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La juventud hitleriana de la Argentina a través de la revista Junges Volk. Entre las identidades alemana, nacionalsocialista y argentina

Germán Friedmann

Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”. Facultad de Filosofía y Letras. UBA-CONICET, Argentina.
Correo electrónico: gerfriedmann@yahoo.com.ar.

Fecha de recepción: 16 de marzo de 2023
Fecha de aceptación parcial: 14 de julio de 2023
Fecha de aceptación definitiva: 25 de septiembre de 2023

Resumen

Desde la década de 1930 los nacionalsocialistas de la Argentina diseñaron una serie de mecanismos orientados a inculcar un sentimiento de comunidad renovada y armónica que abarcara a la mayor parte de la muy variada población germanoparlante del país. Estas iniciativas fueron encabezadas por un conjunto de instituciones asociadas al partido que intentaron adentrarse en la vida cotidiana de miles de personas para conformar ámbitos de sociabilidad que crearan un “nosotros” alemán y nacionalsocialista. Con este objetivo fue establecido el Deutsch-Argentinisches Pfadfinderkorps (Cuerpo de exploradores germano-argentino) que integraba a niños y jóvenes de entre 8 y 18 años. Este artículo1 examina las páginas de su publicación oficial, Junges Volk, y detiene su mirada en los dispositivos que ayudaron a delinear en sus lectores una identidad alemana, nacionalsocialista y argentina, en un escenario político local signado por las denuncias sobre una potencial “infiltración nazi” en el país y las crecientes preocupaciones acerca de lealtad nacional de los hijos de los inmigrantes.

Palabras clave: nacionalsocialismo, germano-argentinos, identidad nacional.

The Hitler youth in Argentina through the magazine Junges Volk. Between German, National Socialist and Argentine identities 

Abstract

From the 1930s National Socialists in Argentina designed a series of mechanisms to instill the feeling of a renewed and harmonic community comprising most of the very diverse German speaking population in the country. These initiatives were spearheaded by a group of institutions related to the party, which attempted to penetrate the daily life of thousands of people to constitute spaces of sociability which in turn would create a German, National Socialist “us”. With this aim the Deutsch-Argentinisches Pfadfinderkorps (German Argentine Explorer Corps) was established, incorporating boys and youths from the age of 8 to 18. This article examines the pages of its official publication, Junges Volk, focusing on the devices which helped their readers build a German, National Socialist and Argentine identity, in a local political landscape marked by denunciations of a potential “Nazi infiltration” of the country, and by growing concerns about the loyalty of the children of immigrant parents.

Keywords: National Socialism, German Argentines, national identity.

En mayo de 1938 Enrique Dickmann presentó en la Cámara de Diputados de la Nación un proyecto para investigar “las actividades ilícitas de las organizaciones extranjeras”. Basaba sus argumentos en una supuesta infiltración nacionalsocialista en las escuelas de la comunidad germana, donde, señalaba, se realizaba una “obra destructiva del espíritu nacional” que buscaba instaurar un “espíritu de minoría”, a partir del cual se “producirán los reclamos y la intervención alemana en nuestro país”.2 Esta iniciativa del legislador socialista se originó en un contexto en el cual el comienzo de la guerra en España y las crecientes polarizaciones desencadenadas posteriormente por la conflagración bélica europea llevaron a que las alineaciones políticas locales y las disputas internas fueran interpretadas bajo la óptica de los conflictos mundiales contemporáneos (De Privitellio, 2012; Bisso, 2007: 15-97). En ese marco surgieron numerosos informes sobre la existencia de una “quinta columna” que estaría preparando una “invasión nazi” a la Argentina. Aquellas acusaciones tuvieron un fuerte impacto en los medios de prensa nacionales e internacionales e instalaron en la opinión pública una intensa discusión que se trasladó al ámbito legislativo, donde alcanzó su punto culminante con la conformación de la Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas que funcionó en la Cámara de Diputados desde junio de 1941 hasta el cierre del parlamento, implementado tras el golpe de 1943 (Friedmann, 2009).

Entre las principales organizaciones sospechadas no sólo de fomentar la penetración extranjera en la Argentina, sino también de desconocer la condición de argentinos de los hijos de alemanes nacidos en el territorio nacional se encontraba el Deutsch-Argentinisches Pfadfinderkorps (Cuerpo de exploradores germano-argentino). En efecto, los nacionalsocialistas de la Argentina diseñaron una serie de mecanismos para inspirar un sentimiento de comunidad renovada y armónica en la mayor parte de la muy variada población germanoparlante del país. Crearon para ello diversas instituciones asociadas al partido que intentaron adentrarse en la vida cotidiana de miles de personas para conformar ámbitos de sociabilidad que formaran un “nosotros” alemán y nacionalsocialista. Este artículo analiza las actividades y discursos elaborados por el Cuerpo de exploradores germano-argentino a través de su boletín oficial, Junges Volk. Busca mostrar los dispositivos que ayudaron a delinear para sus lectores una identidad alemana, nacionalsocialista y argentina. El apartado inicial presenta una sucinta descripción del Cuerpo de exploradores germano-argentino y de las temáticas abordadas en la publicación de la juventud nacionalsocialista. El segundo detiene su atención en las interpretaciones del pasado alemán, donde juegan un papel central los relatos de la Primera Guerra Mundial y los informes sobre la situación bélica contemporánea. La tercera parte indaga en las referencias directas al régimen gobernante en el Reich y en los aspectos ideológicos del nacionalsocialismo expuestos en la revista. La cuarta sección hace foco en las referencias históricas utilizadas en Junges Volk para impartir una educación patriótica argentina. El quinto segmento se centra en la difusión de distintas actividades sociales que buscaban crear y/o fortalecer un sentimiento comunitario entre sus jóvenes lectores. A continuación, la sexta y última parte, expone las consideraciones finales.

El cuerpo de exploradores germano-argentino y Junges Volk

En febrero de 1931 se estableció en Buenos Aires el Landesgruppe Argentinien der Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (Grupo Territorial Argentina del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán). Aunque inicialmente tuvo una aceptación moderada, tras la estabilización de Hitler en el poder el partido y el régimen imperante en Alemania comenzaron a adquirir una creciente aceptación en una parte del heterogéneo conjunto de germanoparlantes radicados en el país. Fue así que durante la segunda mitad de la década de 1930 se desarrolló un proceso de Gleichschaltung (igualación o nivelación) de numerosas organizaciones de la colectividad, cuyo éxito estuvo atado a una combinación de coacción y consentimiento sensiblemente variable en cada caso en particular (Newton, 1992: 37-87; Friedmann, 2023: 146-148).

Del mismo modo que en el Reich, también en la Argentina el proyecto nacionalsocialista planteaba crear un “ser humano nuevo” a partir de una “regeneración racial” gradual y completa, entendida tanto desde un punto de vista biológico como social y cultural. Para llevarla a cabo diseñó una serie de instrumentos destinados a transmitir una renovada identidad comunitaria entre los germanoparlantes locales. Estas iniciativas fueron encabezadas por instituciones asociadas al Landesgruppe que procuraron internarse en la cotidianidad de aquellos y socializarlos en una identidad alemana y nacionalsocialista.

Con el fin de educar a las nuevas generaciones se apeló tanto a las escuelas como a diversas organizaciones partidarias. De este modo, el 2 de septiembre de 1933 fue conformado el Deutsch-Argentinisches Pfadfinderkorps (Cuerpo de exploradores germano-argentino), integrado por niños y jóvenes de entre 8 y 18 años de edad.3 La agrupación contaba con un ala femenina, la Bund Deutsch-Argentinischer Mädel (Liga de Muchachas germano-argentinas), con la cual se incorporó a la Asociación de Boy Scouts Argentinos.4 Esta vinculación, con la consiguiente sujeción a los reglamentos y a la supervisión de una entidad local, permitió contrarrestar las críticas que indicaban su dependencia directa del Reich y disipar las preocupaciones de las autoridades nacionales referidas a la lealtad de sus integrantes para con la República Argentina.5 También ayudó a superar las reservas de las juntas directivas de los “colegios alemanes” para que les dejaran utilizar sus instalaciones durante el horario extraescolar.6 Aunque los scouts germano-argentinos no estaban institucionalmente relacionados con dichas entidades educativas, en ellas se llevó a cabo una intensa y exitosa propaganda para que los estudiantes se incorporaran a la organización. Así, se fue desarrollando un vínculo cada vez más estrecho debido a que muchos alumnos integraban el cuerpo de exploradores y varios docentes actuaban como líderes regionales de la juventud nacionalsocialista.

Al finalizar la jornada escolar o a la salida de sus trabajos, las chicas y los muchachos pasaban buena parte del día en establecimientos de la agrupación.7 Una vez cada siete días participaban de las Heimabende, unas veladas realizadas en alguna casa particular que incluían bailes, charlas y discusiones sobre cuestiones de índole social y política. Asimismo, los fines de semana desarrollaban diversas actividades recreativas al aire libre. El testimonio de una ex integrante de la Liga de Muchachas germano-argentinas ilustra la atracción que ejercía sobre los jóvenes tanto la posibilidad de tener un uniforme distinguido y pertenecer a una “comunidad dominante”, como de compartir canciones, marchas y campamentos. Así, Ingeborg Reinke-Beyer recordaba cómo algunos niños y adolescentes nacidos en la Argentina de padres alemanes se reunían en un ambiente de camaradería y estricta disciplina a entonar las estrofas de la Deutschlandlied (Canción de Alemania) y Die Fahne Hoch (La bandera en alto) con el brazo derecho levantado.8 Rememoraba también los encuentros fraternales de los domingos por la mañana en los que se combinaban el entrenamiento físico y las competencias deportivas con el aprendizaje de los contenidos ideológicos nacionalsocialistas (Volberg, 1981: 198).

Quienes contaban con inclinaciones artísticas podían integrar el Spielschar, una agrupación que representaba obras teatrales y espectáculos musicales que incluían orquestas y coros. Existía además una división ecuestre, apadrinada por el titular de la representación alemana en la Argentina, Wilhelm Emil Edmund Freiherr von Thermann, quien a menudo se encargaba personalmente de dar clases de equitación a los jóvenes en el Club Hípico Alemán. Había también una sección de deportes aéreos en la que se destacaba el aeromodelismo, desarrollado primero en las instalaciones del colegio Goethe y luego en talleres propios con el apoyo de empresas de capital alemán que donaban motores, máquinas y herramientas.

En diciembre de 1939 comenzó a editarse Junges Volk. Deutsche Jugend-Monatsschrift in Argentinien (Gente Joven. Revista mensual de la juventud alemana en la Argentina).9 La publicación, íntegramente impresa en idioma alemán, tenía como director y responsable a Eberhard Zieschank.10 Entre sus principales anunciantes se encontraban firmas muy variadas, desde las más grandes como los laboratorios Bayer y Merck, el Banco Germánico, la compañía Agfa (por entonces parte del conglomerado IG Farben) y la empresa Siemens-Schuckert, pasando por las librerías Goethe y Beutelspacher, hasta los más pequeños emprendimientos como la academia comercial Loesche, el almacén Leineweber y Cía., y la mueblería Appel. Asimismo fueron frecuentes los anuncios del negocio de óptica y fotografía de Guillermo Maubach, la tienda de artículos de caza y pesca de Pedro Wörns, así como la venta de productos de belleza y cuidado personal de Ilze Venzmer, la casa de instrumentos musicales de Walter Wilkenin y las clases de acordeón de Harry Löw, todos ellos afiliados al partido nacionalsocialista.11

La temática de la revista abarcaba historias de aventuras, informes sobre viajes, ciencia y tecnología, al igual que ensayos de navegación acuática y aérea, tanto civil como militar. Junges Volk contaba con numerosas fotografías, ilustraciones y notas originales elaboradas en su mayor parte por docentes de distintas “escuelas alemanas” de la Argentina.12 También resultó frecuente la publicación de artículos y extractos de libros de diferentes autores alemanes, tanto clásicos como contemporáneos. Se reprodujeron además crónicas y reportajes que habían aparecido previamente en diversas publicaciones del Reich dedicadas a la niñez y juventud.13

Los deportes y las cuestiones lúdicas en general contaban con una sección propia donde, con fotos e imágenes, se promovía el desarrollo de actividades físicas que incluían ejercicios de calistenia, natación, esgrima, lucha y diferentes juegos de pelota. La promoción y difusión de estas prácticas hacía hincapié en la importancia del entrenamiento corporal estrechamente ligado a la formación del carácter y al fomento de una vida sana. Aunque no se acentuaba tanto la rivalidad o el éxito frente a un oponente, se celebraban las victorias, como se evidencia, por ejemplo, en el reconocimiento brindado a Josef Schmidt por alcanzar el récord intercolegial en salto en largo y a Paul Harpe por ocupar el primer puesto en salto de altura, ambos durante las competencias de las escuelas secundarias realizadas en Buenos Aires en octubre de 1940.14 No obstante, en lugar de promover altos niveles de rendimiento, las actividades deportivas se llevaban a cabo de una manera recreativa, con un enfoque centrado en la diversión y en el fomento de las experiencias comunes.

La contratapa de la revista tenía un segmento que presentaba datos y curiosidades mundiales, donde Alemania cumplía siempre un papel destacado. Así, un registro que era encabezado por el pionero de la aviación Santos Dumont en 1906 señalaba que el récord de velocidad aérea había sido establecido en abril de 1939 por el alemán Fritz Wendel en un Messerschmitt con 755,11 kilómetros por hora, sólo unas semanas antes de los 746,66 kilómetros alcanzados por el también joven piloto de la Luftwaffe Hans Dieterle a bordo de un Heinkel.15 De igual forma, se resaltaba que “con cerca de 80.000, el alemán era el idioma con más palabras en el mundo”,16 mientras que la publicación del medallero de los Juegos Olímpicos realizados en Berlín en agosto de 1936 evidenciaba la superioridad alcanzada por Alemania en las diversas competencias.17 Asimismo, una lista de las “diez ciudades más grandes del planeta” presentaba a Berlín en un destacado tercer lugar (Buenos Aires aparecía octava); y otra, que resaltaba que cuatro de las “construcciones más altas” eran alemanas (dos antiguas –la catedral de Colonia y la Iglesia mayor de Ulm– y dos contemporáneas –la torre Telefunken de Hannover y la transmisora de radio de Königs Wusterhausen–), combinaba en dosis semejantes el orgullo por la tradición y la modernidad del Reich.18

“Lo importante es que viva Alemania”

La construcción de relatos sobre el pasado para enmarcar las interpretaciones del presente fue una constante en la revista. En tal sentido, Junges Volk brindó una nómina detallada de los “estados enemigos” que se repartieron los 2.952.950 kilómetros cuadrados del “espacio colonial” que el imperio alemán había “adquirido pacíficamente” y del cual había sido despojado por el “dictado de paz” de Versalles.19 En esta utilización política de la historia ocuparon un lugar preponderante las crónicas e informes sobre la Gran Guerra como, por ejemplo, el homenaje al reconocido piloto alemán Manfred von Richthofen a través de la publicación de un extracto de su obra autobiográfica Der Rote Kampfflieger (El piloto de combate rojo).20 En el mismo sentido, un artículo titulado “Hace 25 años. Lucha heroica y caída de la escuadra Spee en diciembre de 1914” transcribía un extracto del libro publicado en Stuttgart (1936) Männer. Ein Buch des Stolzes de Erhard Wittek, en el que se destacaba la valentía de la tripulación del conde von Spee, que, sobreponiéndose “al agotamiento y al temor a la muerte, nunca pensó en rendirse” a pesar de la “inmensa supremacía inglesa”. Después de leer este informe, finalizaba la nota, “cualquiera de nuestra sangre tendrá una idea clara de lo que realmente significa la disciplina para los soldados alemanes”.21

Otro reporte del oficial naval alemán, Fritz Otto Busch, describía la “gran hazaña” de Otto Eduard Weddigen, un comandante de submarino que había recibido la orden Pour le Mérite (la máxima condecoración alemana) por el hundimiento de cuatro buques ingleses.22 Con el mismo tono, en la revista se recordaba la heroica lucha de las tropas turco-alemanas en el canal de Suez, Palestina y Mesopotamia en el Frente del Oriente Próximo.23 Asimismo, la publicación del testimonio de un teniente del ejército colonial británico destacaba el valor de los soldados alemanes que pelearon en el África Oriental, a quienes no había logrado vencer pese a que se encontraban en una situación de evidente inferioridad. En el momento en el que “la guerra llegó a su fin”, proseguía el militar, “no derrotamos a los alemanes”, sino que fueron “ellos quienes depusieron las armas en protesta por los términos del armisticio que su gobierno concluyó con nosotros en Europa”.24 Esta nota refleja el fuerte cuestionamiento de los nacionalsocialistas al Estado de Weimar, en el que, como otros tantos grupos políticos, percibían una fachada institucional formalmente democrática detrás de la cual la estructura económica seguía siendo dominada por el gran capital financiero, industrial y agrario. Además, consideraban a aquella experiencia republicana como un símbolo de la humillación nacional y acusaban a sus gobernantes de firmar el tratado de paz, una traición imperdonable que habría negociado la sangre derramada de millones de muertos y heridos. Esta idea se relacionaba y se retroalimentaba con la leyenda de la “puñalada por la espalda”, un mito que afirmaba que el ejército del Reich no había sido vencido en el campo de batalla, sino que atribuía la derrota a una conspiración de enemigos internos que habrían saboteado el esfuerzo bélico.

Si bien las referencias a la Gran Guerra fueron constantes, paulatinamente fue alcanzando mayor protagonismo la conflagración iniciada pocos meses antes del surgimiento de Junges Volk. De sus páginas, no obstante, se desprendía una clara conexión entre ambos conflictos en tanto se evidenciaba la voluntad de borrar la deshonra de Versalles, el puntapié inicial de la odiada república liberal de Weimar. Una nota firmada por Heinrich Linse, un ex marinero del crucero Graf Spee que fuera hundido en la batalla del Río de la Plata, recordaba que las restricciones de aquel “vergonzoso dictado” habían limitado a Alemania a la construcción de tres cruceros de 10.000 toneladas”. Bajo aquellas apremiantes condiciones, continuaba, de la nada se logró crear “un tipo completamente nuevo de barco blindado”. El Deutschland entró en servicio en 1933, el Admiral Scheer al año siguiente y, por último, el Admiral Graf Spee, en 1936. Estas embarcaciones, finalizaba Linse, surgidas de la “necesidad, causaron y siguen causando gran preocupación a nuestros enemigos” y son una “obra maestra del espíritu y del arte de la construcción naval alemana”.25

La revista presentó numerosos informes sobre el desempeño de los barcos y submarinos de la Kriegsmarine, los aviones de combate de la Luftwaffe y los soldados de la Wehrmacht durante la conflagración que se estaba desarrollando por entonces. Por ejemplo, informaba cómo cuatro aviadores alemanes habían sido rescatados por un bote inflable en el Mar del Norte y llevados exitosamente al Reich a través de Holanda.26 Sus páginas reprodujeron además el relato del soldado y aviador alemán Werner Baumbach acerca de su experiencia en la batalla de Narvik, entre abril y junio de 1940.27 La crónica fue seguida por una exposición del corresponsal de guerra y propagandista Kurt Parbel sobre la “heroica lucha en el lejano norte” emprendida por el mencionado y múltiples veces condecorado piloto de combate que se había distinguido en aquella contienda, y por un poema corto compuesto por el dramaturgo y docente de la Goethe-Schule, Otto Czierski, que también exaltaba la figura de Baumbach.28 Asimismo, una nota del reconocido y por entonces recientemente fallecido comandante de submarinos, Günther Prien, describía la manera en la que había conseguido penetrar la base naval británica de Scapa Flow y hundir al acorazado Royal Oak, uno de los más poderosos de la marina real.29

Junges Volk proclamaba que, aunque el arrojo y la valentía de los alemanes eran semejantes a los demostrados en la Gran Guerra, las condiciones en las que la población se presentaba a la nueva contienda eran muy diferentes gracias a la labor del gobierno nacionalsocialista. Una nota del escritor y publicista Otto Riebicke indicaba que durante el conflicto que tuvo lugar entre 1914 y 1918 “todos los muchachos querían ser soldados para ayudar a su patria”, por lo que las aulas, oficinas, tiendas comerciales, talleres y granjas “se habían vaciado de jóvenes que no podían esperar a ser llamados al servicio militar”. De este modo, entraban al campo de batalla con 16, 15, o incluso con apenas 14 años de edad, muchas veces realizando una “pequeña corrección a su fecha de nacimiento”. Tras un cuarto de siglo, continuaba el artículo, algunos de aquellos combatientes “volverán al campo de batalla, quizás con sus hijos, sirviendo ambas generaciones con el mismo espíritu”. Sin embargo, afirmaba Riebicke, ahora los voluntarios no llegarán al frente tan jóvenes porque “la prudente dirección del Reich entrena a sus soldados a conciencia y con sereno cuidado, incluso en tiempos de guerra”.30

No obstante, a medida que avanzaba la conflagración bélica, la revista exhibió una creciente y progresiva glorificación no sólo de la guerra, sino también de la participación en ella. De esta manera podía verse la fotografía de un “valiente joven alemán” que con apenas 16 años había recibido la Cruz de Hierro por el “pleno cumplimiento del deber”.31 El coraje y compromiso juvenil también eran exaltados en una reseña de la película Kadetten (Cadetes) que, ambientada durante la Guerra de los Siete Años del siglo XVIII, narraba la historia de un grupo de muchachos del ejército prusiano que lograron escapar de sus captores rusos y retornar a su patria entre los vítores de la población berlinesa.32 Como nota de color se destacaban las enormes dificultades atravesadas por el director del largometraje, Karl Ritter, quien debió recurrir a numerosas audiciones en las que participaron miles de niños de entre 10 y 12 años de todo el territorio alemán para encontrar a los actores adecuados. Finalmente, se informaba a los lectores de la revista (cuyas edades eran semejantes a la de los cadetes prusianos) que el elenco sólo pudo ser encontrado entre “sus compañeros de la Napola de Potsdam”,33 los únicos que podían cumplir con el papel de manera satisfactoria porque “no le temían a la muerte”.34

Junges Volk alentó asimismo el regreso a la “patria en peligro”. Con este fin notificó la larga travesía de más de 80 días realizada por Dirk Meybohm, un importador de café que residía en la capital argentina desde 1925, quien, junto a tres compatriotas, logró atravesar en velero el Atlántico desde Buenos Aires hasta Santa Cruz de Tenerife. En la descripción de aquella peripecia se combinaba el elogio a la tierra de adopción con el deber para con la de nacimiento. En efecto, mientras que Meybohm describía a su embarcación como un “producto argentino” que, “aunque no había sido construido para este tipo de empresas” logró resistir todas las inclemencias, contaba que había decidido volver a Alemania cuando vio “que la patria podía utilizar a cualquiera de sus hijos” en el turbulento Frente Oriental.35

A inicios de 1942 la revista comenzó a publicar los nombres de distintos jóvenes residentes en la Argentina que habían dejado su vida combatiendo en Europa.36 “Muchos de quienes están cerca de nosotros murieron por Alemania”, se leía en sus páginas como preludio al sentido homenaje realizado a Wilhelm Goebel, en cuyo destino Junges Volk veía una alegoría de la historia germana. Había nacido en 1918 en la “Samoa alemana”, tierra que su familia abandonó rápidamente cuando “fue robada en Versailles”. Pretendieron entonces “volver a las fronteras de la madre patria”, pero: “¿al caos de Weimar?”, se preguntaba la nota. Descartada esta opción, en un principio emigraron a Brasil con la intención de crear “una nueva patria”, pero como Wilhelm “seguía ligado a Alemania” se dirigió allí a cursar sus estudios. Al finalizar la escuela se trasladó a la Argentina, donde para esa época vivía su madre. Sin embargo, proseguía el informe, como las “penurias alemanas pesaban demasiado en su sangre”, retornó al Reich para cumplir el servicio militar y fue entonces, “en el estallido de la lucha decisiva”, que se le hizo la “última y más alta demanda”. Goebel fue alcanzado por una ametralladora que perforó sus pulmones, pero él “sabía por lo que luchaba y moría”, como lo detallaba la carta enviada a sus parientes por el teniente de la Wehrmacht que contaba “la desgarradora consumación de aquel destino”. La misiva, reproducida por Junges Volk, indicaba que mientras Wilhelm “estaba herido hablaba muy tranquilamente, nunca de él, siempre de nosotros”, en tanto que sus últimas palabras fueron: “lo que me pase a mí es irrelevante, lo importante es que viva Alemania”. Fue así que Goebel “murió como un héroe, plenamente consciente de que dio su vida por la patria y con la maravillosa sensación de que sus compañeros ganarían”.37

Es interesante observar que Junges Volk eligió destacar la trayectoria y heroica muerte del samoano y no la de otros muchachos que, oriundos de la Argentina, fallecieron en Europa peleando por Alemania, como, por ejemplo, el porteño Hans Fähndrich y el rosarino Horst Puderbach, quienes, nacidos respectivamente en 1919 y 1920, dejaron la vida en el frente oriental en 1942.38 La redacción de la revista estaba decidida a eludir una situación que podría haber alimentado el por entonces creciente temor a un supuesto complot de los germano-argentinos para infiltrarse en el país y evitar, al mismo tiempo, un conflicto con las autoridades nacionales quienes, desde luego, no reconocían la identificación alemana de los ciudadanos nacidos en su territorio. En este sentido, el escenario político local signado por las crecientes preocupaciones sobre una potencial amenaza nazi intensificaba los temores y las sospechas acerca de lealtad nacional de los hijos de los inmigrantes.

Junges Volk y la ideología nacionalsocialista

El contenido de la publicación editada en Buenos Aires era semejante al de las revistas alemanas contemporáneas dedicadas a los niños y jóvenes, de las cuales obtenía una parte importante de su material. No obstante, a diferencia de aquellas, que estaban plagadas de propaganda nacionalsocialista, en Junges Volk las referencias directas al régimen eran muy limitadas, aunque, desde luego, se inscribía al Tercer Reich y a algunas de sus figuras más destacadas dentro del panteón de héroes de la historia general alemana. En tal sentido, una breve reseña de la vida de Albert Leo Schlageter parecía describir el cursus honorum del buen nacionalsocialista. Destacaba su heroísmo durante la Gran Guerra, por el que recibió la Cruz de Hierro de primera y segunda clase, y su desempeño como Freikorps luchando “contra el bolchevismo” en Finlandia, los países bálticos y la Alta Silesia. En el marco de las “entregas del Dictado de Versalles”, continuaba el informe, cuando “las tropas francesas ocuparon la indefensa región del Ruhr”, Schlageter voló las “vías y puentes para que los trenes con los tesoros del suelo alemán no pudieran salir del país”. Sin embargo, proseguía, tras una “infame traición” fue arrestado y llevado ante un consejo de guerra francés que finalmente lo sentenció a muerte. La nota finalizaba indicando que, aunque una “enorme cruz se alzaba en el Golzheimer Heide”, el pueblo ya le ha erigido a Schlageter “el monumento más orgulloso en sus corazones”.39

Entre los personajes más relevantes del régimen gobernante en Alemania Junges Volk exaltó la figura de Hermann Göring, de quien destacaba su “nobleza y caballerosidad” ante el enemigo durante la Gran Guerra como un “modelo a seguir”.40 Las referencias a Hitler fueron pocas y solapadas. Por ejemplo, el “jefe de Estado del Reich alemán celebra el 20 de abril su cumpleaños no. 51” era el epígrafe de una fotografía que, en la edición de aquel mes de 1940, mostraba al líder nacionalsocialista acompañado por unos chicos que realizaban el “saludo alemán”.41 Pocos meses después, Junges Volk reprodujo las reflexiones del crítico literario y escritor sueco Fredrik Böök, quien ponía de relieve que todas las naciones participantes en la Primera Guerra Mundial honraban al “soldado desconocido”. Mientras en París, indicaba, éste “descansa bajo el Arco de Triunfo”, en la ciudad de Londres “duerme bajo el mármol negro de la abadía de Westminster”. Muy distinta era la situación en Berlín, donde “reside en el Palacio del Canciller del Reich en la Wilhelmstrasse”. Sin dejar mucho espacio a las sutilezas, Böök resaltaba que Alemania era el único país del mundo en el que “el soldado desconocido no está muerto, sino vivo”.42

En abril de 1943 Eberhard Zieschank presentó a Federico el Grande como uno de los gobernantes más importantes de la historia alemana y como la “encarnación misma del término prusianismo (Preussentum)”. Su figura, apuntaba, era la representación más clara de que cuando los “tiempos difíciles” exigían “actos extraordinarios”, los alemanes se dirigían al “gran rey” y recurrían “al ejemplo y los valores eternos que este líder brindaba a su pueblo”. Sin embargo, para el editor de Junges Volk, el tercer monarca prusiano había cometido un “único e imperdonable error: no planteó un sucesor”. Quizás “¿no había ninguno?”, se preguntaba en forma retórica Zieschank, o “¿tal vez después de él, no solo Prusia, sino Alemania entera tuvo que descender reiteradamente a la más profunda humillación hasta el surgimiento de alguien aún más grande?”.43 Como corolario de aquella reflexión, y sin ninguna alusión explícita, la revista publicó Zum 20. April (“Al 20 de abril”), un poema originalmente titulado Dem Führer (“Al Führer”), escrito a mediados de la década de 1930 por Will Vesper, a quien Thomas Mann definiera como uno de los más grandes bufones del nacionalsocialismo. En su obra Vesper deseaba el surgimiento de “un líder de entre nuestro pueblo” y elogiaba “la costumbre de los antepasados”, cuando no se conocían trono ni corona y “los hombres eran dirigidos por su hijo más capaz”.44 El poema resulta un buen ejemplo de cómo la propaganda nacionalsocialista prometía el establecimiento de un orden político en el cual la extracción social no determinara la posterior trayectoria, prestigio u ocupación de las personas. Hitler, que a diferencia de sus predecesores era presentado como un “canciller del pueblo”, proclamaba lo que reivindicaba para sí mismo: el ascenso social del individuo capacitado, independientemente del contexto material y cultural de su nacimiento, siempre y cuando, claro está, fuera un Volksgenosse.45

Otra particularidad de Junges Volk era la ausencia total de algunos de los aspectos más disruptivos del nacionalsocialismo, como el racismo biológico en general o el antisemitismo en particular. Por el contrario, muchas veces se subrayaban los valores positivos de diferentes pueblos, incluso los de algunos que en la época eran frecuentemente percibidos como atrasados. En este aspecto, un artículo sobre los Estados Unidos firmado por Rudolf Jacobs advertía claramente que lejos de contar una “historia de indios salvajes”, narraba la “heroica lucha” del pueblo sioux que, aunque no logró permanecer unido ni ser lo “suficientemente fuerte” como para resistir el “avance de los blancos”, había brindado una heroica y “feroz resistencia”.46 Con el mismo tono, un relato de Werner Kallmerten exaltaba las virtudes de los aztecas, entre ellas, el valor, la lealtad y el autocontrol, como un ejemplo de vida para los jóvenes lectores.47

La revista también publicó un extracto de Die einsame Herde. Buch der wilden blühenden Pampa (La manada solitaria. Libro de las pampas salvajes y florecientes)48 de Christian Munck, uno de los pseudónimos del reconocido escritor y dramaturgo Günther Weisenborn, quien por entonces presidía la sección cultural de la Großdeutscher Rundfunk (Radiodifusora de la Gran Alemania) y pocos años después fuera detenido por integrar la organización antinazi Orquesta Roja (Rote Kapelle). Munck describía las sacrificadas labores de los trabajadores rurales de la pampa, quienes por las noches y bajo un cielo oscuro “alumbrado solamente por la brillante luz de la Cruz del Sur”, aliviaban sus preocupaciones cotidianas relatando historias de aventuras y misterios alrededor de una fogata mientras comían asado y tomaban mate.49 Aquellas narraciones estaban protagonizadas muchas veces por un caballo, animal que también ocupaba un lugar central en las narraciones parcialmente transcriptas de Die Herden Gottes. Menschen und Tiere in Urwald und Kamp (Los rebaños de Dios. Personas y animales en la selva virgen y el campo).50 En ellas, el berlinés Hans Tolten retrataba con admiración la extensión del territorio argentino y la amabilidad de los habitantes del norte del país, con un tono similar al utilizado por Weisenborn.51 Ambos autores vivieron en la Argentina hasta 1930 y en sus escritos reprodujeron la trillada figura del gaucho como arquetipo de la nacionalidad, con sus virtudes innatas, entre las que destacaban la destreza y el valor.52

La romantización de los indios americanos y de la figura del gaucho en Junges Volk es representativa de una concepción que percibía a aquellos sectores como genuinos y verdaderos representantes de la nación. En su supuesta esencia y espíritu descansaría la “pureza” de tradiciones, consideradas iguales desde y para siempre, que conformarían el reservorio de entidades colectivas surgidas de las profundidades del alma popular. Aunque estas representaciones no eran exclusivas del nacionalsocialismo, sí formaban parte importante de su cosmovisión (Safranski, 2012: 314-332). En este sentido no resulta extraño la inclusión de artículos de la enfermera, escritora y folclorista bávara Bertha Koessler-Ilg, conocida posteriormente como la “araucana blanca” debido a sus numerosos trabajos sobre las tradiciones y leyendas mapuches.53

Una de las escasas y subrepticias referencias al antisemitismo fue un artículo centrado en la historia del “judío Süß”, el encargado de sanear las débiles finanzas del ducado de Wurtemberg durante la década de 1930. Por la forma en la que desempeñó su trabajo, podía leerse en las páginas de Junges Volk, Süß cosechó la animadversión de distintos sectores de la población, quienes habían atravesado momentos de fuerte privación mientras que él mantenía un lujoso estilo de vida con sus negocios de prestamista. Muerto su protector, el duque Carlos Alejandro, indicaba el artículo, Süß fue arrestado y acusado de diversos delitos por lo que resultó condenado a muerte y ahorcado ante una gran multitud en las afueras de Stuttgart. Su cuerpo, finalizaba la nota a modo de enseñanza, fue colgado como “advertencia para todos aquellos que quisieran hacer lo mismo”.54

Ahora bien, más allá de los aspectos ideológicos, resulta altamente probable que la ausencia de comentarios racistas en general y antisemitas en particular obedeciera también a una cuestión estratégica. Junges Volk comenzó a editarse en pleno apogeo de las denuncias sobre una “infiltración nazi” en el país que contribuyeron a la prohibición, al menos formal, de la rama argentina del partido nacionalsocialista y generaron un escenario que fue interpretado por diversos germanoparlantes como de un creciente sentimiento antialemán en vastos sectores de la población argentina (Friedmann, 2019: 127-154). Fue en ese clima que los partidarios del Tercer Reich moderaron su discurso, impulsados por la necesidad de mantener un perfil más bajo ante una situación de creciente exposición. La preocupación por los peligros de este clima político se había evidenciado ya un año antes, cuando numerosos lectores del periódico Der Russlanddeutsche impugnaron el virulento tono antisemita de algunos de sus artículos con el argumento de que podría amenazar la reputación de los alemanes ante la opinión pública local y promover por lo tanto una intervención gubernamental que limitara sus actividades comunitarias (Friedmann, 2018: 130).

“Serás lo que debas ser, si no, no serás nada”

Hacia finales de la década de 1930 el “peligro alemán” era un tema de creciente preocupación en importantes sectores de la política argentina. Una de las inquietudes centrales que se planteaba era la “falta de conciencia nacional” que tendrían los alumnos de las denominadas “escuelas nazificadas”, las que se encontrarían al servicio de la expansión extranjera en flagrante violación a la soberanía del país. Una parte significativa de los numerosos informes sobre la cuestión se había originado en la labor propagandística de opositores al nacionalsocialismo de habla alemana que formaban parte del incipiente frente antifascista local. Muy pronto se hicieron eco de esas denuncias reconocidas personalidades de la política nacional que compartían aquella militancia, como lo ilustra el proyecto de Enrique Dickmann que abre este artículo.

Lo cierto es que, respondiendo a una auténtica convicción o como manera de sobreactuar en su respuesta a las acusaciones de deslealtad ante la Nación argentina, Junges Volk se encontraba plagada de referencias históricas que intentaban inculcar una educación patriótica argentina. En este sentido, cabe mencionar que la revista se presentaba como una publicación dirigida a “los jóvenes del Río de la Plata que entienden el idioma alemán” en la que podían encontrar por igual “historias de la vida de su patria (Heimat), la Argentina, y de Alemania, el país de sus padres”.55

Un “tremendo júbilo se apoderó de toda la nación con la proclamación de la primera junta de gobierno”, informaba un artículo titulado “¡Un pueblo se libera!”, escrito en conmemoración del 130 aniversario de la Revolución de Mayo. De igual modo, señalaba que, aunque debió pasar mucho tiempo hasta que “la joven nación” lograra estar “unida y consolidada”, los argentinos recuerdan “con justificado orgullo a los héroes de esos años, quienes les han asegurado un lugar destacado entre las naciones libres del mundo”.56 En el mismo número de la revista, Emil Richard Volkert indicaba que José de San Martín no sólo había sido un militar ejemplar, sino también “el hombre más grande de la historia de Sudamérica”. Además, describía al cruce de los Andes como una “gesta más meritoria y admirable” que las emprendidas en los Alpes por Aníbal, Suvórov y Napoleón.57 El artículo de Volkert, director de la Deutsche Schule de Temperley, en la provincia de Buenos Aires, era un extracto de su libro San Martín und der Kampf um die Freiheit Südamerikas (San Martín y la lucha por la libertad de Sudamérica), que había sido publicado en 1934 para que los estudiantes de las escuelas de habla alemana de la Argentina conocieran la vida y obra del prócer, en quien veía un modelo ético de valor y patriotismo a imitar por los alumnos.58 San Martín, cuyas expresiones (como en el caso de aquella que titula este apartado) tenían el carácter de citas de autoridad, no era la única personalidad destacada en Junges Volk como digna del reconocimiento y la admiración de sus lectores. Así, se ponía de relieve que en una época en la que gran parte de los adultos eran analfabetos, el pequeño Domingo Sarmiento era un niño “tan bueno e inteligente” que cuando tenían apenas 4 años no sólo leía “libros tan pesados que ni siquiera podía cargar”, sino que además ayudaba con su lectura a los vecinos que no sabían leer ni escribir.59

Cabe destacar que muchos de los testimonios que ensalzaban la trayectoria de diversos próceres y promovían una educación patriótica argentina estaban elaborados por docentes de aquellas “escuelas alemanas” que habían sido ampliamente denunciadas como anti nacionales. Además de Volkert, este fue el caso de Karl Schade, por entonces profesor de idioma alemán en el colegio Fridericus-Schule de la localidad bonaerense de Vicente López.60 “¡Los hombres hacen historia!”, reflexionaba en su relato sobre las acciones altruistas emprendidas por el “camarada del mar” Luis Piedrabuena, quien, señalaba, “a costa de su propia vida”, había logrado salvar la de 150 náufragos a los que rescató en las tormentosas aguas del Atlántico Sur. Agregaba además que a su “trabajo y dedicación” se debía que “la Patagonia y una parte de Tierra del Fuego pertenezcan hoy a la Argentina”.61 Con el mismo tono se refería Schade a Francisco Moreno, a quien calificaba como “el científico argentino más importante de su época” por ser el fundador del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, “famoso en todo el mundo por sus ricas colecciones”. Moreno, añadía Schade, había participado desde muy joven en audaces y atrevidas expediciones en las estepas y cordilleras patagónicas, donde “sin armas, se acercó a los nativos, negoció con ellos y conoció sus costumbres”. Aunque constantemente arriesgaba su integridad física, reflexionaba el docente alemán sobre el naturalista argentino: “qué grande era su alegría y entusiasmo cuando veía ante sus ojos un lago, un río, una montaña, todo un paisaje que ningún otro hombre blanco había visto antes”.62

En las páginas de Junges Volk también se resaltaron las obras realizadas por célebres alemanes que habrían contribuido al desarrollo del país. Fue nuevamente Schade quien recordó al “valiente coronel y general, comandante de frontera de Buenos Aires, Herr Friedrich Rauch”, caído en una “sangrienta batalla contra varias tribus indias hostiles”. Al lamento de su joven esposa, destacaba el artículo, se unían tanto “las lágrimas de miles de familias, cuyas vidas y posesiones habían sido protegidas por el fuerte brazo de Rauch contra las incursiones de los bárbaros”, como el orgullo de sus amigos y el dolor de sus soldados “que lo amaban y glorificaban como a su padre”.63 Schade también realizó una semblanza de Hermann Burmeister, el “erudito alemán” a quien “con razón se le puede llamar el padre de la ciencia argentina”. Burmeister no sólo sentó “las bases para la investigación” en el país, indicaba Schade, sino que además “fue conocido y respetado por todos”, debido, entre otras cosas, a “su reputación como naturalista que había traspasado las fronteras”, como también a “su carácter siempre abierto y amable” con el que logró “el cariño de muchos argentinos”.64 Por su parte, el escritor alemán Peter Supf homenajeó al aviador Günther Plüschow, la primera persona en explorar y filmar la Tierra del Fuego desde el aire, a través de un relato de su segunda expedición a la isla, cuando encontró la muerte en compañía de su compañero, el ingeniero Ernst Dreblow, el 28 de enero de 1931.65

La celebración de figuras como el general San Martín, prócer máximo de la historia y padre de la patria, y de la contribución alemana al país, parece contradecir las acusaciones vertidas contra el Deutsch-Argentinisches Pfadfinderkorps de conspirar contra la adhesión a la Nación argentina por parte de sus integrantes. Esto resulta aún más significativo, teniendo en cuenta que los informes y referencias de Junges Volk que exaltaban a los célebres prohombres del país habían sido elaborados en su mayor parte por los docentes de las principales escuelas acusadas de exaltar exclusivamente a Alemania y extirpar de los jóvenes argentinos el sentimiento de arraigo y amor a su tierra de nacimiento.

Excursiones, viajes y campamentos

Las excursiones, viajes y campamentos jugaron un papel fundamental en la sociabilidad y en la consolidación de un sentimiento comunitario entre los jóvenes nacionalsocialistas. Por ejemplo, entre julio y agosto de 1935 cerca de 80 integrantes de la agrupación concurrieron al Deutschland Lager Welttreffen der Hitlerjugend (Encuentro Mundial de Campamentos de Alemania de la juventud hitleriana) junto con otros miles de participantes de 48 países del mundo. Aunque la reunión principal tuvo lugar en Rheinsberg, se trasladaron luego por distintas partes del Reich, donde confraternizaron con “compatriotas” de diferentes latitudes, sintiéndose parte de una misma comunidad. De hecho, aquel encuentro le permitió al director de los exploradores germano-argentinos y ferviente nacionalista alemán nacido en el territorio de Misiones, Eberhard Zieschank, visitar por primera y única vez a su “patria” europea.

Durante los períodos de receso escolar, los integrantes del cuerpo de exploradores participaban de excursiones y campamentos que se llevaban a cabo generalmente en las sierras de Córdoba o en los lagos y montañas de Bariloche. Estos encuentros fueron ampliamente reflejados en las páginas de Junges Volk. En este aspecto, un informe detallaba las vivencias por un grupo de 250 muchachos durante sus vacaciones de verano. Contaba el viaje de más de “1.700 kilómetros a través de la pampa, el calor, el polvo y la estepa en un estrecho vagón de ferrocarril” que, aunque agotador, “finalmente alcanzó su recompensa” porque “nunca habíamos visto un lugar tan hermoso”. La revista describía además las estrechas relaciones forjadas “entre los viejos cipreses”, así como los juegos en el lago Moreno, la “buena comida”, el viaje en barco por el “magnífico” Nahuel Huapi y la “inolvidable imagen de la bandera azul y blanca” frente a la cima nevada del Cerro López, donde la “mayoría de los exploradores pudieron ver la nieve por primera vez”.66

Es importante notar que aquellas experiencias buscaban fomentar la camaradería y fortalecer la sensación de comunidad entre quienes dormían en carpas perfectamente alineadas (lo que evidenciaba un claro simbolismo), compartían la comida, el baño y los juegos en una perfecta convivencia “democrática”, es decir, uniformados y sin distinciones sociales. En los campamentos se mezclaban jóvenes de distintas extracciones con el fin de derribar las barreras que podían obstaculizar una conciencia común, ya fuera argentina y/o alemana, identidades que no se presentaban como contradictorias, sino como complementarias. En este sentido, los Deutsch-Argentinisches Pfadfinderkorps participaban con sus estandartes y uniformes en los eventos de la colectividad alemana, entre ellos, las celebraciones de los solsticios de invierno y verano, los actos del 1 de mayo, y las marchas conmemorativas de la batalla de Langemark (Friedmann, 2022: 152-157). Pero también concurrían a los encuentros organizados por las diversas agrupaciones scouts del país, donde desfilaban ante las autoridades locales con diferentes insignias argentinas. Sin ir más lejos, las páginas de Junges Volk reflejaban cómo las chicas y los muchachos de la agrupación “Burmeister” que desfilaban con banderas celestes y blancas en los bosques de Palermo, amenizaban también los largos trayectos de sus incursiones patagónicas entonando canciones patrióticas alemanas, entre las que se destacaba la famosa Kameraden, wir marschieren (Compañeros, marchamos).67

Además de fortalecer un sentimiento comunitario, las crónicas de los viajes emprendidos por el cuerpo de exploradores mostraban una profusa y pormenorizada descripción del territorio argentino con la que podían familiarizarse los jóvenes lectores de la revista. Por ejemplo Hans Georg Link, caracterizado como “el gran señor del Aconcagua”, contó detalladamente las peripecias atravesadas con un pequeño grupo de montañistas en el curso de una expedición que, en la noche del 31 de marzo al 1 de abril de 1942, logró ascender al Aconcagua, cuya cima ya había alcanzado previamente en los años 1936, 1938 y 1940. Una nota de la revista informaba que Link se encontraba preparando una nueva incursión a la cumbre más alta de América.68 Finalmente la llevaría a cabo en 1944, oportunidad en la que falleció al descender en compañía de sus compañeros de viaje, entre quienes se encontraba su esposa, Adrienne Bance, una escaladora francesa que en aquella expedición relatada en Junges Volk se había convertido en la primera mujer en hacer cumbre en el pico más elevado del continente.69

Un conjunto de fotografías publicadas en la revista ilustraban el trayecto realizado por un grupo de scouts germano-argentinos desde Buenos Aires hasta Chile. Los epígrafes de las imágenes daban cuenta del recorrido por los accidentados caminos mendocinos y de cómo “la antigua carretera de San Martín” conducía a unas “altas montañas increíblemente hermosas”. Detallaban el paso por arroyos, túneles y las vías del ferrocarril trasandino, el arribo al monumento al Cristo Redentor, erigido en el paso de Uspallata y, tras incursionar por Santiago y el sur chileno, la “vuelta a casa”, cuando se “abrió nuevamente la vista del majestuoso paisaje argentino”.70 Por su parte, Emil Vogel, docente de la Goethe Schule del barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires, describía sus incursiones realizadas en una motocicleta Zündapp por las dificultosas carreteras de la zona de Guairá, en el Paraguay, hasta la provincia de Corrientes. Con la ayuda de su cámara, dejaba un registro fotográfico de su paso por Puerto Rico, Santo Pipó y las Ruinas de San Ignacio en Misiones, donde atravesó sinuosos caminos de tierra colorada, enmarcados por un paisaje de bosques, plantaciones de yerba, tung, naranjas y pomelos.71 Vogel retrataba también sus aventuras desde las Salinas Grandes, en Jujuy, hasta Patquía, en la provincia de La Rioja, en tanto que Eberhard Zieschank describía su viaje invernal al monte Champaquí en las sierras cordobesas, y Kurt Illgen detallaba su recorrido por las “selvas, montes y pinos”, desde Puerto Piray a San Pedro, en Misiones.72

Las descripciones de aquel territorio fueron aprovechadas por Zieschank para ensalzar la actuación de algunos emigrantes alemanes, quienes, precisaba, sobreponiéndose a los múltiples infortunios de una geografía sumamente hostil combinada con los precios desmedidamente elevados de la tierra, habían logrado construir sus viviendas y asentarse en forma permanente en la región.73 Aquellos asentamientos adquirieron una notoria visibilidad cuando las investigaciones sobre las “actividades antiargentinas” alcanzaron su mayor impulso en el Congreso Nacional. En ese marco fue que, tras realizar un viaje de inspección al norte del país, en octubre de 1941, el diputado socialista Juan Antonio Solari denunció que los alumnos de las escuelas alemanas de Misiones eran educados “siguiendo la ideología nazi” y desconocían el idioma castellano, motivo por el cual propuso cerrar los establecimientos cuyos “directores no quisieran ser ciudadanos argentinos” y “obligar a los alumnos a concurrir a colegios estatales”.74 Es interesante notar que en el mismo mes de las declaraciones vertidas por Solari, el director de Junges Volk hacía hincapié en la “lealtad de las generaciones nacidas en el país” para con su patria argentina, la cual, resaltaba, “les había otorgado espacio y suelo”.75

Consideraciones finales

En la Argentina de fines de la década de 1930 y comienzos de la siguiente, los discursos y las concepciones del mundo integrales, desarrollados principalmente en Europa y radicalizados durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial se proyectaron y combinaron con los procesos políticos e ideológicos nacionales. Así, proliferaron en la prensa, en el congreso y en la opinión pública en general cuantiosas denuncias sobre una supuesta infiltración nacionalsocialista. Esos temores eran compartidos por muy amplios sectores de la política argentina, incluidos los integrantes de los distintos gobiernos del período quienes, independientemente de las consideraciones que tuvieran sobre sobre el nacionalsocialismo y el Tercer Reich, procuraban disolver las identidades o solidaridades que se consideraban como peligrosas para la conformación del Estado Nacional. En este sentido, uno de los principales problemas era la existencia de diversas identidades que competían con la argentina por lograr la adhesión de los inmigrantes y de sus hijos.

El Deutsch-Argentinisches Pfadfinder Korps se encontraba entre las instituciones que fueron acusadas de integrar un plan dirigido desde el Tercer Reich para erradicar de la juventud argentina el sentido de pertenencia y amor a su tierra natal. Más allá del tono acusatorio y de las visiones conspirativas sobre una omnipresente “amenaza nazi”, muchas de las acciones emprendidas por los nacionalsocialistas locales podrían interpretarse perfectamente como parte de una campaña fomentada por el el gobierno de Hitler para intensificar la influencia del Reich sobre millones de alemanes y sus descendientes alrededor del mundo con el objetivo de crear una comunidad germana sin fronteras territoriales. Ahora bien, los discursos y las actividades exhibidas por Junges Volk, que pretendían crear y/o reforzar un sentimiento comunitario en sus lectores, ayudaron también a delinear una identificación que podía ser simultáneamente alemana, nacionalsocialista y argentina, y que no necesariamente se presentaba como contradictoria.

En sus páginas jugó un papel muy importante la construcción de relatos que destacaban los logros de Alemania y los alemanes que, sin alinearse explícitamente a alguna ideología ni período en particular, apelaban a la mayor cantidad de público posible. En ese marco se inscribía el Tercer Reich y algunas de sus figuras más destacadas (entre ellos Hitler, que igualaba o incluso superaba la dimensión de estadista de Federico el Grande) de forma más o menos disimulada dentro del panteón de héroes de la historia general alemana. En esta utilización política del pasado ocuparon un lugar preponderante las crónicas e informes sobre diversas contiendas bélicas, en particular los referidos a las heroicas y valerosas acciones de los soldados alemanes durante la Gran Guerra. Progresivamente fueron adquiriendo un papel central las notas y artículos centrados en la contienda contemporánea. En la medida en que el conflicto se prolongaba y aumentaba su magnitud, la revista mostró una paulatina glorificación de la guerra y un enaltecimiento de la participación en ella. Así, el regreso de los alemanes que residían en el exterior fue alentado con el mismo nivel de firmeza con el que se elogiaba el coraje y el compromiso de los jóvenes que fueron al frente, honrando especialmente el sacrificio de quienes dejaron su vida para defender a la “patria” en peligro.

En comparación con las revistas dedicadas a los niños y jóvenes que se editaban por entonces en Alemania, las referencias positivas al régimen nacionalsocialistas tuvieron en Junges Volk un lugar mucho más limitado. Otra peculiaridad distinguía a la publicación porteña fue la omisión de algunos de los aspectos más conflictivos del gobierno del Reich, como el racismo biológico en general o el antisemitismo en particular. Independientemente de las concepciones ideológicas de los responsables de la publicación, resulta altamente probable que la elusión de aquellos temas tan sensibles obedeciera también a una doble cuestión estratégica. Por un lado, evitaban profundizar las divisiones dentro del muy variado ambiente germanoparlante local que no se oponía al régimen gobernante en Alemania. Pero además, en un contexto político cada vez más sensibilizado por el auge de múltiples alegatos sobre una “infiltración nazi”, los nacionalsocialistas locales atemperaron los componentes más radicalizados de su discurso para reducir su exposición y esquivar así potenciales restricciones a sus acciones partidarias y a las actividades comunitarias en general.

Ya sea debido a una creencia genuina, con el fin de disipar las sospechas de deslealtad hacia la Argentina, o por una combinación de ambas posiciones, las páginas de Junges Volk subrayaron el desempeño de prestigiosos alemanes que habrían favorecido tanto la expansión territorial como el progreso científico nacional. Además, y fundamentalmente, recurrieron a la historia para inculcar una educación patriótica argentina que reproducía los mismos mitos fundacionales que difundían los establecimientos de enseñanza del país. Paradójicamente, esto fue impulsado y promovido por docentes de muchas instituciones que habían sido señaladas como “escuelas nazificadas” antiargentinas en las que se impartían valores que fomentaban la expansión extranjera en un manifiesto atentado a la soberanía nacional.

En este sentido, las acciones reflejadas en Junges Volk contribuyeron a delinear diferentes mecanismos de incorporación a la sociedad argentina en su conjunto, que excedían a los espacios germanoparlantes más exclusivos. Así, la revista conmemoraba por igual las celebraciones nacionales del Reich y las fechas patrias argentinas. Sus páginas mostraban además a los integrantes de las Juventudes Hitlerianas que participaban de aquellos acontecimientos llevando banderas alemanas y argentinas y entonando por igual himnos y canciones de ambos países. Por su parte, las historias y cuentos destinados a los niños y jóvenes lectores de la publicación nacionalsocialista presentaban, por ejemplo, la exaltación de los grandes hombres que habrían contribuido a la grandeza de la patria y la idealización de las costumbres de los sectores populares, fueran estos gauchos o mapuches, como como la encarnación de los valores de la argentinidad. De manera semejante, las descripciones de los viajes, campamentos y excursiones organizados por el cuerpo de exploradores no sólo promovían la consolidación de relaciones más estrechas entre sus integrantes, sino que también los familiarizaba con muy distintos lugares del extenso territorio argentino. De esta forma, aquel conjunto de vivencias y conocimientos que buscaba forjar una solidaridad alemana y nacionalsocialista contribuyó también a un aprendizaje de la historia, la cultura y la geografía argentinas que favoreció la integración de los lectores (fueran estos los jóvenes nacidos en el país o sus padres que provenían de distintos lugares del mundo) a la sociedad local.

El estudio de las actividades y los discursos del cuerpo de exploradores germano-argentinos a través de su publicación oficial, Junges Volk, permite vislumbrar una de las diversas maneras en las que las identificaciones colectivas, en este caso de una “comunidad extranjera”, se van moldeando según las interacciones que las enmarcan, en un complejo proceso de conformación donde resultan igualmente importantes el lugar de origen –sea mítico o real– como el de residencia.

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1 Muchas de las fuentes utilizadas fueron publicadas originalmente en idioma alemán. Aquí son reproducidas en la traducción al castellano realizada por el autor.

2 (18 de mayo de 1938). Congreso nacional, Cámara de Diputados, Diario de Sesiones, pp. 213-225.

3 (1 de octubre de 1933). Mitteilungsblatt der Nationalsozialistischen Deutschen Arbeiterpartei Landesgruppe Argentinien. p. 224.

4 Hacia mediados de 1939 el nacionalsocialismo de la Argentina tenía 1.569 afiliados directos. Con cerca de 1.500 miembros el Deutsch-Argentinisches Pfadfinderkorps era la tercera organización subsidiaria del partido con más integrantes, luego del Frente Alemán del Trabajo (Deutsche Arbeitsfront), que contaba con 6.944; y la Liga Nacionalsocialista de Mujeres (Nationalsozialistische Frauenschaft), integrada por 3.253 personas. Müller (1997: 188).

5 Para subrayar su compromiso con el país, desde 1940 el Deutsch-Argentinisches Pfadfinder Korps se transformó en la agrupación Burmeister de los Boy Scouts. Con el mismo objetivo surgieron distintas compañías que recibieron los nombres de destacadas personalidades alemanas relacionadas con la Argentina, entre ellas: Utz Schmidl, Federico Rauch y Gunther Plüschow. Bisso (2021: 504).

6 (26 de marzo de 1934). 37. Jahresbericht der Goethe-Schule Buenos Aires. Año escolar 1933, p. 7.

7 (Octubre de 1937). Der Deutsche in Argentinien, p. 544. Cerca de un cuarto de los miembros activos de la juventud nacionalsocialista eran trabajadores que podían conectarse al partido también a través del Frente Alemán del Trabajo.

8 Das Deutschlandlied (La canción de Alemania) o Das Lied der Deutschen (La canción de los alemanes) fue escrita por August Heinrich Hoffmann von Fallersleben en 1848 sobre una melodía compuesta a fines del siglo XVIII por Joseph Haydn. Fue declarada himno nacional en 1922, durante la república de Weimar, y treinta años más tarde su tercera estrofa se transformó en la canción oficial de la República Federal de Alemania. Die Fahne Hoch (La bandera en alto) –más conocida como Horst Wessel Lied (Canción de Horst Wessel), en honor al autor de su letra, un joven integrante de las SA asesinado a comienzos de 1930– fue declarada himno oficial del partido nacionalsocialista y, desde 1933, comenzó a ser ejecutada luego de la primera parte de la Deutschlandlied. A diferencia de ésta, actualmente su difusión está prohibida en el territorio alemán.

9 La revista aparecía el primer día de cada mes a un precio de 20 centavos. Su domicilio inicial estaba en la calle Arcos 2319. Desde abril de 1942 cambió a la avenida de los Incas 3323 y, a partir de octubre de 1943, a la calle Amenábar 1725. Todas estas direcciones se encontraban en el barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires. No existe registro de su tirada.

10 Hijo de Hugo Zieschank, el primer médico de Eldorado (donde hay una calle que lleva su nombre), Eberhard nació en 1910 en aquella localidad misionera. Entró al partido nacionalsocialista en 1937 y se casó con Annemarie Gmoser, responsable de la rama femenina del hitlerismo de la Argentina. Tras la caída del Tercer Reich, ambos se radicaron en Villa General Belgrano, en Córdoba, donde tuvieron mellizos. Zieschank se suicidó poco después y Annemarie retornó a Eldorado, donde dirigió un jardín de infantes. Su hija, Gertrudis, murió arrojándose a las vías de un tren. Su hijo, Klaus, obtuvo una beca para estudiar ingeniería en Múnich, donde se contactó con el exilio chileno durante la dictadura de Pinochet. De regreso a la Argentina militó en el PRT-ERP y fue secuestrado el 26 de marzo de 1976 en la localidad bonaerense de San Martín. Su cuerpo fue hallado al día siguiente a orillas del Río de la Plata en Quilmes.

11 La mayoría de estas pequeñas, medianas y grandes empresas también promocionaban sus productos en las publicaciones más importantes del país que adherían al régimen nacionalsocialista, como por ejemplo, Der Deutsche in Argentinien, la revista perteneciente al Frente Alemán del Trabajo; Der Trommler, el órgano oficial del partido local; y Deutsche La Plata Zeitung, el periódico de lengua alemana de mayor tirada en la Argentina.

12 Entre ellos, el mismo Zieschank, Otto Czierski, Karl Schade, Eberhard Fritsch, Emil Vogel, Helmut Engelmann, Emil Richard Volkert, Willy Schmidt, Fritz Bertram Jünemann y H. König. Las fotos, dibujos e ilustraciones eran de Zieschank, E. Appel y C. v. Krenn.

13 En particular se destacaba el periódico Hilf mit, perteneciente a la Liga de Maestros Nacionalsocialistas (Nationalsozialistische Lehrerbund), y los órganos oficiales de las juventudes hitlerianas: Junge Welt y Jungen- eure Welt!, además de los boletines de sus organizaciones secundarias: Morgen y Der Pimpf, que correspondían a los Jóvenes Alemanes (Deutsches Jungvolk); y Jungmädelschaft, a la Liga de Chicas Jóvenes (Jungmädelbund).

14 (Noviembre de 1940). Junges Volk, No. 11, p. 247.

15 Flugrekorde und Rekordflieger. (Marzo de 1940). Junges Volk, No. 2/3, p. 31.

16 (Mayo de 1940). Junges Volk, No. 5, contratapa.

17 Die Ehrentafel der XI Olympiade. (Junio de 1940). Junges Volk, No. 6, contratapa.

18 (Abril de 1940). Junges Volk, No. 4, contratapa.

19 2.952.950 Quadratkilometer gross. (Octubre de 1940). Junges Volk, No. 10, p. 214.

20 Der rote Kampfflieger. Zum Todestag Manfred Freiherrn von Richthofen. (21 de abril 1918). Junges Volk, No. 4, pp. 66-68.

21 Erhard Wittek. (Diciembre de 1939). Vor 25 Jahren. Heldenkampf und Untergang des Geschwaders Spee am Dezember 1914. Junges Volk, No. 1, pp. 3-4. Sobre Wittek: Korek (1990: 402-407) y Haible (1998).

22 Fritz Otto Busch. (Septiembre de 1940). Otto Weddigens grosse Tat. Junges Volk, No. 9, pp. 187-189 y 196.

23 Das letzte MG. (Febrero-marzo de 1943). Junges Volk, No. 38/39, pp. 10-11.

24 Ein Leutnant der englischen Kolonialarmee sagt. (Mayo de 1941). Junges Volk, No. 17, pp. 76-77.

25 Heinrich Linse. (Agosto de 1940). Panzerschiffe. Junges Volk, No. 8, p. 158.

26 Im Schlauchboot über Holland nach Hause. (Mayo de 1940). Junges Volk, No. 5, pp. 94-95.

27 Werner Baumbach. (Febrero-marzo de 1941). Angriffziel: Flugzeugträger vor Narvik! Junges Volk, No. 14/15, pp. 9-10. Baumbach perdió la vida el 20 de octubre de 1953 cuando su avión se estrelló en el Río de la Plata frente a la localidad bonaerense de Berazategui mientras trabajaba como asesor militar de la Fuerza Aérea Argentina.

28 Kurt Parbel. (Febrero-marzo de 1941). Narvik. Ein Heldenkampf im hohen Norden. Junges Volk, No. 14/15, pp. 11-13 y Otto Czierski (Febrero-marzo de 1941). An der Erzbahn, Junges Volk, No. 14/15, p. 16. Otto Czierski nació en Estrasburgo en 1903 y durante la primera mitad de la década de 1930 vivió en Brasil. Allí fue jefe redactor de la revista cultural carioca, A Intercambio. Se trasladó a Buenos Aires en 1937, donde publicó algunas de sus obras poéticas. Aunque había ingresado al partido nacionalsocialista en 1938, hacia el final de la guerra logró posicionarse como un antifascista. En 1952 se dirigió a Alemania y murió en 1975 en la ciudad de Múnich. Kornberger (2014: 123-134) y Furtado Kestler (2003: 89-90).

29 Aquella acción, realizada el 14 de octubre de 1939, resultó un duro golpe para el Reino Unido y fue utilizada profusamente por la propaganda del tercer Reich. Günther Prien. (Octubre de 1941). Scapa Flow! Junges Volk, No. 22, pp. 181-184. El testimonio fue tomado del libro de Prien: Mein Weg nach Scapa Flow (Mi camino a Scapa Flow), publicado en Berlín en 1940.

30 Otto Riebicke. (Junio de 1940). Die Jüngsten im Weltkrieg. Junges Volk, No. 6, pp. 11-112.

31 (Febrero-marzo de 1941). Tapferer deutscher Junge. Junges Volk, No. 14/15, p. 36.

32 Basada en la “Historia de la Guerra de los Siete Años” de Johann Wilhelm von Archenholz, la película tuvo su premiére en el Congreso de Núremberg de 1939. Debido al Pacto Molotov-Ribbentrop su estreno comercial se produjo recién a fines de 1941, cuando Alemania ya estaba en guerra con la Unión Soviética.

33 Los Nationalpolitischen Erziehungsanstalten (Centros de Enseñanza Política Nacional), comúnmente abreviados Napola, eran instituciones de segunda enseñanza de las Juventudes Hitlerianas de Alemania que actuaban como “centros de educación para la sociedad”. Al igual que las Adolf Hitler Schulen (escuelas Adolf Hitler) y las SS-Junkerschulen (Escuelas SS-Junker) eran centros de élite para la formación de los futuros líderes nacionalsocialistas.

34 Starkinder oder Jugend? (Septiembre de 1941). Junges Volk, No. 21, pp. 157.

35 Dirk Meybohm. (Octubre de 1942). Heimwärts gegen den Wind. Fahrt der Segelyacht “Halcon” von Buenos Aires nach Santa Cruz de Tenerife. Junges Volk, No. 34, pp. 181-187.

36 Entre ellos se encontraba Hans Friedrich Venzmer, hijo de Ilse y Friedrich, comerciantes del barrio de Belgrano que eran auspiciantes de la revista. (Febrero-marzo de 1942). Junges Volk, No. 26-27, pp. 12-13.

37 Wichtig ist doch nur, dass Deutschland lebt. (Diciembre de 1942 - enero de 1943). Junges Volk, No. 36-7, pp. 238-240.

38 (Febrero-marzo de 1943). Junges Volk, No. 38/39, p. 12.

39 Schlageter. (Mayo de 1940). Junges Volk, No. 5, p. 96. La nota hace referencia al monumento en forma de cruz que se encontraba erigido en Golzheimer Heide, al norte de Düsseldorf, a pocos metros del lugar de la ejecución de Schlageter. Sobre la construcción del mito de Schlageter: Zwicker (2006: 25-148).

40 Hermann Göring als Junge. (Diciembre de 1940-enero de 1941). Junges Volk, No. 12-13, p. 269; y Ritterlichkeit. (Junio de 1942). Junges Volk, No. 30, p. 85.

41 (Abril de 1940). Junges Volk, No. 4, p. 69.

42 Fredrik Böök. (Agosto de 1940). Junges Volk, No. 6, p. 167.

43 Eberhard Zieschank. (Abril de 1943). Friedrich der Grosse. Junges Volk, No. 40, pp. 37-39.

44 Will Vesper. (Abril de 1943). Zum 20. April. Junges Volk, No. 40, p. 42.

45 Traducida literalmente como “camarada del pueblo”, la palabra Volksgenosse comenzó a utilizarse en algunos círculos del nacionalismo étnico alemán hacia fines del siglo XVIII e inicios del siguiente para referirse a una persona de una misma “comunidad de sangre”. El término, comúnmente empleado durante el régimen nacionalsocialista, fue cayendo en desuso tras la derrota del Tercer Reich.

46 Rudolf Jacobs. (Diciembre de 1939). Todes-kampf der Sioux. Junges Volk, No. 1, pp. 5-9. Sobre la percepción y la fascinación de los alemanes de fines del siglo XIX y la primera parte del siguiente por los nativos americanos: Penny (2013).

47 Werner Kallmerten. (Junio de 1942). Der Untergang der Azteken. Junges Volk, No. 30, p. 86-88.

48 El libro fue publicado por primera vez en 1937 en la Wilhelm Heyne Verlag de Dresde.

49 Christian Munck. (Diciembre de 1939). Sereno besiegt 12 gauchos. Junges Volk, No. 1, pp. 1-2.

50 La primera edición del libro fue en 1933 por la Deutsche Buch-Gemeinschaft de la ciudad de Berlín.

51 Hans Tolten. (Marzo de 1940). Ñandú. Junges Volk, No. 2/3, pp. 26-30.

52 Sobre Weisenborn: Benz y Pehle (1997: 329); y Steinbach y Tuchel (1998: 216). Sobre Tolten: Garnica de Bertona (2017: 75-84); y Lütge, Hoffmann, Körner y Klingenfuss (2017: 411-412).

53 En Junges Volk se promocionaba recurrentemente al libro Der Medizinmann am Lanin. Von der Arbeit eines deutschen Arztes in der patagonischen Kordillere (El médico junto al Lanín. Sobre el trabajo de un médico alemán en la cordillera patagónica), editado en Buenos Aires por la editorial Beutelspacher en 1940. Sobre Bertha Koessler-Ilg: Valko (2011: 1001-1018).

54 Die Geschichte von Jud Süss. (Agosto de 1943). Junges Volk, pp. 147-149. Sobre el caso del “judío Süss”, una de las figuras más emblemáticas del antisemitismo: Mintzker (2017).

55 La palabra Heimat puede traducirse como “patria chica”, “hogar”, “país natal” o simplemente “patria”. No solo describe un lugar geográfico, sino también un estado de pertenencia que incluye el paisaje, la cultura y la gente, etc., con los que se tiene una conexión emocional.

56 Ein Volk wird frei! (Mayo de 1940). Junges Volk, No. 5, página de cubierta.

57 Emil Richard Volkert. (Mayo de 1940). San Martín überschreitet die Andes. Junges Volk, No. 5, pp. 85-86.

58 Junges Volk publicitaba la obra de Volkert como una “historia emocionante” que serviría para conocer al héroe argentino y a los “importantes eventos de la historia nacional que llevaron a la liberación del país del dominio español”. (Diciembre/enero 1944). Junges Volk, No. 48/49, contraportada. Las fuentes principales del libro de Volkert fueron los relatos del capitán escocés Basil Hall, las memorias del general inglés William Miller y, fundamentalmente, la historia de San Martín de Bartolomé Mitre. De Luca (2009).

59 Wie Domingo Sarmiento lesen lernte. (Junio de 1940). Junges Volk, No. 6, contratapa.

60 Como integrante de la Deutscher Lehrerverein (Asociación Alemana de Docentes) Schade elaboró libros de textos para las escuelas de la Argentina. Entre otras muchas obras escribió un diccionario de ortografía alemana (Wörterbuch zur deutschen Rechtschreibung), y editó Stimme des Herzens. Eine Auslese argentinischer und deutscher Gedichte (La voz del corazón. Una selección de poesías argentinas y alemanas). Ambos fueron publicados respectivamente en 1943 y 1944 en Buenos Aires por la imprenta Mercur.

61 Karl Schade. (Septiembre de 1940). Kamerad des Meeres. Aus dem Leben des Kapitän Luis Piedrabuena, der 150 Schiffbrüchige rettete. Junges Volk, No. 9, pp. 181-183.

62 Karl Schade. (Octubre de 1940). Junges Volk, No. 10, pp. 205-208 y (Noviembre de 1940). Junges Volk, No. 11, pp. 229-231.

63 Karl Schade. (Diciembre de 1939). Para éste no hay perdón! Junges Volk, No. 1, pp. 12-14.

64 Karl Schade. (Abril de 1940). Das war Hermann Burmeister. Junges Volk, No. 4, p. 65.

65 Peter Supf. (Abril, mayo y junio de 1940). Silberkondor über Feuerland. Junges Volk, No. 4, pp. 80-81; No. 5, pp. 97 y 108; y No. 6, pp. 130-32.

66 Sommerlager am Lago Moreno. (Febrero-marzo de 1941). Junges Volk, No. 14/15, pp. 1-7.

67 (Noviembre de 1940). Junges Volk, No, 11, pp. 250-251; y Fritz Bertram Jünemann (Mayo de 1941). Mannschaft am Tronador. Junges Volk, No. 17, pp. 63-66. Escrita por Jürgen Riel en 1932, Kameraden, wir marschieren (Compañeros, marchamos) fue adoptada rápidamente por distintos movimientos juveniles alemanes. Aunque su autor fue perseguido por el nacionalsocialismo, la canción integró numerosos cancioneros del partido, particularmente destinados a las escuelas y a las juventudes hitlerianas. Su éxito se basó, en gran medida, en la ambigüedad de la fórmula inicial: “compañeros, marchamos”. Inicialmente sinónimo de “ir de excursión”, también podía interpretarse en el sentido de marchar hacia el Tercer Reich y, posteriormente, hacia el combate.

68 Hans Georg Link. (Noviembre de 1942). Um Mitternacht auf 7035 m Höhe. Die Besteigung des Aconcagua. Junges Volk, No. 35, pp. 205-209; y (Diciembre de 1942-enero de 1943). Junges Volk, No. 36/7, pp. 229-234.

69 Sus cadáveres fueron encontrados en enero de 1946, entre otros curiosamente por Emil Vogel, quien fuera colaborador de la revista.

70 (Octubre de 1940). Junges Volk, No. 10, contraportada.

71 Emil Vogel. (Julio de 1943). Mit 7 PS durch Urwald und Kamp. Junges Volk, No. 43, pp. 114-117.

72 Emil Vogel. (Septiembre de 1943). Panne im Durstland, Junges Volk, No. 45, pp. 170-175; Eberhard Zieschank. (Agosto de 1942). Winterfahrt zum Champaquí. Junges Volk, No. 32, pp. 138-142; y Kurt Illgen. (Agosto de 1943). Urwald, Berge und Pinien. Junges Volk, No. 44, pp. 154-156.

73 Eberhard Zieschank. (Mayo de 1940). Im Urwald verrirt. Junges Volk, No. 5, pp. 87-89.

74 (17 de octubre de 1941). Jüdische Wochenschau, p. 1.

75 Eberhard Zieschank. (Octubre de 1941). Kleine Erlebnisse auf grosser Fahrt. Junges Volk, No. 22, pp. 146-149.