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Die Auslandsaufklärung des BND. Operationen, Analysen, Netzwerke

Wolfgang Krieger (editor) en colaboración con Andreas Hilger y Holger Meding (2021).
Berlín, Ch. Links Verlag, 968 pp.

Víctor Manuel Lafuente

Universität zu Köln y Universität Rostock, Alemania
victor.lafuente@uni-koeln.de

A partir de la frase del filósofo prusiano de la guerra, Carl von Clausewitz, “la guerra es la mera continuación de la política con otros medios”, se puede deducir que los servicios de inteligencia se cuentan entre los actores más importantes de la política internacional durante la Guerra Fría. En general, los archivos de los servicios secretos del mundo no están abiertos al público, por lo que la investigación se desarrolla en un escenario difícil. El caso de Alemania es un fenómeno particular, debido a las rupturas institucionales de su historia reciente, se puede acceder, por ejemplo, a fuentes de los servicios secretos nacionalsocialistas y de la República Democrática Alemana, mientras que son pocos los documentos disponibles sobre el accionar de los servicios de inteligencia de la República Federal Alemana. En ese sentido, esta obra constituye un gran aporte no solo en el marco de la investigación de la historia alemana de posguerra, sino también para el estudio de la Guerra Fría y de los servicios de inteligencia como actores de la política internacional.

En este caso, se trata de la decimotercera publicación de la Comisión Independiente de Historiadores para la Investigación de la Historia del Servicio Federal de Información 1945-1968 (Unabhängige Historikerkommission, UHK), financiada con fondos del gobierno nacional alemán. Los investigadores de la comisión han tenido acceso a documentos clasificados del BND (Bundesnachrichtendienst, Servicio Federal de Información) y de la Cancillería alemana (Kanzleramt), pero a condición de someter sus manuscritos a un exhaustivo examen, de manera que toda información cuya publicación pudiera afectar, a criterio de las autoridades del BND, la seguridad nacional, no pudo ser incluida en la publicación, donde además numerosos nombres de países y personas aparecen tachados. Por otra parte, la UHK se encontró ante una dificultad propia de los archivos de los servicios de inteligencia: estos no están concebidos para ser accesibles al público, sino para albergar secretos de estado, por lo cual no cuentan con catálogos centralizados ni con ninguna otra clase de orden sistemático que facilite su uso a personas ajenas a la institución.

La bibliografía sobre la actuación de los servicios de inteligencia alemanes desde sus inicios hasta 1945 es abundante. Las actividades del servicio de inteligencia de Alemania Oriental (Ministerium für Staatssicherheit, MfS o Stasi) en Latinoamérica también han sido analizadas en numerosas obras. Por el contrario, las actividades del BND no habían sido hasta ahora objeto de estudio, por lo que el trabajo de la UHK se basa principalmente en fuentes inéditas del archivo del BND (no accesible al público), del Archivo Federal alemán (Bundesarchiv, BARch) y del Ministerio del Exterior alemán (Politisches Archiv des Auswärtiges Amtes, PA AA).

Los autores analizan las actividades del BND en distintas regiones del mundo, desde su origen en la inmediata posguerra como “Organisation Gehlen” (Org) hasta 1968. A través de la investigación en este marco temporal se logra un análisis sólido de los orígenes de la Org y del BND, que nació como una organización dependiente de los Estados Unidos, pero muy pronto se desarrolló como una organización autónoma. A nivel geográfico, los autores presentan en los capítulos respectivos sus investigaciones sobre las actividades del BND en los países de la órbita soviética, en el sudoeste europeo, en el Cercano Oriente –particularmente en Siria y Egipto–, en el norte de África y en Latinoamérica.

En el primer capítulo Andreas Hilger analiza la historia del BND y de la Organisation Gehlen, que toma el nombre del general mayor Reinhard Gehlen, responsable del servicio de inteligencia de la Wehrmacht en Europa del Este (Abteilung Fremde Heere Ost, FHO) durante la Segunda Guerra Mundial. En 1945, un grupo de sus oficiales ofrece sus servicios y sus conocimientos del mundo soviético a los Estados Unidos, que a partir de 1946 financia y opera con la Org al mando de Gehlen. En 1956, la Org pasa a estar bajo autoridad del gobierno de Alemania Occidental y se convierte oficialmente en el BND.

Andreas Hilger y Sabrina Nowack presentan su estudio en conjunto de la Dienststelle 71 (Sección 71) del BND, que se ocupaba de recopilar información en países de Europa Central y del Sudoeste –principalmente en Hungría, Yugoslavia, Checoslovaquia, Rumania y Bulgaria–, como así también de efectuar tareas de contraespionaje contra los servicios de inteligencia de estos estados. Una de las principales tareas de esta sección era reclutar informantes para el BND, siendo el aspecto ideológico el principal requisito para seleccionar al personal: los candidatos debían ser férreos anticomunistas y, además, disponer de conocimientos de la región, lo que motivó el reclutamiento de personas que habían servido en la zona durante la Segunda Guerra Mundial, de manera que muchas veces sus conocimientos ya no eran actuales e ideológicamente condicionados. Estos aspectos llevaron, según los autores, a que la Dienststelle 71 no desarrollase una gran eficiencia.

Tilman Lüdke describe en el capítulo a su cargo las actividades del BND en el Cercano Oriente. Esta región no era al principio de gran interés para el BND, a pesar de que Alemania era bien vista por los países árabes. Washington, que no contaba con aliados políticos entre ellos, alentó al BND a aumentar su presencia en la región justamente por el prestigio con el que contaban los alemanes. Los objetivos principales del BND eran supeditar el envío de armas y ayuda para el desarrollo en estos países, a fin de minar así un eventual avance de la Unión Soviética y evitar el reconocimiento diplomático de la RDA por los estados de la región. Uno de los principales problemas con los que se enfrentaba Alemania residía en las buenas relaciones que Bonn mantenía con Jerusalén, mal vistas por las naciones árabes. De esta manera, se incrementaba la importancia del BND como actor político, que desde el secreto mantenía relaciones diplomáticas paralelas con los estados árabes.

Wolfgang Krieger realiza un estudio de caso sobre las actividades de Richard Christmann, un colaborador del BND y de los servicios de inteligencia franceses en Túnez y Argelia. Ni la inteligencia alemana ni la francesa se interesan por el pasado de Christmann, que durante la Segunda Guerra había formado parte de los organismos de ocupación alemanes en Francia. Uno de los principales logros de este capítulo a cargo de Krieger es dilucidar las sospechas en torno al derrumbe de la presa de Malpasset en el Sur de Francia en 1959. En 2013 salió a la luz un documental donde se responsabiliza a terroristas argelinos de haber dinamitado la presa y al BND, que habría sido notificado de los planes del atentado por Christmann, de no haber alertado a sus colegas franceses. Krieger demuestra claramente que estas sospechas son infundadas.

Los principales objetivos del capítulo a cargo de Holger Meding son analizar las actividades del BND en América Latina desde sus comienzos hasta principios de la década del 70, establecer cuáles eran sus intereses a mediano y largo plazo en la región y la colaboración con los servicios de inteligencia latinoamericanos. De esta manera, se muestran a través de ejemplos de tareas operativas los éxitos y los fracasos del BND en Argentina, Guatemala, Cuba, Venezuela y Brasil. En la página 678 se menciona el caso de un país centroamericano donde un espía del BND, que había pertenecido a las SS, mantenía estrechos contactos con el gobierno local, investigaba por iniciativa propia y emprendía campañas mediáticas contra representaciones de países socialistas. Lamentablemente, el autor no recibió la autorización del BND para publicar el nombre del país ni el nombre en código del agente. Debido a estas estrictas normativas, los apartados correspondientes a las actividades del BND en Chile, Colombia y México tampoco pudieron ser publicados.

Meding llega a la conclusión de que el BND desarrolló una actividad muy intensa en el continente americano, al principio oculta a los Estados Unidos. Esta actividad se sustentó principalmente con la reactivación de redes de inteligencia de la época nacionalsocialista, a las cuales se les fueron agregando nuevas redes y nuevo personal, siempre con el denominador ideológico común del anticomunismo. En este sentido, el BND contaba con aliados en los gobiernos latinoamericanos, que veían en la inteligencia de Alemania Federal un aliado en la lucha contra el comunismo y al mismo tiempo una alternativa a la hegemonía estadounidense en el continente. Las estrechas relaciones con fuerzas de seguridad latinoamericanas le permitieron al BND ser un observador privilegiado de la violencia de estado en el continente. La Revolución Cubana alentó las relaciones del BND con sus pares latinoamericanos, pero la inestabilidad política en la región y los consiguientes cambios abruptos en las constelaciones de poder regionales imponían límites a esta cooperación. Un apartado particular de este capítulo trata la relación del BND con criminales de guerra nazis. El autor llega a la conclusión, a través de los ejemplos de Klaus Barbie y Adolf Eichmann, de que el BND no tenía un particular interés por encubrir a criminales de guerra perseguidos por la justicia internacional, más bien actuaba con desidia al respecto. No era un objetivo del BND albergar nacionalsocialistas en sus líneas, aunque de hecho así ocurriese.

El aporte de Juta Braun trata sobre el caso de Hans Georg Schultz, un periodista que, trabajando desde Berlín Occidental para el BND, realizaba tareas de espionaje y campañas mediáticas contra Alemania Oriental. El trabajo demuestra el alto nivel de manipulación de los medios de comunicación por un servicio de inteligencia durante la Guerra Fría y, de esta manera, de la opinión pública. Además, el capítulo evidencia las complicaciones que podía acarrear dejar de colaborar con el BND: luego de dar por terminadas sus tareas, Schultz estará constantemente bajo sospecha de haber cambiado de bando y, por lo tanto, bajo vigilancia del BND.

En el último capítulo, Wolfgang Krieger presenta el caso de Hans Langemann, un colaborador del BND que vendió información sobre el servicio de inteligencia a periodistas alemanes. En el marco del caso Langemann, el BND recopiló documentos históricos correspondientes al período de la administración Gehlen para contrarrestar la acción de su ex-colaborador. Esta recopilación de documentos resulta una fuente importante para los investigadores. Además, deja en evidencia la política de selección de personal del BND como así también una selección casi manipulativa de los documentos puestos a disposición de las comisiones parlamentarias responsables de investigar el caso.

A pesar de las limitaciones que padecieron los investigadores en cuanto al acceso a las fuentes y a la posterior publicación de los resultados de sus investigaciones, se trata de un trabajo cuyos argumentos se basan en un sólido análisis de fuentes de archivo. En este sentido, estamos frente a un aporte pionero para el estudio del desarrollo del personal y de las actividades de los servicios secretos de Alemania Federal durante la Guerra Fría, pero también para un nuevo análisis del rol de los servicios secretos como actores políticos. La obra aporta claves para nuevas investigaciones y alienta la búsqueda de acceso a archivos.