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Trabajadores de la yerba mate o los esclavos blancos en los bosques del nordeste. Argentina al principio del siglo XX

Julia Sarreal1

Associate Professor. Arizona State University, Estados Unidos.
Correo electrónico: julia.sarreal@asu.edu.

Fecha de recepción: 3 de abril de 2023
Fecha de aceptación parcial: 8 de junio de 2023
Fecha de aceptación definitiva: 20 de septiembre de 2023

Resumen

En 1908, tres periódicos diferentes de Argentina, Brasil y Paraguay publicaron numerosos artículos de Julián Bouvier sobre los abusos laborales en los yerbales. Al emplear una retórica escandalosa y tratar los temas de la esclavitud, la raza, el género y el trabajo infantil, los escritos de Bouvier captaron la atención de una amplia audiencia. Los capitalistas que se beneficiaron de los yerbales negaron las acusaciones, la prensa burguesa publicó artículos informativos y opinó sobre el tema, los socialistas demandaron reformas, los funcionarios gubernamentales ordenaron investigaciones, y los hombres de letras exploraron el tema en la literatura, el cine y la música. Los escritos de Bouvier encajan con la literatura de la época que abordaba la cuestión social: la preocupación por la pobreza y las malas condiciones de vida de las clases pobres y trabajadoras. Si bien la mayoría de las críticas se centraron en los trabajadores urbanos, algunos periodistas como Bouvier y funcionarios gubernamentales escribieron sobre la situación de los trabajadores rurales. Publicados en La Vanguardia, el periódico oficial del Partido Socialista, los artículos de Bouvier encajan bien con los esfuerzos socialistas para denunciar los abusos laborales y el problema del latifundio. Como una serie de crónicas que inspiraron cuentos, novelas y películas, sus artículos también se relacionan con ambos el periodismo y la literatura. En suma, los escritos de Bouvier convirtieron la figura del trabajador de la yerba mate en un símbolo de la explotación capitalista, una percepción que perdura hasta el día de hoy.

Palabras clave: yerbales, obreros rurales, cuestión social, trata de blancos, socialismo, periodismo.

Yerba Workers or White Slaves in the Forests of Northeast Argentina at the Beginning of the 20th Century  

Abstract

In 1908, three different newspapers in Argentina, Brazil, and Paraguay pub­lished numerous articles by Julián Bouvier about labor abuses in the yerbales. By employing scandalous rhetoric and the themes of slavery, race, gender, and child labor, Bouvier’s writings caught the attention of a wide audience. Capitalists who benefited from the yerbales denied the accusations, the bourgeois press published informative articles and opinion pieces on the topic, Socialists took up the cause, government officials ordered investigations, and men of letters explored the theme in literature, film, and music. Bouvier’s writings fit with the literature of the period that addressed the social question: concern about the poverty and poor living conditions faced by the poor and working classes. While most critiques focused on urban workers, some journalists like Bouvier and government officials wrote about the situation of rural workers. Published in La Vanguardia, the official newspaper of the Socialist party, Bouvier’s articles fit well with socialist efforts to expose labor abuses and the problem of latifundio. As a series of chronicles that inspired short stories, novels, and film, his articles also engage with both journalism and literature. In sum, Bouvier’s writings turned the figure of the yerba worker into a symbol of capitalist exploitation –a perception that persists to this day.

Keywords: yerbales, rural workers, social question, white slavery, socialism, journalism.

Introducción

El 10 de mayo de 1908, La Vanguardia (el periódico del Partido Socialista argentino) publicó una asombrosa carta desde Villa Encarnación (Paraguay) que tenía por objetivo “revelar al mundo los horrores que tienen por teatro el Alto Paraná, convertido en un cementerio de la civilización”. El autor mostraba a los lectores urbanos de Buenos Aires que el Alto Paraná era una extensa zona de cinco mil leguas que abarcaba Argentina, Paraguay y Brasil donde “la esclavitud es practicada allí sin apelación posible” y donde “los negreros convertían la banda argentina en bandera pirata” (Bouvier, 10 de mayo de 1908). Su nombre era Julián Bouvier, y la nota contaba con el respaldo al autor por parte de un conocido dirigente socialista (Jacinto Coza). Durante ocho semanas, La Vanguardia publicó 23 artículos de este autor sobre las condiciones en los yerbales del Alto Paraná. Es decir, un artículo de este autor apareció en casi la mitad de las ediciones publicadas durante un periodo de dos meses. Además, Bouvier ya había publicado varios artículos sobre el mismo tema en periódicos de Brasil y Paraguay.2 Con este nivel de cobertura, era prácticamente imposible que la escritura de Bouvier sobre los yerbales hubiera pasado desapercibida por un lector de La Vanguardia. Como veremos, sus artículos motivaron a los socialistas a asumir la causa de los trabajadores en los yerbales, al Gobierno a enviar funcionarios para investigar la situación, a otros periodistas a escribir artículos, y a algunos autores a producir novelas y películas sobre el tema.

Los artículos de Bouvier se insertan dentro de la literatura de la época que abordaba la cuestión social: la preocupación por la pobreza y malas condiciones de vida que enfrentaba la gente humilde y trabajadora. La cuestión social surgió a fines del siglo XIX para describir las adversas consecuencias de la industrialización y la urbanización nacientes, y destacó también la incapacidad del sistema socioeconómico liberal para proveer un nivel de vida aceptable a todos. En un principio, se centraba en problemas de salubridad e higiene pública, pero posteriormente se amplió para abarcar las condiciones laborales y el nivel de vida de los obreros.

Los socialistas y los anarquistas desempeñaron un papel principal en esta ampliación de la cuestión social (Suriano, 2000). Gran parte de la atención se centró en los trabajadores urbanos y los del litoral. En 1898, Adrián Patroni fue el primero en publicar un análisis de las condiciones de los trabajadores argentinos, seguido por la tesis de Alfredo Palacios en 1900 (García Costa, 1990; Palacios, 1988). Si bien ambos estudios se centraron en los trabajadores urbanos de Buenos Aires, Patroni incluyó dos breves secciones sobre los trabajadores de la campaña y las provincias del norte. En esta última, Patroni dedicó varios párrafos a la “compra-venta de esclavos” en los yerbales de Misiones.

En los últimos años del siglo XIX, Patroni también escribió activamente para La Vanguardia, la voz oficial del Partido Socialista, que, unas pocas semanas después de su fundación en 1894, había asumido el objetivo de oponerse a la “esclavitud” de los obreros rurales y seguía denunciándola activamente desde entonces. Cuando se publicó “La esclavitud en el norte de la república” en la portada del 28 de julio de 1894, el diario dirigía su indignación hacia el sistema de conchabo con la libreta de trabajo en el norte del país. Según La Vanguardia, “para esclavizar a los trabajadores, los patrones han inventado allí el sistema de conchabo por libreta con intervención de la policía” (La esclavitud, 1894).3 En 1896, dicha norma de la provincia de Tucumán fue derogada por la Legislatura, cuando la repulsa por la ley de conchabos ya había alcanzado el nivel nacional (Bravo, 2000). Sin embargo, el sistema de conchabo seguía presente en Misiones. La Vanguardia seguía publicando artículos que criticaban el sistema de conchabo y las condiciones en los yerbales, pero no tuvo muchos resultados hasta la publicación de las crónicas de Bouvier. E inspirado por Bouvier, Rafael Barrett, conocido por ser el autor que reveló los abusos laborales en los yerbales, publicó algunos meses después la serie “Lo que son los yerbales paraguayos” en un periódico asunceño.

La situación de los obreros rurales llamaba la atención del Gobierno. A principios del siglo XX, el ministro del interior encomendó a Juan Bialet Massé (un médico y abogado) la elaboración de un informe sobre el estado de las clases obreras en el interior del país. En sus tres volúmenes, Bialet Massé describió las condiciones de trabajo y los abusos experimentados por los obreros rurales, pero sin hacer referencia a Misiones ni a los trabajadores en los yerbales (Bialet Massé, 1904). Casi una década después, en 1913, el ministro del interior ordenó al Departamento Nacional de Trabajo (DNT, en adelante) que enviara un inspector al Alto Paraná (la zona yerbatera). El resultado fue el informe de José Elías Niklison sobre las condiciones de trabajo y el nivel de vida que describía los mismos problemas revelados por Bouvier en 1908 (Niklison, 1914).

Este ensayo se basa en el análisis de los artículos de Bouvier publicados por La Vanguardia en 1908 y 1909, y su impacto. Al hacerlo, se suma a los estudios sobre la prensa argentina a fines del siglo XIX y principios del siglo siguiente. La prensa socialista en particular ha recibido mucha atención (Buonuome, 2017a; Buonuome, 2017b; Poy, 2015; Martínez Mazzola, 2004; Walter, 1980). Este ensayo resalta la situación de los trabajadores en los yerbales del norte argentino dentro de las discusiones sobre la cuestión social. Muestra que la retórica escandalosa de Bouvier motivó a los socialistas a protestar contra la explotación en los yerbales, ambos en la prensa y en el congreso. En resumen, la escritura de Bouvier convirtió a la figura del trabajador de yerba en un símbolo de la explotación capitalista, una imagen que perdura hasta hoy. El ensayo también contribuye, al ir más allá de las Pampas hacia el nordeste argentino, a los estudios sobre cómo el Partido Socialista entendía el problema agrario y su raíz en el latifundio (Hora, 2018; Adelman, 1989). Al analizar los artículos de Bouvier, que adoptaron la forma de crónicas, el ensayo también conecta con la historia intelectual-literaria y los cruces entre periodismo y literatura (Laera, 2008; Saítta, 2018). Desde el último cuarto del siglo XIX, los hombres de letras contribuían activamente a los periódicos argentinos y, como Bouvier, muchos escribían crónicas. Además, hay una conexión, explicada en este ensayo, entre la escritura de Bouvier y varias obras de literatura posteriores centradas en los yerbales. Y, por último, al referirse a los trabajadores en los yerbales como “esclavos blancos” y a los capitalistas como “negreros” Bouvier complica el mito de Argentina como un país blanco.

Antes de analizar la escritura de Bouvier, es necesario resumir las discusiones previas sobre la explotación de los trabajadores en los yerbales y describir la audiencia que leía sus artículos. La siguiente sección expone la retórica escandalosa que Bouvier empleaba para llamar la atención sobre la situación en los yerbales. En este sentido, Bouvier hablaba de esclavitud, raza, género y trabajo infantil. La última sección explica el impacto de su escritura. Los principales periódicos publicaron artículos sobre el tema y el Gobierno ordenó investigaciones. Reformadores y hombres de letras siguieron haciendo referencia a sus escritos en las décadas siguientes. La conclusión explora por qué, a diferencia de los escritos de Rafael Barrett sobre los yerbales, los artículos de Bouvier nunca fueron compilados y republicados, a pesar de su impacto significativo.

La explotación en los yerbales

En 1892, el naturalista Juan B. Ambrosetti concluyó su segunda visita a Misiones donde “los cuadros de miseria que he visto en los yerbales han sido demasiado elocuentes, no solo para conmoverme sinó para obligarme en cierto modo á llamar la atención sobre la condición miserable de esa pobre gente”. Dos años después, el Boletín del Instituto Geográfico Argentino publicó el relato de Ambrosetti que describía en detalle la cosecha y procesamiento de la yerba mate. Este trabajo era extremadamente difícil. Ambrosetti atribuyó gran parte de la culpa al entorno natural de los aislados yerbales silvestres: el calor extremo, el sol abrasador y el frío; la humedad y la lluvia; los enjambres de insectos y los animales silvestres. Pero los patrones empeoraron las condiciones al exigir largas horas de trabajo; brindar alimentación deficiente e insuficiente que incluía poco más que maíz; y no proporcionar medicamentos ni atención médica adecuada. Ambrosetti también criticó el sistema de conchabo que explotaba a la “gente dócil” que “se embarca para los trabajos, muchas veces semi-desnudo, sin ropa, con una deuda grande sobre él, sin ganas de trabajar y sobre todo sin esperanza de poder devolver pronto en trabajo las sumas que ha recibido adelantadas, desde el momento que si necesita cualquier cosa allá arriba le cuesta el triple ó el cuadrúple, aumentando sin cesar su deuda” (Ambrosetti, 1894: esp. 38, 46 y 71).

En el mismo año, algunos meses después de su fundación, La Vanguardia publicó el artículo “Los esclavos de los yerbales en Misiones” en su portada. Este iniciaba con una referencia a las descripciones de la esclavitud en Tucumán evidenciadas por La Vanguardia, y seguía con la afirmación de que Ambrosetti había encontrado una situación peor en Misiones. “En Posadas, la capital del territorio nacional argentino de Misiones, se halla el mercado de esclavos, en donde los peones se venden a sus patrones por un pago adelantado” (Los esclavos de los yerbales en Misiones, 1894). Patroni, muy involucrado con La Vanguardia en ese momento, probablemente participaba en la publicación del artículo. Varios años después, en su libro sobre los trabajadores argentinos, también se basó en gran medida en los escritos de Ambrosetti para describir la “compra-venta de esclavos” en los yerbales de Misiones (García Costa, 1990: vol. 2, 204-206).

En los años siguientes, hasta que salieron los artículos de Bouvier, el tema del trabajo en los yerbales atrajo poca atención. La Vanguardia publicó una serie titulada, “Los peones yerbateros” en 1902. Y, algunos años después en 1906, el mismo periódico publicó una carta de un lector que había visitado el Alto Paraná y describió que la explotación era “algo muy por abajo y peor tratado que la última bestia” (Pujadas, 1906). El autor incluyó detalles y usó una retórica escandalizadora, pero solo resultó en la publicación de una carta escrita por “una voz simpática” (Una voz simpática, 1906). En contraste, dos años después, los artículos de Bouvier sobre las condiciones laborales en los yerbales de Misiones captaron gran atención como describimos en este ensayo.

La Vanguardia y sus lectores

La Vanguardia llegaba a una población importante. Se estima que su circulación creció de 1.500 a 75.000 entre 1896 y 1912; además, se sabe que en 1914 empleaba un equipo de 55 personas. El vocero oficial del Partido Socialista de Argentina trataba de temas de interés para los trabajadores en sus seis ediciones semanales, pero también cubría noticias nacionales e internacionales. En este sentido, La Vanguardia pretendía ofrecer una opción de cobertura distinta de los periódicos de gran tirada. Los redactores de La Vanguardia llamaban la “prensa burguesa” a La Nación, La Prensa, y El Diario, y los criticaban por servir a los intereses de la clase dominante. En contraste con estos periódicos, La Vanguardia pretendía proporcionar información sobre la actualidad en el país en artículos como los de Bouvier. Su audiencia no incluía solo a los miembros del Partido Socialista, también buscaba lectores entre los trabajadores en general y en los emergentes sectores medios. Intentaba ser parte del periodismo popular, y promover al socialismo. La mayoría de los lectores vivía en Buenos Aires, pero el periódico también tenía circulación fuera de la ciudad (Walter, 1980: esp. 12-13; Buonuome, 2017a; Buonuome, 2018: 50-61).

Bouvier trataba a los lectores como una audiencia educada y culta. Asumía que ellos ya reconocían figuras, eventos y lugares históricos, y no proporcionaba ninguna explicación sobre su relevancia. Por ejemplo, escribía que el territorio de Misiones “es un Creso secuestrado detrás de una muralla china” (Bouvier, 29 de mayo de 1908). Y de los negreros, advertía que “su defensa es una Babel escrita” (Bouvier, 3 de julio de 1908). Además, Bouvier hacía referencia a lugares históricos de París, como el Corte de los Milagros y la Torre de Nesle (Bouvier, 12 de junio de 1908 y 28 de junio de 1908). Hacía alusiones a la mitología griega y a la antigua Roma. Describía “la desaparición de las esperanzas del porvenir en el inmenso tonel de las Danaides de las selvas latifundizadas” (Bouvier, 14 de junio de 1908) y que el comportamiento de los negreros “convertirá a esas comarcas en una Arabia Petrea” (Bouvier, 13 de junio de 1908), ya que “en Roma habría sido un Calígula: en el Alto Paraná es un Silock” (Bouvier, 29 de mayo 1908).4 Es probable que este Silock que Bouvier mencionó dos veces fuera el usurero judío de “El mercader de Venecia”, de Shakespeare. En sus artículos, Bouvier hacía referencia a otros escritores y también a obras famosas, como “Las mil y una noches” (Bouvier, 27 de junio de 1908), Homero (Bouvier, 24 de junio de 1908), y Máximo Gorki (Bouvier, junio de 1908). Bouvier no solo asumía que los lectores sabían de historia y literatura, sino que tenía la expectativa de que entendieran palabras en francés y latín.5

Bouvier empleaba retórica para alinear el contenido de sus artículos con la causa socialista. Destacaba que los socialistas eran los únicos en denunciar lo que estaba ocurriendo en el Alto Paraná: “en Posadas, salvo las honrosas excepciones socialistas, no hay un solo hombre de honor y de dignidad que se coloque al lado del esclavo blanco para defenderlo” (Bouvier, 17 de mayo de 1908) y “solo los socialistas son los que han protestado contra ese odioso sistema de explotación humana y de mistificaciones consentidas” (Bouvier, 14 de junio de 1908). En esa línea, Bouvier arremetía contra los capitalistas. En su segundo artículo publicado en La Vanguardia, explicaba que, con su escritura, iba a “abrir las páginas más horrorosas que la tiranía capitalista ha escrito en el corazón de Sud América” (Bouvier, 15 de mayo de 1908) y algunas semanas después agregó que esta “tiranía capitalista ha [sic] condenado el Territorio de Misiones a la esterilidad” (Bouvier, 13 de junio de 1908) y el territorio se había empobrecido “para engrandecer a unos cuantos capitalistas” (Bouvier, 12 de junio de 1908). Bouvier identificaba a dos grupos de capitalistas a los que culpaba por todos los males en la región: los yerbateros negreros con su capital de mercadería humana (Bouvier, 6 de junio de 1908) y los latifundistas, que “se sostienen una a otra, y entre las dos despueblan el territorio o impiden el desarrollo de su población” (Bouvier, 22 y 23 de junio de 1908). En su primer artículo publicado en La Vanguardia, Bouvier explicó, “Se llama ‘Alto Paraná’ una extensa zona de cinco mil leguas de superficie… de la cual extraen yerba y madera, sin que los dueños, unos veinte latifundistas, permitan a nadie entregarse a la agricultura, ni al comercio, ni a ninguna industria”. Y, en resumen, “en esas 5.000 leguas no hay un solo agricultor libre e independiente, y esto es decirlo todo” (Bouvier, 10 de mayo de 1908).

Para Bouvier, la raíz de todos los problemas era el latifundio, una causa socialista (Hora, 2018; Adelman, 1989). “El derecho adquirido por cinco a seis más fuertes o más pillos para conservar secuestrados a la humanidad latifundios de 100 y más leguas, en los cuales decenas de miles de familias encontrarían, trabajando honradamente una pequeña prosperidad” (Bouvier, 28 de junio de 1908) porque “donde hay latifundios se ampara la trata de blancos; mientras que al contrario, donde la propiedad está dividida, existen la independencia y la prosperidad individual y colectiva” (Bouvier, 14 de junio de 1908). Para resolver el problema, “se trata de herir a muerte al latifundio por medio de sabias expropiaciones que fundarán pueblos y colonias, y los cruzarán de caminos, llevando la civilización al último rincón de las selvas. Poblad el litoral y decretad la formación de un pueblo y un Departamento o Partido por cada 40 o 50 leguas de superficie, y el latifundio será vencida” (Bouvier, 28 de junio de 1908). Y al darle diez hectáreas “a cada familia, y tendréis que en cada legua argentina de superficie caben doscientos familias, y en las 800 leguas doscientos mil familias, que por lo menos producirían 1.000 pesos anuales, lo cual daría 200 millones de pesos más en circulación” (Bouvier, 13 de junio de 1908). De esta manera, pudiera terminarse la explotación en los yerbales.

Retórica escandalosa y el uso de esclavitud, raza, género y trabajo infantil

Los artículos de Bouvier atraían mucha atención debido a su uso de una retórica escandalosa. El primer artículo se publicó en la portada de La Vanguardia con un largo título en letras mayúsculas: “EN EL ALTO PARANÁ – El latifundio y la esclavitud – HORRORES DE CÁPITALISMO – Cuál es la suerte del peón en los yerbales y obrajes – Obreros asesinados – Un llamado á la civilización y la justicia – OIRÁN EL GOBIERNO Y LOS DIARIOS?” (Bouvier, 10 de mayo de 1908). Los siguientes 22 artículos comenzaron con el título “Los misterios del Alto Paraná”, y muchas veces estas palabras fueron seguidas por otras alarmantes que describían los otros temas tratados. Con títulos llamativos como este, era seguro que los artículos captarían la atención. Su prosa también tenía un estilo sensacionalista. Utilizaba palabras fuertes e incendiarias, y empleaba retórica escandalosa sobre esclavitud, raza, género y trabajo infantil para que los lectores quedaran horrorizados por lo que estaba ocurriendo en el Alto Paraná. Al hacerlo, Bouvier retrató a los trabajadores y a las mujeres de Misiones como impotentes y necesitados de salvación. El resultado fue una visión demasiado simplificada, en blanco y negro, del bien y del mal, de lo que estaba ocurriendo en los yerbales.

“El esclavo irá a pagar allá en las selvas con sudor y sangre” (Bouvier, 16 de mayo de 1908)

En casi todos los artículos, Bouvier mencionaba esclavos, trata de blancas y negreros. Para Bouvier, los trabajadores eran esclavos, el trabajo era esclavitud y los yerbateros eran los negreros. Buscaba que su retórica de la esclavitud escandalizara a sus lectores. Que la esclavitud existiera en Argentina, uno de los países más ricos del mundo, donde las oportunidades económicas habían atraído a grandes números de inmigrantes, era escandaloso y vergonzoso. En esa línea, afirmaba: “¿Qué dirán en Europa cuando se sepa que subsiste la esclavitud amparada por el silencio del gobierno?” (Bouvier, 22 y 23 de junio de 1908).

Bouvier no solo empleaba términos como esclavitud, sino también desarrollaba el tema en sus descripciones. Por ejemplo, en su primer artículo en La Vanguardia escribió:

Los negreros, tienden sus miradas sobre el territorio de Misiones y sobre la provincia de Corrientes porque tienen que renovar sus esclavos, pues un hombre no puede sufrir más de 10 á 15 años de trabajo en el Alto Paraná, cuando mucho. Los más mueren en el yugo. Los que no mueren son jubilados (¡!) a la edad de 25 á 30 años, es decir, los devuelven a la sociedad hechos escombros, enfermizos, encorvados, con los pulmones comidos, paralíticos, corrompidos por alcoholismo y las enfermedades secretas (Bouvier, 10 de mayo de 1908).

Bouvier quería que los lectores entendieran que la situación no solo era un problema de los propios trabajadores, sino que también era un problema alarmante para la sociedad y el país.

Sus descripciones del trabajo inspiraban simpatía hacia los trabajadores explotados y daban vida a su escritura. Por ejemplo, Bouvier describía cómo tenían que transportar bultos de hojas de 70 o más kilos, lo que suponía una tarea extenuante:

Mientras va caminando con ese peso de hojas que tanto abultan, los insectos le están picando el rostro hasta saciarse, y no puede defenderse porque necesita sus manos a cada instante para sostenerse, y hasta para caminar a cuatro patas (!) con toda la carga. El sudor le inunda el rostro y el cuerpo. Si una lluvia lo toma en el camino, tiene que seguir andando, y el agua cayendo sobre su cuerpo sudoroso le produce enfermedades que le depositan en el pecho la llave del sepulcro (Bouvier, 12 de junio de 1908).

Para lectores que nunca habían visitado a Misiones ni visto a los trabajadores en los yerbales, Bouvier no proporcionó fotografías. En cambio, sus descripciones como la anterior, proporcionaban una imagen visual. Casi dos décadas más tarde, el reconocido agrónomo, Carlos Girola, incluyó fotografías de los trabajadores en una recopilación de sus ensayos sobre el cultivo de la yerba mate. En Figura 1, los trabajadores están cargando bultos pesados de la yerba mate; en Figura 2, un peón y un encargado están pesando uno de los bultos enfrente de un campamento básico mientras otros trabajadores y encargados miran al fotógrafo; en Figura 3, trabajadores se paran enfrente de los yerbales silvestre recién cosechados. Las tres muestran un ambiente silvestre e insinúan trabajo duro.

Figura 1. Tariferos saliendo del yerbal

Fuente: Girola (1926).

Figura 2. Pesando la yerba mate cosechada

Fuente: Girola (1926).

Figura 3. Recolección de la yerba mate

Fuente: Girola (1926).

Además de las dinámicas descripciones, la pluma de Bouvier capturaba el interés por los detalles, que añadían un sentido de veracidad y conocimiento, y describían los abusos que los trabajadores experimentaban. Bouvier detallaba el trabajo y el proceso de producción de yerba mate, los horarios laborales, la comida diaria y las condiciones de vida (Bouvier, 12 de junio de 1908 y 15 y 16 de junio de 1908). También informaba sobre los salarios que recibían los trabajadores, los precios inflados de los artículos de primera necesidad que tenían que comprar y presentaba un cálculo de sus deudas (Bouvier, 8 y 9 de junio 1908). Como evidencia concreta, transcribía una libreta de trabajo y un contrato laboral (Bouvier, 29 de mayo de 1908 y 24 de junio de 1908). Y para hacerlo más jugoso, citaba nombres en muchos de sus artículos, identificando a varias personas que se beneficiaban del sistema. Eran personas conocidas de las familias de élite del país y personas de la región. Los describía desfavorablemente como traficantes, latifundistas, jueces corruptos, etc. Es probable que considerara que a los lectores les resultaría interesante leer este tipo de crítica contra quienes tenían poder y riqueza.

“Mercados de carne blanca” (Bouvier, 26 de junio de 1908)

En ambos diarios, A Noticia y La Vanguardia, Bouvier constantemente usaba el adjetivo “blancos” cuando hablaba de la esclavitud en los yerbales.6 Por ejemplo, en un artículo describía que “bajo a tan decantada prosperidad de la República de Argentina, prospera también la trata de blancos…” (Bouvier, 25 de junio de 1908) y que “en esas apartadas regiones [del Alto Paraná] la bandera argentina solo sirve para encubrir la trata de blancos” (Bouvier, 14 de junio de 1908). Esta situación regía no solo en Argentina, sino también en los tres países vecinos donde se producía yerba. “La bandera brasileña encubre la trata de blancos… lo mismo que la encubren la argentina y la paraguaya” (Bouvier, 18 de junio de 1908). Y describía la región de la siguiente manera: “los bosques [del Alto Paraná] siguen siendo las mismas criptas despobladas donde no hay más vida que la de las plantas, la de las bestias y la de los esclavos blancos” (Bouvier, 10 de junio de 1908).

Explicaba que esta situación no era algo nuevo: “La esclavitud, la infame trata de blancos ha sido llevada a cabo durante cerca de treinta años sin que ninguna repugnancia moral haya asaltado a los negreros” (Bouvier, 22 y 23 de junio de 1908). Hasta 1904, “el campo de acción de los reclutadores de esclavos blancos ha sido Villa Encarnación en el Paraguay” (Bouvier, 6 de junio de 1908), pero ahora era “la odiosa trata de blancos que convierte a Posadas, ciudad argentina, en un mercado de esclavos” (Bouvier, 22 y 23 de junio de 1908). Según Bouvier, aunque la esclavitud era común y corriente en la región, mucha gente la escondía o la ignoraba: “En los mismos mercados de carne blanca hay personas que ni siquiera se dan cuenta de lo que sucede en el Alto Paraná,” en parte porque, “la disculpa de ‘los peones que fugan’ es un ardid de los patrones para disfrazar la infame trata de los blancos” (Bouvier, 26 de junio de 1908). Y, en suma, destacaba: “en Posadas, salvo las honrosas excepciones socialistas, no hay un solo hombre de honor y de dignidad que se coloque al lado del esclavo blanco para defenderlo” (Bouvier, 17 de mayo de 1908). Para finalizar, Bouvier se preguntaba: “¿Por qué negarle al esclavo blanco el derecho de independizarse del látigo o del servilismo?” (Bouvier, 26 de junio de 1908), a lo que respondía con la amenaza, “O se acaba la trata de blancos o su lamentable historia recorrerá el mundo” (Bouvier, 27 de junio de 1908).

Es notable que Bouvier usara repetidamente el adjetivo “blancos” para describir a los trabajadores en los yerbales, ya que la gran mayoría eran mestizos de la zona. Al respecto, Bouvier era explícito en negar que fueran europeos: “Ni un solo europeo resistiría tres días en esas tareas brutales, ni aceptaría la clase de comida que les dan” (Bouvier, 14 de junio de 1908). De hecho, en varias oportunidades los identificaba como nativos de la zona, “esclavos altoparanaenses” (Bouvier, 6 de junio de 1908), que eran jóvenes oriundos de Paraguay, Brasil y Argentina (en este último caso, de Misiones, Corrientes y Entre Ríos). Muchos de ellos hablaban guaraní, y los reclutadores usaban el idioma para convencer a los peones de trabajar en los yerbales. Sobre esta cuestión Bouvier destacaba: “El conchabador, aprovechando las sutilezas del idioma guaraní, empieza a ponderarles las ganancias del trabajador que va al Alto Paraná. Lo llama al menor ché rahy... (mi hijo)” (Bouvier, 15 de mayo de 1908 y 21 de marzo de 1908). No obstante, Bouvier no sugería que los trabajadores en los yerbales fueran indígenas. Notaba que “el destino de esos infelices es inferior al de los indios ‘çaynguáes’ ‘ybyturokais’ o ‘guayaquíes’ que recorren esas comarcas” (Bouvier, 15 y 16 de junio de 1908) y “que la vida del peón en los bosques del Alto Paraná es peor que la del esclavo de tribus salvajes” (Bouvier, 27 de junio de 1908).

Para los lectores brasileños, el uso del adjetivo “blanco” era importante para aclarar que lo que denunciaba no le sucedía solo a gente parda. La esclavitud había sido prohibida en Brasil apenas veinte años antes, y los lectores brasileños asociaban los esclavos con gente de descendencia africana. Por tanto, al usar el término “blanco”, ampliaba la significancia racial de la esclavitud y lograba así un matiz escandalizador en sus escritos.

Este uso del adjetivo “blanco” para describir a los peones rurales, aun sin definirlo, era algo nuevo en Argentina. Desde 1894, La Vanguardia ya había publicado, a lo largo de los años, varios artículos denunciando la esclavitud de los trabajadores en el norte de Argentina, incluyendo Misiones, pero no los había descrito como gente blanca. En 1895, Germán Avé Lallemant, un agrimensor alemán que había vivido en el país durante un cuarto de siglo, escribió sobre los trabajadores de la zona: “obreros blancos de origen europeo no pueden competir con estos mestizos que en su mayoría solo hablan el lenguaje guaraní, poco portugués y menos aún español”.7

Al no haber definido lo que significaba “blanco”, Bouvier cultivaba una conexión entre los lectores urbanos de La Vanguardia y los trabajadores en los yerbales distantes. Muchos de los lectores se creían blancos, especialmente los que eran inmigrantes europeos o sus hijos, y para ellos la idea de esclavizar a gente blanca, gente como ellos mismos, era una verdadera atrocidad. En ese sentido, Bouvier usaba el adjetivo “blanco” para inspirar empatía y simpatía, además de ira.

La idea de que los mestizos guaraní-hablantes pudieran ser considerados blancos complica nuestro entendimiento de la raza en Argentina. El mito de un país blanco basado en la inmigración europea ha predominado durante gran parte del siglo XX, y muchos argentinos todavía lo creen hasta el día de hoy. Existe literatura reciente que muestra la diversidad racial del país y socava la percepción del excepcionalismo de Argentina como un país latinoamericano blanco y de descendencia europea. Por ejemplo, los ensayos en Rethinking Race in Modern Argentina muestran cómo las personas de descendencia indígena, africana y mestiza no desaparecieron, más allá de que Argentina haya atraído a muchos europeos. Además, ser blanco incluía una variedad de razas, fenotipos y colores de la piel (Alberto y Elena, 2016). Bouvier no era el único en usar un amplio entendimiento del término “blanco”. En la década de 1920, los industriales azucareros de Tucumán describían a sus empleados mestizos como blancos para recibir protección arancelaria contra el azúcar barato de Cuba y Brasil, que consideraban producido por “razas inferiores” (Chamosa, 2008: 100-101). En cambio, Bouvier empleaba este amplio entendimiento de “blanco” para provocar a las clases populares y al Gobierno argentino a actuar contra los capitalistas.

Al mismo tiempo, con el uso de “esclavos blancos” y “la trata de blancos,” Bouvier estaba conectando sus reclamos más allá del norte de Argentina al movimiento internacional en contra del tráfico humano. Era parte de un movimiento global de periodistas sensacionalistas que estaban llamando la atención sobre las malas condiciones que sufrían los trabajadores, y para atraer atención e incitar a los lectores y a los gobiernos a acción, usaban retórica incendiaria. A fines del siglo XIX y principios del siglo XX, era común que los periodistas sensacionalistas se refirieran a “esclavos blancos” y “trata de blancas” para denunciar abusos laborales, y especialmente la prostitución de mujeres europeas. En las décadas de 1830 y 1840, los activistas laborales en los Estados Unidos usaban el término para condenar el abuso laboral por parte de los capitalistas (Roediger, 1999: 65-92). En 1870, Víctor Hugo usó el término en referencia al tráfico internacional de mujeres y niñas para la explotación sexual. Posteriormente, periódicos en Europa y las Américas publicaron artículos sensacionalistas que contaban las experiencias de mujeres europeas engañadas o forzadas a participar en la prostitución y, junto con los reformistas sociales, usaban “trata de blancas” para movilizar a la gente en contra de la prostitución (Yarfitz, 2019). En 1899, se realizó en Londres un congreso para suprimir la trata de blancas y, después de algunos otros eventos similares, se dictó el primer convenio internacional para la supresión de la trata de blancas, ratificado por 26 Estados (Gorman, 2008: 197).

Buenos Aires atraía la atención de los reformistas sociales europeos por ser un centro de trata de blancas, sobre todo porque en 1875 la municipalidad de Buenos Aires había legalizado prostitución dentro de burdeles licenciados (Schettini Pereira, 2016). En este contexto, el Partido Socialista había presionado en contra de la prostitución forzada de las mujeres inmigrantes, y logró sancionar una legislación en 1904 para penalizar el acto de forzar a una mujer a ser prostituta (Guy, 1988 y 2000: 23-25). En ese sentido, “trata de blancos” era un término conocido que estaba asociado con la explotación y prácticas condenadas por los socialistas y los países europeos.

Bouvier no solo empleaba un término racial para describir a los trabajadores en los yerbales, sino que también usaba esa terminología para describir a la gente que se beneficiaba del trabajo. Los describía principalmente como negreros. “Los negreros llevaban a la muerte a generaciones enteras de jóvenes útiles a la patria y a la sociedad” (Bouvier, 12 de junio de 1908), y para ellos “la mercadería humana era su capital” (Bouvier, 6 de junio de 1908). Usaban “un vapor negrero por llevar de 100 a 150 desgraciados en un espacio de treinta metros cuadrados” (Bouvier, 16 de mayo de 1908). Y, “para los negreros, el peón, una vez en el yerbal, es un esclavo que debe ser mudo y obediente como un cadáver” (Bouvier, 20 de junio de 1908). Los peones en los yerbales limitaban “sus aspiraciones a pagar su deuda al negrero para volver a contraer otra más y así quedar esclavos toda su vida” (Bouvier, 15 de mayo de 1908). Para Bouvier, los negreros no solo eran los yerbateros, sino que también eran capitalistas (Bouvier, 12 de junio de 1908), empresarios (Bouvier, 16 de mayo de 1908), contrabandistas (Bouvier, 30 de mayo de 1908), y los negreros oficiales (Bouvier, 18 de junio de 1908). A su vez, describía cómo los negreros tenían el control de toda la región: “Los negreros habrán tomado sus precauciones. Cuatro o cinco mil pesos más o menos no son obstáculos para desviar el curso de la justicia” (Bouvier, 25 de junio de 1908), y así, “las mismas autoridades hacerse cómplices de los negreros” con el resultado de que Posadas había caído “en poder de los negreros y se sintió como paralizada” (Bouvier, 28 de junio de 1908).

Aunque “negreros” era la palabra que Bouvier usaba con más frecuencia para describir a la gente que se beneficiaba de la producción de yerba, también empleaba una retórica antisemita. Describía que “hoy, el Paraguay, exprimido como en una prensa hidráulica y alambicado por cuatro judíos de la calaña de ese tirano capitalista [Domingo Barthe], personificación insuperable del egoísmo humano” (Bouvier, 29 de mayo de 1908 y 6 de febrero de 1908). En esa línea, se interrogaba: “¿Qué hacían [los gobernadores] cuando cuatro judíos se repartieron el hermoso territorio de Misiones?” (Bouvier, 12 de junio de 1908). Bouvier respondió a su propia pregunta en un artículo publicado días después: “El territorio ha sido descuartizado y repartido según el capricho de cuatro ‘judíos’ en convivencia con los gobernadores” (Bouvier, 22 y 23 de junio de 1908). Era irónico que Bouvier usara esta retórica antisemita. Al principio del siglo XX, los judíos en Argentina tenían la reputación de ser activistas por los derechos de los trabajadores y de tener afiliaciones con los socialistas. En general, los trabajadores de Buenos Aires no eran antisemitas; en cambio, el antisemitismo era un sentimiento de las clases medias y las élites (Nouwen, 2013: 39-42).

“Las infelices mujeres a quienes su desdicha arrastra allí, no son mucho mejor tratadas que una mula carguera” (Bouvier, 6 de junio de 1908)

Además de emplear una retórica racial para describir a los trabajadores y a la gente que se beneficiaba del sistema, Bouvier también describía a las mujeres oprimidas y las lectoras femeninas generosas con el objetivo de avivar la ira ante la situación en el Alto Paraná. En sus artículos, Bouvier explicaba repetidamente que la prostitución era parte del sistema de esclavitud en la zona. Muchos argentinos estaban en contra de la prostitución y, como describió Donna Guy, “la prostitución se convirtió en una metáfora que condensaba los temores de la clase alta y media respecto de la clase baja y el futuro de la nación argentina” (Guy, 1994: 62). Temían el impacto de la prostitución no solo en el individuo, sino también en la familia, la sociedad y la nación, de la misma manera en que Bouvier describía el impacto de la esclavitud de los peones en los yerbales. Además, como mencionamos antes, había un importante movimiento internacional en contra de la trata de blancas, o la prostitución. Bouvier utilizaba estos miedos y ansiedades para expresar sus quejas sobre el sector yerbatero. Tal como lo describía, “el sistema implantado por los negreros del Alto Paraná” (Bouvier, 10 de mayo de 1908) estaba basado en el uso de anticipos, ya que el conchabador se acercaba al peón, quien:

Sigue a su palmoteador, quien lo lleva a la tienda, donde le dan un pequeño anticipo en dinero y donde le ensartan a un precio bastante ‘salado,’ mercaderías de pacotille, muy charras, muy vistosas, pero muy guarangas e inservibles. El enlazado se viste en seguida con esos para él lujosos y flamantes trajes, y rumbea hacia cualquiera de los ranchos donde lo esperan Venus callejeras que acaban de embriagarlo y hasta llegan a darle lo que no tienen. Al otro día, amanece sin un real, triste, cabizbajo, arrepentido, pero la casa fatal del empresario la atrae nuevamente, y allá vuelve en demanda de más dinero, porque para seguir farreando sería capaz de vender su alma en esos momentos (Bouvier, 6 de junio de 1908).

Después de un año o más de trabajo para pagar su anticipo, los peones regresaban a Posadas, si es que no habían muerto antes. Y “no piensan en ir a visitar a sus familias, sino que van derechos a sacar un nuevo anticipo, y de allí van al boliche y al toldo de la prostituta” (Bouvier, 10 de mayo de 1908) donde “lo veréis borracho, tambalear prendido del brazo de una prostituta callejera, gozar una diversión ficticia, sumergirse en un aturdimiento erótico, desquitar en pocos días las privaciones sufridas durante años en las selvas donde no ha tenido más horizonte que la picada, más alegrías que las brutales reminiscencias de sus orgías pasadas ni más civilización ni roce social que los de sus compañeros de yugo y cretinismo” (Bouvier, 15 de mayo de 1908).

Aunque Bouvier describía a las prostitutas como mujeres inmorales y sin honor, pero también las describía con simpatía. Según su opinión, las mujeres pobres de la zona no tenían buenas opciones. Si la mujer quería acompañar a su hombre al yerbal en lugar de ser prostituta, su vida allí también sería muy difícil. Según Bouver, “la mujer en el Alto Paraná es una bestia de carga, menos todavía, porque en los libros de los empresarios figuran las mulas, los caballos, los cerdos, etc., pero no figuran las mujeres o creaturas” (Bouvier, 15 y 16 de junio de 1908). Allí:

Jamás esas infelices tienen una sola diversión…ni siquiera la de poder criar gallinas. Secuestradas de la civilización, reducidas al rol de bestias de carga, o de mueble no saben lo que es una alegría, ni pueden formarse un hogar. Viven, como los demás, en toldos peores que casillas de perros. No tienen más utensilios en esos recintos que una olla, una pava, cucharas, cuchillos, y un jarro de lata (Bouvier, 15 y 16 de junio de 1908).

No solo la vida en ese lugar era difícil. “La mujer del peón que va al Alto Paraná siempre está enferma y débil” y:

Es sentenciada a decir adiós al mundo antes de los cuarenta años de edad. La mayor parte han sido desgraciadas cansadas de orgias callejeras. Desde el amor con caña hasta las enfermedades incurables, de todo han probado. A los veinticinco años de edad parece tener cincuenta. La gran suerte para ellas y para todos es que en su mayor parte son estériles. ¡Desgraciada, mil veces desgraciada si tiene un hijo! No lo podrá criar, y si no cría lo verá morir (Bouvier, 15 y 16 de junio de 1908).

La situación en los yerbales era tan terrible que “el sueño dorado de la mujer es allí poder establecerse de bolichera en Posadas”, pero “las más de las veces fracasan… y vuelven a las selvas sin haber mejorado su moda de vivir” (Bouvier, 15 y 16 de junio de 1908). Así, las mujeres veían solo dos opciones: seguir a sus hombres a los yerbales o involucrarse en la prostitución en Posadas.

En contraste, Bouvier describía a las mujeres en Buenos Aires como modelos femeninos, siguiendo en consonancia con las ideas clasistas sobre género. La opinión predominante de la época sostenía que el papel de la mujer era ser esposa y madre y, al hacerlo, estaban contribuyendo al avance del país. Además, las mujeres de las clases medias y altas ampliaban este papel a través de sus acciones filantrópicas. Eran muy activas en la Sociedad de Beneficencia, el Patronato de la Infancia, las sociedades de ayuda mutua, y otras organizaciones que colaboraban con las personas pobres y necesitadas. Con este trabajo y sus donaciones monetarias, las mujeres argentinas se insertaban en la vida pública del país y estas organizaciones proveían bienestar social en lugar del Estado (Guy, 2009; Mead, 2000).

En su primer artículo en La Vanguardia, Bouvier utilizaba estas ideas sobre el rol ideal de la mujer para inspirar simpatía en los lectores. Mencionaba de “las nobles damas bonaerenses” y “las madres argentinas” que “sostienen con su peculio o con la inagotable fuente de recursos que mana sin cesar del gran corazón de la opinión pública, o instituciones filantrópicas”, y señalaba específicamente los programas de guarderías y Gota de Leche. Bouvier afirmaba que ellas “quedarán asombradas”, “sentirán las lágrimas asomar a sus ojos” y “oirán con estupor que al Noroeste, allí donde más hermosas son las selvas, más cariñoso el sol, más acariciador el ambiente y más exuberante la vegetación, gimen miles de infelices uncidos al yugo de la esclavitud”. Y no solo las madres argentinas, también:

Las madres de otras nacionalidades que crían a sus hijos en un ambiente de amor materno que se desenvuelve a la sombra de una bandera que protege a los niños desvalidos, esas madres sentirán las lágrimas asomar a sus ojos al saber que hay un territorio argentino donde las criaturas mueren de hambre… mueren sin socorros, sin testigos en las selvas inmensas, en las selvas que no lloran, en las selvas donde la civilización entra bajo la forma de una cadena y sale bajo la forma de un cadáver (Bouvier, 10 de mayo de 1908).

Al hacer referencia a las mujeres, tanto las explotadas por las condiciones de los yerbales como las lectoras de sus artículos, Bouvier utilizó el género para ampliar el alcance de sus artículos.

“Entre los esqueletos de esos infelices el de un menor de 14 años de edad!” (Bouvier, 10 de mayo de 1908)

Para fomentar la ira, Bouvier enfatizaba la explotación de los menores de edad, algo que cultivaría el enojo. El trabajo infantil era un tema escandalizador; había protestas y los periódicos obreros incluían frecuentes denuncias sobre las condiciones de menores que trabajaban (Mases, 2013; Falcón, 1986, esp. 56). En su primer artículo en La Vanguardia, Bouvier sostenía que “el 75 por ciento de esos esclavos lo forman menores de edad” (Bouvier, 10 de mayo de 1908), porque “los peones viejos ya murieron todos!” (Bouvier, 15 de mayo de 1908). Con el anticipo, los conchabadores y yerbateros recolectaban a estos jóvenes “sanos y robustos” (Bouvier, 22 y 23 de junio de 1908) y el resultado era que:

Ni el 20 ni el 10 por ciento tal vez alcanzan después a la edad de 40 años; que los pocos que salvan quedan inútiles… y que, cuando vuelvan (¡si vuelven!) son viejos a los 25 años, enfermizos, incapaces de toda concepción, sifilíticos, pasados hasta los huesos por la malaria, reducidos a esqueletos ambulantes (Bouvier, 10 de mayo de 1908).

Para responder a la pregunta del lector sobre por qué los peones aceptaban el anticipo y se sometían a este trabajo tan explotador, Bouvier explicó:

Tened en cuenta que casi siempre esas víctimas son menores de edad, y sabréis disculparlas. La ignorancia, el fatalismo, la miseria, la falta de escuela, la carencia de buenos consejos, el alcohol, y la vuelta al colchón de la ranchera le arrastran nuevamente a todas las bajezas y a todas las concesiones (Bouvier, 6 de junio de 1908).

Bouvier no solo enfatizaba que muchos de los trabajadores eran menores de edad, también infantilizaba a los demás. Escribió que todos “son unos niños grandes, eternamente incorregibles, no saben valorar su trabajo” (Bouvier, 14 de junio de 1908). Ellos “ignoran sus derechos y la conciencia de su fuerza. Viven en una quietud pasiva, sin darse cuenta de su esclavitud” (Bouvier, 14 de junio de 1908). Los describía como incapaces de defenderse frente a los conchabadores y a los yerbateros, e incluso frente a la naturaleza y el entorno del Alto Paraná. “La selva opera sobre su ánimo una obra de petrificación lenta pero continua” y “su vida se pinta en una sola frase: ‘En esos lugares la salida y la puesta del sol no se ven jamás.’ Es una inmensa tumba” (Bouvier, 14 de junio de 1908). Y debido a esta incapacidad para defenderse, Bouvier hacía un llamamiento a sus lectores para que actuaran en su defensa.

El impacto

Los artículos de Bouvier tuvieron un gran impacto. Atrajeron la atención de los lectores y, en 1922, La Vanguardia declaraba “entre los antiguos lectores de nuestro diario y los viejos afiliados del Partido no habrá, seguramente, quien haya olvidado las tremendas revelaciones que el ciudadano Julián Bouvier publicó en estas columnas hace 14 años” (Humanismo, 1922). Tanto los capitalistas que operaban en Misiones como el Gobierno argentino respondieron a sus denuncias. Sus artículos motivaron al Partido Socialista a adoptar las condiciones que enfrentaban los trabajadores en los yerbales como una causa importante. Además, sus publicaciones inspiraron a otros periodistas a escribir artículos, y a algunos autores a producir novelas y películas sobre el tema.

Recepción e investigaciones gubernamentales

Los artículos de Bouvier captaron la atención de personas fuera de los circuitos socialistas y populares de La Vanguardia. Domingo Barthe, un yerbatero importante de la zona, respondió. Aunque Bouvier nombró a varios yerbateros y a otras personas que participaban o permitían la explotación de los trabajadores en los yerbales, Barthe fue el principal destinario de las críticas. En varios de sus artícu­los, Bouvier se quejó repetidamente de los numerosos abusos cometidos por Barthe. Y sumó, “El más cruel, el más tirano y el más implacable de los negreros es un tal Domingo Barthe, que tiene en Buenos Aires y Rosario molinos de yerba. Maneja millones de pesos que representan la infelicidad o el luto de centenares de hogares; pero no perdona ni a los muertos. No hay palabra humana capaz de pintar la dureza de corazón de ese hombre” (Bouvier, 29 de mayo de 1908). El 5 de junio de 1908, después del séptimo artículo de Bouvier en La Vanguardia, Barthe tuvo una reunión en la redacción de ese periódico para defenderse. Afirmó que el 60 por ciento de los peones eran excelentes hombres y que no eran tratados con dureza (Bouvier, 24 de mayo de 1908).

La prensa burguesa también respondió a las acusaciones de Bouvier. La Prensa y La Nación, los dos periódicos de Buenos Aires que Bouvier describía como “grandes colosos del periodismo… que ni saben lo que pasa en su país, o si lo saben, lo encubren” (Bouvier, 31 de mayo de 1908) escribieron artículos sobre el tema. Inicialmente, La Nación consideraba que las denuncias publicadas por La Vanguardia eran exageradas y las cuestionaba (La esclavitud en la Argentina, 1908). Sorprendentemente para un periódico que, según Bouvier, desconocía o encubría lo que sucedía en el país, La Prensa publicó una descripción de las condiciones que enfrentaban los trabajadores del Alto Paraná que coincidía en gran medida con las descripciones de Bouvier, pero sin su estilo sensacionalista (Los peones, 1908). Entre otros artículos, los periódicos burgueses pedían una investigación formal sobre lo que estaba ocurriendo en el Alto Paraná, y recomendaban la promulgación de una ley que protegiera tanto a los trabajadores como a los patrones (Misiones, 1908).

Publicaciones periódicas fuera de Buenos Aires también tuvieron que responder a las acusaciones de Bouvier y describir las condiciones laborales. El Noticiero, El Pueblo, y El Eco de Misiones, tres periódicos de Posadas reconocieron los abusos de los trabajadores en el Alto Paraná (Bouvier, 27 de junio de 1908). En Asunción, Rafael Barrett publicó una serie de seis artículos titulados “Lo que son los yerbales paraguayos” en El Diario entre el 15 al 27 de junio de 1908. Aunque Barrett es conocido como el autor que expuso los abusos laborales en los yerbales, se inspiró en las publicaciones de Bouvier. Además, según su hijo, Barrett nunca había estado en la zona de los yerbales (Muñoz, 1994: 37; Muñoz, 1977: 30). En los últimos años, Barrett ha llamado atención por sus ensayos sobre Paraguay y, sobre todo, por esta serie sobre los yerbales. La publicación de sus Obras completas (cuatro volúmenes) en 1988, junto con estudios biográficos, despertó el interés por el autor.8 Es conocido como un precursor en la literatura social americana y por su estilo de escritura (crónicas o artículos breves para periódicos).9 En contraste, la influencia de Bouvier está prácticamente olvidada en la actualidad; investigamos el motivo en la conclusión del ensayo.

Los artículos de Bouvier no solo llamaron la atención en la prensa, sino que también llevaron al Gobierno Nacional argentino a investigar la situación. Incluso Barrett reconoció el impacto de los artículos de Bouvier: en este sentido, en 1910 afirmó, “He denunciado al público, en 1908, que 15.000 paraguayos son esclavizados, saqueados, torturados y asesinados en los yerbales del Paraguay, de la Argentina y del Brasil. Nadie manifestó el menor afán de verificar los hechos y remediar tanta infamia. Ni el gobierno cívico ni el radical se ocuparon del asunto”. Aunque unas líneas más adelante admitió que “las publicaciones de Julián Bouvier, desde Posadas, y las mías [desde Paraguay], decidieron al gabinete argentino a enviar una comisión que examinara los yerbales de Misiones” (Barrett, 1988: vol. 2, 254). A pesar de la afirmación de Barrett de que sus publicaciones influyeron en la decisión del Gobierno argentino de investigar la situación en los yerbales, la orden del ministro del interior se emitió antes de que el periódico paraguayo [El Diario] publicara su serie, “Lo que son los yerbales paraguayos”.

En su edición del 3 de junio de 1908, La Vanguardia anunció que sus publicaciones sobre las condiciones de los trabajadores en Misiones (es decir, los artículos de Bouvier) habían llevado al ministro del interior argentino a instar a la gobernación de ese territorio nacional a realizar una investigación (Los obreros, 1908). Dos meses después, La Nación informó que “la gobernación había elevado su informe al ministro del interior sobre las quejas publicadas por un diario”. El periódico resaltaba que la gobernación consideraba que no existían acusaciones graves cargos y sugería que el DNT interviniera para encontrar una solución que abordara los intereses tanto de los obreros y los patrones. En su editorial, La Nación adoptó una postura opuesta a la de Bouvier y La Vanguardia. En lugar de enfatizar los abusos sufridos por los trabajadores, La Nación citó el caso de abuso por parte de un obrero que había solicitado un anticipo y huyó sin pagarlo (El sumario, 1908; En los yerbales, 1908).

Dos semanas después, el 18 de agosto, La Vanguardia publicó el informe del gobernador interino de Misiones, José M. López inspirado por la pluma de Bouvier. En el informe dirigido al Ministerio del Interior, López adjuntó un recorte de La Vanguardia. Desde el principio, contradecía Bouvier, tal como predijo La Nación. Aunque López argumentaba que el artículo de Bouvier no era preciso y estaba lleno de “mucha pincelada efectista”, su informe carecía de muchos detalles y no abordaba directamente las acusaciones de Bouvier. Reconocía que tanto los peones como los patrones tenían quejas y, para llegar a la verdad, recomendaba que el Poder Ejecutivo nombrara un comisionado especial para investigar el asunto y así crear “una legislación especial que garantizara a los obreros sus derechos… y a los capitalistas” (La esclavitud en el Alto Paraná,
18 de agosto de 1908).

Por supuesto, La Vanguardia no recibió bien al informe de López, pero mantenía la esperanza de que “la campaña hecha por LA VANGUARDIA está todavía en camino de dar resultados prácticos” (La esclavitud en el Alto Paraná, 18 de agosto de 1908). Unos días después, La Prensa publicó la noticia de que el Ministerio del Interior estaba elaborando un proyecto de reglamento para las peonadas del Alto Paraná (Los peones, 1908).

Pocos meses después, en diciembre, La Vanguardia informó que aún no se tenían noticias de las acciones por parte del ministro del interior, y que el nuevo gobernador de Misiones, Justino Solari, había presentado un informe sobre el asunto. En dicho informe, el Dr. Solari indicaba que algunas de las acusaciones eran inexactas, mientras que otras eran verídicas. Al final, como otros, recomendaba que la gobernación fiscalizara y estudiara el asunto para “adoptar medidas de represión contra los abusos, hasta el alcance de sus atribuciones” (La esclavitud en Misiones, 1908). Asimismo, Solari contradecía a Bouvier al afirmar que por la huida de los peones los patrones eran “las verdaderas víctimas y no los peones como de continuo lo dicen las majaderías de los corresponsales de ciertos diarios” (La esclavitud en Misiones, 1908). Por su parte, Bouvier respondió: “El gobernador Solari confirma todos mis dichos, con la diferencia de que él no llama las cosas por su verdadero nombre… A la esclavitud, al secuestro de las víctimas, Solari los llama ‘permanecer más tiempo’” (Bouvier, 19 de marzo de 1909).

Una causa socialista

Aunque nada surgió del informe de Solari, Bouvier no se rindió. Al día siguiente, escribió con optimismo sobre la recepción positiva del Partido Socialista hacia un proyecto para reglamentar el trabajo que, de implementarse, iba a “cortar de raíz la esclavitud” y “transformaría la faz económica de Misiones” (Bouvier, 20 de marzo de 1909). Cuatro días después, Bouvier elogiaba el “socialismo que lucha incesantemente para redimir al proletariado del yugo capitalista y derribar el mismo tiempo un monstruoso sistema de explotación” (Bouvier, 24 de marzo de 1909). Sin embargo, un periódico de Posadas había sugerido que su “propaganda a favor de los peones del Alto Paraná cayó en el vacío”, a lo que Bouvier respondió que “eso solo prueba que el ministro del interior es cómplice tácito… de todas las infamias cometidas por los negreros y sus compinches” (Bouvier, 20 de marzo de 1909).

Bouvier estaba en lo correcto al elogiar a los socialistas por luchar en favor de los obreros del Alto Paraná. Antes de que su serie concluyera, el Partido Socialista ya estaba tomando medidas. El 1 de junio, La Vanguardia anunció que las correspondencias de Bouvier habían motivado al Partido Socialista a aprobar una resolución en su VIII Congreso para la publicación de estos ejemplos en los medios de comunicación socialistas y obreros. Como resultado, La Vanguardia advirtió que “mil hojas diarias y periódicos divulgarán por el mundo la barbarie” (La esclavitud en la Argentina, 1908). Dos meses después, el comité ejecutivo continuó con su plan de editar las correspondencias de Bouvier en un folleto para enviar a la Oficina Socialista Internacional (Movimiento social, 30 de julio de 1908). Mientras tanto, las secciones de la Juventud Socialista y el Partido Socialista protestaron oficialmente contra la “bárbara explotación” y los “peones esclavizados” en el Alto Paraná, y aplaudieron a Bouvier por exponer el problema (Por los peones, 1908; Movimiento social, 12 de julio de 1908).

La Vanguardia abordó la explotación de los trabajadores en los yerbales como un tema importante para informar a la población argentina. No solo publicó más de una veintena de artículos de Bouvier sobre los abusos a los peones en el Alto Paraná, sino también muchos otros artículos que trataban el tema, incluso después de que este autor dejara de publicar en La Vanguardia sobre ello.10 Algunos se referían a otras personas que habían respaldado las denuncias de Bouvier; por ejemplo, un obrero (Los crímenes, 1908), un juez (La esclavitud en el Alto Paraná, 19 de agosto de 1908) y un explorador (Gran conferencia, 1909). Otro tanto refería a la importancia de las denuncias de Bouvier.11 Por ejemplo, el 28 de agosto de 1910 un artículo comenzaba con la siguiente declaración: “hace algún tiempo, LA VANGUARDIA inició y sostuvo una prolongada campaña contra los esclavistas del Alto Paraná. Numerosas correspondencias del ingeniero Bouvier, ampliamente circunstanciadas, denunciaron el trato brutal y la explotación sin freno a la que estaban sometidos los infelices trabajadores de los yerbales” (La esclavitud, 1910). Aunque La Vanguardia continuó publicando artículos que denunciaban las condiciones en los yerbales, el tema no atrajo mucha atención nacional hasta 1914.

Proyectos para defender a los trabajadores

En 1914, el DNT publicó un informe sobre la vida y el trabajo en el Alto Paraná, redactado por el inspector José Elías Niklison. En el año anterior, el ministro del interior había ordenado al DNT enviar de inmediato un inspector a esa región. El tema de la explotación de los obreros rurales en las industrias extractivas estaba atrayendo atención internacional a raíz de las investigaciones en 1913 de la Cámara de los Comunes de Inglaterra sobre los abusos laborales de la empresa cauchera The Peruvian Amazon Company, en la región de Putamayo.

Niklison, quien luego escribiría un informe similar sobre las condiciones laborales en el Chaco y en Formosa, partió de Buenos Aires hacia el Alto Paraná el 26 de octubre de 1913 y no regresó hasta el 4 de marzo del año siguiente. El documento, que se publicó en el Boletín del Departamento Nacional del Trabajo al mes siguiente, era muy crítico respecto a las condiciones laborales en los yerbales. Al igual que Bouvier, Niklison empleó un lenguaje impactante para describir cómo el anticipo salarial llevaba a “esclavitud, [y] a la privación de libertad”. Aunque Niklison consideró al peón como víctima, concluyó que “una buena parte del mal reside en el trabajador mismo” porque se permitía ser víctima por “su falta de instrucción y de moral, sus hábitos hereditarios, la inflexibilidad de sus costumbres ajenas a toda evolución y su absoluta falta de resistencia para reaccionar contra el medio”. También atribuyó gran parte del problema a los intermediarios o conchabadores que promovían el sistema de anticipo mediante “el engaño y el empleo de medios deshonestos”. Finalmente, Niklison atribuyó parte del problema a la naturaleza de la industria y al aislamiento de los yerbales, lo que dificultaba la inspección y aplicación de las leyes. Para solucionar la situación, recomendó una legislación especial e inspecciones de los establecimientos argentinos del Alto Paraná (Niklison, 1914: 26 y 231-233).

En respuesta al informe de Niklison, La Vanguardia publicó una serie de ocho artículos bajo el título, “La Esclavitud en el Alto Paraná”, que se publicaron entre el 20 de mayo y el 31 de mayo de 1914. La serie incluía el informe –publicado por episodios– y un análisis del mismo, y desde el primer artículo hacía referencia a la influencia de Bouvier: “Constatemos, a pesar de todo, que las denuncias hechas en LA VANGUARDIA largos años atrás, han tenido plena confirmación, y que el Partido Socialista ha sido el primero en protestar contra la esclavitud imperante en tierra argentina” (La esclavitud en el Alto Paraná, 1914).

La influencia de Bouvier fue aún más evidente menos de un mes después, cuando se realizó una interpelación al ministro del interior en la Cámara de Diputados “acerca de las medidas tomadas o a tomarse por el Poder Ejecutivo, con el objeto de garantizar la libertad y vida de los trabajadores en el Alto Paraná” (Congreso Nacional, 1914: 730). Tras la presentación del ministro, el diputado socialista Juan B. Justo, en apariencia para realizar una consulta al ministro, dio un extenso monólogo. En su discurso, Justo mencionó que La Vanguardia ya había expuesto estos problemas hace tiempo y resaltó el papel de Bouvier. “En mayo de 1908, el ciudadano Julián S., Bouvier, de nacionalidad francesa… publicó en LA VANGUARDIA documentos que bastarían [para] formar un libro admirable, escrito con una pasión y un conocimiento de detalles que no dejaban duda respecto de su fundamento y su veracidad” (Congreso Nacional, 1914: 739). La mayor parte del resto de su largo monólogo (un total de 14 páginas) consistió en comparar el informe de Niklison con la información presentada en los artículos de Bouvier, junto con algunas referencias a otros autores. En su argumentación, Justo incluyó extensas citas de Bouvier.

En la siguiente sesión de la Cámara de Diputados, Justo y otros legisladores socialistas presentaron un proyecto de ley para prohibir el sistema de conchabo y otra resolución para crear una comisión internacional que investigara la situación de los trabajadores en el Alto Paraná (Congreso Nacional, 1914, Proyecto de ley y Proyecto de resolución). Ambas propuestas fueron enviadas a comisión para su estudio. Cinco años después, en 1919, el presidente Hipólito Yrigoyen propuso una nueva legislación sobre el trabajo en los yerbales (Congreso Nacional, 1919). Estos esfuerzos parlamentarios no tuvieron resultados. En 1920, La Vanguardia resumió: “Después de las tremendas revelaciones del ingeniero Bouvier, publicadas en estas columnas, que dieron motivo a una investigación gubernativa con la consiguiente comprobación de las atrocidades denunciadas, se había hecho un relativo silencio alrededor de la terrible odisea de los peones del norte, roto solo de tarde en tarde de las noticias de crueldades y abusos aislados” (La esclavitud de hecho, 1920).

En 1922, después de visitar el Alto Paraná, Juan B. Justo describió con mayor serenidad las condiciones laborales en los yerbales en una entrevista con La Vanguardia. El sector yerbatero estaba experimentando un cambio significativo, pasando de yerbales silvestres a yerbales cultivados (Conversando con el Doctor Justo, 1922), a pesar de estos cambios, las condiciones de trabajo en este rubro seguían siendo un tema importante para los socialistas.

En los años 30, otro diputado socialista, Juan A. Solari, llevó el tema de las malas condiciones laborales en los yerbales al debate en la Cámara de Diputados en varias ocasiones. Solari vinculaba esta cuestión a un esfuerzo más amplio por mejorar la situación de los obreros rurales en el norte de Argentina en general. Posteriormente, compiló en un volumen los debates e iniciativas desde 1932 hasta 1937; la obra se tituló Trabajadores del norte, agotándose la primera edición y siendo republicada. El volumen comenzaba con el apasionado discurso de Solari ante a la Cámara de Diputados en 1932, donde enfatizaba: “los sufridos y laboriosos ‘mensús’ han sido tema, en este mismo recinto, de exposiciones nutridas de información de diputados socialistas que nos han precedido en la tierra”. También hizo referencia a Bouvier, aunque sin mencionar su nombre: “Nuestra organización política, desde antes que la voz generosa y valiente de Rafael Barrett [sic] se alzara para denunciar lo que ocurría en los yerbales, se ocupaba en ‘La Vanguardia’ de estudiar las condiciones de vida y de trabajo de esos hombres” (Solari, 1937: 9).

Entre 1932 y 1937, Solari propuso varios proyectos de ley para mejorar las condiciones en los yerbales, pero también dedicó atención para explicar que los trabajadores en todo el norte del país padecían las mismas condiciones y merecían las mismas protecciones.

Por un lado, la falta de legislación laboral específica para el trabajo en los yerbales se derivaba de la incapacidad del Gobierno para reformar el régimen laboral, especialmente en lo que respecta a los trabajadores rurales. Pero también los grandes cambios en la producción de yerba mate redujeron el impulso para insistir en reformas. Cuando Bouvier escribía, la mayoría de la yerba mate se cosechaba de yerbales silvestres en montes distantes y aislados. Como Niklison señaló en 1913, esta particularidad dificultaba la inspección y aplicación de las leyes. Sin embargo, la emergencia de cultivos en plantaciones estaba cambiando la situación. Hacia fines del siglo XIX, la yerba mate se extraía de los montes nativos, pero para 1920 Misiones ya tenía más de 3,3 millones de árboles cultivados, y la cantidad de yerba argentina cosechada bajo este sistema superaba la extracción de árboles silvestres (Sarreal, 2023: 97 y 153). Con este nuevo sistema, el trabajo ya no ocurría en montes aislados y las plantaciones eran permanentes. En consecuencia, la atención se desplazó de los trabajadores a los pequeños productores. Un ejemplo de esto ocurrió en 1935, cuando el Gobierno argentino aprobó legislación para crear la Comisión Reguladora de la Yerba Mate para asistir a los productores argentinos, no a los trabajadores.12

Símbolo de la explotación

Aunque los socialistas no tuvieron éxito con legislación para reformar el régimen de trabajo en los yerbales, la atención que Bouvier atrajo al asunto logró convertir al trabajador de yerbatero en el símbolo de la extrema explotación de los trabajadores rurales. Muchos autores escribieron sobre el tema, llegando a una audiencia más amplia. Uno de los más famosos, Horacio Quiroga, pasó largos periodos en Misiones entre 1903 y 1936 y, en sus cuentos, retrató la violencia del hombre y la naturaleza en el entorno verde de Misiones (French, 2002; Stephanis, 2009: 66-107). Aunque no hay ninguna indicación de que Quiroga y Bouvier se conocieron, es muy probable que Quiroga estuviera al tanto de las publicaciones de Bouvier. Alrededor del tiempo en que se publicaron los cuentos de Quiroga, y algunos años después de la publicación del informe de Niklison, otros dos autores escribieron libros informativos sobre el trabajo en los yerbales, y ambos mencionaron a Bouvier (Naboulet, 1917; Cavazzutti, 1923).

Con el paso de los años, surgieron más crónicas periodísticas similares a las de Bouvier y Barrett. En 1941, Alfredo Varela, un periodista y comunista, publicó nueve artículos en la serie “También en la Argentina Hay Esclavos Blancos” en Ahora, una revista popular de entretenimiento, y casi otros veinte artículos en la serie “Notas Misioneras” en el periódico del Partido Comunista. La influencia de Bouvier es clara no solo en el nombre de su primera serie, sino también en la inclusión de detalles y el uso de retórica escandalosa. En 1966, el periodista argentino Rodolfo Walsh volvió a poner a los trabajadores de yerba en la escena nacional con “La Argentina ya no toma mate” publicado en la revista Panorama. En la portada, había una foto de tres trabajadores cargando sobre sus cabezas una bolsa grande y pesada de yerba recién cortada (Walsh, 1966).

Para entretener y educar a los lectores, varios de libros de ficción sobre los yerbales fueron publicados en las décadas de 1940 y 1950. En 1943, salió El río oscuro. La aventura de los yerbales vírgenes, escrito por Varela, el periodista y comunista que ya había publicado varias crónicas sobre el trabajo en los yerbales. En su novela, Varela explícitamente citó a Bouvier (Varela, 2008: 53). Al mismo año, Germán de Laferrére publicó, otra novela sobre Misiones, Las aguas turbias. Fueron seguidas por otras tres novelas más: La Caá Yarí. Novela de los yerbales misioneros de Alejandro Magrassi en 1945; Mensú. Vida y costumbres en el legendario Alto Paraná de Miguel Alterach Peralta en 1948; y El mensú que triunfó en la selva de Valentín Barrios en 1951. Poco después, en 1953, el escritor paraguayo, Augusto Roa Bastos, quien ganó el Premio Cervantes en 1989 por literatura en lengua española, publicó una colección de cuentos sobre la explotación de los trabajadores en los yerbales (El trueno entre las hojas).

La influencia de Bouvier y el tema de la explotación de los trabajadores en los yerbales llegaron a la cultura de masas en la forma de películas y canciones. En 1939, se estrenó Prisioneros de la tierra, dirigida por Mario Soffici. La película, que fue considerada varias veces como la mejor película en la historia del cine argentino, se basó en los cuentos de Quiroga y muestra que no hay esperanza de que la vida de los trabajadores en los yerbales mejore. Más de una década después, se estrenó Las aguas bajan turbias, dirigida por el peronista Hugo del Carril quien consideraba que la figura del trabajador en los yerbales silvestres representara al trabajador explotado (Korn y Trímboli, 2015). La película, también considerada una de las mejores películas en la historia del cine argentina, se basó en la novela de Varela y, a diferencia de Prisioneros de la tierra, tuvo un final más optimista. Implícitamente implicaba que, con el justicialismo y los sindicatos, los problemas anteriores habían sido resueltos. En 1958, se estrenó El trueno entre las hojas, dirigida por Armando Bó. El guion escrito por Roa Bastos se basó en sus cuentos. Aunque no ganó premios, atrajo mucha controversia debido a una escena de la actriz Isabel Sarli desnuda.

El tema del trabajo en los yerbales también fue reflejado en canciones. En 1955, Ramón Ayala escribió la canción “El Mensú”, que describe la opresión que enfrentan los trabajadores de la yerba y su deseo de justicia. La canción tomó en una parte importante de la Nueva Canción, un movimiento musical y poético de protesta política. Ayala la interpretó en Cuba en la década de 1960, donde Che Guevara le dijo al músico que los revolucionarios cubanos cantaban la canción cuando estaban en las montañas tratando de derrocar a Fulgencio Batista. Así, las dificultades que enfrentaban los trabajadores en los yerbales se difundieron ampliamente más allá de Argentina, no solo por periodistas, políticos y literarios, sino también por músicos.

Conclusión

Hemos intentado mostrar cómo Bouvier –un autor casi completamente desconocido en la actualidad– empleaba retórica escandalosa y utilizaba los temas de esclavitud, raza, género y trabajo infantil para llamar atención sobre las malas condiciones de trabajo en los yerbales. Sus numerosos artículos en La Vanguardia, junto con otros publicados en periódicos brasileños y paraguayos, alcanzaron a una amplia audiencia. Habría sido difícil que los 23 artículos publicados en el transcurso de dos meses pasaran desapercibidos para los lectores del periódico oficial del Partido Socialista.

El uso que hizo Bouvier de la visión socialista condujo a una descripción simplificada y rígida que estaba falto de objetividad sobre lo que estaba sucediendo en los yerbales y, también, resultó en una versión aplanada tanto de los trabajadores en los yerbales como de los capitalistas que los empleaban. Carecía de matices. Tanto los trabajadores como las mujeres de Misiones fueron presentados como ignorantes e incapaces. Eran infantiles: engañados y forzados a trabajar. No podían pensar por sí mismos, tener agenda propia, tomar sus propias decisiones, ni defenderse. Más bien, necesitaban salvación. Los socialistas tenían que ayudarlos. Del mismo modo, los capitalistas fueron descritos únicamente como explotadores y abusivos. Esta visión de lo que pasaba en los yerbales mostró todo en blanco y negro. No hubo grises, ni excepciones. Encajaba con, y promovía, la visión socialista de la explotación capitalista, pero al hacerlo, omitió todas las complejidades y sutilezas que también ocurrían.

Lo que ocurrió después de la publicación de los artículos de Bouvier demostró que estos circulaban más allá de las esferas socialistas y provocaban respuestas. Los capitalistas que se beneficiaban de los yerbales respondieron a sus acusaciones; la prensa burguesa de gran circulación publicó artículos para informar y expresar opiniones sobre el tema; el Gobierno ordenó investigaciones; los socialistas presionaron por mejoras en las condiciones en los yerbales; y hombres de letras y músicos abordaban los yerbales en sus libros, películas y canciones. En resumen, tanto los reformadores como los literarios seguían haciendo referencia a los escritos de Bouvier en las décadas posteriores. Con base en esto, nos preguntamos por qué nunca se publicaron sus ensayos en forma de libro mientras que los seis artículos de Barrett fueron recopilados y publicados en un libro.

Es importante destacar que había planes para compilar y publicar los artículos de Bouvier. En dos de sus artículos, Bouvier insinuó que sus ideas circularían en forma de libro por todo el mundo. En uno de ellos, resaltó: “Por medio del libro iremos hasta la vieja Europa a golpear a la puerta de todos los corazones humanitarios para hacer cesar la odiosa trata de blancos que convierte a Posadas, ciudad argentina, en un mercado de esclavos” (Bouvier, 22 y 23 de junio de 1908).13 En el último de la serie titulado, “Los misterios del Alto Paraná” de 1908, anunció: “Las disposiciones del VIII Congreso Socialista ordenando la publicación de un folleto que contenga todas mis correspondencias referentes al Alto Paraná” (Bouvier, 3 de julio de 1908). Sin embargo, dicho libro nunca llegó a concretarse. Bouvier no era tan famoso ni estaba tan bien conectado como Barrett, y por ello, es probable que no hubiera conseguido los recursos necesarios para la publicación.

Después de publicar los artículos en La Vanguardia, Bouvier siguió viviendo en la zona de Encarnación, en el sur del Paraguay, y trabajó como docente y periodista hasta su fallecimiento en 1916. Por otro lado, Barrett residía en Asunción, la capital paraguaya, y mantenía relaciones con la gente intelectual y política del país. En 1908, se produjo un golpe de Estado y Barrett tuvo que abandonar el país. Se trasladó a vivir a Montevideo, donde se integró en la comunidad intelectual durante poco más de un año. Fue allí, después de su fallecimiento, que su obra Lo que son los yerbales (sin el “de Paraguay” que figuraba en el original) fue publicada por Orsini M. Bertani, quien además de ser un editor importante, tenía una librería donde Barrett y otros intelectuales solían reunirse. Por su parte, Bouvier, aislado en el sur de Paraguay, carecía de contactos que pudiera promover la publicación de sus artículos en forma de libro. Aún Bouvier reconoció y celebró la noticia de que Barrett iba a escribir sobre las condiciones en los yerbales debido a su fama, y estaba seguro que su escritura tendría un impacto fuerte.

El escritor Rafael Barret, paraguayo, ha prometido su valioso concurso. Cuando sus palabras atronadoras, desplegándose en alas de la fama, vayan, por conductos que nunca faltan, a herir los aletargados oídos del esclavo que ni siquiera se da cuenta de la triste inferioridad de su condición social, entonces las humanas aves de rapiña, con todos sus millones, temblarán ante los clamores de las sociedades horrorizadas, y todo su mezquino edificio se derrumbará a un solo golpe (Bouvier, 29 de mayo de 1908).

Bouvier tenía razón en que los escritos de Barrett iban a circular y que mucha gente se sentiría horrorizada. Sin embargo, la explotación de los trabajadores en los yerbales continuaría, y hasta el día de hoy, siguen apareciendo artículos en la prensa sobre las malas condiciones de trabajo y la explotación de los trabajadores.

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»Bouvier, J. (19 de marzo de 1909). Los misterios del Alto Paraná. La Vanguardia.

»Bouvier, J. (20 de marzo de 1909). El trabajo en el Alto Paraná. La Vanguardia.

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»Congreso diputados. La sesión de ayer. (13 de junio de 1914). La Vanguardia.

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»Díaz, L. (23 de abril de 1914). La esclavitud en el Alto Paraná. La Vanguardia.

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»Walsh, R. (diciembre de 1966). La Argentina ya no toma mate. Panorama.


1 Agradezco los comentarios y sugerencias de Thomas Field, Nicolas Sillitti, Alejandro Cattaruzza, Yael Lichtmann, Rebecca Stephanis, Kevin Chambers, Juan Luis Martirén y los revisores anónimos. María Salinas compartió generosamente el archivo de su padre sobre Bouvier. New College of Interdisciplinary Arts & Sciences y Institute for Humanities Research, Arizona State University ayudaron a financiar la investigación.

2 Bouvier publicó alrededor de 17 artículos en A Noticia de Curitiba entre enero y marzo de 1908 (es decir, casi tres semanas seguidas de artículos) sobre este tema, y una cantidad desconocida en Rojo y Azul de Asunción.

3 La ley ordenó que los hombres sin renta y sin propiedad tuvieran que llevar consigo un papel oficial de empleo, de lo contrario serían enviados a prisión.

4 También mencionó a Silock en Bouvier (30 de mayo de 1908).

5 Bouvier usó palabras y/o frases en francés sin traducción en sus artículos del 29 de mayo, 30 de mayo, 10 de junio, 12 de junio, 13 de junio, 26 de junio y 28 de junio. Hizo lo mismo con latín en sus artículos del 30 de mayo, 8 y 9 de junio y 28 de junio de 1908.

6 Es notable que Barrett, en sus artículos sobre los yerbales, usara la palabra “esclavos”, pero nunca describía a los trabajadores como blancos. En Paraguay, desde los fines del siglo XVIII muchos paraguayos se identificaban como españoles en vez de indígenas o pardos (no usaban el término mestizo) cualesquiera fuera su ascendencia (Telesca, 2009: 197-206). Más de cien años después, cuando Barrett escribía, seguía existiendo en Paraguay una fuerte jerarquía racial y afirmaciones de blancura que eran declaraciones de superioridad sobre gente percibida como indios y/o negros (Huner, 2020: 243-244). Entonces, para los lectores en Asunción la idea de que los trabajadores en los yerbales eran blancos no les resonaba.

7 Germán Avé Lallemant, (1895-1896), Die Neu Zeit, citado en Lucía (1997: 21).

8 Barrett (1988); Morán (2007); y Muñoz (1994).

9 Para Francisco Corral, hay dos motivos principales de interés en las obras de Barrett: primero, la calidad intrínseca de sus escritos, y segundo, la circunstancia en la que se los producía (Corral, 1994: prefacio). Ana María Vara sostiene que Barrett dejó “una marca distinguible en la forma de pensar la problemática del neocolonialismo en la región y su relación con el espacio y los recursos naturales” (Vara, 2013: 49). Además, Barrett era una figura importante dentro de la historia de la izquierda por ser un escritor anarquista que denunciaba la situación social, política y económica (Corral, 1994: 118-125; 251-314; Albornoz, 2007; Etcheverri, 2007). Otra rama de las investigaciones sobre Barrett ha buscado mostrar su influencia sobre escritores posteriores. Entre otros, Roa Bastos admite la influencia de Barrett en su propio trabajo (Roa Bastos, 1978: XXX); Vara analiza un probable diálogo entre Barrett y Horacio Quiroga (Vara, 2013: 103-160); y Guillermo Korn y Javier Trímboli rastrean la conexión entre la película Las aguas bajan turbias (una de las mejores obras del cine argentino) y la obra de Barrett (Korn y Trímboli, 2015: 69).

10 El último artículo de Bouvier que he encontrado en La Vanguardia apareció el 9 de septiembre de 1909 (Bouvier, 9 de septiembre de 1909).

11 La esclavitud, 1912; La esclavitud, 1913; Redacción, 1913; Díaz, 1914; Congreso diputados, 1914; Por los esclavos, 1914; La esclavitud, 1920; El infierno, 1921.

12 En los debates parlamentarios, los socialistas criticaban con vehemencia al plan de ayudar a los plantadores porque tenían miedo de que aumentara el precio de la yerba mate para los trabajadores urbanos. Sarreal (2023: 160-188).

13 Escribió algo parecido en Bouvier (25 de junio de 1908).