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Negociación, lágrimas y maldiciones: la fiscalidad extraordinaria en la monarquía hispánica,
1620-1814

Guillermina del Valle Pavón (Coord.) (2020).
México : Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora.
Serie: Colección Historia Económica, 323 páginas.

José Sovarzo

El Colegio de México, México

El libro que aquí se reseña cuenta con ocho distintas colaboraciones en las que se exponen diferentes situaciones entre 1620 y 1814 en toda Hispanoamérica, en el que el financiamiento de la Corona se resuelve bajo un denominador común: la negociación entre la monarquía y sus vasallos para la obtención de recursos fiscales extraordinarios. De esta manera, esta publicación se alinea dentro de los estudios de la monarquía española que remarcan la necesidad de la Corona, por medio de sus servidores, de negociar con las distintas corporaciones y vasallos para financiar las conflagraciones bélicas en las que participaba y, por otra parte, desestiman el viejo postulado que consideraba como colonial la relación entre los distintos reinos y la monarquía en su posibilidad de imponer su voluntad, así sin más, en los diferentes reinos que la componían. Las distintas contribuciones que componen el libro se encuentran ordenadas de forma cronológica y a continuación haremos un breve sumario de cada una de ellas teniendo como eje los múltiples aspectos de la negociación que se manifiestan en los escritos.

El primer capítulo del libro cuenta con la contribución de José Manuel Díaz Blanco y Alfonso Hernández, quienes indagan las negociaciones que se produjeron luego de que el rey incautara el “octavo” de la plata en Sevilla en 1620. Este escrito si bien en un principio pareciera mostrar el poder del rey de secuestrar a su voluntad capitales privados, luego profundiza en todas las acciones de gobierno que se tuvieron que realizar para compensar a estos comerciantes. Aquí se demuestra que, si bien el rey tenía en la península la capacidad de tomar compulsivamente los capitales de sus vasallos, luego, como veremos en América, podía hacerlo solo mediante la negociación.

También en el siglo XVII, pero ya en la Nueva España, Gibrán Bautista y Lugo, escribe el segundo capítulo de este libro en el que ahonda en la recepción en el Cabildo de la ciudad de México de las solicitudes de donativos, préstamos y servicios al rey entre 1623 y 1629. En esta investigación queda en claro cómo los agentes indianos no eran sujetos meramente receptivos de un sistema fiscal imperial expoliador sino que, por el contrario, los súbditos indianos más acaudalados prestaban a la Corona en forma de crédito, por lo cual se terminaban beneficiando de estas contribuciones. Sin embargo, Gibrán Bautista y Lugo también remarca que no solo se contribuía por cuestiones económicas sino que, en estas participaciones en las contribuciones extraordinarias de la monarquía, se conjugaban dinámicas internas de obligación, confianza y reputación para los contribuyentes locales. De esta manera, el autor busca complejizar el carácter voluntario de las contribuciones señaladas por Loris De Nardi en un reciente estudio.

Justamente De Nardi, es el autor del capítulo siguiente del libro. Este escrito versa sobre la recaudación de los donativos reales de 1654 en el virreinato del Perú. La singularidad de esta contribución radica en que nos acerca a lo sucedido en tres corregimientos peruanos que, al no ser de los de mayor importancia económica ni poblacional, nos permite tener una observación directa de lo que sucedía en lo que podríamos llamar la “microfísica” de la recaudación de los donativos reales. Así, es como este capítulo nos muestra dos cuestiones interesantes: por un lado, el protagonismo de los oficiales reales y religiosos pasando casa por casa para la recaudación del donativo y, por otro, cómo en el ámbito local el aporte económico, aunque mínimo en el conjunto, tenía una gran importancia en la comunidad como señal de distinción y diferenciación al contribuir demostrando la solvencia económica de quien lo podía hacer.

En el siguiente acápite, la coordinadora del libro, Guillermina del Valle Pavón, escribe el capítulo que le da nombre a la obra. En él se puede advertir un nuevo aspecto de la negociación para la recaudación fiscal de la monarquía que tenía como actores principales al virrey y al consulado de comercio. En este vínculo conflictivo, en muchas ocasiones, se jugó la recaudación solicitada por Felipe V para la guerra de sucesión dinástica de 1701-1713. En este caso, los intereses parecían contradictorios: el virrey necesitaba recaudar para la Corona y el gremio de comerciantes no quería aportar sin obtener un beneficio a cambio. Sin embargo, mediante la negociación y el conceder de ambos actores americanos se pudo llegar a una solución con beneficio mutuo. Por último, el título del artículo (y del libro), en su idea de lágrimas y maldiciones, debe entenderse como las figuras retóricas de las quejas, súplicas y resistencias que los indianos practicaban a la hora de contribuir en las finanzas de la monarquía.

En el quinto capítulo del texto, Joaquín Pinto Bernal explora la recaudación extraordinaria realizada en la Nueva Granada para solventar los gastos de la guerra anglo-española de 1779-1783. En este caso nos interesa destacar cómo la negociación que se realizaba entre la monarquía y sus agentes debe ser abordada a partir del contexto histórico en el que se producía. En el caso particular de la Nueva Granada, esta contribución se pidió en un momento de gran convulsión social producto de los cambios político-administrativos que los Borbones estaban realizando desde mediados del siglo XVIII. Ante ello, Pinto Bernal ahonda en los conflictos que se suscitaban entre el visitador general del rey y el virrey, y entre este último y la elite neogranadina. Todos estos conflictos se dirimieron en el momento de imposición del donativo mediante distintas acciones de los poderes locales que resistían, negociaban, obtenían algo y finalmente pagaban al rey. Todo este accionar de los indianos lleva al autor a plantear cómo podemos repensar el viejo postulado de “acato, pero no cumplo” a partir de estas negociaciones por un más real: “acato, resisto, negocio y luego cumplo”.

Elienahí Nieves Pimentel presenta en el sexto capítulo su trabajo sobre el donativo universal de 1798 en la Nueva España. Este escrito ahonda tanto en las justificaciones discursivas que realizan las autoridades para recaudar como, así también, en los procedimientos administrativos que las autoridades locales y religiosas debieron realizar para la recolección del donativo. Es sobre esto último que quisiéramos destacar la manera en que la autora ahonda en lo que podríamos llamar la “cocina” de la recaudación, ya que los agentes regios tenían que confeccionar listas de los posibles contribuyentes en cada territorio y debían sortear problemas propios de esa dinámica, como por ejemplo, la tasación de las joyas donadas. Pero el accionar administrativo no terminaba con la recaudación sino que luego del aporte se debía publicar en la gazeta de México el nombre de los aportantes como así también se debieron realizar manuscritos, como recibos para aquellos que aportaron menos de dos pesos al donativo, dejando asentado el cumplimiento del servicio al rey por los súbditos de menores recursos. Advertimos, una vez más, cómo la necesidad de reconocimiento de los vecinos como aportantes del rey tenía una implicación en la sociedad local tanto para futuras súplicas al soberano como para destacarse en la sociedad local. Otro aspecto interesante de este escrito es cómo algunos súbditos del rey colaboraban en la recaudación mediante la donación de la mitad de una herencia no cobrada aún o mediante el traspaso de deudas difíciles de cobrar. Aquí la estrategia fue apresurar el cobro mediante la resignación de una parte de ella en favor del rey. Una última cuestión es digna de señalar en este escrito, Elienahí Pimentel nos muestra cómo las comunidades indígenas, ante los donativos universales, también contribuían siempre y cuando pudieran obtener algo a cambio, tal como las otras corporaciones aportaron al rey siguiendo sus propias estrategias de conveniencia.

En el próximo capítulo, Viviana L. Grieco, revisita críticamente el enfoque historiográfico que sostiene que el rey, mediante los donativos, violaba el derecho de propiedad de sus vasallos y los “forzaba” a contribuir en sus aventuras bélicas y, en consecuencia, la exacción extraordinaria solicitada por la monarquía traía efectos negativos en las economías locales. De esta manera, el escrito, a modo de complemento de sus antecesores, se encarga de sintetizar los postulados que el libro sostiene. Los donativos como posibilidad de recompensa económica y de ascenso social para sus contribuyentes que podían participar en “La Política de dar”. También la autora plantea que las recompensas solicitadas tras el aporte económico, no se pueden entender como un acto espurio por fuera de la lógica del Antiguo Régimen, en el que ante el acto de dar se debe recibir algo a cambio. Asimismo, sostiene que la venta de oficios, basados en los donativos, incrementó la calificación de los postulantes que competían por un cargo en la administración real, haciendo que la Corona pudiera elegir, ya no, a través del patrimonialismo. Una hipótesis sugerente que implicaría replantear todos los estudios que, justamente, analizan este accionar de la monarquía de modo contrario.

Por último, el trabajo de Javier Kraselsky se encarga de analizar al consulado de comercio de Buenos Aires y su negociación corporativa a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. El autor examina cómo en esta coyuntura, la monarquía intentó fortalecer su poder en la península mientras que en sus dominios americanos la opción a la que tuvo que apelar fue la negociación. Esta última se realizó bajo el concepto, ideado por Kraselsky, de centralización corporativa, en el que la Corona buscó realizar la negociación para la recaudación fiscal con un cuerpo en particular de la sociedad a la que le solicitaba la contribución. De esta manera, la corona se ahorraba tener que negociar de manera particular con sus súbditos y lo hacía con una sola corporación en beneficio mutuo. En este caso, el consulado de comercio se encargaba de la recaudación para la monarquía en la sociedad local a cambio de distintos privilegios, siendo el agente visible en el ámbito local de la extracción fiscal monárquica. Visto de esta manera, es de notar cómo la centralización corporativa puede ser un concepto transversal de todos los artículos reunidos en este libro.

Para finalizar, debemos concluir que el libro coordinado por Guillermina del Valle Pavón, nos brinda una serie de artículos en los que podemos advertir, por lo menos, dos políticas seguidas por la monarquía en distintas épocas y territorios. Por una parte, una “fiscalidad negociada” en la que la Corona advertía los límites de su capacidad de imponer abiertamente su agenda económica en sus distintos territorios. Por la otra, la “política de dar” de sus súbditos se realizaba bajo la agencia indiana en la que, por un servicio prestado, en este caso económico, se solicitaba una justa contraprestación, que podía ser económica, en cargos o en reconocimiento futuro. De esta manera, el paradigma colonial entendido como mercado cautivo y extracción parasitaria de renta, ha perdido una de las dos bases de apoyo en la que sostenía su análisis.