Bragoni, Beatriz (2019).
Buenos Aires: Edhasa, 336 páginas.
Alejandro Pautasso
Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”-UBA/Conicet, Argentina
San Martín. Una biografía política del libertador tiene como virtud ir más allá de lo que uno podría esperar encontrar dentro del género biográfico, puesto que presenta un equilibrio en la narración entre el personaje y la sociedad de su época, operando ambos como elementos insoslayables en el análisis y las explicaciones que Bragoni vierte a lo largo del libro. La autora logra narrar la biografía política de San Martín desde una mirada que toma distancia de los relatos y las hagiografías clásicas que relatan su vida a partir tanto de los resultados de su accionar como desde su representación mítica y heroica. Para ello, presta particular atención al problema, no menor para la escritura de este género, de la relación entre la acción individual y las condiciones históricas. Los contratiempos presentes en otras biografías, donde el sujeto vertebrador del relato parece doblegar o trascender su contexto, se diluye en la argumentación del libro gracias a que San Martín es situado como un actor histórico que debe lidiar con los conflictos, incertidumbres y contingencias de su tiempo.
Al momento de restituir las coyunturas históricas que atraviesa el protagonista, el libro evidencia la incorporación de renovadas y heterogéneas perspectivas historiográficas que habilitan a pensar los dilemas y comprender las dificultades que se suscitaban en el telón de fondo de la escena histórica, pero que tenían una injerencia en la vida de San Martín. En primer lugar, se retoman las hipótesis, interrogantes e investigaciones que gravitan alrededor de la historiografía política de los procesos revolucionarios hispanoamericanos, las trayectorias de las soberanías independientes y las ingenierías institucionales. Estas indagaciones permiten enmarcar las tensiones entre republicanismo y monarquía, centralización y descentralización, orden y revolución; dilemas presentes en el viaje americano de San Martín. En segundo lugar, incorpora los nuevos análisis dentro de los estudios de la guerra, habilitando a pensar el componente social e identitario de las fuerzas militares, la logística de los recursos, el rol de las jerarquías y el peso de los antagonismos en las filas militares. Esto construye una mirada sobre el cuerpo militar que resquebraja una imagen monolítica, para destacar las gestas, dinamismos y grietas. Por último, se observa la atención a la literatura sobre el género biográfico que Bragoni tiene en consideración al momento de recomponer la vida de San Martín, que, por un lado, le permite problematizar la relación entre el cambio histórico y los elementos subjetivos del accionar individual, y, por el otro, pensar en escribir la vida del individuo con una perspectiva crítica que elude caer en la justificación retrospectiva del personaje.
San Martín, si bien es el sujeto que estructura el relato, no monopoliza las páginas del libro. Esto se refleja en el heterogéneo repertorio de fuentes históricas a las que recurre Bragoni. Entre estas se incluyen epistolarios, prensa, proclamas, oficios, crónicas, memorias y biografías relativas a un amplio elenco de sujetos. Además, el corpus documental trasciende la territorialidad americana, incorporando relatos de viajeros y documentación europea, lo que termina por construir el perfil de un San Martín con dimensiones atlánticas. Este exhaustivo aparato erudito que sirve de cimiento para la biografía expone la experiencia de Bragoni como historiadora, pues posee los condimentos necesarios para apelar al universo de los especialistas, pero sin por ello excluir a un público más amplio. De esta manera, el libro despliega un exitoso balance entre rigor académico y divulgación.
En cuanto al contenido del libro, el mismo ofrece no sólo la reconstrucción de la trayectoria sanmartiniana, tanto en su experiencia militar y política como en su pensamiento, sino también un análisis sobre el proceso de construcción y transformación de la memoria y el uso público de su figura luego de su fallecimiento. Los ocho capítulos que conforman el volumen, pueden dividirse en tres momentos. El primero, que abarca los primeros cuatro capítulos, están dedicados a seguir a San Martín en su trayectoria política y militar entre España y América. Se traza el itinerario que lo sitúa primero en Cuyo, luego conduce al lector a la liberación de Chile, para finalizar con la institucionalización del Protectorado en el Perú. En este seguimiento, se exponen las estrategias y avatares en el tejido y erección de su autoridad militar y política. Cierra esta primera instancia del libro con la entrevista de Guayaquil entre Bolívar y San Martín.
El segundo momento se compone por los capítulos quinto y sexto en los cuales se recupera la trayectoria del protagonista en su “ostracismo voluntario”, vertebrándose sobre la preocupación sanmartiniana que se mecía entre el juicio histórico que se conformaría sobre su recuerdo y el potencial olvido. Por último, en los capítulos siete y ocho Bragoni repone la trama de la historia de los usos públicos, los relatos, la mitología y hagiografía que se erigieron alrededor de San Martín, desde su muerte hasta el presente, ensayando una respuesta a la inquietud sanmartiniana por el juicio de la posteridad. En ese recorrido, la autora analiza no sólo las narrativas erigidas por personajes como Bartolomé Mitre y Ricardo Rojas, sino también las interpretaciones que hicieron algunos gobiernos y partidos políticos, como el peronismo, los nacionalistas, y los revisionistas. Esta historización logra hilar de modo inteligente, cohesivo y crítico una minuciosa reconstrucción por la laberíntica trama de los usos públicos de la figura del Libertador.
A lo largo del libro Bragoni analiza hipótesis, interpretaciones y problemas que han pesado y girado alrededor de la figura de San Martín y su tiempo. Sin pretensión de exhaustividad, a continuación, se expone una selección de los que se consideran más relevantes. En primer lugar, respecto de los sentidos e interpretaciones que se han brindado sobre la desobediencia de San Martín al Directorio en la coyuntura de su caída, Bragoni repone exhaustivamente las piezas documentales del año 1820. El análisis la lleva a sostener que la decisión del héroe de Chacabuco estuvo guiada por su intención de proseguir con la campaña del Perú, antes que, por ejemplo, con una supuesta afinidad por el sistema federal.
Esto abre la puerta a un segundo núcleo problemático: la defensa de la monarquía en la práctica y el pensamiento del Libertador. La preferencia por un sistema de gobierno con un fuerte poder central se construye en la narrativa como una combinación de las lecturas y la experiencia que lejos está de agotarse en una afinidad por una forma de gobierno en términos idealistas o doctrinales que tenía por modelo la monarquía constitucional británica. La reconstrucción de los avatares y el devenir de las guerras y las revoluciones van moldeando este posicionamiento, que opera como respuesta pragmática a la preocupación por el desorden y la anarquía en coyunturas donde nada está dado. Asimismo, la concentración del poder era considerada una herramienta necesaria para afianzar las victorias y obtener los resultados deseados en la conformación de las nuevas comunidades políticas. Este pensamiento y preferencia política no fue etéreo. San Martín lo puso en práctica cuando se erigió como Protector del Perú, instancia en la que concentró el mando político y militar, provisoriamente, hasta que se llamase al Congreso Constituyente. Estas predilecciones y acciones le valieron no pocas críticas por parte de sus contemporáneos.
En relación a la famosa, pero no menos enigmática, entrevista de Guayaquil entre Bolívar y San Martín, la autora reconstruye los diferentes trazos que dejan los protagonistas, las narraciones históricas y la mitología. En este proceso, se confronta la historia con la construcción de la memoria, siempre selectiva, iluminando ciertos espacios, y dejando otros en las sombras. En el proceso de la reconstrucción de las distancias y desacuerdos entre Bolívar y San Martín, destacan dos interpretaciones. Por un lado, la imposibilidad de unir las fuerzas militares pues la genealogía, las experiencias y las identidades forjadas al calor de las batallas hacían emerger las disidencias entre los cuerpos militares al mando de cada líder. Por el otro, las formas de gobierno que cada uno defendía en el concierto de las emergentes comunidades políticas, donde Bolívar apostaba por la república, mientras que San Martín por la monarquía constitucional, tornando poco probables una unión entre ambos.
Un cuarto elemento que se pone en juego en la biografía es la indeterminación y contingencias que se desarrollan en el periplo del protagonista en interacción con un contexto signado por la inestabilidad. Esta lectura queda expuesta con ejemplaridad en los balances que Bragoni realiza respecto a las victorias en los campos de batalla de Chile y Perú, y la edificación de la autoridad cuyana. Lejos de significar el orden y la paz, estas instancias abrían juegos que dejaban un sabor amargo: luchas intestinas entre las facciones políticas y conflictos al interior del cuerpo militar – tanto por falta de pago de salarios, cuestiones de identidad y/o debilitamientos en la cadena de mando.
En un balance, la autora presenta una biografía política que posee la virtud de no agotarse en la vida de San Martín, sino que incorpora los sinuosos caminos de los relatos, las mitologías y la simbología póstuma que se construyeron alrededor de su persona. La perspectiva crítica que Bragoni acerca al lector presenta un San Martín que se acerca más a un sujeto mortal que tiene que lidiar con los conflictos, dilemas, amarguras y felicidades como efecto de sus elecciones y las condiciones de su contexto, distanciándose de la imagen hagiográfica y mitológica que lo canoniza como héroe moral y nacional. De esta manera, al retomar e hilar la realidad histórica de San Martín y las diversas ficciones e interpretaciones que sobre él se proyectaron y continúan persistiendo en el presente, Bragoni resuelve el desafío de escribir una vida que persiste abierta e inconclusa.