Tejido social: para liberar el diálogo con los futuros posibles

Ribeiro, A. C. T. (2013). Micro-conjuntura: uma proposta de análise da aceleração da vida urbana. En: Por uma sociologia do presente - ação, técnica e espaço (vol. 4, pp. 173-192). Río de Janeiro: Letra Capital.


"Virna Carvalho David

Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone”. Buenos Aires, Argentina.

Recibido: 18 de septiembre de 2024. Aceptado: 18 de octubre de 2024.

El ritmo de la vida urbana se ha acelerado mediante las nuevas tecnologías, y nos encontramos ante nuevas condiciones de la transformación social, asevera Ana Clara Torres Ribeiro en su distintivo ensayo, recién publicado en versión española. El artículo propone nutrir ese diálogo ya fructífero entre los estudios espaciales contemporáneos y la sociología del presente. La premisa se basa en que la experiencia social actual se ha transfigurado debido a las alteraciones en el sistema técnico y el sistema de acción. De tal modo que la materialidad y la sociabilidad deben considerarse de manera indisociable, y por ello tenemos acceso a la dimensión social en la que la vida misma ocurre. Esta es la primera orientación fundamental de la propuesta de Ribeiro (2013).

El artículo que aquí comentamos examina el tejido y la sociedad bajo los estímulos del medio técnico-científico e informacional y valora así la pluralidad de iniciativas que han configurado otras posibilidades en el proceso de construcción identitaria y conquista de la modernidad. Más que las modernizaciones, la modernidad es un campo de experiencias múltiples, afirma la socióloga, en el cual coexiste una variedad de sentidos de la acción y valores en disputa. Como la reflexión sobre la acción es propia de la modernidad, históricamente ha crecido la valorización racional del tejido social para la acción social, o de la cultura para la acción política. Son, pues, estratégicos los vínculos actuales entre economía y sociedad.

En esa compleja trama de vida activa, capturar las nuevas formas de vivir y concebir la ciudad, asevera Ribeiro (2013:173), implica prestar atención a los cambios simultáneos en la base material, propiciada por las nuevas tecnologías, y la sociedad que les otorga movimiento y sentido. La metrópoli periférica constituye el recorte espacial del fenómeno de estudio; o mejor dicho, la aprehensión del fenómeno de la aceleración lleva al análisis a definir el recorte de las metrópolis a la periferia del capitalismo,1 marcadas por el signo de la escasez y, al mismo tiempo, por la efervescencia de la vida urbana. La urbanización periférica posee particularidades sobre las cuales, defiende la intelectual, la teoría social debe dedicarse ya para concebir las formaciones en curso y liberar, desde ahí, el diálogo sobre los futuros posibles.2 Es necesario abrirse a las disputas de valores que se ocultan en la experiencia colectiva, de la cual ella misma es un ejemplo.3

Para profundizar en los detalles del contenido del artículo, notemos primero el arte que es la literatura científica, a veces ensayística, de Ana Clara Torres Ribeiro. La autora escribe como quien teje: se sumerge en el tejido de la sociedad con manos que respetan y cuidan las diferentes formas de vida, las encaja como un bordado vital de interdependencias. Su narrativa tiene densidad, trae colores y matices de existencias, texturas y dimensiones de análisis que no son meras metáforas, sino un arte de la palabra capaz de albergar contradicciones históricas y capturar una variedad de vida y contenidos indeterminados o más o menos invisibles en la transformación social.

Sus análisis resuenan con el propósito de afinar los instrumentos del investigador e instruyen sobre el permanente movimiento de totalización de la sociedad. Muestran en filigrana la dinámica social que se acelera en la actualidad, transfigurando la experiencia social. La autora anima y aporta claridad a los caminos de investigación sobre la potencia social y la presión a la que está sometida; la vida, viva en sus contradicciones y fisuras. El artículo orienta una visión de la sociedad. El texto no es de fácil lectura, sus argumentos no son superficiales. Su lenguaje revela una admirable coherencia entre praxis y enseñanza; incluso la integridad intelectual de su obra es también un legado de su nobleza. Destacamos aquí esa generosa manera de Ribeiro de servir a su tiempo.

La dimensión ontológica que se construye en el texto es una lectura sensible de prácticas y valores que movilizan la vida cotidiana hacia un sentido liberador, pues contiene flujos de sentidos irreductibles e insubordinados. La disposición libre de Ana Clara, honrosa con los clásicos, crea y relaciona conceptos, y valora el hacer arte y la diversidad de la expresión humana creativa. Ante las formas de adecuación de la experiencia de la modernidad a los designios de la acción hegemónica, el horizonte del artículo comprende la integración social, sin que esta se confunda con la integración sistémica empeñada en la acumulación capitalista.

El fenómeno de la aceleración contemporánea encuentra aquí un manantial de inspiración y caminos de análisis hacia la experiencia social de la modernidad. Se trata de un texto de método, y nada es más pertinente para los estudios del presente histórico que el dedicado esfuerzo intelectual de Ribeiro para desnaturalizar el discurso único, descomprimir la trama de la compleja dinámica social y ofrecernos herramientas relevantes para aprehender lo nuevo en curso. Crear medios para que las ciencias sociales se enfrenten a los desafíos planteados por la aceleración del tiempo social es un objetivo que cumple el ensayo. Enfatizamos las señales ya iluminadas por la autora.

Al crear sensibilidad analítica al movimiento de la sociedad, Ribeiro busca alejarnos de las perspectivas limitantes que subordinan la aventura de la modernidad a los controles de la experiencia social. La idea de una única modernidad posible se difunde sin distinción de las fracturas sociales. Hay que abrirse a lo que ocurre allí:

[Las fracturas sociales] precisan ser analíticamente aprehendidas no solo a través de la observación de las condiciones materiales de vida urbana, donde se reconoce el agravamiento de la desigualdad social, sino también a través de los sentidos de la acción que, al orientar procesos identitarios e instruir el significado de la existencia, construyen posibles caminos para la acción social efectivamente integradora y solidaria. (Ribeiro, 2013:179)

Las elaboraciones del texto, nutridas de la inmanente pluralidad de existencias y sentidos de la acción, transitan entre el campo ontológico y el epistemológico; constituyen un pensamiento social abierto a explorar. Su discurso se dirige al investigador interesado en el mundo, y sus análisis buscan influir directamente en la teoría social. El texto se divide en cuatro partes y una conclusión, con una construcción conceptual que se incrementa para que acompañemos su argumentación.

El concepto de aceleración se define por el medio de vida actual; un medio que se lee como temporalidad, el tiempo social entretejido de temporalidades prácticas distintas. No es mera velocidad; tampoco se conoce sin esfuerzo intelectual. La acción es una categoría clave, la que permite pasar de la acción instrumental de la globalización económica a la acción estratégica ubicua en el seno del tejido social. Es un concepto abierto al movimiento de la sociedad. La acción está cargada de sentido; incluso la acción individual queda inscrita en un conjunto definido de valores. En las metrópolis periféricas, Ana Clara propone acompañar la acción estratégica de los pobres, para desvelar allí las formulaciones urbanas libertadoras del orden sistémico.

La noción de micro-coyuntura, más allá de las acepciones económicas y políticas corrientes, permitiría aprehender el cotidiano como ese ámbito vivo de la aceleración contemporánea, propone Ribeiro. Se reconoce el complejo tejido de la sociedad, los movimientos subyacentes a la fragmentación y exclusión social, y las disputas de oportunidades y valores en la sociedad. Esas narrativas sociales solo se destacarán, enseña Ribeiro, si prestamos atención a los determinantes sociales y, luego, culturales de la acción. Por lo cual, se distinguen cinco tipos de acción implicadas en los contextos de vida: la acción impuesta, la acción otorgada, la acción mediatizada, la acción mediática y la acción invisible.

Así, diferenciar el carácter de las acciones es reconocer la dinámica socioespacial y temporal específica implicada en cada micro-coyuntura. Recordemos a Silveira (1999) cuando discute el concepto de situación geográfica. En el proceso de aprehender la realidad, afirma Silveira (1999:23), acompañada de P. Gréco (1967), que no es suficiente describir o producir los hechos; es preciso enfrentar la tarea de elaborar el sentido.4 Producto incesante de alianzas y conflictos en un contexto de pertenencia (Zaoual, 2006),5 la dinámica del cotidiano está en constante devenir, recreando las situaciones y cambiando el valor de los lugares.

El cotidiano, como espacio usado y practicado (Santos, 1994), es, desde luego, un concepto refinado en el diálogo interdisciplinar a partir de ambos intelectuales.6 Para Milton Santos (1996), el cotidiano es una dimensión espacial, un lugar que no es un simple cuadro de vida, sino un espacio vivido de experiencias siempre renovadas (Santos, 2000b:114).7 Al recordar a Berger (1964), para quien el carácter humano del tiempo de la acción es intersubjetivo, Santos (2000a:269) instruye sobre la objetividad de una situación dada: contemplarla incluye tener presente las relaciones intersubjetivas que la caracterizan. Ribeiro (2014) dirá que la acción es siempre interacción.

Ribeiro reconoce la dimensión material de las relaciones sociales, valorando el cotidiano enlazado en el medio construido; especialmente en las metrópolis periféricas, entendidas como verdaderos epicentros de cambio. Los contextos metropolitanos de los países periféricos albergan un sentido de modernidad que encanta a la vez que asusta, observa Ribeiro (2013:175). Allí, la aceleración estimula el consumo de oportunidades transitorias en la ciudad, pero también conduce a vivencias de anonimato e indiferencia, manifestaciones de una sociabilidad desconocida, ya crítica por las actualizaciones parciales del tejido urbano.

Observemos que, no sin propósito, la autora habla de contextos metropolitanos y no precisamente de metrópolis. El matiz es la orientación para penetrar la trama social y alcanzar, más que las formas, las formaciones, como destacara Maffesoli (1997), o más que el contorno, la cualidad del fenómeno. El reconocimiento de las micro-coyunturas implicadas en la dinámica del cotidiano, como propone Ribeiro, nos permitiría avanzar en la comprensión de los movimientos sociales que han transformado límites y carencias en iniciativas que ahora mismo están gestando nuevas utopías.

Tanto Ribeiro como Santos marcan, pues, la importancia de encontrar un sistema de conceptos que exprese un nuevo orden social en gestación, aunque por ahora sin proyecto o narrativa, inclusive sin utopía (Ribeiro, 2013:177). De allí el énfasis en considerar la construcción de las utopías que, en la vida social, están cargadas de diálogo con el sentido común. Por eso, es necesario prestar atención a las posibilidades presentes en cierto momento. Tales posibilidades, afirma la autora (2013:175), inspirándose en Santos (2000a), no están aún realizadas; no obstante, están presentes ya como tendencia o promesa de realización.

Es notable la rara complicidad intelectual entre ambos pensadores, expresada también en forma de respeto y admiración. Ribeiro y Santos vivieron una misma época, del mismo lado del mundo; parecieron troncos animados de una misma raíz, se dedicaron como pocos en sus disciplinas e hicieron, ellos sí, un trabajo verdaderamente interdisciplinar. Sus obras individuales e independientes se nutren entre sí para inspirar a otros. Ribeiro y Santos nos dejaron un legado importante, abierto, fuente todavía inagotable de un pensamiento clásico, crítico y rebelde respecto al presente, atento al campo decolonial de las ideas y de los cuerpos; un pensamiento original e innovador para percibir la sociedad en su constante transformación. Por cierto, tiene gran valor para nuestros países latinoamericanos la ampliación del alcance de elaboraciones cuyas propuestas no solo orientan los análisis sociales, sino que ofrecen simultáneamente una idea de sociedad no mecanicista o economicista, sobre la cual problematizar la cuestión social.

El rasgo definitivo de la aceleración contemporánea propuesta en el artículo (Ribeiro, 2013:177) es, pues, su apertura a la vida social. Ahora bien, para que el análisis no ceda a las ideologías políticas destructoras de diálogo y llegue a desvelar el contenido social de los lugares, visibilizando las posibilidades de construcción identitaria, será preciso distinguir analíticamente dos dimensiones de la aceleración, asevera la autora. Esta es una más de las orientaciones fundamentales del ensayo.

La primera dimensión es propiamente la trama social: vida efervescente, compleja y diversa. Es el tejido social en que la aceleración, advierte Ribeiro (2013:174), revela una renovada sensibilidad colectiva para el hacer y el actuar. Conceptos como modernidad, tiempo social, tejido social, integración social, tejido-territorio, valores, arte, cotidiano, acción táctica, sagacidad, temporalidad, construcción identitaria, entre otros, son elementos significativos del análisis de la sociedad.

La segunda dimensión es la de los vectores sistémicos del capitalismo actual, la acción instrumental dirigida a los fines del dinero en estado puro. Corresponde a las formas de organización que hoy gestionan la acción hegemónica al interior de las tramas cotidianas, produciendo alteraciones en el ambiente para hacerlo, una y otra vez, adecuado a la sistematicidad capitalista. Conceptos como impulso global, vectores de modernización, alteraciones, acción dirigida a fines y acción estratégica se destacan en la interpretación de los sistemas de objetos y de acciones de base instrumental.

Vale destacar la diferencia que señala Ribeiro en Teorias da Ação (2014) entre acción y actividad, o praxis y poiesis, especialmente porque solamente la primera implica designio; la acción, precisamente, involucra sujetos sociales y, por lo tanto, porta valores. Ya la actividad, cada vez más asociada a los determinantes de los sistemas de objetos y de acciones, se realiza en el cotidiano bajo condiciones objetivas y se orquesta como una actividad instrumental amplia y generalizada. Confundir esas dos categorías es no advertir la radicalización actual de la acción instrumental en la trama social8 e invisibilizar las resistencias entretejidas por movimientos sociales y formas de hacer, cuyos sentidos se deslizan hacia otros caminos posibles.

Esa capacidad de preservación constante de la hegemonía sistémica se debe a que son sistemas abiertos, orienta Ana Clara al traer la referencia de Fedozzi (1997) a la teoría de los sistemas. De acuerdo con Fedozzi (1997, apud Ribeiro, 2013), desde Luhmann se reconoce la diferencia entre sistema y ambiente, fundamento definitivo del avance de la teoría hacia una perspectiva universalista. Los sistemas son abiertos en la medida en que son sensibles a una información exterior, fertilizados por el ambiente.9 Esa relación dialéctica se da a la medida en que los vectores de modernización llegan y se adaptan en los lugares, produciendo alteraciones a las formas-contenido cotidianas. Esas adecuaciones sirven como soporte para renovar, una y otra vez, la llegada de los siempre nuevos vectores de modernización.

Esas alteraciones, regidas por la modernización, desplazan la acción de su cultura específica, intensificando su capacidad de absorber valores de la primera dimensión de la aceleración, agrega Ribeiro (2013:183): “disolviendo su capacidad de orientar la conducta y la resistencia a la expansión sistémica e, inclusive, generando obstáculos crecientes a la integración social”. Pero, precisamente, el sentido de la acción, una vez definido por valores que encarnan determinada situación y de naturaleza distinta de la acción instrumental, debe admitir un grado de indeterminación propio del ambiente, abierto al instante en que un acto de sentido recrea el contenido social del lugar.10

En las metrópolis periféricas, instruye Ribeiro (2013:176), reconozcamos los cambios simultáneos en los sistemas de acción y el ambiente, puesto que esas adecuaciones inscritas en el medio preexistente no deben impedir que la aceleración se transforme en vida urbana enriquecida. La autora nos lleva a reflexionar sobre la riqueza de la vida y cómo conocerla. Inclusive, porque, sobre esa primera dimensión, nos falta todavía un sistema de conceptos para percibir las mutaciones sociales ya en curso.

Aquí, pertinencia y propósito afirman el artículo en toda su coherencia; el empeño intelectual de la autora y su acción estratégica para enfrentarse a los desafíos específicos que la aceleración conlleva a las ciencias sociales. Reflejo de Ana Clara Torres Ribeiro como sujeto social, pensadora y profesora, el artículo nos invita a reflexionar también sobre el intelectual, mientras nos ofrece igualmente una serie de conceptos y caminos de análisis actuales para penetrar la acelerada trama social.

Para ello, Ribeiro propone traer la noción de coyuntura al campo de conceptos de las ciencias sociales, y el artículo ofrece las condiciones para operacionalizar su propuesta. En asociación a la dimensión del cotidiano, la coyuntura, o la micro-coyuntura, más allá de las referencias económicas y políticas usuales, permitiría considerar aquellas dos dimensiones de análisis de la aceleración: la vida efervescente y los controles de las modernizaciones sistémicas, y valorizar así el tejido de la sociedad.

Desde el entretejido social, se busca diferenciar la acción que implica el fenómeno. Comprender las micro-coyunturas, agrega Ribeiro (2013:187), “puede favorecer la elucidación de las condiciones de afirmación de sujetos sociales anidadas en el tejido social”. El énfasis para articular las condiciones técnicas actuales y la historicidad de los contextos, explica la autora, se debe a que la economía misma adquiere determinantes específicamente sociales e históricos en la sociedad. Así es como la acción hegemónica ha alcanzado la trama social, ese ámbito de lo plural y lo diverso.11

El cotidiano, en su particular conjugación espacio-temporal, corresponde a un territorio usado por diferentes temporalidades prácticas, cargadas de sentido. Adhesión y alejamiento a creencias y valores, escribe Ribeiro (2013:185), tejen la sociedad en su movimiento constante. La metrópolis periférica manifiesta contextos urbanos reveladores, defiende la autora. Para capturar la gestación de lo nuevo, entendemos que se requiere un esfuerzo simultáneo de aprehensión, que es, también, de visión. La idea de sociedad se amplía y la distinción entre método y metodología cobra sentido.

Respecto de la primera dimensión de la aceleración, escribe Ribeiro (2013:180): “El tejido social cosido por las comparticiones del hacer arte permite eslabones profundos en el cotidiano urbano”. En definitiva, la edificación de nuevas utopías está dándose ahora mismo, aunque una y otra vez nos roben la potencia dialéctica de una verdadera transformación social. Por ello, la autora nos instruye a tomar las dos dimensiones analíticas de la aceleración en su unidad histórica dialéctica y así propone considerar la acción estratégica como categoría central.

Constituida por la radicalización de la acción dirigida a fines, en referencia a Max Weber, la acción estratégica actual está en todas partes (Ribeiro, 2013:181), integrada al tejido social estimulado por los nuevos objetos técnicos. Así difundida en la sociedad, la acción estratégica ha tomado el centro de la relación economía y sociedad, instituyendo el pragmatismo, el utilitarismo o la sagacidad en las relaciones sociales en general. Su omnipresencia como fenómeno social es de gran relevancia analítica, destaca la autora. Pero, precisamente en las periferias metropolitanas, la acción estratégica de los pobres se vuelve acción táctica, recuerda Ribeiro, siguiendo a De Certeau (1990), al considerar los contextos urbanos en que la materialidad es usada para sobrevivir.

La acción táctica de los pobres e individuos comunes, hombres lentos, en las palabras de Santos (2000a), transfigura la dimensión meramente mercantil de la acción dirigida a fines para apropiarse de las oportunidades de la ciudad, sus bienes y recursos disponibles en la dinámica socioespacial. La propia carencia de sentido social de la acción instrumental invita a la búsqueda de sentido de la acción, produciendo cambios culturales en esos lugares. De allí que la acción no se descasase de su contexto, sino que manifiesta los valores cosidos y, por ende, disputados en las telas cotidianas.

Las acciones tácticas de esos hombres lentos revelan múltiples intentos e iniciativas que son formas creativas de inserción en la dinámica del lucro, así como nuevas formas de legitimación y de construcción identitaria, fundamentales para encontrar las posibilidades constitutivas de la actual experiencia de la modernidad. Si bien los flujos permiten configuraciones inestables y particularistas de la integración social, se trata de encontrar las narrativas que constituyen los procesos sociales. Las narrativas, más allá de los discursos o el proyecto sistémico, permiten ultrapasar la cosificación de las relaciones sociales cotidianas para alcanzar su potencia social.

El artículo nos invita a conocer una vida urbana viva de afirmaciones que enlazan la vida en sociedad. Ana Clara Torres Ribeiro trata de no limitar la experiencia colectiva, sino de comprender la aceleración de la vida urbana en profundidad. Acompañar procesos aún en curso es soportar así la angustia de no perseguir resultados proyectados o ya encontrados desde el proyecto. Implica mantenernos abiertos a esa dimensión inestable e indeterminada del presente, ámbito en que la aceleración se constituye en el tiempo de las narrativas, temporalidades específicas, aunque no se complete el sentido de las acciones o las formulaciones utópicas.

Mientras nos falten los esquemas analíticos para explicar un nuevo orden generado por esas mutaciones sociales, no nos podrá faltar igualmente la atención a las ideologías políticas que alteran el medio para disuadirnos de las verdaderas promesas de la actualidad. Ana Clara Torres Ribeiro nos inspira en ese reto. Desde luego, será importante conocer y dar a conocer acontecimientos nuevos en las ciudades y procesos de un tiempo social que se contrapone al fenómeno de la aceleración como mera velocidad, o cualquier otra reducción analítica que no tenga claro los desafíos de objetos y lenguajes con que hoy se deparan las ciencias sociales.

#Referencias bibliográficas

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Virna Carvalho David /virna.david@gmail.com

Licenciada en Geografía (UNICAMP, 2014); Mestre en Geografía Humana (USP, 2011) y doctora en Geografía (UBA, Argentina, 2022). Miembro del Grupo de estudios sobre Cultura, Naturaleza y Territorio del Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone” (UBA). Investigadora independiente, con artículos publicados en las áreas de Geografía Urbana y Economía Espacial, con énfasis en los procesos de urbanización de los países latino-americanos.


1. Una perspectiva sobre escala en Geografía merece la referencia a Grataloup (1979) quien cuestiona la lógica epistemológica de la disciplina del espacio: partir de la dimensión para llegar a la cualificación, partir del límite para luego explicar el fenómeno. Una discusión critica con relación al paradigma geométrico en la noción de espacio puede verse en Silveira, M. L. (2006).

2. Gabriel Tarde nos inspira en esa dirección que señala Ribeiro, respecto a que la realidad contiene una suerte de potencia sobre el acto. Escribe Tarde (2007:200): “Lo posible forma parte de lo íntimo de lo real incorporados el uno al otro, aunque no sea lo real: y esos dos términos son solidarios. La inteligencia de los hechos exige, por lo tanto, el conocimiento de los posibles”.

3. Creado en 1996 por Ana Clara Torres Ribeiro, el LASTRO es el Laboratorio da Conjuntura Social: tecnología e territorio. Laboratorio de investigaciones del Instituto de Pesquisa e Planejamento Urbano e Regional (IPPUR/ Universidade Federal do Rio de Janeiro), el LASTRO busca desvelar metodologías de análisis de la dinámica urbana, realiza y difunde análisis de micro-coyunturas.

4. Una situación geográfica, asevera Silveira (1999:22), “supone una localización material y relacional (sitio y situación) y va más allá porque nos conduce a la pregunta por la cosa que incluye el momento de su construcción y su construcción histórica”.

5. Merece destacarse el libro de Hassan Zaoual: Economia das iniciativas locais, traducido al portugués en 2006, cuyo prefacio fue escrito por Ana Clara Torres Ribeiro. Crítico del economicismo, el economista Zaoual planteó la noción de racionalidad situada, a fin de valorizar la complejidad de los universos en los cuales la acción social económica tiene su contexto de pertenencia.

6. Sobre este debate especialmente, una referencia importante del diálogo entre Santos y Ribeiro se encuentra en: Pensamento vivo e humanismo concreto em Ana Clara Torres Ribeiro. La edición organizada por Catia Antonia da Silva se publicó en 2014, por Carta Capital, Río de Janeiro.

7. “El territorio no es solo el lugar de una acción pragmática, su ejercicio comporta también un aporte de vida, un fragmento de emoción que permite a los valores representar un papel” (Santos, 2000b:111). El contenido geográfico del cotidiano se realiza en virtud de que la materialidad del espacio es tanto una resultante de las acciones como condición para la acción; una estructura de formas y normas que, de un lado, limita la acción y, de otro, invita a la acción e imprime movimiento y dirección a la sociedad. Agrega (2000a:274): “nada hacemos hoy que no sea a partir de los objetos que nos cercan”.

8. En esta dirección, merece recordarse aún la diferenciación que señala Ribeiro (2014) entre dominación y hegemonía. La primera comprende las condiciones objetivas, mientras la hegemonía involucra igualmente la subjetividad, en tal caso existe un poder de convencimiento para que el ejercicio de la hegemonía asegure la reproducción de la dominación.

9. Desde la filosofía de las técnicas, reflexionemos con Simondon (2007) sobre lo que el autor llama perfeccionamiento de las máquinas. “El grado de tecnicidad corresponde no a un acrecentamiento de automatismo, sino, por el contrario, al hecho de que el funcionamiento de una máquina preserve cierto grado de indeterminación” (Simondon, 2007:33). Y agrega: una máquina sensible a la información exterior es una máquina abierta, y el conjunto de máquinas abiertas supone al hombre como organizador permanente, como intérprete viviente de máquinas, unas en relación con otras.

10. Merece mención la consideración de Santos sobre el instante de Bachelard. Para el filósofo, el instante se sitúa en un punto del espacio-tiempo. “Hic et nunc é a expressão de que se vale. O instante não é aqui e amanhã, não é lá e hoje; ele é aqui e agora” (Santos, 2000a:130).

11. En realidad, los imperativos de modernización que constituyen la segunda dimensión de la aceleración se han dotado de un poder para incorporar memorias, experiencias, proyectos, sueños, valores, también, instituciones como elementos constitutivos de una sociabilidad más bien favorable a la acumulación capitalista. Es este el punto en que las alteraciones producidas en el ambiente hacen prisionera la potencia positiva de la dialéctica social para crear una síntesis social transformadora.