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Defensa e intereses marítimos. Un estudio acerca de la influencia de la Primera Guerra Mundial en la Armada Argentina (1914-1928)

Desiderato, Agustín Daniel (2023).
Buenos Aires: Teseo Press, 292 páginas.

Germán Soprano

CONICET-Instituto de Investigaciones Gino Germani, Universidad de Buenos Aires, Argentina.

En poco más de diez años, la historia de la guerra o la historia social y cultural de la guerra ha comenzado a renovar nuestros conocimientos acerca de las relaciones entre las dimensiones políticas, sociales y culturales de las guerras y las fuerzas de guerra, de las perspectivas y experiencias de los combatientes y no combatientes en y sobre las guerras, de acontecimientos y procesos bélicos locales, nacionales y regionales ocurridos en el Río de la Plata y Argentina en los siglos XIX y XX en sus inscripciones o conexiones globales o trasnacionales. Por razones que no podremos explicitar aquí por limitaciones de espacio, esta prolífica renovación, influida por el giro social, cultural y global de la disciplina histórica, se ha desarrollado como una alternativa y en ocasiones en oposición a la tradicional historia militar. También es dado constatar que puso su foco de interés en las fuerzas de guerra terrestres del siglo XIX –ejército de línea, milicias, guardias nacionales, montoneras, indios amigos y enemigos– y del siglo XX –el Ejército Argentino–, desatendiendo el análisis de las fuerzas de guerra navales y la Fuerza Aérea.

En este panorama, Defensa e intereses marítimos… se destaca por alcanzar un enfoque comprehensivo construido desde los aportes de la historia social y cultural de la guerra, la historia global, la historia marítima y naval. De allí que busque establecer interlocución con la obra de referentes de la historia social y cultural de la Primera Guerra Mundial como John Horne, Annette Becker, Antoine Prost, Jay Winter o Daniel Ute, con la de quienes reconocieron sus derivas en América Latina como Oliver Compagnon, María Inés Tato o Stefan Rinke, con los cultores de la historia marítima global como John Hattendorf, Amélia María Polónia da Silva y María Fusaro e historiadores navales argentinos como Humberto Burzio, Laurio Destéfani y Guillermo Oyarzábal. En relación con este último podría decirse que Desiderato afrontó el desafío de producir una historia de la Armada Argentina desde 1914 hasta 1928 tomando la posta allí donde Oyarzábal la dejó al concluir su libro sobre los marinos de la generación del ochenta.

Los seis capítulos de Defensa e intereses marítimos… aportan conocimientos sobre el papel de la Armada Argentina en el diseño de la política de defensa nacional en las tres primeras décadas del siglo XX, sus capacidades institucionales, humanas y materiales, la influencia que tuvieron en ella las marinas de guerra de otros países, la conflictiva relación de la conducción de esa Fuerza con la dirigencia política, sus posicionamientos ante la Primera Guerra Mundial y los países beligerantes y los saberes profesionales de los oficiales navales acerca de la estrategia y la guerra naval contemporánea. Veamos esto con más detalle.

El capítulo 1, “Hombres, medios y recursos”, presenta un diagnóstico de las misiones y capacidades de la Armada Argentina en el cambio del siglo XIX al XX en un escenario regional de rivalidades con Chile y Brasil que demandaba considerables esfuerzos para sostener las aptitudes de combate de sus escuadras de guerra. Los oficiales navales argentinos esperaban que la flota –con sus acorzados, cruceros, destructores, torpederos, cazatorpederos y buques auxiliares– estuviera en condiciones de afrontar un conflicto bélico contando con capacidades materiales superiores a las del rival más poderoso. Como demuestra Desiderato, la sanción de la ley 6.283 de 1908 era una iniciativa orientada en ese sentido, pero que no se concretó plenamente debido a las restricciones aplicadas por los países beligerantes a la exportación de material bélico durante la Primera Guerra Mundial. Esta última no sólo tornó patente a la reflexión de los oficiales argentinos su dependencia respecto de la fabricación de buques de guerra en países como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia y España, sino también las limitaciones impuestas a la operatividad de la flota por el consumo del carbón mineral británico, cuestión que acabaría impulsando la exploración y explotación petrolera local, la reconversión de buques de carbón a petróleo y la previsión de nuevas adquisiciones basadas en este combustible.

El capítulo 2, “Neutralidad, comercio y navegación”, plantea los problemas que debió resolver la Argentina y, en particular, el Ministerio de Marina y la Armada para sostener la neutralidad durante la Gran Guerra. ¿Cómo evitar que las potencias beligerantes transformen un buque mercante situado en apostaderos argentinos en un crucero auxiliar? ¿Cómo vigilar el espacio marítimo argentino para que no se convierta en una prolongación del escenario bélico naval? ¿Cómo afrontó el gobierno nacional las violaciones a la neutralidad del país provocadas principalmente por las campañas submarinas alemanas que ocasionaron el hundimiento y desaparición de buques mercantes? ¿Cómo garantizar la provisión de insumos estratégicos y el comercio exterior si no se disponía de una marina mercante propia con control estatal? Y más ampliamente ¿Cómo afectó la guerra el comercio exterior de la Argentina y qué capacidades tenía la Armada para asegurar las vías de comunicación marítimas y el flujo de exportaciones/importaciones por el Río de la Plata?

El capítulo 3, “La Armada Argentina y la Primera Guerra Mundial”, demuestra cómo el inicio de la guerra interrumpió los compromisos establecidos en el marco del programa de compras definido por la ley 6.283 de 1908 de armamento naval, pero sí fue posible concretar algunas adquisiciones de buques auxiliares en 1914 de origen británico y holandés y dos nuevos acorazados tipo dreadnought en 1915 construidos en los Estados Unidos. Esos dos acorazados y cuatro destructores de fabricación alemana eran las unidades más modernas de la flota; el resto tenían años de servicio y su vida útil estaba próxima a cumplirse o estaba largamente amortizada. Asimismo, este capítulo comprende otras cuatro cuestiones importantes. Primera: la conciencia que adquirieron los oficiales navales argentinos de que era preciso reemplazar con recursos nacionales la dependencia extranjera del combustible, pólvora y municiones para la flota y, a tal efecto, que era preciso producirlos localmente. Segunda: la estrecha relación existente entre la Armada Argentina y la de los Estados Unidos por la adquisición de buques y armamento y la capacitación del personal. Tercera: la percepción del papel relevante que tenían la aviación y el sumergible/submarino en la guerra naval contemporánea. Cuarta: el vínculo conflictivo de la Armada con el Poder Ejecutivo durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen, la desconsideración de parte del poder político ante los requerimientos de financiamiento para adquisición y modernización naval y, en consecuencia, la decepción reinante entre los oficiales por esa desatención.

El capítulo 4, “¿Una simpatía sin opiniones?”, está relacionado con una cuestión que ha merecido atención historiográfica: las adscripciones como “aliadófilos” o “germanófilos”, “rupturistas” o “neutralistas”, adoptadas o atribuidas a diferentes actores sociales en la Argentina durante la Primera Guerra Mundial. Al respecto, Desiderato se enfoca en algo escasamente explorado: la posición de los oficiales navales en actividad o en situación de retiro en ese debate, concluyendo que adoptaron una cohesionada “actitud netamente profesional” que acompañaba la “neutralidad” del país, aunque reconociendo una “leve inclinación aliadófila” asociada con la estrecha relación que mantenían con las marinas de guerra británica, norteamericana y francesa.

El capítulo 5, “Lecciones y reflexiones de posguerra”, se centra en los saberes profesionales de los oficiales navales argentinos sobre cómo la Gran Guerra puso a prueba las concepciones de la estrategia naval vigentes a principios del siglo XX –Mahan, Corbett y Aube– y el papel que tuvieron los nuevos sistemas de armas como el sumergible/submarino y el avión en las operaciones navales. Tales conocimientos profesionales, a su vez, informaron el diseño de las propuestas de modernización y adquisiciones formuladas por la Armada Argentina en la inmediata posguerra en una situación que los oficiales navales no dudaban en caracterizar como crítica debido a la obsolescencia de sus unidades y materiales. Asimismo, los militares argentinos explicitaban su desconfianza ante los acuerdos de desarme firmados por las grandes potencias para contener la carrera armamentista en la posguerra, sospechaban el escaso apego de dichas potencias al cumplimiento del derecho internacional, y afirmaban que la Argentina requería de una marina de guerra que garantizara su defensa nacional y el derecho a decidir y sostener su compromiso con la paz y la neutralidad en un eventual conflicto bélico futuro.

El capítulo 6, “El poder naval argentino”, por último, da cuenta sistemáticamente de las iniciativas de modernización y adquisiciones navales impulsadas por la Armada con el decisivo apoyo político del presidente Marcelo T. de Alvear en la década de 1920. Aquellas iniciativas –que no sin dificultades fueron tramitadas en el Congreso de la Nación– se objetivaron en las leyes 11.222 de 1923 y 11.378 de 1926, ofreciendo una contundente síntesis del impacto que tuvo la Primera Guerra Mundial en el pensamiento profesional de los oficiales navales y de cómo estos procesaron esas experiencias bélicas conforme a lo que entendían eran los intereses estratégicos nacionales, la situación geopolítica y las necesidades militares específicas de la Argentina.

Quisiera finalmente dedicar unas breves líneas para decir que los resultados sustantivos originales que ofrece Defensa e intereses marítimos… han sido posibles en virtud de un extenso, esforzado e inteligente trabajo de archivo producido por su autor, quien ha relevado distintos acervos oficiales y de prensa en la Argentina y el extranjero, recabando informaciones novedosas, reinterpretando otras más conocidas, identificado las perspectivas y experiencias de distintos actores sociales y poniéndolas en diálogo con los debates de las historiografías en las que abreva su investigación: la historia social y cultural de la guerra, la historia global, la historia marítima y naval.