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Enfermedades argentinas. 16 historias

Armus, Diego (ed.) (2024).
Buenos Aires: FCE, 497 páginas.

Magalí Pérez

INP “Dr. Mario Fatala Chaben” – ANLIS “Dr. Carlos G. Malbrán” / IDAES-UNSAM, Argentina.

¿Tienen pasaporte las enfermedades? Diego Armus parte de esta pregunta para dar inicio a este volumen que reúne 16 artículos, cada uno dedicado a la biografía de una patología en un tiempo y lugar concreto de la Argentina. El enfoque sociocultural de la historia de la salud, enfermedad y atención que Armus ha desarrollado en varios de sus trabajos anteriores propone aquí la biografía como análisis situado, como respuesta ante la idea de las enfermedades como sucesos transhistóricos que pueden leerse de manera desacoplada a las sociedades que las padecen. La biografía plantea entonces un enfoque en el que las enfermedades son consideradas como construcciones sociales que adquieren sentido a partir de su definición mediante procesos cognitivos, culturales y tecnológicos.

La lectura permite un acercamiento sintético pero profundo al devenir de cada enfermedad en el país. Se trata de artículos escritos por especialistas con una importante trayectoria en el campo académico, que presentan encuadres específicos para el estudio de cada patología y que parten de agendas de investigación no siempre coincidentes, lo que resulta en una gran riqueza y diversidad. Algunas enfermedades, como la gripe española, surgieron de manera abrupta; otras, como el Chagas, persistieron silenciosamente durante décadas. Algunas, como la fiebre amarilla, permanecieron en la memoria colectiva; mientras que otras, como la neurastenia, desaparecieron incluso de los libros. La mirada de conjunto que brinda el libro permite un recorrido por la historia argentina en sus aspectos socioculturales, médicos, científicos, político-institucionales y, al mismo tiempo, por la historia de la salud y la enfermedad en tanto rama de la historiografía. A continuación, se presentan los temas y problemáticas centrales recopilados en el libro.

El primer capítulo, “El cólera. Modernidad esperada y fantasmas del pasado”, de Ricardo González Leandri, analiza el impacto del cólera en Argentina, destacándolo como una enfermedad moderna e internacional debido a su relación con la interdependencia y movilidad mundial. Asimismo, examina su influencia en la consolidación de la medicina y la institucionalización del Estado en materia sanitaria, sentando las bases para el desarrollo de futuras políticas de salud pública.

Siguiendo esta línea de análisis, en el segundo capítulo, “Un virus, Una epidemia, un mosquito: breve historia (y memoria) de la fiebre amarilla en Argentina”, Maximiliano Fiquepron se centra en la epidemia de fiebre amarilla de 1871 y su impacto en la memoria colectiva. Allí concluye que, aunque su impacto fue menor en comparación con otros países, se mantiene en la memoria como un suceso de excepcional dramatismo.

Por otro lado, el tercer artículo, “Neurastenia y neurasténicos en Buenos Aires, 1880-1907”, de Mauro Vallejo, analiza la expansión de la neurastenia como un diagnóstico ampliamente popular, pero con una base científica limitada. El autor explica que su auge se debió a la capacidad de la neurastenia para definir un conjunto difuso de malestares vinculados a la vida en la ciudad moderna y a la proliferación de productos terapéuticos como jarabes y tónicos que fueron insistentemente publicitados en la prensa porteña.

Antonio Carbone y Matías Ruiz Díaz examinan en “La ciudad y las ratas. La epidemia de peste bubónica en Rosario y Buenos Aires, 1900”, la llegada de la peste bubónica a Argentina en un contexto de creciente interconexión sanitaria. Los autores vinculan la propagación de la enfermedad con el comercio global y analizan cómo el enfoque sanitario evolucionó desde el higienismo hacia la bacteriología, marcando un cambio en la manera de enfrentar las epidemias.

Este cambio de paradigma también se observa en el quinto capítulo, “La gripe española en Argentina, 1918-1919”, de Adrián Carbonetti, donde se analiza la respuesta social y gubernamental ante la enfermedad. A partir del estudio de la prensa de la época y la revisión de la mortalidad por regiones, el autor concluye que las políticas sanitarias nacionales fueron ineficaces y fragmentadas, fundamentalmente por la construcción de respuestas desde la capital sin tomar en consideración variables y particularidades locales.

En esta misma línea en relación con políticas sanitarias, el capítulo “Un enemigo menos: la campaña contra el paludismo en Argentina, 1890-1950”, de Eric Carter, examina el proceso de auge y erradicación del paludismo. Carter destaca el papel de factores políticos, cognoscitivos y los avances en el conocimiento entomológico y técnico en la definición del problema y la formulación de estrategias de combate. Asimismo, resalta la importancia de la incidencia política de las elites norteñas en el posicionamiento del paludismo como problema nacional.

Por su parte, María Silvia Di Liscia, en “La larga historia de la viruela y su vacuna”, explora las dimensiones sociales y culturales de esta enfermedad, abordando tres aspectos fundamentales: los intentos de inmunización a través de la inoculación de virus humanizados; el particular dramatismo que conllevó esta enfermedad para las poblaciones originarias; el trabajo pedagógico y educativo que demandó la difusión de la vacuna y, finalmente, los avatares epidemiológicos y de la vacunación hasta que se logró la erradicación.

El vínculo entre la ciencia, la cultura y las representaciones sociales también aparece en el artículo “Crecimiento maligno. Cáncer, biología y cultura urbana en Argentina”, de Yolanda Eraso. La autora recorre los hitos científico-médicos en la investigación del cáncer, los diferentes tipos de prácticas que propiciaron y las causalidades construidas en torno a hábitos y costumbres sociales. Destaca la identificación de la vida moderna como causante del cáncer, el rol de organizaciones civiles en el apoyo a los enfermos y sus familias y el diagnóstico temprano como la mejor propuesta terapéutica que generó corresponsabilidad médico-paciente.

En el ámbito laboral, el artículo “Las enfermedades cardiovasculares en el mundo del trabajo, 1900-1950”, de Pablo Maddalena y Karina Ramacciotti, examina el proceso de reconocimiento de las enfermedades cardiovasculares (ECV) como enfermedades profesionales. Durante las primeras décadas del siglo XX, cuando comenzó a surgir una preocupación política en torno a este tema, su reconocimiento enfrentó obstáculos debido a la dificultad de establecer una relación causal entre estas patologías y las condiciones laborales. Con la llegada del peronismo, las ECV comenzaron a ser consideradas enfermedades incapacitantes, lo que impulsó la implementación de políticas de rehabilitación y reincorporación laboral. No obstante, los autores destacan que muchas de las demandas de los trabajadores afectados aún no han sido resueltas, lo que pone de manifiesto la complejidad y vigencia del vínculo entre salud y derechos laborales.

María Luisa Múgica, en “El mal de Venus. Sífilis, sexualidad y cultura”, estudia la construcción de la sífilis como problema universal que canalizó temores y estigmas sociales. La autora muestra que la sintomatología atribuida a la sífilis fue sumamente amplia y borrosa y, en consecuencia, la terapéutica estuvo signada por la incertidumbre social y médica. Además, la sífilis fue vinculada a prácticas sexuales consideradas inapropiadas, especialmente a la prostitución, y su abordaje situó a los varones como los principales destinatarios de la educación sexual. Esta asignación diferenciada de responsabilidades implicó una visión sesgada de la enfermedad y contribuyó a reforzar las desigualdades de género.

Desde otra perspectiva, en “Tiempos de polio: entre alcanfor, vacunas y muletas”, Daniela Testa reconstruye la historia de la poliomielitis, analizando tanto las prácticas de salud populares como la emergencia de organizaciones civiles destinadas al apoyo a enfermos y sus familias, la implementación de vacunas y programas de rehabilitación. El énfasis de la autora en la actualidad del problema abre un interesante diálogo entre el presente de la enfermedad y el rol de la historia de la salud.

En “La tuberculosis: de la tisis pulmonar a la enfermedad de los más vulnerables”, Diego Armus examina la evolución histórica y social de la tuberculosis, comparando su significado antes y después de la introducción de la vacuna BCG y los antibióticos. Además, profundiza en su reemergencia en el contexto actual debido a la resistencia bacteriana, la epidemia de VIH y el aumento de la pobreza, resaltando las dificultades persistentes en su prevención y tratamiento. En este sentido, enfatiza cómo las desigualdades socioeconómicas continúan influyendo en la distribución y el impacto de la enfermedad, pese a los avances científicos.

En el capítulo “La larga y silenciosa marcha de la enfermedad de Chagas”, Juan Pablo Zabala analiza el recorrido de esta enfermedad, desde su asociación inicial con la ruralidad hasta su actual consideración como un problema urbano y global. El autor examina los principales hitos científico-médicos y su impacto en la definición de la enfermedad, así como en las políticas sanitarias adoptadas en consecuencia. A través de este estudio, plantea la paradoja entre la relevancia del Chagas en el discurso público y el limitado compromiso en la implementación de políticas sanitarias efectivas.

Por otra parte, en “Una larga epidemia: cuarenta años del VIH y del SIDA en Argentina”, Fedra López Perea reconstruye los hitos biomédicos de esta enfermedad, desde su descubrimiento y los primeros diagnósticos hasta los significativos avances recientes en pruebas diagnósticas y tratamientos. La autora propone un recorrido histórico que entrelaza diversas temporalidades: la de la biomedicina internacional, la de la política nacional y la de los organismos de la sociedad civil, junto con las experiencias y demandas de los pacientes. Su investigación destaca que, a pesar de los avances terapéuticos, las dificultades en la cobertura sanitaria han persistido a lo largo del tiempo.

El penúltimo artículo, “De la endemia a la epidemia: el dengue al despuntar el siglo XXI”, de Adriana Álvarez, examina el auge del dengue como un problema sanitario global. La autora explica que, antes de ser considerada una epidemia, la enfermedad ya estaba presente, pero su propagación se veía limitada por las campañas de fumigación dirigidas al control del paludismo y la fiebre amarilla. En su análisis sobre la consolidación del dengue como una cuestión de salud pública, Álvarez destaca el papel de los medios de comunicación en la construcción de la percepción del riesgo y la generación de temor. Asimismo, subraya la ausencia de un enfoque integral que contemple factores socioeconómicos y ambientales, más allá del control vectorial.

Finalmente, en “Los males del comer y del no comer”, Ángela Aisenstein analiza la relación entre alimentación y salud. Su estudio se enmarca en la transición demográfica, epidemiológica, nutricional y alimentaria que ha experimentado la población argentina en las últimas décadas, un proceso relativamente reciente que ha dado lugar a nuevos problemas de salud, como la anorexia y la obesidad. En este contexto, la autora destaca el impacto de los medios de comunicación y las redes sociales en la construcción de ideales corporales y en la patologización de determinadas prácticas alimentarias.

En definitiva, este volumen constituye un aporte valioso para la historiografía de la salud y la enfermedad en Argentina. La variedad de enfoques y casos analizados lo convierte en una obra de interés tanto para especialistas como para investigadores de diversas disciplinas.