Los primeros meses de la Gran Guerra (agosto-diciembre de 1914) en Chile: un análisis en torno a las revistas culturales Zig-Zag y Pacífico Magazine
Cristóbal Hernández Cabrera
Universidad Finis Terrae, Chile
crthernandezc@gmail.com
Fecha de recepción: 06/9/2022
Fecha de aprobación: 21/10/2022
Resumen
El presente artículo tiene como objetivo abordar la recepción en el campo cultural y comunicacional chileno de los primeros meses de la Gran Guerra. Se estudia la relación sincrónica como un “problema de la recepción”, considerando como fuentes de investigación las revistas culturales Zig-Zag y Pacífico Magazine. Asimismo, se efectúan algunas consideraciones sobre el diario El Mercurio de Santiago. Estas publicaciones son fuentes privilegiadas para comprender las circunstancias de la recepción, puesto que documentaron y registraron el dramático acontecimiento. En primer lugar, se analizan las características específicas de la participación de los lectores en torno a la contienda. Luego, se estudia la literatura y los componentes iconográficos que permitieron establecer un vínculo directo entre la sociedad chilena y un hecho histórico de tal envergadura para evaluar el impacto que provocó la caída del referente europeo en términos culturales.
Palabras Claves: Primera Guerra Mundial, Historia cultural, Recepción, Revistas culturales, Prensa
The first months of the Great War (August-December 1914) in Chile: an analysis around the cultural magazines Zig-Zag and Pacífico Magazine
Abstract
The objective of this article is to approach the reception in the Chilean cultural and communicational field of the first months of the Great War. The synchronic relationship is studied as a “problem of reception”, considering the cultural magazines Zig-Zag and Pacífico Magazine as research sources. Some considerations are also made about the newspaper El Mercurio of Santiago. These publications are privileged sources to understand the circumstances of the reception since they documented and recorded the dramatic event. First, the specific characteristics of readers’ participation regarding the conflict are analyzed. Then, the literature and iconographic components that made it possible to establish a direct link between Chilean society and a historical event of such magnitude are studied to evaluate the impact of the fall of the European reference in cultural terms.
Keywords: Great War, Cultural History, Reception, Cultural magazines, Press
Introducción
A partir de la década de 1970, el desarrollo de la historia cultural repercutió en nuevas aproximaciones y enfoques en los estudios sobre la guerra, proporcionando nuevas perspectivas temáticas y metodológicas de gran relevancia en nuestros días. Estas nuevas problematizaciones se alejan del análisis estrictamente militar para incorporar nuevos tópicos, como el impacto de los conflictos bélicos en los medios de comunicación, el arte, el rol de los intelectuales, la propaganda, los fenómenos de movilización, la memoria, entre otros (Rodrigo, 2014; Alegre Lorenz, 2018; Fuentes Codera, 2020). Por su parte, el enfoque social ha puesto atención en los individuos y colectividades, mientras que la perspectiva cultural ha tenido interés por las múltiples representaciones simbólicas (Chartier, 2007) de los conflictos armados. Al mismo tiempo, es posible identificar una estrecha relación entre cultura y guerra. La “cultura de guerra” será entendida aquí como la elaboración de símbolos materiales por parte de una sociedad basados en sus experiencias de guerra. Por otra parte, la “cultura en guerra” define la acción de movilización de los productos culturales como un factor más de los esfuerzos bélicos de una sociedad. En ambos conceptos, la cultura es entendida no solo como el conjunto de prácticas, gestos, rituales y modos de vida, sino fundamentalmente como un sistema de representaciones y de producción de objetos intelectuales y artísticos que componen el imaginario de una sociedad (Audoin-Rouzeau y Becker, 2002; González Calleja, 2008).
En el presente trabajo, se analiza el “problema de la recepción” sincrónica de los primeros meses posteriores al estallido de la Primera Guerra Mundial (agosto-diciembre de 1914) en Chile, considerando como fuentes de trabajo a las revistas culturales Zig-Zag (1905-1964) y Pacífico Magazine (1913-1921), ambas editadas y comercializadas por la Editorial Zig-Zag. Asimismo, se efectúan algunas consideraciones en torno a El Mercurio de Santiago (1900 a la actualidad). El período seleccionado permite evaluar el inicio y el desarrollo temprano de la guerra como noticia y fenómeno en estos medios de comunicación, principalmente en las revistas culturales, y analizar la cobertura y la centralidad del conflicto bélico en las páginas de estas publicaciones. Este trabajo constituye una aproximación exploratoria a los materiales y a la temática mencionadas, por lo que aún queda un extenso terreno por investigar que esperamos cubrir con una tarea más compleja y exhaustiva en el futuro.
Las revistas Zig-Zag y Pacífico Magazine abordaron de manera sincrónica y a través de diversos materiales lo sucedido en el viejo continente, constituyéndose en los principales vehículos de difusión tanto literaria como iconográfica en los que se materializó la recepción del conflicto bélico. Al cubrir un tema trascendental, estas publicaciones se transformaron en un referente impreso para la esfera cultural de la sociedad chilena. ¿Qué información recibían nuestras fuentes de estudio en torno al conflicto? ¿Qué informaciones se reprodujeron, crearon y recrearon en nuestras fuentes? ¿Cómo informaron las revistas acerca del impacto que provocó la caída del referente europeo en términos culturales? ¿Cómo abordaron los lectores de estos medios las inquietudes expuestas? Más allá de la política oficial del gobierno y sus definiciones en torno a la guerra, nos interesa abordar y analizar, a partir de las fuentes seleccionadas, el proceso de formación de una opinión pública cuya posición frente al conflicto no coincidió necesariamente con la posición de neutralidad adoptada por el gobierno.
En Chile, las repercusiones de la Gran Guerra “han sido poco tratadas por la historiografía, a pesar de los cien años transcurridos desde su inicio” (Carrellán, 2014: 77). Quizás, una de las razones es que nuestro país no experimentó el conflicto de la misma forma que los países beligerantes, sino más bien a través de los relatos de la guerra y de sus consecuencias. Hay que mencionar que los efectos de la conflagración vinculados a los aspectos diplomáticos y económicos han sido las temáticas priorizadas por las corrientes historiográficas tradicionales. Al respecto, se ha enfocado la cuestión política a partir del análisis de la posición de neutralidad que adoptó el Estado chileno y sus relaciones con los beligerantes (Couyoumdjian, 1986, Couyoumdjian y Muñoz, 2002; Bravo, 2005). Además, se han efectuado trabajos que exponen y analizan la presencia de los eventos bélicos que afectaron de forma más directa a la realidad nacional, como la batalla de Coronel (Lascano, 2002; Bravo, 2005). Por otro lado, los abordajes del aspecto económico de la contienda dan cuenta de su impacto en la industria salitrera e incluyen el relevamiento de la cuestión de las listas negras y sus repercusiones comerciales (Couyoumdjian, 1974 y 2000; Bill, 1988; Matus, 2009).
Los trabajos recientes en torno al impacto de la Gran Guerra en Chile han desarrollado nuevos enfoques para el tratamiento de la problemática bélica en el país “y sus consecuencias culturales y sociales en la región se convirtieron en objeto de un renovado interés” (Maubert, 2022: 107). Desde una perspectiva cultural, los estudios han enfocado el conflicto en tanto evento mediático, analizando el rol de los cablegramas de noticias extranjeras que llegaban a los diarios chilenos (Carrellán, 2017), las múltiples representaciones y áreas temáticas de recepción del conflicto tanto en revistas culturales como en la prensa diaria (Hernández, 2019; Maubert, 2020 y 2022), la presencia de la propaganda de los beligerantes en la discusión pública de las identidades (trans)nacionales (Russ, 2022) y los debates sobre la redefinición de la identidad nacional y la relación del país con Europa a partir del conflicto (Domingo, 2016). Finalmente, desde un enfoque social se ha estudiado la movilización y el reclutamiento de los reservistas franceses residentes en el país (Carrellán y de La Llosa, 2018) así como los comportamientos, los problemas y la organización de la colonia alemana en el territorio. Este panorama de publicaciones ha comprobado que la sociedad nacional vivió la contienda con gran interés y que aún existe un extenso terreno para el desarrollo de investigaciones en la materia.
Más allá de los estudios referidos que abordan el impacto de la guerra específicamente en Chile, en el último tiempo se han desarrollado trabajos que constituyen aportes significativos a la renovación de la historiografía de la Gran Guerra y a la adopción de nuevos enfoques y problemáticas en los estudios sobre la historia latinoamericana con una perspectiva transnacional. Por lo tanto, ha comenzado a incrementarse la producción científica cuyo objetivo principal es deseuropeizar el conflicto para dar cuenta de su escala efectivamente global. En el marco de esta orientación general, se destacan las contribuciones de María Inés Tato (2014, 2017, 2019, 2022), Olivier Compagnon (2009, 2014, 2018), Stefan Rinke (2014, 2019), Emiliano Gastón Sánchez (2014a, 2014b, 2015, 2018) y Jay Winter (2014a y 2014b). Los aportes de los mencionados autores han concentrado la atención tanto en los medios comunicacionales en su conjunto como en la escena intelectual, cultural y de las comunidades nacionales y extranjeras, analizando agentes individuales y colectivos que actuaron como conexión y mediación entre el continente en guerra y el nuestro, permitiendo la llegada de diversas interpretaciones y representaciones del conflicto.
Este trabajo pretende colaborar con la tendencia de investigación esbozada anteriormente, a partir del estudio del rol de los medios de comunicación durante los primeros meses de la Gran Guerra y de la indagación en las repercusiones del conflicto bélico en la prensa chilena. Para ello, resulta pertinente revisar los modos de recepción y elaboración de ideas e imaginarios culturales en las áreas ligadas al campo de la información.
El “problema de la recepción” en medios de comunicación. Para la comprensión de la Gran Guerra en las publicaciones chilenas
Si consideramos la importancia de la Primera Guerra Mundial como punto de inflexión en las relaciones entre América Latina y Europa, no podemos dejar de lado la tradición cultural en la cual se enmarca la recepción del conflicto. El tránsito epistemológico más significativo sugiere dejar de pensar en términos de “influencia de ideas” para ir hacia la consideración del “problema de la recepción”. Esto implica atender a “la interrogación ya no sólo por la lógica de los sistemas de ideas o por las condiciones históricas de su producción, sino centralmente por las circunstancias histórico-culturales que hacen posible su recepción” (García, 2011: 11). Pensar en términos de influencia niega en cierta medida el poder de creación y de producción de los actores comprometidos, puesto que, si consideramos las relaciones culturales en un sentido unidireccional, no es posible establecer un diálogo con otros referentes.
Para enfocar la “circulación de ideas o creación cultural que dominan la época misma” (Jay, 2003: 16), es importante estudiar a los diversos actores que produjeron, transmitieron y construyeron interpretaciones del conflicto. En este sentido, vale la pena indagar tanto las revistas culturales como la prensa, dado que este tipo de materiales impresos son fuentes privilegiadas para la historia cultural. El estudio del género revisteril es relevante, puesto que fue el síntoma de la cultura impresa moderna a comienzos del siglo XX y sus productos no son meramente recipientes de imágenes y textos, sino que condensan una complejidad que los transforma en objetos de estudios en sí mismos. Las revistas dan cuenta de la existencia de redes que constituyen puntos de encuentro entre itinerarios individuales en torno a un “credo” común que permite modificar “la política editorial, renovar el comité de redacción, la presentación tipográfica” (Pluet-Despatin, 2014: 2), etc. Esto se evidencia, por ejemplo, en el diseño de portadas, el tipo de imágenes reproducidas (fotografías, dibujos, caricaturas, etc.), su tamaño y su impresión a color o en blanco-negro, entre otros factores. Actualmente, el estudio de revistas requiere cada vez más una colaboración multidisciplinar. Además, estudiar a las revistas en tanto
bienes simbólicos elaborados casi siempre colectivamente obliga a pensar la significación que adquirieron los grupos nucleados alrededor de ellas (o que circularon a través de ellas) atendiendo tanto a las prácticas específicas como a sus relaciones con procesos sociales de carácter más general (Delgado, Mailhe y Rogers, 2014: 8).
Por otra parte, la prensa ofrece variadas perspectivas, materiales noticiosos y temáticas que permean la cotidianidad nacional y que responden a una diversidad de actores, emisores y receptores. En ella podemos observar una multiplicidad de interpretaciones de la realidad condensadas en sus materiales impresos. Así por ejemplo, es posible preguntarnos si la guerra fue considerada un evento de la sección internacional o local. Tanto en la prensa como en las revistas culturales, la oferta de noticias e interpretaciones del conflicto bélico se diversificó con el desarrollo de publicaciones que incorporaron componentes gráficos que evidencian la identidad visual de la época.
Los medios de comunicación en Chile durante las primeras décadas del siglo XX
A comienzos del siglo XX, se desarrolló en Chile un nuevo escenario comunicacional gracias a la implementación de las ideas innovadoras de Agustín Edwards Mac Clure, que en junio de 1900 revolucionó los alcances del periodismo y de la forma de entregar noticias en el país con la fundación de El Mercurio de Santiago. No obstante, esta transformación no fue inmediata, sino que requirió un período de tiempo de experimentación, de avances y retrocesos en cuanto a los cambios de diseños y de estrategias tanto comerciales como comunicacionales (Bernedo y Arriagada, 2002). Con un valor de 10 centavos por ejemplar, El Mercurio logró convertirse en un paradigma de cómo se debía hacer periodismo moderno, ya que esta nueva prensa pretendió “distanciarse de estructuras o corrientes políticas definidas, abandonando el periodismo de trinchera o el carácter de vocero de alguna tienda política en particular” (Ossandón y Santa Cruz, 2005: 187).
Cinco años más tarde, en 1905, Edwards Mac Clure impulsó un nuevo proyecto comunicacional que se diferenció entonces de la prensa conocida. Nos referimos a la fundación de la Empresa Editorial Zig-Zag[1] y su magazín homónimo que se comercializó sin interrupciones hasta 1964. A diferencia de El Mercurio de Santiago, la revista miscelánea Zig-Zag causó un gran impacto desde la aparición de su primer número, en febrero de 1905, lo que dio inicio a una nueva época para este tipo de publicaciones. En “un país donde las revistas de mayor tiraje no se empinaban por sobre los 3.000 ejemplares, en cosa de horas se agotaron los 100.000 de su primer número” (Correa Sutil et al., 2001: 76). Con un precio de tapa de 50 centavos, la revista se popularizó rápidamente y, como señalaría la propia publicación años más tarde, Zig-Zag pretendió llegar a “todos los públicos y en todas partes se le acogió con simpatía. Desde las selectas esferas de la sociedad, pasando por la clase media, alcanzaba hasta las manos de la gente más humilde” (Zig-Zag, número especial, 1955: 73).
Por su parte, Pacífico Magazine se inauguró el 23 de enero de 1913 y circuló hasta diciembre de 1921. Con un valor de 1 peso, Pacífico Magazine fue una revista miscelánea mensual cuyos propietarios fueron los intelectuales Alberto Edwards y Joaquín Díaz Garcés. Su público objetivo eran los lectores de la élite y la publicación se caracterizó por tener un carácter original y exclusivo, al albergar en su estructura trabajos que no eran llevados a las páginas de las publicaciones periódicas, y por combinar el material gráfico con el de lectura.
Hay que tener presente que “los índices de lectura del país eran bajos. Al finalizar el siglo XIX, un 68% de la población era analfabeta, cifra que baja a 50% para 1920” (García Huidobro y Escobar Chavarría, 2012: 22). Frente a esta situación, las revistas apostaron por el uso de las imágenes, que tuvieron un rol clave sobre todo en lo concerniente a la vida social, la moda de la época, los retratos de autoridades, etc., incluyendo “sistemas avanzados de impresión en colores, en que la fotografía y el diseño gráfico desempeñan un papel fundamental” (Subercaseaux, 2010: 134) para lograr el efecto de comunicar a través de imágenes relativamente independientes del texto.
Para el período que nos ocupa, encontramos en nuestras fuentes un constante diálogo y mención recíproca entre las publicaciones para fomentar su compra. Esto representa una relevante estrategia de venta que fue recalcada en las páginas de las publicaciones. Así por ejemplo, en la edición del 30 de julio de 1914 de El Mercurio, encontramos un aviso que incentiva a los lectores a comprar el número de Zig-Zag del 1 agosto.[2] Asimismo, en El Mercurio se reiteran los avisos para persuadir a sus lectores de comprar los ejemplares de Zig-Zag y de Pacífico Magazine, mencionando que las revistas expondrán en sus próximos números informaciones sobre la guerra.[3] Por su parte, las revistas promovieron una relación directa con el lector por medio de la incorporación de suscripciones y ofertas, cuyos valores eran anuales o semestrales.[4] En tanto empresas editoriales, las revistas tuvieron como objetivo encontrar ganancias económicas por medio de la ampliación de sus lectores, combinando la lógica de suscripción y la difusión de publicidad de productos variados, siendo especialmente esta última su principal fuente de ingresos (Dussaillant y Urzúa, 2020).
Julio de 1914 y las primeras informaciones sobre la guerra
¿Cómo llegaba la información extranjera que se reproducía en nuestras fuentes de estudio? Durante el siglo XIX, existió la idea de conectar América con Europa por medio de una red comunicacional y con ello se inició la extensión telegráfica, la creación de agencias de información y el desarrollo de cables submarinos. Para el caso de Chile, la conexión más importante era la línea Galveston (1891) y fue precisamente esta la que se usó durante el conflicto (Carrellán, 2017: 60).[5] De hecho, El Mercurio contó con una sección internacional que contempló entre dos y tres páginas y se tituló “Cablegramas del Extranjero”. Debajo de este título se lee: “Servicio cablegráfico especial para El Mercurio por The Central and South American Telegraph, Vía Colón y de Corresponsales especiales”.[6]
Desde finales de junio de 1914, observamos en esta sección de El Mercurio la evolución de los titulares a medida que transcurrían los días y escalaba el conflicto europeo. Títulos como “Asesinato del heredero del trono austro-húngaro y de su esposa” (29 de junio de 1914: 9), “La tragedia de Sarajevo” (30 de junio de 1914: 10), “Ultimátum de Austria a Serbia” (24 de julio de 1914: 13), “La guerra austro-serbia” (29 de julio de 1914: 15), “Alemania declara la guerra a Rusia” (2 de agosto de 1914: 13) y “El conflicto europeo” (3 de agosto de 1914: 7) culminan con “La guerra europea” (7 de agosto de 1914: 9). Como se observa en las fechas de los titulares referidos, las informaciones eran recibidas con celeridad, puesto que la diferencia entre el desarrollo de los acontecimientos y lo expuesto en las páginas del periódico es de un día de desfase. Las noticias que llegaban a la redacción de El Mercurio iban firmadas desde París, Viena, Londres, Roma, Madrid, Berlín y Sarajevo principalmente y en las páginas del periódico se reproducían tanto textos como fotografías para dar cuenta de la importancia y gravedad de los acontecimientos, ya que, desde la noticia del ultimátum de Austria a Serbia, se aludía al temor por una posible conflagración europea. Efectivamente, las tensiones comenzaron a aumentar hasta el 1 de agosto, momento en que Alemania declaró la guerra a Rusia y, en unos pocos días, Europa estaba sumergida en una guerra de magnitudes sin precedentes.
Durante los meses de junio y julio, Zig-Zag y Pacífico Magazine no expusieron informaciones sobre la situación vivida en Austria-Hungría, pero a partir de las ediciones de agosto ambas publicaciones comenzaron a desplegar informaciones acompañadas por fotografías, tanto en torno al conflicto Austro-Serbio como a los primeros avances de las tropas beligerantes en las fronteras de Francia y Bélgica.
Como se observa en el siguiente gráfico, se ha calculado la superficie dedicada al conflicto en sus múltiples formatos en ambas revistas. En tanto Zig-Zag fue una revista semanal que no tuvo un número fijo de páginas, el cálculo se basó en una media de páginas entre las 85 y las 105 que presentaba el semanario. Es decir, el cálculo por edición se realizó considerando un promedio de 95 páginas y luego calculamos el promedio mensual. Para el caso de Pacífico Magazine, al ser una revista mensual, el cálculo se hizo con la cantidad de páginas de cada una de las ediciones.[7] De los ejemplares revisados de Zig-Zag, solo tres números retratan la situación beligerante en sus portadas: el número 500 (19 septiembre de 1914), donde un campesino está labrando la tierra y ve en el cielo la silueta de los soldados enfrentándose, el número 504 (17 octubre de 1914), que retrata la caída de un zeppelín en llamas sobre una costa, y el número 511 (5 diciembre de 1914), que exhibe a la torre Eiffel iluminando al mundo y a París como capital mundial. En los tres casos, las portadas están firmadas por el caricaturista chileno Manuel Guerra (Max). Por su parte, Pacífico Magazine no dedicó ninguna portada a la cuestión del conflicto bélico, en tanto todas sus portadas respondían a un mismo estilo y reproducían un retrato dibujado.
Fuente: Elaboración propia a partir de las revistas culturales Zig-Zag y Pacífico Magazine publicadas durante los meses de agosto-diciembre de 1914.
En ambas revistas, la cobertura de la guerra desde agosto fue muy parecida. Así, en los cinco números de Zig-Zag de aquel mes (nº 493 a nº 497) se registró un incremento de la literatura y de las imágenes de la guerra, puesto que en la edición del 1 de agosto (nº 493) encontramos solo una publicación en torno al conflicto Austro-Serbio y a partir de la edición del 8 de agosto (nº 494) comenzó a aumentar tanto la producción y reproducción iconográfica –con la inauguración de la sección fotográfica “La guerra europea”– como la incorporación de literatura e informaciones relacionadas a las nuevas tecnologías bélicas y al avance de las tropas. Por otra parte, se observa que en el mes de septiembre el porcentaje del espacio asignado a la temática bélica en Zig-Zag bajó, pero en Pacífico Magazine subió exponencialmente. Para el caso de Zig-Zag, las ediciones del 5 y del 19 de septiembre (nº 498 y nº 500) solo alcanzaron un 9.4% y 5.2%, respectivamente, puesto que estos números dedicaron mayor atención al inicio y a la celebración de las fiestas patrias del país, y en octubre vuelve a aumentar la cobertura del conflicto. Pacífico Magazine, por su parte, mantuvo la tendencia de entregar información y literatura en torno al conflicto acompañadas de imágenes que se reprodujeron a página completa o bien se agruparon entre dos y cuatro imágenes por página. Así por ejemplo, en la edición de noviembre encontramos 22 páginas asignadas a la reproducción de imágenes de la guerra y solo un artículo que informa sobre la ofensiva belga contra Alemania.
El inicio de las hostilidades. Recepción y espacios de opinión
Ya en agosto de 1914, el estallido del conflicto europeo causó mucha atención entre los contemporáneos, transformándose rápidamente en una noticia que desató discusiones y polémicas en la escena local. En la edición del 8 de agosto de Zig-Zag se publicó un artículo titulado “La guerra europea – La agitación en Santiago”, que abordaba el clima de curiosidad en la capital chilena por conocer los acontecimientos vinculados a los primeros días de la contienda. El artículo ilustraba con fotografías la movilización de las masas que habitaban en Santiago para saber y comprobar las informaciones que habían llegado desde el teatro de los sucesos. En la edición del 22 de agosto de la misma revista se publicó un artículo titulado “Lo que piensan de la guerra”, en el cual se exponían las opiniones y argumentos de extranjeros que habitaban en Santiago en torno al siguiente interrogante: “¿Qué piensa Ud. de la guerra?”.[8]
Este fenómeno de curiosidad y consumo de noticias también estuvo presente en El Mercurio, pues tempranamente el periódico dedicó espacios para reproducir las informaciones enviadas desde Europa acerca de los avances de las tropas, pero también se preocupó por informar sobre el clima que se produjo en Santiago tras las declaraciones de guerra, ya sea por parte de los residentes extranjeros de la capital como de los mismos chilenos. Así, en la página 13 del 6 de agosto, este medio cubrió la ceremonia de despedida que el gobierno ofreció a los integrantes de la colonia francesa en la Estación Mapocho, quienes partían a combatir por su patria. Como han señalado Carrellán Ruiz y de La Llosa, este fue un “momento importante ya que los miembros de esta comunidad debían elegir entre favorecer la identidad europea o, por el contrario, la chilena” (2018: 13). El registro emotivo de esta despedida se reprodujo en las noticias que posteriormente dieron cuenta de los fallecidos en combate. Así, en la página 7 del 16 de septiembre y bajo el título “Los primeros caídos y la sociedad de Santiago”, El Mercurio informaba sobre la muerte de miembros de la colonia francesa residente en Chile que habían perdido su vida en la batalla del Marne.
Por otra parte, estos medios de comunicación también expresaron la opinión de sus lectores a través de la publicación de entrevistas. Bajo el título de “Noticias de la guerra”, en la página 3 de El Mercurio del 11 de agosto, apareció una entrevista a un alemán residente en Santiago, cuya primera preocupación era la inexistencia de informaciones provenientes de su país por el “apagón informativo de las noticias recibidas desde Alemania” (Carrellán, 2021: 180), puesto que las comunicaciones que llegaban a Chile eran enviadas por agencias de origen inglés y francés. Además, el entrevistado agregaba que tenía conocimiento de que el gobierno de Chile y el Ministro de Alemania no habían recibido noticias de Berlín desde hacía ya algunos días, como tampoco había llegado nada del señor Cruchaga, el Ministro de Chile en Berlín. Sin embargo, a comienzos de septiembre El Mercurio contó con comunicaciones recibidas de la Legación de Alemania en las que se informaba sobre el fracaso de Rusia en el avance por Prusia Oriental. Esta información, procedente de la estación radiotelegráfica de Nauen, fue transmitida por la Deutsche Presse de Santiago a través de Nueva York.[9]
En las páginas de Zig-Zag encontramos una sección destinada a conocer las opiniones e intereses de sus lectores. Esta sección, denominada “Preguntas y Respuestas”, aparecía en las páginas finales de cada número y había comenzado a publicarse el 2 de enero de 1909 (nº 202) para responder preguntas variadas e identificar las preocupaciones de su público. El encargado de responder estas inquietudes era el sacerdote francés y crítico literario Emilio Vaisse, cuyo seudónimo era Omer Emeth. La sección se transformó rápidamente en un espacio “de formación intelectual, de orientación en prácticas de consumo o incluso en iniciativas de emprendimiento comercial”. Allí los lectores “pedían una guía en su acceso a la información y a las oportunidades que esta les mostraba por primera vez” (Viu, 2016: 28).
En la sección referida, se registraron múltiples dudas con respecto a la contienda que comenzaron a reproducirse a partir de la edición del 31 de octubre (nº 506). Allí, un lector preguntaba si la guerra afectaría el clima a nivel mundial por los continuos disparos de cañón que perturban la atmósfera (Pregunta 5, 31 de octubre de 1914; Pregunta 2, 12 de diciembre de 1914) y las respuestas ofrecidas explicaban que no había relación entre ambos fenómenos. Otros lectores buscaron confirmar datos referidos en la sección “Cablegramas del extranjero” de El Mercurio vinculados a la cantidad de hombres de los ejércitos o al número de armamentos como buques y aeroplanos. Sobre este punto, la respuesta ofrecida por la revista incluyó el detalle cuantitativo de los armamentos movilizados. Además, se registraron interrogantes orientados a corroborar el impacto y alcance de las nuevas tecnologías de guerra, como las granadas y el gas Turpinita (Pregunta 9, 31 de octubre de 1914; Pregunta 6, 21 de noviembre de 1914; Pregunta 1, 12 de diciembre de 1914). Por último, encontramos en esta sección especulaciones sobre las futuras maniobras militares tras la entrada de Turquía en la guerra y su impacto para los beligerantes (Pregunta 13, 31 de octubre de 1914) o conjeturas sobre cuándo concluiría la guerra. Al respecto, la respuesta por parte de la publicación fue que el lector debería consultar esa cuestión con una pitonisa (Pregunta 5, 12 de diciembre de 1914). Si bien esta sección se creó con el objetivo de identificar diferentes tipos de demandas de los lectores, durante los primeros meses del conflicto bélico también se convirtió en un espacio de interés para abordar inquietudes y corroborar información sobre la contienda expuesta en números pasados y en otras publicaciones. En la sección, las preguntas evidenciaron tanto la incredulidad de los lectores como la curiosidad frente a los adelantos tecnológicos y sus efectos en las batallas.
En las ediciones de septiembre y octubre, Pacífico Magazine entregó a sus lectores “El juego de la guerra”, que representó una importante estrategia de este medio para crear un espacio de participación lúdica de los lectores en torno a la guerra. Concebido para dos jugadores, el juego contaba con un mapa que recreaba una campaña militar en la frontera franco-alemana, entre Estrasburgo y Dunkerque, y el objetivo de cada jugador consistía en llegar a la capital del país enemigo. En la publicación se detallaron las reglas, los gráficos y las tablas de bajas para los jugadores. En la edición de octubre, se informó que los redactores habían conversado con algunos “lectores-estrategas” sobre las reglas del juego, quienes dieron unas cuantas sugerencias para mejorar la dinámica de este juego. Tras detallar las reglas actualizadas, al final de la página se explicitó el agradecimiento a los lectores que habían permitido con sus comentarios continuar perfeccionando el juego. Además, la revista ofrecía una suscripción por un año a quien indicase el conjunto de reglas más interesante. Si bien el juego duró dos meses, su publicación permite observar cómo las revistas establecieron dinámicas operativas de producción creativa en torno a la recepción del conflicto y a la curiosidad de sus lectores mediante un activo proceso de apropiación de las ideas y los temas provenientes del extranjero, asignándoles nuevos significados locales. Como se verá a continuación, este proceso de recepción y asignación de significados locales se posicionó además en los elementos visuales y literarios.
La imagen y los alcances de las nuevas tecnologías: el porqué del horror
Tal como se señaló anteriormente, desde el inicio del conflicto las revistas dedicaron una importante cantidad de espacio en sus páginas a la reproducción de imágenes de la guerra, incorporando especialmente fotografías de diversos tamaños que evidenciaban la situación beligerante en distintos puntos del mapa europeo. En ocasiones, estas imágenes ocuparon hasta diez páginas consecutivas que enfatizaron la representación iconográfica de la destrucción material, los frentes de batalla, el uso de las nuevas tecnologías y sus efectos, los paisajes desolados, las movilizaciones, entre otros aspectos de la contienda. En el número 494 (8 de agosto de 1914), Zig-Zag inauguró la sección fotográfica “La guerra europea”, que invariablemente se mantendrá en todos los números posteriores analizados. Pacífico Magazine, por su parte, no contó con una sección exclusiva asignada a la reproducción de imágenes, pero este tipo de materiales estuvo presente en sus páginas, como por ejemplo en “Los primeros actores de la tragedia europea” (agosto de 1914) o en “Personajes y escenas de la Gran Guerra” (octubre de 1914). Además, las descripciones de las imágenes facilitaron y orientaron su comprensión, lo que fue posible gracias a los avances técnicos experimentados por los medios de difusión de la época. La producción tanto textual como iconográfica permitió presentar simultáneamente dos formas de descripción –visual y textual– de los hechos. Toda esta labor creativa permitió, entre otros efectos, contribuir poderosamente al desarrollo y a la amplia difusión de los lenguajes visuales, rompiendo con las convenciones tradicionales de la representación de la realidad. Así, durante este período, se produjo una forma de realismo singular para mostrar la guerra, que pretendió ser una expresión fidedigna de la tragedia que enfrentaba la sociedad europea.
La creación y recepción de estas imágenes realistas fue crucial, en tanto recurso para la interpretación visual ampliamente utilizado en los medios gráficos. Asimismo, esta representación realista se articuló con otras formas de expresión y representación como la caricatura, que se sumó a las páginas de las revistas como una forma de opinión que denunciaba y/o criticaba diferentes aspectos vinculados a la guerra en curso. Así, Pacífico Magazine publicó “La caricatura y la guerra actual” (ediciones de agosto, septiembre y noviembre de 1914), cuyas imágenes representaron las preparaciones de las potencias para la contienda y las rivalidades tanto franco-alemana como germano-belga, aglomerando un repertorio visual crítico que, en su conjunto, comunicó interpretaciones del conflicto mediante un discurso visual específico, cuyo poder de transmisión convocó a un público cada vez más amplio y fuertemente atraído por los caracteres gráficos que combinaban “lo cómico, lo espiritual y lo intencional de un individuo” (Gamonal, 1983: 35). No fue sorpresivo, por lo tanto, encontrar caricaturas que mostraban el colapso civilizatorio de Europa o la figura del Káiser representado como el “nuevo Atila que arrastra a Europa a la barbarie”, según la descripción de una caricatura publicada en Zig-Zag el 15 de octubre de 1914.
La caricatura como arma de oposición tiene una gran complejidad que resume en unas cuantas líneas la fisonomía o las características básicas de una persona o de un grupo determinado. Entre los referentes chilenos, se destacan las contribuciones para Zig-Zag de Jorge Délano (Coke) y Manuel Guerra (Max), quienes interpretaron visualmente las distorsiones vividas a partir del acontecimiento europeo. Un ejemplo de ello se encuentra en la edición del 26 de septiembre de Zig-Zag, donde un “bárbaro” lleva puesta una franja que dice “Europa” y hace caer su esmoquin que lleva el nombre de “Civilización”, como si estuviera quitándose su disfraz para revelar su verdadera faceta. Asimismo, en la edición del 10 de octubre de 1914 de Zig-Zag, Max ilustra dicha crítica al orden civilizatorio bajo el título de “Justa pretensión”, una caricatura a color y reproducida a página completa, que representa a Cristóbal Colón hablando con Dios, a quien reclama su regreso para civilizar, esta vez, a Europa.
Por otra parte, la representación de la muerte estuvo presente en Zig-Zag, caricaturizada como un esqueleto con una larga túnica negra que recorre los campos de batalla o como cuervos que aparecen tras los titánicos enfrentamientos. “Después de la batalla” (8 de agosto de 1914) es el título de una caricatura de página completa reproducida en Zig-Zag, cuya descripción enfatiza que, por culpa de los combates, la muerte no tiene reposo. Bajo el título de “Encantador” (10 de octubre de 1914) apareció otra caricatura de página completa que mostraba a un cuervo comiendo un cadáver y en la descripción se lee que el animal ya no puede más por estar satisfecho. Aquí observamos cómo la efectividad del caricaturista se encuentra en realizar el “punto característico de lo caricaturizado” (Gamonal, 1983: 36), incidiendo con su carácter personal en la observación, la asimilación, la interpretación y la capacidad de síntesis.
Otra característica relevante de estas revistas fue la reproducción de fotograbados cuyas representaciones visuales tienen un peso considerable al retratar la latencia beligerante e ilustrar este tiempo de crisis y catástrofe. Hay numerosas imágenes tanto a color como en blanco-negro y de gran tamaño, que por lo general se reproducían a página completa o en ocasiones, si la imagen era muy grande, era divida en dos páginas. Todas estas imágenes contaban con su título y una pequeña descripción textual cuyos temas centrales eran el dolor de la guerra en los campos de batallas, en las ciudades o al interior de los hogares. En relación con las escenas de batalla, en Zig-Zag, aparecieron títulos como “El ataque a un zeppelin”, que exhibía la defensa contra esta maquinaria por el nuevo sistema de cañones ingleses (19 de septiembre de 1914) o “La artillería inglesa en acción”, donde se mostraba a soldados ingleses que frenaron el avance alemán en el canal de Mons-Condé (7 de noviembre de 1914). Por otro lado, también se mostraron los efectos de la guerra en las ciudades con títulos como “En Bélgica”, que enfatizó el éxodo de los habitantes de Lovaina tras la ocupación alemana (24 de octubre de 1914) o “Huyendo del peligro”, que evidenciaba la urgencia de sacar el cuadro de Peter Paul Rubens, La asunción de la Virgen, de la Catedral de Amberes por temor a un posible bombardeo alemán (14 de noviembre de 1914). Por último, en “Crueldades de la guerra” (5 de diciembre de 1914) encontramos representado el dolor de la guerra al interior de los hogares. En la imagen, una pequeña niña ve llorar a su madre tras leer la noticia fatal que anunciaba la muerte de su hijo en combate.
Los materiales gráficos en su conjunto fueron recursos muy potentes y efectivos para la representación de la tragedia europea. Estos recursos evidencian un caleidoscopio de experiencias sintetizadas en imágenes de una realidad caracterizada por el horror. La recepción de la temática bélica apeló a múltiples condiciones culturales y materiales previas que hicieron posible el desarrollo interno de ideas, imágenes y textos, enfatizando tanto los aspectos visuales como literarios y textuales. La incorporación de estos materiales permitió que las representaciones de la guerra trascendieran las fronteras, alcanzando a la opinión pública chilena que tuvo a su disposición representaciones próximas y vividas del conflicto bélico en curso.
Dentro del espectro literario, la guerra fue presentada como un fenómeno totalmente nuevo en cuanto a su magnitud, que exigía grandes cuotas de sacrificios humanos y mostraba un potente despliegue de fuerzas y tecnologías que la transformaban en un apocalipsis tecnificado. Uno de los temas centrales giró en torno a las novedades y los cambios en los espacios establecidos para hacer la guerra (mar y tierra), puesto que se integró la dimensión aérea que rápidamente tomó un protagonismo propio en las páginas de las publicaciones. En este sentido, a comienzos del conflicto Zig-Zag señaló la participación que los aeroplanos desempeñarían en la guerra, apuntando que “el uso de los aeroplanos y dirigibles ha entrado ya francamente en la vía de su utilización como arma ofensiva” (“El peligro de arriba”, 3 de octubre de 1914) y que “será la primera vez que los sumergibles, los submarinos, los aeroplanos y los dirigibles entren en lucha verdadera” (“¿Cómo atacará la escuadra alemana a la inglesa?”, 12 de septiembre de 1914). Este tipo de afirmaciones en torno al desarrollo de la aviación se reiteraron en diversas ocasiones. Así, se afirmó que “los aeroplanos jugarán un papel importantísimo en el caso de invasión” (“¿Es posible la invasión de Inglaterra?”, 26 de septiembre de 1914) y que en tanto “aliado de la artillería, el aeroplano asegura la supremacía a quien lo posea” (“La cuarta arma en acción”, 17 de octubre de 1914).
En poco tiempo y tras el inicio del conflicto bélico, el progreso tecnológico alcanzó una posición central en las páginas de las revistas y desempeñó un papel decisivo para cautivar la atención de los lectores. Las nuevas formas de hacer la guerra crearon una dualidad entre la guerra material y la destrucción provista por los nuevos desarrollos tecnológicos que la sostenían. En Pacífico Magazine aparecieron artículos titulados “Los dolores de la humanidad” (agosto de 1914), “1814-1914” (septiembre de 1914), “La causa de los belgas es la de la humanidad” (noviembre de 1914) y “La guerra de las trincheras” (diciembre de 1914) que evocaron los horrores vistos por los soldados en los frentes de batalla y sus experiencias ahora conocidas y reproducidas en todo el mundo.
La dimensión técnica inédita generó reacciones críticas por sus alcances, pero simultáneamente resultó atractiva. Bajo el seudónimo de Ángel Pino, Joaquín Díaz Garcés escribió en Pacífico Magazine un artículo titulado “La fantasía del cable” (octubre de 1914). Allí señaló dos aspectos importantes; el primero, la magnitud enorme del número de víctimas y, el segundo, la lentitud de los combates. “Antes, las batallas eran rápidas y ágiles como fueron las guerras antiguas, donde Julio César había dicho: llegué, vi y vencí” (“Fantasía del cable”, octubre 1914: 49). Si bien previamente al estallido de la guerra de 1914 se conocían las trincheras y el alambre de púa, con el nuevo conflicto y la alteración de sus velocidades las imágenes de las embestidas fueron reemplazadas por aquellas de soldados bajo tierra que se enfrentaban a distancia, generando un gran número de pérdidas humanas en pocos meses.
Si bien Chile no experimentó el conflicto bélico de la misma manera que los países beligerantes, la recepción de la guerra en la prensa y las revistas culturales del período posibilitó la interpretación y difusión de las ideas referidas a las causas, el desenlace y las consecuencias que provocaría la conflagración europea en tanto fenómeno experimentado y expandido mediante una cultura de guerra condensada en palabras e iconografías. La flexibilidad de contenidos y registros en ambas revistas posibilitó la emergencia de una cierta especialización temática sobre la guerra dentro del género revisteril. Esto resulta significativo ya que estas publicaciones fueron un vehículo importante para la difusión de noticias e imágenes de la guerra en la sociedad chilena, constituyéndose en documentos históricos de características singulares e ideales para el estudio de la historia cultural de la Gran Guerra.
Conclusión
La recepción del fenómeno bélico y su cobertura en las revistas incluyó la difusión de elementos visuales y textuales que permitieron satisfacer la avidez informativa de los lectores, quienes muy pronto se convirtieron en espectadores atentos al desarrollo del conflicto. Durante el período analizado, los medios impresos incorporaron y plasmaron en sus páginas las opiniones y preguntas de los lectores en torno a la evolución del conflicto bélico. Asimismo, la amplia inclusión de materiales visuales contribuyó a delinear el imaginario de guerra y a potenciar las interpretaciones de la contienda difundidas a través de los textos. Estos recursos visuales, que incluyen la reproducción de fotografías, dibujos y caricaturas, conformaron una importante forma de aproximación e interpretación del conflicto bélico, por lo que los materiales visuales no se redujeron a ilustrar o acompañar a los textos que tematizaron la guerra. A partir de la difusión de imágenes, el público consumidor de las revistas pudo ver la guerra, lo que permitió recrear una participación de los lectores en una sociedad que conoció el desarrollo del conflicto bélico y asumió posiciones diversas y antagónicas frente a él.
Por otra parte, aún es necesario estudiar a fondo y bajo una perspectiva interdisciplinar las relaciones con el modelo cultural europeo que se registraron en las revistas como consecuencia directa del conflicto, puesto que este punto de vista podrá ofrecer una comprensión integral del acontecimiento y sus consecuencias culturales tanto en el arte como en la literatura y el periodismo de la época. Asimismo, tal y como señalan las tendencias actuales de la historiografía sobre la Gran Guerra, que han renovado el campo de de estudio a partir de la incorporación de enfoques tributarios de la historia transnacional o global, continúa siendo necesario evaluar el fenómeno desde una perspectiva transnacional, superando así los límites nacionales que han determinado muchas de las investigaciones sobre el impacto de la guerra en América Latina. El abordaje de las revistas desde esta perspectiva analítica requiere el desarrollo de estudios posteriores que esperamos efectuar en el futuro, a fin de integrar el análisis de la recepción de la Gran Guerra en las revistas culturales chilenas a una serie de esfuerzos que en los últimos años se han abocado a comprender la recepción y el impacto del conflicto en diversos países del continente.
Anexo iconográfico
Cablegramas del extranjero. (9 de agosto de 1914). El Mercurio de Santiago.
La guerra en Europa. (15 de agosto de 1914). Zig-Zag.
Portada. (17 de octubre de 1914). Zig-Zag.
Crueldades de la guerra. (5 de diciembre de 1914). Zig-Zag.
La caricatura y la guerra actual. (agosto de 1914). Pacífico Magazine.
De la guerra europea. (noviembre de 1914). Pacífico Magazine.
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Sobre el autor
Cristóbal Hernández Cabrera es Licenciado en Historia con Mención en Comunicación Estratégica por la Universidad Finis Terrae (Chile). Su línea de investigación se centra en los problemas temáticos y metodológicos de la recepción de la Primera Guerra Mundial en revistas culturales chilenas.
https://orcid.org/0000-0003-0638-1812
About the author
Cristóbal Hernández Cabrera has a degree in History with a minor in Strategic Communication from the Universidad Finis Terrae (Chile). His research focuses on the thematic and methodological problems of the reception of the First World War in Chilean cultural magazines.
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[1] Además de Zig-Zag (1905-1964), la editorial publicó otras revistas como Corre-Vuela (1908-1937), El Peneca (1908-1960), Familia (1910-1928) y Pacífico Magazine (1913-1921).
[2] “El seminario nacional Zig-Zag ocupa el primer rango entre todas las revistas que se editan en los países de la América Occidental. La demostración de este aserto la hallará usted en el número del 1 de agosto, cuyo material de lectura y grabados le recomendamos” (30 de julio de 1914, El Mercurio: 5). En la página 11 de la misma edición aparece otro aviso publicitario que señala: “usted puede cerciorarse de que la revista Zig-Zag es la más importante del país y de la costa occidental de Sudamérica […] Hágalo, y se convencerá”.
[3] En septiembre de 1914, El Mercurio promocionaba la compra de Zig-Zag de la siguiente manera: “lea usted mañana Zig-Zag, entre las más variadas e interesantes informaciones de actualidades figuran las que se refieren al teatro de la guerra europea. La edición se agotará temprano, téngalo presente” (4 de septiembre de 1914, El Mercurio: 11). Una semana más tarde, leemos en El Mercurio: “Desde el teatro de la guerra. Una comunicación inalámbrica recién llegada anuncia que la paz está para concertarse entre las grandes potencias europeas actualmente en guerra [por lo que] recomenda[mos] la lectura del próximo número de Zig-Zag, que trae un magnífico material de informaciones gráficas de los países en lucha” (11 de septiembre de 1914, El Mercurio: 8). En el mismo sentido, encontramos un aviso del día 17 de septiembre que informa que en la edición del 19 de septiembre, Zig-Zag “ofrecerá un abundante material relacionado con la guerra europea” (17 de septiembre de 1914, El Mercurio: 3).
Por otra parte, en la primera página de la edición del 24 de septiembre de 1914, El Mercurio promocionó a Pacífico Magazine. “Esta revista mensual obsequiará a sus lectores en un pliego especial agregado al próximo número, un ingenioso y apasionante juego. El juego de la guerra que será una representación exacta y llena de incidentes, de una campaña militar en la frontera francoalemana”. Esta última información volverá a repetirse en la portada de la edición del 26 de septiembre del mismo año.
[4] Para el caso de El Mercurio, las tarifas eran las siguientes: “Suscripción anual a $25.00. Suscripción semestral a $14.00”. (12 de octubre de 1914, El Mercurio: 5). En la edición del 26 de diciembre de 1914, Zig-Zag informó el costo de la suscripción de todas las revistas editadas por la empresa. Para el caso que nos interesa, Zig-Zag tuvo una suscripción anual de $22.50 y semestral de $11.50. Los envíos al extranjero tenían un valor de $36.00 anuales. En cuanto a Pacífico Magazine, el valor de la suscripción anual fue de $10.00 y $5.50 por semestre. Los envíos al extranjero tuvieron un costo de $16.00 anuales. Además, se promocionó la “suscripción combinada: En toda suscripción combinada con Zig-Zag se hará un descuento del 10% sobre el importe de dicha suscripción conforme a la tarifa, quedando excluido del descuento el valor correspondiente a Zig-Zag”.
[5] “La conexión nacía en Londres y llegaba a Nueva York, y de esta ciudad iba por vía terrestre hasta Galveston (Texas), y de aquí a Veracruz (México), pasaba por las repúblicas centroamericanas hasta Colón (Panamá). Luego conectaba a las ciudades del Pacífico (Callao, Iquique, Valparaíso) y también a Buenos Aires. En 1882, se fundó la Central & South American Telegraph Company con el apoyo de un grupo de banqueros de Nueva York. En 1891, esta compañía logró la conexión con cable hasta Chile y compró la línea terrestre a Buenos Aires de la Transandine Telegraph Company, compitiendo con el resto de las compañías en el servicio entre Sur y Norteamérica, y también entre Suramérica y Europa, vía Estados Unidos”. Ver Carrellán, J. L. (2017). Las imágenes del comienzo de la Primera Guerra Mundial en El Mercurio de Santiago de Chile: De la “tragedia de Sarajevo” al inicio del “conflicto europeo. Revista CUHSO, 27(2): 153-173.
[6] Sección de página completa dividida en 6 columnas verticales. Contó con la reproducción de fotografías entre los párrafos y la información describía fundamentalmente los avances de las tropas beligerantes y las tecnologías de guerra.
[7] La edición de agosto contó con 152 páginas, las ediciones de septiembre y octubre tuvieron 130 páginas, en noviembre la revista contó con 132 páginas y en diciembre, 136.
[8] “Las disputas y rivalidades de las naciones comprometidas despertaron en todo el mundo un profundo sentimiento de curiosidad. Nadie se niega a dar una respuesta; el absurdo, el incierto, la gravedad, la técnica, la brutalidad y hasta el terror llegan hasta lo inverosímil. ¿Y los europeos de Santiago, qué pensarán sobre el conflicto de sus naciones?” Esta fue la pregunta respondida por un austriaco, un alemán, un belga, un francés, un inglés y un ruso (“Lo que piensan de la guerra”, 22 de agosto de 1914, Zig-Zag).
[9] “Información proporcionada por la Legación de Alemania en Santiago. Los mensajes recibidos en ella le son transmitidos directamente por la Embajada del Imperio en Washington, que los recibe a su vez gracias a las comunicaciones inalámbricas de la cancillería de Berlín. Por este medio el Gobierno alemán ha conseguido, después de empeñosos esfuerzos y gracias a la aquiescencia de los Estados Unidos como nación neutral, suministrar a sus representantes de todo el mundo noticias precisas del conflicto europeo, lo que hasta la fecha le había sido imposible alcanzar debido al monopolio de las líneas cablegráficas interoceánicas por las potencias contrarias” (“Conflicto europeo”, 3 septiembre 1914, El Mercurio: 13).