San Pablo: neoliberalismo y reproducción espacial

Ana Fani Alessandri Carlos

Departamento de Geografia. Universidade de São Paulo, Brasil.

Gustavo Teixeira Prieto

Instituto das Cidades. Universidade Federal de São Paulo, Brasil.

Recibido: 21 de mayo de 2020. Aceptado: 30 de noviembre de 2020.

Resumen

A partir del análisis de la gestión de la ciudad de San Pablo (Brasil) en el período 2017-2021, se postula como hipótesis que las metamorfosis urbanas, impuestas por las políticas públicas, aluden a la victoria de la opción del crecimiento sobre el desarrollo social, transformando radicalmente la vida urbana. En este momento de capitalismo financiero, la producción del espacio se revela como un componente del proceso de valorización. La gestión urbana centrada en los negocios se acompaña del discurso de la eficiencia desde el ámbito de lo privado contra aquel de lo público. Un modelo de éxito que se vende a los votantes aprovechando el escenario de crisis.

PALABRAS CLAVE: PRODUCCIÓN DEL ESPACIO. POLÍTICAS PÚBLICAS. ESPACIO URBANO. METRÓPOLIS DE AMÉRICA LATINA. CIUDAD DE SAN PABLO.

Sao Paulo: neoliberalism and space reproduction

Abstract

Based on the analysis of public management of the city of San Pablo (Brazil) in the period 2017-2021, it is postulated as hypothesis that the urban metamorphoses, imposed by public policies, alludes to the victory of the option of growth over social development, radically transforming urban life. At this phase of financial capitalism, the production of space is revealed as a component of the valorization process. Business-centric urban management is accompanied by the discourse of efficiency from the realm of the private versus that of the public. A model of success that is sold to the voters taking advantage of the crisis scenario.

KEYWORDS: PRODUCTION OF SPACE. PUBLIC POLICY. URBAN SPACE. LATIN AMERICAN METROPOLIS. CITY OF SAN PABLO.

PALAVRAS-CHAVE: PRODUÇÃO DO ESPAÇO. POLÍTICAS PÚBLICAS. ESPAÇO URBANO. METRÓPOLIS DA AMÉRICA LATINA. CIDADE DE SÃo PABLO.

Introducción

Las profundas metamorfosis urbanas presenciadas en este siglo tienen, en el caso de la metrópoli de San Pablo, Brasil, su punto de inflexión en los años noventa. Ese momento señala el pasaje de la hegemonía del capital industrial al capital financiero (Carlos, 2005), es decir, la metrópoli industrial da paso a la metrópoli financiera con un fuerte avance de los servicios modernos. Un momento de transformación que indica incisivos movimientos de la tercerización (privatizaciones, concesiones y asociaciones público-privadas), con la reducción de la problemática urbana a la gestión de la ciudad y al planeamiento estratégico, un progresivo crecimiento del sector terciario metropolitano y la migración de los establecimientos industriales por fuera de la región metropolitana, pero no distantes de ella, tal como demostró Lencioni (2005, 2017) para el caso de San Pablo. Estos procesos evidencian, simultáneamente, el cambio de los establecimientos industriales asociado a las profundas mudanzas morfológicas, producto de la necesidad de generar espacios para abrigar una “nueva economía” financiera y un tejido urbano altamente densificado (De Mattos, 2015), y un movimiento de reproducción de la metrópoli fundamentado en los nuevos contenidos de la relación Estado-espacio que articula al capital financiero y al inmobiliario, redefiniendo a la centralidad metropolitana y al espacio-tiempo de la vida cotidiana (Carlos, 2011; Alvarez, 2014).

La transformación de los contenidos del sector de servicios, como evidenció Sassen (1998), viene acompañada de la necesidad de renovación de antiguas áreas industriales, en la medida en que traen consigo la exigencia de una nueva centralidad espacial, así como de la concentración de bancos, instituciones financieras, empresas de alta tecnología y de gestión del capital, consultorías especializadas y grandes proyectos de desarrollo urbano y equipamientos culturales. Incluso, se produce una nueva contradicción: en una metrópoli altamente edificada el espacio es escaso y la exigencia de innovación requiere del desarrollo de uno nuevo, como extensión de la antigua centralidad en áreas ocupadas. Esa contradicción se resuelve a través de una intensa intervención estatal en la constitución de las políticas públicas orientadas a liberar las áreas ocupadas para estos nuevos usos y funciones, lo que revela los también nuevos contenidos del papel de la propiedad privada bajo el apoyo del capital financiero. En América Latina, tal revalorización urbana fue ampliamente analizada por Carlos (2001), Mosciaro, Pereira y Aalbers (2019), Ciccolella y Pírez (2017), De Mattos (1999) y Pradilla Cobos (2016), respectivamente para los casos de las metrópolis de San Pablo, Rio de Janeiro, Buenos Aires, Santiago de Chile y Ciudad de México.

En San Pablo, las acciones del Estado van a posibilitar que se construya un área contigua al centro histórico, en dirección al sudoeste, desarrollando un nuevo eje empresarial-financiero y de servicios, con edificios corporativos, hoteles y centros comerciales, consolidado a partir de la ampliación de una gran avenida (la Avenida Faria Lima) y de la producción de infraestructuras de negocios y ocio, que modificó radicalmente el paisaje urbano y produjo nuevas territorialidades (Ciccolella, 2014, 2017).

Las clases medias y bajas son desplazadas y las favelas son extirpadas de las áreas del desmembramiento de la centralidad, mientras que las antiguas áreas industriales y una parte aún desocupada de la ribera de uno de los principales ríos de la ciudad son integradas en el proceso de valorización inmobiliaria. Así, una amplia operación urbana mediada por el Estado se orienta a superar esos momentos críticos del proceso de acumulación (Carlos, 2018; Simoni Santos, 2018), a través de políticas públicas urbanas y de la construcción de una amplia infraestructura que posibilita, facilita y establece contornos jurídicos, políticos y económicos para esa misma construcción.

Los procesos recientes que se observan en la metrópoli de San Pablo ilustran la nueva significación que el espacio urbano tiene en este momento de la historia del sistema capitalista. La manera como el espacio urbano de esta ciudad es transformado tiene una relación cada vez más estrecha con los requerimientos de la producción, circulación y distribución de mercancías. La ciudad es, de esta manera, un elemento central en las condiciones de reproducción del sistema económico, en las cuales, el cambio en las estructuras de producción requiere también de cambios en la estructura del espacio:

La transferencia de la industria en la metrópoli y el crecimiento del sector terciario revelan la primacía del capital financiero que va a realizarse, en el momento actual, como proceso de producción de un espacio específico. Este hecho puede ser percibido a través de la movilidad del capital-dinero que deja de dirigirse, preferentemente, hacia la producción de mercancías –en la industria– para orientarse a la producción del espacio como mercancía capaz de generar lucros mayores que la inversión destinada al sector industrial en crisis. La necesidad de los empresarios de, en una época de crisis, orientar sus lucros para los activos financieros, se une a las estrategias que se realizan para posibilitar la reproducción en un momento en que se verifica: a) la ausencia de edificios modernos para el desarrollo de las actividades de servicios modernos; b) la escasez de lugares en la metrópoli para el crecimiento del sector inmobiliario; c) que la competitividad coloca la necesidad de disminución de los costos de producción, situación que se va a reflejar directamente en la mudanza de comportamiento con relación a la propiedad del inmueble en el cual se van a desarrollar las actividades económicas –el dinero, antes inmovilizado en la compra del inmueble, da lugar al arriendo–. La transformación de este comportamiento crea una nueva relación entre los sectores económicos y entre éstos y el espacio, que puede ser constatada en el movimiento de las inversiones en San Pablo. Las actividades inmobiliarias fueron responsables del 20,8% de las inversiones realizadas en la Gran San Pablo en el período de enero de 1995 a mayo de 2000, seguidas por la industria automovilística con 17,4%, la industria química con 9,8%, el comercio al por menor con 7,1% y las telecomunicaciones con 6,2% (Carlos, 2005:101).

El capital-dinero se vuelca, preferencialmente, a la producción del espacio necesario para la creación de nuevos lugares de acumulación. Así, en el momento de crisis del régimen fordista, la búsqueda de la realización del plusvalor se desplaza hacia la producción del espacio –fundamento y explicación de las nuevas formas urbanas a través del desarrollo del sector inmobiliario–. Por lo tanto, el descentramiento de los establecimientos industriales se logra con la centralidad del capital en la ciudad (Lencioni, 2017; Barrios, 2002).

Siguiendo lo anterior, se busca analizar las transformaciones morfológicas actuales impuestas por los cambios en el proceso constitutivo de las metrópolis de América Latina, enfocándose en la dialéctica entre la producción-reproducción del espacio urbano en el movimiento del proceso de acumulación del capital, en su fase neoliberal, como factor explicativo central. Si bien el fenómeno de progresiva tercerización de la economía fue analizado por varios autores para América Latina (De Mattos, 2015; Ciccolella, 2014), aquí enfatizamos: (i) la centralidad del movimiento del sector inmobiliario fuertemente asociado a las acciones del poder público en relación a la liberación de vastas áreas metropolitanas, facilitada por profundas mudanzas jurídicas a fin de permitir alteraciones de los usos y de las funciones de estos lugares; (ii) el desmembramiento de los terrenos para posibilitar la creación de grandes edificios corporativos (oficinas, hoteles); (iii) las alteraciones en la estructura viaria; (iv) las modificaciones legislativas para la producción de centros comerciales. Tales reglamentaciones se orientan a los sectores de la nueva economía que construyen el paisaje moderno de la metrópoli de San Pablo (Carlos, 2007).

En este frente de valorización, existe también la producción de los condominios para la clase media y alta en las áreas de antiguas industrias, como necesidad de reestructuración de los lugares “a fin de construir un nuevo frente de valorización” Padua (2015:146, traducción de los autores), además de los emprendimientos en la periferia (Volochko, 2015).

El análisis sobre las dinámicas recientes de la urbanización ha evidenciado la creación de megaciudades asociada a las metamorfosis económico-tecnológicas en la metrópoli, y la incorporación de otras áreas y ciudades en el movimiento de extensión en dirección a las periferias próximas y distantes. Se producen así áreas urbanas enormes que contienen ciudades en una dispersión metropolitana. En su investigación de San Pablo, Lencioni (2017) denomina a esas dinámicas de cidade-região (ciudad-región), mientras que Aguilar (2002), para el caso de la ciudad de México, habla de “megaciudades”. Para Ciccolella (2002), los cambios de la estructura morfológica metropolitana se concretan a través de la dialéctica entre desestructuración-reestructuración, a partir de un nuevo régimen de acumulación que genera novedosas formas de suburbanización, un nuevo patrón de crecimiento del área central y la aparición o fortalecimiento de otras centralidades. Se dan, de esta forma, los procesos intraurbanos de densificación y verticalización articulados a la expansión de la mancha urbana, a partir de estrategias asentadas en la posibilidad abierta por la producción-reproducción de nuevos lugares en la periferia.

En la periferia de San Pablo nos encontramos con la producción de urbanizaciones cerradas, tal como ocurre también en otras metrópolis de Latinoamérica según ha señalado Vidal-Koppmann (2018) para Buenos Aires, Sabatini y Cáceres (2004) para Santiago de Chile y Mendoza Jaramillo (2016) para Bogotá. Otros procesos de reproducción espacial se direccionan en torno a las transformaciones de las áreas centrales metropolitanas con los proyectos de renovación urbana que traen como consecuencia la “gentrificación”, cómo en los casos de Barcelona (Benach y Tello, 2004) y Londres (Butler, 2007). De ese modo, la urbanización aparece como un momento estratégico de la reproducción del capital, en función de la apertura de nuevas posibilidades para su valorización a través de la reproducción material del espacio. En ese circuito, el capital financiero se concreta como esfera productiva (Carlos, 2005; Simoni Santos 2015; Alvarez, 2015; Volochko, 2015).

Los nuevos contenidos de la urbanización apuntan a la importancia de la reproducción material del espacio como condición necesaria para la acumulación, frente a las contradicciones internas del capitalismo que necesita superar la tendencia a la caída de la tasa de ganancia. De este modo, la ciudad no es un simple soporte de procesos sociales y económicos, sino parte decisiva de la producción y reproducción de la sociedad capitalista. Aquí se explicita la producción del espacio como el segundo sector de la economía (Lefebvre,1970; De Mattos, 2015; Carlos, 2001), lo que quiere decir que a la producción clásica de mercancías se suma la producción del propio espacio como mercancía, esto es, como momento necesario del proceso de valorización del capital. En este momento, en definitiva, la propia ciudad se vuelve “un negocio” vinculado al proceso de acumulación.

Este hecho señala un papel importante del Estado en la gestión urbana basada en políticas públicas que crean las condiciones necesarias para la acumulación en una metrópoli súper construida y en el marco de esta fase financiera de la economía. En este contexto, las políticas públicas neoliberales indican la victoria de la opción de crecimiento económico sobre el desarrollo social, transformando radicalmente la vida urbana.

En la segunda década del siglo XXI, el movimiento de acumulación revela su faceta más expresiva en las elecciones municipales brasileñas de 2016, cuando un nuevo alcalde asume la administración de la ciudad más grande de Brasil y presenta, sin subterfugios, una administración guiada por la lógica del discurso de la eficiencia de la esfera privada versus la esfera pública (presentada ideológicamente como decadente y económicamente ineficiente). Aprovechando el escenario de crisis, se vende a los votantes esa lógica como el modelo de éxito, a través de agresivas políticas de marketing. Si el salto neoliberal comenzó a fines del siglo XX, es en estos últimos años que se ha radicalizado, ganando los corazones y las mentes del electorado a través del apoyo expresivo de los medios de comunicación.

Los imperativos de esta gestión urbana en San Pablo en la segunda década del siglo XXI revelan, en particular, la radicalización de la ideología de la privatización de los fragmentos de la metrópoli como modus operandi de la elaboración de políticas públicas para la venta de la ciudad. Dicha gestión neoliberal se desarrolla como un nuevo modo de formular y administrar las políticas llevadas a cabo por el Estado.

La ideología de homogeneizar el espacio a partir de la venta de fragmentos de la ciudad, en cuanto fantasía neoliberal de privatización completa del espacio, se hace efectiva como práctica socioespacial en el proceso de autonomización individualista de la gestión urbana. Se llevan a cabo intentos de reproducción ampliada del capitalismo basados en la producción del espacio instrumental y socialmente mistificado, oculto de la perspectiva crítica, bajo los gruesos velos de ilusión, ideología y transparencia del espacio. Incluso se elabora un nuevo repertorio de expresiones que revelan las representaciones privadas y privatizadas de la relación entre el gobierno y la gestión de la población, como emprendedurismo, asociacionismo y coparticipación,1 evidenciando el profundo déficit democrático de las ciudades.

Las nuevas esferas de apreciación del capital –que se analizarán a través de un conjunto de acciones de la Municipalidad de San Pablo (gestión 2017-2020) en el presente artículo– muestran la transición desde la centralidad de la aplicación del dinero del sector productivo industrial hacia el sector inmobiliario, proceso que permanece y se radicaliza con la victoria del mismo proyecto político en las elecciones municipales del año 2020. La gestión urbana de la actual administración municipal se consuma en la venta de la ciudad como base para la realización de políticas públicas. Es decir, ya no es el fragmento del espacio urbano el lugar que se vende y se inserta en el proceso de acumulación de capital y de valorización del suelo, ahora la totalidad de la ciudad es convertida en mercancía potencial y es desarrollada como negocio.

La perspectiva desarrollada en este artículo enfatiza el proceso de reproducción del espacio urbano a partir de la explosión del centro de la metrópoli densamente edificada, extendiéndose a las áreas adyacentes, y los fundamentos de las estrategias financiero-inmobiliarias para su vertiginosa transformación. La reproducción espacial no se realiza espontáneamente por las leyes del mercado bajo la lógica neoliberal, sino por la mediación central del Estado, lo que altera profundamente la relación entre las políticas públicas y la producción del espacio. Se materializa así una nueva relación Estado y espacio con la transformación radical de los usos de los lugares, en los que la expulsión de los antiguos moradores por la política de desapropiación para valorización inmobiliaria de la metrópoli financiera revela la violencia de la urbanización capitalista y su expresión en el planeamiento urbano, en la profundización de los conflictos urbanos reproducidos por el Poder Judicial y en la creciente privatización del espacio urbano (Sampaio, 2015; Milano, 2017; Carlos, 2020). La suspensión de los títulos de propiedad del suelo, la expropiación de viviendas y pequeños negocios y las remociones con uso del aparato policial son acciones importantes para la comprensión de la reintroducción de estas áreas, antes residenciales y posteriormente convertidas en amplios terrenos, que posibilitan la construcción de los gigantescos edificios corporativos. El suelo urbano desapropiado se inserta nuevamente en el mercado inmobiliario, ahora en su función empresarial y comercial y de servicios, para atender a la “nueva economía” de la metrópoli en el siglo XXI. De forma asociada, el Estado, en la segunda mitad de la década de 2010, genera una enorme disponibilidad del patrimonio público con la finalidad de realizar concesiones, alianzas y asociaciones con el sector privado. Los procesos de desapropiación y la amplia privatización del espacio público se combinan para la producción de la centralidad metropolitana y la venta de la ciudad como forma central de gestión urbana.

Padua (2015) argumenta que, en San Pablo, para la concretización de las estrategias de los emprendimientos inmobiliarios en antiguas áreas industriales, fue vital la reestructuración de los lugares con el objetivo de construir un nuevo frente de valorización para el capital. En este momento de la historia del capital, señalamos dos comportamientos articulados y yuxtapuestos: la producción de un nuevo espacio para las nuevas actividades financieras y la producción del propio edificio cómo momento de valorización. Simoni Santos (2015:38) evalúa que este período es el de la ciudad como “lugar de negocio” en medida en que son “las actividades inmobiliarias de reciente incorporación las que han suscitado los mayores lucros en los segmentos productivos” (traducción de los autores).

Desde el punto de vista teórico, la explicación de la profunda transformación morfológica en San Pablo es marcada por el movimiento del proceso de reproducción del espacio con la extensión de la centralidad metropolitana por la inversión del movimiento de la urbanización. Esa inversión se realiza a través del pasaje del movimiento de la reproducción espacial del período industrial, que se extendía del centro a la periferia, al movimiento de densificación de las áreas próximas al centro principal de la metrópoli, que se desdobla en áreas continuas, exigiendo la destrucción-reconstrucción de esas áreas y transformando radicalmente los usos y las funciones de esos lugares en la metrópoli como movimiento de producción-reproducción del espacio metropolitano.

Cómo la metrópoli está densamente poblada, solamente el Estado tiene el poder de revertir los usos y funciones en esas áreas, reestructurando los derechos de propiedad del suelo urbano para conseguir realizar las estrategias de valorización inmobiliaria y las profundas transformaciones morfológicas. En el momento de inversión del movimiento de urbanización, el Estado simultáneamente es reproductor central de la lucha por el espacio, de la segregación socioespacial y de la venta de la ciudad cómo la principal política pública para la reproducción del espacio urbano. En ese movimiento la producción del espacio aparece como el sector secundario de la economía, a partir de la mediación del Estado en ese proceso.

Aunque, desde el punto de vista teórico, es importante señalar que ese movimiento del capital financiero se realiza a través de la incorporación de la producción de nuevas áreas dentro de la mancha urbana metropolitana como movimiento de la reproducción del capital a través de la reproducción del espacio. En San Pablo, por ejemplo, a partir de la venta directa de propiedades públicas, la concesión de parques, plazas y mercados, la venta de espacios para construcción sobre infraestructuras de saneamiento y movilidad urbana e, incluso, la privatización de las calles con la concesión de los estacionamientos y semáforos. Aquí, la relación entre la reproducción del espacio-acumulación se realiza otra vez con la mediación del Estado a través de las políticas públicas de desarrollo del sector inmobiliario. El papel del espacio en el movimiento de acumulación cambia de sentido. Esta situación es nueva e impone un debate ignorado sobre el papel y el sentido de la propiedad privada del suelo en la sociedad capitalista. Carlos (2011) argumenta que el universo de la reproducción capitalista inventa las formas a partir de las cuales el espacio es comprado y vendido. Las proposiciones de venta de los cementerios públicos revelan la radicalidad de ese proceso: en la metrópoli hasta morir es un negocio capitalista.

Desde el punto de vista metodológico, el texto busca articular las transformaciones presenciadas en el movimiento de urbanización, que han cambiado profundamente la morfología de la metrópoli de San Pablo, a los nuevos contenidos desplegados por el movimiento de producción y reproducción del espacio realizados en la acumulación neoliberal. Lo que está en cuestión en San Pablo contemporáneamente es una disponibilidad general del espacio público, realizado por políticos que dirigen el Estado como gestores de activos y de capital, para atender a intereses financieros-inmobiliarios poderosos. La “venta de las ciudades” y su inclusión precaria a través del mercado están explícitamente ancladas en el discurso de la eficiencia de la gestión empresarial y de la supuesta buena acción del empresariado (donaciones que van desde medicamentos hasta consultorías y asesorías estatales). “Probada” la ineficiencia de la administración pública y la generalizada corrupción de los políticos, se despliega la cruzada ideológica de expansión del modelo Estado-empresa en un camino de construcción de una startup city que asocia la acumulación neoliberal con el autoritarismo empresarial reproductor de la segregación socioespacial y de la violencia de la urbanización, anclado en la propiedad privada, en el planeamiento urbano y en la vida cotidiana (Sampaio, 2015; Prieto y Laczynski, 2020). La metamorfosis radical en la gestión de la producción del espacio urbano de San Pablo trae como consecuencia la intensificación de la segregación socioespacial y el deterioro de lo político.

El neoliberalismo y la nueva relación Estado-producción de espacio

La reproducción del capitalismo se realiza en la contradicción entre la posibilidad renovada de llevar a cabo la acumulación y, dialécticamente, como una barrera para esta misma acumulación. Dicha barrera se constituye como un momento crítico y evidencia la necesidad de su superación. La fase decisiva de la acumulación anunciada a fines del siglo XX, como crisis del régimen fordista, exigió una reestructuración productiva y acentuó el rol central de la producción del espacio urbano en el proceso de acumulación capitalista. En un sentido diferente de los momentos anteriores en la historia de su producción, ahora, la reproducción material del espacio gana centralidad en el proceso de acumulación.

Como hemos señalado, este nuevo rol del espacio se ubica en el movimiento de transición que va de la presencia y predominancia del capital industrial productor de mercancías destinadas al consumo individual (o productivo) y a la producción de máquinas (el llamado sector uno de la economía), a la preponderancia del capital financiero que produce el espacio como una mercancía y como una condición para su realización. En ese momento, se impone una nueva lógica: el proceso de producción no solo crea mercancías clásicas (las de los medios de producción o bienes de consumo), sino que también el propio espacio se vuelve producto y condición del proceso de valorización. La principal herramienta de este proceso en San Pablo se perfilará a partir de la creación de las llamadas operaciones urbanas.2 Vinculadas al Plan Director Estratégico de la ciudad, las operaciones urbanas direccionan la intervención en el espacio urbano desde una concepción de ciudad que orienta la conjunción entre lo público y lo privado en el acto de intervención urbana.

Las operaciones urbanas se vinculan directamente a la producción material del espacio como momento de la producción, realización y distribución del producto del trabajo abstracto en forma de morfología urbana. Este es el modo a través del cual, a fines del siglo XX, guiarán la construcción de los “nuevos lugares” en San Pablo necesarios para el desarrollo del sector de servicios vinculados al fenómeno de la desconcentración industrial (el número de establecimientos industriales disminuye en la metrópoli) y la centralización del capital-dinero que necesita ampliar la esfera productiva de producción de valor. Como los servicios requieren centralidad espacial al mismo tiempo que los centros metropolitanos están superconstruidos, su expansión se vuelve una necesidad. A su vez, las transformaciones necesarias para el desarrollo de los servicios modernos en un momento de estructuración del sector productivo y de aumento de productividad imponen la disminución de los gastos empresariales, lo que va a ocurrir exonerando los gastos con la fuerza de trabajo y el inmueble.

La extensión de la antigua centralidad urbana en San Pablo se llevó a cabo, de manera perentoria, a través de los mecanismos de la Operación Urbana “Faria Lima”3 (OUFL) que abrió la posibilidad de ampliar el área construida en los bordes del centro (región suroeste de la ciudad) para la construcción de los edificios necesarios para la nueva economía. El área para esa construcción fue liberada a partir de la “ley de expropiación”, utilizada para retirar residencias que estaban en el camino de la valorización inmobiliaria y, con eso, desalojar a la población residente, lo que creó un amplio stock inmobiliario4 y abrió espacios para nuevas inversiones. Las operaciones comprendían cambios significativos en los estándares constructivos, en las leyes de zonificación y en el reparto del suelo urbano, lo que orientó el presupuesto público para abrir posibilidades para los inversores. En el caso de la realización de la OUFL entre “los años 1993 y 1994 (gestión del alcalde Paulo Maluf), la región recibió el 85% de las inversiones (público-privadas) realizadas en San Pablo”5 (Miele, 2004:31, traducción de los autores).

En esta lógica, el sector inmobiliario (asociado con el sector financiero) reconstruyó el espacio con nuevos edificios (oficinas, bancos, centros comerciales, hoteles) mientras que la alcaldía de San Pablo se encargó de la producción de infraestructura (puentes, viaductos, ensanchamiento de avenidas) y utilizó el aparato jurídico-político para el desalojo y las expropiaciones en el proceso de valorización del suelo urbano. De esta manera, las áreas residenciales dan paso a la producción de edificios comerciales destinados a nuevas actividades económicas, haciendo del espacio un elemento central en la producción de plusvalor y atrayendo capital de otros sectores de la economía (principalmente de la industria) para esta reestructuración. Esto revela una nueva relación entre las instituciones del Estado y la reproducción del espacio que orienta las inversiones en ciertos sectores y en ciertos fragmentos de la metrópoli.

La creación de Fondos de Inversión Inmobiliario (FII) en 1993 atestigua, por ejemplo, que el ciclo de realización del capital se traslada a nuevos sectores de la economía, reproduciendo los lugares como condición para ese proceso. Como consecuencia, la distribución del plusvalor generado en la producción material del espacio, que anteriormente se concretaba a nivel del lugar, ahora también se realiza a nivel internacional como un movimiento de acumulación de capital a nivel mundial a través del mercado de capitales. Desde el punto de vista de la morfología urbana, la construcción material y objetiva de este nuevo espacio, a partir de las acciones de planificación urbana y de la mediación de las políticas públicas, crea los instrumentos para la continuidad del ciclo de reproducción del capital. Esta operación instituye el empresarialismo urbano en el cual los procesos de reproducción económica y espacial se basan fuertemente en los negocios urbanos.

Ese momento de la reestructuración productiva ocurre debido a la pérdida de relevancia de la industria para impulsar el crecimiento, lo que no implica, sin embargo, que la producción de trabajo abstracto que genera plusvalor pierda su centralidad. Lo que sucede es que esa generación de plusvalor ahora tiene su núcleo central en la producción del espacio urbano. En esta dirección, se señala el cambio que va del espacio como condición y medio del proceso de reproducción económica hasta el momento en que, aliado a este proceso, el propio espacio es su elemento y condición, gracias al cambio en el papel que juega el suelo urbano en la economía.

El capital sigue generando mercancías en el ámbito de las industrias, así como infraestructura urbana (puentes, viaductos, metros). Pero ahora, la acumulación involucra a otro sector de la economía: la producción del espacio como resultado del desarrollo inmobiliario. En otras palabras, se trata del espacio como producto y condición del proceso de valorización. En este momento, la mercancía-espacio mutó su significado con el cambio en la orientación (y en la prioridad) de las operaciones financieras: de la realización del ciclo industrial de la mercancía a la producción de ciudad como resultado del ensamblaje de los sectores financiero e inmobiliario.

Las nuevas estrategias que guían y aseguran la reproducción de las relaciones en el espacio y, a través de ellas, los intereses privados de los diversos sectores económicos de la sociedad encuentran en la valorización del espacio urbano la condición para llevar a cabo la reproducción económica. En este sentido, los lugares de la ciudad se regeneran con la instalación de la infraestructura necesaria para el desarrollo de cada actividad, en particular, para lograr una ecuación favorable a la realización de ganancias. Para el capital, la materialidad del espacio es el soporte del valor de cambio, la forma en que, a través de la extensión del proceso de urbanización, el espacio se crea como un producto inmobiliario y como una red de infraestructura, articulando lo público y lo privado en una morfología diferenciada socialmente por la acción del capital público y privado, a veces en conflicto, a veces en sus alianzas. De esta forma, la reproducción del espacio urbano se realiza de acuerdo con los intereses particulares del gran capital, delineando la tendencia de sumisión de los modos de apropiación del espacio al mundo de la mercancía y a la lógica de realización de la propiedad privada.

La práctica urbana, en tanto resultado de este movimiento, se plantea como un problema espacial. Es decir, la sociedad que se constituyó como urbana hoy se revela como un momento en el proceso de reproducción del espacio urbano y como un momento significativo y preferencial para la realización del capital financiero, que queda explícita en la segregación, una praxis social fragmentada. En el momento en que la ciudad es el centro del proceso de valoración del capital-dinero, el valor de cambio se superpone a los usos de la ciudad y, en consecuencia, al acceso de la sociedad a los lugares de la vida. La reproducción del espacio urbano apunta, en esta dinámica, a la victoria (y la radicalización de la subsunción) del valor de cambio sobre el valor de uso. Esta contradicción está en el meollo de las metamorfosis urbanas en la metrópoli de San Pablo, reflejadas en los cuestionamientos sobre el acceso a la vivienda y el transporte, en una ciudad en la que los procesos de valorización expulsan a los residentes a la periferia del tejido urbano. Eso provoca una separación cada vez más grande entre el lugar de residencia y el lugar de trabajo, lo que dificulta la movilidad y aumenta el tiempo de viaje. Pronto, los procesos de valoración quedan objetivados a través de las luchas por la vivienda y el transporte explicitadas, por ejemplo, en las jornadas de lucha de junio de 2013 en San Pablo, que demandaban el pase libre en los trasportes, y en las luchas de colectivos como el Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST). Al mismo tiempo, la precarización del trabajo mundial en la escala de lugar revela una proletarización masiva: las formas “uberizadas” (Slee, 2017) de realizar la vida, basadas en la “viração6 (Abílio, 2014) de los trabajadores, también en la periferia metropolitana. Estos nuevos contenidos de la crisis urbana evidencian que la reproducción desigual del espacio está en el centro de los procesos de precarización del trabajo y de la producción de valor realizado en la vida cotidiana como excepción permanente.

Estos procesos se realizan en detrimento de la sociedad local y del lugar, con la expulsión simultánea de los pobres, los indeseables del proceso de producción de la modernidad, y de aquellos que no pueden pagar el proceso de valorización del suelo urbano y los costos de las políticas públicas mediadas por el mercado. Quienes se encuentran en el camino de la valorización son expropiados y expulsados para construir el nuevo stock inmobiliario que surge de la continuación del diseño de las llamadas “infraestructuras urbanas necesarias”. Los habitantes de las favelas son retirados de los intersticios de las operaciones urbanas y también se expulsa a los que viven pagando renta, lo que profundiza la segregación socioespacial.

Se entiende aquí a la radicalización de la segregación socio espacial como el contenido central de la valorización del suelo urbano y no como un excedente o “externalidad negativa” de la producción del espacio. La radicalización del proceso de “periferización” confirma la centralidad de la contradicción centro-periferia para la comprensión de las metamorfosis y de la crisis urbana contemporánea y se articula teórica y metodológicamente al proceso de inversión del movimiento de urbanización.

La morfología producida por la racionalidad del planeamiento, asociada al urbanismo tecnocrático y la lógica inmobiliaria, responde a una estrategia global del capitalismo. La producción del espacio se inserta en la lógica capitalista que lo transforma todo en mercancía (Carlos, 2011) convirtiendo a la ciudad en un negocio central para la reproducción del capital (Carlos, 2015; Simoni Santos, 2015). El espacio abstracto, resultado de la dinámica y ritmo del capitalismo financiero para la producción de la centralidad metropolitana, depende de las exigencias de la nueva economía asentada en las redes bancarias, en la centralización de los negocios, en las interacciones financieras de la bolsa de valores, en la gestión del capital y en las commodities. Los centros urbanos resultantes de la reproducción de la metrópoli concentran esa metamorfosis espacial en un paisaje de oficinas corporativas que reúnen capacidades de información, de organización y de decisión, y realizan una conexión escalar entre los flujos y redes del mercado mundial, las metrópolis y los lugares donde se realiza la vida cotidiana. Lefebvre (1969, 1972) argumenta que el neocapitalismo es mundializado a partir de las transformaciones en el sistema capitalista, de las estrategias de reproducción espacial, de una nueva división del trabajo y con la virtual urbanización de la sociedad. La producción, la realización y la distribución de la plusvalía se materializan en los niveles sociales, políticos y económicos en la producción de los centros de decisión con la centralidad de las metrópolis en la acumulación capitalista y del poder.

La centralidad metropolitana, como lugar del poder, reproduce la concentración y la separación (en el movimiento de homogeneización y fragmentación del espacio) realizada como segregación socioespacial de las clases sociales y de las actividades (o sea, la jerarquización y la síntesis de ese movimiento), vivida como privación y tragedia urbana por los pobres en la metrópoli (Carlos, 2020; Verdi, 2020). Ante esto, la ciudad es el lugar político estratégico para la comprensión de la lucha de clases y de las fracciones de clases en la constitución de la sociedad urbana.

El análisis de la producción del espacio como condición, medio y producto de la reproducción del capital (y de la sociedad capitalista) apunta la superación de la centralidad del proceso de trabajo y de la contradicción capital-trabajo en la explicación del proceso de acumulación en el siglo XXI (Carlos, 2020). Los conceptos urbano, producción del espacio y cotidiano, como momentos de la reproducción de las relaciones sociales, toman centralidad para la comprensión de las articulaciones entre el neoliberalismo y la producción del espacio, así como los conceptos de lugar y lucha por el espacio revelan aquellos que viven en las contradicciones y resisten a las fuerzas que se homogeneizan del Estado neocapitalista.

El neoliberalismo es la estrategia del neocapitalismo mundializado (Tosel, 2012), cuyo objetivo es imponer la forma contemporánea del capitalismo financiero, produciendo el espacio abstracto que contiene los términos de cambio del “mundo de la mercancía”, su lógica equivalente general y las estrategias en escala mundial realizadas en las metrópolis y en los lugares, mediadas por el poder del dinero y del Estado (Lefebvre, 2001 [1974]).

La ideología neoliberal y las prácticas socioespaciales de este régimen de acumulación fueron experimentadas en el Chile, gobernado por el general-geógrafo Augusto Pinochet, y se difundieron a partir de los cambios impuestos por los regímenes de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Ellas son una emanación política desdoblada y radicalizada del neocapitalismo. El neoliberalismo es, por tanto, entendido desde algunos de sus aspectos y desde un cierto punto de vista (Haber, 2013) a partir de un análisis que se establece más allá de su sentido estricto (enfocado solo en las políticas económicas, o mejor dicho, solamente en el nivel económico), en un sentido amplio (como un proceso ideológico, social y político no reducido apenas al económico, mas realizado por él). Comprender el neocapitalismo a partir del neoliberalismo implica entender la plasticidad neoliberal y las estrategias para superar las crisis capitalistas que colocan esa forma de acumulación en jaque, la facilidad con que consiguió integrar las exigencias de autonomía y autorrealización económica que podían oponerse, y la economización de los lugares y de la vida cotidiana que aseguran su reproducción (Chanson, Cukier y Montferrand, 2014).

Se enfatiza que, especialmente a partir de los años 2010, existe una mudanza de grado y una profundización neoliberal autoritaria a escala mundial, a partir de las cuales la doctrina neoliberal se desvincula progresivamente de su imagen ideológica “liberal” o “democrática” (vehiculizada en la dimensión conceptual de un “neoliberalismo con rostro humano”) con la ascensión electoral de la extrema-derecha (Fabry y Sandbeck, 2019) y la reproducción de la sociedad terrorista (Lefebvre, 1991 [1968]). Especialmente, la crisis financiera de 2008 y de las manifestaciones masivas internacionales que le siguieron (la Primavera Árabe, las Jornadas de junio en el Brasil y las ocupaciones de plazas en Madrid, Nueva York, entre otros), en lugar de anunciar el fin del neoliberalismo y la transición para un modelo de regulación keynesiano o neodesarrolista, indican una radicalización de las reformas neoliberales (Andrade y Casarões, 2020).

Así, tal como afirman Pastor (2018) y Boffo, Saad Filho y Fine (2019), comprendemos que no nos encontramos delante de un proceso de anomalía política transitoria, una falla del sistema democrático que, después del inevitable fracaso de la extrema derecha en el poder, permitiría retornar ideológicamente al curso inexorable de una política “normal” de centro o centroderecha y a la victoria de las instituciones democráticas. Existe un proceso transnacional en curso con las derechas reaccionarias, autoritarias y –o también– fascistas que gobiernan la mitad del mundo (Löwy, 2021) y presentan un proyecto y una “Cruzada” ardorosa: el neoliberalismo como “la” forma de realización de la política, la economía y la sociedad llevando a las últimas consecuencias la epifanía de Margaret Thatcher: “there is no alternative”.

El proceso es operado a partir de la acción redentora de la economía, con el enfoque en la austeridad neoliberal, privatista y monetarista, realizada por el Estado-empresa que movilizaría a los individuos cómo instituciones privadas, potencializando las victorias por mérito de su capital humano y estimulando la capacidad de inversión y de flexibilidad al mercado cómo microempresarios individuales (Brown, 2019; Prieto, 2020). Aunque el neoliberalismo es una nueva ronda de acumulación, específicamente urbana del capital a partir de una gran expansión e intensificación de la ciudad como negocio, y también un movimiento ideológico a escala mundial mediado por la privatización ampliada del espacio público (Prieto y Laczynski, 2020; Simoni Santos, 2015). La problemática urbana en San Pablo es la expresión concreta de ese proceso neoliberal que produce el espacio neocapitalista.

La reproducción del espacio paulista: la “cartilla neoliberal” y el mayor programa de privatización de San Pablo (2017-2020)

Especialmente con respecto a la gestión urbana brasileña, desde la década de 1990, el pensamiento único del emprendimiento neoliberal en las ciudades toma forma: se estructura en la planificación estratégica, city-marketing; en la competencia de las ciudades para atraer mega-eventos, ferias, exposiciones; en la guerra tributaria por empresas y en las inversiones basadas en exoneraciones tributarias; en la privatización de fragmentos del espacio, de organizaciones públicas, de obras y de infraestructuras estatales. Sin embargo, más de veinte años después del comienzo del proceso, es posible ver que estas tácticas y estrategias fueron solo la punta del iceberg neoliberal.

El modelo de desarrollo brasileño en la década de 2000, también conocido como “Lulismo” (Singer, 2012), y la forma de institución de “hegemonía al revés” (Oliveira, 2010), en la cual un partido y un liderazgo popular realizan una parte del programa neoliberal en Brasil, se basaron en las inversiones en infraestructura (especialmente urbanas), en el acceso al crédito y en la redistribución de ingresos. Las mejoras en los indicadores sociales fundamentales, la expansión e inserción de amplios estratos, grupos y clases sociales en la sociedad de consumo y el crecimiento económico presentaron, además de una salida post-neoliberal, la efectividad de un neoliberalismo “al estilo brasileño”.

La reproducción de las tácticas neoliberales por la centroizquierda se revela, por ejemplo, en las políticas de vivienda social realizadas y operadas por el mercado, en los mega-eventos deportivos de la época y en la política de desarrollo, aceleración del crecimiento y la logística destinados a la agroindustria, la agro-energía, las exportaciones de commodities y en una economía de extractivismo que extendió e intensificó la urbanización brasileña al reconfigurar la red urbana del país. Esa continua disrupción neoliberal, más allá de las administraciones de derecha en el gobierno federal del presidente Fernando Henrique Cardoso, con los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff produjo lo que el sociólogo brasileño Francisco de Oliveira (2007) llamó la “era de la indeterminación”, una especie de excepción permanente que anula las posibilidades de virtù de la sociedad civil, entendidas como bloques de intereses organizados que se demarcan entre sí y en relación con el Estado. La cooptación, la participación burocrática, el reformismo gradual y la alianza de clases fueron la tónica central del modelo lulista para la gestión de la política y forma de gobernar.

La eclosión de una gestión espacial de la pobreza, como contingente de las políticas, y las estrategias reiteradas para la realización de una política macroeconómica, en tanto política urbana, son pares complementarios del acceso al crédito y de la transferencia de ingresos, por un lado, y de la inversión en infraestructura como cumplimiento de lo que se llama “milagrito económico brasileño”,7 por el otro. Esta indeterminación que desdibuja los sentidos entre lo público y lo privado, el Estado y la sociedad civil, el mercado y la política pública establece la ausencia de una forma clásica de análisis de la política, sin la cual, incluso la política, no se hace. Es precisamente en esta indeterminación que opera el neoliberalismo en Brasil: una asociación entre la privatización, el papel activo del Estado y la privación, en los cuales los individuos son arrojados a sus espacios privados, a la viração, a la atomización, a la precarización y a la inseguridad, que se deriva exactamente de la privación del espacio público. Cuando se trata del capitalismo contemporáneo, es un retorno a la ley de la fuerza bruta y la violencia directa. La administración y gestión de la sociedad de explotación y la forma “deforme” de las combinaciones entre atraso y modernidad prefiguran la realización de la urbanización brasileña.

El problema de la captura actual de la estructura estatal brasileña, perpetrada en un golpe de Estado y operada en el marco de la democracia neoliberal, demuestra la necesidad de actualizar y profundizar los debates sobre los rumbos del neoliberalismo y sus tácticas, estrategias y lógicas de producción de las ciudades. Esto se debe a que el modo de producción capitalista encontró en la producción del espacio urbano una forma de eludir críticamente su crisis estructural y hoy consigue, a través de la venta completa de la ciudad, el desmantelamiento total de las políticas urbanas conquistadas por las luchas sociales y populares brasileñas desde la década de 1970.

Se están evaluando ampliamente en varias ciudades de América Latina los efectos e impactos de las ventas de empresas públicas y estatales, de la radicalización del conservadurismo, de la disminución de las políticas sociales y de las perspectivas económicas que revelan una aceleración de la concentración de los ingresos.

La apertura de lo urbano a un nuevo ciclo de reproducción y acumulación a través de políticas públicas, como se explicaba anteriormente, se radicaliza en la gestión urbana contemporánea que difumina las relaciones público-privadas en la alienación completa del patrimonio público y en las donaciones de empresas capitalistas al Estado. Este proceso va acompañado de un discurso ultra neoliberal que justifica ideológicamente la eficiencia del sector privado en la gestión de las políticas urbanas del Estado-empresa y el papel del gestor empresarial como el más calificado para eliminar la burocracia de la máquina pública. El alcalde de San Pablo, João Doria Júnior –una representación concreta de la gestión neoliberal contemporánea elegido en octubre de 2016– gobernó San Pablo durante quince meses (entre el 1 de enero de 2017 y el 6 de abril de 2018). Posteriormente, Doria Jr. dejó el cargo para postularse para el gobierno del Estado de San Pablo y así, ganando las elecciones estatales en 2018, llevó su estrategia política al nivel estatal; un paso importante en el salto neoliberal en el Estado más rico de la federación.

El empresario y presentador de televisión utilizó en campaña, y más tarde en la administración de la alcaldía de San Pablo, la incredulidad de los ciudadanos con la clase política. Al no presentarse como político, sino como un administrador de activos y acceso político, Doria Jr. pudo distanciarse narrativamente de los desvíos que serían típicos de la clase política. Además, Moisés (2016) argumenta que el apoyo del gobernador Geraldo Alckmin (PSDB) y del aparato estatal, junto al mayor tiempo de exposición televisiva durante el período electoral y los abundantes recursos de la campaña (el propio Doria Jr. donó R$ 1,6 millones a su campaña), son otras razones que explican la victoria del empresario en la elección. João Doria tuvo éxito en la venta de una imagen del millonario que ganó en la vida por su propio trabajo, cuyo lema de la campaña fue: “João Trabajador”. El alcalde y actual gobernador encarnó el discurso del antipetismo y el antilulismo basado en el signo ideológico de la renovación, de lo nuevo, de lo moderno y del empresario eficiente, casi como el conde Matarazzo del siglo XXI.8

Según Iglecias (10 de octubre de 2016), la idea de ascensión social a través del trabajo es muy fuerte en San Pablo, una ciudad marcada por una praxis política basada en el individualismo y el bandeirantismo.9 El discurso antipolítico –es decir, en contra de la política–, el del outsider mediático y adinerado que se presentó como alguien que progresó en la vida, fue, según Costa (07 de octubre de 2016), esencial para el voto decidido de Doria Jr. en las periferias de la ciudad y en la “nueva clase media”.

El primer día de su mandato, en enero de 2017, el alcalde electo crea la Secretaría Municipal de Privatización y Alianzas (Decreto N°57.576) con el argumento de exonerar las arcas públicas, señalando la privatización generalizada de un conjunto significativo de servicios e instalaciones públicas y la venta directa de varias propiedades estatales del suelo urbano. Esta actitud marcaría lo que vendría después: en los quince meses que tuvo el cargo de alcalde, las alianzas entre el poder político y empresarial demostraron ser el objetivo central de la acción que puso a la venta una parte significativa del patrimonio de San Pablo, a partir de un agresivo anuncio publicitario dirigido al mercado internacional. Sin embargo, la venta de parte de los activos públicos o su concesión en el mercado (para aquellos que quieran hacer negocios en la metrópoli) la lleva a cabo el propio alcalde que, en más de 40 viajes de negocios a los Emiratos Árabes Unidos, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia e Italia, entre otros, presenta a la ciudad como una oportunidad de negocios –lo que ciertamente ocurre a expensas de la sociedad de San Pablo–. También es esencial destacar que en los primeros once meses de gobierno, João Doria realizó once viajes para participar en eventos del Lide (Grupo de Líderes Empresariales), un grupo empresarial fundado por el entonces alcalde que trabajaba especialmente en el lobby de empresas con políticos y gobiernos.

Para sus viajes internacionales, se produjo un “road show de San Pablo”, con el objetivo de atraer inversiones a esta ciudad. Es interesante observar que, en la pieza publicitaria, San Pablo se presenta como más abierta que nunca a las inversiones resultantes de la privatización en sus formas y arreglos más variados (enajenación y venta de activos públicos, asociaciones público-privadas, concesiones y donaciones privadas con contrapartidas públicas que institucionalizan el lobby).

Se exhibe a San Pablo como una “ciudad del mundo”, centro financiero de Latinoamérica, avanzando hacia el futuro. Lo que destacamos, especialmente en la publicidad del Estado-empresa, es el enfoque de la gestión centrada en los negocios y en las acciones tomadas para permitir su realización, como la creación de una secretaría municipal de privatización con la promesa de asistencia y contribución estatal a los proyectos de los inversores. El road show revela con júbilo la concentración de millonarios en San Pablo (50% de los millonarios en el país), dejando claro los intereses de clase y los nichos de mercado para potenciales inversores. La naturalización de la brutal desigualdad económica y de ingresos como una oportunidad de negocio en la ciudad es una forma capitalista llena de racionalidad neoliberal para lidiar con el hecho de que, en el año 2000, el 1% de la población de San Pablo concentró el 13% de los ingresos producidos en Brasil, mientras que en el año 2010 esta concentración se había elevado al 20%. Lo que aparece como el apogeo de lo moderno en la administración de la ciudad de San Pablo es el mayor programa de privatización en la ciudad de todos los tiempos. Este hecho señala los nuevos contornos del programa de gestión empresarial del espacio urbano, que revela las afinidades electivas entre la reproducción espacial y el neoliberalismo.

Este nuevo posicionamiento de las políticas públicas va acompañado de un discurso que coloca exclusivamente el crecimiento y la eficiencia en la esfera privada. Al poder político le quedaría la tarea de crear las condiciones necesarias para su realización. Las políticas públicas que efectivamente guían las estrategias de crecimiento para la producción de espacio abren las fronteras de la valorización para el sector privado de la economía, transformando todos los lugares en potenciales mercancías. Las políticas específicas que consideran a la ciudad como una hoja en el tablero de dibujo, un mapa que se puede volver a dibujar, ignoran la ocupación y actúan directamente sobre la producción del espacio como un movimiento de reproducción. Es un proceso de valoración del espacio leído a través del comportamiento de los precios de m2 de suelo urbano en las áreas de intervención y que ahora están radicalizadas en la producción de la ciudad en su conjunto, como un gran negocio. Es más, la venta de la ciudad como política pública altera el papel de la gestión urbana, transformando al alcalde en el gerente de una gran empresa inmobiliaria. En el caso de San Pablo, gerente de activos inmobiliarios de la mayor ciudad-empresa del hemisferio sur.

Con la salida de João Doria para disputar el cargo de gobernador del Estado de San Pablo, el vicealcalde Bruno Covas quedó como administrador de la ciudad. De una familia de políticos profesionales, Covas realiza menos actividades mediáticas, pero sigue el programa político de ventas y privatizaciones generalizadas. Cabe señalar que, durante los quince meses de su administración, João Doria Jr. no pudo llevar a cabo ninguna venta y la privatización solo se consolidó bajo la administración de Bruno Covas.

A continuación, se enumeran las privatizaciones (en sus formas ideológicas de concesión o venta total) firmadas por la gestión de João Doria Jr./Bruno Covas. Es de destacar que esta lista incluye, por ejemplo, bienes públicos no deficitarios, como es el caso de los mercados públicos e incluso los superavitarios o el servicio de estacionamiento rotativo en vías y áreas públicas, a pesar de que el argumento ampliamente utilizado para defender la privatización de los bienes y servicios públicos sea el de un sector público deficitario y el oneroso gasto de los bienes públicos de la ciudad para un presupuesto deficitario.10

Cuadro 1. Detalle de las privatizaciones realizadas por el gobierno Doria/Covas. Fuente: Prieto y Laczynski (2020) en base a datos del Municipio de San Pablo, 22 de enero de 2020; Secretaría de Gobierno, 12 de mayo de 2021.

Objeto de concesión

Empresa ganadora

Fecha del contrato

Valor otorgamiento

Valor contractual

Período de concesión

Concesión para recuperación, reforma, recalificación, operación, mantenimiento y explotación del Mercado de Santo Amaro en el municipio de San Pablo

Concesionaria Fênix S.A (empresas Engemon, Houer, Supernova e Urbana Arquitetura e Projetos)

28/08/19

R$ 51,1 millones

R$ 79,9 millones

25 años

Concesión de servicios de modernización, gestión, operación y mantenimiento del

Complexo do Pacaembu

Concesionaria Allegra Pacaembu SPE S/A (Consorcio Patrimônio SP –empresas Progen– Projetos Gerenciamento e Engenharia e Savona Fundo de Investimento em Participações)

16/09/19

R$ 115, 4 millones

R$ 752,4 millones

35 años

Concesión para la prestación de servicios de gestión, operación y mantenimiento de los Parques Ibirapuera, Jacintho Alberto, Eucaliptos, Tenente Brigadeiro Faria Lima, Lajeado e Jardim Felicidade, así como la ejecución de obras y servicios de ingeniería

Construcap CCPS Engenharia e Comércio

20/12/19

R$ 70,5 millones

R$ 1,3 billones

35 años

Concesión para operar el servicio de estacionamiento rotativo en carreteras y lugares públicos en el municipio de San Pablo

HoraPark Sistema de Estacionamiento Rotativo

Enero de 2020 (en proceso de verificación)

R$ 1,3 billón

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32 contratos de operación del nuevo sistema de transporte colectivo por ómnibus

-

septiembre de 2019

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-

15 años

Como se enfatizó, varios de los equipos y servicios con prioridad en la privatización propuesta por el gobierno de Doria/Covas tenían un saldo anual positivo, como los grandes mercados en la región central de San Pablo. En 2016, por ejemplo, el Mercado Central tuvo un superávit de R$ 5,3 millones.11 Entre otras instalaciones, en la lista de privatizaciones que no han causado ningún perjuicio a la alcaldía se encuentra el Complejo Anhembi.12 Se trata de un complejo que ocupa un área de 400 mil m2, cerca del centro de la ciudad y muy bien comunicado por infraestructura urbana, como estaciones de metro, la autopista del rio Tietê y con fácil acceso a los aeropuertos de la metrópoli que, según datos publicados por la alcaldía, cerró el año 2016 de manera positiva.

Tampoco se justifica el discurso de la falta de presupuesto, dato que se desmorona en vista de las encuestas realizadas por la Comisión de Investigación Parlamentaria (IPC) de la Deuda Activa de la Cámara de Concejales de San Pablo. La IPC demostró una deuda existente de bancos13 y empresas multinacionales con San Pablo que es más del doble del presupuesto aprobado a fines de 2016 para la ciudad (de acuerdo con los valores de la época, las deudas alcanzaban un monto de más de R$ 102 mil millones de reales).

Por otro lado, también es importante pensar en los gastos de la alcaldía como, por ejemplo, los costos de los servicios prestados por la consultora McKinsey & Company y la organización social Comunitas para la elaboración del Programa de Metas de Gestión de la ciudad, por un monto de R$ 2,8 millones. Ese importe fue cuestionado por el concejal Eduardo Suplicy (PT) en el Ministerio Público de San Pablo. Recordemos también que, en marzo de 2017, según la información publicada por el periódico Valor Econômico (Rodrigues, 07 de marzo de 2017), el alcalde João Doria Jr. retiró R$ 30 millones que se gastarían en obras contra inundaciones y en terminales de autobuses para redirigirlos a costos de consultoría privada, conforme información disponible en el periódico del gobierno (Diário Oficial). De esos fondos, aproximadamente R$ 24 millones fueron extraídos de las obras de implantación y recualificación de terminales de autobuses. Lo mismo ocurrió con aproximadamente R$ 4 millones orientados a las acciones de control de inundaciones en cuencas y arroyos, mientras que los R$ 2 millones restantes estaban asignados a una parte de la construcción del puente Raimundo Pereira de Magalhães, sobre la autopista marginal del rio Tietê, para conectar los barrios Pirituba (en el norte de la ciudad) con el barrio Lapa. También es esencial mencionar que en febrero de 2020, cuando la ciudad de San Pablo experimentó una de las mayores inundaciones de su historia, la salida del alcalde Bruno Covas fue el establecimiento de una Parceria Público-Privada (PPP)14 para la privatización de embalses de agua de lluvia15 con la concesión de su mantenimiento y construcción, así como la explotación económica de las llamadas fuentes de ingresos accesorios, es decir, la autorización para nuevas construcciones en los embalses.

La política que permite la privatización de bienes públicos en áreas valiosas de la ciudad de San Pablo ilumina el papel del espacio en el movimiento del proceso de acumulación (hoy circunscrito a la nueva lógica de urbanización) que se establece a través del aplanamiento de la historia, ya que el espacio convertido en una mercancía, o en su condición de mercancía, disipa la diferencia entre lo público y lo privado, produciendo acuerdos combinados de Estado-empresa y la venta y privatización de la ciudad como una “forma per se” de la realización de políticas urbanas.

Por ejemplo, la privatización del Complejo Anhembi (que incluye la compañía SPTuris), que no se ha concluido hasta ahora, irá acompañada de un cambio en la ley de zonificación de la ciudad, así como una reducción significativa en el valor de la contrapartida que el futuro propietario del área tendrá que pagar al municipio para construir más allá del límite mínimo permitido en la región, el llamado otorgamiento oneroso. En la práctica, el texto aprobado por los concejales a principios de mayo reduce en un 46% el precio de m2 que el empresario construirá (Berrón y González, 2018).

La privatización del complejo deportivo Pacaembu, “aunque es de interés histórico y cultural y tiene, en su origen, la naturaleza de ser un espacio público”16 (Campos y Scifoni, 18 de abril de 2019), y de parques como el Ibirapuera, revela que la venta de esos lugares se realiza en un proyecto más amplio de producción de un espacio homogéneo centrado en la ciudad como negocio. En este sentido, todo lo público se vuelve privado en un momento en que la lógica del mercado domina la acción institucional y guía las políticas. El presente ahora está programado por la inversión y su compromiso es obtener ganancias.

El argumento a favor de la privatización es la ineficiencia del Estado ante la modernidad de la nueva administración privada de espacios y los costos de mantenimiento (no todos son verdaderos). Así, lo privado está asociado con la competencia. Este movimiento de lo que se puede vender está acompañado por un aumento exponencial en el precio del suelo urbano y de los procesos de privatización generalizada de equipamientos, infraestructura y bienes públicos.

Esta política de “desestatización” que somete a la estructura de la ciudad (es decir, el trabajo social acumulado en la construcción material de la ciudad) a intereses económicos o, si fueron inversiones anteriores, la pone a merced de las demandas de los inversores, viene con un discurso que oculta una incompatibilidad en el espacio o una contradicción de la racionalidad impuesta. Tal incompatibilidad ocurre entre las necesidades impuestas por la vida en la ciudad y el proceso de reproducción actual basado en la globalización, que impulsan la migración de capital a otros sectores capaces de generar nuevas posibilidades de acumulación.

El estrechamiento del horizonte político

La ciudad entendida como un papel en blanco y, por lo tanto, capaz de ser completamente rediseñada sin consecuencias, realiza la lógica de la mercancía. La perspectiva social, política y económica de la ciudad gobernada por las ganancias se define por la lógica del mercado que la corta de acuerdo con estas exigencias: separa las áreas valoradas y devaluadas, y empuja a la población que no es compatible con los dictados del mercado a las periferias más distantes, lo que se refiere directamente al acortamiento del tiempo de retorno del capital invertido en forma de ganancia.

En esta perspectiva, el destino de la empresa (y del Estado-empresa) se superpone con el destino de la sociedad y, para este logro, se hace tabula rasa de la historia del espacio, lo que permite la construcción y venta de la ciudad como una mercancía y, tendencialmente, cada fragmento de la ciudad como un lugar mercantilizado. La ciudad convertida en mercancía se realiza por la destitución de los contenidos civilizadores y revela la alegoría benjaminiana de que todo documento de cultura es simultáneamente un documento de barbarie radicalizado por la lógica del mercado que se impone a la vida urbana.

Bajo el dominio de la mercancía y de la propiedad privada capitalista (y, a lo sumo, por el reformismo como ideología y alternativa crítica única), se opera desde y a través del Estado tecnocrático (con fronteras cada vez más difusas en la relación con el mercado) y por parte de la sociedad civil, la reproducción de la gestión social de la pobreza, la militarización de la vida cotidiana, la estandarización de los cuerpos y la supuesta conciliación de los intereses de clase bajo el signo del derecho a la ciudad. La crisis urbana instituida se naturaliza por la producción de políticas públicas y planificación urbana. Lo urbano en ruinas está mediado como un problema de gobernanza, reduciendo el nivel de lo político a la gubernamentalidad neoliberal y al urbanismo. La violencia del proceso de urbanización es fetichizada como una externalidad negativa para ser combatida a nivel económico por la estratagema articulada entre desarrollo urbano, planificación estratégica y punitivismo de la seguridad pública (con la institución de un Estado penal), vaciando y cuantificando los contenidos sociales de la crisis. Así, la respuesta trágica es producida como un proyecto de fachada reformista, de fundamento conservador, a través de diversas denominaciones como smart cities, ciudades sostenibles, agendas urbanas, ciudades creativas, estratégicas y gobernables. Se reduce de manera coercitiva y homogénea el espacio para la reproducción de la vida, para dar lugar al emprendimiento urbano, consolidando la narrativa del fin de la historia (urbana), en el sentido dado por Fukuyama y Castells (Petrella y Prieto, 2020).

En el primer caso, la concentración de propiedad y riqueza puede verse, en lo urbano, a través de las condiciones de acceso a la ciudad como lugar de uso. Las reformas urbanas afectan a los usos de los lugares por parte de la comunidad, ya que los procesos de valoración resultantes expulsan a la población residente para abrir perspectivas para el mercado inmobiliario. Se trata de un proyecto de destrucción de la esfera pública, proyectando el déficit democrático por la dominación de los intereses de las empresas privadas. En la ciudad contemporánea, la contradicción entre el espacio público y el espacio privado revela el grado de privación, a través de la forma legal de la propiedad privada de la riqueza, que se traduce en la jerarquía social que define el acceso a los lugares de la ciudad, marcando la diferenciación entre los individuos.

En el segundo caso, en la interdicción de un proyecto político dirigido a la sociedad, en referencia a la práctica neoliberal que emplea el discurso de negar el significado político del cargo de alcalde, João Doria Jr. y su sucesor Bruno Covas marcan sus acciones por medio del marketing político que encubre las alianzas que se mueven a través de programas de inversión apuntando a la acumulación en tiempos de crisis. Debemos recordar que los experimentos totalitarios siempre se han basado en la eliminación de la política. A nivel de la vida cotidiana, esta estrategia política ultraliberal se acompaña de: (a) la expulsión de los grupos sociales de los lugares de intervención y la consiguiente explosión de las periferias; (b) la pulverización de las relaciones sociales; (c) el deterioro del espacio público en su doble determinación (estrechamiento de la vida pública reemplazado por la supuesta “carta blanca obtenida al votar en las elecciones” y su acceso/uso como momento de realización de la vida cotidiana).

El espacio público se refiere a las posibilidades de apropiación por parte del ciudadano de los lugares de vida fuera del trabajo y del espacio privado del hogar, señalando la dialéctica que sustenta la vida. Desde su origen, lo público ha representado la esfera pública, lo que concierne a todos, comprendiendo el significado de lo que es el “bien común”. A su vez, el espacio público guarda el sentido de la urbanidad vinculada a la realización de la vida cotidiana y la cultura. El espacio público en la historia es el lugar de una misma comunidad, su punto de encuentro y reunión. El concepto de espacio público, por lo tanto, está vinculado a la práctica socioespacial, en sí misma impregnada de contenido simbólico. Este revela el uso y está vinculado a las determinaciones del intercambio social en su objetividad-subjetividad material y simbólica. Para el proyecto actual de privatización generalizada de la Municipalidad de San Pablo, los parques y las plazas deben pasar a la iniciativa privada que los reorganiza definiendo y regulando los precios del estacionamiento, de los alimentos que se venden allí, la forma en que se utilizan, la definición de horarios, la institución de seguridad privada, etc.

Hoy, lo que es público está pegado a lo que es privado. Lo que se negocia en el mercado se basa en el hecho de que el sujeto que negocia es el propietario del objeto negociado. En la metamorfosis de la ciudad en mercancía, la política pública urbana priva al sujeto de la producción social de la ciudad, que se ha convertido en un instrumento de poder. De este modo, se impone a toda la sociedad la organización del mercado, que es el lugar donde se realiza el valor de cambio, cuya lógica es la realización de la inversión en forma de ganancia. En política, estos polos se amalgaman, lo que produce la naturalización de las relaciones sociales respaldadas por el discurso de la metrópoli como empresa, ocultando el hecho de que estas transformaciones logran objetivos que son ajenos a la sociedad y sus deseos.

La etapa actual de la economía potencia a la ciudad como concentración de riqueza, poder de la riqueza mobiliaria hasta inmobiliaria. La generalización del mundo de la mercancía hace que el uso del espacio urbano esté cada vez más dominado por el valor de cambio, haciendo del ciudadano un consumidor. La producción de la ciudad comandada por lo económico elimina gradualmente el sentido de la ciudad como obra, espacio de creación y disfrute. Producto de la explosión/implosión de la ciudad por el poder organizador y totalizador del Estado, de la extensión del mundo de la mercancía a través de la producción del espacio urbano, se refuerza el poder de la propiedad privada, del dinero, solidificando un conjunto de valores éticos y estéticos que guían la vida, actualizando la alienación.

Traducción del portugués al español de María Aguilera Franklin de Matos y Bárbara Teixeira Prieto

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Carlos, Ana Fani Alessandri / anafanic@usp.br

Es profesora titular en Geografía del Departamento de Geografía, Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas, Universidad de San Pablo (USP). Coordina el Grupo de Estudios de Geografía Urbana Crítica Radical (GESP) y el grupo de Teoría Urbana Crítica en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de San Pablo (IEA-USP). Publicó libros y artículos sobre la ciudad, la metrópoli, la producción del espacio y la metageografía.

Prieto, Gustavo Teixeira / gustavo.prieto@unifesp.br

Es profesor adjunto del Instituto de las Ciudades, Universidad Federal de San Pablo (Unifesp). Investigador del grupo de Teoría Urbana Crítica en el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de San Pablo (IEA-USP).  Coorganizó el libro Sertão, sertões y ha publicado artículos sobre la formación de la propiedad privada, la lucha de clases/pueblos y sobre la producción del espacio frente las contradicciones agrario/urbanas y centro/periferia.


1 Empreendedorismo, parcería e coparticipação.

2 Las operaciones urbanas son instrumentos de intervención pública, regulados por el Plan Director y aprobados mediante ley municipal, que establecen reglas urbanísticas específicas e incentivos a la densificación poblacional y constructiva para una determinada área de la ciudad, con perímetro previamente definido. Tienen como objetivo alcanzar metas de calificación para los territorios que abarcan, a través de un conjunto de directrices urbanísticas, como lo establece el Estatuto da Cidade . Las áreas de interés para Operaciones Urbanas Consorciadas en San Pablo son previstas en el Plan Director Estratégico (Prefeitura de São Paulo, 22 de enero de 2020; Prefeitura de São Paulo, 2017).

3 La Operación Urbana Faria Lima se instituyó ideológicamente a partir del lema principal de ensanchamiento y prolongación de la Avenida Faria Lima. Para un análisis minucioso del proceso consultar Carlos (2001).

4 Se calcula que solo la Operación Urbana Água Espraiada liberó un stock inmobiliario adicional de 3.750.000 m2 con el aumento del coeficiente de construcción a través de los Certificados de Potencial Adicional de Construcción (CEPAC), de acuerdo con la Bolsa de Inmuebles de San Pablo (Carlos, 2001).

5 Para una profundización acerca de esa discusión, consultar Miele (2004).

6 De acuerdo con Abílio (2014:16, traducción de los autores): “la ‘viração” – término coloquial, pero muy expresivo (...) define la provisionalidad de ocupaciones que garantizan la supervivencia, en actividades que se mueven entre trabajo ilegal, trabajo informal, trabajo temporal, trabajo en el hogar, trabajo doméstico; en resumen, los trabajos puente y las ocupaciones precarias que estructuran la vida de muchas personas”. Para una profundización de las discusiones sobre las nuevas y actualizadas formas de precariedad laboral, concretizadas en la noción de “viração”, ver también Abílio (2017) y Rizek (2012).

7 Para una profundización de esas discusiones acerca del crecimiento económico del segundo mandato del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, consultar Carvalho (2018).

8 Francesco Matarazzo fue un inmigrante italiano, pionero de la industrialización brasileña, que creó un vasto complejo industrial en las primeras décadas del siglo XX.

9 “Bandeirante” es el nombre dado a los hombres que, dejando San Pablo, penetraron en los territorios interiores de Brasil durante el período de colonización.

10 “Concesión es la transferencia de la ejecución y/o gestión de algún servicio público a la iniciativa privada por un período específico. En la concesión, el activo sigue siendo propiedad del gobierno, en el caso de la municipalidad, pero la administración se otorga a las empresas que tienen mayor experiencia que el gobierno para ofrecer un mejor servicio a la población. Todo dentro de normas y leyes muy estrictas y claras con respecto a las responsabilidades y deberes de estas empresas”. Disponible en: https://www.prefeitura.sp.gov.br/cidade/secretarias/governo/projetos/desestatizacao/acesso

11 Para un cuadro general del proceso de privatización que ocurre en la ciudad de San Pablo, ver Berrón y González, 2018.

12 “La acción representa una oportunidad para la ciudad de potencializar el uso de tierras subutilizadas en área de excelente infraestructura, previendo la implantación de calles, plazas, escuelas y vivienda popular con captación de subvenciones dentro del alcance de la cobertura”, PIU, Urban Intervention Project, Daily Oficial; decreto por el que se aprueba el Proyecto de Intervención Urbana Anhembi (UIP).

13 Los bancos tienen las mayores deudas activas con la Ciudad de San Pablo. Según los datos del IPC: el banco Santander, primero en la lista, tiene una deuda con las arcas públicas de la ciudad de más de R$ 4,2 mil millones, mientras que el banco Itaú tiene una deuda de aproximadamente R$ 3 mil millones.

14 Asociaciones público-privadas.

15 Según el Municipio de São Paulo (Prefeitura de São Paulo, 08 febrero de 2021), los “piscinões” son una alternativa de infraestructura construida para evitar inundaciones a través del almacenamiento y la escorrentía de agua, y generalmente son depósitos subterráneos. En las PPP de los piscinões publicadas en el Boletín Oficial el 29 de febrero de 2020, se privatizará el mantenimiento de cuatro embalses y la construcción del “derecho de losa”, es decir, la posibilidad de explotar comercialmente las áreas por encima de éstos. La base legal del PPP está respaldada en el Programa de Metas de la alcaldía, específicamente en el objetivo estratégico 32 que prevé la implementación de proyectos de “desestatización”.

16 Una discusión en profundidad sobre la privatización del Complejo Pacaembu se encuentra en el análisis de Campos y Scifoni (18 de abril de 2019).