Pontoriero, Esteban D. (2022).
La Plata: Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Posadas: Universidad Nacional de Misiones; Los Polvorines: Universidad Nacional de General Sarmiento.
Elian Rodolfo Uzain
Instituto Nacional de Investigaciones sobre Lenguaje, Sociedad y Territorio (INILSyT), Universidad Nacional de Formosa, Argentina.
El presente libro es el resultado de la tesis doctoral de Esteban Pontoriero, profesor, licenciado y doctor en historia, docente universitario en la UNTREF e investigador asistente en el CONICET. Este trabajo ha sido publicado bajo la colección “Entre los libros de la buena memoria”, editada conjuntamente por la Universidad Nacional de la Plata, Universidad Nacional de Misiones, y la Universidad Nacional de General Sarmiento.
El autor presenta una historia integral de la represión llevada a cabo por los Fuerzas Armadas entre los años 1955 y 1976, y lo que considera como “la militarización de la seguridad interna”, utilizada para fines represivos, las legislaciones en cuanto a políticas de defensa, y el desarrollo de la doctrina para la guerra interna del ejército.
El libro está compuesto por 266 páginas, divididas en introducción, ocho capítulos, y su correspondiente conclusión.
En la introducción, Pontoriero demarca el prisma a través del cual observará su corte cronológico, la inestabilidad política, económica y social, la contradicción peronismo/antiperonismo, el surgimiento de grupos radicales de izquierda, la alternancia de gobiernos de facto, y el surgimiento de sectores obreros, estudiantiles y católicos. Se centra en el análisis de “la fuerza terrestre”, el ejército, por el peso histórico que esta presenta en el siglo XX. Incluye además los antecedentes de su campo de estudio, enfoques, alcances, limitaciones y aportes.
En el capítulo uno, “El nacimiento de un Ejército para la represión contrainsurgente (1955-1962)”, el autor destaca algunas características de la “Revolución Libertadora”, así como también el surgimiento de los grupos clandestinos de “resistencia” peronista, con su rápida asimilación a organizaciones revolucionarias. Plantea la carencia de un sistema antisubversivo o de guerra interna en el seno de las Fuerzas Armadas, y su correspondiente advenimiento, mediante la incorporación de la Doctrina de la “Guerra Revolucionaria” francesa. Abarca también el gobierno democrático de A. Frondizi, sin perder el hilo del análisis militar.
En el capítulo dos, “El abordaje contrainsurgente en la legislación de la defensa (1958-1962)”, aborda la creación del plan CONINTES, y su ejecución por presión militar en el contexto del gobierno de Arturo Frondizi y la organización del sistema represivo en el marco de un “grave estado de necesidad” y de “emergencia grave”, destacando el intento del establecimiento de una lógica bélica para el manejo estatal por medio de la ley marcial. En este capítulo aporta una novedosa lógica: el establecimiento del plan CONINTES en directa contraposición de la idea castrense de la aplicación de la ley marcial. Destaca además los intentos de organización oficial contra la “guerra contrainsurgente”.
En el tercer capítulo “Gobierno y oposición frente a la guerra revolucionaria (1962-1966)”, examina el breve período del interregno de José María Guido, en conjunto con la aparición de los sectores azules y colorados en la escena militar, con sus respectivos conflictos. Observa con detenimiento y mirada crítica el período de Arturo Illia, la desestabilización política, y la consiguiente organización de grupos guerrilleros, ante los cuales las fuerzas armadas justificaban la necesidad de “seguridad interna”. Nuevamente expone el fracaso de los intentos de legislar una normativa legal debido a la oposición de la UCRP.
En el cuarto capítulo, “El desarrollo de un saber antisubversivo local (1962-1966)”, explica la toma de fuerza de la facción azul del arma terrestre, al mando del general Onganía, y la reestructuración del ejército en base a la Doctrina de Seguridad Nacional estadounidense, en detrimento de la doctrina francesa. Se amalgamaron elementos de ambas, institucionalizando el entrenamiento de fuerzas argentinas en EE.UU., y adoptando el concepto de “guerra interna”, definiendo claramente al enemigo como “fuerzas irregulares”.
En el quinto capítulo, “La consolidación del enfoque antisubversivo (1966-1973)”, describe el derrocamiento del presidente Illia, el ascenso del grupo militar y los fundamentos de la lucha anticomunista/marxista, y la sanción de una ley antisubversiva para oficializar ese enfoque en el Estado. Explica además el rol de las fuerzas armadas en cuanto a las manifestaciones populares, que pusieron sobre la mesa cuestiones como el plan de los tres tiempos del gobierno militar. Incluye una explicación sólida para el despliegue directo de fuerzas armadas durante el “Viborazo”.
En el sexto capítulo, “La sistematización de la doctrina contrainsurgente (1966-1973)”, el autor comenta sobre las facciones del arma terrestre, así como también la reacción sorpresiva de las fuerzas ante el Cordobazo, debido a la subestimación de la posibilidad real de una guerra interna, aportando la noción de colaboración entre dirigentes políticos y sectores militares para “la construcción de un marco legal de excepción”. Otro aporte considerablemente interesante es mostrar la concepción castrense del pueblo como terreno de acción de guerra, sumada a la idea de “aniquilamiento” del enemigo, finalizando con la tensión legalidad-ilegalidad en cuanto al accionar militar.
En el séptimo capítulo, “Represión y aniquilamiento de la subversión (1973-1976)”, se explaya acerca de la organización de sectores juveniles, sindicales y combativos en torno al triunfo de Cámpora, limitándose al actor castrense en cuanto a la contrainsurgencia. Detalla la contradicción interna sufrida entre Perón y los sectores de izquierda, con su consiguiente “depuración ideológica” marxista, ante el fracaso del Pacto Social. Suma un aspecto de interconexión muy importante: la habilitación por parte de un gobierno democrático peronista de la acción militar para la seguridad interna, con el Operativo Independencia de Isabel Martínez de Perón, anexando una teoría de violencia “binaria”.
En el octavo y último capítulo, “Ejército y acción represiva en los inicios del terrorismo de Estado (1973-1976)”, Pontoriero analiza la función del ejército en contexto del retorno democrático, el marco del respeto, pero también de tensiones entre quienes abogaban por la lucha contra la subversión interna, y quienes lo hacían contra factores externos mundiales. Argumenta los diferentes motivos por los cuales las Fuerzas Armadas decidieron tomar intervenciones represivas. Caracteriza de manera práctica el proceso de “exterminio y represión” antisubversiva a partir de octubre de 1975. Aporta un interesante marco de conceptualizaciones en las cuales demuestra la tajante transición entre la idea de “guerrillero” hacia la de “subversivo”, “criminal”, o “delincuente”.
En la conclusión, el autor realiza una interesante síntesis acerca de las temáticas e hipótesis abordadas, con su respectiva vinculación entre el abordaje contrainsurgente del ejército y las políticas de defensa de los gobiernos correspondientes al corte cronológico definido, reconociendo lúcidamente los aspectos logrados y las limitaciones propias de la labor investigativa. Remarca finalmente la confluencia entre la represión y la contrainsurgencia.
Considero que el libro de Pontoriero es novedoso, aporta una original vinculación entre los diferentes gobiernos del período 1955-1976, estableciendo líneas de continuidad, mediante un firme análisis comparativo y sistemático (como puede observarse claramente en el Cap. 5, entre los proyectos de Illia y Frondizi), tanto de las políticas de defensa, como en la legislación, entre otros. Es novedosa también la vinculación entre el terrorismo de estado y la noción de guerra, sin asimilar ambos conceptos. Pontoriero entiende que investigar el origen del terrorismo de estado es investigar sobre la guerra, ya que los actores presentes partían de la premisa de estar bajo una contienda bélica, organizando el accionar en base a ello. Interesa también la conexión existente entre los actores militares, políticos y civiles que muestra el autor. Pese a las limitaciones en cuanto a las fuentes, por la destrucción u ocultamiento, reconocidas por el propio autor, el corpus archivístico/documental utilizado es vasto, y su análisis fuertemente extensivo. Es un excelente punto de reflexión y para pensar (y por qué no, repensar) el contacto y continuidad entre períodos de gobierno de facto y democráticos. No tengo duda de que el trabajo de Pontoriero se encamina a convertirse en un clásico de la Historia de la Represión Argentina, haciendo honor a la colección donde fue publicado.