Ternavasio, Marcela (2021).
Buenos Aires, Zaragoza: Siglo Veintiuno, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 258 páginas.
João Paulo Pimenta
Universidade de São Paulo, Brasil
La comprensión de los procesos independentistas iberoamericanos presenta algunos escollos. Entre ellos, el hecho de que ciertos contextos específicos hayan sido ampliamente abordados historiográficamente y que ello pueda llevar a creer que ya se encuentran bajo perfecto dominio de nuestro conocimiento. Este excelente libro de Marcela Ternavasio es una cabal muestra de lo equivocados que podemos estar ante este tipo de impresiones. Centrado en el cruzamiento de las trayectorias políticas entre los imperios español y portugués y varias de sus espacialidades entre 1814 y 1820, y abordando una diversidad de agentes que incluye desde personajes conocidos hasta otros difíciles de identificar, Los juegos de la política se presenta como un ejercicio simultáneo de análisis e imaginación histórica, guiado por dos grandes preguntas: ¿qué implicaba, en este escenario, la posibilidad de expediciones armadas por parte de España contra lo que la restaurada Corte de Fernando VII consideraba colonias rebeldes de América del Sur?; y ¿cómo se comportaron esos diversos agentes frente a las expectativas abiertas por tal posibilidad?
Desde sus propósitos iniciales, el libro de Ternavasio es digno de muchos aplausos. No sólo porque enfrenta, con un nivel de profundidad poco común, un escenario político muy complicado cuyo tratamiento historiográfico parecía haber sido completamente cubierto, sino también porque invita al lector a radicalizar una postura que, si no sorprende al historiador profesional, no siempre es debidamente explorada: la de la comprensión de un determinado corte del pasado que abdique por completo del conocimiento de sus resultados posteriores y que, con ello, considere seriamente todas las posibilidades hasta entonces abiertas, aun cuando no se concreten. Así, y a través de un lenguaje conjugado siempre en tiempo presente, Ternavasio nos presenta una historia basada en expectativas –a veces infundadas– y posibilidades –no siempre realizadas–, que se traduce en una profunda inmersión en un contexto y problemas históricos que aquí emergen con una notable claridad.
La presentación del tema, las opciones metodológicas e inspiraciones teóricas que dan apoyatura a dicha propuesta, y la división formal del libro, se llevan a cabo en “Introducción” (pp. 09-26), a la cual le siguen tres secciones. La primera, titulada “¿Imposturas?” (pp. 27-95), aborda aproximaciones, distanciamientos, alianzas y conflictos entre los españoles y portugueses de Europa y Brasil en torno a las expectativas suscitadas por la Armada comandada por Pablo Morillo, que acabaría finalmente destinada a Venezuela y Nueva Granada. La segunda parte, que lleva por título “¿Traición o acuerdo secreto?” (pp. 97-155), se centra en los acuerdos relacionados con los matrimonios dinásticos que involucran a los Borbones de España y los Bragança de Portugal, finalmente consumados en el marco de la segunda intervención militar de la Corte de Río de Janeiro en la Banda Oriental. La tercera, “¿La reconquista imposible?” (pp. 157-233), trata más específicamente del Río de la Plata, la declaración de independencia de las Provincias Unidas en Sud-América, y los fallidos preparativos para una segunda expedición española para la reconquista de América. Finalmente, el libro concluye con un “Epílogo” (pp. 235-245), en el que la autora retoma hipótesis enunciadas en la “Introducción”, repasa ciertas cuestiones historiográficas y “abre” su temática hacia el mundo iberoamericano post 1820.
No todos los lectores de Los juegos de la política estarán de acuerdo con Ternavasio en que este es un libro que practica lo que en “Introducción” se presentaba como una “historia contrafáctica”. La expresión es seductora y se refiere a un enfoque de potencial limitado pero que, utilizado con los debidos recaudos, puede dar sin duda buenos frutos, especialmente cuando se trata de evitar las teleologías y estimular la imaginación histórica; pero una historia contrafáctica no parece ser, propiamente, una de las líneas de fuerza del libro. Por el contrario, lo que sigue es algo mucho más rico e interesante: una historia de expectativas históricas, y de su capacidad para promover efectos absolutamente reales en el pensamiento y en la acción –proyectos políticos, toma de decisiones, cambios de actitud– de los sujetos involucrados en las complejas tramas tan bien desentrañadas por Ternavasio. No siempre, es cierto, el análisis de tales expectativas históricas se asienta en correspondientes experiencias históricas, como recomendaría, entre otros, Koselleck; pero con su enorme dominio de la historia iberoamericana de la época, ya demostrado en varias ocasiones anteriores, como en Gobernar la revolución (Buenos Aires, 2007) y en Candidata a la corona (Buenos Aires, 2015), Ternavasio termina fusionando expectativas y experiencias, lo que, si consideramos los logros de su trabajo, está lejos de ser un inconveniente.
Y ya que estamos tratando sobre expectativas, quizás haya sido justamente este profundo conocimiento de la historia iberoamericana –incluyendo España, Portugal y Brasil– de los años comprendidos entre 1814 y 1820 lo que nos hubiera hecho esperar que Ternavasio fuera más explícita al tratar a su libro no sólo como relativo a las “independencias hispanoamericanas”, como sugiere como sugiere ese subtítulo específico y limitado a un área particular, sino también de las posibles independencias de Brasil, cuyas contradictorias condiciones comenzaron a crearse a partir de 1808, para luego profundizarse a partir de 1814. Incluso en función de ciertas experiencias-expectativas abordadas en algunos pasajes del libro: la posibilidad de que, rodeado en el continente sudamericano por revoluciones y guerras, Brasil también se independizara en caso de que la Corte portuguesa regresara a Europa; una posibilidad que fue considerada con mucha seriedad en Río de Janeiro, Viena y otros lugares, hasta el punto de fundamentar la transformación de Brasil en un nuevo reino, unido a los de Portugal y los Algarves. Se trata de un enorme mérito de Ternavasio, ya que Los juegos de la política no es, definitivamente, solo un libro sobre las independencias hispanoamericanas.
Para finalizar, realizo una última observación puntual: en la página 21 de la “Introducción”, Ternavasio enuncia y destaca un “doble proceso de diplomatización de la política y de politización de la diplomacia”, una zona gris en la cual se ubicaría su estudio. La idea (retomada en la página 245 del “Epílogo”) es sin duda interesante, incluso porque muchos de los sujetos aquí tratados no se constituían formalmente como agentes diplomáticos, ni tenían claro el tipo de política que estaban practicando. Lo que no hace que sus experiencias y expectativas, sus ideas y acciones, sean menos relevantes. Por el contrario, al fin y al cabo, todos estaban, de alguna manera, fusionando política y diplomacia. Esa cuestión queda muy clara en el libro de Ternavasio. Menos claro parece ser, sin embargo, cuán decimonónico, revolucionario o simplemente innovador sería, en los tiempos, espacios y agentes tratados aquí, este doble proceso. ¿La diplomacia imperial ibérica del siglo XVIII, o incluso antes, no estaba, a su manera, politizada? ¿Y la política que antes del siglo XIX involucró, y de muchas maneras, las historias de España, Portugal y sus Américas, no pasaba en muchos sentidos como formas de diplomacia?
Es evidente que se trata de cuestiones cuya eventual pertinencia es por completo tributaria del libro de Ternavasio y sus numerosos y enormes méritos. Los juegos de la política en él abordados, analizados y –para usar la palabra exacta– aclarados, podrán sorprender y aportar nuevas miradas incluso a historiadores experimentados acostumbrados a considerar los procesos independentistas iberoamericanos como carentes de últimos sentidos, de puntos de llegada y destinos supuestamente manifiestos. Porque una cosa es considerar que la historia humana nunca posee un telos; otra es comprender por qué la historia que hemos estudiado finalmente ha caminado por ciertos caminos, y no por otros.