Goldman, Noemí y Lomné, Georges (2024).
Madrid: Casa de Velázquez, 267 páginas.
Alejandro Pautasso
Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, UBA-CONICET, Argentina.
Lenguajes de la república. Historia conceptual y traducción en Iberoamérica (siglos XVIII y XIX) es el resultado del análisis y reflexión del grupo “Traducción y Transferencias conceptuales (siglos XVIII y XIX)” del proyecto Iberconceptos. Los capítulos que conforman el volumen editado por Noemí Goldman y Georges Lomné reúnen las contribuciones de los miembros del grupo presentadas y debatidas en el coloquio internacional –titulado igual que el libro– que tuvo lugar en febrero del año 2018 en la Casa de Velázquez.
La intención de estos trabajos consiste en establecer un diálogo entre dos campos historiográficos, la historia conceptual y la historia de la traducción, a partir del análisis de la conformación del lenguaje republicano en Iberoamérica entre mediados del siglo XVIII y del último tercio del siglo XIX. Este arco temporal tiene su ascendencia en los análisis de la Begriffsgeschichte, coincidiendo en el caso iberoamericano con el momento del laboratorio constitucional y de reconfiguración de los lenguajes políticos y los conceptos históricos fundamentales. Por su parte, la dimensión espacial es heterogénea debido a la naturaleza de los procesos de traducción, por lo cual los capítulos discurren por diversas geografías europeas (España, Francia e Inglaterra) e hispanoamericanas (el Río de la Plata, Chile, la “Gran Colombia”, el Alto Perú y Perú).
El libro pone el foco en la traducción como una instancia de construcción, configuración y composición del sentido de los conceptos que conforman el lenguaje republicano, sin descuidar los procesos de dislocación y transformación del significado. Para desarrollar este análisis, se despliegan múltiples enfoques del término traducción. Como mínimo dos nociones se destacan. Por un lado, se aborda la traducción desde la faceta intralingüística, concebida como una instancia interpretativa dentro de una misma comunidad idiomática, y, por el otro, desde la interlingüística, entendida como el proceso por el cual se expresa en una lengua lo que se enuncia originalmente en otra. Así, los capítulos transitan un diverso arco de lenguas: el español, el francés, el inglés, el portugués, el latín, el vascuence, el aimara, el guaraní y el quechua. Además, el libro trasciende la faceta discursiva y lingüística para incluir otras dimensiones que son consideradas insoslayables para entender el vínculo entre el desarrollo histórico de los conceptos y el rol de las traducciones: la circulación, el papel de los mediadores (autores, traductores, editores, publicistas, políticos, filósofos, entre otros), los soportes materiales como condición ineludible de la traslación textual (libros, panfletos, cartas, periódicos, constituciones políticas) y la recepción (el público, la cultura y el contexto).
Las perspectivas que el libro explora, tanto desde la historia conceptual como desde la traducción, debaten con ciertos enfoques arraigados en el campo de la historia intelectual. En primer lugar, cuestiona la noción de que los modelos políticos, textos constitucionales y las ideas republicanas se proyectan desde un centro (Europa) hacia una periferia (Hispanoamérica). En segundo lugar, polemiza con la metodología que aborda la circulación de ideas y modelos bajo las categorías de imitación y/o desviación respecto del original. Esta aproximación omite el contexto, los actores y la cultura tanto de producción como de recepción. En tercer lugar, discute el análisis de la producción, circulación y recepción que no tiene en cuenta los soportes materiales como condición de posibilidad de estos procesos. Por último, pone en tela de juicio los enfoques que omiten la relevancia de la traducción intra e interlingüística como mediación entre la producción de un texto y su recepción en un tiempo y espacio diferente.
Estas críticas se reflejan en los interrogantes que atraviesan el libro de forma transversal: ¿cómo operan las estrategias de traducción en la configuración de los conceptos? ¿Cuáles son las condiciones de posibilidad culturales, sociales y políticas para traducir un concepto? ¿Cómo impacta el nomadismo y la circulación de los conceptos políticos en los procesos de resemantización? ¿Cómo se interpreta la acción de traducir conceptos sociopolíticos? Estas preguntas evidencian que la traducción conceptual involucra más aristas que solo la discursiva.
Hasta aquí se ha abordado el libro desde sus fundamentos, enfoques y problemas. No obstante, se puede ahondar en los aportes del libro al examinar los cuatro apartados en los que este se divide, que en total suman diez capítulos. La primera sección, El horizonte republicano de la traducción, reúne tres capítulos. El primero, a cargo de Georges Lomné, analiza el papel que jugaron los publicistas hispanoamericanos como traductores en el territorio de la Gran Colombia entre fines del siglo XVIII y mediados del siglo XIX. El autor analiza el modo en que los publicistas tradujeron y adoptaron tanto la tradición del republicanismo romano como de la nueva ciencia política europea y norteamericana para hallar nuevas coordenadas y normativas que permitieran erigir los gobiernos posindependentistas. El capítulo siguiente pertenece a Noemí Goldman quien estudia la circulación y las cuatro traducciones a la lengua española del libro Essai sur les garanties individuelles de Daunou como insumo para una polémica que tuvo lugar en la década de 1820 en Hispanoamérica. Esta giraba en torno a cómo hacer que el poder público asegurase las “garantías individuales” de los ciudadanos. Frente a este interrogante, Daunou sostenía que la libertad de culto era fundamental, lo cual abrió un dilema para la cultura católica hispánica en torno a cómo incorporar este principio sin renunciar a la religión. El último capítulo de este apartado pertenece a Gonzalo Capellán quien estudia la circulación y las traducciones de La esclavitud moderna de Lamennais en el mundo iberoamericano a partir de 1840. La traducción al español del texto del filósofo francés contribuyó a dotar al concepto de “pueblo” de un aura positiva, puesto que éste pasó a ser caracterizado como virtuoso y oprimido simultáneamente; mientras que identificó la idea de “otro” u “enemigo” en una clase privilegiada tiránica, opresora y explotadora del pueblo, que lo reducía a la esclavitud.
La segunda sección del libro, Adaptaciones: las traducciones en lenguas indígenas y regionales, consiste en dos capítulos. El primero reúne especialistas en guaraní, aimara y quechua, junto con estudiosos del lenguaje republicano, para analizar cómo fue traducido el decreto de la supresión de la mita y otros servicios promulgado por la Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas de 1813. Capucine Boidin, Joëlle Chassin, Noemí Goldman y César Itier analizan y comparan las tres traducciones para dar cuenta del modo en que la traslación del español a las lenguas amerindias de la modernidad política –como por ejemplo el concepto de “ciudadano”– estuvo doblemente condicionado. Por un lado, por los procesos históricos y estructuras socioculturales particulares de cada comunidad indígena; y, por el otro, por el repertorio conceptual disponible en las lenguas indígenas, teniendo que adaptar y crear asociaciones para construir la traducción. El otro capítulo aborda lo que Javier Esteban Ochoa de Eribe considera un vacío historiográfico: el estudio de las lenguas regionales. Su trabajo indaga en las cartillas constitucionales en euskera (Guipúzcoa, 1820), poniendo en evidencia el contraste entre la construcción de un universo político original, abstracto y público, pero atravesado por un contexto de discursos políticamente conservadores y reaccionarios.
La tercera sección del libro, Mediaciones: actores y soportes, abarca el momento inaugural de las repúblicas hispanoamericanas haciendo hincapié en las dimensiones materiales de la circulación de textos, en la importancia de identificar quiénes son los traductores y en las estrategias de traducción como portadoras de intenciones. El primer capítulo escrito por Susana Gazmurri Stein despliega su estudio sobre la función de la traducción en la prensa chilena en los albores republicanos (1812-1830). Su análisis descubre que la traducción en la prensa se correspondía con una selección de fragmentos y adaptaciones (libres) de textos que abarcaban un amplio espectro temático, desde la filosofía política hasta la educación. La intención de los letrados era adoptar y publicar ideas políticas que legitimasen la empresa revolucionario republicana. El otro capítulo, a cargo de Alejandra Pasino, analiza la traducción de Les inconvéniens du célibat de Gaudin realizada en 1815 en Londres con la intención de ser distribuida en el Río de la Plata. La autora analiza las estrategias de traducción, recuperando los interrogantes propuestos por Peter Burke para analizarla desde la historia cultural: ¿qué se traduce? ¿qué estrategias se usan? ¿qué intenciones subyacen a la traducción?
Por último, la cuarta sección, Recepciones: lecturas y contextos, explora el nuevo tejido del lenguaje republicano hacia mediados del siglo XIX, cuando este se vinculó a los conceptos de “democracia” y “liberalismo”. Los tres capítulos hacen hincapié en pensar la traducción desde un enfoque pragmático, interpretativo y atento a la recepción. Víctor Samuel Rivera aborda lo que denomina como el “momento Tocqueville” para Perú, analizando el modo en que la obra De la démocratie en Amérique tuvo dos facetas diferenciadas en su recepción, pero que alteraron el lenguaje republicano entre 1837 y 1860. Desde lo que el autor denomina como una traducción pragmática, Tocqueville pasó de ser considerado un “impresentable” monárquico a brindar un remedio para “hacer efectiva la república”. La noción de “asociación” y “asociado”, junto con el sintagma de “estado social” fueron elementos claves que se incorporaron al lenguaje republicano. Luego, el capítulo de Ana Isabel González Manso explora la traducción y recepción del libro de Lamennais, Paroles d’un croyant (1834), en España. El éxito de la obra pareció responder no solo a la rentabilidad de los editores, sino también a las expectativas del público lector en un contexto atravesado por el desarrollo de un incipiente liberalismo progresista y democrático que requería conciliar los principios políticos con la fe religiosa. Por último, el libro concluye con un estudio que Darío Roldán realiza sobre la lectura e interpretación que Esteban Echeverría hizo de la teoría de la soberanía de la razón de François Guizot, la cual se plasma en su obra Código o declaración de los principios que constituyen la creencia social de la República Argentina (1839).
Una vez repasados las contribuciones de los capítulos al volumen, se puede establecer un balance sobre los aportes que el libro arroja para la historia conceptual desde una perspectiva que hace hincapié en la traducción en sentido amplio. En primer lugar, el libro pone en evidencia que la traducción implica un proceso de innovación y creatividad en el sentido de los términos. De este modo, los procesos de traslación y recepción, con sus diversas estrategias, contribuyen a densificar conceptos y lenguajes de por sí polisémicos. En segundo lugar, a lo largo del período que el volumen abarca, las normativas en la traducción aún no se habían cristalizado, lo cual se manifiesta en el hecho de que las traducciones suelen regirse por amplios márgenes de libertad, y esto explica las reconfiguraciones y adaptaciones de los significados. En tercer lugar, frente al dilema que enfrenta el historiador, entre optar por estudiar el contexto de producción o el proceso de recepción, estos estudios brindan una alternativa. Un objeto de estudio como el lenguaje republicano analizado a través de la traducción requiere incorporar ambas dimensiones para comprender qué sucede en la traslación de conceptos entre sociedades dispares y cómo lo hace. Para esto es insoslayable abordar la dinámica de la producción como la de la recepción pues habilita un punto de comparación para valorar qué se ha modificado y qué ha permanecido. En cuarto lugar, los capítulos abordan los conceptos como nómades, lo cual revela que el lenguaje republicano tiene una dimensión que trasciende las expresiones locales y regionales para abrir camino a pensar cómo la traslación y traducción entre espacios y tiempos contribuye a conformarlo y transformarlo. Por último, el libro explora la metáfora subyacente del historiador como traductor en tanto y en cuanto indaga en el pasado con la intención construir una explicación para un presente que tiene coordenadas difícilmente homologables a ese país extraño y pretérito.