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Cuando amar era pecado. Sexualidad, poder e identidad entre los sodomitas coloniales (Virreinato del Perú, siglos XVI-XVII)

Molina, F. (2017).
Lima: Plural Editores; Instituto Francés de Estudios Andinos, 179 páginas.

"Juan Pedro Navarro Martínez

SFYEP - Universidad de Murcia, España

“Abordar las experiencias más intimas y cotidianas de los hombres y mujeres del pasado constituye, en términos generales, uno de los desafíos metodológicos y conceptuales más complejos para la disciplina histórica”. Así comienza la introducción a su obra Fernanda Molina, que a través de sus trabajos ha venido perfilándose como una de las figuras más destacadas del panorama historiográfico de la Historia de las Sexualidades en la Edad Moderna. No le faltan razones a la autora para tomar la empresa de escribir sobre los sodomitas del Virreinato del Perú con cautela y espíritu crítico. No ha sido la primera en centrar su interés en el estudio del poliédrico fenómeno de la sodomía durante el Antiguo Régimen, aunque en su obra se observa la lucidez y el respeto que raramente han provocado estos estudios en los entornos académicos hasta muy recientemente.

Ya desde el inicio queda claro el interés de Molina por el estudio de las competencias jurisdiccionales y corporativas en la persecución del fenómeno nefando en la modernidad; por comprender la conceptualización misma del pecado-delito, desde el poder, la teología y la cultura; y, en último término, en problematizar sobre el debate historiográfico de la construcción de identidades exógenas y endógenas por parte de los sodomitas virreinales. Todo este constructo teórico se asienta en el manejo de fuentes de variado cuño, algo que, sin dudas, solo hace que aumentar la calidad de la obra. Precisamente, el trabajo archivístico se define como el primer problema por parte de Molina a la hora de elaborar esta obra, a razón de la dispersión documental, superado sin duda por su labor en la recolección de fuentes de archivos nacionales (civiles y eclesiásticos) de Bolivia, España y Perú. También se ha de destacar la diversidad tipológica de la muestra, empezando por las crónicas de Indias, en las que se centra por ser aquí donde mejor se observa el arquetipo del “indio sodomita”, siguiendo por los expedientes judiciales por el pecado nefando y pasando por literatura legal, doctrinal y teológica, que consiguen superar los límites y lagunas propias del ejercicio histórico.

No es casual que la autora se sirva de la introducción a su libro para hacer un recorrido por las corrientes y los trabajos concretos que han nutrido la disciplina de las sexualidades, y cómo éstas han trabajado de forma más o menos fructuosa, cuestiones relativas a la intimidad humana. Estas reflexiones resultan fundamentales para comprender la distribución del trabajo de Molina, que divide su obra, de forma simétrica, en ejes temáticos como son la Justicia, el Poder, la Religión o la Identidad, observando cómo afectan estos artefactos conceptuales al sujeto sodomita peruano durante el periodo colonial.

Precisamente su primer capítulo, “Sodomía”, se dedica a explicar las diferentes acepciones del término, y cómo ha sido entendido en perspectiva histórica. Es aquí donde, siguiendo planteamientos propios de otros historiadores más clásicos, se delimitan las conceptualizaciones del sodomita como pecador, haciendo una reflexión sobre la literatura emanada de la Segunda Escolástica y la situación del nefando en el conjunto de pecados de lujuria, lo que sirve a la autora para reflexionar sobre los conceptos teológicos de lo natural y lo contranatural. No obstante, la aportación más significativa del capítulo al conjunto del trabajo es precisamente problematizar sobre el término como categoría de análisis histórico o su utilidad en la elaboración de discursos sexuales contemporáneos, sirviendo para su proceder, los apuntes de obras pioneras más allá de la evidencia foucoultiana, como son Boswell (1992), Goldberg (1992) o Jordan (2002).1

Otro de los puntos cardinales de la obra es la conceptualización del sodomita como criminal. De hecho, a raíz de la comprensión de la sodomía como un crimen atroz comparable a la herejía y a la lesa majestad, Molina dedica el segundo de sus epígrafes a la “Justicia”, concentrando su disertación a los diferentes resortes elaborados tras la invasión europea para la represión del pecado-delito. Al hacer este ejercicio de arqueología legal, Molina desvela que, si bien fue necesaria la elaboración de nuevas respuestas acordes al contexto social y cultural del territorio andino, el corpus jurídico castellano, enriquecido por los saberes teológicos y doctrinales que se dieron durante el desarrollo del Antiguo Régimen, fueron la base para la persecución de los sodomitas virreinales. Asimismo, se deben tener en cuenta los fueros, en especial el eclesiástico, que limitaban las funciones de las instituciones de justicia, y por supuesto, como sucedía en la Castilla Moderna, los conflictos jurisdiccionales, a razón del carácter mixti fori del pecado-delito de sodomía. El trabajo de causas criminales permite a Molina señalar la existencia de una “doble vara de la justicia”, esto es, una desigualdad manifiesta en base al género, origen, etnia, o “calidad social” del individuo acusado del delito, así como una tendencia clara a favorecer a los estamentos privilegiados. Esta “mala justicia”, según los apuntes de la autora, permitió eludir el castigo judicial a unos pocos sodomitas.

El “Poder” -entendido en su más extenso sentido- es el eje central de otro de los apartados de la obra. Desvelar las relaciones de dominación sexual, las jerarquías, la significación de los roles sexuales y los actos no consensuados constituye, sin duda, uno de los objetivos más ambiciosos de Cuando amar era pecado. Si bien no es el objetivo central del capítulo, se ha de destacar el enfoque novedoso que Molina usa en el estudio de los espacios de sociabilidad masculina y las redes sociales que se desarrollan en esos lugares. En ellas se observa una jerarquía de poderes en el que la calidad social, la edad, o la etnia, juegan un papel fundamental en la dominación de una parte sobre la otra. No obstante, aquellas relaciones en las que se alteraban las posiciones sociales elaboradas por el discurso dominante colonial complejizan más si cabe, el retrato social de estas relaciones. Se han de tener en cuenta entonces los comportamientos ambivalentes en los que un acusado podía hacer uso de su poder para mantener relaciones sexuales con hombres de menor status social haciendo de agente o paciente según con quién, o aquellos que, siendo personajes privilegiados, solicitaban mozos (muchos de ellos esclavos o criados) para alterar estas rígidas jerarquías sociales, al menos en el momento de la consumación sexual. Por último, para completar este rico mosaico propuesto por la autora, en las relaciones consensuadas, en las que suele ser habitual la pertenencia al mismo estamento y lo que parece reducir los comportamientos de dominación, si bien se mantienen las jerarquías de género, los involucrados son juzgados “como si fuesen hombre y mujer”.

El contenido teológico de la sodomía también invita a la reflexión en términos de religiosidad del fenómeno del pecado nefando. En un contexto en el que, si bien las leyes terrenales y divinas obligaban a hombres y mujeres a tener una vida sin licencia y decorosa, las transgresiones sexuales eran relativamente habituales, no resulta extraño que incluso aquellos que se supone deben observar esta rectitud moral utilicen la libertad que les otorga su posición para cometer aquellos pecados que debían reprender. A razón de ello, no son pocas las reformas, comenzando por el Concilio de Trento (1545-1563), que pretendían ordenar sexualmente a la población secular y eclesiástica. Para ello, la Inquisición tuvo un papel fundamental en la reforma y represión de actitudes reprobables y, para el caso peruano, las irregularidades en lo tocante a la sexualidad fueron, si cabe, más palpables que en los contextos europeos, con una manifiesta preocupación por los “pecados públicos” por parte del Concilio Limeño. Si atendemos la representatividad de la sodomía en el conjunto de causas inquisitoriales peruanas, vemos una intima relación con la noción de factum hereticale. Aquí cabe una crítica al proceso de reforma moral del clero y la hipocresía del mismo, destacando las exposiciones del agustino Juan Pablo de Borja (1584), que señala en su juicio que por obra divina, conocía que los clérigos “no eran cristianos ny creían en dios sino luego les avian de quemar”, y que mantenían actos deshonestos entre ellos; o de Fray Francisco de la Cruz (1571), que contemplaba en sus prácticas sodomitas “medio para manifestar los designios divinos”, y la necesidad de acabar con el celibato obligado. También se sirve la autora de todo el constructo de lo herético por parte de la doctrina para discutir la relación de la sodomía con la brujería, de la que, según algunos, participaban miembros de la Iglesia. Como en lo brujeril, con el acto de la sodomía se promovía la inferencia en los planes divinos, con actuación directa del demonio, constituyendo una Iglesia de Sodoma. En los casos seculares, los inquisidores limeños siguieron los planteamientos de las instituciones civiles aunque, como señala Molina, tuvieron un marcado interés jurídico por la consumación del delito.

El último eje sobre el que trabaja la autora es la cuestión de la identidad asociada a la sodomía, atendiendo al debate historiográfico generado a raíz de este problema. Sirviéndose de un aparato metodológico que bebe de autores como Sedgwick (1998 [1984]) o Halperin (2002), la autora entiende como necesario releer las categorías de análisis que han mezclado cuestiones sexuales y de género, y comprender siempre estas etiquetas como modelos ideales, entendiendo las limitaciones que proponen.2 Este capítulo resulta fundamental para comprender la propuesta de Fernanda Molina, que no solo se propone la descripción de una realidad, la del fenómeno de la sodomía, comprobable a través de las fuentes, sino que, además, se interesa por las relaciones humanas de carácter subjetivo que se observan en cada una de las historias que nos ofrecen las causas judiciales contra estos individuos en el virreinato peruano. Partiendo de la existencia de afectividad entre los acusados frente a tesis tradicionales que desestimaban relaciones profundas entre los sodomitas, aunque con la conciencia de que estas manifestaciones afectivas, representadas en besos, abrazos y caricias, nos llegan a través de la transcripción de oidores, escribanos y confesores. Estos amores correspondidos daban cuenta de la existencia o al menos una aceptación, de una preferencia sexual diversa a la norma. Aún más representativa era la existencia de amancebamientos entre varones, que repetían patrones similares a los del amor pasional y convivencia propuestos para las relaciones hombre-mujer. Molina utiliza a modo ilustrativo una serie de causas que incriminaron a amos y criados por vivir como matrimonios, a la vez que señala de la existencia de vínculos más equilibrados, donde no existían una relación de fuerzas tan potente. También tiene cabida aquí la actitud recurrente de algunos acusados de rehusar de desempeñar roles sexuales relacionados con la masculinidad, lo que según la autora contradice la tesis de la comprensión del sodomita únicamente como sujeto de una acción aislada y siempre dentro de los límites de las normas de género. En ese sentido, algunos de los acusados, siguiendo una de las tesis esenciales de la obra, vivieron una sexualidad nefanda que en determinadas ocasiones se perfilaba como la única forma de desarrollar su sexualidad. Aquí tiene cabida el afeminamiento y el travestismo frecuente entre algunos acusados, y que, según los resultados del estudio de Molina, también fue una preocupación habitual de las instituciones civiles y, especialmente, de los Tribunales Eclesiásticos, analizándose aquí la histórica relación entre el afeminamiento de las formas, vestimentas y la sexualidad sodomítica. Molina propone en este punto un acercamiento empírico al complejo fenómeno de la sodomía, rehuyendo de planteos identitarios contemporáneos, pero comprendiendo que algunos sodomitas virreinales desafiaron los discursos hegemónicos de género y sexualidad y, en algunos casos, se reconocieron diversos. En suma, que el sodomita colonial fue algo más que un “sujeto jurídico”.

En el transcurso de toda la obra, Fernanda Molina presenta el fenómeno de la sodomía desde perspectivas bien diferenciadas, demostrando su importancia en el plano social, político, cultural y, por supuesto, erótico y afectivo. Las conclusiones de la autora, de hecho, hacen converger todas esas perspectivas en la relectura del discurso colonial en torno a la figura del indio sodomita, que se resuelve a través de un exhaustivo análisis de fuentes judiciales y que deja ver una mayor presencia de supuestos sodomitas de origen peninsular, frente a un minoritario grupo de pobladores indígenas. Por otro lado, y siempre condicionando sus hipótesis al análisis textual, frente a la escasa actividad procesal y el carácter menos represivo que la autora observa en algunas causas incoadas, se señala también una cierta tolerancia a las prácticas sodomíticas en el ámbito colonial andino.

La obra consigue superar limitaciones planteadas por concepto y fuentes, y aparece en el panorama historiográfico de los últimos años como una obra crítica y amena, al tiempo que pretende recoger el testigo del desarrollo bibliográfico de los estudios de las sexualidades modernas y, esencialmente, aquellas que atienden a los mundos ibéricos. Además de su importancia en el plano académico, Cuando amar era pecado, invita a repensar las sexualidades en perspectiva histórica y hasta nuestros días, comprendiendo en el pasado la fuente de muchas de las discriminaciones que se viven en la actualidad. Se trata, además, de una obra metódica y empírica, que no obstante no oculta su clara vocación social y la necesidad de caminar, también desde la academia, hacia una sociedad más libre.


1 Boswell, J. (1992). Cristianismo, Tolerancia Social y Homosexualidad, Barcelona: Muchnik Editores; Goldberg, J. (1992). Sodometries: Renaissance Texts, Modern Sexualities. Stanford: Stanford University Press; Jordan, M. (2002). La invención de la sodomía en la teología cristiana. Barcelona: Editorial Laertes.

2 Sedgwick, E. K. (1998) [1984]. Epistemología del Armario. Barcelona: Ediciones de la Tempestad; Halperin, D. (2002). How to Do the History of Homosexuality. Chicago: University of Chicago Press.