Guerras del siglo XX. Experiencias y representaciones en perspectiva global

María Inés Tato, Ana Paula Pires, Luis Esteban Dalla Fontana (Coords.) (2019).
Rosario: Prohistoria Ediciones, 212 pp.

Felipe Mistretta

Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”-UBA/Conicet, Argentina

Esta novel publicación agrupa diferentes estudios sobre la historia de la guerra a lo largo de siglo XX. Es fruto de los nuevos enfoques investigativos que están renovando el estudio de la temática. La historia de la guerra ha dejado de estar centrada en la cuestión propiamente bélica, para pasar a ser analizada principalmente desde dos perspectivas. Una es la historia social y cultural, y la otra es la historia global. Todos los trabajos de este libro se encuentran cruzados por estos dos enfoques.

Esta obra es además resultado de las diferentes investigaciones que, desde estos nuevos puntos de vista, se están realizando actualmente en el mundo académico, tanto en el ámbito nacional como internacional. En el ámbito nacional, por ejemplo, cabe destacar la aparición de diversos eventos, como jornadas de investigadores, maestrías especializadas, y la formación de grupos de investigación abocados al estudio de la materia, como el GEHiGue (Grupo de Estudios Históricos sobre la Guerra), con sede en el Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”.

El libro está dividido en capítulos, donde los investigadores abordan diferentes temas. En primer lugar, y a manera de introducción, en “Fuerzas Armadas, Estado y sociedad en la Argentina de los siglos XX y XXI ¿Qué se puede aprender de una historia social y cultural de los militares y de la guerra en el siglo XIX?”, Germán Soprano ofrece un panorama general de cómo se encuentra en la actualidad el campo de estudios sobre la historia de la guerra, principalmente en la Argentina. A su vez, señala algunos problemas que aún hoy tiene el estudio de estas cuestiones. Según el autor, pervive un sesgo idelogicista o politicista, que complica la formulación de problemas y temas de estudios, por lo que propone un enfoque teórico metodológico desde la perspectiva de la historia social y cultural de la guerra. También exhorta a un diálogo e intercambio más prolífico con los investigadores que estudian estas cuestiones en el siglo XIX, cosa que hoy día es muy escasa, quizá por la propia dinámica del mundo académico.

A continuación, el libro entra en una sección de investigaciones dedicadas a la Primera Guerra Mundial. Es una parte importante de la obra, ya que este tipo de estudios han tenido una gran expansión recientemente. Allí el capítulo de Bárbara Raiter, “Eduardo Munilla. Una biobibliografía”, explora la vida y obras de este militar argentino, que en las primeras décadas del siglo XX estuvo a cargo de la Dirección Nacional de Tiro y Gimnasia, donde planeaba formar ciudadanos acordes a los tiempos que corrían, poniendo énfasis en la defensa de la nación, la formación de hombres viriles y ciudadanos patrióticos. Las ideas de Munilla se cruzaban con una actividad que era inicialmente recreativa, y con el poco eco que tuvieron en las políticas estatales posteriores.

Seguidamente, “La Gran Guerra y los escritores militares argentinos”, de Luis Esteban Dalla Fontana, echa luz sobre una cuestión poco explorada: las ideas de los militares argentinos sobre la Primera Guerra Mundial. Lo hace a partir del estudio de publicaciones en revistas del Ministerio de Guerra y del Círculo Militar. Allí se puede ver cómo este conflicto impactó sobremanera en las ideas y pensamientos de los miembros de las fuerzas armadas, dando cuenta de un ambiente mucho más diverso y abierto a debates de lo que podríamos esperar desde el sentido común.

“La Primera Guerra Mundial y su influencia en la Armada Argentina, 1914-1927. Una aproximación”, de Agustín Desiderato, analiza el impacto de la Gran Guerra en la Armada Argentina. En este artículo el autor demuestra cómo un conflicto que, a pesar de ser lejano y de la neutralidad del país, suscitó debates entre los cuadros de la Armada en distintos aspectos, como su capacidad bélica, la necesidad de modernización de la flota, y sobre qué modelo de pensamiento militar debía realizarla. También explora las medidas que el gobierno de Alvear tomó en función de estas necesidades, donde pesó la planificación realizada por los hombres de la Armada.

Otro enfoque se aprecia en “Emociones en guerra. Las crónicas de Roberto J. Payró durante la ocupación alemana de Bélgica en la Primera Guerra Mundial”, donde María Inés Tato analiza, desde la perspectiva de la historia de las emociones, las crónicas del conocido escritor y periodista argentino sobre la invasión alemana a Bélgica. Mediante esta novedosa mirada, la autora logra dar cuenta de las vivencias y percepciones de la guerra de los contemporáneos, analizando los artículos que Payró enviaba como corresponsal del diario La Nación. Allí se puede observar cómo la guerra modificó los hábitos sociales y el ánimo de las sociedades en conflicto.

La guerra también se puede estudiar desde el análisis de las obras literarias y las intervenciones de los intelectuales en estas. Esto es lo que hace Cinthia Meijide en “La traducción como argumento: Augusto Bunge frente a la Gran Guerra”. Allí, aborda las obras de traducción del médico socialista Augusto Bunge: El hombre es bueno, de Leonhard Frank, y Hombres en la guerra, de Andreas Latzko, que pretendían adentrarse en la polémica dentro del Partido Socialista sobre la Kultur alemana. La autora plantea aquí que estas traducciones sirvieron para discutir la hegemonía aliadófila dentro del partido, refutando la imagen de una Alemania autoritaria, militarista e imperialista, habitual en estos sectores. Sus traducciones operaron como un importante argumento contra la guerra y a favor de la cultura alemana.

Los dos capítulos siguientes nos trasladan a otro escenario donde también impactó la Gran Guerra. Los estudios de Ana Paula Pires y Rita Nunes se enfocan en el rol de Portugal en el conflicto bélico, desde miradas muy interesantes. En “Entre la paz y el conflicto: Portugal y la Gran Guerra (1914-1916)”, Ana Paula Pires estudia la participación lusa en la Primera Guerra, haciendo un estudio cronológico de la evolución de este país, desde una primera tendencia más cercana a la indefinición y al neutralismo, para finalmente llegar a la participación efectiva. Así pretende llenar un vacío historiográfico, ya que la evolución de la posición portuguesa casi no había sido analizada historiográficamente. Allí, va dando cuenta de la posición del país ibérico día por día, donde los conflictos en las colonias, más las históricas relaciones con Gran Bretaña, tuvieron mucha importancia. Por su parte, Rita Nunes analiza la relación entre guerra y deporte en “El deporte y la Gran Guerra (1914-1919)”, constatando cómo ambos tienen elementos asociados. Desde un punto de vista simbólico, tanto el ámbito deportivo como la guerra son lugares donde se demuestra el patriotismo, la virilidad, la agresividad y el heroísmo. Intenta mostrar, de esta forma, cómo durante la contienda las manifestaciones deportivas dentro y fuera del propio teatro de operaciones sirvieron para legitimar la movilización de la sociedad portuguesa para la guerra.

Los últimos capítulos de la obra se alejan del análisis de la Gran Guerra, para dedicarse a conflictos posteriores. En “¿Creando Nuevos Vecinos? La propaganda de guerra norteamericana en Brasil y Argentina (1942-1945)”, Ursula Prutsch se adentra en el análisis de la propaganda de guerra de los Estados Unidos orientada hacia estos dos países en años de la Segunda Guerra. En pos de ese objetivo, estudia las políticas del Office of Inter-American Affairs (OIAA), una agencia que impulsó el gobierno de Roosevelt para tratar de mejorar las relaciones con los países latinoamericanos. Presidida hasta 1944 por Nelson Rockefeller, se encargó de crear gran cantidad de material audiovisual de diverso tipo como instrumentos para la propaganda norteamericana, donde se mezclaban la necesidad de convencer a los países de unirse al conflicto con la búsqueda de nuevos mercados para las industrias norteamericanas.

Por lo demás, en “Las comunidades eslavas en la Argentina durante la Guerra Fría: el caso del nacionalismo eslovaco en las décadas de 1940 y 1950”, María Valeria Galván nos aproxima a un estudio sobre las comunidades eslavas en nuestro país en la posguerra. Muestra cómo una oleada migratoria de eslovacos colaboracionistas, que escapaban de las represalias de los Aliados, impactó sobre la comunidad checoeslovaca ya asentada en Argentina. Estudiando diferentes elementos, como los cruces diplomáticos de los países y la acción política de estos “emigrados políticos” en Argentina, demuestra cómo se fueron redefiniendo las identidades de estas comunidades, dándose una división más nítida entre checos y eslovacos.

Finalmente, en “Injerencias de la Unión Soviética y de los Estados Unidos en la Guerra afgano-soviética (1979-1989)”, Gustavo Carrére Caridant analiza las políticas de las dos grandes potencias de la Guerra Fría en la Guerra de Afganistán. Desde una mirada que cruza la geopolítica, la historia social y un buen análisis de la cuestión militar, el autor ofrece un detallado estudio sobre el último conflicto bélico de la Guerra Fría, sobre el cual tenemos un vacío casi total de aportes académicos en el país. En su narración del complejo conflicto, da cuenta de todos los factores afectados, como las presiones internacionales, la cuestión étnica y social, y los problemas religiosos y políticos de un país empobrecido y eminentemente rural.

En síntesis, este libro es un buen reflejo de la creciente importancia que los estudios de la historia de la guerra están teniendo en los últimos tiempos, desde perspectivas novedosas como la historia social y cultural, y la historia global. El impacto se hace evidente más que nada en el ámbito local, donde la aparición de jornadas de investigadores, grupos de investigación y diferentes publicaciones sobre la temática están dando cuenta de un campo muy rico para el análisis histórico.