El Programa de Historia Social de la Geografía (Buenos Aires) y la Unidad de Investigación (Mendoza). Una experiencia original de circulación de ideas entre geografías de Argentina


Gonzalo Lus Bietti

Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone”. Buenos Aires, Argentina.

Diego Bombal

Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Geografía “Martín Pérez”. Mendoza, Argentina.

Recibido: 19 de febrero de 2024. Aceptado: 16 de abril de 2024.

Resumen

A partir de reconocer en Argentina una vacancia en estudios interesados por trabajar, desde la historia social de la Geografía conjuntamente con el devenir de dos carreras universitarias de Geografía en el país, este artículo busca indagar una experiencia inédita de colaboración intelectual y circulación de ideas, materiales y personas que involucró a geógrafos y geógrafas provenientes de las carreras de Geografía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo). En efecto, se trata del Programa de Historia Social de la Geografía y la Unidad de Investigación Mendoza, radicados en el Instituto de Geografía de la Universidad de Buenos Aires.A través del trabajo de archivo y la recopilación de testimonios de algunas de las y los intelectuales involucrados, se buscará responder preguntas acerca decómo se originó este programa, qué perspectivas sostenía, quiénes lo integraban, y por qué y de qué manera se vinculó este Programa con los geógrafos y geógrafas de la UNCuyo.Tras conocer las trayectorias singulares que siguieron las carreras de Geografía de la UBA y la UNCuyo luego de la restitución democrática de 1983, se indagarán las particularidades del Programa de Historia Social de la Geografía (HSG) para, posteriormente, centrar el análisis en la experiencia de la Unidad de Investigación Mendoza. Finalmente, el escrito cierra con algunas reflexiones que, por un lado, buscan abrir líneas de indagación sobre la importancia fundacional que tuvo este programa para la HSG en Argentina y, por otro, señalar a nivel teórico la relevancia de las redes y la circulación de las ideas.

Palabras Clave: GEOGRAFÍA ARGENTINA. UNIVERSIDADES. HISTORIA SOCIAL DE LA GEOGRAFÍA. PROGRAMA DE HISTORIA SOCIAL DE LA GEOGRAFÍA. UNIDAD DE INVESTIGACIÓN MENDOZA.

The Social History of Geography Program (Buenos Aires) and the Research Unit (Mendoza): An Original Experience of Idea Circulation Among Geographies in Argentina

Abstract

From recognizing a vacancy in studies interested in working, from the social history of Geography, together with the development of two university degrees in Geography in Argentina, this article seeks to investigate an unprecedented experience of intellectual collaboration and circulation of ideas, materials and people that involved geographers from the Geography careers of the University of Buenos Aires and the National University of Cuyo. In fact, it is the Social History of Geography Program and the Mendoza Research Unit, located in the Geography Institute of the University of Buenos Aires. Through archival work and the collection of testimonies of some of the intellectuals involved, we will seek to answer questions about How was this program created?, What epistemological approaches did it hold?, Who integrated it?, What kind of links were there with the geographers of the UNCuyo? After knowing the unique trajectories that followed the careers of Geography of the UBA and UNCuyo after the democratic restitution of 1983, the particularities of the Social History of Geography program were investigated for, subsequently, focus the analysis on the experience of the Mendoza Research Unit. Finally, the paper closes with some reflections that, on the one hand, seek to open lines of inquiry about the foundational importance of this program for the Social History of Geography in Argentina and, on the other, to highlight the conceptual relevance of networks and the circulation of ideas.

KeyWords: ARGENTINE GEOGRAPHY. UNIVERSITIES. SOCIAL HISTORY OF GEOGRAPHY. SOCIAL HISTORY OF GEOGRAPHY PROGRAM. MENDOZA RESEARCH UNIT.

Palavras-chave: GEOGRAFIA ARGENTINA. UNIVERSIDADES. HISTÓRIA SOCIAL DA GEOGRAFIA. PROGRAMA DE HISTÓRIA SOCIAL DA GEOGRAFIA. UNIDADE DE PESQUISA MENDOZA.


Introducción

Desde finales de la década de 1980 en América Latina, en línea con lo que sucedía en los ámbitos académicos europeos y norteamericanos, comenzó a cobrar interés la comprensión de la historia de la Geografía no ya desde relatos internalistas, es decir, contados “desde adentro” de la comunidad científica, sino a partir de abordar la relación entre los contextos y la producción teórico-conceptual disciplinar, indagando las condiciones materiales, sociales, culturales o políticas de la elaboración del conocimiento geográfico. Siguiendo este enfoque o semejantes, los estudios dedicados a explorar los distintos procesos institucionales de los centros académicos-universitarios de Argentina han tendido a prestar atención solo a una universidad, centrándose principalmente en Buenos Aires (Souto, 1996; Barros, 2001; Iut, 2005; Viglieca, 2011; Iermoli y Tasat, 2014; Lus Bietti y Zusman, 2016; Lus Bietti, 2020, 2022a, 2022b; Montes, 2021), y en menor medida en otras como Cuyo (Cicalese, 2014; Rojas, Bombal, Gabay, Prieto, 2014; Bombal, 2022; Lus Bietti, 2022c), Córdoba (Cecchetto y Zusman, 2012; Maldonado y Ricci, 2014; Ludueña y Díaz, 2020), Tucumán (Rainer y Dudek, 2022; Rainer, 2023) o La Plata (Villar, 1995). En este marco, son escasos los estudios que se han interesado por trabajar conjuntamente con dos o más universidades, contribuyendo así no solo a enriquecer este campo de estudios, sino también a descentralizarlo, ofreciendo una visión más heterogénea de los avatares que ha seguido la Geografía en la Argentina.

Atendiendo el área de trabajo y la vacancia señalada, este artículo busca hacer foco en las carreras de Geografía de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de Cuyo en los momentos posteriores a la última restitución democrática.1 Más aún, procura situarse en un punto en común identificado a partir de una original instancia de colaboración intelectual y circulación de ideas, materiales y personas. Se trata del Programa de Investigación de Historia Social de la Geografía que, originado en 1988 en el Instituto de Geografía de la UBA, no solo vino a desarrollar una nueva forma de pensar y hacer la historia de la disciplina, sino que en su desenvolvimiento involucró a geógrafos y geógrafas porteños y mendocinos. ¿Cómo se originó este programa? ¿Qué perspectivas sostenía? ¿Quiénes lo integraban? ¿Por qué y de qué manera se vinculó con la Geografía de la UNCuyo? Estas son algunas de las preguntas que motivan este escrito.

Para avanzar en la búsqueda de algunas respuestas, por un lado, se tomó un posicionamiento, justamente, desde la historia social de la Geografía y de la Ciencia que propone contextualizar histórica, social, política y culturalmente los episodios, autores e ideas geográficas (Escolar, 1991; Livingstone, 1992). Por otro, se apostó a un trabajo de archivo, recuperando documentación producida por y sobre el propio programa y sus integrantes, como así también testimonios orales de algunas de las personas involucradas.

Tras esta introducción, se comenta brevemente las trayectorias singulares que siguieron las carreras de Geografía de la UBA y UNCuyo luego de la restitución democrática de 1983. El siguiente apartado, por su parte, busca indagar las particularidades del Programa de Historia Social de la Geografía para, posteriormente, centrar el análisis en la experiencia de la Unidad de Investigación Mendoza, resultante de las relaciones que entabló el propio Programa con integrantes de la Geografía de la UNCuyo. Finalmente, el escrito cierra con algunas reflexiones que, por un lado, buscan abrir líneas de indagación sobre la importancia fundacional que tuvo este programa para la HSG en Argentina y, por otro señalar, a nivel teórico la relevancia de las redes y la circulación de las ideas.

Geografías universitarias en contexto

En la Argentina, el período que inaugura la última restitución democrática (diciembre de 1983) suele ser concebido como un momento clave para la renovación institucional y epistemológica en el campo de las ciencias en general y de las ciencias sociales en particular. En el ámbito de las universidades nacionales, ello permitió el recambio de autoridades, planteles docentes y planes de estudio, como así también la generación y difusión de ideas que hasta ese momento no habían encontrado estímulos para su desarrollo (Buchbinder, 2005; Lazzaro Jam, 2016; Unzué, 2020). Las nuevas condiciones de posibilidad favorecieron procesos de recambio con diverso alcance para cada universidad, sobre la base del grado de transformación relativo (o “normalización”) de las estructuras heredadas del período de intervención dictatorial. En este marco, las carreras de Geografía situadas en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de Cuyo experimentaron trayectorias diferentes conforme a las marcas singulares que los distintos contextos y actores trazaron en cada ámbito universitario.

Durante los tiempos de la normalización democrática (1983-1985), en la carrera de Geografía de la UBA, un grupo de docentes, graduados, graduadas y estudiantes inició una disputa institucional-epistemológica2 con la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos (GAEA) y el tipo de Geografía (regional y cuantitativa) que promovía. Ello implicó un recambio parcial del plantel docente que incluyó la incorporación de nuevas temáticas y bibliografía, desde las que se logró una apertura a nuevas ideas, teorías y marcos de interpretación que promovían un conocimiento crítico y comprometido socialmente. En el caso de la carrera de Geografía de la UNCuyo, la permanencia sin mayores alteraciones de profesoras y profesores asentó las miradas y un tipo de renovación orientada hacia las perspectivas cuantitativas que ya habían sido introducidas años atráscon un creciente interés por su aplicación a la planificación y el ordenamiento territorial (Lus Bietti, 2022). En efecto, si bien permearon temas nuevos como la carta dinámica del medioambiente o estudios de percepción del espacio urbano, estos no escapaban del marco general que ofrecía la teoría de los sistemas (estrechamente ligada a las perspectivas cuantitativas) y no terminaron de despegarse del interés general de estudiar la localización, distribución y organización de fenómenos en el espacio, ya sea para planificarlos u ordenarlos. En este marco, no tuvo eco la disputa institucional-epistemológica que buscó ser promovida desde algunos sectores del claustro estudiantil y a través de la cual se pretendía acercar a la Geografía mendocina a perspectivas semejantes a las desarrolladas en la UBA. En rigor, mientras en Buenos Aires se daba un proceso de cambio instituyente, en Mendoza se producía la consolidación normalizadora de lo instituido.

Los alcances diferenciales del proceso de democratización en la UBA y UNCuyo tuvieron un correlato en los cambios curriculares que se llevaron a cabo (o no) en las respectivas carreras de Geografía. En el caso de la UBA, este se produjo en el año 1985 y afianzó la renovación iniciada en los primeros dos años de la nueva democracia. Así, se incorporaron nuevos abordajes teóricos y metodológicos, colocando a la disciplina en las discusiones propias de las ciencias sociales y acercándola a perspectivas críticas, con énfasis en el marxismo y la fenomenología. En este sentido, con el nuevo plan se recuperaron las propuestas renovadoras de la Geografía europea y norteamericana, como así también los primeros esbozos de un proyecto crítico latinoamericano de la década de 1970 y otros autores e ideas surgidas en el seno de América Latina. Además, en línea con nuevas materias que ofrecía el plan, se prosiguió con el proceso de recambio de la planta docente. Mientras tanto, en la Geografía mendocina, durante los primeros años democráticos no se produjo una modificación curricular. En 1986, al igual que en Buenos Aires, se creó una comisión de reforma integrada por docentes, graduados, graduadas y estudiantes. La imposibilidad de llegar a un acuerdo entre cuatro proyectos aplazaría por más de una década la reforma del plan de estudios vigente desde 1975. Recién a mediados de la década de 1990 se retomaron las discusiones curriculares en el contexto de las reformas educativas impulsadas por el gobierno menemista.

El campo de la investigación científica también encuentra sus particularidades. En Buenos Aires, en el marco de una política de apoyo para el desenvolvimiento de las actividades de investigación, la UBA creó su propio programa de Ciencia y Técnica, UBACyT, que desde 1986 ofreció financiamiento a través de subsidios y becas (Vasen, 2012).3 Por este medio, a los que cabe añadir los convenios con organismos públicos y vínculos con universidades brasileñas, el Instituto de Geografía logró crear grupos y desarrollar actividades científicas y de formación académica. Entre ellos cabe destacar el Programa de Transporte Urbano, también denominado Grupo de Geografía del Transporte; el Programa de Difusión de Energías No Convencionales o Grupo de Geografía de la Energía; el Programa de Investigación en Recursos Naturales y Ambiente (PIRNA) y, fundamentalmente para el interés de este escrito, el Programa de Historia Social de la Geografía. La UNCuyo, por su parte, también ofreció subsidios para investigaciones y becas, aunque con menos recursos de los que dispuso la UBA. De modo complementario, apostó a obtener financiamiento externo proveniente de la Fundación de la Universidad Nacional de Cuyo, el CONICET o de las relaciones que se tejieron con el gobierno de Mendoza (Pons, 2011). Esto conllevó al desarrollo de ciertas áreas temáticas, en diálogo con las distintas partes interesadas, en detrimento de otras. En este marco, por disposición de la Facultad de Filosofía y Letras, a partir de 1986 proliferó una política de creación de centros de investigación que, si bien dependían del Instituto de Geografía, actuaban con autonomía. Así, se fundaron los centros de Investigación y Formación para el Ordenamiento Territorial (CIFOT), de Cartografía del Medio Ambiente (CCMA) y de Estudios Interdisciplinarios de Ambiente y Recursos Naturales (CEIARN). De hecho, será desde el CIFOT que surgirá la renovación geotecnológica de la Geografía mendocina, incorporando hacia fines de los años 80 los sistemas de información geográfica aplicados al ordenamiento territorial y ambiental.

En suma, las carreras de Geografía de la UBA y de la UNCuyo experimentaron trayectorias diferenciadas en términos de continuidad y discontinuidad de la planta docente post normalización; de la renovación o no de los planes de estudio y sus contenidos programáticos y, finalmente, por la instrumentación de políticas contrastadas de impulso al desarrollo de nuevos proyectos y formación de equipos de investigación. Sin embargo, fue a través de un particular programa de investigación, el Programa de Historia Social de la Geografía, que tales diferencias se cruzaron y encontraron un punto en común. Las relaciones entre docentes, graduados, graduadas y estudiantes permitieron crear una experiencia original de colaboración intelectual (Unidad de Investigación Mendoza) en el seno de una serie de investigaciones que incursionaban en una forma pionera de comprender la historia disciplinar. Con el fin de conocer más de cerca dicha experiencia, se propone, primero, indagar cómo se gestó y qué planteos sostuvo el Programa de Historia Social de la Geografía para, luego, analizar la génesis y las propuestas que emergieron en torno a la Unidad de Investigación Mendoza.

Origen y desarrollo del programa de Historia Social de la Geografía

Programas, equipos y agendas de investigación en el Instituto de Geografía de la UBA

La génesis del Programa de Historia Social de la Geografía se inscribe en el desarrollo de las actividades de investigación que, desde 1985, con la llegada de Luis Yanes, experimentó el Instituto de Geografía de la UBA. En efecto, el campo de la investigación geográfica porteña comenzó a tomar un nuevo impulso mediante la firma de convenios de cooperación cultural y científica con la Secretaría de Transporte y la Secretaría de Energía, dependientes del por entonces Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la Nación (Facultad de Filosofía y Letras-UBA, Resolución N°1594, 1985). Tales convenios no solo ofrecieron la posibilidad de obtener financiamiento para el desarrollo de la actividad científica del Instituto, sino que también implicaron la formación de grupos y equipos de trabajo que incluyeron a docentes, graduados recientes y estudiantes avanzados. Así tuvieron sus primeras expresiones el Programa de Transporte Urbano, también denominado Grupo de Geografía del Transporte, y el Programa de Difusión de Energías No Convencionales o Grupo de Geografía de la Energía.

De manera complementaria, en el año 1986 se produjo la primera convocatoria a proyectos de investigación financiados por el programa UBACyT. En este marco, cinco proyectos con sede en el Instituto de Geografía recibieron financiamiento para el período 1987-1988 (Secyt-UBA, 1988). Por un lado, bajo la dirección de Luis Yanes, fueron aprobadas las investigaciones sobre “La difusión geográfica de las fuentes de energía no convencionales” y “Estrategias regionales alternativas. Bases federales para la política territorial”. Mientras la primera derivaba de los acuerdos comentados más arriba con la Secretaría de Energía de la Nación, el segundo abría una línea que proponía indagar estrategias para el desarrollo regional con miras a eliminar la marginalización social y la pobreza, y generar una integración regional efectiva. De la misma manera surge el proyecto de Carlos Reboratti, director de la Carrera, sobre “La frontera agraria en el noroeste: 1960-1985”, abocado a estudiar el proceso de expansión agraria en el noroeste argentino en relación con sus características económicas, sus efectos sobre el ambiente y los cambios producidos en la estructura agraria. La nómina la completaban las pesquisas de Vicente Di Cione sobre “Diagnóstico del sistema Universitario Nacional en relación a la prospección, ordenamiento y gestión territorial-ambiental”, en donde se proponía evaluar la situación del sistema universitario y su articulación con el sistema de transferencias y demandas sociales de servicios científicos y profesionales; y la de David Kullok, titulada “Estabilidad del medio natural. Aproximaciones para la definición de un modelo de evaluación y su aplicación para el territorio argentino”, que se orientaba a conocer los aspectos esenciales de los ecosistemas del territorio argentino en términos de su oferta (definida como evaluación puntual en el tiempo de su potencialidad) y estabilidad (precisada como la condición de permanencia de dicha oferta).

Ahora bien, para la segunda convocatoria realizada en 1988, solo dos de esos cinco proyectos tuvieron continuidad durante el período 1989-1990 (Secyt-UBA, 1989): “La difusión geográfica de las fuentes de energía no convencionales” de Yanes y “La frontera agraria en el noroeste: 1960-1985” de Reboratti. A ellos cabe añadir un nuevo proyecto bajo la dirección de Claudia Natenzon que se titulaba “Catástrofes Naturales. Políticas públicas y desarrollo en el ámbito rural de la Cuenca del Salado (provincia de Buenos Aires)”. Este último se enmarcaba en el recientemente creado Programa de Investigación de Recursos Naturales y Ambiente (PIRNA)y buscaba conocer, desarrollar y profundizar el estudio de las catástrofes llamadas naturales, con el fin de contribuir con el manejo territorial por parte de organismos públicos en áreas del país comprometidas por los fenómenos de sequías e inundaciones.

Durante la segunda mitad de la década de 1980, se añadió otro aporte sustantivo para el desarrollo de la actividad científica y la formación académica en Buenos Aires: los lazos tejidos con la Geografía de Brasil, en particular con la Universidad de San Pablo. Estos vínculos permitieron la adopción de nuevos temas y problemas de investigación, así como la formación académica de jóvenes graduados, graduadas y estudiantes con alto grado de avance. Aunque tales vínculos se formalizaron recién a finales de 1988 con la firma de un convenio entre el Departamento e Instituto de Geografía de la UBA y el Departamento de Geografía de la USP (Facultad de Filosofía y Letras-UBA, Resolución N°1223, 1988), se identifican diversas actividades previas que fueron cimentando la relación entre geógrafos y geógrafas de ambas instituciones. Así, por ejemplo, en diciembre de 1987 el geógrafo brasileño Antonio Carlos Robert Moraes dictó en Buenos Aires un curso titulado “Cuestiones metodológicas en la historia de la Geografía moderna: una perspectiva crítica” y realizó una conferencia sobre “Territorio e identidad en la formación política brasileña”. En 1988, Moraes junto a Wanderley Messias da Costa brindaron un nuevo curso en Buenos Aires sobre “Geografía Política y formación territorial de Brasil” y durante el mismo año, pero en San Pablo, organizaron el “I Seminario Latinoamericano de Geografía Crítica. La Geografía y los nuevos procesos de producción del espacio en América Latina”, que tuvo continuidad dos años después. En efecto, en 1990, en Buenos Aires, se llevó a cabo el “II Seminario Latinoamericano de Geografía Crítica. Nuevos Roles del Estado en el reordenamiento del territorio: aportes teóricos”, cuyas ponencias luego fueron publicadas en un libro homónimo. Entre los asistentes a tales eventos se encontraban Luis Yanes, Carlos Reboratti, Marcelo Escolar, Claudia Natenzon y Pablo Ciccolella, quienes, junto a Antonio Moraes, Wanderley Messias da Costa, Milton Santos y Amalia Inés Geraiges de Lemos,4 irían conformando redes regulares, sistemáticas y sostenidas en el tiempo, a través de las cuales se produjeron encuentros e intercambios que favorecieron la circulación de ideas y materiales bibliográficos.5

En particular, ya partir de entonces, en la Geografía porteña comenzaron a cobrar vigor las preocupaciones teóricas, metodológicas e históricas en clave marxista, en línea con la escuela de Frankfurt y el materialismo histórico. Como señalaban los compiladores del libro del II Seminario Latinoamericano de Geografía Crítica:

Se tiene así un proyecto disciplinar comprometido, atento a las demandas de la sociedad, que aconseja al príncipe –tal como lo aseveraba Estrabón– pero que también evalúa y critica sus acciones e iniciativas, colocándose como alteridad en relación con el ejercicio del poder. Se trata de una geografía esencialmente crítica, en el sentido frankfurtiano, que no se niega a revisar su propio pasado y que, por el contrario, entre uno de sus principales objetivos teóricos prioriza la destrucción de los mitos conservadores erigidos en la historia disciplinaria. Este nuevo vigor encuentra una de sus explicaciones en la centralidad que la dimensión territorial desempeñó y desempeña en las formaciones sociales de esta parte del mundo. (Escolar y Moraes, 1998: 9)

En buena medida, ello tenía que ver con la propia producción intelectual que estaban llevando adelante los actores involucrados, principalmente del lado brasileño, en el marco de una renovación que había comenzado a finales de la década de 1970.6 De esta manera, como señala Zusman (2015), “Geografia. Pequena História Critica” (1984), “Ideologías Geográficas” (1988) de Robert Moraes y “Geografia critica: A Valorização do Espaço” (1984) de Moraes y Messias da Costa, fueron herramientas teóricas claves en el proceso de renovación de la Geografía de la UBA en la década de 1980. Mientras la primera de las obras mencionadas proponía, desde una perspectiva marxista, comprender el desarrollo disciplinar en el contexto social y político y dar cuenta del compromiso de la Geografía con los proyectos estatales, la segunda apuntaba a marcar que las ideas sobre el espacio circulaban por la sociedad y participaban activamente en la conformación de las miradas de políticos e intelectuales en torno al pasado, presente y futuro del territorio. Finalmente, en A Valorização do Espaço, Moraes y Messias da Costa ofrecían elementos analíticos para comprender las relaciones entre el espacio y los procesos de reproducción del capital partiendo desde el materialismo histórico y dialéctico con la intención de llegar a elaborar una teoría marxista de la Geografía (Zusman, 2015).

También merece mención especial el trabajo intelectual de Milton Santos, cuyas primeras obras ya habían sido conocidas por algunos geógrafos y geógrafas porteñas a partir del II Encuentro Latinoamericano de la Nueva Geografía, de 1974 (Lus Bietti, 2019, 2020). Sin embargo, para el período analizado, se destaca la importancia adquirida por el libro Por Uma Geografia Nova. Da Crítica da Geografia a uma Geografia Crítica, publicado en 1978. Allí, Santos realizaba una original reflexión epistemológica que apuntaba a construir una Geografía de carácter crítico y con compromiso social. En efecto, discutiendo con la Geografía regional hegemónica y el armazón cuantitativo de la nueva geografía anglosajona, el geógrafo brasileño legitimaba el conocimiento geográfico desde un nuevo marco teórico que colocaba en el epicentro a la categoría de espacio, entendiéndolo como totalidad construida, producida por la acción de la sociedad a lo largo del tiempo con funciones específicas en determinados momentos históricos (Zusman, 2002). En rigor, su presencia en Buenos Aires, junto con la de Moraes y Messias da Costa, fue un hecho significativo, marcando senderos y rumbos en la Geografía porteña.

El Instituto de Geografía, entonces, desde la restitución democrática y la reconstrucción institucional y la apertura ideológica de la Universidad, generó sus propias aperturas institucionales y epistemológicas. En efecto, bajo la conducción de Luis Yanes, el financiamiento otorgado por UBACyT, la firma de convenios con organismos públicos y los vínculos con la Universidad de San Pablo fomentaron la conformación de nuevos grupos de investigación que permitieron a docentes, graduados, graduadas y estudiantes insertarse y desarrollar actividades de investigación científica cuyos temas dialogaban y enriquecían (o potencialmente podrían hacerlo) el tono crítico que se reclamaba y ensayaba en el nivel de grado. De hecho, las relaciones entabladas con Brasil fueron clave para la renovación epistemológica desde perspectivas críticas inspiradas en el marxismo. De esta manera, la constitución de una masa de investigadores e investigadoras, muchos de ellos y ellas jóvenes, que desenvolvían sus indagaciones en el Instituto y, a su vez, ejercían como docentes en la Carrera, mostraba una articulación que favorecía el proceso de transformación de la Geografía porteña.

Proyectos y propuestas teórica y empírica del Programa

A partir de las relaciones establecidas entre geógrafos y geógrafas argentinas y brasileñas, la producción y valorización (capitalista) del espacio, la historia contextual del pensamiento geográfico y la historia territorial latinoamericana, en la cual cobraba preeminencia el estudio de la política estatal territorial, comenzaron a conformar un nuevo temario. Más aún, el convenio firmado entre la UBA y la USP promovió distintos trabajos conjuntos como los programas de estudios comparativos entre Argentina y Brasil sobre las políticas territoriales o sobre el impacto de las distintas escuelas de pensamiento geográfico.7 Sería en este marco que, hacia finales de la década de 1980, tuvo lugar el desarrollo de un novedoso programa de estudios en torno a la historia disciplinar tanto a nivel de Argentina como de América Latina.8

El Programa de Historia Social de la Geografía, gestado entre los años 1988 y 1989 en el seno de la cátedra de Epistemología de las Ciencias Sociales (materia que se incorporó a la carrera de Geografía de la UBA con el cambio curricular del año 1985), se trató de una nueva forma de abordaje de la historia, conformando un campo de conocimientos de muy escaso desarrollo en el país, limitado a realizar relatos predominantemente de carácter “internalista”. Es decir, relatos del pasado disciplinar enfocados “desde adentro” con el objeto de rescatar tradiciones, personalidades y logros, o bien para realizar diagnósticos, estudios bibliométricos y/o balances de gestión institucional (Cicalese, 2012). La originalidad de la propuesta de una historia social de la Geografía implicaba poner en diálogo aquellos aspectos endógenos a la ciencia con sus contextos de producción. Vale decir, situando la construcción del conocimiento geográfico en el marco de múltiples determinaciones de orden político, cultural, económico, social, institucional, epistemológico o de cualquier otra índole. Así, tal como lo sintetiza el propio director del programa:

Proponer una “historia social” de la Geografía significa reconstruir el proceso de formación disciplinaria en relación con el contexto social de referencia bajo dos aspectos mutuamente relacionados, por un lado, la producción geográfica de la realidad social y, por otro, la producción social de la Geografía como institución y discurso autónomo. (Escolar, 1991: 21)

Bajo la conducción de Marcelo Escolar, una primera propuesta de proyecto de investigación fue esbozada bajo el título “Geografía académica, escolarización masiva y construcción histórica del nacionalismo territorial. Una aproximación crítica a la historia social de la Geografía con especial énfasis en el caso franco-alemán (1870-1923) y el argentino (1863, hasta la actualidad)” (1989), cuyos principales contenidos fueron plasmados en el trabajo “Un discurso “legítimo” sobre el territorio. Geografía y Ciencias Sociales” (1991). De ambos escritos cabe destacar el desarrollo teórico sobre los distintos tipos de abordajes predominantes en la historia de la ciencia en general y en la historia de la Geografía en particular.

La resolución empírica del problema de indagación proponía partir del estudio del caso de la historia social de la Geografía en Francia como marco de referencia fundamental para luego abordar el desarrollo de la Geografía en el caso de la República Argentina. A partir del conocimiento de las condiciones sociales, epistemológicas e institucionales del surgimiento de la Geografía enseñada y académica en Francia (desde fines del siglo XIX hasta mediados del XX), se proponía indagar el proceso de institucionalización de la Geografía en el caso de Argentina, bajo el supuesto de encontrar semejanzas, pero también especificidades en un campo de indagación que, a diferencia del francés, no contaba con ningún tipo de antecedente. Por ello, una de las primeras líneas de indagación estuvo orientada a la recopilación y análisis histórico de la Geografía en los planes de enseñanza del nivel primario y medio en el marco del origen y desarrollo del sistema educativo argentino.9

En 1991, una línea de trabajo similar obtendría financiamiento UBACyT (Secyt-UBA, 1994). El proyecto titulado “La producción geográfica del referente nacional: instituciones, prácticas y discursos en la Historia Social de la Geografía Argentina (1860, hasta la actualidad)” partía de afirmar la concomitancia entre el proceso de institucionalización de la Geografía y la formación del Estado-Nación, comprendiendo que “el discurso legítimo sobre el territorio” y el territorio nacional, determinándose recíprocamente, dieron lugar a una representación patriótica de referencia geográfica. Por ello, el estudio que se planteaba desde la Historia Social de la Geografía buscaba el abordaje de la problemática de la formación ideológica del Estado-Nación en articulación con la historia de las instituciones geográficas, la estructura discursiva y las prácticas políticas de sus agentes. Además de su director, este segundo proyecto daba cuenta de un equipo de trabajo conformado en su mayoría por egresados y egresadas jóvenes y estudiantes avanzados y avanzadas. Así, entre sus integrantes figuraban Cora Escolar, Silvina Quintero Palacios, Patricia Souto, Andrea Ajón, Perla Zusman, Nancy Villar, Federico Fritzsche y Diego Bombal.

La disponibilidad de recursos económicos provenientes del UBACyT permitió financiar diversas actividades académicas de investigación y de formación de integrantes del programa a través de becas. En este marco tuvo lugar la realización de algunas tesis de licenciatura orientadas por los objetivos del propio programa. Así, cabe destacar las tesis dirigidas por Marcelo Escolar de Silvina Quintero Palacios: “Geografía y educación pública en los orígenes del territorio y la Nación: Argentina, 1863-1890”(1992); Patricia Souto: “Legitimación científica y formación universitaria geográfica: el proceso de institucionalización del discurso territorial en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (1899-1953)” (1993) y de Andrea Ajón: “Imágenes y mitos geográficos en el discurso de Juan D. Perón (1943-1946)” (1995). En el caso de las dos primeras, luego dieron lugar a sendas publicaciones en la serie “Cuadernos de Territorio” del Instituto de Geografía.10En el marco de los vínculos entablados con la USP, cabe añadir la tesis de maestría de Perla Zusman titulada “Análise comparativa da Socieda de Argentina de Estudos Geográficos e da Associação de Geógrafos Brasileiros: Uma aproximação contextual a suas produções e suas significações sociais” (1993), dirigida por Antonio Moraes. Finalmente, cabe mencionar otros trabajos enmarcados en el programa como “Aproximación conceptual a la producción de la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos” (1989) de Perla Zusman; “Ideología, didáctica y corporativismo” (1991) de Marcelo Escolar, Cora Escolar y Silvina Quintero Palacios; “Naturalismo y Humanismo en los orígenes científico-institucionales de la Geografía Argentina (Universidad Nacional de La Plata 1906-1926)” (1992) de Nancy Villar; “Geographicalidentity and PatrioticRepresentation in Argentina” (1994) de Escolar, Quintero Palacios y Carlos Reboratti; y la compilación de trabajos del propio Marcelo Escolar en su libro “Crítica do discurso geográfico” (1996), publicado en Brasil en la colección “Geografía: teoría e realidade” de la editorial Hucitec dirigida por Milton Santos.

Hasta aquí un panorama muy apretado acerca del origen y de la trayectoria que tuvo el programa de investigación de Historia Social de la Geografía desarrollado en el Instituto de Geografía de la UBA. Algunos antecedentes de su existencia han sido reseñados en otros trabajos por investigaciones más recientes que recuperan parte de ese legado centrándolo básicamente en la UBA (Ceccetto y Zusman, 2012; Cicalese, 2012). Sin embargo, son mucho menos conocidos otros aspectos del programa como fueron los intercambios y experiencias que generó en su despliegue regional y que hablan de la circulación y vinculaciones que propició. En efecto, en el año 1989 fue creada la Unidad de Investigación Mendoza del Instituto de Geografía de la UBA que, de alguna manera, significó un acercamiento “sui generis” con la carrera de Geografía de la UNCuyo. En lo que sigue se abordarán algunos aspectos del origen de aquella experiencia desde el punto de vista de su significado en el marco de los objetivos de investigación del Programa de Historia Social de la Geografía.

La unidad de investigación Mendoza del Instituto de Geografía de la UBA

Trama previa de vinculaciones porteño-mendocinas

Al calor de los distintos procesos de democratización universitaria, en diferentes carreras de Geografía del país prosperaron revistas y se organizaron encuentros estudiantiles que contribuyeron, con distintos alcances, a los procesos de normalización. En este marco, cabe señalar que la trastienda de la conformación de la Unidad de Investigación Mendoza tuvo que ver con los vínculos que se fueron tejiendo entre estudiantes, graduados, graduadas y docentes de Mendoza y Buenos Aires.

Por un lado, hay que señalar el carácter fundante que tuvo la organización de encuentros estudiantiles, cuya bisagra se ubica en el año 1987, tras la IV Reunión de Estudiantes de Geografía realizada en Río Cuarto, provincia de Córdoba.11 Organizada por profesores y definida como reunión de y para “alumnos”, dicho evento despertó un rechazo generalizado hacia esa modalidad “desde arriba” que derivó en la creación del Consejo Nacional de Estudiantes de Geografía y la organización, al año siguiente, del primer Encuentro Nacional de Estudiantes de Geografía en la ciudad de La Plata, transformando así su impronta, poniendo al estudiantado como agente autónomo, activo y crítico y descartando la tutela profesoral. A partir de allí, comenzó a producirse una interacción que permitió a los y las estudiantes de Geografía comparar el desarrollo de los procesos de democratización que tenían lugar en cada carrera y formar redes por medio de las cuales se transmitían estrategias de funcionamiento y de organización, se reflexionaba sobre qué era o debía ser la disciplina y se difundía bibliografía. Así, se generaba una circulación que permitía ir construyendo una Geografía diferente, con carácter crítico y comprometida con la sociedad, y que para el caso específico de Cuyo tendría a la UBA como principal referencia. De hecho, mientras que estudiantes de Buenos Aires se habían organizado en torno a la Revista de Estudiantes de Geografía, años más tarde rebautizada como Espacio Libre, estudiantes cuyanos, organizados en torno al “Club Geográfico”, emularon la propuesta mediante la edición de la revista Ecúmene (Lus Bietti, 2022b). Ambas revistas funcionaron como un espacio de expresión y comunicación que pretendía ampliar la participación estudiantil, así como de denuncia, reflexión y formación que apostaba a incorporar el sentido crítico y el compromiso social para aportar con la renovación de las respectivas carreras. En tales encuentros y por medio de tales revistas, Perla Zusman, Silvina Quintero Palacios y Patricia Souto, por parte de Buenos Aires, Guillermo Alfonso, Roberto Herrera y Diego Bombal, por parte de Mendoza, entre otros y otras, comenzaron a interactuar y a construir relaciones y redes académicas.

No obstante, cabe señalar que los intercambios a través de encuentros estudiantiles no serían el único canal de vinculación entre la UBA y UNCuyo. La llegada de Marcelo Escolar en 1986 a Mendoza siguiendo los pasos de George Nicolas-Obadia, su director de tesis doctoral, invitado a Cuyo a dar un curso de posgrado, especialmente orientado al cuerpo docente de la carrera de Geografía de la UNCuyo, marcó también un primer acercamiento con estudiantes y graduados y graduadas mendocinos, más precisamente con Eliana Gabay y, posteriormente, con miembros del “Club Geográfico” como Guillermo Alfonso, Roberto Herrera y Diego Bombal. Así, este viaje de Escolar fue clave para la creación de la llamada “Unidad de Investigación Mendoza del Instituto de Geografía de la UBA” como apéndice del Programa de Historia Social de la Geografía, dado que de allí, y sobre la base de las relaciones tejidas entre estudiantes-graduados y graduadas porteños y mendocinos, surgieron los primeros dos, y únicos, nombres que integraron tal unidad: Eliana Gabay, en calidad de coordinadora, y Diego Bombal, con el cargo de investigador ayudante (Figura 1).

Figura 1. Acta fundacional de la Unidad de Investigación Mendoza del Instituto de Geografía de la UBA. Fuente: Archivo personal.

Finalmente, los acuerdos terminaron de sellarse en el marco del Seminario “Recursos, espacio y sociedad: aspectos teóricos y metodológicos para su estudio”, evento académico celebrado en la ciudad de Mendoza a fines del año 1988 y organizado conjuntamente por estudiantes y egresados de Geografía de la UBA y de la UNCuyo (Perla Zusman, Guillermo Alfonso, Roberto Herrera, Diego Bombal, Roxana Llorens, entre otros y otras). Este contó con el apoyo institucional y material del CRICyT-CONICET y entre los disertantes invitados estuvieron presentes Claudia Natenzon, María Isabel Andrade y Marcelo Escolar por el lado porteño, y Elena María Abraham, Rosario Prieto y Daniel Cobos, por el mendocino. Aunque el tema propio del seminario no estuvo vinculado con el campo de la Historia de la Geografía, fue la instancia que permitió sentar las bases y las actividades de lo que sería la Unidad de Investigación Mendoza a comienzos del año siguiente en Buenos Aires.

Figura 2. Objetivos generales y específicos del proyecto de investigación a cargo de la UIM-IG-UBA: “Política educativa, alternativas didácticas y producción académica: el caso de la Geografía cuyana”. Fuente: Archivo personal.

De la demostración empírica a la diversificación temática

De acuerdo con lo plasmado en el Acta de Formación de la Unidad de Investigación Mendoza, su integrantes –Eliana Gabay como coordinadora y Diego Bombal como ayudante de investigación– tuvieron a su cargo el proyecto denominado “Política educativa, alternativas didácticas y producción académica: el caso de la Geografía cuyana”, constitutiva del proyecto macro del Programa de Historia Social de la Geografía “Geografía Política, corporativismo y política educacional: una alternativa metodológica en el estudio de la Historia Social de la Geografía” (Figura 2). A través de esta primera indagación, Eliana Gabay y Diego Bombal, incorporados formalmente como integrantes interinos “ad honoren” del Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone”, se abocaron a conocer el proceso de reforma curricular del nivel medio en la Provincia de Mendoza y su impacto sobre la Geografía enseñada, tanto en lo que refería a su carga horaria dentro de los planes de estudio, la denominación y contenidos programáticos asignados, como a la inserción y relación con otras asignaturas del área curricular de ciencias sociales. Si bien el epicentro de las preocupaciones estaba en los cambios en la escuela media, había también un interés por cotejar los efectos que tuviera en ello, directa o indirectamente, la Geografía académica, es decir, la carrera de Geografía de la UNCuyo. De hecho, como lo indicaba la propia fundamentación del proyecto:

El proyecto no intenta realizar una historia didáctica de la Geografía, sino incursionar en su historia disciplinaria, para ver la inserción del “discurso geográfico” y su “papel ideológico” en los distintos niveles de la enseñanza formal; a partir del análisis de los contenidos de programas y planes de estudio, textos y producción académica a nivel terciario y universitario. (Unidad de Investigación Mendoza, 1989:2)

Así, como objetivos generales se planteó, por un lado, la recopilación, sistematización y categorización de las fuentes primarias de información en el campo de la enseñanza primaria y media (planes y programas), la producción de textos escolares (material didáctico y de consulta en general) y publicaciones académicas de nivel universitario en la Geografía de la Provincia de Mendoza; y por otro, el análisis de las articulaciones entre los distintos niveles involucrados (institucional educativo, académico universitario y bibliográfico) e interpretación de sus implicancias en las orientaciones de contenidos y didácticas de la enseñanza media y primaria provincial. Para avanzar con ello, en términos metodológicos, se procedió a recopilar información de organismos como la Dirección de enseñanza primaria y media, las escuelas del Ministerio de Cultura y Educación de la Provincia, el Centro de Investigación e Información Educativa de Mendoza el archivo histórico de Mendoza y bibliotecas provinciales, municipales y de instituciones terciarias y universitarias de Mendoza (Figura 4). Además, se realizaron entrevistas a informantes clave, tanto a los responsables de la reforma curricular en general, como a quienes tenían a su cargo el diseño del área de ciencias sociales donde había sido incluida la Geografía.

Los hallazgos y primeros resultados que arrojó la Unidad de Investigación Mendoza fueron incluidas en aquél primer proyecto presentado por el Programa de la Historia Social de la Geografía “Geografía académica, escolarización masiva y construcción histórica del nacionalismo territorial. Una aproximación crítica a la historia social de la Geografía con especial énfasis en el caso franco-alemán (1870-1923) y el argentino (1863, hasta la actualidad)”. Así, en vías de comprender la renovación de los contenidos de la Geografía enseñada en Argentina como “una transformación ficticia […] cuidadosamente disimulada en temas o perspectivas supuestamente novedosas”, dado que la misma obedecía más a una adecuación y transmisión incompleta y tergiversada del exterior que a un proceso de significación o producción teórica nativa, en una nota al pie se afirmaba que tal hipótesis

se fundamenta en el caso mendocino (provincia de Mendoza República Argentina) donde una “renovación de los programas y planes de estudio de nivel medio trajo aparejada una renovación del poder corporativo profesoral “renovadamente” legitimado como “científico” (nos basamos en aportes de informantes claves; de todas formas, esperamos contar a corto plazo con los resultados de una investigación que viene realizando la unidad de investigación Mendoza del Instituto de Geografía de la U.B.A.,1989. (Programa de Historia Social de la Geografía, 1989:67)

Luego, en el trabajo “Un discurso legítimo sobre el territorio”, Marcelo Escolar, nuevamente en una nota al pie, ampliaba la labor realizada por la Unidad de Investigación Mendoza haciendo explícito un trabajo ya no exploratorio, sino de sistematización de resultados. En efecto, tras el análisis de planes de estudios, programas de materias, resoluciones ministeriales y bibliografía, Escolar asumía un doble movimiento: por un lado, uno de renovación “interna” que permitía conservar parte de su carga horaria e identidad disciplinar en los planes de estudio del nivel medio y, por otro, la pérdida de una porción del espacio curricular ocupado tradicionalmente por la Geografía en el marco de su integración en un área de ciencias sociales y a la aparición de nuevas materias y contenidos que disputan ese espacio como economía, ciencias políticas y sociología.

De esta manera puede observarse cómo la secuencia de renovación didáctica puede permitir el fortalecimiento de la Geografía académica y la corporación en un primer momento, pero en contrapartida, al no existir un correlato de inserción en el campo de las Ciencias Sociales, el espacio curricular pasa inmediatamente a ser cuestionado (Unidad de Investigación, Mendoza, Instituto de Geografía de la U.B.A, 1989). (Escolar, 1991:36)

En efecto, el análisis producido por la Unidad, resultaba clave en el marco de la hipótesis del Programa de Historia Social de la Geografía que sostenía que la Geografía enseñada enfrentaba una crisis de conservación que estaría resolviéndose mediante estrategias de renovación didáctica e incorporación de nuevos temas y problemas. A su vez, dejaba entrever que en estos cambios estaba en juego no solo la renovación de contenidos y conservación del marco disciplinar, sino fundamentalmente una cuestión de orden laboral y por lo tanto gremial. Finalmente, y coherente con la hipótesis de fondo acerca de las condiciones de reproducción del campo geográfico, abonaba a la comprensión de que la renovación de la geografía enseñada terminaría fortaleciendo a la Geografía académica anclada en buena medida en la formación de profesores.12 En rigor, la investigación desarrollada por la Unidad de Investigación Mendoza, cobraba sentido como fundamentación empírica del primer proyecto esbozado por el Programa de Historia Social de la Geografía.

Figura 3: Certificación extendida por la Unidad de Investigación Mendoza del Programa de Historia Social de la Geografía para ser presentada ante instituciones para el relevamiento de fuentes e información en la Provincia de Mendoza. Fuente: Archivo personal.

Ahora bien, a finales de 1990, por motivos personales, Eliana Gabay decidió dejar la dirección de la Unidad de Investigación de Mendoza. Para su posible reemplazo, Marcelo Escolar buscó formalizar la incorporación de Guillermo Alfonso (ex integrante del Club Geográfico y en esos años presidente del Centro de Graduados de Geografía de Mendoza) a quién venía informando acerca de las tareas desarrolladas por el Programa y la Unidad. De hecho, en una carta enviada el 6 de octubre de 1989, Escolar hacía explicita la búsqueda de una estrategia que permitiera al Programa de Historia Social de la Geografía pasar de la teoría a la práctica haciendo uso de la Geografía mendocina como laboratorio de experimentación (Figura 6). En efecto, si el foco del problema estaba en una corporación profesoral que se reforzaba al tiempo que impulsaba una “renovación” que atentaba contra los espacios de la disciplina en el abanico más amplio de las ciencias sociales, en su consideración, era necesario, por un lado, discutir el espacio per se de la Geografía en el currículo escolar y, por otro, socavar el poder corporativo profesoral. Para esto último, los espacios de formación docente asomaban como ámbito predilecto para promover un nuevo conocimiento geográfico que nucleara, a su vez, un nuevo grupo de profesores y profesoras identificados con tales contenidos. Ello, al mismo tiempo, serviría como canal estratégico para introducir modificaciones epistemológicas en la carrera universitaria, lugar en el que Alfonso ocupaba un rol clave dentro del claustro de graduados y graduadas:

Mi pregunta es la siguiente: ¿Qué sucedería si aceptamos discutir, partiendo de una actitud humilde, el espacio curricular que tradicionalmente nos ha correspondido (¿por derecho?) en la escuela pública?, ¿Qué pasaría también si asumimos las limitaciones evidentes que un profesor formado en La Geografía tendría a la hora de dictar los contenidos de una materia como la que se propone bajo el título de Problemática Sociocultural?

Figura 4: Correspondencia cursada por el Programa de Historia Social de la Geografía al Director del Centro de Graduados de Geografía de Mendoza Guillermo Alfonso. Fuente: Archivo personal.

En el primer caso, creo que aceptarían de buen grado nuestras opiniones críticas sobre la Geografía y paralelamente a ello la caracterización de los aportes específicos y efectivamente más modestos que podrían incorporarse a los nuevos programas. En el segundo caso, tengo la impresión que sería factible aceptar algún tipo de curso de perfeccionamiento o actualización dirigido a los profesores de Geografía, como condición para poder dictar los nuevos contenidos.

El resultado previsible sería una automática jerarquización del campo profesoral entre aquellos que captasen la modalidad de reinserción y los que no lo hicieran. Obviamente, el primer grupo estaría ligado a los profesores más jóvenes y, en términos generales, probablemente más progresistas. Si esto fuese así, quizás podrían “matarse dos pájaros de un tiro”, por un lado, asegurar la reproducción social de los trabajadores escolares de origen geográfico, pero acotándolo a aquellos que participan de orientaciones no tradiciones, y por el otro, la remoción de la base fundamental del poder de la Geografía clásica, es decir, su legitimidad en función de su necesidad como saber transferible en las aulas. Se podría entonces tener garantizada una inserción en el conjunto de las ciencias sociales y una herramienta de negociación poderosa con el Instituto y el Departamento de Geografía de la U.N.C […] creo que sería factible coordinar una estrategia conjunta, que en lo que a nosotros respecta como programa de investigación, nos permitiría salir de las coordenadas estrictamente académicas y poder contribuir a un proceso de transformación sumamente interesante ligado a nuestro objeto de estudio. En otro orden de cosas, pienso sinceramente que tu participación en el proyecto sería importante tanto como investigador conjuntamente con Eliana y Diego como en calidad de presidente del Colegio de Graduados de Mendoza.

Sin embargo, la llegada de Alfonso no pudo concretarse y la Unidad de Investigación Mendoza siguió funcionando solo con el trabajo realizado por Diego Bombal, quien, en este marco, se radicó temporalmente en Buenos Aires para trabajar y contribuir más directamente con el programa.13 A medida que el rastreo de documentos y el estudio de nuevas fuentes avanzaba, el tema de investigación inicial comenzó a ramificarse en varias direcciones en línea con los objetivos del Programa. Así, lo que en un comienzo había sido el estudio de la coyuntura de transformación curricular de la Geografía en el nivel medio de Mendoza, comenzó a cubrir un abanico amplio de nuevos temas y problemas de indagación. Algunos ejemplos de tal diversificación fueron: la descentralización educativa, las reformas curriculares y la enseñanza de la Geografía en el nivel medio en la Provincia de Mendoza en un primer momento y luego en las tres provincias de la región de Cuyo;14 la institucionalización académica de la Geografía en la UNCuyo; la Geografía y la Geopolítica en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo; Geografía y geógrafos en el Centro de Estudios Interdisciplinarios de Fronteras de Argentinas (dependiente del CONICET y radicado en Mendoza), entre otros.

El desarrollo de estas líneas de investigación quedó en un nivel exploratorio sin que pudieran materializarse debido a una serie de factores concomitantes. A partir del traslado de Bombal a Buenos Aires y la frustrada incorporación de Alfonso, la Unidad de Investigación de Mendoza dejó de cumplir con la finalidad por la que había sido creada. En 1993, Bombal decidió regresar a Mendoza para terminar la carrera de profesorado en Geografía, sin lograr concluir la tesis de licenciatura en el marco del Programa. A su vez, el Programa de Historia Social de la Geografía comenzaría a desgranarse con el correr de los primeros años de la década de 1990, perdiendo su impulso inicial debido a relaciones interpersonales que generaron dificultades para sostener una convivencia que iba más allá de lo puramente académico, epistémico o disciplinar. Estos cambios quedaron evidenciados en 1994 en el giro temático del proyecto presentado desde el Programa para la convocatoria UBACyT: “Representación y producción del territorio y ambiente en el Chaco centro occidental salteño. El caso del lote fiscal 55: Santa Victoria”.15 Si bien guardaba cierta relación con la matriz original, además de varios de sus integrantes, comenzaba a evidenciar un giro que terminaría de producirse hacia finales de la década de 1990 hacia la Geografía política. De hecho, para la convocatoria UBACyT del año 1998, el Programa de Historia Social de la Geografía ya había dejado de existir.

Sin poder ser concluyentes en los motivos que dieron fin a esta experiencia, cabe recordar que casi siempre por detrás de las determinaciones contextuales y de las condiciones de posibilidad, se encuentran sujetos que encarnan y dan vida a los mejores proyectos. En alguna medida, la continuidad, el éxito o el fracaso de los mismos, también se juega en una dimensión interpersonal. Las decisiones emanan de un complejo esquema de incentivos, de donde las elecciones resultan, no solo de las condiciones objetivas y materiales, sino a veces también, de aquella “insondable decisión del ser”. Son, quizás, esas decisiones, enmarcadas en una trama de hechos, sucesos y eventos, las que, principalmente, explican el auge y prematuro ocaso del Programa de Historia Social de la Geografía como así también de la Unidad de Investigación Mendoza.

Un campo en construcción

La reconstrucción, análisis e interpretación de la experiencia que supuso el Programa de Historia Social de la Geografía y su apéndice, la Unidad de Investigación Mendoza, deja algunas ideas que más que cerrar este trabajo pretenden abrir posibles líneas de indagación.

La Unidad de Investigación Mendoza enmarcada en el Programa de Historia Social de la Geografía resultó ser una experiencia original de colaboración intelectual entre geógrafos y geógrafas argentinas durante finales de la década de 1980 y principios de la de 1990. Dicha originalidad se puede reconocer en un doble sentido: por la modalidad y por la temática.

En cuanto a la modalidad, porque supone subrayar la construcción de espacios y puentes de producción de conocimiento en dos niveles: por una parte, transnacionales, como aquél forjado entre geógrafos y geógrafas de la UBA y la USP; y por otro, intrarregionales, entre Buenos Aires y Mendoza. En ambos casos se trató de relaciones que fueron mantenidas de manera regular, sistemática y sostenida en el tiempo. Así, el primero, fue clave para consolidar el tono crítico de la Geografía porteña y dar origen al Programa que, a su vez, nutrido por el segundo, habilitó la creación de la Unidad. En este sentido, la experiencia de la Unidad de Investigación Mendoza, como resultado del Programa de Historia Social de la Geografía permite reflexionar sobre la importancia de reconocer y tomar en consideración los vínculos o, más precisamente, las redes en torno a las cuales se generan procesos de producción, circulación, difusión y recepción de conocimientos (Zusman, 2012) (Figura 5).

Figura 5. Foto de estudiantes de Geografía de la UBA y la UNCuyo en la IV Reunión de Estudiantes de Geografía, Rio Cuarto (1987). Fuente: Archivo personal.

En cuanto a la temática, se trató de los primeros esbozos teóricos y empíricos de una historia social de la Geografía (en y sobre) Argentina. Tras su (des)aparición, en calidad de equipo de trabajo, se produjo un gran vacío que pudo ser ocupado una década después por el grupo estudios sobre la institucionalización de la Geografía en la Universidad Nacional de Córdoba dirigido por Perla Zusman y Gabriela Cecchetto.16 A ellos, y por otras latitudes, cabe destacar la labor de Guillermo Cicalese y Nahuel Montes en el Departamento de Geografía de la Universidad de Mar del Plata. Más recientemente, en Mendoza se ha creado un grupo semejante dirigido por Diego Bombal y Osvaldo Gallardo.17 En la Universidad de Buenos Aires, a pesar de su lugar originario, y de la presencia de importantes docentes-investigadores e investigadoras, entre ellos y ellas Perla Zusman, aún hoy no se registran grupos formales con reconocimiento institucional interesados por el campo de la historia de la Geografía. Quizás, algunos equipos como el Grupo de Estudios sobre Fronteras y Regiones (GEFRE), el Grupo de Historia y Epistemología de las Cartografías e Imágenes Técnicas (GHECIT) o el Grupo de Estudios sobre Cultura, Naturaleza y Territorio (GECNT) lo han bordeado desde la Geografía histórica y la historia de las ideas, la cartografía, imágenes y técnicas, pero sin desarrollar efectivamente una historia social de la Geografía tal como se lo había propuesto el programa dirigido por Marcelo Escolar.

Para investigadores e investigadoras locales queda, entonces, pendiente la labor de en algún momento propicio poder avanzar en este sentido, no por la mera reconstitución del grupo originario, sino por la reivindicación de la importancia de un campo de trabajo en el cual queda mucha labor pendiente. En la misma línea, se puede decir que aún hay importantes vacíos sobre las historias de las trayectorias de distintas geografías (universitarias, escolares, populares o de otra índole) del país. Así, por ejemplo, Bahía Blanca, Comahue, La Pampa, La Plata, San Juan Bosco, Tucumán, San Juan y Río Cuarto son solo algunos de los tantos lugares donde la Geografía académica ha tenido un temprano desarrollo desde los años 60. Allí, y en muchos otros lugares del país, es relevante conocer su historia, porque es el conjunto el que da sentido a la historia de la Geografía en Argentina.

Esto último, conlleva la necesidad de pensar junto con Doreen Massey (2008) la tarea de reconocer el espacio como condición de multiplicidad, haciendo eje en una coexistencia simultánea:

Si solo existe un relato, un futuro hacia el que todos nos dirigimos (bajo la forma en la que nos imaginamos el mundo), entonces hemos suprimido las multiplicidades genuinas y potenciales de lo espacial. La historia lineal única organiza el espacio en una secuencia temporal. En consecuencia, rechazar la temporalización del espacio abre nuestras historias a la multiplicidad y permite reconocer que el futuro no está escrito de antemano, sino que, al menos en cierto grado y dentro de las condiciones que imponen las circunstancias que no elegimos, está en nuestras manos construirlo. (Massey, 2012:180-181)

Se trata de entender que no hay geografías más desarrolladas que otras. Cada una es diferente, y se explica en su propio contexto universitario, regional, nacional y transnacional. Y es en la sumatoria de esas trayectorias donde aflora lo distintivo y, en definitiva, lo que hace a las características de un lugar. En este sentido, abrirse a conocer, indagar y escribir otras historias no es solo un posicionamiento epistemológico, sino esencialmente político.

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Gonzalo Ezequiel Lus Bietti / g.lus@hotmail.com

Licenciado y doctorando en Geografía por la Universidad de Buenos Aires, es investigador en formación del proyecto de investigación “Ruralidades, Ambiente y Cultura” e integrante del Grupo de Estudios “Cultura, Naturaleza y Territorio”, con sede en el Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone”. También es parte de la Red de Investigaciones Históricas en Geografía (RIHG). Trabaja en temas afines a la historia social de la Geografía y epistemología de la Geografía. Actualmente, está realizando su tesis doctoral versada en las trayectorias institucionales y epistemológicas de la Geografía en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Cuyo durante el período 1983-2001.

Diego Bombal / bombaldiego@fyl.uncu.edu.ar

Profesor y licenciado en Geografía por la Universidad Nacional de Cuyo, posee estudios de posgrado en Ordenamiento del Territorio y es doctor en Geografía por la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza (Argentina). Es profesor asociado efectivo a cargo de las cátedras de Geografía Política y Tesis de Licenciatura en Geografía (UNCuyo) y docente de la carrera del doctorado en Ordenamiento Territorial y Desarrollo Sustentable (UNCuyo). También, es parte de la Red de Investigaciones Históricas en Geografía (RIHG). Actualmente, se desempeña como director del Instituto de Geografía “Martin Pérez”, de la Facultad de Filosofía y Letras y docente-Investigador categorizado de la UNCUYO. Sus líneas de investigación se vinculan con la Geografía política de los recursos naturales, la organización territorial del régimen municipal y la historia del pensamiento geográfico en Mendoza.


1. Se trata de dos carreras que nacieron en el mismo período (1953-1954), pero que han experimentado trayectorias diferentes. Por un lado, la carrera de Geografía de la UNCuyo, desde su institucionalización contó con una fuerte influencia de la perspectiva regional francesa a partir de los lazos de intercambio construidos con la Universidad de Burdeos hasta finales de la década de 1970, momento en el que cobró cierta preeminencia la corriente de pensamiento cuantitativa de origen anglosajón. Ella, sentó una base para que, hacia el decenio de 1990, tomaran predominio las geotecnologías. Por el otro, la carrera de Geografía de la UBA redefinió su perfil, contenidos y líneas de investigación a partir de las redes tejidas con nuevas generaciones de geógrafos y geógrafas en América Latina en la década de 1970, y en particular con la Geografía brasileña desde fines de la década de 1980. Desde allí, se esbozó un conocimiento geográfico crítico vinculado con la teoría social, el marxismo y la fenomenología que se consolidó a lo largo de los años siguientes.

2. Articulando las contribuciones de las teorías del campo científico (Bourdieu, 2012) y del análisis institucional (Escolar, 2000, 2010), la idea de disputa institucional-epistemológica refiere a un tipo de lucha que tiene lugar en el campo científico, desatada entre comunidades científicas o a su interior, por la obtención del monopolio de la autoridad científica. Se comprende que tal pugna tiene una doble dimensión complementaria. De un lado es institucional, en tanto tiene lugar en el espacio de un centro académico-científico determinado; mientras que del otro es epistemológica, en tanto lo que se pone en juego es la negociación e imposición de determinadas perspectivas, teorías, ideas o cosmovisiones científicas en detrimento de otras. La particularidad de esta lucha es que la negociación o imposición de esas ideas, teorías o perspectivas científicas se acompaña por la búsqueda de ocupar posiciones de una mayor jerarquía y/o poder en dicha institución. Así, las disputas institucionales-epistemológicas se diferencian de aquellas que sólo ponen en el eje cuestiones propias de la forma de producción de conocimiento, independientemente de su contexto de posibilidad; y de otras que sólo buscan alcanzar el poder político al interior de una institución científica, más allá de las discusiones sustantivas y exclusivas del propio desarrollo de la ciencia.

3. Siguiendo la investigación de Vasen (2012), la Universidad de Buenos Aires, apostando al reordenamiento y a la utilización de recursos propios, promovió una política científica de carácter integrador que buscó cubrir diferentes aristas. Así, se creó el Programa UBACYT que ofrecía subsidios a proyectos de investigación abarcando una amplia cantidad de grupos, pero que también incluyó los Proyectos Especiales de Investigación (PEI) como un intento de orientación hacia ciertas áreas temáticas establecidas como prioritarias (Vacarezza, 1994). A su vez, financió becas de estímulo para estudiantes (inéditas hasta ese entonces) y de investigación para graduados y graduadas (incluso con salarios por encima de los que ofrecía el CONICET), acompañado de un programa de incorporación a la docencia para exbecarios y exbecarias. Además, se atribuyeron fondos para equipamientos, programas de viajes internacionales y un premio, en forma de plus salarial, a la producción científico-tecnológica como una medida más para privilegiar las actividades de investigación y la identidad académica de la Universidad. Más allá del volumen de los recursos, que igualmente no eran exiguos, se destaca el valor simbólico de estas medidas al poner a disposición una serie de herramientas propias de la Universidad.

4. Amalia Inés Geraiges de Lemos, fue egresada de la carrera de Geografía de la UNCuyo y continuó su formación en la Universidad de San Pablo (USP), en cercanía con Milton Santos. Sin embargo, y a pesar de mantener vínculos personales con su lugar de origen, ello no se tradujo en relaciones académicas formales o institucionales entre la carrera de Geografía de la UNCuyo y la USP.

5. En este punto, cabe señalar que el convenio entre la UBA y la USP implicó como responsables a Luis Yanes y Marcelo Escolar por el lado de Buenos Aires y a Amalia Inés Geraiges de Lemos y Antonio Carlos Robert Moraes por el de San Pablo (Facultad de Filosofía y Letras, Resolución N°1223, 1988).

6. De acuerdo con Ruy Moreira (2020) [1992] el III Encuentro de Nacional de la Asociación de Geógrafos Brasileños (AGB) realizado en Fortaleza en el año 1978 fue un momento de ebullición y de quiebre para la Geografía brasileña. La disputa por la democratización de la AGB trajo aparejada la proliferación de movimientos críticos que cuestionaban el discurso geográfico vigente (ligado en mayor medida al bagaje cuantitativo y en menor a la Geografía regional hegemónica) que condujeron a un proceso de renovación en clave marxista, principalmente ligada al estructuralismo (Pedrosa, 2013). Si bien diferentes geógrafos y geógrafas brasileñas de manera individual venían teniendo vínculos con el marxismo desde fines de la década de 1960, es luego del acontecimiento de 1978 que se produce una transformación disciplinar en el abordaje de temas de Geografía económica, política, urbana, agraria, y se añaden nuevos ejes vinculados a cuestiones ambientales, historia de la Geografía y Geografía histórica (Pedrosa, 2015). Se trata de una renovación que se produce incorporando el lenguaje marxista de Althusser, Gramsci y Lukács y las lecturas que de ellos hacen en relación con el espacio y la Geografía Henry Lefebvre, Milton Santos, Yves Lacoste, David Harvey, Massino Quaini entre otros. Sin embargo, para Moreira (2020) [1992] este espíritu renovador de una crítica de la Geografía comenzó a diluirse en la segunda mitad de la década de 1980, como resultado de un proceso de institucionalización en el que la llamada Geografía crítica pasó a formar parte de la inercia institucional que anteriormente combatía. Así, “…el movimiento que era de radicalidad de renovación se convirtió en una nueva "ideología" de ese "Estado" que son los departamentos universitarios […]. El hecho también es que, como es propio del campo académico universitario, se transparenta en el análisis de los textos la ausencia de lecturas recíprocas de las producciones, el silencio e incluso la "casación" bibliográfica, prácticas que segregan el acompañamiento de la progresión de las ideas y el mapeo de quién es quién, impidiendo el esfuerzo de permanente ampliación y sistematización colectiva que todo movimiento en cuanto tal supone.” (Moreira, 2020 [1992], p.33). Pedrosa (2013, 2015), por su parte, complementa esta idea señalando que en torno a 1985 comenzó un abandono de los abordajes marxistas-estructuralistas, que se intensificó luego de la caída del muro de Berlín, para ceder lugar a un diálogo con posturas posestructuralistas y autores más distantes del marxismo como Michele Foucault, Cornelius Castoriadis o Jean Baudrillard, entre otros y otras.

7. Un ejemplo de ello es la ponencia conjunta realizada por Antonio Carlos Robert Moraes y Marcelo Escolar titulada: “Pierre George: Compromiso político, fragilidad teórica y temática regional” y presentada en el II Encuentro de Geógrafos de América Latina (EGAL).

8. Un comentario semejante fue realizado por Antonio Moraes a modo de prólogo en la contratapa del libro Critica do discurso Geográfico, publicado por Marcelo Escolar en el año 1996 bajo la editorial Hucitec de Sao Pablo.

9. La idea, en términos de hipótesis, de Escolar era demostrar, en primer lugar, la conformación de una corporación profesoral influyente y numerosa que otorgaba garantías a la reproducción social de una Geografía académica que, a su vez, formaba profesores y profesoras por medio de un discurso "legitimado" como científico que inculcaba sentimientos patrióticos afines a la construcción de una identidad nacional de base territorial. A partir de ello, en segundo término, era posible comprender que dicha corporación, luego de la crisis disciplinar surgida con los cuestionamientos al regionalismo tradicional en la segunda postguerra, buscaba sostener su lugar de poder aceptando redefinir algunos contenidos escolares, aggiornados a los nuevos saberes hegemónicos, pero evitando dar lugar a una discusión más profunda sobre el lugar de la Geografía en un currículum o área de ciencias sociales. Compartir dicha área, en efecto, implicaba reconocer el lugar social de la disciplina a costa de ceder parte de las horas escolares a otras disciplinas como la Sociología, la Economía o la Antropología. De esta manera, una renovación de los planes y programas de estudio de nivel medio sería realizada bajo un carácter más bien conservador evitando que el lugar de poder corporativo adquirido históricamente por la Geografía enseñada - e indirectamente la académica- fuera puesto en discusión.

10. Quintero Palacios en el N°7 “Geografía y Nación Estrategias educativas en la representación del territorio argentino (1862-1870)” (1995) y Souto en el N°8 “Geografía y Universidad. Institucionalización académica y legitimación científica del discurso territorial en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires” (1996). En el N°2 de la misma serie había sido publicado unos años antes el trabajo de Escolar, “Problemas de legitimación científica en la producción geográfica de la realidad social” (1989) sobre el que se hizo mención más arriba. En el siguiente Link se puede acceder a todos los títulos de la serie, que mantiene vigencia en la actualidad: http://geografia.institutos.filo.uba.ar/grupo/cuadernos-de-territorio

11. En un contexto de flexibilización del gobierno militar y de las autoridades universitarias con el claustro estudiantil como forma de legitimar el régimen, a partir de 1982 se desarrollaron una serie de eventos estudiantiles que comenzaron siendo dirigidos exclusivamente por profesores y profesoras. La 1° Reunión Nacional de Estudiantes de Geografía tuvo lugar en Mendoza, organizada por el Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Cuyo. Luego, ya en democracia, Cuyo volvió a ser sede de una 2° reunión (1984), a la que le siguió una 3° en Mar del Plata, Buenos Aires (1985) y una 4° en Río Cuarto, Córdoba (1987). A pesar de ser llevadas a cabo bajo ciertos mecanismos de control (como la toma de asistencias, escaso tiempo para discutir, ausencia de estudiantes en la toma de decisiones, y exclusión de ciertos temas de interés estudiantil), estas reuniones representaron un primer ámbito no solo para emular las actividades de exposición y comentarios que docentes, investigadores e investigadoras realizaban en congresos y jornadas, sino, fundamentalmente para intercambiar experiencias, inquietudes y sentires, en especial, acerca de cómo se estaba llevando adelante la restitución democrática en las distintas universidades (Lus Bietti, 2022b).

12. Un punto importante para señalar es que la Geografía académica no participó orgánica ni institucionalmente en estas reformas que tenían lugar en el ámbito de la administración educativa de la Provincia. De hecho, diversos interlocutores consideraban que tales reformas atentaban contra la propia disciplina. Durante esta primera etapa de renovación curricular las autoridades educativas de la provincia formaron equipos técnicos que deliberadamente excluyeron a la comunidad académica.

13. Cabe agregar que la radicación por el lapso de dos años no contó con subvención de parte del Programa de Historia Social de la Geografía, sino que corrió por cuenta propia, en términos de traslado, permanencia y manutención, facilitada por vínculos familiares en la ciudad de Buenos Aires.

14. Esta línea de trabajo fue la que Diego Bombal buscó desarrollar en su tesis de licenciatura. También fue el tema que presento en el CONICET para aspirar a una beca de iniciación en el año 1992 que finalmente no fue obtenida (Bombal, 1991, 1992). Al respecto, cabe mencionar que la postulación a tal beca se realizó desde Mendoza bajo la dirección de María Estela Furlani de Civit, quien había accedido en 1990 a la dirección del Instituto de Geografía de la UNCuyo y comenzado a estrechar vínculos con Departamentos e Institutos de Geografía del país hasta entonces poco relacionados con Mendoza, entre los que se encontraba el Instituto de Geografía de la UBA. La aparición de la Revista Argentina de Geografía "Leguas" en el año 1991, cuyo primer número fue editado por la FFyL de la UNCuyo, refleja aquel momento - que al poco tiempo se revelaría fugaz -de convergencias (Reboratti, 2001).

15. Se trataba de un estudio de los procesos históricos de formación territorial y ambiental y de la construcción intelectual e ideológica de modalidades de identificación colectiva de referencia de la misma índole, producidas por discursos, prácticas y acciones oficiales a partir de la expansión, ocupación y organización de la frontera territorial en el área del Chaco centro-occidental salteño (lote 55 Santa Victoria Este). El mismo se proponía contribuir a la elaboración de propuestas de resolución de conflictos de segregación étnico-geográfico y las formas de apropiación precaria privada y colectiva del suelo. (Secyt-UBA, 1994).

16. Siguiendo la misma perspectiva que el Programa de Historia Social de la Geografía de la UBA, el proyecto inaugural de este grupo de trabajo se denominó “La Institucionalización de la Geografía en Córdoba: Contextos, sujetos, prácticas, discursos e instituciones (1878–1984).” Además de Perla Zusman (directora) y Gabriela Cecchetto (co-directora, formada en Historia) en una primera etapa participaron Lucas Palladino, Nicolás Rabonni (formado en Historia), Lisandro Barrionuevo, Eugenia Canavagh y Ana Sofía Maizón. Los resultados de dicha indagación dieron lugar a un libro homónimo al proyecto publicado en el año 2012 por la Universidad Nacional de Córdoba. Luego, con el correr de los años, también fueron partícipes Carolina Ricci, Santiago Llorens, Carolina Suazo, María Rita Maldonado (formada en Historia), Natalia Cosacov (formada en Sociología) y María Sol Pérez (formada en Antropología), Ramiro Diaz, Agostina Ludueña, Enrique Kabalain Yonson, Santiago Vázquez y Noelia Cabana, entre otros y otras.

17. Entre sus integrantes se encuentran Facundo Rojas, Emanuel Jurado, Facundo Martín, Virginia Grosso, Julián Girau por el lado del Instituto de Geografía de la UNCuyo y por Gonzalo Lus Bietti del Instituto de Geografía de la UBA.