Donde las especies se encuentran: Sentires en red

Azucena Castro (Comp.) (2023). Futuros multiespecie. Prácticas vinculantes para un planeta en emergencia. Madrid: Bartlebooth.


"Maia Gattás Vargas

Universidad Nacional de Río Negro, Instituto de Estudios en Ciencia, Tecnología, Cultura y Desarrollo. San Carlos de Bariloche, Argentina.
ORCID
0000-0001-7806-8265

Recibido: 19 de marzo de 2014. Aceptado: 6 de mayo de 2024.


La crisis de nuestras relaciones con los seres vivos
es una crisis de la sensibilidad.
Baptiste Morizot

Tengo en mis manos un libro color violeta. Color poco frecuente para encontrar en lo que llamamos naturaleza. Un color que es la mezcla del rojo y el azul. Un híbrido. Color de la transmutación.

Desde la ecología política, Jane Bennett considera a los acontecimientos como “encuentros entre actantes ontológicamente diversos, algunos de ellos humanos y otros no, pero todos enteramente materiales” (Bennett, 2022: 19). Futuros multiespecie se hace eco de esta propuesta de una “teoría de la agencia distributiva” (Bennett, 2022: 70) que busca romper con el antropocentrismo y realiza preguntas en distintos lenguajes, a la vez que nos habla polifónicamente y construye idiomas de fronteras: una intervención poético-visual en portugués titulada “Guinchidos”, ensayos que hablan con y sobre pájaros (en el capítulo “Ajuar para un conquistador” de Salomé Lopes Coelho), pulpos, salmones modificados genéticamente, distintos tipos de tierras patagónicas, escombros. Un ejercicio de respiración, de lectura-escritura y otro, que nos invita a devenir vegetal. Reflexiones sobre la extinción de la intemperie, un textil que deviene escultura y es un árbol-persona. Notas y sentires sobre los sonidos de las ciénagas, el agua del río de La Plata y los fantasmas.

Podemos decir que este libro, compilado por Azucena Castro y editado en España por Bartlebooth dentro de su colección Mediaciones, contribuye al Chthuluceno. Donna Haraway en su propuesta compostista (en vez de poshumanista) nos pide: “[...] será posible hacer florecer ensamblajes ricos en multiespecies, que incluyan a las personas” (Haraway, 2016:19). Y así, el título es un llamado a futuros más justos, donde la multiplicidad de las formas de vida tengan lugar. Para esa posibilidad de futuro(s), los materiales compilados dan un rol protagónico a las prácticas artísticas vinculadas al activismo y a la especulación. La multiespecie es un concepto articulador. “¿Cómo crean las prácticas artísticas imaginarios multiespecie enraizados en diversos territorios? ¿Cómo disputan estas prácticas la idea de sustentabilidad defendida desde sectores neoliberales y corporativos? ¿Cómo moldean las prácticas artísticas, especulativas y activistas nuevas formas de derechos bioculturales y visiones de futuros posibles?” (Castro, 2023: 12), se pregunta Castro, la editora, en la Introducción. Y en el contexto actual, en el mes de febrero de 2024, cuando recientemente asumió un nuevo gobierno en la Argentina, podemos preguntarnos cómo puede el concepto de multiespecie dialogar con el contexto político mundial que está mayormente tomado por “las nuevas derechas”.

Este libro se compone de una Introducción, escrita por Azucena Castro y el texto “Meditaciones para los futuros, las selvas y los territorios”, de Pablo Méndez, luego prosiguen tres secciones: “Enmallados epistémicos”, “Desanudar territorios” y “Tecnoestéticas del territorio” y finalmente el posfacio, “Un saber-sabor sin sujeto”, escrito por Luz Horne.

A lo largo del libro, se recorren distintos conflictos y relaciones multiespecie en regiones particulares de América Latina, la cual es considerada en un sentido nómada del territorio. En el texto de Núñez y Martínez-Wong, siguiendo a Deleuze y Guattari, se insiste en la urgencia de una “geografía nómade” que “se interese por desplazar las imágenes dogmáticas o repetidas (la representación estable, fija, inamovible) hacia y desde la producción de imágenes diferentes” (Núñez y Martínez-Wong, 2023: 146). Entonces, lo que se configura es un mapa en estado de transformación permanente o un palimpsesto, donde se superponen la zona andina, el Chaco, la Patagonia, el Caribe colombiano, el Río de la Plata, el Pacífico chileno... Se nos propone estar atentos a las “dimensiones multisensoriales de los paisajes” (Delgado Franco, 2023:113), tal como menciona el artista sonoro Ricardo Delgado Franco en la entrevista que le realizan Malena Velarde y Azucena Castro “Biodiversidad acústica y paisajes en extinción en Colombia”. O considerar la posibilidad de una “contracartografía” que nos haga “traer a escena los saberes sumergidos” (Velarde, 2023:166), donde puedan convivir diferentes escalas espaciales y temporales, tal como propone Velarde en su texto “Anfitriones de la intemperie”. Y así es como, al recorrer las páginas del libro, nos sumergimos en la atmósfera, en el barro y en el agua, especialmente en el capítulo “Topografías acuáticas de lo ausente”, de Paula Scheinkopf.

También se cartografían muchos de los conceptos y autores fundamentales del denominado “giro material” o “nuevos materialismos”: Latour, Haraway, Morizot, Strangers, Bennett, Yussof, Despret. Todos ellos plantean el desafío de pensar desde una ontología relacional. Y, como ya mencionamos, en este desafío son los lenguajes artísticos –en simbiosis y colaboración con los elementos naturales y la dimensión técnica– los que tienen un rol protagónico. Siguiendo a María Pqtk en su artículo “Pensar como un pulpo”, valoramos al arte como “Conector entre disciplinas, traductor entre lenguajes que están acostumbrados a no entenderse” (Ptqk, 2023:265). Y en este sentido, es relevante la mención a dos muestras realizadas en los últimos años que buscaron construir una reunión multidisciplinar, una comunidad en la diferencia: Simbiología. Prácticas artísticas en un planeta en emergencia (2021-2022), en el Centro Cultural Kirchner, de Buenos Aires, y Ciencia fricción. Vida entre especies compañeras (2021), en el Centro de Cultura Contemporánea, de Barcelona. De allí, se desprenden muchos de los trabajos artísticos transdisciplinarios mencionados a lo largo del libro que recorren fotografías, videos, esculturas, textiles, mapas sonoros, site specifics, cine comunitario, instalaciones, pintura, dibujo, bioarte.

En un evidente contexto de crisis ambiental, donde muchos de los dirigentes de las “nuevas derechas” niegan la relevancia y la responsabilidad sobre el cambio climático, y donde al mismo tiempo convivimos con imaginario apocalípticos, los textos compilados buscan “articulaciones de luchas situadas y territoriales con una revisión crítica hacia los relatos dominantes de futuros que solo ofrecen el camino de la catástrofe o del capitalismo verde” (Castro, 2023:19). En esta época, donde hasta las formas de refugio parecen agotadas (Tsing, 2015), las alternativas posibles –“alternativas mas no salvaciones” (Méndez, 2023:35), se advierte– parecen estar en instaurar un nuevo régimen de lo sensible, donde se desbaraten las divisiones duales propuestas por la Modernidad, donde haya espacio para “un saber sin sujeto”, tal como propone Horne en el posfacio siguiendo a Agamben. El desafío es entonces una ruptura epistemológica. Y en este sentido es que Futuros multiespecie apuesta –también– a lo multisensorial, al “sentir en red” (Ptqk, 2023:270) como propone la curadora Ptqk.

Al atravesar las lecturas, se produce una insistencia con forma de espiral, donde los conceptos fundamentales vinculados a lo multiespecie/multisensorial aparecen y reaparecen, se transforman, encuentran sus sinónimos y aliados. Diversos autores iluminan distintas zonas. Repetición y diferencia. Los distintos ensayos y materiales buscan estallar las taxonomías modernas, salirse del oculocentrismo en el que está inmersa la cultura occidental y se abren a otros sentidos con menor dominancia: lo sonoro (como escuchar a los pájaros y las ciénagas o la propuesta de darle lugar al sonido acusmático), lo táctil (el barro, los escombros, el textil o los cristales de sulfato de cobre), el olfato (el río de La Plata, el mar pacífico), el gusto (por ejemplo, los salmones que desarrolla Luke Thomley en su texto “La marealéctica del salmón”. Y así se desarma, por ejemplo, el concepto de paisaje tal como lo entiende la Modernidad humanista y se abre el espacio para un “despaisamiento” o pospaisaje. Ya que el concepto paisaje nació como un dispositivo imperial en el siglo XV y presupone una “objetivación del mundo, espiritualización del sujeto observador” (Andermann, 2018:426). Lo visual es, entonces, cuestionado en tanto modo de ver (humano) extractivo. En sintonía con esta problemática, el artículo de Wenceslao Machado de Oliveira Junior, “Devenires vegetales en cuerpos y cámaras”, menciona el concepto de Pipano y Migliorin, de un “punto de ver” para el cine, donde la imagen se escapa del punto de vista del ojo humano (Oliveira, 2023:241). El sentido de la vista puede también estar “embarrunado” (Chappuis, 2023:96) como se afirma en el capítulo “Las fotografías embarrunadas de Guadalupe Miles”, de María José Chappuis.

Al adentrarnos en la propuesta de las filosofías multiespecie debemos estar atentos a sus riesgos ético-políticos: como advierte Ana Laura Cantera en su capítulo “Escucha de escombros”, no debemos alimentar “un discurso humano-jerárquico de ‘hacer escuchar’ narrativas que las entidades inorgánicas/humanas no desean” (Cantera, 2023:255), es decir, no hacer hablar a la cosa, no hacerle decir. O, también, en el ensayo de Fernanda Piderit “El árbol de la vida Chancay, poshumanismos y epistemologías indígenas (andinas)”, aparece la advertencia sobre el extractivismo académico de los poshumanismos europeos y estadounidenses para con los denominados “pueblos indígenas”, concepto problemático en tanto fija o romantiza una identidad. En este sentido es importante planear la necesidad de inventar un nuevo lenguaje, nuevas palabras acordes a la cosmovisión multiespecie, para Piderit el lenguaje propuesto por Latour y Bennett sigue siendo dicotómico porque “lo humano sigue estando en el centro de la definición de todas las otras cosas” (Piderit, 2023:82).

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Epílogo rojo

Mientras termino de escribir esta reseña desde mi casa, en Bariloche, por mis ventanas dejo de ver lo que veo todos los días. Desde esta mañana, el humo provocado por un incendio en el brazo Tristeza del lago Nahuel Huapi va cubriendo el cielo y el cerro Ventana, que suelo ver en el sureste, se volvió imperceptible. Esta pérdida de mi horizonte cotidiano transfigura mi sentido del espacio, me inquieta y desorienta por igual. Abro la ventana y el olor a quemado entra en mi habitación. Recuerdo el 2011, con la explosión del volcán Puyehue, donde este mismo cielo era gris, casi negro, casi la noche. Y recuerdo también, la película que vi hace algunos meses Cielo rojo (2023), de Christian Petzold. Los personajes se encuentran durante sus vacaciones de verano en una playa donde hay un incendio omnipresente. El fuego es un personaje más que se va desarrollando y creciendo a lo largo de la trama, y, cuando termina la película, nos damos cuenta de que era el protagonista principal.

Referencias bibliográficas

»Andermann, J. (2018). Tierras en trance. Arte y naturaleza después del paisaje. Santiago de Chile: Metales pesados.

»Bennett, J. (2022). Materia vibrante. Una ecología política de las cosas. Buenos Aires: Caja Negra.

»Castro, Azucena et al. (2023). Futuros multiespecie. Prácticas vinculantes para un planeta en emergencia. Valencia: Bartlebooth.

»Haraway, D. (2016). Antropoceno, Capitaloceno, Plantacionoceno, Chthuluceno: generando relaciones de parentesco. Revista latinoamericana de estudios críticos animales. III(I). Disponible en https://revistaleca.org/index.php/leca

»Morizot, B. (2021). Maneras de estar vivo. La crisis ecológica global y las políticas de lo salvaje. Madrid: Errata naturae.

»Tsing, A. (2015). Feral biologies. Paper for entropological visions of Sustainable futures, Londres: University College of London.


Maia Gattás Vargas /
fotovintage@gmail.com

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires, es doctora en Artes, con línea de formación en Arte Contemporáneo Latinoamericano (UNLP). Trabaja como becaria posdoctoral CONICET en el instituto CITECDE, Bariloche, investigando sobre audiovisuales contemporáneos de la región de la Patagonia argentino-chilena. Ha publicado diversos artículos en revistas académicas: Revista Aisthesis (Ch), Comparative cinema (Esp) Imagofagia (Ar), H-Art (Col) y Claves (Ur), entre otras. Ha obtenido distintas becas y premios: en 2022 obtuvo el premio de residencia en la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), en alianza con el Banco Santander, para dictar un seminario en dicha universidad, en 2019 fue becada para cursar el Programa de Cine de la Universidad Di Tella, ese mismo año ganó el premio de la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires, 2019, para viajar a la Residencia artística Casa Tres Patios en Medellín Colombia. En 2022 publicó su primer libro Diario de exploración al territorio del color junto a la editorial Astra y en 2023 estrenó su primer largometraje documental Viento del este gracias a un subsidio del INCAA.