Zagalsky, Paula (2023).
Perú: Banco Central de Reserva del Perú. Instituto de Estudios Peruanos, 314 páginas.
Raquel Gil Montero
Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales, CCT CONICET Mendoza, Argentina.
Obedecer, negociar y resistir es la historia de las enormes transformaciones y persistencias ocurridas en la sociedad indígena del espacio charqueño –el territorio afectado lato sensu por la mita potosina– en el primer siglo colonial. Para poder reconstruir esta historia, la autora recurrió a algunos miradores centrales de la vida regional: los tributos, la mita, las reducciones y la tierra. Se basa en una importante colección documental, específica en lo cronológico y en lo geográfico, que fue analizada desde perspectivas metodológicas novedosas y muy cuidadas. También analiza, incorpora y discute una amplia historiografía dentro de la cual hay algunos autores que han marcado caminos pioneros y también han definido –a veces de forma involuntaria– una suerte de ortodoxia analítica. El libro de Paula Zagalsky circula por aquellos caminos, a veces guiada por los planteos “clásicos”, otras veces dialogando con ellos (con las Huacas) y, otras, haciéndoles algún guiño.
Dentro de este primer siglo colonial, el trabajo se concentra especialmente en el gobierno del Virrey Francisco de Toledo y en las cuatro décadas posteriores. Para ello ofrece, además, una descripción de la situación previa a la llegada del virrey, con referencia a los cambios ocurridos por la conquista. El análisis de este período histórico recorre tres escalas que se alternan en los capítulos: algunos temas son revisitados dentro del espacio virreinal, en particular dentro del espacio charqueño; otros son vistos desde los dominios de la federación Qaraqara; finalmente, otros son analizados desde la perspectiva de la mitad urinsaya o Chaqui, repartimiento de los visisas que habitaban el sur de Potosí, un territorio mucho menos explorado que el del norte. En esta reconstrucción histórica, los kurakas tienen un lugar especial ya que fueron los actores principales –y muy controvertidos– de las prácticas desplegadas por las sociedades indígenas.
El libro tiene muchos aportes, algunos centrados en el caso y de interés para los especialistas y otros más generales que podrían proyectarse a un público más amplio. Es sobre estos últimos que voy a ajustar la reseña. En particular me interesa destacar una contribución que entiendo es relevante: el cuidado con el que la autora especifica, describe y analiza lo que era cada uno de los puntos de entrada de su reconstrucción histórica. Entre otros ejemplos, se puede destacar su análisis pluridisciplinar de cómo se organizaban las unidades sociopolíticas con las que trabaja y cómo fue cambiando dicha organización a lo largo del tiempo; la definición de lo que era una visita y en qué se diferenciaba de la tasa o de las revisitas; o su estudio sobre el tributo y la distinción que había con la mita. Aunque este tipo de análisis podría parecer algo propio de estudios como los desarrollados en el texto, no siempre están presentes, o no siempre se trabaja con tanto cuidado en la crítica a la fuente como en este libro. A continuación, me detendré en algunas muestras.
En el análisis que realiza sobre la organización de las sociedades del territorio que eligió para su estudio, la autora recupera conceptos utilizados tanto por la historia como por la antropología para clasificarlas (grupos étnicos, jefaturas, pueblo, nación, sociedades complejas sin Estado), que muchas veces fueron usados por las y los investigadores sin recuperar la historicidad de estas conceptualizaciones. Así recorre las diferentes formas en que estas sociedades fueron estudiadas para luego proponer algunas definiciones quizás menos categóricas y más descriptivas, pero que distinguen los procesos analíticos contemporáneos y lo que dicen las fuentes. Este ejercicio está muy presente en la actualidad en trabajos que proponen, justamente, un retorno a las expresiones históricas para volver a analizarlas y, de esta manera, recuperar la complejidad de lo que fueron las “traducciones” españolas de las realidades que observaban. Asimismo, intentan dar cuenta de las conceptualizaciones recientes que fueron o siguen siendo útiles, pero que también pueden enmascarar procesos o diferencias que hoy se quieren estudiar.
Otro ejemplo en el que quisiera centrarme es el del análisis que la autora realiza de las llamadas visitas de indios y revisitas, que son las que utilizó en su reconstrucción histórica. Estas fuentes resultan muy relevantes en el libro porque condensan la relación que había entre tributo, mita y reducción en el período estudiado. Visitas y revisitas se parecían en muchos aspectos, razón por la cual fueron estudiadas a menudo como el mismo tipo de fuentes: ambas buscaban conocer los recursos humanos y económicos que había entre sus visitados y tenían un marcado carácter fiscal. Las formas y procedimientos de ambas eran semejantes y fueron el origen de la tasación de los tributos y de los números de la mita. Casi ninguna se ha conservado en su totalidad, sino que han quedado padrones aislados o traslados; o han permanecido las tasas, que eran una fuente derivada de ellas. La autora señala, sin embargo, que había una diferencia muy relevante entre visitas y revisitas que afectaba su contenido. Las visitas se originaron generalmente en iniciativas del gobierno colonial que intentaba “ordenar” fiscalmente la población. Las revisitas, en cambio, fueron solicitadas por las autoridades étnicas, quienes pedían que se hicieran inspecciones argumentando que la caída demográfica estaba dificultando el pago del tributo o el cumplimiento de la mita. Las revisitas, entonces, aunque estaban también filtradas por el deseo ordenador de los funcionarios de la Corona, daban mejor cuenta de las contradicciones, los desajustes y las resistencias producidas por la tentativa de imponer excesivas exacciones y obligaciones coloniales.
Los estudios detallados de las visitas y revisitas, además de los de las tasaciones y de otros documentos relacionados, le permitieron a la autora distinguir dos obligaciones coloniales que han sido consideradas con mucha frecuencia juntas, aunque muestran una significativa divergencia en el tiempo: los tributos y la mita. Ambas obligaciones fueron afectadas profundamente por la caída demográfica de la población indígena en los Andes, ocasionada por las muertes y por las huidas. Sin embargo, aunque el tributo haya sido tasado en forma decreciente y su composición haya ido variando en el tiempo, no pasó lo mismo con la obligación de la mita que se transformó en una carga que tuvo mucho menos margen de negociación. Hubo, sin embargo, un importante cambio en esta obligación que fue la posibilidad de conmutación por dinero, la llamada “mita de plata”, transformación ocurrida en forma muy variable en Charcas.
Otro de los temas centrales que toca el libro y que ha sido relevante para una amplia historiografía es el de las transformaciones que sufrió el acceso a la tierra. El libro da cuenta, a partir del estudio de caso, tanto de las implicancias que tuvieron las reducciones toledanas en la reconfiguración del territorio, como también las que tuvieron las encomiendas. A partir de estos procesos, entonces, se puede observar cómo se “liberaron” tierras que fueron luego ocupadas por españoles y legalizadas a partir de las composiciones o a través de otros artilugios, a la vez que se transformaron las que fueron unidades sociopolíticas prehispánicas dividiendo territorios antes dominados por un solo colectivo. Pero las encomiendas no solamente generaron fragmentación y segmentación de federaciones, jefaturas o mitades, sino que también dieron lugar a la reconfiguración y creación de nuevas identidades étnicas que se cristalizaron en los pueblos de reducción. Estos han sido temas muy trabajados por la historiografía pero que, sin embargo, siguen teniendo aspectos poco conocidos a los que el libro aporta. Para poder navegar por estos temas complejos, el libro suma una cartografía que orienta al lector y que es de muy buena confección.
Obedecer, negociar y resistir se origina en la tesis doctoral de Paula Zagalsky, defendida en 2011, modificada y corregida para ser publicada como libro en 2018, cuando comenzó el proceso editorial. Esto se refleja en las referencias bibliográficas que culminan, justamente, en ese año, lo que explica algunas omisiones. El libro se inscribe en una corriente que, podríamos decir, está revisitando temas clásicos con nuevas miradas, aprovechando la riqueza de los textos previos, de las ideas desplegadas en torno a los Andes, de recientes metodologías y de las tecnologías que las hacen posibles. Además de la incorporación de nuevas miradas, fue probablemente el abordaje de una región mucho menos conocida (la del sur potosino) realizada a partir de un importante conjunto de fuentes cronológicamente centradas el que le permitió su contrapunto con la “ortodoxia”. Es de celebrar la incorporación de nuevas perspectivas que se observa en el libro –y en la corriente en la que navega– que está repensando muchos de los grandes problemas planteados hace más de cuarenta años por aquella rica y densa historiografía que hoy podríamos llamar clásica.