Barral, María Elena (coordinadora) (2021).
Rosario: Prohistoria Ediciones, 232 páginas. Colección “De buena fuente”.
Ignacio Telesca
Instituto de Investigaciones sobre Lenguaje, Sociedad y Territorio (INILSyT), Universidad Nacional de Formosa - CONICET, Argentina.
Como se desprende del mismo título, en el libro que tenemos a la vista se transcribe la visita que realizara a su diócesis, Santísima Trinidad Puerto de Santa María de Buenos Aires, el obispo Benito Lué y Riega entre los años 1803 y 1805. Colabora a su lectura la incorporación de notas al pie que nos ubican geográfica e históricamente para su mejor comprensión.
Además, se incluye un texto de Fernando Heinze, quien se desempeña como director del Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Santa Fe, donde se narran las peripecias del documento original de la Visita hasta llegar al Archivo en Santa Fe.
Se añade también una lista de abreviaturas para mejor comprender la Visita y, lo que es de agradecer enormemente sobre todo por quienes no están familiarizados con el lenguaje eclesiástico, un glosario con los términos específicos del mundo religioso tardo colonial (qué es una capellanía, un hermano lego, un portaviático o un clérigo de corona, entre otras muchas entradas).
Acompaña la obra una cartografía eclesiástica compuesta de tres mapas que dan cuenta de la diócesis y sus parroquias-oratorios-pueblos de indios, de la cantidad de clérigos y de las etapas de la visita del obispo Lué. Una diócesis que abarcaba desde Corrientes al norte hasta Buenos Aires, incluyendo las misiones guaraníes, Santa Fe y lo que hoy es el Uruguay. No hace falta insistir en su utilidad cuando de una mirada se puede comprehender la densidad religiosa de un determinado espacio geográfico.
Finalmente, la Visita es precedida por un texto introductorio escrito por María Elena Barral y Raúl Fradkin donde se contextualiza de manera acabada la fuente transcripta. No sólo se aborda un análisis detallado de la Visita, sino que se incluye una comprensión conceptual sobre el instrumento ‘visita pastoral’, así como también el contexto sociopolítico de principios de siglo XIX. Treinta páginas donde muy poco resta por añadir.
Quizá la pregunta que moviliza esta reseña es comprender por qué es importante y necesario publicar esta fuente, una visita pastoral del último obispo de la época colonial (y primero de la época independiente, aunque la visita se realizó previamente a los sucesos de mayo de 1810).
La primera respuesta es precisamente esa, por ser la última visita colonial previa a los movimientos independentistas, y que la anterior se había realizado más de veinte años antes (en 1779) y para la siguiente se tendrá que aguardar más de medio siglo. Un momento privilegiado para acercarse a la religión y a la sociedad en un espacio que experimentará grandes cambios institucionales, los que también afectarán a la Iglesia.
A esta altura de los debates historiográficos no haría falta insistir en que una fuente de la esfera eclesiástica, y máxime si es tardo colonial, no sólo es útil para los estudios del catolicismo; sin embargo, nunca está de más recalcar que lo económico, político, social está transido por lo religioso y viceversa.
Benito Lué y Riega llegó a Buenos Aires el 22 de abril de 1803. No era joven, tenía ya 60 años y toda una vida a cuesta (previo a su ingreso a la vida eclesiástica había sido militar y estado casado). Al mes siguiente de su llegada, el 29 de mayo fue consagrado obispo en Córdoba e inició su Visita pastoral el 13 de junio, desde Santa Fe. Llama la atención, de entrada, su deseo/necesidad de conocer la diócesis a la cual fue enviado; sin llegar a su sede, en Buenos Aires, comenzó ya su visita. Lué no tenía experiencia en América y poco sabemos de sus conocimientos previos de la región.
La Visita a la diócesis se realizó en cuatro momentos: el primero, de mayo a septiembre de 1803 (de Santa Fe descendiendo hasta Morón); el segundo, más breve, en el mes de octubre del mismo año (comenzó en Lobos, hacia el sur para concluir en la Chacarita del Colegio de San Carlos); el tercero se inició en mayo de 1804 partiendo de Concepción del Uruguay y extendiéndose por el resto del año, abarcando el territorio del hoy Uruguay; finalmente, en abril de 1805 y se desarrolla la cuarta etapa de la visita, iniciándose ésta en Gualeguaychú, dirigiéndose hacia el oeste a Paraná y luego remontando el río para llegar a Corrientes, de allí a las ex misiones jesuíticas sobre el río Uruguay descendiendo hasta llegar a Concepción del Uruguay y allí concluir en noviembre de 1805.
A este documento, además, se le añade un libro aparte donde se registran las licencias dadas, o sacadas, a los sacerdotes para celebrar, predicar, confesar (entre otras) a medida que se desarrollaba la Visita. Ambos documentos, Visita y Licencias, deberían leerse al mismo tiempo para ir completando el accionar del obispo y su comitiva.
Una visita pastoral puede ser analizada con diferentes lentes. Tradicionalmente se la toma como un dispositivo de control y ciertamente lo era. A través de la visita del obispo Lué podemos comprobar cómo se controlaba al personal eclesiástico, si cumplía sus funciones dignamente, si residía donde debía hacerlo; se controlaban los libros sacramentales y si existía alguna anomalía se obligaba a subsanar (un sacramento no registrado, además del incordio para la persona, significaba menos dinero para repartir, dando a entender que el cura se quedaba con el mismo); se controlaba también a las que hoy llamaríamos organizaciones laicales, se exigía la constitución de cada cofradía y que sus cuentas estén al día; se controlaba la pulcritud de los ornamentos, de las vestimentas y del templo mismo; y también se controlaba la religiosidad de la gente alabando o prohibiendo ciertas expresiones religiosas. Todos estos controles los encontramos en la Visita del obispo Lué.
El control estaba al orden del día, pero sería muy simple quedarnos sólo con esta caracterización. Tanto para el obispo como para los creyentes, la presencia del primero servía para consolidar la comunidad eclesial (en fin, la Iglesia).
Quizá esto último no quede reflejado palmariamente en el documento escrito de la Visita pero sí se lo encuentran en su otra cara, en los libros parroquiales y en las actas capitulares. Por ejemplo, María Laura Salinas y Fernando Pozzaglio trabajaron sobre la misma visita del obispo Lué pero desde los testimonios que dejó a su paso. Vemos así la recepción por parte de la población y del Cabildo a la llegada de la autoridad eclesial y su comitiva como también los escritos que fue dejando en los libros parroquiales de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario, en Corrientes, o en los respectivos de cada uno de los pueblos visitados.1 En el estudio introductorio también Barral y Fradkin ponen en diálogo la Visita con lo registrado en los libros parroquiales de la Banda Oriental. No todo ciertamente era ritual de bienvenida ni grandes ceremonias religiosas, también controversias y hasta abuso de comodidades por parte de la comitiva episcopal. Todo hacía, sin lugar a duda, a la consolidación de la comunidad eclesial.
La Visita de Lué también puede ser contrastada con los informes que éste enviaba al Consejo de Indias y con las respuestas que recibía el obispo desde Sevilla, documentación que se encuentra en el Archivo de Indias y que los coordinadores de la obra de igual manera utilizan en su trabajo introductorio.
A la pregunta del por qué publicar esta fuente, la respuesta está en la riqueza de la misma, para comprender la región del Plata y Paraná hacia fines de la colonia desde una ventana eclesial. Además, es de resaltar la minuciosidad de la transcripción, realizada por un equipo y en equipo, acompañada ésta de los estudios que mencionábamos al inicio de la reseña.
Es para agradecer que sigan existiendo editoriales que asuman la tarea de la publicación de este tipo de obras, extraídas de buena fuente.
1 Salinas, M. L. y Pozzaglio, F. (2018). La visita Pastoral del obispo Benito Lué a Corrientes, Río de la Plata, a principios del siglo XIX. Res Gestae, 54, pp. 2-19.