Gil Montero, Raquel y Salinas, María Laura (Eds.) (2023).
Resistencia: Instituto de Investigaciones Geohistóricas (IIGHI), 278 páginas.
Lía Guillermina Oliveto
PROHAL, Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, UBA-CONICET, Argentina.
El objetivo del libro es analizar las relaciones laborales en las que se vieron inmersas las poblaciones indígenas de la jurisdicción de la Real Audiencia de Charcas en el siglo XVII. Para clarificar ese panorama, resultó indispensable partir de una cuidadosa sistematización acerca de la tributación y otras obligaciones coloniales que se exigieron a los nativos, particularmente en trabajo. La investigación se centra, como señala el título, en un tipo documental concreto, la visita de indios. Específicamente, las tres realizadas en la segunda mitad del siglo XVII y que, en conjunto, reconocieron casi la totalidad de la jurisdicción. Estas son la realizada por Garabito de León a las Gobernaciones de Paraguay y de Buenos Aires (aunque solo visitó Corrientes y Santa Fe) entre 1650 y 1653, la ordenada por el virrey Duque de La Palata a Charcas (que fue más amplia pero los padrones que sobrevivieron fueron los charqueños) confeccionada por los corregidores de cada provincia entre 1683 y 1685, y la llevada a cabo por Martínez Luján de Vargas a la Gobernación de Tucumán entre 1692 y 1694.
En los dos primeros capítulos se trabaja sobre las visitas como documento y sobre los contextos de producción. En el primero, Fernando Pozzaglio se aboca al análisis de aspectos formales y materiales como el papel, la tinta, los sellos y la caligrafía. Asimismo se enfoca en los responsables directos de los documentos, los escribanos o escribientes que produjeron los padrones y documentos anexos. En el segundo capítulo Raquel Gil Montero, María Laura Salinas, Roxana Boixadós y Judith Farberman analizan las visitas como performance para lo cual explicitan los objetivos de cada una, la composición de las comitivas visitadoras como verdaderas teatralizaciones del poder, los recorridos de los visitadores en los territorios, los tipos y contenidos de los documentos que las compusieron. Además, contextualizan a cada visita a partir de la caracterización general de la economía de cada espacio, situando el análisis de las relaciones laborales en lo que la historiografía ha señalado como la característica fundamental del siglo XVII: las migraciones indígenas y sus consecuencias. Más allá de las diferencias, los territorios visitados tenían una común necesidad de incrementar la mano de obra para cubrir los requerimientos productivos rurales, el mantenimiento de la infraestructura urbana y los servicios en las casas de los españoles. Cómo se organizó esa mano de obra, bajo qué formatos y relaciones con los españoles y en qué medida se articularon con la tributación son las cuestiones que se tratan en los dos capítulos siguientes, contribución principal de esta obra.
En el tercer capítulo las autoras exponen y debaten acerca de la complejidad metodológica que implica indagar en las relaciones laborales a partir de un corpus documental articulado por categorías fiscales, que fue elaborado por diferentes personas en contextos históricos disímiles y según objetivos distintos. El principal escollo está dado por la heterogeneidad de las categorías fiscales bajo las que fueron inscriptos los indígenas (se identificaron más de 50), con el agravante de un uso no uniforme de estas. Frente a las complejidades derivadas de la existencia de diferentes instituciones que viabilizaron la sujeción laboral indígena en cada espacio local y de la implementación dispar de instituciones homónimas, las autoras proponen establecer un diálogo entre las visitas como herramienta principal en la investigación. La metodología desarrollada implicó, por un lado, establecer las semejanzas y diferencias en los formatos del trabajo indígena en cada espacio visitado, independientemente de las categorías utilizadas por los visitadores. Por otro lado, conllevó el análisis del uso local de cada una de las categorías en articulación con las interpretaciones y debates historiográficos que cada nomenclatura suscitó. Estos procedimientos metodológicos permitieron visualizar formatos laborales y obligaciones coloniales que las categorizaciones ocultaban, enriqueciendo el análisis histórico al hacer aflorar particularidades tanto como situaciones comunes inscriptas o no bajo las mismas categorías. Para ello, las autoras dan cuenta de las obligaciones de tributo y de mita, distinguiendo sus formatos en los espacios rurales y en los urbanos, vislumbrando también una diversidad de situaciones. Luego, presentan las múltiples formas del servicio personal, recibieran o no ese apelativo. Así las autoras hacen emerger una serie de instituciones diseñadas para la apropiación del trabajo indígena en un espectro que iba desde el tributo en su forma clásica (en dinero o en sus equivalentes en especies y en trabajo) hasta la servidumbre, independientemente del nombre con que apareciera registrada.
En el cuarto capítulo las autoras se adentran en otro tema fundamental de la historiografía colonial americana, es decir, las encomiendas, para analizar su perduración y singularidades en la segunda mitad del siglo XVII. Así la visita de La Palata muestra que del total de los empadronados solo un 2% eran “indios de encomienda”, sin embargo en algunos corregimientos la categoría tenía cierto peso relativo. En contraste, en Tucumán y Paraguay el régimen de encomiendas seguía teniendo una amplia vigencia en la distribución y explotación del trabajo indígena, donde incluso hubo cierta revitalización de la institución asociada, sobre todo, con las consecuencias de las entradas al Chaco y del final de las guerras calchaquíes.
En el quinto capítulo, Fátima Valenzuela y Matías Álvarez problematizan la existencia y tributación de afrodescendientes libres que no fueron incluidos en las visitas porque no eran indígenas pero que compartieron los espacios laborales con ellos. Los autores indagan acerca del pago de tributo por parte de los llamados mulatos libres (aunque también recibieron otros apelativos) a partir de tres tipos de fuentes: los pocos y pobres padrones específicos que los registraron, los ingresos de las cajas reales y expedientes judiciales. Este capítulo contribuye a mostrar que el universo de los tributarios y de la mano de obra en el ámbito rural no estuvo formado solo por indígenas sino también por afrodescendientes sujetos al mismo tipo de condiciones de vida que los indígenas.
La obra presenta una nueva cartografía histórica así como cuadros que sistematizan la información relevada de las tres visitas. En un total de 10 mapas se ubican las zonas visitadas, los recorridos de los visitadores y las encomiendas. También se grafican distintos elementos por visita como las categorías de adscripción o ciertos datos sobre las encomiendas. Los aspectos cuantitativos se presentan en seis cuadros con la población empadronada en cada visita, los tipos y cantidad de encomiendas, la cantidad de tributarios y lo hallado sobre mulatos.
Este novedoso libro recoge así un enorme trabajo que constituye un gran aporte a la historia del mundo del trabajo en la segunda mitad del siglo XVII en el virreinato del Perú que, gracias al diálogo entre las visitas, permitió observar la jurisdicción de la Audiencia de Charcas en su conjunto, algo muy difícil de realizar dada la inexistencia de fuentes que la consideran en su totalidad. Sin dudas, una contribución importante es la problematización de las relaciones laborales signadas por la coacción aun cuando todos los empadronados eran legalmente libres. La investigación verifica la existencia de un universo laboral formado por un abanico de posibilidades desde trabajadores indígenas independientes que subcontrataban mano de obra (como los oficiales artesanos en las ciudades charqueñas) a servidumbre de por vida y heredable. Sin embargo, se propone que las relaciones de servidumbre predominaban en las gobernaciones de Tucumán, Buenos Aires y Paraguay y eran todavía muy relevantes en Charcas (aun cuando afectaban al 12% de los empadronados). Gran parte de estas relaciones laborales estaban mediadas por la encomienda que se manifestaba, así, como un eufemismo para la servidumbre. En ese sentido, todo el libro es una invitación a problematizar el binomio excluyente libertad-servidumbre basándose en la condición jurídica de las personas.
De este modo el libro logra trascender las barreras artificiales que han cimentado su abordaje por las historiografías del Tucumán, del Charcas nuclear y del Paraguay y Río de la Plata por separado. Por ello esta obra es de lectura necesaria, y no solo por los temas que principalmente investiga sino por los debates metodológicos que plantea y los campos disciplinares que integra. La obra es de lectura recomendable también por las pistas que presenta sobre temas que no son el interés central pero que están en sus páginas como la evolución de las categorías fiscales desde las disposiciones toledanas en adelante, las encomiendas, las novedades asociadas a las migraciones (voluntarias y forzadas), la presencia de los indígenas en las ciudades o la evolución de los tributos. Adicionalmente, en cada capítulo, al desarrollarse cada uno de los ejes de análisis referido a cada uno de los espacios visitados, se reseñan las investigaciones antecedentes principales sobre cada uno, siendo así una excelente hoja de ruta para abordar las áreas de estudio menos conocidas para los lectores especializados en las otras regiones.
Evidentemente, la obra se nutre del profundo conocimiento que las editoras y principales autoras poseen sobre la historiografía (de la que también son autoras fundamentales) y, por supuesto, sobre las fuentes referidas a cada uno de los espacios visitados. El libro, que puede descargarse gratuitamente de la página del Instituto de Investigaciones Geohistóricas (CONICET/Universidad Nacional del Nordeste), invita a sumergirse en el diálogo entre las visitas coloniales para conocer sus análisis en detalle, para continuar el diálogo y enriquecer otras investigaciones sobre el siglo XVII americano.