Multiplicar voces, descentrar memorias. Un análisis sobrelas estrategias narrativas en el Museo Sitio de Memoria ESMA


Florencia Larralde Armas

Universidad Nacional de Lanús, Instituto de Justicia y Derechos Humanos. Remedios de Escala, Argentina. CONICET. Argentina.

Julieta Lampasona

IDES-UNTREF, Núcleo de Estudios sobre Memoria. Buenos Aires, Argentina.

Recibido: 24 de febrero de 2022. Aceptado: 10 de julio de 2022.

Resumen

El Museo Sitio de Memoria ESMA inaugurado en el año 2015 expone en una extensa muestra permanente las distintas dimensiones de la experiencia concentracionaria ocurrida en el ex centro clandestino de detención de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), y además desarrolla distintos tipos de iniciativas memoriales complementarias a la muestra permanente. En este artículo analizaremos la actividad conocida como la Visita de las Cinco, la misma se realiza mensualmente y reúne múltiples voces, trayectorias e historias atravesadas y/o vinculadas con el espacio que, hasta entonces, no formaban parte del guion curatorial. Nuestro objetivo es comprender cómo son incorporadas estas voces heterogéneas en el relato museístico, cuáles son los principales nudos temáticos que organizan la actividad y qué tipos de soportes de verdad, sentidos y temporalidades emergen. Por eso comprendemos a la Visita de las Cinco como un dispositivo memorial singular que no solo se articula con el guion curatorial de la muestra permanente, sino que tensiona, revisa y amplía sus alcances narrativos, reconfigurando, con ello, los modos de elaboración, gestión y rememoración del pasado.

Palabras clave: ESMA. VOCES TESTIMONIALES. NARRATIVA MUSEÍSTICA. VISITA DE LAS CINCO.

Multiplying voices, decentering memories. An analysis about narrative strategies at the ESMA Memory Site Museum

Abstract

The ESMA Memory Site Museum, inaugurated in 2015, displays in an extensive permanent exhibition different dimensions of the concentration experience occurred in the former clandestine detention center of the Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). It also develops different types of memorial initiatives complementary to the permanent exhibition. We analyze the activity known as Visita de las Cinco (Visit of the Five), which is carried out monthly and brings together multiple voices, trajectories and stories crossed and/or linked to the space that, until then, were not part of the curatorial script. We aim to understand how these heterogeneous voices are incorporated in the museum story, what thematic nodes organize this activity and what types of veritative supports, meanings and temporalities emerge. We propose to conceive Visita de las Cinco as a unique memorial device that not only articulates with the curatorial script of the permanent exhibition, but also stresses, revises and expands its narrative scope reshaping the modes of elaboration, management and remembrance of the past.

Keywords: ESMA. TESTIMONIAL VOICES. MUSEUM NARRATIVE. VISIT OF THE FIVE.

Palavras-chave: ESMA. VOZES DE TESTEMUNHO. NARRATIVA DO MUSEU. VISITA DOS CINCO.

Introducción

El Museo Sitio de Memoria ESMA, emplazado en el ex centro clandestino de detención que funcionó durante la última dictadura en el edificio del Casino de Oficiales de la Escuela de Mecánica de la Armada, fue inaugurado el 19 de mayo de 2015 luego de profundas discusiones y acuerdos entre organismos, víctimas y agencias estatales. En el marco de las políticas de memoria implementadas durante la década del 2000, y particularmente en los gobiernos kirchneristas, en el año 2004 se estipuló por decreto presidencial el desalojo del predio por parte de la Marina y se creó el Espacio para la Memoria y para la promoción de los Derechos Humanos (ex ESMA), cuya gestión quedó en manos de los organismos de derechos humanos y de distintos estamentos del Estado. El desalojo definitivo se produjo, finalmente, en el año 2007. En los primeros años se presentaron diferentes propuestas de intervención del predio. Por ser el “núcleo duro del sitio’’ (Conte, 2012:76), el ex Casino se mantuvo vacío, preservado para las investigaciones judiciales en curso (Feld, 2012:337) y cumpliendo una función testimonial (Larralde Armas, 2022). 

Sobre la premisa de que el espacio “hablara por sí mismo” (Feld, 2017:117), en el año 2005 se inauguró una primera muestra. Como analiza Feld (2012), la misma consistió en la colocación de escuetas cartelerías, compuestas por planos, descripciones y fragmentos testimoniales de sobrevivientes extraídos de la Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADHU) y la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP); articuladas con las visitas guiadas. Estos carteles relataban los usos de cada área del edificio durante su funcionamiento como Centro Clandestino de Detención (CCD).

La curaduría de la puesta museística, exhibida desde el año 2015, estuvo a cargo de Hernán Bisman y Alejandra Naftal, quien es museóloga, sobreviviente del CCD Vesubio y actual directora del Museo Sitio de Memoria. Si la voz testimonial dentro de la muestra permanente del museo asume usos y sentidos particulares (Lampasona y Larralde Armas, 2021), aquí abordaremos los modos en que esta narrativa museística se amplía, tensiona o abre a la posibilidad de sentidos divergentes. Para ello, examinaremos algunos discursos y sentidos producidos en la actividad complementaria la Visita de las Cinco. Este trabajo se apoya en el análisis de los registros observacionales realizados sobre el espacio (sistematizados, particularmente, en diciembre de 2018, marzo de 2019 y marzo de 2020); la entrevista a su directora Alejandra Naftal; el material audiovisual y documental que compone la muestra permanente –aquella que se expone puertas adentro del ex Casino de Oficiales– y del producido en la Visita de las Cinco.1 Nuestro objetivo es reflexionar sobre los modos de incorporación de los testimonios en el relato curatorial y las narrativas que de allí se derivan, haciendo foco en las experiencias de violencia que anudan hegemónicamente el relato, las espacialidades que las albergan, los soportes de verdad, las temporalidades y sentidos.

Para avanzar en estas reflexiones, organizamos la exposición en dos apartados analíticos. En primer lugar, repasamos la disposición y el contenido de los testimonios en la muestra permanente, haciendo foco en los principales nudos de sentido, las mediaciones estéticas, las estrategias narrativas y el quién de esas voces, y entendiendo que todo corpus testimonial evidencia tensiones entre “las vivencias subjetivas de una primera persona única e intransferible, y la experiencia colectiva de los cientos de testigos y sobrevivientes” (Feld, 2012:363). A continuación, focalizamos el análisis en la Visita de las Cinco como una de las principales actividades complementarias, en tanto opera significativamente en nuevas modulaciones de la narrativa curatorial. La misma repara también en los principales nudos de significación que articulan su escenificación, los sujetos de la palabra, sus soportes y alcances de los testimonios. ¿Qué sentidos se configuran en estos diversos dispositivos? ¿Qué voces se incorporan en sus relatos? ¿Qué habilitan unos y otros, y qué obturan también? ¿Qué se incluye y qué queda por fuera del relato museístico?

Veremos, ante todo, que aun cuando los principales ejes de sentido (la experiencia del cautiverio en sus diferentes instancias, la maternidad y el delito de apropiación, el trabajo forzado) se sostienen en ambos dispositivos, los ámbitos de emplazamiento de esas voces modulan y condicionan los alcances y los límites de esas narrativas. Así, mientras el (ex) espacio físico de reclusión y tortura delimita el quién y el qué de los testimonios y de la narrativa –en términos del contenido que se reproduce, los ejes que la sostienen y los tipos de testimonios que la moldean–, el desarrollo de actividades por fuera de los espacios vinculados con el cautiverio y la tortura abre a otras temporalidades, subjetividades y testimonios de la experiencia límite.

La narrativa situada del horror. Reflexiones sobre la muestra permanente

El ex Casino de Oficiales está integrado por un pabellón independiente, tres plantas, un sótano y una gran buhardilla. En la puesta museográfica, el sitio fue distribuido en 17 salas expositivas y fue intervenido con estructuras acrílicas de sencilla remoción y no se realizaron construcciones, derrumbes o transformaciones edilicias que no pudieran deshacerse.2 Sin embargo, los modos de intervención del sitio y, particularmente, los soportes e inscripciones del testimonio lo reconfiguraron en un espacio recubierto, revestido por la palabra testimonial en diversos soportes como cartelería, paneles y proyecciones audiovisuales. En esta muestra, la voz testimonial de los sobrevivientes, en su carácter de testigos oculares, sustenta el guion curatorial, siendo su soporte veritativo la narrativa surgida en distintas instancias judiciales (Lampasona y Larralde Armas, 2021; Larralde Armas, 2022). Esos relatos son retomados de causas judiciales con sentencia firme –particularmente, el Juicio a las Juntas y el Primer Juicio de la Megacausa ESMA del año 2010–, edificando la escena jurídica como una instancia de legitimación y construcción de verdad indiscutible, sobre certezas construidas en base a una “verdad indudable e indeleble” (Feld, 2002:60). Alejandra Naftal, directora del museo, señalaba en una entrevista que

la voz dada en la justicia no tenía discusión, para quien viniera y preguntara “¿Dónde están los subversivos?” Por eso, acá se cuenta lo que sucedió a través de las voces dadas en la justicia en las distintas instancias de nuestra historia, la CONADEP, el Juicio a las Juntas y los juicios actuales (A.N., 20 de marzo de 2019, cursivas nuestras).

La trasposición de la voz testimonial de la escena jurídica al espacio memorial tuvo dos tipos de estrategias de construcción narrativa: la primera se trató de la construcción de una voz coral a través de la edición de fragmentos de testimonios de distintos sobrevivientes que se entrelazan construyendo una única narrativa sobre los espacios; y la segunda fue anclar la voz testimonial al espacio físico del cual se da testimonio, cuyos relatos se centran en explicar las características físicas de esos lugares, las experiencias vividas allí y las dinámicas del cautiverio (Lampasona y Larralde Armas, 2021). Ambas decisiones curatoriales trabajan un hilo narrativo cuya función es dar cuenta de lo que sucedió en cada espacio particular y exhibir pruebas, testimoniales o documentales, todas presentadas con anterioridad en el ámbito judicial para probar los crímenes cometidos en ese CCD. Por lo tanto, el encuentro entre los objetivos de hacer hablar al espacio y probar los acontecimientos allí sucedidos genera un movimiento concéntrico dentro de la narrativa, ya que la presentación de la demostración de los crímenes cometidos centra su atención en el proceso vivido puertas adentro de ese CCD entre 1976 y 1983. Este recorte, que encuentra su sustento en la lugarización de la experiencia concentracionaria y en la delimitación narrativa a los límites espacio-temporales impuestos por el funcionamiento del CCD, excluye paradójicamente de la narrativa del museo otras dimensiones como las singularidades del después de esas vidas sobrevivientes que ponen voz y contenido a lo vivido en el CCD, las disputas memoriales, las demandas e iniciativas de los familiares y sobrevivientes, así como las reconstrucciones que se han podido realizar a lo largo del tiempo. Anudado a ello, entendemos también que la selección y puesta en escena de estas voces no solo profundiza esa tensión constitutiva e irresoluble sino que opera a partir de apoyaturas específicas, en lo que Feld y Messina (2014) han calificado como voces legitimadas/calificadas y/o denegadas. En efecto, aun cuando la pretensión de amplitud y heterogeneidad constituye un valor ineludible a resaltar por parte del equipo curatorial y gestivo del espacio, la articulación del relato coral sobre el que se sostienen las muestras –principalmente, la permanente– se sustenta en algunas de las voces socialmente legitimadas y reconocidas. Sin embargo, estas exclusiones no son definitivas ni son invisibilizadas por el museo. Por el contrario, la organización y sistematización de actividades complementarias procura dar respuesta, ampliar e incorporar aquello que queda por fuera de los límites del guion curatorial.3 En particular, la ya mencionada Visita de las Cinco constituye un dispositivo memorial novedoso que permite, por su propia dinámica, la ampliación de los sentidos, de las voces, de las vivencias y las temporalidades del relato.

La Visita de las Cinco: aperturas espacio-temporales y veritativas del testimonio

La Visita de las Cinco se configura como una iniciativa memorial complementaria de la muestra permanente del sitio. Inaugurada con motivo del cuarenta aniversario del golpe militar del 24 de marzo de 1976, se realiza los últimos sábados de cada mes y reúne, a partir de invitados/as especiales para cada encuentro, múltiples voces, trayectorias e historias atravesadas y/o vinculadas con el espacio que hasta entonces no formaban parte del guion curatorial. A los y las sobrevivientes, se suman ahora familiares, saberes expertos (psicólogos/as, fiscales, abogados/as, peritos, investigadores/as), representantes de la cultura, cronistas, entre otros/as. En el caso de los familiares, las personificaciones son diversas, hay madres, abuelas, hermanos/as, pero fundamentalmente hijos e hijas de detenidos-desaparecidos del CCD (algunos/as de los/as cuales fueron apropiados/as) cuyos relatos en particular “influyen y tensionan el relato dominante y contribuyen a cambiar el discurso en el presente”, tal como señalan Pérez y Capdepón (2021). Como sucede con el resto de las propuestas del Espacio para la Memoria ex ESMA, el Museo posibilita una memoria descentrada, ya que desde su anclaje espacial, las memorias producidas en el sitio se asientan en convivencias, tensiones, superposiciones, coexistencia y sobre todo simultaneidad de perspectivas contradictorias y en conflicto que se expresan en la heterogénea forma de significación y transmisión del pasado (Larralde Armas, 2022).

Emplazada entre los exteriores del edificio y la muestra permanente, la Visita de las Cinco se propone como un espacio de encuentro en torno de un acontecimiento o aspecto singular de la historia del espacio, e incluye un recorrido por las instalaciones del Museo en el que, en articulación con el relato de un guía, la voz de los/as invitados/as especiales va narrando ciertos aspectos vinculados con el espacio, junto con vivencias y emociones personales, saberes y/o recorridos, que exceden en múltiples sentidos esos límites espacio-temporales. A lo largo del recorrido, se producen intercambios entre el público y los/as invitados/as y a modo de cierre se promueve un diálogo más reflexivo. Desde un formato que vincula las instancias testimoniales con elementos de la performance (Naftal, 2017:14), este dispositivo se articula entonces con la propuesta museográfica desde formas narrativas, personificaciones, temáticas y soportes que se tocan, al tiempo que diversifican y amplían, los ejes, validaciones y problemáticas que organizan el guion museográfico de la muestra permanente. Nuevamente, en palabras de la directora:

[…] todo lo que se pueda hablar, revisar, discutir e investigar, lo hacemos en las muestras temporarias y en las actividades. La actividad de la Visita de las Cinco es una actividad donde le damos voz a todos […]. Todo lo que se pueda escribir, investigar, interpretar, bueno, queremos generar esos espacios a través de complementos, las exhibiciones temporarias y sobre todo las actividades. Piensen que a la Visita de las Cinco vienen los sobrevivientes, teóricos o investigadores y cronistas. Y además, es el espacio donde se le da la voz a lo que nosotros como institución pública del Estado no podemos decir (entrevista de las autoras, marzo de 2019).

Desde marzo de 2016, las visitas se sostuvieron mensualmente y alcanzaron, a mayo de 2021, un total aproximado de 48 eventos.4 Las temáticas abordadas en cada uno de los encuentros son diversas: el delito de apropiación de menores y el trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo, los delitos económicos, la violencia sexual o de género, la serie secuestro/tortura/cautiverio/desaparición y la experiencia singular de los y las sobrevivientes, algunos de los casos considerados emblemáticos, el mundial de fútbol, las articulaciones locales y/o regionales del sistema represivo, entre otras.

En este apartado, nos centraremos en algunas de las visitas que abordaron, principalmente, el cautiverio y la configuración del sistema desaparecedor, y los nacimientos en la ESMA y el delito de apropiación5 (ejes también tematizados en la muestra permanente). En función de estos ejes temáticos, las visitas sobre las que aquí reflexionaremos se titularon: “Nacer en la ESMA” (junio 2016), “La Ciencia de las Abuelas” (octubre 2016), “Más allá de la ESMA. A 41 años del inicio del Plan Cóndor” (noviembre 2016), “Sobrevivientes” (agosto 2017), “Los nietos de la ESMA” (octubre 2017), “El caso de Horacio Domingo Maggio” (octubre 2018), “Mirta Alonso y Lautaro Hueravilo” (mayo 2019), y “Dar testimonios en momentos difíciles” (agosto 2019).6 Nos interesa reparar en dos dimensiones analíticas. Por un lado, en los soportes de verdad y las estrategias de legitimación de los relatos y, por el otro, en las modalidades de construcción de la narrativa –en particular, la construcción de la voz coral, los contenidos y temporalidades del relato y el sujeto de la palabra–.

Tal como señalamos en el apartado anterior, la muestra permanente se configura sobre un discurso productor de verdad y legitimidad predominante: la escena jurídica, y particularmente el Juicio a las Juntas y la Megacausa ESMA, aparecen allí como soportes prioritarios de la validez de lo enunciado. Los testimonios de los y las sobrevivientes, dispuestos a través de paneles y/o proyecciones, encuentran su legitimidad última, su instancia inapelable, en la certificación del aparato judicial. La Visita de las Cinco, en tanto, se propone como un relato complementario o diferente, no tan solo en cuanto al formato y la puesta escénica sino también porque no será aquí la evidencia jurídica la que certifique la verdad de lo narrado sino, principalmente, la dimensión subjetiva (e intersubjetiva) de la experiencia. Desde ese registro, que trasciende la instancia de acreditación de la prueba, las certezas, y reconstrucciones posibles, se habilita también la emergencia de imprecisiones, de silencios y emociones que no suponen lógicas antagónicas sino que se enlazan, conjuntamente, en el intento de transitar y reflexionar sobre el sitio. En este marco, el “Yo soy…”, “Mi nombre es…” de las presentaciones inaugura mayoritariamente las intervenciones y abre un espacio de enunciación que se anuda a los modos específicos en los que la desaparición ha tocado el espacio vital.

De este modo, se amplían los sentidos específicos que asume el “haber estado allí” propuesto por Ricoeur (2008) para el caso de los sobrevivientes de los campos nazis, incluyendo, en este caso, también a formas personales y más amplias de afectación, además de diversos aportes, vivencias o reflexiones de los y las profesionales que han participado de las visitas en calidad de expertos. Esta incorporación de las dimensiones subjetivas de la experiencia permite ampliar los sentidos de verdad más allá del carácter “objetivo” y probado de lo que se expone y alojar los posibles silencios, huecos, lagunas e (im)posibilidades que atraviesan al sujeto y a la palabra. Como destaca Jelin (2002:87), “el eje de la consideración de la ‘verdad’ se desplaza de la descripción fáctica […] a la narrativa subjetivada, que transmite verdades presentes en los silencios, en los miedos y en los fantasmas que visitan reiteradamente al sujeto […]”.7

Ahora, ¿qué modulaciones narrativas se configuran en el marco de estos soportes de verdad? ¿Qué particularidades asumen esos relatos y qué sentidos emergen? En cada encuentro y en la articulación general de la actividad, se va conformando también una voz coral. Al igual que la muestra permanente, los testimonios se traman en la construcción de una narrativa colectiva sobre el dispositivo concentracionario. La individualidad del testimoniante es diluida, así, en una voz coral que da cuenta de una práctica sistemática de represión y desaparición. En el caso de esta actividad, los relatos se solapan, se complementan, se tensionan y disputan, pero ya no –o no tan solo– en función de la reconstrucción del circuito desaparecedor sino también para dar cuenta de los modos singulares a partir de los cuales la desaparición forzada ha ido desarmando y reconfigurando tramas vinculares y trayectorias vitales.8 Como dijimos, el museo genera un movimiento de descentramiento (Larralde Armas, 2022) en el que la producción de narrativas sobre el pasado queda abierta a nuevos sujetos y colectivos que no son los que participaron de las disputas y discusiones en torno a la creación de los guiones curatoriales del sitio. Por ello, este movimiento de apertura posibilita la convivencia de diversas formas de la memoria, siendo estas por momentos literales, ejemplares, institucionales, subterráneas, denegadas, impedidas, silenciadas o invisibilizadas.

Desde la recomposición del lugar a partir de la vivencia personal, hasta la remisión a las tensiones mismas que la visita produce en términos emocionales, los y las protagonistas de los encuentros van construyendo sentidos heterogéneos en torno del espacio. En el caso de los y las sobrevivientes, algunos de esos sentidos se vinculan con las condiciones del cautiverio, las posibilidades de resistencia, con las estrategias personales y, en algún punto colectivas, con el problema de la transmisión y, fundamentalmente, con la “necesidad” o el “deber” de dar testimonio. A continuación, señalaremos algunas situaciones que ejemplifican las formas en que los y las sobrevivientes interpretan su tarea de dar testimonio en el sitio:

Nosotros tenemos la enorme suerte, la gigantesca suerte de haber sobrevivido. Salimos de acá con un mandato, un mandato de todos los compañeros y compañeras que no pueden hablar, que no pueden decir, que fueron asesinados. En nombre de esos compañeros nosotros tenemos que hablar, en nombre de esos compañeros nosotros tenemos que reconstruir la historia, y en nombre de esos compañeros nosotros tenemos que recuperar su memoria (Carlos Muñoz, video de la visita con Emiliano Hueravilo).

Nosotros tenemos un lema que dice: “Porque luchábamos nos desaparecieron, y porque aparecimos seguimos luchando (Osvaldo Barros, video de la visita con Emiliano Hueravilo).

Solo decirles, para cerrar, que si algo nos permitió mantener la cordura fue la solidaridad que hubo en los pequeños actos de resistencia que tuvimos aquí adentro. Dos, que tuvimos todo un proceso en el cual pudimos transformar el dolor en acusación, y eso nos salvó también la vida (Andrea Bello, fragmento del video de presentación “Más allá de la ESMA. A 41 años del Plan Cóndor”, noviembre 2016; las cursivas son nuestras).

Este “deber de memoria”, que se presenta como valor indiscutible y que anuncia, en este sentido, un espacio de reafirmación y recomposición para gran parte de los y las sobrevivientes (Tolentino, 2016),9 incorpora también un peso que nos acerca –aun cuando no se enuncie explícita ni mayoritariamente– a esas inscripciones dolientes y desestructurantes de la experiencia límite. Ese peso, esas tensiones y dolores que no se pronuncian explícitamente o no vertebran el sentido general de los relatos, los atraviesan, muestran sus huellas y son percibidos e incorporados, en algunos casos, en las crónicas en las que se señala, por ejemplo:

ya desde el principio pasó lo mismo, en todos los grupos en que se habían dividido público y sobrevivientes: el guía se frenaba, esperaba que la gente se acomodara alrededor y entonces miraba a los sobrevivientes y ellos empezaban espontáneamente a hablar, de a uno. Se cargaban la visita al hombro. […] donde sucede, donde encarna, es en ese hombre o mujer de sesentipico que nos está hablando, que nos está contando cómo fue estar ahí hace cuarenta años, cuando tenía veinte. Uno de ellos cuenta que los abogados en el Juicio le decían que tenía una memoria envidiable: ‘No le deseo a nadie recordar lo que yo recuerdo’, les contestó (Crónica “Sobrevivientes”, agosto 2017; la cursiva es nuestra).

Ese día, el 31 de agosto, la Visita de las 5, lo tenía de invitado. Y también a nosotras, quienes habíamos acompañado desde el Centro Ulloa, parte del recorrido testimonial de Víctor. No todo, porque más allá del hecho jurídico, él como muchas y muchos ex secuestrados, han declarado mil veces, en distintos tonos, en distintos registros, frente a distintos oídos, muchos de ellos totalmente cerrados. Digamos que los tiempos difíciles no cesan con la finalización de las políticas del terror. Y hablar para nadie fue parte del recorrido testimonial que soportaron por décadas las y los sobrevivientes. […] Él invirtió en ese acto el lugar del oído sordo que lo acompañó durante tantas décadas, los 500 oídos querían escucharlo, una adolescente le preguntó: ¿qué te ayudó a llegar hasta acá? Y Víctor respondió con la genealogía de su militancia, respondió con la frase de su compañero que le pidió que si sobrevivía lo cuente, para que los responsables de esos crímenes no se la lleven de arriba (Fabiana Rousseaux, Crónica de la visita de Víctor Basterra).

En el caso de los hijos y las hijas de detenidos, esas tensiones vitales que se anudan con la experiencia límite (propia y de sus padres) aparecen de manera más explícita en las emociones, los silencios, las imprecisiones. Particularmente para las personas que nacieron en el espacio, en el marco del cautiverio, las referencias remiten no tanto a la reconstrucción o a la certificación de lo ocurrido allí –en algún punto imposible, dados los tiempos vitales en los que habitaron el espacio y la propia lógica expositiva del sitio, anclada como dijimos en la verdad jurídica y la figura del testigo ocular– sino, principalmente, a los modos en los que esas espacialidades y los procesos de violencia irrumpieron, trastocaron y/o reconfiguraron los vínculos filiales, principalmente el materno, y las propias biografías:

Nací entre septiembre y noviembre del 77, no sé la fecha, así que podría ser mi cumpleaños hoy, así que… [aplausos] […]. Y yo vengo con la ilusión, sinceramente, de buscar algo escrito en las paredes por mi vieja… (Ezequiel Rochistein Tauro, La Ciencia de las Abuelas, octubre 2016).

Patricia Marcuzzo, la madre de Sebastián Rosenfeld, redactó una carta antes de dar a luz. […] Ahora mismo, su hijo Sebastián está de pie al lado del panel donde se reproduce lo que ella escribió. […] Hasta el día de hoy, Marcuzzo continúa desaparecida. Y el padre del niño también. Ahora, en esta pequeña habitación suavemente iluminada de la Escuela de Mecánica, todos miran a Sebastián, el hombre adusto que fue aquel bebé en el moisés. Él no mira a nadie y elige no hablar. Una señora surgida de la pequeña multitud le pregunta entonces por qué él fue devuelto a su familia original, a diferencia de otros bebés que fueron apropiados por algunas familias militares. –No sabemos –responde Rosenfeld–. La cotidianeidad de saber que esa era mi familia disminuía las preguntas, pero siempre estuvimos esperando a que mi mamá volviera. Mi abuela tuvo su recorrido legal, como todas las familias de los desaparecidos, y su recorrido místico. Rosenfeld echa un vistazo a la salita, toma aire. Continúa: –Esto es parte de mí desde siempre (Crónica “Nacer en la ESMA”, junio 2016).

Para mí el… el lugar que más me conecta con toda mi historia, y con mi mamá en especial, es este cuartito. Eh, a mi mamá la depositaron acá y lo único que había acá adentro era un camastro. De hecho, hay solamente espacio para eso. Este cuarto a mí me…, es el lugar con el que más conexión tengo yo de todo este Centro Clandestino porque los únicos 3 días que yo… pasé con mi mamá, de que hay certeza de que pasé con mi mamá, los pasé acá adentro (“Los nietos de la ESMA”, octubre 2017).

En reiteradas oportunidades se dan diálogos, preguntas y reconstrucciones entre las diferentes generaciones. Los/as sobrevivientes adultos/as al momento de las desapariciones se reposicionan como testigos vivenciales y oculares ante los entonces infantes, aportando informaciones que por momentos reparan y, en otros tantos, no logran compensar esos vacíos porque resulta imposible. En cualquier caso, estas voces no se cierran sobre sí, sino que dialogan y se complementan con esas múltiples intervenciones:

En el pasillo, parado en la puerta de la pieza de enfrente, está Juan C. ‘Mantecol’ se acerca y le cuenta: ‘Vos llorabas mucho, los compañeros decían ¡cómo llora!’. ‘¿Me escuchaban llorar?’ pregunta Juan en voz baja y él le dice que sí. ‘¿Me viste ahí?’, repregunta y se sorprende Juan y ‘Mantecol’ le repite que sí y que siempre había querido contarle.

Juan lo mira a los ojos y se anima: ‘¿Sabés si yo tomaba la teta?’. ‘Mantecol’ se incomoda, hace un gesto con los hombros y se excusa, no sabe, contesta con un dejo de pena (Crónica “Los nietos de la ESMA”, octubre 2017).

Hijo de Maggio [fugado de la ESMA, recapturado y asesinado, que continúa desaparecido]: En relación a la fuga, voy a contar una anécdota que me contó mi abuela Haydée, la Negrita, este… recibe un llamado ella y lo único que escucha es ‘El pájaro voló’ [risas y aplausos]. Y así uno se hace una idea de, incluso, el grado de humor del tipo…

[Interrupción] ASISTENTE: Acá en esta sala está el compañero que le hizo la llamada a tu abuela, diciendo ‘el pájaro voló’.

Hija de Maggio, hacia su hermano: Ah! ¿No fue papá?

Ambxs: Aaaahhhh!

[Aplausos, abrazos] (fragmento visita “Maggio”, octubre 2018).

Con todo, la puesta posibilita la configuración de nuevas temporalidades para narrar la desaparición y los crímenes cometidos en el espacio. En efecto, la posibilidad de un relato presente, enmarcado en la presencialidad y el encuentro cara a cara, abre los límites espacio-temporales del espacio del horror. Ya no es, entonces, la temporalidad del cautiverio la que organiza de manera exclusiva las posibilidades de enunciación, sino que se inscriben también remisiones a los tiempos anteriores y posteriores, de largo plazo, a la experiencia límite del CCD. Esas temporalidades se amplían y diversifican con la incorporación de las militancias previas y de una parte de los recorridos biográficos y colectivos posteriores. Ante todo, el secuestro y la desaparición (propia o de los cercanos) se perciben explícita o implícitamente desde sus efectos aún vigentes y desestructurantes del recorrido vital, y de la posibilidad, siempre abierta y agrietada, de recomposición de un mundo propio:

[…] Todos tardan otro rato en irse. Incluso los que no querían estar allí. Charlan. Se abrazan. Se saludan y por fin se empiezan a ir de un lugar del que nunca terminan de salir.

Afuera los espera la vida que lograron construir y la que cambiaron desde que saben quiénes son. A Juan y a Cecilia los espera Ciro, que ríe y se abraza al cuello de su mamá (Crónica “Los nietos de la ESMA”, octubre 2017).

Estas aperturas personales no se vinculan tan solo con la instancia de la singularidad, sino que remiten también a temporalidades políticas del presente, afirmando de alguna forma las potencialidades e incidencias del dispositivo memorial en problemáticas político-sociales actuales:

Esto no es algo que pasó, esto es algo que nos sigue pasando. Y que hasta hace 2 días le pasaba a la nieta número 125, que acaba de recuperar Abuelas (“Los nietos de la ESMA”, octubre 2017).

Me impresiona, me despierta profunda admiración el aplomo que tienen los sobrevivientes cuando hablan. […] Somos quinientos escuchando a esos veinte sobrevivientes; deberíamos ser cuarenta millones, pienso. Y deberíamos, todos, en este momento, estar exigiendo en voz alta lo mismo que reclaman esos veinte, las últimas palabras que dicen al final de la visita: “Aparición con vida de Santiago Maldonado. Juicio y castigo a los culpables. ¡Nunca más!” (Crónica de “Sobrevivientes”, agosto 2017).

A comienzos de este apartado hacíamos referencia al espacio de enunciación e imbricación personal con el proceso de desaparición. Sin embargo, por su propia dinámica, este dispositivo habilita/viabiliza la configuración de diversas, aunque solapadas, posiciones de enunciación. En efecto, y dependiendo de las visitas y de las temáticas propuestas, los sujetos pueden asumir diferentes roles o modalidades de participación. Las víctimas forman parte del grupo de invitados/as, pero también asisten en calidad de público e, incluso –como sucede en algunos casos–, lo hacen como expertos y/o cronistas; tal es el caso, por ejemplo, de Miriam Lewin –sobreviviente, periodista y cronista invitada de la visita “La ciencia de las Abuelas” o Andrea Bello, sobreviviente y documentalista convocada en la visita sobre “Plan Cóndor” –, entre otros. Estas diversas posibilidades de participación, que desplazan y/o diversifican el lugar de enunciación, dan cuenta también de esos múltiples recorridos y lugares sociales y personales del/los sujeto/s, a pesar de la experiencia límite. Al mismo tiempo, nos permiten pensar en posiciones sociales y subjetivas que, aun cuando vertebran sobre un nudo fuerte de sentido –el de haber sido atravesados por los procesos de desaparición–, no resultan fijas. En efecto, no es tan solo el lugar de víctimas el que los y las interpela o convoca, sino que se habilita también a la emergencia de esas múltiples posiciones, agencias y configuraciones identitarias desde las cuales se vive, significa y enuncia la propia historia:

Cuando lo llamaron para invitarlo a la Visita de las Cinco, Emiliano quedó sorprendido. Le fue difícil prepararse. ‘Me hizo plantarme ya no como víctima sino como dirigente sindical, porque no era una reivindicación solamente de mis padres, ni mía tampoco, sino para que la sociedad o los compañeros más jóvenes puedan saber que el Casino de Oficiales fue un centro clandestino, que todo el predio lo fue. Me paré desde ahí, pude trasmitir lo que quería, enfrentar el dolor y expresar que yo, como Osvaldo, era un sobreviviente de ese lugar (Crónica visita de Emiliano Hueravilo).

Nunca, en mis años de periodista, me costó tanto escribir un texto. Me pesan la ESMA, las ausencias, tener conciencia de que podría haber sido pasajera de un vuelo de la muerte, me reaparecen las marcas de la picana, me ahogo. Pero más me duele pensar que los que apuran el retorno de la impunidad puedan quedar impunes. Los escupo. […] Por todos los que buscan la Verdad y la Justicia (Crónica visita “La Ciencia de las Abuelas” de Miriam Lewin).

En definitiva, nos interesa señalar que el dispositivo propuesto trae la posibilidad de diversos desplazamientos: de los soportes de verdad; del emplazamiento del testimonio, que ya no encontrará un lugar fijo y homogéneo; de sus temporalidades, que no estarán delimitadas en y por los límites espacio-temporales del CCD/sitio de memoria, sino que incorporarán el antes y el después del cautiverio y la desaparición; y, fundamentalmente, del sujeto de la palabra, ya que la figura del testigo judicial dejará lugar o se complementará con nuevas voces y formas de vinculación con la experiencia de la desaparición. Su ocurrencia y sistematicidad traen a la escena el carácter abierto, heterogéneo y en conflicto de los sitios y sus actores, en particular, y de las políticas de memorias en general (Rabotnikof, 2007; Besse y Escolar, 2012; Messina, 2011; Guglielmucci, 2013; Da Silva Catela, 2014; entre otros/as). Al mismo tiempo, nos permiten aproximar a esas narrativas heterogéneas, entroncadas y al mismo tiempo tensionadas, que configuran lo que Gatti (2011) ha denominado el campo del detenido-desaparecido, y que remiten tanto a la búsqueda por el sentido como a las formas de habitar y transitar, sin llenar o evadir, el vacío producido por la desaparición.

Conclusiones

La Visita de las Cinco, en tanto dispositivo de mediación memorial, complementa, retoma y se anuda con muchos de los sentidos configurados en la muestra permanente, al tiempo que los amplía y/o reconfigura.

Si bien algunos de esos sentidos recuperan en muchos aspectos narrativas y construcciones hegemónicas en el campo de los derechos humanos (la militancia política como valor, la “recuperación” identitaria en su anudamiento genético, el testimonio en su dimensión de “deber” y el carácter heroico y/o sacro de los desaparecidos, de las madres y abuelas, pero también de los sobrevivientes, entre otras), en este escrito nos interesó reflexionar sobre algunas de las aperturas narrativas que estas incorporaciones y multiplicidades de voces promueven. Ya no es el testimonio dando forma, explicando, haciendo hablar al espacio sino, fundamentalmente, las marcas e inscripciones que ese sitio produjo en los recorridos vitales y las tramas de interacción. Como señala Fabiana Rousseaux (2019), en su crónica de la visita protagonizada por Víctor Basterra: “La Visita de las Cinco es un dispositivo hecho para escuchar. No solo para testimoniar […]. No es un recorrido. Es un dispositivo donde se generan las excepcionales condiciones que provoca ingresar al espacio sacro y dejarse tocar por él. No se sale igual de allí”. En la mayoría de los casos, no es la primera vez que estas voces ingresan a la ex ESMA en general, y al ex Casino de Oficiales en particular; mucho menos, que cuentan su historia. Pero la institucionalización de esos relatos en términos de su encuadramiento en una actividad consolidada marca reconfiguraciones y bifurcaciones sugestivas de la propuesta museística. Desde ya, estas aperturas no incluyen la totalidad de dimensiones vitales y sociales atravesadas por la desaparición forzada, ni reúnen tampoco la totalidad de perspectivas, vivencias y recorridos.

Este trabajo se inscribe en el PICT “La ESMA, de Centro Clandestino de Detención a Sitio de Memoria: procesos históricos y memoriales entre 1976 y 2016”, dirigido por la Dra. Marina Franco, del cual las autoras son integrantes.

#Bibliografía

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»Feld, C. (2002). Del estrado a la pantalla: las imágenes del juicio a los ex comandantes en Argentina. Buenos Aires: Siglo XXI.

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»Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Buenos Aires: Siglo XXI.

»Lampasona, J. y Larralde Armas, F. (2021). El testimonio en el espacio: entre la escena judicial y la narrativa situada del horror. Un análisis de la muestra permanente en el Museo Sitio de Memoria ESMA. Revista Rubrica Contemporánea, X(20), 163-181.

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»Larralde Armas, F. (en prensa). La experiencia concentracionaria de las mujeres. Análisis de la muestra “Ser mujeres en la ESMA”. En T. Basile y M. Chiani (Comps.), Voces femeninas de la violencia. Avatares del testimonio en el cono sur. La Plata: Edulp.

»Messina, L. (2011). El ex centro clandestino de detención ´Olimpo´ como dispositivo de memoria: reflexiones sobre las marcas territoriales y sus usos’. Revista Aletheia, 2(3), 1-25.

»Naftal, A. (2017). La Visita de las Cinco. En La Visita de las Cinco: 2016 – 2017. Buenos Aires: Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, Museo Sitio de Memoria ESMA.

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»Ricouer, P. (2008). Vivo hasta la muerte. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

»Rousseaux, F. (2019). 250 pares de oídos para Víctor. En Dar testimonio en tiempos difíciles, Museo Sitio de Memoria ESMA. Disponible en: http://www.museositioesma.gob.ar/item/dar-testimonio-en-momentos-dificiles/

»Tolentino, M. (2016). “Porque sabemos la verdad, tenemos memoria, exigimos justicia”: la trayectoria de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos (1984-2014). IX Seminario Internacional Políticas de la Memoria, Buenos Aires, Argentina.

Florencia Larralde Armas / larraldeflor@yahoo.com.ar

Investigadora Asistente del CONICET, Instituto de Justicia y Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa). Doctora en Ciencias Sociales, Magíster en Historia y Memoria y Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de La Plata. Es autora de EX ESMA. Políticas de memoria en el ex centro clandestino de detención (2022, La Oveja Roja) y Relatar con luz: usos de la fotografía del desaparecido (2018, Edulp). También ha publicado artículos especializados en el país y en el exterior.

Julieta Lampasona / julieta.lampasona@gmail.com

Doctora en Ciencias Sociales y Licenciada en Sociología por Universidad de Buenos Aires. Integrante del Núcleo de Estudios sobre Memoria (CIS-CONICET/IDES) y coordinadora del grupo “Lugares, marcas y territorios de la memoria”. Sus líneas de trabajo se vinculan con el análisis de las trayectorias biográficas de los sobrevivientes de los centros clandestinos de detención y los modos de inclusión de esta figura en los actuales sitios de memoria.


1 A partir de mayo de 2020, debido a las dificultades impuestas por la pandemia y las restricciones a la circulación por la emergencia sanitaria, los encuentros adoptaron un formato virtual. Por su parte, debemos señalar que en la página web del sitio se encuentran disponibles las descripciones generales de la actividad, las crónicas de cada una de ellas, junto con breves videos de presentación o resumen de la visita (en aquellas que se realizaron de manera presencial) o con los videos completos del encuentro, en el caso de las visitas virtuales (ver: http://www.museositioesma.gob.ar). Las reflexiones sobre este dispositivo se deben a la habilitación vía web de estos materiales; en este sentido, el material disponible supone ya un montaje y/o mediación realizada por el sitio. En este sentido, si bien el análisis no se sostiene en la observación participante y sistemática de cada una de las visitas, supone sí un trabajo interpretativo sobre una parte sustantiva de los modos de presentación y difusión de la actividad. Por su parte, una segunda muestra que cobra para nosotras especial significación es la de “Ser mujer en la ESMA”, analizada en Larralde Armas (en prensa).

2 El frente y contrafrente del edificio fueron intervenidos con estructuras de vidrio. Sobre la fachada original se colocó un volumen de vidrio cuadrado con los rostros de los desaparecidos impresos. A partir de distintas marcas arquitectónicas se sintetizan sobre el edificio diferentes temporalidades que tienen que ver con los usos y sentidos que tuvo el edificio a lo largo del tiempo (Larralde Armas, 2020).

3 Cabe mencionar que, además de la Visita de las Cinco, se suman también las muestras temporarias, como por ejemplo, Ser mujeres en la ESMA, analizada en Larralde Armas (en prensa), los conversatorios y los encuentros virtuales con sobrevivientes –actividades llevadas a cabo durante la pandemia–, sobre las que avanzaremos en futuros abordajes.

4 En el recurso web del Sitio aparecen publicadas un total de 44 visitas. Sin embargo, debemos señalar que en la primera semana de esta actividad, se realizaron 5 visitas sucesivas en los días inmediatamente anteriores al 24 de marzo; cada una de ellas a cargo de personalidades específicas vinculadas, principalmente, con las víctimas directas, activistas todas ellas en el campo de los derechos humanos: Madres de Plaza de Mayo, familiares, un niño hoy adulto nacido en la ESMA, apropiado y años después restituido y un sobreviviente. Asimismo, una de esas visitas estuvo a cargo de Mercedes Soiza Reilly, reconocida fiscal de la causa ESMA. Las mismas aparecen catalogadas de manera unificada en el recurso, como la primera visita, bajo el nombre A 40 años del golpe de Estado.

5 Esta selección –que reúne principalmente a las visitas protagonizadas por sobrevivientes e hijos/as de detenidos-desaparecidos– constituye un recorte posible. Debemos señalar que muchos de los otros temas que organizan las visitas tocan también estos nudos de sentido e incorporan las voces de sobrevivientes, hijos/as y familiares en general.

6 Cabe aclarar que el análisis no se realizará sobre cada una de los encuentros ni sobre las historias singulares de sus protagonistas, sino que intentaremos asir elementos transversales y convergentes entre ellas. En este sentido, la selección de los fragmentos testimoniales y/o documentales intentará dar espesura analítica a los nudos temáticos que aquí se proponen.

7 Aun así, cabe resaltar también que lejos de encontrar su apoyatura veritativa solo en las vivencias subjetivas y las emociones singulares que esta espacialidad produce, muchos de los y las testimoniantes han recorrido otras instancias de validación social y de reconocimiento público previas, ya sea en la instancia judicial u otros espacios de denuncia, por sus trayectorias y/o militancias en el campo de los derechos humanos o, incluso, por la certificación misma de identificación genética –en el caso de quienes fueron apropiados/as–.

8 Estas reconfiguraciones incorporan no tan solo la dimensión de la pura ruptura sino también, y en algún punto, algunas formas posibles (aunque siempre parciales y agrietadas) de su recomposición.

9 Como analiza Marcos Tolentino (2016), la reinscripción en tramas políticas constituyó para muchos/as sobrevivientes un ámbito de reconstrucción personal e identitaria.