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La actividad historiográfica en Filosofía y Letras. El Instituto Ravignani, entre dos coyunturas turbulentas (1955-1974)

Rodríguez, Martha (Comp.) (2022).
Buenos Aires: Eudeba, “Historia y memoria de la Universidad de Buenos Aires”, 195 páginas.

Andrés G. Freijomil

Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina.

Tras el vasto Programa “Historia y Memoria de la Universidad de Buenos Aires”, puesto en funcionamiento a partir del año 2011, la comunidad académica de la UBA ha buscado reconstruir la relevancia que ha tenido la institución en la vida cultural, social y política argentina durante sus doscientos años de existencia. Para ello, su director, Pablo Buchbinder, también asumió la tarea de dirigir una colección de investigaciones que, bajo el mismo título y con el sello de Eudeba, permitiese dar cuenta de aquella historia desde la creación de la universidad en 1821. Así pues, desde el año 2014, se han publicado ya veintitrés obras que, lejos de componer un rutinario catálogo autocelebratorio, se forjó como una investigación colectiva de largo aliento a partir de objetos asociados con la institución, pero que, habitualmente, han pasado inadvertidos. Este proyecto editorial, a su vez, permite entrever las notables mutaciones que han experimentado los métodos y técnicas de las ciencias sociales y humanas en Argentina durante los últimos veinte años. Junto con una monumental historia intelectual y política de la UBA en cuatro volúmenes que, finalmente, renueva la que Tulio Halperin Donghi publicó en 1962, consolida la línea abierta por el propio Buchbinder en 2005 y reconfigura la cartografía de toda la colección. Entre otras problemáticas, se han indagado la radicalización estudiantil tras la segunda posguerra, las vicisitudes de la carrera de psicología, las representaciones de la universidad en el cine o el humor gráfico, la historia de una disciplina como la sociología o la vida académica de las mujeres. Si estas obras se definen por ofrecer una perspectiva novedosa –e inédita en muchos casos– sobre nuevas y viejas zonas vinculadas con la universidad, era inevitable que un trabajo producido en el seno del legendario Programa de Investigaciones en Historiografía Argentina (PIHA) con sede en el Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” de la Facultad de Filosofía y Letras, se viese representado en este catálogo. En efecto, el PIHA ha sido uno de los dispositivos institucionales que, sin duda, más ha bregado por visibilizar y, sobre todo, por profesionalizar la historiografía como campo autónomo dentro de la disciplina en nuestro país. Creado por Fernando Devoto en 1992 como “Centro de estudios sobre historiografía contemporánea” en el Instituto de Desarrollo Económico y Social, dos años después se convertirá en Programa y será integrado en el cuerpo del Instituto Ravignani bajo su nombre actual con la coordinación de Nora Pagano quien, a partir de 2015, tomará la dirección. Quien compila el volumen que nos convoca es su actual coordinadora, Martha Rodríguez, una historiadora central en esta renovación tras un amplio derrotero de investigaciones no sólo en este campo específico, sino también como archivista y que aquí toma, simbólicamente, la posta de aquel legado en cuyos cimientos ha trabajado desde hace varios años. A este respecto, La actividad historiográfica en Filosofía y Letras marca no sólo una continuidad con las líneas originales de investigación que los historiadores del PIHA vienen produciendo y publicando sistemática-mente desde los años 1990, sino que también ofrece una impronta diferente que, de algún modo, remoza nuevas calzadas dando un paso más allá en la ardua consolidación del campo. Así pues, si bien a primera vista el punto de partida es un periodo particularmente álgido de la historia argentina (1955-1974) que privilegia la gestión de Ricardo Caillet-Bois al frente del Instituto Ravignani, es decir, una sólida narrativa institucional y un palmario acento en una figura particular, lo cierto es que los autores han sabido romper con cualquier lógica lineal para elaborar una historia de la historiografía argentina de gran complejidad que no se acantone en una simple galería de nombres, cargos e instituciones y avance por un camino más prosopográfico que biográfico. Señalemos, ante todo, los aspectos observados.

En los dos primeros capítulos, Martha Rodríguez y Nora Pagano recuperan para el periodo 1955-1966, respectivamente, las querellas internas que se originaron entre el tradicionalismo historiográfico de la vieja “Nueva Escuela Histórica” y el arribo de las ciencias sociales como disciplinas profesionales en el marco de los estudios históricos en la Universidad de Buenos Aires y la manera en que la reestructuración del Instituto a manos de Caillet-Bois se inserta en esa disputa: dos cuestiones cargadas con un sinnúmero de matices que permiten darle una cohesión oculta a este momento historiográfico pese a su notoria fragmentación ideológica.

Por su parte, los tres capítulos siguientes avanzan por un camino que nos permitimos definir como de “desprendimiento” institucional, manifiesto desde fines de los años 1960. Sandra Sauro se adentra, gracias a un notable hallazgo documental, por una novedosa historia transnacional de la historiografía a través de un exhaustivo análisis de la Sección Documentación Extranjera creada en el Instituto en 1968 y con el cual no sólo arroja una nueva mirada sobre este periodo, sino que, además, expande novedosas líneas de investigación para las décadas precedentes. Federico Figueiras nos abre las puertas de la Academia Nacional de la Historia durante la época en que Caillet-Bois fue su presidente (1970-1974) y nos presenta un recorrido inédito a través del juego de sociabilidades académicas, tanto domésticas como internacionales, junto con un análisis de las dos publicaciones periódicas emblemáticas de esta institución y una referencia muy sugestiva sobre sus recursos financieros.

En el último capítulo, María Elena García Moral regresa al Ravignani, pero a través de un ejercicio casi borgesiano: tras el fin de la proscripción del peronismo, se modifica nuevamente toda la estructura universitaria y el “mismo” Instituto pasa a ser “otro”, incluyendo, tras su intervención, un cambio de nomenclatura. Todo el entramado académico se torna, así, objeto de un experimento político que, pese a su brevedad (1973-1974), dejará profundas huellas en la forma de concebir el conocimiento histórico argentino. Sin embargo, más allá de estos específicos puestos de avanzada en cada capítulo, La actividad historiográfica en Filosofía y Letras presenta una serie de innovaciones como obra colectiva que también conviene puntualizar. Ante todo, ofrece una periodización renovada, no sólo con relación al tramo de las dos décadas que aquí se analizan, sino también al modo de reorientar el interior de dicho periodo. Además, si bien se trata de una época que cuenta con algunos antecedentes dispersos de investigación y con un punto de condensación (e inflexión, vale recordar) tras la Historia de la historiografía argentina que Devoto y Pagano publicaron en 2009, con esta obra los autores han sabido proporcionarle al periodo 1955-1974, pese a sus profundas discontinuidades institucionales, una identidad historiográfica reconocible que, asimismo, nos obliga a redefinir nuestras formas de historizar la historiografía argentina antes y después de esas dos dé-cadas. Por otra parte, asumiendo los desequilibrios que sufrió la disciplina en un mar de zozobra política muy intensa, los autores también formulan un claro desafío a la continuidad del proceso de profesionalización tal como lo venimos estudiando hasta este momento, tanto en lo referido a la eventual conversión del historiador en intelectual público como a través de aquellos verdaderos movimientos tectónicos de centralización, expansión y fragmentación que atravesó el propio Instituto.

Pero de la obra también es posible desprender un revelador avance respecto de aquello que, habitualmente, entendemos por “historiografía”, concepto que durante este período sufre una mutación irreversible en función de su clausura o apertura frente al “asalto” de disciplinas sociales con las cuales debe disputar soberanías académicas, recursos materiales y estrategias discursivas de producción como el ensayo revisionista. Y junto con ese cambio, también aparece el modo en que la epistemología y la metodología históricas quedaron atrapadas –y, desde luego, rediseñadas– tras la contienda entre tradición y renovación que tensa todo el periodo. Recordemos, asimismo, que este trabajo es, en realidad, la segunda parte de un díptico cuyo primer tramo apareció en 2019 en el número 50 de la revista Trabajos y Comunicaciones de la Universidad Nacional de La Plata. La previa lectura de este dossier dirigido por Nora Pagano (y donde también participan las tres autoras que intervienen en La actividad historiográfica en Filosofía y Letras) no sólo es necesaria como introducción a las problemáticas tratadas en la obra que aquí reseñamos, sino, en particular, para observar los pliegues que las historiadoras fueron operando a lo largo de esta investigación desde su misma gestación.

Finalmente, cabe destacar un elemento fundamental que recorre toda la obra: la fuerte presencia documental de la exploración en su conjunto, marca que, es propicio recordar, ha identificado al PIHA desde sus comienzos. Los cinco autores no sólo han hecho una profunda relectura de todo el periodo en clave hermenéutica, sino que lo hicieron sobre la base de una rigurosa e inmensa búsqueda de fuentes primarias las cuales, en la mayoría de los casos, se utilizan por primera vez con propósitos historiográficos. Cartas, testimonios orales, microfilms, informes institucionales, proyectos científicos, planes de estudios, programas curriculares, boletines informativos y un largo etcétera que convierten esta obra en un verdadero modelo de investigación, sobre todo, si recordamos que una de las principales fragilidades del género “historia de la historiografía” suele anidar en su casi exclusivo aliento interpretativo en desmedro de un intensivo relevamiento heurístico.