Unas palabras más…

Nadia Andrea De Cristóforis

Secretaria Académica IHE,
UBA-UNLu-CONICET, Argentina

Nos encontramos, junto al Dr. Mariano Rodríguez Otero, frente a la responsabilidad y el desafío extraordinario de dar continuidad a los Cuadernos de Historia de España. Como es sabido, su nacimiento estuvo ligado al empeño y visión de su fundador, el Dr. Claudio Sánchez-Albornoz, a quien se debe su impulso inicial y en gran medida su desarrollo posterior. Otras historiadoras e historiadores nucleados en torno a sus enseñanzas y legados han sabido mantener una empresa intelectual de una dimensión y un alcance bastante excepcionales para el ámbito académico sudamericano de la segunda mitad del siglo XX. Y esto último medido no solo a partir de los años de vida de la revista y de la cantidad de artículos publicados, sino a través del impacto historiográfico que ha logrado de uno y otro lado del océano Atlántico, a lo largo de su dilatada trayectoria.

Los Cuadernos de Historia de España surgieron para mantener vívido el diálogo con un campo académico que el franquismo había obturado y dislocado dentro de la península. Por ello, desde un comienzo dicha publicación se vio obligada a generar conocimiento original y riguroso con limitadas herramientas, principalmente aquellas que los intermitentes intercambios de libros y fuentes con el continente europeo permitían producir. A pesar de ello, y de los vaivenes institucionales y económicos que jalonaron su existencia, Cuadernos de Historia de España logró superar escollos a primera vista insalvables, gracias a la perseverancia y trabajo de quienes se propusieron preservarlos hasta nuestros días.

Llegados a este punto nos preguntaríamos: ¿qué esperamos de los números que se publiquen de aquí en adelante? ¿Qué objetivos perseguiremos? ¿Serán los mismos que los que orientaron el desarrollo precedente de la revista? Creemos sinceramente que tendríamos que tener la capacidad de capitalizar el gran legado que recibimos, pero imprimiéndole nuevas direcciones, orientaciones y sentidos. Los cambios se imponen, imbricándolos a esa vasta urdimbre de conocimientos históricos que ya nos ha aportado la publicación desde sus orígenes. En primer lugar, nuestro contradictorio y complejo presente exige que planteemos al pasado nuevos interrogantes, que indaguemos, bajo renovadas premisas y presunciones, los hechos y procesos que nos precedieron. En segundo lugar, la historiografía en su conjunto ha discurrido en los últimos tiempos por novedosos caminos que a menudo proponen miradas más globales o interconectadas de los fenómenos históricos, superando las limitaciones de los marcos de análisis nacionales, o por lo menos cuestionando su utilización unívoca. En tercer lugar, la labor de las y los historiadores se ha visto enriquecida con la nueva legitimidad de fuentes de diversa índole (solo por mencionar algunas: las orales, artísticas, o las gráficas de todo tipo, entre otras) cuyo empleo ha mejorado, o directamente permitido en algunos casos, nuestro conocimiento del pasado. Por último, bien podríamos plantearnos subsanar cierto desequilibrio que ha caracterizado, por razones comprensibles, el contenido de los artículos de Cuadernos de Historia de España hasta el momento, propiciando un revitalizado interés por los tiempos modernos, contemporáneos o más recientes, estos últimos tan poco representados en sus páginas.

Nos arriesgaríamos a afirmar que hoy en día resulta problemático insistir en “la historia de España”, dado que como ya sugerimos, la a veces acotada perspectiva de análisis nacional ha revelado ampliamente sus debilidades. La nueva serie de la revista exige por ello un uso flexible de la escala de indagación, una mayor apertura temporal y espacial en lo relativo a sus objetos de estudio, así como la incorporación de nuevos paradigmas conceptuales y metodológicos, acordes con la acelerada transformación histórica e historiográfica de las últimas décadas. Esperamos que los próximos números de esta publicación periódica logren captar y dar algunas respuestas a estos grandes retos que tenemos por delante, partiendo del presupuesto de que sigue siendo posible reconstruir “las historias” de España en sus múltiples dimensiones y vinculaciones, y atendiendo a la centralidad que alcanzó el contexto americano, y argentino en particular, para dichas relaciones.