The Basque Contention. Ethnicity, Politics, Violence
Ludger Mees (2020).
London: Routledge, 288 pp.
Gianfranco Calzini
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires
La propuesta del historiador alemán Ludger Mees en The Basque Contention. Ethnicity, Politics, Violence es, cuanto menos, ambiciosa: la obra se traza como objetivo principal lograr una comprensión multifacética del “problema vasco” desde sus orígenes hasta la actualidad. A partir del primer capítulo (pp. 1-11), el cual funciona a modo de introducción, Mees, catedrático de Historia Contemporánea en la UPV/EHU1 y autor de numerosos libros y artículos sobre el nacionalismo vasco, manifiesta que su intención es romper con aquellas narrativas académicas, especialmente presentes en el ámbito anglosajón, que establecen una conexión rígida entre el conflicto vasco y la violencia terrorista desplegada por ETA. La elección de utilizar como articulador de la obra el concepto de contention (contienda) le permite insertar al problema de la violencia en el campo más amplio de los estudios de procesos políticos y movimientos sociales.
Además de precisar los objetivos y los lineamientos conceptuales, Mees introduce al inicio las cuatro hipótesis principales que vertebran el libro. En primer lugar, sostiene que la contienda vasca no fue fruto de la fundación de ETA en 1959 ni terminó en 2011 cuando los paramilitares anunciaron el cese definitivo de sus actividades. En segundo lugar, establece que el nacionalismo vasco, uno de los actores centrales de la disputa vasca, no fue una creación ex nihilo, sino que estuvo precedido por un largo período de particularismo étnico que ya había aflorado durante el siglo XVII. En tercer lugar, postula que el nacionalismo evolucionó en varias etapas con diferentes niveles de movilización que oscilaron entre los extremos de la rutina institucional y la contienda extraparlamentaria (manifestaciones, violencia paramilitar). Y por último, proclama que el movimiento nacionalista vasco, al igual que otros movimientos sociales modernos, se caracteriza por una gran heterogeneidad interna y la coexistencia (o confrontación entre) diferentes corrientes y facciones, de las que ETA habría sido sólo una, y ni siquiera la mayoritaria. Estas hipótesis son puestas a prueba en los siguientes ocho capítulos, mientras que el décimo y último funciona a modo de epílogo.
El capítulos dos (The context, pp. 12-27) revisa con minuciosidad el debate académico en torno a la tesis de la débil nacionalización, la cual explica el surgimiento de los nacionalismos periféricos vasco y catalán a partir del presunto fracaso del Estado español decimonónico en nacionalizar a los españoles. Luego de advertir algunas de las falencias que la historiografía ha señalado sobre esta teoría en los últimos años, Mees considera, no obstante, que sus postulados esenciales no deben desecharse: el proceso de nation-building español fue “específico” y “particular” (p. 24) y es en el contexto de decadencia y crisis que apremiaba a la España de fines del siglo XIX en donde debe buscarse el origen de la contienda vasca.
Sin embargo, el historiador alemán afirma que la fragilidad del proyecto nacionalizador español no explica por sí mismo el desencadenamiento de un proyecto de nación alternativo en el País Vasco. Es por ello que el capítulo tres (Basque particularism, pp. 28-50) busca dar cuenta del proceso de “etnogénesis” que habría desembocado en la configuración de una “identidad vasca etnocultural premoderna” basada, entre otros aspectos, en ciertas especificidades culturales (especialmente el idioma eusquera). Si bien durante un largo tiempo esta identidad vasca confluyó con las identidades española y francesa, en las últimas décadas del siglo XIX se vio socavada por el impacto de una crisis profunda, duradera y multifacética, aunque solo en el lado hispánico de la frontera. La ausencia de una crisis similar en Iparralde, junto con una experiencia nacionalizadora más exitosa del Estado galo, permitirían explicar por qué los vasco-franceses mantuvieron su compatibilidad con la identidad nacional francesa.
Los siguientes cinco capítulos siguen una estructura cronológica y analizan los períodos más importantes en la evolución de la contienda vasca. El capítulo cuatro (The claim for sovereignty, pp. 51-86) aborda el surgimiento del movimiento nacionalista entre 1895 y 1939. Además de repasar los puntos nodales de la biografía de Sabino Arana, fundador del Partido Nacionalista Vasco (en adelante, PNV), y de reconstruir los componentes ideológicos del movimiento, aspectos ya indagados en profundidad por producciones historiográficas previas, Mees introduce de forma novedosa las razones por las cuáles los nacionalistas lograron movilizar emocionalmente a sus seguidores. A pesar de que la instauración de la Segunda República creó por primera vez en la historia contemporánea de España un contexto propicio para una solución democrática de la contienda vasca, la derrota del bando republicano en la Guerra Civil acabó frustrando estas expectativas.
Sin embargo, en el quinto capítulo, destinado a cubrir el período franquista (Between resistance and accommodation, pp. 87-115), Mees desarrolla cómo la contienda vasca y su resolución formaron parte de la agenda de aquellos líderes españoles e internacionales que habían comenzado a reconstruir la Europa de posguerra. No obstante, esta sensación de optimismo se evaporó rápidamente cuando, al comenzar la Guerra Fría, la España franquista pasó de ser una villana del bloque occidental a convertirse en una aliada importante en la lucha contra la expansión comunista mundial. En este capítulo también se estudia el contexto local, nacional e internacional en el cual un grupo de jóvenes nacionalistas decidió fundar ETA (Euzkadi Ta Azkatasun) en 1959. Al romper con el nacionalismo tradicional del PNV, el historiador alemán sostiene que ETA transformó radicalmente la naturaleza de la contienda vasca, dado que ya no sería solo un conflicto por la democracia y el autogobierno: desde 1968, momento en que esta organización optó por la violencia armada, la contienda se convertiría en una disputa interna sobre las estrategias y los medios apropiados para afrontar este conflicto (p. 109).
El período de la transición democrática es el objeto del siguiente capítulo (Transition to democracy, pp. 116-143). Según Mees, esta no cosechó el mismo éxito en el País Vasco que en el resto del territorio español por la “virulenta injerencia” que la contienda vasca jugó en el proceso de democratización (p. 118). El séptimo capítulo (The shape of autonomy and the problema of politial violence, pp. 144-181) indaga el accionar del PNV durante el retorno democrático español (1980-1995), dando cuenta de las negociaciones, compromisos y acuerdos entablados con otras fuerzas políticas, ya sea con el PSOE o con HB (el ala política de ETA). El autor afirma que en el contexto de la democracia posfranquista, la contienda vasca había dejado de ser un choque entre nacionalistas y Estado, tornándose en un conflicto más heterogéneo y plural. Por otro lado, Mees asevera que durante los años examinados en este capítulo la dimensión violenta de la disputa vasca relegó a la dimensión política debido a la espectacular y omnipresente actividad de ETA.
El capítulo ocho (The radical decade, pp. 182-209) se sumerge en el decenio 1995-2005, caracterizado por la radicalización del accionar de ETA, lo cual provocó que la demanda por el fin de la violencia comenzase a ser compartida por una inmensa mayoría de la sociedad vasca. El acercamiento entre la Izquierda Patriótica pro-ETA y el PNV que se produjo en esos años provocó que la contienda vasca pase de ser un enfrentamiento entre demócratas y terroristas (como lo había sido tras la firma del Pacto de Ajuria Enea de 1988) a otro de oposición entre nacionalistas y no nacionalistas vascos. Tras repasar el fracaso del Pacto de Estella y el retorno de ETA a la acción armada, Mees observa que hacia la mitad de la década del 2000, y por primera vez en la historia reciente del conflicto vasco, sus tres grandes protagonistas (el gobierno español, el PNV y los paramilitares junto con su ala política) coincidieron en la necesidad de explorar nuevas formas de resolver la disputa.
En el último capítulo escrito en clave cronológica (From violence to politics, pp. 210-253) se examina la desaparición de ETA entre 2006 y 2011, las negociaciones llevadas a cabo en Noruega y la organización de la conferencia de prensa internacional que escenificó públicamente el cese de la organización paramilitar. El fin de ETA es caracterizado no como un “asesinato”, sino como un “suicidio” cometido por los propios activistas de la organización en un contexto en el cual no disponían de otra alternativa (p. 243). Finalmente, en el epílogo (pp. 254-266) el autor concluye que tras la disolución de ETA, la naturaleza de la contienda vasca en la segunda década del siglo XXI no es muy distinta de la situación de finales del XIX, cuando el nacionalismo vasco transformó una identidad etnoparticularista en un movimiento sociopolítico basado en la reivindicación de la soberanía vasca.
A modo de balance, The Basque Contention constituye una obra sólida en la que Mees, valiéndose de un amplio repertorio de fuentes (institucionales, mediáticas, literarias) así como de una exhaustiva revisión de la bibliografía especializada, logra enhebrar con precisión pero sin perder profundidad una mirada de largo plazo sobre uno de los problemas más trascendentales que han atravesado, y aun atraviesan, a la sociedad vasca contemporánea. Consideramos especialmente valiosos los capítulos que sintetizan los últimos años de ETA, debido a la escasa literatura académica existente sobre este período.
1 Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea