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Votos sin luchas. Las elecciones en los centros de estudiantes de las universidades nacionales (1973-1975)

Juan Sebastián Califa

Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires-CONICET.
Correo electrónico: jscalifa@hotmail.com.

Fecha de recepción: 12 de abril de 2023
Fecha de aceptación parcial: 6 de septiembre de 2023
Fecha de aceptación definitiva: 6 de noviembre de 2023

Resumen

En este artículo se analizan las elecciones de los centros de estudiantes de las universidades nacionales argentinas desde el retorno constitucional de 1973 hasta su clausura con la dictadura perpetrada en 1976. Basada en una información comicial pormenorizada, la investigación se propone identificar durante un trienio participantes, ganadores y perdedores, dar cuenta de los contextos electorales y así descubrir tendencias generales. El análisis polemiza con quienes han publicitado una peronización como característica predominante del período.

Palabras clave: Argentina, Centros de Estudiantes, Elecciones, Universidades.

Votes without fights. The elections in the student centers of the national universities (1973-1975) 

Abstract

This article analyzes the elections of the student centers of the Argentine national universities after the constitutional return of 1973 until its closure with the dictatorship perpetrated in 1976. Based on detailed election information, the research aims to identify for a triennium participants, winners and losers, account for electoral contexts and so discover general trends. The text argues with those who have publicized a peronization as the predominant characteristic of the period.

Keywords: Argentina, student centers, elections, universities.

Introducción

Los trabajos sobre universidad y estudiantes han avanzado notablemente en la Argentina. El período más discutido sigue siendo la conflictiva década de 1970. Una primera literatura sostenía que la peronización, leída como un síntoma de la radicalización juvenil, era su rasgo acuciante. Esta afirmación se encuentra como comentario contextual en pasajes de textos ya clásicos que abordaron las organizaciones armadas (Gillespie, 1987: 96), los intelectuales (Altamirano, 2007: 123; Sigal, 1991: 71), la clase trabajadora (James, 1999: 314), o, más en general, se explayaron sobre el sistema político y la sociedad (De Riz, 2000: 95; Svampa 2002: 397; Romero, 1994: 247). Esta imagen convencional fue avalada por la literatura abocada a las universidades, aunque el tema no resultó abordado centralmente (Portantiero, 1978; Sarlo, 2001; Suasnábar, 2004; Buchbinder, 2005) o cuando sí lo fue se trató de aportes preliminares acotados a experiencias puntuales (Tortti, 2000; Barletta, 2001; Barletta y Tortti, 2002). Según esta mirada, los estudiantes, tras el golpe de Estado de 1966 y la subsecuente intervención universitaria, al encontrar vedados sus canales usuales de expresión precipitaron un giro a la izquierda peronista, convergente con la clase obrera, consolidado en 1973 cuando Juan Domingo Perón retornó al Poder Ejecutivo. En ese ínterin sus fuerzas estudiantiles habrían desplazado a las identificadas con la Reforma Universitaria de 1918, parte del “trasvasamiento generacional” pregonado por el líder.

En investigaciones recientes dedicadas a instituciones que abarcaban dos tercios de la matrícula universitaria argentina (para Buenos Aires, Bonavena, Califa y Millán, 2018; para Córdoba, Califa y Millán, 2020; para La Plata, Nava, 2018 y Califa y Millán, 2021; para Rosario, Califa, 2020; y para Tucumán, Califa y Millán, 2021), surgió otro diagnóstico. Se detectó que a lo largo de la década no existió tal peronización incesante. Se trató, más bien, de un proceso lento y con altibajos. Si bien el pico se produjo en 1973 cuando el peronismo asumió su tercer mandato, no resultó un proceso parejo en todas las universidades públicas. En verdad, su cadencia en la UBA, que corrientemente se tomó para ilustrar lo transcurrido en todo el país, fue bien distinta a la de otras universidades nacionales, ya que en estas últimas el peronismo juvenil no proyectó el ascenso que exhibió en la Capital Federal. Se repuso así la centralidad de las fuerzas reformistas y de izquierda.

Tal narrativa se ha concentrado en los enfrentamientos que los estudiantes protagonizaron, con un abigarrado uso de fuentes. La producción pretérita ya mencionada exhibía precisamente un déficit documental, trazando a menudo hipótesis generales con contadas pruebas. En los textos más generales sobre el período esto se justificaba en el hecho de que, se insiste, no se abocaban fundamentalmente a esta cuestión, sino que la comentaban de soslayo. Pero incluso en los estudios más focalizados se trascribían testimonios sin aplicar ningún criterio representativo de las principales fuerzas en pugna, lo cual implica un sesgo y mantiene en penumbras al mismo tiempo la gravitación efectiva de cada fuerza (véase, por ejemplo, Recalde y Recalde, 2007). No obstante, todavía perdura una corriente académica que recupera esta postura, en sus versiones más cuidadas con numerosos matices (Rodríguez, 2016; Manzano, 2017; Dip, 2017; Friedemann, 2021). En sus fundamentos se arguye que la masa estudiantil venía escuchando al peronismo, y acercando posiciones desde antes.

La lectura más específica de cara al interés de este artículo la ofrece Nicolás Dip, quien afirma: “Si entendemos a la peronización como la capacidad de lograr una adhesión masiva de la comunidad académica, este proceso adquiere realidad y un auge sin precedentes en la UBA recién en 1973” (2017: 178). Luego advierte: “No obstante, el auge de la peronización de izquierda parece haber sido una excepcionalidad de la UBA y no una regla para el conjunto de las universidades” (Dip, 2017: 179). Por ello, se impone explorar lo sucedido en toda la Argentina. Incluso abordar el caso porteño desde una perspectiva federal interactiva permite echar nueva luz sobre el asunto.

La bibliografía que plantea la peronización del alumnado, más pretérita o más reciente, se apoya en buena medida en los resultados electorales porteños de centros de estudiantes durante 1973. Con la Reforma Universitaria estas entidades se consolidaron como formas orgánicas del movimiento estudiantil argentino, haciendo las veces de instrumento de organización y de negociación corporativa.1 La autoproclamada “Revolución Argentina”, repitiendo lo sucedido bajo el primer peronismo, ilegalizó en 1966 los centros y clausuró sus locales en las facultades. No obstante, al calor del retroceso dictatorial, y también frente a los grupos de izquierda que los habían calificado de entidades vetustas que urgía reemplazar por cuerpos de delegados electos en cada curso (Bonavena, 2012; Califa, 2018), los centros resurgieron. La Federación Universitaria Argentina (FUA) que coaligaba estas entidades se dividió: por un lado, la FUA “La Plata”, capitaneada por los comunistas del Movimiento de Orientación Reformista (MOR), con gran arraigo en la UBA, y, por otro, la FUA “Córdoba”, con liderazgo a principios de los años setenta del Movimiento Nacional Reformista (MNR, brazo del Partido Socialista Popular) y de la Franja Morada (FM), ya ganada por la Unión Cívica Radical (Califa, 2017). El peronismo, expresado en numerosas agrupaciones de escasa gravitación la mayoría, no competía por los centros, rechazados por su origen reformista.2

La Juventud Universitaria Peronista (JUP), quien rápidamente emborronó su aversión a los centros “reformistas”, recién se constituiría a comienzos de 1973 como parte de la Tendencia Revolucionaria del Peronismo alineada con la organización político-militar Montoneros. Según Elvio Vitali, en una reunión de cuarenta militantes en la Facultad de Derecho de la UBA Juan Pablo “El Tala” Ventura, líder de la organización, había explicado: “‘La idea es poner en marcha lo antes posible una agrupación que reúna a todos los compañeros peronistas alrededor de acuerdos mínimos, amplios…’.” (Anguita y Caparrós, 2011: 754-755). La JUP terminó de moldearse el 7 de septiembre cuando realizó en dicha facultad su primer congreso y erigió una mesa de conducción integrada por siete regionales, esquema calcado de otras organizaciones de superficie nucleadas en Montoneros (Perdía, 2013: 183). Esta organización aglutinó un arco variopinto: grupos peronistas marginales, católicos posconciliares reconciliados con el movimiento, militantes de izquierda que intuyeron en la JUP un canal revolucionario de navegación veloz y muchos recién llegados. La infinidad de génesis, incluso en cada facultad, podía dotar de un matiz cada unión que, en todos los casos, rebosaba de confianza.

La literatura contemporánea no ha indagado más allá de los comicios porteños de 1973 que posibilitaron al peronismo presidir la rebautizada Federación Universitaria para la Liberación Nacional de Buenos Aires (FULNBA). Más aún, en ocasiones se ha reiterado en un “porteñocentrismo” como sostiene Germán Soprano (2006), a partir de inferir de esta experiencia, aún poco conocida, las huellas de un suceso nacional. En ese sentido, este trabajo examina lo ocurrido en los centros de las universidades públicas de toda la Argentina desde 1973 hasta 1975 a la luz de las efectivas elecciones. De esta manera, al ceñirse a los hechos, se puede recrear una imagen realista de los sucesos provinciales y dar cuenta de un modo fidedigno de las tendencias nacionales que el proceso manifestó.

Para ello se utiliza como fuente principal la base de datos elaborada por Pablo Bonavena (1991) (de aquí en más BDB) que incorporó más de veinte diarios entre junio de 1966 y marzo de 1976.3 Un documento posterior (Califa y Millán, 2023) sistematizó esta copiosa información en 282 cuadros estadísticos, indicando qué agrupaciones participaron de cada elección, cuántos votos obtuvieron y qué porcentaje alcanzaron, correspondiendo el grueso de la información al último trienio de la serie. Minoritariamente, pueden haberse omitido algunas elecciones. Sin embargo, los comicios en las facultades más grandes que explican la mayoría del voto universitario nacional se encuentran correctamente documentados, es decir, los datos aportados por la BDB y el documento posterior del que se echó mano expresan la realidad de modo razonable. Por último, los temas de campaña y las circunstancias en que se desenvolvió cada elección no son información que se ofrezca. Empero, los contextos locales pueden recrearse someramente con la literatura especializada regional. Asimismo, la consulta del matutino La Opinión, que se hizo amplio eco de las luchas estudiantiles en esos años, permite profundizar además sucesos clave como la trayectoria de federaciones nacionales y la opinión de los referentes de las principales tendencias en pugna sobre la marcha de este proceso.

Algarabía: las elecciones de centros de 1973

El año 1973 arrancó con la elección del ignoto Héctor Cámpora a la presidencia, ungido candidato por Perón todavía exiliado en la España de Franco, y su asunción el 25 de mayo. En el Frente Justicialista de Liberación (FREJULI), recalaban el grueso del sindicalismo, grandes y medianos empresarios, una plétora de pequeños grupos políticos, el Partido Justicialista, los Montoneros, las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y corrientes de extrema derecha, como la Concentración Nacional Universitaria (CNU), de importantes vínculos con las fuerzas represivas del Estado. Se trataba de una coalición contradictoria integrada por quienes veían al peronismo como el camino para la revolución y quienes lo entendían como el medio para evitarla.

“El tío”, como afectuosamente apodaron al mandatario desde la izquierda peronista, designó a Rodolfo Puiggrós en el rectorado de la UBA y a otros afines a la Tendencia como Rodolfo Agoglia en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Roberto Ceretto en la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y Ángel Brovelli en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Puiggrós resistió en su cargo tras la dimisión de Cámpora el 13 de julio, muy golpeado desde la “Masacre de Ezeiza” del 20 de junio cuando la ortodoxia sindical arremetió contra los jóvenes de la Tendencia que marcharon a encontrarse con Perón.4 Pero transcurrido el nuevo furor electoral que catapultó con mayor diferencia al líder a su tercera presidencia, el rector porteño también fue obligado a renunciar.5 No por azar esto aconteció el 2 de octubre, fecha en que se conoció el “Documento Reservado del Consejo Superior del Justicialismo”, avalado por Perón, quien asumió la presidencia diez días más tarde. En el texto se caracterizó la situación como de guerra contra la “subversión” y se denunció la “Infiltración de estos grupos marxistas en los cuadros del Movimiento”. El documento decretó la “movilización permanente para esta guerra”, destacándose la creación de un organismo de inteligencia y la asunción de los métodos: “…que se consideren eficientes, en cada lugar y oportunidad”.6 Esto habilitaba la violencia sobre los “infiltrados marxistas”, entre otros la JUP. Como subrayó Marina Franco (2012), se estaba plasmando un enemigo interno. La movilización izquierdista impidió la designación al rectorado del decano de Odontología, Alberto Banfi (Bonavena, 2007). Su lugar lo ocupó el joven secretario de la institución, el sociólogo Ernesto Villanueva, a quien la JUP respaldó. Comenzaba así una nueva etapa en la UBA, distinguida por la posición defensiva a la que se debió volcar la izquierda peronista.

Tras años de proscripciones, los comicios de centros de estudiantes se desarrollaron en paz y masivamente. Según Laura Rodríguez, siguiendo al diario Clarín, la JUP obtuvo en 1973 24.000 votos, la FM 23.000, el MOR 22.000, el FAUDI-TUPAC 16.500 y el MNR 13.000 (2016: 13). De acuerdo a la base consultada, hubo al menos 92 elecciones de centros universitarios donde sufragaron 115.449 alumnos, más de un tercio de la matrícula nacional.7

En una atmósfera que mezclaba entusiasmo con preocupación, se eligió conducción en los centros de la UBA (Millán, 2018a). El peronismo creyó estar frente a una gran oportunidad para fortalecer a Villanueva y la línea de continuidad con el renunciado Puiggrós.8 Según la BDB, la JUP conquistó el grueso de sus respaldos, 20.998 sufragios de un total de 51.213 votantes, la mitad de la matrícula de esta universidad.9 Esta organización se alzó con la presidencia en ocho de las once entidades en pugna. En tres centros (Agronomía, Veterinaria y Odontología) lo hizo con frentes, mientras que en los cinco restantes, los más grandes, la victoria se alcanzó en soledad (Derecho, Medicina, Ciencias Económicas, Arquitectura y Filosofía y Letras). En dos facultades la JUP se ubicó en segundo lugar tras el MOR (Ciencias Exactas y Naturales y Farmacia y Bioquímica). En Ingeniería, donde ganó la FM, la JUP no se presentó, ya que la elección se había efectuado en julio, varios meses antes de resolver participar en las elecciones de centros estudiantiles.

Este último dato exhibe el peso de la coyuntura de fines de 1973, con Perón gobernando y las movilizaciones universitarias refrenadas, para dar cuenta de la organización alineada con la Tendencia en la UBA. En la Facultad de Derecho “Mientras abrían los votos en esta elección los militantes de la JUP cantaban ‘Reforma agonizante, la JUP en el centro de estudiantes’, y los radicales les respondían: ‘Reforma triunfante, la JUP en el centro de estudiantes’…” (Beltrán, 2013: 124). Donde la aritmética permitía despojarse de aliados para coronarse se los evitó. Es decir, la JUP no ponderó la construcción de un bloque de izquierda –los comunistas eran particularmente propensos–, sino que privilegió su autoproclamación. Esto era corolario de la disputa intraperonista en que se enfrascó Montoneros (Gillespie, 1987: 198-203; Manzano, 2018: 280).

Dicha organización se presentó en estas elecciones como “el peronismo”, no como la “izquierda peronista”, denominación que se ha considerado adecuada para describir a los impulsores de las transformaciones en boga (Friedemann, 2021: 45). Sus votos sumaban el apoyo al movimiento en tanto fuerza gobernante, y también el respaldo a proyectos transformadores que recogían consignas contra la dictadura, como el ingreso irrestricto y la renovación pedagógica. En comparación con el período 1969-1971, donde el estudiantado había sido una fuerza sísmica en los “azos”, las movilizaciones de fines de 1973 eran escasas y estaban subordinadas a las disputas entre fracciones oficialistas. Por ello, las agrupaciones afines capitalizaron los anhelos de libertad y justicia de una base que no había protagonizado movilizaciones, donde el compromiso era testeado por la represión.

En breve se refundó la FULNBA. Miguel Talento, de la JUP, fue electo Presidente y Rafael Pascual, de la Juventud Radical Revolucionaria (JRR), una de las dos alas en que se escindió la FM (sector minoritario), fue designado Secretario General. Esta coalición replicaba la alianza que trazaron Perón y Ricardo Balbín, líder radical; y sobre todo exhibía que esta vez para los peronistas las “trenzas” eran imprescindibles. Los comunistas completaron la federación porteña.10

Sin embargo, el triunfo de la JUP no pudo nacionalizarse. En primer lugar, se analizará lo sucedido en las cuatro universidades más concurridas de la Argentina que se ubican por detrás de la casa de estudios porteña. En orden decreciente, las universidades nacionales de La Plata (UNLP), Córdoba (UNC), Rosario (UNR) y Tucumán (UNT). En segundo lugar, se observará lo ocurrido en instituciones de menor escala, pero más grandes que el resto y con tradición (fundadas antes de 1960), las universidades de Cuyo (UNCuyo), del Litoral (UNL), Tecnológica (UTN), Nordeste (UNNE) y del Sur (UNS). Finalmente, se dará cuenta de lo acaecido en las universidades más pequeñas de reciente creación.11

No obstante el lema de “provincias Montoneras” y los rectores aparentemente propios o afines que la JUP decía contar, como rasgo general de tales latitudes se advierte el raquitismo de esta organización. Pese a que la simbología y narrativa de Montoneros estaba anclada en sucesos que transcurrieron en lo que se denomina el interior del país, su éxito universitario durante 1973 se concentró en la ciudad puerto tan estigmatizada. Esta debilidad ya se había avizorado en las elecciones generales de marzo. Aunque en el FREJULI se había reglamentado que las ramas políticas, sindicales, femeninas y juveniles ocuparían el cuarto de los cargos en disputa, finalmente la JP se limitó al 18% (Svampa, 2002: 397). En rigor, la rama juvenil carecía de cuadros para cubrir las listas.

En La Plata los peronistas que constituyeron esta organización poco después de sus pares porteños no se presentaron a los comicios de centros;12 en Córdoba llegaron muy fragmentados y sus escores fueron marginales; en Rosario también se ausentaron; en Tucumán la participación de la JUP resultó deslucida. En la UNLP los comunistas del MOR y los radicales de la FM ocuparon los primeros puestos, mientras que los maoístas del Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda (FAUDI, orgánico al Partido Comunista Revolucionario) obtuvieron el tercer lugar. En la UNC esta última fuerza con los socialistas del MNR se alzaron con las victorias. En la UNR los éxitos fueron variopintos, con una incidencia de los grupos aludidos y una ventaja del MNR que triunfó en Medicina y Derecho, las facultades más grandes. Finalmente, en la UNT se advierte una paridad mayor, sumándose la organización universitaria del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT)-Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y el Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS), a las victorias electorales. En esa casa además el FEN (Frente de Estudiantes Nacionales, afiliado a Guardia de Hierro) y AUN (Agrupación Universitaria Nacional, brazo del Partido Socialista de la Izquierda Nacional), dos agrupaciones referenciadas en el peronismo pero ajenas a la Tendencia, dejaron su huella. Esta última se coaligó con un grupo castrista y la JUP para conquistar el Centro de Medicina, uno de los dos éxitos de fuerzas peronistas además de la victoria del FEN en Arquitectura.

Respecto al segundo lote de universidades consideradas, de menor matrícula, se observa también una participación deslucida de la JUP. En la “Mendoza Montonera” (De Marinis y Abalo, 2005) donde gobernaba Alberto Martínez Baca, el peronismo hizo una buena elección en la UNCuyo, pero no de la mano de la JUP sino de sus contrincantes acusados de “derecha”, el FEN. En la UTN, cuyas sedes tienen la peculiaridad de desperdigarse por el territorio nacional, en sintonía con lo sucedido en la UBA, la JUP triunfó en Buenos Aires. Asimismo, venció en Chaco y Corrientes en frente electoral con el socialismo y el radicalismo respectivamente. En Mendoza les correspondió el tercer lugar, mientras que en Santa Fe y Córdoba ganó AUN y en el resto de las regionales otros grupos de izquierda. En la UNL santafecina el escrutinio se aproximó al de la vecina Rosario. En Bahía Blanca la JUP triunfó en los centros de Ciencias Económicas y Geología, con alianzas, e Ingeniería Química, y salió segunda en Contabilidad, siendo en la UNS FM, MOR y AUN los otros actores de peso. Finalmente, en la UNNE la JUP integró frentes que ganaron las elecciones de Ingeniería y Agrimensura, mientras que los reformistas se alzaron con el grueso de las victorias.

Sobre la tercera cohorte de universidades la información es reducida. Dada su reciente fundación, los centros estudiantiles todavía se estaban creando; siendo posible también cierto subregistro en la BDB puesto que los diarios consultados podrían haber ignorado tales comicios. En la Facultad de Ciencias Económicas, ubicada en Concordia, de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), el centro lo ganó la FM. En la Universidad Nacional de Salta (UNSa), situada la mayoría de sus facultades en la provincia homónima también tildada de “Montonera”, por la afinidad de su gobernador Miguel Ragone con la Tendencia (Escotorin, 2007), la JUP sólo triunfó en el Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas. En Naturales venció la Tendencia Universidad Popular Antiimperialista Combatiente (TUPAC, brazo universitario del partido maoísta Vanguardia Comunista), en Humanidades la AUN y en Ingeniería (ubicada en Jujuy) el MNR. En el Centro de Ciencias Económicas de la Universidad de la Provincia de Buenos Aires con sede en Mar del Plata (UNPB) (nacionalizada a fines de 1975 como UNMdP) se consagró por amplia diferencia el Movimiento de Acción Reformista (MAR). En las sedes de San Juan de UNCuyo el MOR triunfó en Ingeniería, mientras que una agrupación independiente de izquierda lo hizo en el Profesorado. En la sede de Santiago del Estero de la UNC, la Facultad de Ingeniería Forestal, ganó la FM. Finalmente, en la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam) venció la JUP en el Centro de Humanas, en tanto la FM lo hizo en Ciencias Económicas, el centro más grande, y en Agronomía en tándem con el FAUDI. Sobre esta universidad, una pormenorizada pesquisa provincial concluye: “…las filas de la JUP fueron minoritarias en la masa estudiantil…” (Asquini, 2006: 191). Esta conclusión, se insiste, es extensible al resto de las universidades –con la excepción de la UBA–, donde el reformismo primó.

Con los comicios culminados, en diciembre se realizó el Congreso de la FUA “Córdoba”, donde fue ungido Presidente el estudiante platense de Derecho Federico Storani de la FM (sector mayoritario, adscripto al Movimiento de Renovación y Cambio cuyo máximo referente era Raúl Alfonsín). La federación reivindicó al gobierno popular, aunque cuestionó las leyes sobre asociaciones profesionales, de prescindencia en el Estado y de inversiones extranjeras.13 En el terreno universitario reclamó la revocación de la ley vigente, “…eliminación del continuismo, la derogación de […] exámenes de ingreso, […] que se combata la deserción. [...] autonomía y […] cogobierno, concursos docentes, libertad de cátedra, mayor presupuesto y cambios en los contenidos…”.14

Los programas de la FUA “Córdoba” y de la JUP tenían similitudes, pero los segundos rehusaron sumarse al congreso. Según Ventura: “...no están dadas las bases para que surja […] [del encuentro] un organismo representativo del estudiantado argentino…”, aludiendo a que su organización no había participado de las elecciones en las provincias. En rigor de verdad, se habían presentado en varios de esos plebiscitos y donde no lo hicieron fue por su carencia de solidez interna. No obstante, el presidente fuista saliente, el rosarino Miguel Godoy del MNR, planteó su disposición para “trabajar con la JUP”.15

En definitiva, a la luz de lo acaecido en todo el país, los resultados de la UBA a finales de 1973 resultaron insólitos. En los centros de estudiantes de la universidad porteña la JUP cosechó votaciones desusadamente altas. Por el contrario, a nivel nacional fueron fuerzas identificadas con la Reforma Universitaria quienes ostentaron las mejores performances. Se trataba –como es el caso de Córdoba, Rosario y Tucumán, pero también de Mendoza y Corrientes– de universidades emplazadas en ciudades que habían sido sacudidas por el proceso insurreccional contra la dictadura pasada, los llamados “azos”. Estos escores convergieron con el sesgo que dos expertos entrevieron en las elecciones generales de marzo y septiembre: los estudiantes universitarios no se inclinaron mayoritariamente por el peronismo (Cantón y Jorrat, 2001: 343). En lo que sigue se verá si esta pauta varió cuando la JUP pudo estructurarse mejor y presentarse masivamente, esta vez sí, a los comicios de centros en todo el país.

Desencanto: los comicios de 1974

El año 1974 estuvo marcado por el avance de la derecha peronista. La JUP sintió el cambio de situación tempranamente con la ruptura juvenil veraniega de la JP Lealtad y su correlato universitario la JUP Lealtad, una minoría devota de Perón con cierta gravitación en Buenos Aires y Rosario.16 En marzo, el congreso aprobó en un acuerdo entre las bancadas peronistas y radicales la Ley 20.654, que sepultó los anhelos de la JUP. La norma universitaria fijaba la subversión como causal de intervención en las universidades, además de sancionar la politización en sus aulas (Buchbinder, 2014). En el terreno nacional, el 24 de mayo la díscola rama juvenil del peronismo fue excluida formalmente del Consejo Superior Justicialista. Tras la muerte de Perón, el 1 de julio, y la asunción de su esposa y vicepresidenta Isabel Martínez, se intensificó el proceso represivo hacia la izquierda (Franco, 2012). Un mes después de fallecido el caudillo, se inició la “Misión Ivanissevich”, en alusión a su mentor, el ministro de Educación (funcionario con amplia trayectoria en el peronismo). Una contabilidad a partir del conjunto de la BDB arroja que desde agosto a diciembre hubo 859 detenciones de universitarios y 23 asesinatos para-policiales. En este marco, las elecciones en los centros de estudiantes declinaron un total de 54 comicios según la base consultada, que involucraron 54.955 sufragistas.

En la UBA, desde septiembre Alberto Ottalagano gobernó por cien días (Millán, 2018a y 2018b). Al asumir, sentenció: “…se es marxista o justicialista […] con Cristo o contra Cristo”.17 En este clima, que impidió las elecciones en los centros de estudiantes, la masa universitaria pasó del alborozo al desencanto. Para entonces, la JUP había quedado reducida al volcarse Montoneros a la clandestinidad.18 Las agrupaciones universitarias debieron recaer en los hombros de jóvenes poco experimentados. La narrativa de esta agrupación empezaba a generar cada vez menos adhesiones entre aliados y sobre todo en las bases.

Entre tanto, desde octubre se realizaron las elecciones universitarias en el resto de la Argentina.19 Tal fue el caso de la UNLP. La provincia de Buenos Aires tempranamente en enero de 1974 se había estremecido con la renuncia obligada de Oscar Bidegain, tras que Perón sospechara de una “tolerancia culposa” a la toma del Cuartel de Azul por el ERP. La alianza del gobernador con la Tendencia, en desmedro del Documento Reservado, resultó decisiva (Bustingorry, 2015: 118). El 8 de octubre de 1974 fueron asesinados por la CNU y la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) Rodolfo Achem y Carlos Miguel, funcionarios de la UNLP y reconocidos militantes de la Tendencia (Barletta, 2018: 15). No obstante la encerrona platense del peronismo de izquierda, que se completó con el posterior arribo de Pedro José Arrighi al rectorado apoyado por la derecha peronista (previo paso por la universidad marplatense), la primera participación electoral de la JUP en la UNLP resultó positiva. Sin embargo, sólo triunfó en tres centros: el de Humanidades y Ciencias de la Educación, de escala mediana, y los más pequeños de Odontología y de Ciencias Naturales y Museo (en esta facultad había funcionado un cuerpo de delegados poderoso que en asambleas resolvía los pasos que seguían sus alumnos). Con la primera minoría, los peronistas conquistaron la presidencia de la federación local en una alianza muy pareja con los comunistas y con el aporte de la lista independiente de Ingeniería.

En el resto de las universidades grandes estos guarismos no se replicaron. En Córdoba tras el golpe de Estado provincial llevado adelante por fuerzas policiales y sindicales en febrero de 1974, el “Navarrazo” que removió de sus cargos a las autoridades democráticamente electas con la anuencia de Perón, la JUP esta vez se presentó como tal, pero volvió a quedar relegada de las direcciones gremiales frente al reformismo y principalmente el MNR. De catorce elecciones en pugna, sólo triunfó en el diminuto Instituto de Matemática y Astrofísica.

En Tucumán se afianzaron el FAS del PRT, el MNR y el FAUDI. En esta provincia el peronismo había cosechado en 1973 el 51,3% de los votos y consagrado a Armando Juri, quien cerró filas con la ortodoxia (Pucci, 2007: 335). Empero, la JUP encontró un aliado en el rector interventor de la UNT, el bioquímico Amadeo Heredia, el cual no obstante en 1974 los desahució al virar hacia el verticalismo (Pucci, 2007: 337). Este respaldo precursor les había servido de poco, pero su ausencia ahora empeoró las cosas. Un segundo puesto en Medicina y un tercero en Derecho fueron los mejores resultados que obtuvieron.

Respecto del otro agregado de universidades consideradas, en Bahía Blanca la JUP logró dos triunfos en los centros de Ingeniería Química y Biológicas de la UNS, mientras que las restantes cinco entidades se las repartieron comunistas y radicales. En la UTN los datos que reúne la BDB son de la regional platense donde triunfó la agrupación peronista, en línea con lo ocurrido en la UNLP, y de la regional Paraná, donde junto a radicales y comunistas esta organización fue parte de la coalición vencedora. En la UNNE el único escrutinio registrado transcurrió en la Facultad de Veterinarias donde aventajó el FAUDI, quedando la JP Lealtad tercera. En diciembre, la agrupación maoísta se consagró en la presidencia de la novel Federación Universitaria del Nordeste.20

En la UNL, “Los sectores ortodoxos, representados en la universidad por la Asociación Gremial de Docentes Peronistas, estaban en franca ofensiva contra la tendencia revolucionaria, a esta altura desplazada de la conducción de la propia universidad” (Alonso, 2009: 169). Desafiando a las autoridades, al igual que sus pares platenses, la JUP santafecina triunfó en los centros estudiantiles de Ciencias de la Administración, del Instituto del Profesorado y de Hidrología, mientras que en Agronomía y Veterinaria y en Derecho ganó la FM. Los guarismos favorables a estos peronistas se reiteraron en los consejos asesores de tales facultades, una elección peculiar de esta casa.21

En las facultades más pequeñas también se advierte un avance de la JUP en los centros. En varias casas estas elecciones se realizaron desde mediados de 1974. En Entre Ríos durante junio se sufragaron los delegados para el Congreso Unificador del movimiento estudiantil a realizarse en noviembre en la Facultad de Ciencias Económicas de Concepción del Uruguay, superando la FM a la JUP. En la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) los peronistas integraron la Lista Independiente que junto a radicales y marxistas derrotó a otro grupo radical. Durante septiembre en la Facultad de Ciencias Económicas de Concepción del Uruguay la FM hizo lo propio con la JUP por escueto margen. Pero el grueso de los comicios trascurrieron a finales de año. En la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) la JUP fue hegemónica y sólo resignó los centros en Humanidades de Neuquén en manos de FM y Ciencias de la Educación de Cipolletti, lo que le permitió a fin de este año levantar y dirigir la federación local (Echenique, 2000: 15). Durante noviembre en la Universidad de Lomas de Zamora (UNLZ), ubicada en el conurbano bonaerense, en Ciencias Económicas y Ciencias Sociales triunfó la JUP, mientras que en el Centro de Agrarias el MOR en tándem con otros dos grupos frenó su avanzada. Esta casa había sido sacudida a principios de año por el asesinato del estudiante peronista Hugo Hansen, hecho atribuido a la Triple A, en medio de la toma del rectorado en repudio a las autoridades designadas (Rodríguez, 2016: 41 y ss.). En Mar del Plata el MNR arrasó en los centros de Ciencias Económicas e Ingeniería. En la UNLPam la FM volvió a triunfar en Ciencias Económicas y en Agronomía (junto al FAUDI), mientras que el MOR le birló la conducción del centro de Humanidades a la JUP. Estos resultados consagraron a los radicales en la federación pampeana (Asquini, 2006: 284).

Hacia mediados de noviembre de 1974 se discutía la realización de un Congreso Unificador del Movimiento Estudiantil, previsto desde marzo.22 El día 15 tuvo lugar otra huelga de la FUA y la FULNBA23 y la federación local convocó a elecciones, desafiando a las autoridades.24 Durante ese mes se decretó el estado de sitio nacional que obligó a decanos y rectores a informar acerca de las actividades estudiantiles a las autoridades policiales o de las Fuerzas Armadas (Rodríguez, 2016: 48).

En ese contexto, Ottalagano se jactó de que la UBA “ya está normalizada”, “los movimientos de resistencia […] no pueden llamarse tales…”.25 Estas expresiones, a la luz de las detenciones y sanciones en boga, eran falsas. En verdad, la oleada represiva en vez de menguar, se acentuaba. El 19 de noviembre se conoció que los dirigentes desaparecidos de la JUP días atrás, Talento y Ventura, se encontraban detenidos. Sus compañeros de la FULNBA, en busca de ayuda, explicaron el caso en el Comité Nacional radical.26

El ascenso represivo dificultaba los plebiscitos y el cónclave de unificación estudiantil. La JUP había publicado a comienzos de 1974 un cálculo donde lideraba con 254 delegados para la federación estudiantil nacional, seguidos de FM con 139, MOR con 125, MNR con 107 y FAUDI con 74.27 El optimismo de la izquierda peronista sobre su segura dirección a la postre se evidenció poco realista. “En algún lugar de Buenos Aires”, no revelado por cuestiones de seguridad, se reunió la “Comisión de los 15” que organizaría el congreso renovador.28 En estos encuentros de fin de año fue quedando claro que tal confluencia no se materializaría.29 Asimismo, la Juventud Radical alfonsinista se retiró de las Juventudes Políticas, una organización que había albergado las alas juveniles de los principales partidos. Según Marcelo Stubrin, mientras ellos consideraban plausible el diálogo con el oficialismo, la izquierda justicialista sostenía que había comenzado una etapa de golpismo y proimperialismo.30 Incluso la JRR comunicó: “La liberación sólo será alcanzada por el accionar del conjunto de las mayorías nacionales, y no por el de vanguardias armadas”.31

Para subsanar la ausencia de elecciones en los centros, la JUP desplegó en la UBA un referéndum sobre su conducción. La FUA, empero, objetó la inexistencia de condiciones para una votación libre.32 Entretanto, en la Casa Radical, sus dos principales dirigentes –Alfonsín y Balbín– volvieron a recibir a la federación porteña.33 Parecían renacer las esperanzas de unidad.34 Sin embargo, pronto se eclipsaron. El FAUDI sostendría que el bloque JUP-MOR “Montó una parodia […] y encima exigió que se respete la representación electoral de 1973, cuando todos sabemos que la correlación de fuerzas es muy diferente...”.35

Envalentonada, la JUP junto al MOR y la JRR lanzó el Consejo Nacional de Federaciones y Centros (CNFC), mientras la FM, el MNR y el FAUDI defendían la FUA. Ramón Puch, dirigente santafecino de la JUP al frente de la flamante Federación Universitaria para la Liberación Nacional del Litoral (FULNA), fue designado titular del nuevo cónclave. Al asumir, criticó a la FUA: “Votaron la Unión Democrática en el 45, fueron ‘comandos civiles’ en la Revolución Libertadora y la mayoría de sus fuerzas (MNR y FAUDI) votaron en blanco el 11 de marzo de 1973”. Storani de la FM le espetó que la FUA no había ungido delegados en 1974 con los votos de 1973.36

En suma, se advierte que en 1974 la JUP se presentó en la mayoría de los centros de estudiantes universitarios de la Argentina. En la UNLP y la UNL obtuvieron sus mejores performances, quedando rezagados en otras universidades, excepto en las pequeñas UNLZ y UNCo. En ningún caso se replicó la pasada performance de la UBA. El reformismo, por su parte, mantuvo su torrente electoral, con la FM radical, el MNR socialista y el MOR comunista, mientras que el FAUDI volvió a hacer punta en la izquierda distanciada del reformismo.

Este año estuvo atravesado por un incremento represivo. Gobiernos provinciales “montoneros” o “compañeros” de la Tendencia fueron eliminados con la anuencia de Perón y luego de su viuda.37 Quienes investigaron con detalle estos hechos (Bonavena, 2009; Servetto, 2010; Antúnez, 2015), remisos a tales etiquetas, no encontraron un papel destacado de las fuerzas peronistas con epicentro universitario en su defensa.38 En buena medida, eso se puede aducir a que, a contrapelo del retrato habitual, la JUP estuvo lejos de ser hegemónica en estas instituciones y más aún en el sistema universitario, o dominante cuanto menos de un modo homogéneo, y el reformismo de sucumbir. Más globalmente, contemplando el vasto arco de fuerzas involucradas, fue ostensible cómo la algarabía trocó en desencanto avanzado 1974. Desde entonces se fue imponiendo un escenario de agudización de las tensiones sociales, ensombrecido por el terror estatal y más aún paraestatal contra las organizaciones que defendían los centros.

Terror: las urnas durante 1975

El 6 de octubre de 1975 el Decreto 2.772 oficializó la política terrorista del gobierno de Martínez de Perón. La norma fijaba “...aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el territorio del país”. La asunción de Arrighi desde la UNLP a la cartera educativa en agosto había prolongado la política represiva. Los ataques de grupos de derecha a las facultades, las detenciones a militantes, las amenazas de muerte al activismo de izquierda y en no pocas ocasiones su concreción, se volvieron moneda corriente. Así, los comicios estudiantiles se desarrollaron entre resonancias fúnebres. Si bien los electores se mantuvieron prácticamente constantes en comparación a los del año anterior, 54.803 sufragistas en todo el país, los comicios en pugna, 42 centros de acuerdo a los datos reunidos, siguieron cayendo.

En la UBA a fin de año retornaron las urnas, aunque en la mitad de las facultades. Eso explica que la suma nacional de electores no se haya hundido más. Pero aquí también resultó notorio el derrumbe: de 50.990 votantes se cayó a 13.744 un bienio más tarde. Si se consideran las facultades donde se votó –Medicina, Farmacia y Bioquímica, Arquitectura, Ciencias Económicas y Ciencias Exactas y Naturales, exceptuando la carrera de Psicología apartada de Filosofía y Letras y ahora dependiente del rectorado– el descenso de participantes orillaba la mitad. Podría argüirse una menor representatividad, pero la cuestión resulta más compleja cuando se sopesan las enormes diferencias contextuales. En 1973 fueron comicios legales, avalados por las autoridades. Durante 1975, en cambio, estaban prohibidos y acudir a las urnas conllevaba riesgos personales.

Un segundo conjunto de consideraciones remite a la performance de cada corriente. El mayor retroceso lo experimentó la JUP. Esta agrupación perdió dos de cada tres votantes en las facultades donde se sufragó y no logró renovar ninguna de las conducciones en pugna. Sólo se impuso en el novel Centro de Estudiantes de Psicología. La FM le quitó Arquitectura y Ciencias Económicas, pero esta corriente también retrocedió en el resto de los centros. Los radicales perdieron la mitad de sus electores, levemente por debajo del nivel general de votantes. Menos perjudicados resultaron los comunistas. El MOR conservó la conducción de Farmacia y Bioquímica, replicando la cantidad de votos de 1973, de Ciencias Exactas y Naturales, donde resignó casi la mitad de los sufragios, y reconquistó Medicina. Su merma fue del 40%, cifra apenas abajo del porcentaje de electores. Por último, la derecha de Estudiantes Universitarios Peronistas (EUP) en tándem con el FAUDI y AUN obtuvieron magras votaciones.

De estos guarismos se desprende que los “bolches”, bajo el amparo de su sólida estructura organizativa y afianzada tradición universitaria, soportaron mejor los embates del terrorismo de Estado peronista en la UBA. Dicha evidencia reafirma la tesis acerca de la gravitación del reformismo y de la izquierda llamada “tradicional”, en contraposición con el supuesto paso arrollador de la “nueva izquierda” acaudillada por la JUP.

En el resto de las universidades nacionales se vivieron situaciones semejantes. En La Plata, a comienzos de 1975, las autoridades clausuraron el Centro de Estudiantes de Humanidades y Ciencias de la Educación, acusado de infringir la prohibición de politización plasmada en la ley universitaria, veda que luego se extendió a todas las unidades académicas (Piccone, 2010: 47). Pese a todo, hubo algunas elecciones. La JUP triunfó en Periodismo y Veterinaria, mientras que en Agronomía y en Ciencias Económicas venció la FM y en Ingeniería y en Ciencias Exactas el MOR.

En Córdoba, durante este año los desaparecidos pasaron de 17 a 94 (Romano et al., 2010: 195). En la UNC se designó interventor al peronista “ortodoxo” Mario Menso, quien prohibió toda actividad política. Como colofón de la represión, cuyo esquema oficial había dispuesto de una sección especial dirigida a las facultades, en diciembre el Comando Libertadores de América (bajo las órdenes del Tercer Cuerpo del Ejército) secuestró y asesinó a siete alumnos de la Facultad de Arquitectura de la UNC y dos de la UTN local (Paiaro, 2016).

Rosario fue retratada durante 1975 como una ciudad plagada de crímenes y amenazas a los universitarios (Luciani, 2007; Águila, 2008). Bajo esta atmósfera calcina, en octubre arrancaron los comicios en Medicina con un triunfo aplastante del MNR, en Odontología donde venció la JUP, mientras que en Farmacia y Bioquímica se impuso un frente entre estos últimos y una escisión del PRT. En noviembre se votó en Derecho y Ciencias Políticas donde ganó el binomio MNR-FM, en Agronomía empataron los radicales con un grupo socialista y finalmente en el comedor estudiantil triunfó la alianza peronista-guevarista.

En Tucumán, el 5 de febrero de 1975 el gobierno encomendó a las Fuerzas Armadas “neutralizar y/o aniquilar” los “elementos subversivos”. En este marco, la Escuela de Educación Física de la UNT funcionó como un centro de detención clandestino ligado al “Operativo Independencia” (Pucci, 2013). En los días previos al golpe de 1976 se creó en el ámbito del rectorado el “Servicio de Seguridad y Vigilancia” (Kotler, 2019: 207). En la provincia más impactada por la represión gubernamental, los comunistas triunfaron en Ingeniería.

En la UNS había sido designado para hacer la “limpieza” a principios de enero de 1975 rector interventor Remus Tetu (cargo que en simultáneo ocupó en la UNCo), cuyos antecedentes juveniles lo ligaban con la fascista Guardia de Hierro en su Rumania natal. En Bahía Blanca un empleado de seguridad nombrado por él (su custodio), ligado además a la Confederación General del Trabajo (CGT), asesinó en la universidad al estudiante de ingeniería David “Watu” Cilleruelo, militante comunista y secretario general de la federación local, el 3 de abril de 1975 (Stacco, 2009: 359). Situaciones como esta se vivieron en todas las universidades del país (Rodríguez, 2016: 68 y ss.). Lo sucedido en Mendoza ofrece un ejemplo palmario de la colaboración de las autoridades con las fuerzas represivas. El nuevo rector Otto Herbert Burgos, auxiliado por un cuerpo de asesores compuesto por miembros de las fuerzas armadas, el arzobispado, la CGT y padres de alumnos, en su afán de “argentinizar la Universidad” autorizó que la policía circulara libremente por los edificios de la UNCuyo (Murri, 2023: 9). Esta política de cara al estudiantado se completó con la prohibición del funcionamiento de los centros dentro de las instalaciones universitarias, en paralelo a que se iniciaba una persecución a la militancia de todos los colores que perpetró siete asesinatos por la represión ilegal hasta el golpe de Estado de 1976 (Murri, 2023: 14 y 17). Como se observa en todas las universidades del país, durante 1975 se afianzó el nudo entre gobierno nacional, intervención universitaria y fuerzas paramilitares en la represión de los estudiantes.

En este ambiente hostil, la FM retuvo Derecho de la UNL, la facultad con mayor matriculación de Santa Fe. La JUP, que había resonado año atrás, quedó relegada al Instituto del Profesorado, volviendo a perder en Agronomía y Veterinaria a manos de la FM, pero esta vez por más amplio margen, mientras que en Bioquímica e Ingeniería Química, un bastión, el traspié se lo asestó el tándem radical-socialista. En las sedes de la UTN de Avellaneda y Haedo ganó el MOR, mientras que en las de Paraná la FM y el MNR en alianza. En el Centro de Ingeniería Civil chaqueño de la UNNE los radicales triplicaron los votos de la JUP y obtuvieron un triunfo todavía más aplastante en Ciencias Económicas. En Mendoza, los comunistas vencieron en el Centro de Ciencias Políticas y Sociales. En las universidades más pequeñas donde pudo votarse, los radicales se alzaron en el Centro Único de la Universidad Nacional San Luis (UNSL), en las facultades de Ciencias Económicas (Concordia: Contaduría y Paraná: Ciencias de la Administración) y de Psicología de Paraná pertenecientes a la UNER, además de retener el Centro de Económicas de la UNLPam.

A pesar de que la matrícula universitaria argentina batió un récord en 1975 de más de medio millón (Cano, 1985: 123), el estudiantado se distanció de la vida política. Si el año anterior ingresaron 128.335 alumnos a las instituciones públicas, durante el nuevo ciclo lectivo descendieron a 102.590 (Pérez Lindo, 1985: 168). Amplios segmentos se estaban alejando de las universidades nacionales en un clima de astenia política. Los que permanecieron contemplaron con apatía las pocas elecciones de centros en boga, mientras que la militancia de izquierda, cada vez más aislada, resistía exhausta y con pavor.

Conclusiones

En este artículo se examinaron las elecciones de centros de estudiantes en las universidades argentinas entre 1973 y 1975, años signados por la degradación de las esperanzas de transformación social. El período se inició con una corriente de entusiasmo popular tras la derrota de la dictadura, aunque en paralelo las movilizaciones universitarias descendieron. En 1974 el júbilo trocó en un terror impuesto por la política universitaria del tercer peronismo. Consolidado este escenario, el movimiento estudiantil se eclipsó. Pero incluso en condiciones tan adversas para la militancia, los centros de estudiantes continuaron ocupando un papel destacado en la vida política universitaria en tanto barómetro de las relaciones de fuerza dentro del alumnado.

Durante 1973 la JUP logró trasladar la euforia posterior a la elección general de septiembre a sus candidatos en los centros de la UBA. A fines de este año estos se presentaron por primera vez en entidades que antes habían condenado por “reformistas”. Observando tales resultados se afirmó que estos comicios consagraron al joven peronismo universitario en el país. Eso es particularmente cierto para Buenos Aires, de hecho se trató de un éxito que en cierto modo sorprendió a la propia conducción de la JUP porteña que poco tiempo antes dudaba si dar esta batalla electoral en la UBA. Pero también es un dato, menos publicitado, que pese a perder caudal electoral el reformismo –ciertamente, fue desde estas filas que se había insistido a la JUP para que participara de los comicios– se mantuvo vigente en esta universidad como fuerza estudiantil. Además de los tres centros que ganó aquí, en otros tres las agrupaciones que coloreaban esta heterogénea identidad universitaria fueron requeridas por la JUP como aliadas para vencer. El MOR comunista y la fracción radical JRR disidente de la FM, resultarían a la postre socios clave también de estos peronistas para relanzar la federación local.

El error más ominoso de tal afirmación reside, más allá de un tema de énfasis y matices respecto a lo sucedido en Buenos Aires y puntualmente en la UBA, en su estrechez de mira que conlleva una inferencia nacional equivocada. A menudo se colige un triunfo en toda la Argentina de la JUP observando apenas un caso local, empero su magnitud. Por el contrario, al ampliar el ángulo a lo sucedido en el resto del país se advierte que la primacía del reformismo, con un aporte menor pero significativo de grupos de izquierda alejados de esta identidad, principalmente el maoísta FAUDI, se mantuvo impertérrita durante 1973. En esta atmósfera, la JUP en la mayoría de las facultades del país no se conformó o lo hizo tardíamente y se abstuvo electoramente ante un mal vaticinio, hecho que confirmó sus excepcionales presentaciones electorales.

Esta situación se modificó parcialmente al año siguiente. Tempranamente, durante el verano de 1974, fue ostensible como Perón desahuciaba a la JUP optando por grupos que la enfrentaban. Esto motivó una ruptura interna (JUP Lealtad en la universidad) con la conducción de Montoneros. Luego, en marzo se sancionó una ley universitaria que descolocó a los militantes enrolados en sus filas, la cual poseía como eje la habilitación de la represión estatal en este ámbito. En el segundo semestre, una vez fallecido Perón, la coacción hacia el movimiento estudiantil se intensificó, siendo la UBA el blanco precursor. Pese a que aquí no se pudo votar, sí fue posible la realización de los comicios estudiantiles en el resto de las universidades nacionales. La peculiaridad de 1974 residió en que la JUP esta vez compitió en todos estos centros universitarios. Sus escores fueron alentadores en La Plata, Santa Fe, Neuquén y Lomas de Zamora, pero más modestos en otras casas de altos estudios. Sin embargo, incluso otorgando centralidad a lo sucedido en las primeras instituciones, lejos estuvo de repetirse la performance porteña anterior. A nivel nacional, la FM radical, el MNR socialista y el MOR comunista otra vez se ubicaron en los primeros puestos. Además, salvo por los últimos y la escindida y más pequeña JRR que acompañaron a la JUP en la nueva federación nacional, el resto de los grupos permaneció en la FUA.

Durante 1975 el terrorismo estatal y paraestatal se robusteció. En la UBA, no obstante, las compulsas de centros retornaron, pero en la mitad de las entidades. Las urnas arrojaron un retroceso general y una apatía característica en circunstancias donde sufragar implicaba un riesgo. La JUP, si bien se mantuvo entre las principales agrupaciones, fue quien más respaldos perdió, mientras que los comunistas soportaron mejor esta situación y pudieron volver al primer puesto en una región metropolitana que habían sabido liderar. Esta caída peronista se replicó en el resto de las universidades nacionales. Fue patente, en cambio, el ascenso nacional de la FM con su consiguiente afianzamiento en la FUA.

Algarabía, desencanto y terror fueron los sentimientos que marcaron la experiencia estudiantil en el período abordado. Esta experiencia se dio en medio de un estrepitoso declive de la conflictividad universitaria. El epílogo del período abordado ofrece un ejemplo palmario. El feroz plan de ajuste decretado por el Ministro de Economía Celestino Rodrigo en junio de 1975 –conocido como “Rodrigazo”– trajo aparejada una fuerte movilización obrera que obligó a la CGT a decretar una huelga nacional de dos días al mes siguiente (primera a un gobierno peronista), la cual desbarató la ofensiva oficialista en marcha. Al contrario de lo que había sucedido durante los “azos” de fines de los años sesenta y comienzos de los setenta, donde el estudiantado había sido un protagonista fundamental de las manifestaciones que derribaron a la dictadura, y el principal aliado obrero, en estas jornadas este actor colectivo no resultó una voz resonante. El cierre intempestivo del golpe de Estado de marzo de 1976 ratificó este rumbo declinante, clausurando así un ciclo en la historia del país y del movimiento de lucha estudiantil.

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1 En la primera mitad del siglo XX era necesario estar afiliado con la cuota al día para poder sufragar y acceder a los beneficios que brindaban los centros (la membresía solía ser muy alta). Esta norma tras el primer mandato peronista se dejó de lado, pudiendo votar desde entonces todos los alumnos inscriptos en la facultad.

2 Según Ana Barletta, esta postura abstencionista durante los años anteriores en verdad remitía a otra causa: “Conscientes de que todavía no representan una fuerza real, los estudiantes peronistas no pelean por conquistar los Centros…” (2001: 88).

3 En relación con los casos que acá se observan con más detalle esta base relevó los siguientes diarios de modo exhaustivo: para Buenos Aires Clarín, Crónica (edición matutina y vespertina), El Cronista Comercial, El Mundo, La Nación, La Opinión (1972-1975), La Prensa, La Razón, Mayoría y Noticias (1973-1974); para La Plata El Día y El Argentino (1972-1973); para Córdoba La Voz del Interior, Los Principios y Córdoba; para Rosario El Litoral, La Capital y La Tribuna; para Tucumán: La Gaceta. Pero también la BDB contempló otros diarios de ciudades más pequeñas que conforman en muchas ocasiones capitales provinciales y en todos los casos urbes que alojan universidades nacionales aquí referidas. En el período que comprende este artículo se debe mencionar Nueva Provincia para Bahía Blanca, El Atlántico para Mar del Plata, La Arena para Santa Rosa, El Tribuno para Salta, Los Andes para Mendoza, con información parcial de San Luis también, Diario de Cuyo para San Juan, El Litoral nuevamente para Santa Fe también, El Liberal para Corrientes, y en cierta medida con información sobre Chaco, y La Unión para Lomas de Zamora. En el caso de las ciudades entrerrianas, tanto Paraná, Concordia como Concepción del Uruguay, la capital de Santiago del Estero y la cordobesa Río Cuarto la información proviene de los diarios de Rosario, Tucumán y Córdoba ya señalados respectivamente, los cuales recogen esta información por poseer una misma ubicación regional. El modo de registro posterior, sin embargo, no aclara de qué periódico se extrae cada información puntualmente sino que remite en cada caso al periódico de la ciudad donde se desenvuelve la institución referida. Entre 2006 y 2018 sucesivas indagaciones de control en las hemerotecas de la Biblioteca Nacional, la Biblioteca del Congreso de la Nación y la Biblioteca de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires comprobaron la fiabilidad y representatividad de esta herramienta. La base puede consultarse mediante comunicación con el área de Conflicto Social del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA.

4 Tal cual resaltaron Silvia Sigal y Eliseo Verón, la izquierda juvenil del movimiento consideró estos acontecimientos como un esfuerzo del “…sindicalismo traidor, aliado de la CIA e infiltrado en el peronismo, por impedir el contacto de Perón con el pueblo” (2004: 164).

5 Puiggrós desistió de su cargo por supuesto pedido de Perón, pero cuando se reunió con el líder (todavía esperando su asunción presidencial) este le aclaró que no había solicitado su dimisión, aunque también le precisó que el acto de renuncia debía permanecer firme. Se trató, sin dudas, de un episodio antológico que aunque en los límites de la racionalidad moderna, próximo al grotesco, retrospectivamente preludió una tragedia.

6 “Documento Reservado del Consejo Superior Peronista”, en La Opinión, 2/10/1973, p. 1.

7 La relevancia de esta votación queda de manifiesto advirtiendo lo que sucedió en los años anteriores. De acuerdo a la BDB en 1969, cuando empezó la recuperación de estas entidades, sufragaron 2.984 alumnos, en 1970 11.405, en 1971 12.418 y en 1972 37.932.

8 “Las elecciones estudiantiles expresarán el respaldo del gobierno universitario”, en La Opinión, 28/11/1973, p. 9.

9 Se reitera que para la Capital Federal esta base trabajó en este período con los diarios, Crónica (edición matutina y vespertina), El Cronista Comercial, El Mundo, La Nación, La Opinión, La Prensa, La Razón, Mayoría y Noticias, son los contemplados en este año. Aclárese que esta universidad pasó a denominarse desde el mes de julio en muchos documentos oficiales como Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires, aunque su nombre institucional no se modificó (Friedemann, 2021: 222).

10 Sobre la relación de la JUP con estas y otras agrupaciones en la UBA véase Millán (2016).

11 Entre 1971 y 1974 se crearon 16 universidades nacionales que se sumaron a las 10 ya existentes (Mendonça: 2015). En 1975 se nacionalizó la Universidad de Mar del Plata, hasta entonces provincial.

12 No obstante, en Arquitectura sí se presentaron bajo el sello Liga Universitaria de la Reconstrucción Nacional, ganando por amplio margen. En esta facultad las elecciones del centro se desarrollaron en condiciones peculiares ya que la CNU atacó a tiros a los estudiantes, situación que deparó fuertes movilizaciones de repudio de todo el arco estudiantil. BDB, noviembre de 1973, p. 25.

13 BDB, diciembre de 1973, p. 12-13. Para construir esta información la base en cuestión consultó los diarios editados en la Capital Federal mencionados al inicio de este trabajo y reiterados en la cita 9.

14 Ibídem.

15 Ibídem, p. 11-12.

16 “En la Universidad de Buenos Aires impactó con diferente fuerza en las distintas facultades: los ‘leales’ se constituyeron en mayoría en Ciencias Económicas, Medicina y en la sede de calle Independencia de la Facultad de Filosofía y Letras. En Ciencias Exactas representaron aproximadamente a un tercio de la JUP, mientras que la JUP Regionales continuó siendo hegemónica en las Facultades de Derecho y Arquitectura” (Pozzoni: 2013).

17 “Desde este instante se es justicialista o marxista”, en La Opinión, 16/11/1974, p. 28.

18 El 6 de septiembre Montoneros anunció en un local de la JP porteño su pasaje a la clandestinidad. Más tarde, la JUP convirtió una asamblea de la FULNBA, convocada antes en la Facultad de Derecho, en una toma para respaldar tal decisión. Esta resolución sorprendió al MOR y la JRR. Dado el revuelo que se produjo, al día siguiente la JUP con Talento a la cabeza, en una conferencia en la Facultad de Medicina ratificó su presencia universitaria, esgrimiendo que esta organización era política y de superficie y no militar como Montoneros. Véase “En abierto desafío al gobierno constitucional la organización Montoneros optó por marginarse de la ley”, en La Opinión, 7/9/1974, p. 24 y “La JUP, que se mantiene en la superficie, convocó a una movilización del estudiantado”, en La Opinión, 8/9/1974, p. 8.

19 La BDB, que para el caso rosarino consultó los diarios El Litoral, La Capital y La Tribuna para este período, no registra información de comicios realizados en la UNR durante ese año. Asimismo, la literatura especializada tampoco ofrece noticias acerca de la existencia de tales elecciones ni sobre su eventual cancelación, sea por razones semejantes a lo ocurrido en la UBA o lo que fuera. La represión en esta casa de estudios, por cierto, se había intensificado tras la partida de Brovelli en noviembre de 1973 de la rectoría (Águila, 2014: 153). Si bien no se puede más que conjeturar, es probable entonces que estas elecciones no hayan existido, cuanto menos masivamente, es decir, en cada facultad como sucedió durante los años anteriores.

20 BDB, diciembre de 1974, p. 8. Para esta información la base utilizó el diario El Liberal de Corrientes.

21 En total la lista Azul y Blanca bajo el patrocinio de la JUP, también integrada por los maoístas de TUPAC y escisiones menores de la izquierda, se alzó con 3.441 sufragios, proclamando la mayoría de los consejeros. La lista Celeste del MNR, el FAUDI y la FM conquistó 3.354 votos y colocó la minoría. Otros grupos peronistas aunados en la Lista Verde consagraron el consejero restante. BDB, diciembre de 1974, p. 1/2.

22 “El movimiento estudiantil organiza su congreso unificador”, en La Opinión, 12/11/1974, p. 15.

23 “Jornada de movilización”, en La Opinión, 15/11/1974, p. 12.

24 “FULNBA llamó a elecciones”, en La Opinión, 16/11/1974, p. 24.

25 “El rector afirmó que la UNBA está normalizada”, en La Opinión, 17/11/1974, p. 11.

26 “Están detenidos Ventura, Talento y una militante estudiantil peronista”, en La Opinión, 20/11/1974, p. 24.

27 “Insistencia en el planteo de los comicios”, en La Opinión, 22/1/1974, p. 17.

28 “Algunos sectores proponen alternativas conciliadoras”, en La Opinión, 21/11/1974, p. 15.

29 “Las tendencias estudiantiles siguen acumulando desacuerdos”, en La Opinión, 23/11/1974, p. 13.

30 “Stubrin señala las discrepancias de fondo entre la JP y el alfonsinismo”, en La Opinión, 24/11/1974, p. 8.

31 “Los radicales afirman que la liberación no se logrará por la acción de grupos armados”, en La Opinión, 26/11/1974, p. 16.

32 “La convocatoria a elecciones de la FULNBA es un recurso táctico”, en La Opinión, 28/11/1974, p. 17.

33 “Balbín dialogó con Alfonsín luego de escuchar reclamos estudiantiles”, en La Opinión, 6/12/1974, p. 1.

34 “Un pacto que fortalecerá el frente interno permitiría alcanzar la unidad durante 1975”, en La Opinión, 10/12/1974, p. 15 y “Los grupos estudiantiles superan sus disidencias para vigorizar el frente contra la política educacional”, en La Opinión, 14/12/1974, p. 9.

35 “Galli aduce que la FULNBA rompió los compromisos”, en La Opinión, 15/12/1974, p. 15.

36 “Polémica entre los dirigentes estudiantiles”, en La Opinión, 26/12/1974, p. 9.

37 Un listado amplio de estos sucesos arranca tempranamente en 1973 con la gobernación de Antenor Gauna en Formosa y su declive (noviembre) y se profundiza al año siguiente con la caída de Bidegain en Buenos Aires (enero), Obregón Cano en Córdoba (febrero), Martínez Baca en Mendoza (agosto), Jorge Cepernic en Santa Cruz (octubre) y finalmente Ragone en Salta (noviembre).

38 Una excepción parcial la ofrecen los sucesos de Córdoba, sin dudas la jurisdicción que recibió el golpe estatal más violento, donde dos mil estudiantes se movilizaron a inicios de marzo de 1974 para defender al gobernador, levantando barricadas en el Barrio Clínicas y sus alrededores (Bonavena, 2009: 226).