraciones espaciales forman parte de las reestructuraciones del capitalismo en su larga duración, crisis y redefiniciones cíclicas, así como los diferentes componentes geopolíticos y geoeconómicos que acompañan los liderazgos hegemónicos apoyando el relanzamiento constante de la acumulación material. Poner atención a lo anteriormente mencionado contribuye a advertir la necesidad de transcender los abordajes urbanos y regionales etnocéntricos, reconociendo los nuevos alcances de la actual reconfiguración macro espacial. Esa reconfiguración inserta en la reestructuración sistémico/cíclica, muestra como el SG converge con el norte y asume un control creciente del proceso acumulativo –junto a su apabullante representación demográfica–, al tiempo que en su interior se despliega una divergencia macro regional entre Asia y el resto (América Latina y África). De ello derivan innumerables efectos y desafíos estratégicos para las instancias urbanas y regionales, que demandan renovar la agenda de investigación que atiende a estos espacios.

Ello conlleva una perspectiva conceptual y metodológica multiescalar que articule los efectos sobre las dinámicas y transformaciones urbanos regionales que emergen con relación a las diferentes trayectorias nacionales y los específicos y diferenciadores procesos de formación macro regional que han integrado la realidad cíclica del capitalismo. Reposicionado el SG y reconocida esa divergencia, así como las lógicas y requisitorias que acompañan las formaciones regionales y sus vínculos, se suman insumos vitales para considerar las transformaciones en el escenario urbano y regional de esas macro regiones y sus trayectorias nacionales, al tiempo que demarcan los desafíos de estos espacios para contribuir a formar estrategias de reposicionamiento global.

Esas estrategias requieren que, desde ese reconocimiento de las especificidades de las trayectorias nacionales y los escenarios macrorregionales, puedan conformarse escenarios urbanos y regionales escalarmente articulados, cuyas redes locales y extra-locales habiliten un patrón acumulativo de mayor complejidad e inclusividad. Un patrón que evite posicionarlos como plataformas exógenamente seleccionadas, insertas en descentralizaciones fragmentadoras, desigualantes y destructivas, o bien ser presas de un centralismo autoritario, que vacía la creatividad territorial en función de las estrategias impulsadas desde las diferentes redes de flujos globales (económicas y políticas) y sus procesos de concentración actoral, espacial e institucional.

Un aspecto por ello gravitacional para las estrategias urbanas y regionales del SG, particularmente las del resto, consiste en superar las cambiantes inconsistencias/conflictividades y exclusiones (sociales, ambientales y económicas), a partir de insertar esas espacialidades en la construcción de patrones acumulativos endógenamente más sólidos. En todos los casos, esa construcción y el papel de lo urbano-regional deberán inevitablemente considerar los macro juegos geopolíticos y geoeconómicos, así como su incidencia formativa en el tejido de redes y vínculos multiescalares, los que articulan interna y externamente las configuraciones macro regionales y sus trayectorias nacionales.

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Víctor Ramiro Fernández / rfernand@fcjs.unl.edu.ar

Máster en Sociología (FLACSO/Buenos Aires) y Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), España. Ha sido becario posdoctoral en la Universidad de Durham (Reino Unido) y en la Universidad de British Columbia (Canadá). Es profesor de Geografía Económica y Teoría del Estado en la Universidad Nacional del Litoral e investigador independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Desde 2016 es director del Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales (IHUCSO - CONICET/UNL). Ha sido profesor visitante y conferencista en diversas Universidades de América Latina (Brasil, Colombia, México, Chile), América del Norte (EE. UU. y Canadá) y Europa (Reino Unido, Suiza, Austria, España).


1 “Larga duración” es una expresión utilizada inicialmente por el historiador Fernand Braudel, perteneciente a la Escuela de los Annales, para el análisis de procesos de largo alcance.