Posicionamientos políticos de los eruditos durante las dos guerras mundiales. El caso de los hispanistas franceses [*]

 

 

Darío Varela Fernández

Sorbonne Université, Francia

dario.devarela@outlook.com

 

Fecha de recepción: 12/9/2021

Fecha de aprobación: 18/5/2022

 

 

Resumen

El campo científico del hispanismo francés conoce a principios del siglo XX no solamente grandes debates entre sus diferentes corrientes sobre cuestiones de organización universitaria o bien metodológica, sino que se ve confrontado al contexto de una sociedad impactada en menos de tres décadas por el auge de las corrientes reaccionarias, las tensiones internacionales y las dos guerras mundiales. En ese panorama, los especialistas franceses de la lengua, la literatura y la historia del mundo hispanohablante deciden tomar la palabra o involucrarse en política para cambiar la sociedad en la que viven. Un conjunto de decisiones institucionales y personales que nos muestra cómo los hombres de ciencia salen de sus posiciones de neutralidad, interactúan con la sociedad, participan de ella y, en ocasiones, se ven sumergidos por los cambios políticos mayores que aceptan, o bien contestan, no sin tener una repercusión en sus devenires personales y profesionales.

 

Palabras clave: Hispanismo, Guerra, Ciencia, Colaboración, Resistencia

 

 

Political positions of scholars during the two world wars. The case of the French Hispanists

 

Abstract

At the beginning of the twentieth century, the scientific field of French Hispanism knew not only great debates between its different currents on questions of university organization or methodology but also that it was confronted with the context of a society impacted in less than three decades by the rise of the reactionary currents, international tensions and the two world wars. In this scenario, French specialists in the Spanish-speaking world's language, literature, and history decide to speak up or get involved in politics to change the society in which they live. A set of institutional and personal decisions that shows us how scientists come out of their positions of neutrality, interact with society, participate in it and, at times, are submerged by major political changes that they accept or respond to, not without having an impact on their personal and professional experiences.

 

Keywords: Hispanism, War, Science, Collaboration, Resistance

 

 

Introducción

El hispanismo francés nace como disciplina científica a finales del siglo XIX. Esta debe ser entendida como una especialización en los estudios sobre la historia, la literatura y las lenguas de España, Portugal y sus antiguas posesiones. En la concepción del término en contexto francés no existe ningún tipo de razonamiento ideológico o tinte político, tal como se suele concebir a veces en las Américas creando una equivalencia entre “hispanista” y “españolista” (Niño Rodríguez, 1988: 7).

El nacimiento de la palabra “hispanista” ha de ser atribuido al profesor Alfred Morel-Fatio (1850-1924) hacia el 1879, cuando en un artículo éste decide acuñar la palabra “hispanista” con la voluntad de diferenciarse (Niño Rodríguez, 1988: 4); hasta esta fecha, toda persona interesada en estos estudios era catalogada en Francia como un hispanisant (Frago Gracia, 2013: 41-49). De este modo, Morel-Fatio quiere distinguir de manera clara los estudios que revestirían un carácter erudito, atribuidos de ahora en adelante a hispanisants, de los trabajos universitarios y con base científica como los suyos, es decir, hispanistes.

Una vez mencionadas las especificidades de este nuevo campo de estudios en construcción, que es el hispanismo francés bajo la Tercera República (1870-1940) (Broche, 2001; Teyssier, 2001; Delporte, 1998), podemos esbozar la línea conductora de nuestro estudio en forma de pregunta: ¿cuáles serán los posicionamientos ideológicos de los especialistas de la cultura hispánica y cómo los justificarán, en una Europa que conocerá, en tan solo tres décadas, guerras civiles, mundiales y el auge de los totalitarismos? Nuestro trabajo tratará de responder a este interrogante dando ejemplos múltiples de hispanistas franceses de primera línea, representativos de todas las categorías y posicionamientos al interior del campo de estudios, así como de las ideologías en boga en dicho período. La presentación cronológica en tres tiempos permitirá comprender mejor las diversas maneras de posicionarse de los hispanistas y la evolución de sus posicionamientos.

Este estudio supone asimismo un aporte a los hasta ahora poco numerosos estudios sobre los posicionamientos políticos de los hispanistas de principios del siglo XX, los cuales se han concentrado casi exclusivamente en estudios individuales; sean citados los trabajos sobre Alfred Morel-Fatio y la Primera Guerra Mundial (Peiró Martín, 2015: 71-125) o sobre Robert Ricard en el período de entreguerras (Lacau St Guily, 2019: 83-98).

A pesar de la disparidad de perfiles que serán estudiados (periodistas, universitarios, diplomáticos), hemos decidido reunirlos todos bajo el denominador común del término hispanista, y ello por diversas razones. En primer lugar, puesto que el estudio de la literatura, la cultura y la historia de los países de habla hispana será una constante en sus trayectorias. En segundo lugar, nos parece la mejor de las opciones abarcar tanto a universitarios como a eruditos, puesto que el período 1890-1930 es un momento de lucha por la institucionalización del saber hispánico (Niño Rodríguez, 1988: 160-162) que no se verá confiado exclusivamente en manos universitarias hasta después de la Segunda Guerra Mundial. En tercer y último lugar, porque incluso hoy en día sigue abierto el debate sobre la definición precisa de quién es o no un hispanista, y ello permite la existencia de una corriente de pensamiento que se muestra a favor de abarcar lo máximo posible bajo ese término, esto es, el trabajo de todos aquellos que contribuyen de un modo u otro al saber hispánico (Civil, 2020: 13-32).

 

La Grande Guerre: ¿cómo posicionarse en pleno fervor patriótico?

El estudio de los dos grandes órganos de difusión del hispanismo francés durante el período 1914-1918 nos permitirá hacernos una idea de la división de opiniones a gran escala antes de concentrarnos en los ejemplos individuales de posicionamiento de los colaboradores de estas revistas. Las dos grandes publicaciones que reagrupan al mundo hispanista francés son, por un lado, la Revue hispanique (1894-1933), fundada en 1894 por Raymond Foulché-Delbosc (1864-1929) y defensora de un modelo libre de instituciones jerárquicas (Entwistle, 1934: 474-476), y por otro lado, el Bulletin hispanique (1899-actualidad), fundado en 1899 por varios profesores de las universidades de Burdeos y Toulouse, principalmente, partidarios de un modelo pro-institucional de vocación divulgativa.[1]

Al estallar la guerra, a mayores de la división entre estas revistas sobre la concepción del modelo de hispanismo a seguir, aparece también una clara oposición sobre cómo posicionarse de cara al conflicto internacional en el que Francia se ve sumergida en primera línea (Gilles, Guironnet, Parent, 2014: 519-532). Mientras que la Revue hispanique optará por una posición de neutralidad manifiesta e impuesta por Foulché-Delbosc, quién cree firmemente que la guerra no ha de afectar a la continuidad de la producción científica e intelectual francesa,[2] el Bulletin hispanique, por su parte, llevará a cabo una campaña clara y manifiesta de defensa patriótica de los valores universalistas republicanos franceses (Becker, 2011: 49-56) contra los Bosch,[3] a través de sus actos, así como de los artículos publicados (Paris, 1916: 47).

De este modo, mientras que en el período 1914-1918 la Revue hispanique publica un total de 157 artículos sin alusión alguna a la guerra, el Bulletin hispanique publica 215, entre los cuales hasta 14 tienen por objetivo único, o bien criticar el posicionamiento español en la contienda, o bien convencer a los españoles, principalmente a través de argumentos históricos, de alejarse de la influencia alemana como mínimo y de aliarse a Francia en el mejor de los casos.

Una vez terminada la guerra, el gobierno de la República francesa premiará por su comportamiento “patriótico” durante la contienda militar a diversas publicaciones científicas, entre las cuales hallamos el Bulletin hispanique (Niño Rodríguez, 1988: 370). Inmediatamente, el director de la revista no universitaria, Foulché-Delbosc, considera escandaloso que el Estado premie a una publicación que se habría comportado, según este último, de manera panfletaria, sumisa y propagandista, mientras que publicaciones como la suya, habiendo afrontado las dificultades de impresión y de disponibilidad de colaboradores debido a la guerra, se ven condenadas al olvido, o como mínimo, no gratificadas por todos los esfuerzos en pro de la creación científica francesa.

Antes de interesarnos en los casos particulares de los hispanistas y sus compromisos personales, hemos de recordar el ambiente general francés que enmarca e influencia de manera directa o indirecta a los eruditos. Principalmente, existe un antigermanismo ambiente con mayor o menor arraigo tiempo ha, puesto que la culture francesa y la kultur alemana (Bert, 2010: 71-80) se confrontan cara a cara en un clima de rivalidad desde la derrota francesa de 1870 (König, Roynette-Gland, 2020: 75-89), y diversos intelectuales franceses de gran influencia, como Henri Bergson (1859-1941) o Émile Durkheim (1858-1917), intentan demostrar desde hace años la existencia incontestable de una ciencia nacional superior en todos los ámbitos (Fagot-Largeault, 2008: 45-57).

Precisamente, el primero de los hispanistas que abordaremos, Georges Desdevises du Dézert (1854-1942), estará influenciado por la corriente patriótica finisecular. Profesor de historia en la universidad de Clermont-Ferrand y número dos de facto de la Revue hispanique,[4] Desdevises du Dézert es un hombre caracterizado por sus diversas manifestaciones, tanto públicas como privadas, que nos permiten presentarlo como una persona incontestablemente nacionalista y conservadora; lector ávido de L’Action française (Prévotat, 2004), anti dreyfusard y miembro de la liga de la patria francesa (Fryszman, 2009: 23).

Una carta de Desdevises du Dézert al intelectual catalán Jaume Massó i Torrents (1863-1943), enviada en 1920, nos permite saber los actos llevados a cabo por el primero durante la Gran Guerra. El membrete de la carta en sí es digno de comentario, puesto que muestra la involucración del emisor en el conflicto. Dice así: “Maison des soldats aveugles de guerre de la XIII région; direction M. Desdevises du Dézert”.[5] El contenido de su escrito nos indica asimismo su alto grado de participación en la defensa y ayuda de los combatientes franceses, no pudiendo éste, por su edad, ir al frente:

Je me suis occupé des blessés, j’ai été les voir, leur causer, les distraire dans les hôpitaux ; enfin, j’ai dirigé pendant trois ans une école de rééducation de soldats aveugles. 85 de ces malheureux sont passés entre mes mains.[6] (Fryszman, 2009: 23)

Y esto fue tan solo una parte de su contribución, puesto que el hispanista francés, de raíces católicas y conservador de espíritu, acomete otras tareas públicas para ayudar a su patria durante la guerra:

J’ai fait des cours publics sur la question turque, sur la France et ses alliés. Je me suis institué dans ma région professeur de réconfort ; on venait chez moi quand on avait le cafard pour reprendre courage. J’ai porté la bonne parole partout où je l’ai pu, j’ai écrit dans tous les journaux, dans toutes les revues qui m’ont sollicité, j’ai recueilli sur ce que j’ai vu et entendu 18 volumes de notes.[7] (Fryszman, 2009: 23)

Su amigo Raymond Foulché-Delbosc,[8] opuesto en casi todo ideológicamente hablando, no dejará gran trazo de su posicionamiento durante la guerra, más allá de su decisión y creencia en el deber de continuar publicando los avances de la ciencia hispanista francesa. Los pocos comentarios que podemos indicar, encontrados en su larga y extensa correspondencia, pueden ser resumidos en dos alusiones que transmite a Massó i Torrents en una misiva del 22 de febrero de 1919.[9] En ésta, indica que la vida cotidiana en la capital francesa vuelve lentamente a resurgir, insistiendo en su consideración personal de que hará falta largo tiempo antes de volver a una situación similar a la que precedió a la guerra. Unas líneas más tarde, indica a su receptor que uno de los colaboradores de su revista, Louis Barrau-Dihigo (1876-1931), ha retornado tras cuatro años en el ejército, lo que nos hace deducir que éste fue movilizado; efectivamente, una carta del propio Barrau-Dihigo a Massó i Torrents confirma este hecho y nos presenta un posible traumatismo de guerra en el erudito: “Les fatigues de la guerre se font sentir”.[10]

El profesor Alfred Morel-Fatio, uno de los promotores del Bulletin hispanique, tiene también un rol importante durante la Primera Guerra Mundial. Éste último, que observa cómo a lo largo de la contienda un buen número de sus estudiantes son movilizados y caen en el campo de batalla, trata de convencer a los españoles de la necesidad de unirse a Francia en la guerra, al mismo tiempo que critica con vehemencia lo que él estima prejuicios anti-franceses heredados de las guerras napoleónicas. Una buena prueba de sus esfuerzos, no siempre bien acogidos por los intelectuales españoles, quienes llegarán a sentirse dolidos, es la clase que Morel-Fatio dedica en 1915 en el Collège de France a la “Gallophobie dans la littérature espagnole depuis le XVIème siècle” (Peiró Martín, 2015: 86).

Morel-Fatio no fue el único de los colaboradores del Bulletin que se posicionó claramente durante la contienda. El profesor Ernest Mérimée, en un artículo de 1915, no duda en evocar la que para él es la razón primera que frena a los españoles a la hora de apoyar a los franceses, el tradicional cuestionamiento galo de la religión:

Qu’on s’en réjouisse ou qu’on le déplore, les considérations religieuses restent prépondérantes en Espagne. C’est un fait. Et qui ne veut pas l’admettre se condamne à ne pas comprendre grand’chose [sic] à la mentalité de ce peuple. Ceux qui sont, et ceux qui se disent catholiques, – dans l’espèce c’est la même chose, forment la grande majorité. Aussi le plus sérieux, le plus efficace argument contre nous, ne nous y trompons point, est de caractère religieux. Les catholiques, dans leur haine contre “la France de la séparation, de la guerre religieuse, de Voltaire et de Renan”, sont du moins logiques.[11] (Mérimée, 1915: 282)

La tesis defendida por Mérimée se ve refrendada por el ahínco con el que el conjunto del mundo católico francés, y en especial la jerarquía eclesiástica, se vuelca a convencer al público español, y en particular a los católicos españoles, de apoyar a Francia. Buena prueba de ello es la implicación de Monseñor Baudrillart para convencer a sus homólogos al sur de los Pirineos, así como la creación del Comité Catholique de Propagande Française à l’Étranger en 1915 (Delaunay, 1983: 353).

Pierre Paris, por su parte, considera que el problema es de orden político y no duda en acusar a los ministros y políticos de las Cortes españolas de dirigir el país hacia la neutralidad por ambiciones de orden geopolítico (Delaunay, 2010), entiéndase el aprovechamiento de una posible derrota francesa para extender sus territorios coloniales:

En ce qui concerne l’Espagne, la situation est très nette, et elle a été maintes fois exposée en France et en Espagne. Nul n’ignore que si le roi Alphonse, et, cela va de soi, la reine Victoria, sont absolument attachés à notre cause et n’en font pas mystère, il n’en est pas de même de tout leur entourage. Le ministère qui peut-être, au fond, a eu et a encore des sympathies pour les alliés, fait tous ses efforts pour s’enfermer dans une neutralité qui trop souvent a cessé d’être bienveillante et cela dans l’espoir fallacieux et dangereux d’on ne sait quelle médiation chimérique, non sans honneur… et sans profit.[12] (Paris, 1916: 26)

Otros hispanistas, como Philéas Lebesgue, aprovecharán asimismo el desarrollo de la contienda para intentar hacer el nexo entre hispanismo y latinidad, difundiendo su creencia en la existencia de una civilización latina, basándose en el comportamiento de los países durante la guerra:

Un fait capital a été mis en lumière par cette guerre invraisemblable (…) : c’est la puissance des idées morales élaborées par la civilisation celto-latine, propagées par le génie français, défendues jusqu’aux suprêmes sacrifices par la Belgique martyre et par les soldats de la Marne.[13] (Contreras, 1917: 9)

Habida cuenta de los casos estudiados, podemos afirmar que durante la Primera Guerra Mundial e incluso ya comenzado el período de los años locos (Juan, 2021; Parmegiani, 1989: 173-179), el posicionamiento global de los hispanistas franceses fue el de un gran compromiso a favor de la defensa de los valores republicanos. La única excepción a la regla fue la línea editorial de la Revue hispanique, puesto que incluso la mayoría de sus colaboradores decidió a título personal contribuir en el esfuerzo de guerra contra las “hordes de Luther” (Boniface, 2014: 245).[14]

 

El auge del fascismo y la Guerra Civil española

En las décadas de 1920 y 1930, el ambiente intelectual e ideológico, tanto en Francia como en Europa, está marcado profundamente por el auge de diferentes corrientes reaccionarias nacionalistas y antiliberales (Paxton, Hessler, Wert, 2011: 279-314). En el caso concreto del país galo, el órgano por excelencia del nacionalismo integral será la Action française (1899-1944) (Joly, 2006: 695-718). Una publicación de marcado carácter nacionalista, antisemita y antidemocrático que contará con la colaboración de plumas de gran influencia, como las de Charles Maurras (1868-1952), Léon Daudet (1867-1942) o Jacques Bainville (1879-1936) (Winock, 2013: 233-252; Hervouët, 2005: 533-547; Gueniffey, 2013: 645-717). Este movimiento cultural y político tiene cada vez un mayor eco en la sociedad francesa, poniendo a prueba la estabilidad del régimen republicano que ve en las manifestaciones de estos y otros partidarios antiliberales (Bernard, 2013: 99-111) una amenaza real que podría hacer sucumbir el país, como será el caso del fascismo italiano o del nacionalsocialismo alemán.

Este fenómeno de auge de corrientes nacionalistas, antidemocráticas y extremistas no fue excepción en la Francia de entreguerras, y ello se tradujo en una influencia y toma de conciencia de numerosos hispanistas. El caso más ejemplarizante de la lucha antifascista en el campo de la cultura hispánica es el de Marcel Bataillon (1895-1977), quien se involucrará aún con más ahínco tras el estallido de la guerra civil española en 1936.

Especialista en la influencia de Erasmo de Rotterdam en la España moderna, el profesor Bataillon sigue siempre de cerca el contexto internacional y, preocupado por la evolución de la situación europea, decide comprometerse políticamente adhiriéndose al Comité de Vigilance des intellectuels antifascistes (1934-1939) (Droz, 2001: 177-212) desde su creación. Fundado el 6 de febrero bajo el triple patronazgo del filósofo Alain (1868-1951), de Paul Rivet (1876-1958) y de Paul Langevin (1872-1946), es el resultado de la toma de conciencia de una parte de los círculos intelectuales del peligro inminente del fascismo en Francia. A pesar de los desacuerdos internos, el comité tratará de alertar en todo momento sobre una posible amenaza interior, así como de difundir ideas antifascistas y, sobre todo, pacifistas (Merlio, 2011: 39-59). Hemos de recordar el peso memorial de los desastres de la Primera Guerra Mundial en la mayoría de sus miembros, lo que será determinante en su convicción de combatir a través de las ideas, aunque ese ideal pierda fuerza tras la decisión del presidente León Blum (1872-1950) de no asistir militarmente a la joven república española tras el alzamiento del 18 de julio de 1936 (Reig Tapia, 2006).

Más allá del trabajo colectivo, Marcel Bataillon intenta convencer de manera individual a su red intelectual de la importancia de posicionarse políticamente. Buena prueba de ello es la correspondencia que mantiene con el filólogo español Américo Castro (1875-1972). Este último se dice alejado de la acción política e invita a Bataillon a que “para eso del antifascismo” (Munari, 2012: 99) se dirija a su amigo Rodolfo Llopis (1895-1983) e incluso rechaza firmar una petición enviada por su colega francés porque no tiene fe en la Société des Nations (Munari, 2012: 101). No obstante, Castro muestra lástima al saber que Bataillon no logra ser elegido por Argel bajo los colores del Front Populaire para una mejor defensa de los valores republicanos (Munari, 2012: 102).

Si bien estas advertencias e intentos de movilización aquí ejemplificados caen a veces en oídos sordos o convencen demasiado tarde, ello no hace de Bataillon un actor secundario. Desde el estallido de la guerra civil española, el hispanista francés se erige como una figura decisiva de apoyo y ayuda a todos los intelectuales españoles y sus familias, que se ven de la noche a la mañana en peligro de muerte por sus antiguos cargos ostentados o por sus posicionamientos públicos.

De los diversos casos que podemos citar para ilustrar este fenómeno, comenzaremos por la misiva enviada por Tomás Navarro Tomás (1884-1979) a Bataillon en 1938. Esta carta transmite la simpatía y el ánimo del español a la República, al mismo tiempo que critica a Franco y a los italianos y agradece al hispanista francés las maniobras que éste habría realizado para obtener una subvención, de manera que se hayan podido conseguir libros para enviar a los compatriotas españoles.[15]

A su vez, en 1937 el diplomático gallego Ramón María Tenreiro (1879-1939) pide a Bataillon ayuda para encontrar algún trabajo con el que financiar su vida y la de su familia, puesto que se encuentra en el exilio debido a la guerra y en graves apuros financieros; el intelectual francés le ayudará.[16]

El poeta Pedro Salinas (1891-1951), desde su exilio en Wellesley (Estados-Unidos), informa al hispanista francés de la buena llegada de su familia desde Argel,[17] de la de Américo Castro a Wisconsin y de la de ciertos colegas a México, al tiempo que le pregunta si tiene noticias de Dámaso Alonso (1898-1990), del que dice no tener nuevas desde hace largo tiempo, mostrando su inquietud.[18]

El profesor Rafael Altamira y Crevea (1866-1951) no duda en contactar a Bataillon a finales de 1938 para pedirle consejo sobre cuál sería el mejor lugar para exiliarse en Francia, habida cuenta del avance de la guerra y de la situación de tensión al estar alojando más de una decena de personas de su familia en su casa.[19] La carta nos muestra la desesperación y la creencia de una guerra ya perdida para este intelectual americanista español.

Todos los ejemplos evocados confirman el rol, el posicionamiento, la participación y la involucración personal de Marcel Bataillon en la defensa de los valores democráticos y republicanos contra el fascismo, el nacionalsocialismo y el nacionalcatolicismo (Raguer Suñer, 2012: 547-564). Las palabras que le dedica Altamira y Crevea por carta, en 1939, tras agradecerle la gran ayuda aportada a los españoles que se vieron obligados a migrar forzosamente, resumen la importancia del intelectual francés: “Eso es también hacer hispanismo, a la vez que hispanidad”.[20]

Más allá de la implicación personal de Bataillon, podemos citar la defensa en favor de la república española efectuada por el profesor Jean Sarrailh (1891-1964) en una conferencia parisina organizada a finales de 1936 en la que, tras tratar los pronunciamientos del siglo XIX de “opérettes” (Sarrailh, 1936: 9) en comparación con la tragedia del momento, no duda en hacer un llamamiento a sus contemporáneos:

Hommes du XXème siècle, nous ne pouvons pas admettre un retour de l’Espagne au moyen âge ; intellectuels de 1936, nous ne pouvons pas autoriser les flammes des bûchers qui dévorent les libres ; démocrates passionnés, nous ne pouvons pas tolérer l’anéantissement de la souveraineté nationale, du droit et de la liberté.[21] (Sarrailh, 1936: 35)

Un llamamiento que no fue escuchado, aparentemente, por el profesor Ernest Martinenche (1869-1941), líder del hispanismo universitario parisino y fundador del Instituto de Estudios Hispánicos de la capital, según lo recogen las fuentes de su propia institución, la Sorbona:

Nous, en particulier, Université de Paris, nous ne pouvons favoriser la création de l’Institut des Hautes Études Hispaniques des exilés, à côté de notre Institut d’Études Hispaniques qui, même pendant la guerre d’Espagne, s’attachait (trop peut-être, mais c’était la politique de Martinenche) à éviter tout ce qui pouvait apparaître comme un témoignage de sympathie à l’égard des républicains espagnols.[22]

Que el apoyo a la causa republicana española fuese nítido, débil o inexistente no impidió, no obstante, que cada vez un mayor número de hispanistas se diesen cuenta de la amenaza inminente que pesaba sobre Francia. Una idea que se convirtió en realidad el 3 de septiembre de 1939 con la declaración de guerra a la Alemania de Hitler y que provocó un auge patriótico en ciertos hispanistas, como Georges Cirot, a la par que incredulidad, tras observar el apoyo intelectual alemán al régimen nacionalsocialista:

J’espère, en tout cas, que d’ici janvier nous aurons mis Hitler et sa bande hors d’Allemagne. Je ne puis croire que tous les intellectuels d’Allemagne, parmi lesquels il doit bien y en avoir des intelligents, soient fanatiques de ces fripouilles. Et j’ai bien l’impression que, en Italie, c’est analogue.[23]

 

El hispanismo francés: entre la Colaboración y la Resistencia

El comportamiento de los hispanistas franceses durante las dos guerras mundiales no solamente se resume a ayudas prestadas en tiempos de inestabilidades políticas y guerras extranjeras a la república gala. Algunos de los intelectuales franceses estudiados mantienen relaciones más o menos profundas con el nacionalsocialismo alemán y la Révolution Nationale (Cohen, 2012: 201-286) del mariscal Philippe Pétain (1856-1951) tras la invasión y ocupación alemana de Francia en 1940.

Tres son los nombres de hispanistas franceses cuyos comportamientos relevan de colaboración y antisemitismo notorio: Charles Lesca (1887-1948), Max Daireaux (1883-1954) y Adolphe de Falgairolle (1898-1979). Tres hombres que seguramente se conocen de manera personal antes de la Segunda Guerra Mundial, puesto que trabajan durante un largo período para la misma revista, la Revue de l’Amérique latine (1922-1932) (Castillo de Berchenko, 1990: 21-26).

Lesca, periodista franco-argentino y rico heredero de un imperio de importación cárnica argentina en Francia, se ve rodeado desde la década de 1910 de importantes figuras intelectuales y universitarias francesas (Lacroix, 2004: 53). Sus convicciones le llevan a participar, económicamente, en el mantenimiento del semanario nacionalista, y más tarde fascista, Je suis partout (1930-1944) (Dioudonnat, 1993). La importancia de su financiación y motivación serán tales que, a finales de los años 1930, es nombrado administrador de la publicación dirigida por Robert Brasillach (1909-1945). La participación de Lesca durante la Segunda Guerra Mundial continúa y aprovecha la dimisión de Brasillach en 1943, motivada por la injerencia alemana, para hacerse con el timón del semanario y llevarlo al zenit de las publicaciones antisemitas y pro-colaboracionistas con la Alemania nacionalsocialista: “Les anciens combattants du front de l’Est libérés, désirant servir dans la police allemande peuvent s’adresser aux bureaux E. M. W. 2, place de Verdun, à La Rochelle”.[24] On demande des apprentis boches ». 7 juillet 1944. La France-Nouvelle).

En los comienzos de la década de 1940, Max Daireaux, por su parte, colabora con otro semanario extremista, Candide (1924-1944) (Albert, 1972), que se define como un órgano antiparlamentario, antirrepublicano y anticomunista. Publicado desde la Francia de Vichy (Cointet, 1993), esta publicación promueve la Colaboración, pero sin hacerlo de manera abierta y notoria como en el caso del semanario de Lesca.

Daireaux, además, ya había sido señalado públicamente antes del estallido de la guerra como un hombre peligroso y desvestido de humanidad tras sus comentarios sobre la suerte de los refugiados políticos:

M. Max Daireaux, collaborateur sénile et occasionnel de Je Suis Nulle Part a voulu rivaliser de goujaterie avec M. Stéphane Lauzanne (…) M. Max Daireaux (…) s’écrie à son tour : (…) “Où donc les mettra-t-on, tous ces Juifs qui fuient l’Allemagne, la Tchécoslovaquie, la Hongrie ?” (…) Mais oui, en effet, où les mettra-t-on, M. Max Daireaux ? Vous préféreriez, j’en suis sûr, qu’on les mit tous en rangs devant des mitrailleuses comme M. Lauzanne voudrait voir faire des réfugiés espagnols.[25] (Puck, 1939: 2).

Adolphe de Falgairolle, mientras dura la ocupación alemana, prosigue con sus actividades de escritor y traductor, siempre cercano a los círculos nacionalistas y publicando diversos artículos en Je suis partout, periódico en el cual escribía hacía más de una década sobre el peligro que suponían las izquierdas. En un artículo publicado sobre la revolución de Asturias de 1934 (García Gómez, 2019) no había dudado en pintar un retrato siniestro de los obreros para alentar el miedo y evitar que una situación similar se produjese en Francia:

On s’empare du directeur des mines de Turon, Rafael del Riego, petit-fils du célèbre républicain Riego, dont l’hymne est devenu la Marseillaise de la République espagnole. Il avait fondé une caisse de secours pour les mineurs (…) On emmène Riego au cimetière (…) D’un coup de hache, on lui tranche les mains. On l’entraîne sanglant, et, enfin, on le fusille (…) ils ont tellement tué de monde qu’il faut jeter les corps à la rivière. Des civils surnagent, les yeux arrachés. Un révolutionnaire porte au bout d’une baïonnette la tête d’un officier.[26] (Falgairolle, 1934: 12)

Aunque las plumas de estos tres autores se dedicaron durante años a justificar crímenes, incitar el odio contra los judíos o difundir ideas autoritarias y antidemocráticas, los tres hispanistas citados logran escapar de la justicia tras la Libération (Wieviorka, 2018: 449-475) y el fin de la guerra en 1945. Es más, continuarán sus actividades profesionales y fallecen sin ser juzgados, contrariamente a otros colaboracionistas como Brasillach, que cayeron durante la épuration (Bergère, 2018) bajo el gobierno del general De Gaulle.

No obstante, si bien Daireaux y Falgairolle pudieron proseguir sus vidas sin ningún tipo de molestia, Lesca, consciente de su grado de involucración, huye del país. Días después del desembarco de Normandía, y según lo relatan varios informes oficiales del Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Argentina, Lesca se apresura en atravesar los Pirineos y tomar un buque rumbo a Buenos Aires con todas sus pertenencias, entre las cuales había once valijas llenas de oro.[27]

Poco tiempo después, la República francesa acusa oficialmente a Charles Lesca de alta traición y otros crímenes, por lo que pide una extradición inmediata del susodicho para que sea juzgado por sus actos en Francia. Sin embargo, la República argentina no podrá satisfacer la demanda francesa, puesto que el fugitivo logra bajarse del navío en Montevideo, de modo que las autoridades no pueden hacer más que pedir a Uruguay que les envíen a Lesca para acatar el requerimiento francés, lo que no resulta sencillo:

Le ministre de l’Intérieur a fait valoir, par ailleurs, qu’il n’existait pas entre la France et l’Uruguay de traité d’extradition et que les faits mis en avant par l’accusation, pour appuyer la demande d’extradition de Charles Lesca, “ne constituaient pas un délit spécifique”, mais qu’ils se rapportaient bien plutôt à des actes de collaboration de caractère très général.[28]

Los trámites farragosos y las falsas informaciones que circulan retrasan la aplicación judicial hasta tal punto que el intelectual franco-argentino se permite instalarse en Argentina aprovechando la situación, donde reside en casa de un pariente cercano y hasta veranea en Mar de Plata, según las informaciones policiales.[29] A pesar de las reclamaciones recurrentes de Francia, el gobierno peronista arguye demoras técnicas por ser la primera vez que una extradición de ese tipo es requerida,[30] y eso permitirá a Charles Lesca morir en la capital argentina en el año 1948 sin ser juzgado por sus crímenes delante de un tribunal francés:

Charles Lesca (…) est mort la nuit dernière, à Buenos-Aires, des suites d’une embolie. Il a été enterré avec la plus grande discrétion, quelques heures plus tard. Lesca, qui était malade depuis quelque temps s’était retiré à la campagne dans la propriété de sa famille.[31]

No obstante, la mayor parte de los hispanistas franceses, lejos de colaborar con el régimen de Vichy o de acercarse a los círculos de influencia alemanes, decidieron pasar desapercibidos e intentar continuar con sus carreras de eruditos, evitando pronunciarse políticamente de manera pública. Así, el profesor Paul Mérimée (1905-1989) ejerce su cátedra en Burdeos hasta el 1942, pasa por el instituto de Toulouse, y es nombrado profesor de español de la Facultad de Letras de la Universidad de Burdeos en enero de 1944, sucediendo a Gaston Delpy (Baudot, Fonquerne, 1976: 8). Georges Le Gentil (1875-1953), colaborador del Bulletin hispanique y primer profesor en ocupar una cátedra universitaria de lengua y literaturas portuguesa y brasileña (1936), continuará sus clases sin interrupción durante toda la ocupación alemana, refugiándose en sus investigaciones sobre Fernão Mendes Pinto (Bataillon, 1954: 9-10). Algunos hispanistas de edad más avanzada, como Georges Desdevises du Dézert, vivirán sus últimos años en la tristeza y el rencor, habida cuenta de sus posicionamientos previos al estallido de la guerra mundial: “Il faut que je vous disse que je déteste le Boche. Il n’y a pas de peuple plus méprisable, plus fourbe, plus bas, plus vil ; c’est le mensonge incarné”.[32] (Fryszman, 2009: 285)

Un caso particular es el de aquellos eruditos que habían frecuentado los círculos políticos de izquierdas, y que incluso habían participado en la lucha antifascista, como fue el caso del profesor Marcel Bataillon. Éste último, al estallar la guerra, teme por su vida. A pesar de su distanciamiento de la política activa, en junio de 1941 tiene noticias de que su antiguo compañero en el Comité de Vigilancia de Intelectuales Antifascistas, el filósofo Michel Alexandre (1888-1952), había sido arrestado. Unos días más tarde, el 30 de junio, es el propio Bataillon el que conocerá el mismo destino. Éste es conducido por la policía francesa, por petición de la Gestapo, a la Direction des Renseignements Généraux, donde es interrogado antes de ser internado en Compiègne, de donde saldrá libre el 22 de agosto tras la intervención de Jacques Le Roy Ladurie (1902-1988) ante el prefecto de policía de París, el almirante Bard (Bataillon, 2009: 152). Tras este episodio, el profesor Bataillon vuelve a sus quehaceres académicos, no sin temor de posibles acciones futuras sobre su persona o la de sus allegados.

Fueron raros los casos de intelectuales franceses especialistas del mundo hispanohablante que decidieron pasar a la acción y entrar en la Resistencia. Podemos evocar dos ejemplos concretos y documentados de hispanistas involucrados de manera activa en la lucha contra el ocupante. El primero de ellos es Raymond Ronze (1887-1966), futuro director del Groupement des Universités et Grandes Écoles de France pour les relations avec l’Amérique latine (Huerta, 2006). Profesor de historia al inicio de la guerra en el Lycée Louis-le-Grand de París, es depuesto de sus funciones en 1942 por haber sido miembro de una logia masónica de Rouen, y decide entrar en resistencia (Ginsburger, 2019). Por su grado de involucración y su buen conocimiento de la realidad sudamericana, será nombrado miembro de una misión extraordinaria en América Latina por el gobierno provisional de la república, en noviembre de 1944 (Vaïsse, 2014: 83-84).

Jean Cassou (1897-1986), antiguo miembro del Comité de Vigilancia de Intelectuales Antifascistas como Marcel Bataillon, es el segundo de los hispanistas que decidirá, en su caso, entrar en resistencia desde el anuncio del armisticio de junio de 1940 por el mariscal Pétain. Junto con otros resistentes, participa de la publicación del periódico Résistance (1940-1941), lleva a cabo acciones clandestinas dentro del grupo resistente Bertaux,[33] es encarcelado en dos ocasiones (1941-1943), nombrado inspector de la zona sur por el comité de los Mouvements Unis de Résistance, se desempeña como redactor en jefe de Cahiers de la Libération y presidente del comité regional de Libération de Toulouse (Gascou, 2017: 513-518). Gracias a sus méritos será nombrado comisario de la república de la región Toulouse por el gobierno provisional de la República francesa en 1944 y condecorado con la orden de Compagnon de la Libération por decreto del 12 de junio de 1945 (Musée de l’Ordre de la Libération). La involucración total en la causa por liberar a Francia del ocupante alemán hace de Cassou uno de los hispanistas franceses más condecorados y recordados en el presente.

 

Conclusión

El presente estudio nos ha permitido constatar, en un primer tiempo, que durante la Primera Guerra Mundial el hispanismo francés en su conjunto se posiciona claramente al servicio de la maquinaria del Estado francés con el fin de combatir, culturalmente, al enemigo germánico. El caso de la neutralidad oficial de la Revue hispanique y de su propio director, Raymond Foulché-Delbosc, es una salvedad rara.

Una vez terminada la guerra, la apatía y la indiferencia por la política parecen instalarse entre numerosos hispanistas, tanto franceses como extranjeros, y solamente el auge de los totalitarismos y la amenaza del fascismo despertará de su letargo a los intelectuales. Diversos eruditos, del mismo modo que Marcel Bataillon, se movilizan con el fin de proteger pacíficamente sus convicciones democráticas y, ante conflictos mayores como la guerra civil española, ayudan lo máximo posible a sus colegas a escapar de las garras de la violencia bélica. Si bien hemos de citar casos minoritarios, como el del profesor Ernest Martinenche, quién por convicción o por presión política prefiere guardar una estricta neutralidad personal e institucional.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial representará en esta ocasión un verdadero seísmo en el ámbito del hispanismo francés. Mientras que la gran mayoría de los intelectuales tratan de sobrevivir bajo la ocupación alemana, con cierto miedo por las posibles repercusiones de sus posicionamientos políticos de entreguerras, una minoría no dudará en justificar regímenes totalitarios, leyes de excepción e incluso la idea de una colaboración franca con el régimen nacionalsocialista, al mismo tiempo que otros deciden tomar sus armas y sus plumas para combatir de manera proactiva contra el ocupante. Una situación que hará mella en el ámbito hispanista y que tendrá sus consecuencias una vez liberada Francia.

De este modo, y con una perspectiva general, podemos afirmar que las primeras generaciones de hispanistas franceses estuvieron compuestas por intelectuales comprometidos con la sociedad, que no dudaron en ir más allá del campo de la escritura, involucrándose directamente para defender sus ideales.

 

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Sobre el autor

Darío Varela Fernández es Doctor en Historia Contemporánea por la Université du Mans (2019), profesor de español y actualmente docente de enseñanza e investigación (ATER) en Lengua y Civilización de España Contemporánea en Sorbonne Université. Sus investigaciones actuales se interesan por la historia del hispanismo, el estudio de las redes intelectuales francesas e hispanohablantes, la circulación de ideas en la Península Ibérica y las corrientes culturales, políticas e identitarias en la España del siglo XX.

 

http://orcid.com/0000-0002-9889-4019

 

About the author

Darío Varela Fernández holds a PhD in Contemporary History from the Université du Mans (2019), is a professor of Spanish and currently of teaching and research (ATER) in Contemporary Spanish Language and Civilization at Sorbonne Université. His current research interests include the history of Hispanism, the study of French and Spanish-speaking intellectual networks, the circulation of ideas in the Iberian Peninsula, and cultural, political and identity currents in twentieth-century Spain.

 

 


[*] Este artículo se basa en la conferencia impartida 16 de mayo del 2017 en el Instituto Ravignani, organizada por el Grupo de Estudios Históricos sobre la Guerra (GEHiGue).

 

[1] Georges Cirot (1870-1946), Ernest Mérimée (1846-1924), Pierre Paris (1859-1931)

[2] Lettre de Raymond Foulché-Delbosc à Joaquim Miret i Sans (Paris, 18 mai 1917). Fons Joaquim Miret i Sans. Correspondència, Biblioteca Nacional de Catalunya.

[3] Vocablo peyorativo para hacer alusión a los alemanes.

[4] Georges Desdevises du Dézert es el segundo mayor contribuidor en número de artículos de la revista con 69 sobre un total de 1081 publicados entre 1894 y 1933.

[5] Lettre de Georges Desdevises du Dézert à Jaume Massó i Torrents (Chamalières, 13 décembre 1920). Fons Jaume Massó i Torrents. Correspondència - MS 1702, Biblioteca Nacional de Catalunya. Traducción: Casa de soldados de guerra ciegos de la región XIII; dirección M. Desdevises du Dézert.

[6] Traducción: Me ocupé de los heridos, fui a verlos, a hablarles, a distraerlos en los hospitales; en fin, dirigí durante tres años una escuela de reeducación de soldados ciegos. 85 de esos desafortunados pasaron entre mis manos.

[7] Traducción: Di clases públicas sobre la cuestión turca, sobre Francia y sus aliados. Me instituí en mi región como un profesor reconfortante; venían a mi casa cuando se sentían deprimidos para recuperar la moral. Aporté las buenas nuevas allí donde pude, escribí en todos los periódicos, en todas las revistas que me solicitaron, recopilé sobre lo que vi y entendí 18 volúmenes de notas.

[8] El hispanista originario de Toulouse es partisano de las teorías sociales de Léon Blum, como podemos observar en una somera biografía de éste (Krappe, 1930).

[9] Lettre de Raymond Foulché-Delbosc à Jaume Massó i Torrents (Paris, 22 février 1919). Fons Jaume Massó i Torrents. Correspondència, Biblioteca Nacional de Catalunya.

[10] Lettre de Louis Barrau-Dihigo à Jaume Massó i Torrents (Paris, 27 mars 1920). Fons Jaume Massó i Torrents. Correspondència, Biblioteca Nacional de Catalunya. Traducción: El cansancio de la guerra se hace sentir.

[11] Traducción: Nos guste o no, las consideraciones religiosas siguen siendo preponderantes en España. Es un hecho. Y el que no quiera admitirlo se condena a sí mismo a no entender gran cosa sobre la mentalidad de ese pueblo. Los que son, y los que se dicen católicos –lo que, en suma, viene a ser la misma cosa– son la gran mayoría. Además, el más serio, el argumento más eficaz contra nosotros –no nos engañemos– es el de tipo religioso. Los católicos, en su odio contra “la Francia de la separación, de la guerra religiosa, de Voltaire y de Renan” son, como mínimo, lógicos.

[12] Traducción: En lo que concierne a España, la situación es nítida, y ha sido expuesta en diversas ocasiones en Francia como en España. Nadie ignora que si el rey Alfonso y, por ende, la reina Victoria, están completamente comprometidos con nuestra causa y no lo esconden, no es lo mismo en lo que concierne a su entorno. El ministerio, que quizás, en el fondo, ha tenido y tiene simpatía por los aliados, se esfuerza por encerrarse en una neutralidad que muy a menudo ha cesado de ser amable, y ello con la falsa y peligrosa esperanza de no se sabe bien qué tipo de mediación quimérica, no falta de honor… ni de provecho.

[13] Traducción: Un hecho capital ha sido revelado por esta guerra inconcebible (…): es la fuerza de las ideas morales elaboradas por la civilización céltico-latina, difundidas por la genialidad francesas, defendidas hasta los supremos sacrificios por la Bélgica mártir y por los soldados de la Marne.

[14] Traducción: Hordas de Lutero.

[15] Lettre envoyée par Tomás Navarro Tomás à Marcel Bataillon (Paris, 7 août 1938). Archives Marcel Bataillon. BTL 44 N-P, Collège de France.

[16] Lettre de Ramón María Tenreiro à Marcel Bataillon (Narbonne, 7 juillet 1937). Archives Marcel Bataillon. BTL 47 T-Z, Collège de France.

[17] Lettre de Pedro Salina à Marcel Bataillon (Wellesley, 5 septembre 1937). Archives Marcel Bataillon. BTL 46 S, Collège de France.

[18] Lettre de Pedro Salina à Marcel Bataillon (Wellesley, 24 décembre 1937). Archives Marcel Bataillon. BTL 46 S, Collège de France.

[19] Lettre de Rafael Altamira y Crevea à Marcel Bataillon (17 septembre 1938). Archives Marcel Bataillon. BTL 33, Collège de France.

[20] Lettre de Rafael Altamira y Crevea à Marcel Bataillon (21 mars 1939). Archives Marcel Bataillon. BTL 33, Collège de France.

[21] Traducción: Hombres del siglo XIX, no podemos admitir que España retorne al medievo; intelectuales de 1936, no podemos tolerar las llamas de las hogueras que devoran a los hombres libres; demócratas apasionados, no podemos tolerar la aniquilación de la soberanía nacional, del Derecho y de la libertad.

[22] Relations de la France avec l’Espagne – Espagne 1898-1960 : Note manuscrite de « X », Université de Paris-Sorbonne (Paris, 28 décembre 1939). AJ/16/6968, Archives Nationales. Paris. Traducción: Nosotros, en particular, la Universidad de París, no podemos favorecer la creación del Instituto de Altos Estudios Hispánicos de los exiliados, al lado de nuestro Instituto de Estudios Hispánicos, el que, incluso durante la guerra de España se comprometía (demasiado quizás, pero era la política de Martinenche) a evitar todo lo que pudiese aparentarse a una declaración de simpatía con respecto a los republicanos españoles.

[23] Lettre de Georges Cirot à Marcel Bataillon (Bordeaux, 18 septembre 1939). Archives Marcel Bataillon. BTL 37, Collège de France. Traducción: Espero, en todo caso, que de aquí a enero hayamos cazado a Hitler y a su banda fuera de Alemania. No puedo creer que todos los intelectuales de Alemania, entre los cuales debe de haber algunos inteligentes, sean fanáticos de esos canallas. Y tengo la amarga sensación de que, en Italia, la situación es análoga.

[24] Traducción: Los ex combatientes del frente del Este liberados, deseosos de servir en la policía alemana, pueden dirigirse a los despachos E. M. W. 2, plaza de Verdún, en La Rochelle.

[25] Traducción: El Señor Max Daireaux, colaborador senil y ocasional de No Estoy en Ninguna Parte, ha querido rivalizar en canallería con el señor Stéphane Lauzanne (…) El Sr. Max Daireaux (…) exclama a su vez: (…) “¿Dónde meteremos a todos esos judíos que escapan de Alemania, Checoslovaquia, Hungría?” (…) Claro, por supuesto, ¿dónde los meteremos, Sr. Max Daireaux? Usted preferiría, estoy seguro, que los metiesen en rangos delante de las ametralladoras como el Sr. Lauzanne quería hacer con los refugiados españoles.

[26] Traducción: Se apoderan del director de las minas de Turón, Rafael del Riego, nieto del célebre republicano Riego, cuyo himno se convirtió en la Marsellesa de la República española. Había creado una caja de ayuda para los mineros (…) Llevan a Riego al cementerio (…) De un golpe de hacha, le arrancan las manos. Lo arrastran ensangrentado y, al fin, lo fusilan (…) han matado a tanta gente que tienen que tirar el cuerpo al río. Los civiles flotan con los ojos arrancados. Un revolucionario lleva en el extremo de su bayoneta la cabeza de un oficial.

[27] Expediente 22 año 1946 (Buenos Aires, 26 de septiembre de 1946). División política – FRANCIA, Archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Buenos Aires.

[28] « Charles Lesca libéré par le gouvernement uruguayen ». 10 octobre 1946. Combat, 4. Traducción: El ministro del Interior ha hecho saber, además, que no existía entre Francia y Uruguay ningún tratado de extradición y que los hechos presentados por la acusación para respaldar la petición de extradición de Charles Lesca “no constituían un delito específico”, sino que se referían más bien a actos de colaboración de carácter muy genérico.

[29] Expediente 22: Carta del director de investigaciones al director general del ministerio del Interior. (Buenos Aires, 25 de febrero de 1947). División política – FRANCIA, Archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Buenos Aires.

[30] Expediente 22 : Carta del director de Asuntos Exteriores al subsecretario político. (Buenos Aires, 5 de mayo de 1947). División política – FRANCIA, Archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Buenos Aires.

[31] « Charles Lesca meurt subitement en Argentine », 14 janvier 1949, Combat, 1. Traducción: Charles Lesca (…) ha fallecido esta pasada noche en Buenos Aires de secuelas de una embolia. Ha sido enterrado con la mayor discreción posible, horas más tarde. Lesca, quien estaba enfermo desde hacía tiempo, se había retirado al campo, en una propiedad de su familia.

[32] Traducción: Tengo que decir que odio a los alemanes. No hay pueblo más despreciable, engañoso, bajo, vil; es la mentira encarnada.

[33] Réseau Bertaux : états des agents 0, P1 et P2 établis par le liquidateur du réseau, correspondance, bulletins et fiches de renseignement. GR 28 P 3 74, Service historique de la Défense. Vincennes.