Mercado e institución: corporaciones comerciales, redes de negocios y crisis colonial. Guadalajara en el siglo XVIII

Antonio Ibarra (2017).
México: Universidad Nacional Autónoma de México – Bonilla Artiga Editores.

Martín L. E. Wasserman

Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”-UBA/Conicet, Argentina

Mercado e institución testimonia una trayectoria investigativa tan extensa como prolífera. Y en este caso, el difícil ejercicio de seleccionar y compendiar arroja no sólo un mapa del itinerario recorrido por el autor a lo largo de varias décadas de trabajo sino, asimismo, una hoja de ruta para recorrer problemáticas centrales en latitudes inexploradas. Por ello, esta retrospectiva de la obra de Antonio Ibarra conforma tanto un balance como una agenda de investigación, un programa en el que cada tópico adquiere significado al insertarse en una totalidad que le da sentido.

Diversos interrogantes se suceden como mojones para delinear ese extenso camino: el modo en que se organiza un mercado interno; el dominio que las corporaciones de Antiguo Régimen detentaron sobre esa circulación mercantil; la retícula de recursos relacionales que sostiene al circuito y confiere capacidad de acción a las corporaciones; la inserción de mercados regionales en un sistema global a través de aquellos enlaces reticulares; las alteraciones que sobre esa compleja estructura y sobre su dinámica implicó la disrupción revolucionaria y el advenimiento del liberalismo. Como marcas que señalan momentos del recorrido, tres enfoques hilvanan aquellos tópicos: la circulación en el seno de la economía novohispana y sus vínculos con el sistema en su totalidad compleja; los modos en que los procesos globales se inscriben en los escenarios locales y les dotan de significación; las instituciones como piezas claves en el desempeño económico.

En efecto, y tal como lo indica el título del libro, la relación entre el mercado y las instituciones conforma el sustrato común del que participa el heterogéneo conjunto de tópicos que signaron ese largo camino de investigación. En este punto se revela una de las características de la obra: el eclecticismo teórico practicado como virtud investigativa. De ello da cuenta la apropiación no heterónoma de algunas claves neoinstitucionalistas, que permiten a Ibarra emplearlas desde un lugar crítico para dar cuenta tanto de su utilidad explicativa, como de las limitaciones interpretativas que conllevaría una aplicación irreflexiva.

Ello conduce al autor a visibilizar la incidencia económica detentada por instituciones cuya alteridad histórica obstaculiza su identificación. Así, si es claro el poder normativo desplegado por las funciones jurídicas de la corporación mercantil, menos inmediatamente distinguible resulta la capacidad que detenta la red de relaciones que estructuran a aquel cuerpo para operar como dispositivo normativo y como organización institucional con incidencia efectiva sobre el desempeño de la economía comercial. Los trabajos reunidos en el libro se permiten, entonces, dejar a un lado el supuesto de un mercado impersonal, en el que los actores interactúan desde el anonimato orientados exclusivamente por el criterio de maximizar utilidades: hay nombres propios que definen, corrigen y reorientan la concreción de las transacciones, capitalizando políticamente aquellos recursos relacionales como vínculos que acicatean la capacidad de acción económica. La persecución de rentabilidad, que opera como norte del accionar mercantil, se halla entonces mediada por la capitalización relacional de enlaces interpersonales1; sin advertir la importancia de este procedimiento, quedan obliteradas las formas históricas que adopta la búsqueda de rentabilidad comercial. Entonces, las redes no sólo son instituciones que operan a la sombra de los dispositivos reconocidos por la potestad regia, sino que lo hacen con igual incidencia y de manera dinámica, condicionando la efectividad de las instituciones reconocibles.

En esta línea, el trabajo de Ibarra permite observar el modo en que la creación del Consulado de Comercio de Guadalajara a fines del siglo XVIII favoreció la consolidación de los actores tapatíos como protagonistas de un nuevo vértice económico. Pero ello fue posible en la medida en que se conjugaron diversos factores complementarios, tales como: la disputa del poder detentado por la comunidad mercantil de la capital novohispana (que colocaba a los comerciantes de Guadalajara en consonancia con los intereses de la Corona), o la obtención de mejor información comercial sobre otros mercados gracias al ejercicio de nuevas jurisdicciones fiscales, que permitía a los actores económicos del período rastrear las huellas dejadas por las averías, las alcabalas o los pagos en aduanas. Así, si los registros de la fiscalidad corporativa sirven al historiador para reconstituir los flujos comerciales, el foco en la agencia de los actores permite reponer el significado de las retículas que dichos flujos desplegaban sobre el territorio, identificables como nodos y enlaces mensurables a través del Análisis de Redes Sociales. Un balance entre la agencia y la estructura, un modo de reponer la organización regional del mercado interno novohispano, en el que las disputas no anulaban negocios sino que los atravesaban y contenían.2

Los cambios institucionales que testimonian las reconfiguraciones del último tramo borbónico en Nueva España vienen así a revelar una alteración en diversos costos de transacción: la creación del Consulado contribuyó a disminuir costos de negociación (mediante el establecimiento de un tribunal privativo), costos de circulación (al aplicar recursos de la jurisdicción fiscal consular a la infraestructura y tecnología caminera) y costos de representación institucional de los intereses colectivos (al establecer mecanismos de diálogo con el monarca).3 Y ello generó el singular fenómeno transicional de una institución de Antiguo Régimen funcionalizada con el desarrollo de un mercado moderno.4 Su límite estaría marcado por la baja versatilidad de esa institución corporativa para adaptarse al nuevo orden republicano.5 En este sentido, el enfoque de Ibarra toma la lógica explicativa de la Nueva Economía Institucional para identificar una dinámica que no necesariamente se condice con la que habría de inferirse automáticamente de sus postulados, toda vez que advierte en el caso novohispano una inconsistencia entre el modelo de cambio institucional y el modelo de crecimiento económico: el efecto restrictivo de las estructuras de poder y la naturaleza de ese poder en economías de Antiguo Régimen hacen que una aplicación acrítica de aquellos útiles esquemas interpretativos resulte inconducente.6 Pero también hay una resignificación del esquema neoinstitucionalista al introducir en el análisis el proceso de emergencia de nuevas fuentes de legitimidad y organización política, tal como ocurrió con la irrupción del constitucionalismo gaditano y la emergente contradicción entre el miedo político de las minorías y el temor popular.7 Es que la cultura y sus valores normativos constituían, también, dispositivos institucionales tan dinámicos como definitorios del modo en que se reestructuraba el ordenamiento sociopolítico, incorporándose la complejidad histórica a la dicotomía orden-desorden como determinante del “atraso” económico.8

Este empleo creativo de marcos explicativos resulta de una posición definida sobre el empleo de modelos: para Ibarra, la recuperación del concepto de modelo debe hacerse “con una gran sensibilidad histórica en el acercamiento a problemas y el diseño de hipótesis”.9 Un modelo como el de la demanda regional para Guadalajara de comienzos del siglo XIX, por caso, adquiere una función que no se limita a aplicar algoritmos contemporáneos a sociedades del pasado, sino que incorpora la alteridad subjetiva de los actores que movían a la economía analizada para ponderar no sólo cuantitativa sino cualitativamente el significado de los datos. Entonces el modelo cobra sentido al partir de constataciones empíricas cuyo significado viene dado por el horizonte de interpretación de unos actores cuya racionalidad está históricamente definida, antes que universalmente predeterminada. De este modo, se evita una aplicación acrítica de la modelización, procurando el empleo de la información empíricamente recabada para densificar el conocimiento histórico, antes que la utilización de ésta para verificar la validez universal de un modelo.10

Con este arsenal de insumos inherentes al oficio historiográfico, Ibarra logró ofrecer un modelo sobre la estructura y sobre el funcionamiento de la región tapatía entre la segunda mitad del siglo XVIII y la transición al orden republicano. El establecimiento de la economía de Guadalajara como abastecedora del mercado interno novohispano habría estado signado por la creación de un área de abastecimiento mercantilmente integrada en torno de la ciudad, una integración urbano-rural de la región de Guadalajara que involucraba a territorios periféricos a dicha región11, enlazados por ferias como la de San Juan de los Lagos, que ofrecían asimismo un bastión desde el cual los grandes comerciantes tapatíos comenzaban a desplegar su control mercantil para disputar a la corporación de Ciudad de México la injerencia en los circuitos y su intermediación condicionante para el acceso a los mercados.12 Y si es posible advertir que la región de Guadalajara “desbordó” a la propia capital como centro solar del mercado, es porque esa configuración regional, antes que inferirse de límites anacrónicos, es identificada a partir de la configuración que le dan los flujos y los actores que corporizaron –en todo sentido– aquellos enlaces. Entonces, es posible reconocer una “estructura de intercambio colonial” apoyada en “el tejido de la circulación regional, dada una rentable articulación con el mercado interno y una expansión de la esfera de circulación al mercado ultramarino”.13 Esa doble articulación entre abasto interno y sector externo habría de explicar la integración y la diversificación de la economía regional.

La globalidad del sistema en el que se insertaba Guadalajara, inherente a su constitución regional, se verifica con la presencia de los “efectos de China” en sus mercados, rastreados por la esquela del registro alcabalatorio.14 Pero también se comprueba en el ejercicio comparativo con Buenos Aires, que demuestra a la experiencia consular tapatía como expresión de un proceso global que tomaba forma en las distintas latitudes de Indias mediante el establecimiento de nuevas centralidades comerciales desde el último cuarto del siglo XVIII.15 El modelo regional ofrecido por Ibarra encuentra ecos en otras regiones del imperio.

Como puede advertirse, el libro condensa debates. El primordial, desde luego, es el sostenido con Eric Van Young acerca del modelo que mejor explique al sistema económico regional de Guadalajara a principios del siglo XIX. De igual relevancia es el debate con Ruggiero Romano, en torno al presunto arcaísmo de la organización económica novohispana y la supuesta marginalidad del mercado en la economía virreinal. En ambas discusiones, Ibarra procede con datos precisos y rigurosidad teórica. Pero, también, con honestidad intelectual.

Los debates en los que el trabajo de Antonio Ibarra interviene y a los que retroalimenta, constatan la centralidad de los problemas abordados y la vigencia de sus vías de aproximación para espacialidades que no se circunscriben a la región de la Guadalajara borbónica. De ello da cuenta tanto el diálogo que este libro abrió en Historia Mexicana16, como la presentación que el propio Eric Van Young ofrece al libro, en la que recupera un diálogo historiográfico abierto desde una simétrica honestidad intelectual y sin concesiones.

En suma, Mercado e institución permite leer la retrospectiva de Antonio Ibarra como una propuesta de trabajo. Como un programa de investigación.


1 Ibarra, A. (2017). Mercado e institución: corporaciones comerciales, redes de negocios y crisis colonial. Guadalajara en el siglo XVIII. México: Universidad Nacional Autónoma de México – Bonilla Artiga Editores, p. 35.

2 Ibidem, p. 259.

3 Ibidem, pp. 193-194, 242-243. Sobre la capacidad de negociación ejercida por los cuerpos consulares mexicanos, véase Pavón, D. del Valle (2016). Donativos, préstamos y privilegios. Los mercaderes y mineros de la ciudad de México durante la guerra anglo española de 1779-1783. Ciudad de México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora-Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

4 Ibarra (2017: 235-236).

5 Ibidem, p. 236. Los trabajos de Kraselsky sobre el despliegue corporativo del colectivo de comerciantes de Buenos Aires resultan, por lo tanto, un buen punto de referencia comparativa. Al respecto véase Kraselsky, J. (2017). De las Juntas de Comercio al Consulado. Los comerciantes rioplatenses y sus estrategias corporativas, 1779-1794. Anuario de Estudios Americanos, 64 (2), 2017, pp. 145-169.

6 Ibarra (2017: 212-213).

7 Ibidem, pp. 321 y ss.

8 Sobre el tópico, véase North, D., Summerhill, W y Weingast, B. (2000). Order, Disorder and Economic Change: Latin America vs. North America”, en Bueno de Mesquita, B. y Root, H., Governing for Prosperity. New Haven-London: Yale University Press, pp. 17-58.

9 Ibarra (2017: 110).

10 En este sentido, el trabajo de Ibarra expresa el enriquecimiento que la historiografía económica puede ofrecer al ejercicio de modelización econométrica. Sobre este tópico, véase Eduardo Míguez (2008). Historia económica de la Argentina. De la Conquista a la crisis de 1930. Buenos Aires: Sudamericana, p. 17.

11 Ibarra (2017: 66).

12 Ibidem, p. 266.

13 Ibidem, p. 102.

14 Ibidem, p. 267 y ss. Sobre la presencia de mercancías asiáticas en Iberoamérica, véase Bonialian, M. (2014). China en la América colonial. Bienes, mercados, comercio y cultura del consumo desde México hasta Buenos Aires. México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora,. Una aproximación a los enlaces comerciales dinamizados a través del Pacífico que habilitaban esas introducciones, en Bonialian, M. (2012). El Pacífico hispanoamericano: política y comercio asiático en el Imperio Español (1680-1784). México: El Colegio de México.

15 Ibarra (2017: 299).

16 Marichal, C. , Pavón, G., Kraselsky, J., Salvucci, R. y García de León, A. (2019). Sobre Antonio Ibarra, Mercado e institución: corporaciones comerciales, redes de negocios y crisis colonial. Guadalajara en el siglo XVIII. Historia Mexicana, Vol. 68, Núm. 3 (271) enero-marzo 2019, pp. 1301-1336. Véase asimismo la réplica ofrecida en el mismo número por Antonio Ibarra (pp. 1336-1353).