Milicianas. La historia olvidada de las combatientes antifascistas

Gonzalo Berger (2022).

Madrid: Arzalia Ediciones, 280 pp.

 

María Eva Real

Universidad del Salvador, Argentina

maria.evareal@gmail.com

 

Imagen que contiene libro, texto, edificio, foto

Descripción generada automáticamenteLa guerra civil española es uno de los hechos históricos más relevantes tanto en la historia de España como en la historia del siglo XX, actuando como la antesala de la Segunda Guerra Mundial. Dicho conflicto, desarrollado entre los años 1936 y 1939, dejó profundas secuelas difíciles de superar para la sociedad española, a tal nivel que repercuten incluso hoy en día, a más de ochenta años de su finalización. La fragmentación de una nación en dos facciones, los republicanos y los sublevados –o nacionales, como se llamaban a sí mismos no pudo haber dejado más que consecuencias catastróficas para la sociedad española. Tal es la sensibilidad que ha generado el tópico en cuestión, que ha sido abundantemente estudiado en el ámbito académico. Sin embargo, aún quedan en el horizonte cuestiones para seguir indagando. Así lo ha visto el autor del presente libro, Gonzalo Berger, Doctor en Historia Contemporánea, docente universitario y especialista en historia política, social y cultural de Cataluña y España, quien se destaca por desarrollar las siguientes líneas temáticas de investigación: memoria histórica, de la represión, de los pasados traumáticos, historia de los géneros, de la mujer, del feminismo, nueva historia militar, el fenómeno del voluntariado y los conflictos europeos contemporáneos.

Desde el comienzo de su obra, Berger nos advierte que no estamos frente a un texto académico y que tampoco pretende que así lo sea. Su objetivo es divulgar la participación de un actor no siempre tenido en cuenta en este trascendental capítulo de la historia española: las mujeres. Como se desprende del título, la obra no hace referencia a todas las mujeres partícipes del conflicto, sino solo a las de una facción, conocida como el bando republicano, a las que denomina antifascistas.

Mediante anécdotas de distintas mujeres y sus posiciones particulares frente a este escenario bélico, Berger relata el contexto social, político y geográfico para comprender el conflicto español, teniendo en cuenta también los antecedentes y sus consecuencias. Además, debemos resaltar el trato que el autor da al sujeto de estudio, es decir, a la mujer. No la ve desde una perspectiva colectiva, como un grupo hegemónico sencillamente encasillable por una cuestión de género, sino que analiza una variedad de mujeres desde un punto de vista individual: mujeres como sujetos individuales, cada una de ellas con una historia que contar, influenciadas por sus identidades, temperamentos, historias personales, edades, clase económica, ciudades de origen, religión, etc. Esto permite mostrar una gran diversidad de relatos, todos ellos de mujeres que fueron parte de su tiempo y afectadas ineludiblemente por la Guerra Civil. Asimismo, las historias que relata son tanto las de mujeres que tuvieron una activa vida política a través de la militancia como las de aquellas que desde un plano más pasivo participaron del conflicto bélico.

Siguiendo un orden cronológico, es posible identificar tres momentos claros: los capítulos que desarrollan los hechos acontecidos previamente al comienzo de la Guerra Civil, los que transcurren durante el desarrollo de la guerra –que son mayoría en la obra– y, finalmente, aquellos que concluyen con los acontecimientos posteriores a la finalización del conflicto, a partir del año 1939.

En la primera parte, podemos apreciar la vida de mujeres que han militado por sus causas y convicciones mucho antes de que estallara el conflicto en España. Aquí se tienen en cuenta momentos históricos de gran revuelo para los movimientos de izquierda, como el Congreso Obrero de Sants, llevado a cabo en la ciudad de Barcelona en el año 1918. Además, podemos apreciar cómo la proclamación de la Segunda República en 1931 incrementó la actividad militante de muchas de estas mujeres. El autor no se centra aquí solo en la participación de mujeres jóvenes, como se puede observar en sus años de actividad, sino que también hace referencia a mujeres maduras al inicio de la guerra, entre sus cuarenta y sesenta años, con historias de vida al servicio de la militancia.

La segunda parte comienza con la narración, a partir de la unión de diversos relatos, de la resistencia republicana en los puntos más significativos del país: el 19 de julio en Barcelona, el 20 de julio en Madrid y el 22 de julio en Donosti. Por otra parte, se narra el avance de las tropas sublevadas desde Marruecos hacia la capital. Con ayuda de los aviones alemanes e italianos, el avance de esta facción era inminente. A partir de este punto, el autor nos brinda todo tipo de relatos y de historias de mujeres que tenían algo en común: sus fuertes convicciones. Todas ellas estaban decididas a plantar cara a la facción sublevada. Vemos aquí a mujeres solitarias, alejadas de sus familias y amigos por permanecer fieles a su causa, pero también mujeres criadas en familias militantes o con compañeros combatientes como ellas. Nos encontramos con relatos de mujeres en el frente, pero también con otros de roles más “pasivos”. Berger no solo incluye relatos de mujeres españolas, sino que también incorpora las historias de mujeres extranjeras que, por convicciones ideológicas, decidieron presentarse en España y formar parte del conflicto. Como hemos anticipado, esta contienda fue la antesala de un conflicto aún más catastrófico, la Segunda Guerra Mundial. Además, los relatos de la resistencia giran en torno a varios puntos del país e incluyen el desarrollo de la guerra en el País Vasco, el paso de muchas milicianas por Francia y el emblemático “No pasarán” enunciado por Dolores Ibárruri, la Pasionaria, en la defensa de Madrid.

Llama la atención, tanto de los lectores como del autor –ya que es un tema tratado en más de un capítulo–, algo que sucede en la historia de varias mujeres militantes: cómo su rol en el frente comienza a ser cada vez más cuestionado. Incluso en los momentos más duros, en los que uno creería que nunca es suficiente la colaboración de combatientes, las mujeres comenzaron a ser relegadas de su participación y cooperación al frente de la contienda. Así ocurrió en la columna Durruti, la primera de las grandes columnas que se formaron en Cataluña, cuando avanzaba por territorio aragonés camino a la capital. Allí se comenzó a apreciar cierta desaprobación por parte de los hombres combatientes hacia sus compañeras, concluyendo con la orden de retirada de estas, acusadas de propagar infecciones venéreas por falta de higiene. Las mujeres combatientes comenzaron a ser consideradas prostitutas, siendo esta idea reforzada por la prensa. También en Madrid, en el Batallón de Comuneros, la imprescindible cooperación de las militantes comenzó a ser subestimada, lo que condujo finalmente a la expulsión por no aceptar la militarización, es decir, por relegarlas a trabajos auxiliares. Berger nos muestra aquí cómo en diversas ocasiones el apoyo de su sujeto de estudio, las mujeres, terminó siendo incomprensiblemente rechazado.

En los últimos capítulos, el autor hace referencia a relatos posteriores a la guerra, narrando el destino de distintas mujeres que quisieron escapar de la Península una vez derrotada la facción republicana. Muchas de ellas lo lograron, pero muchas otras no. Aquí Berger menciona particularmente el Puente de Alicante como un intento de escapatoria común entre las milicianas. Las historias de las exiliadas son también muy diversas. No había muchas posibilidades de elegir, cada una escapaba a donde podía hacerlo. Muchas huyeron al país vecino de Francia, otras en cambio se embarcaron a la suerte del Nuevo Mundo, situándose en países de Latinoamérica como México, Venezuela o Brasil, aunque también encontraron refugio en América del Norte con ayuda de la organización estadounidense Spanish Refugee Aid. Berger muestra además los distintos resultados de estos exilios, ya que muchas de estas mujeres nunca más volvieron a España, mientras que algunas afortunadas sí lograron regresar a su tierra natal. El autor destaca que casi todas las milicianas tuvieron en común su afán por retornar a la “normalidad”, es decir, a una vida tranquila luego de los traumáticos sucesos a los que se habían enfrentado.

Por otra parte, Berger incluye un capítulo dedicado a los iconos y mártires de la Guerra Civil de la facción republicana. Si bien insiste en que este enfrentamiento contiene muchos ejemplos de ambas cosas, destaca los papeles de dos mujeres en particular: el de Lina Ódena, a quien define como una de las víctimas más veneradas del conflicto, y el de Marina Ginestà, “la muchacha del fusil”, conocida por la icónica foto que le tomaron en la azotea del Hotel Colón de Barcelona, en julio de 1936. Si bien ambas dedicaron su vida a sus ideales, las diferencias de sus historias, en especial en lo que concierne a sus respectivos finales, son mencionadas en estas líneas. Tanto la muerte de Ódena en el frente de Granada, que generó un impacto enorme entre los republicanos, como la valentía que se desprende de la inolvidable foto de Ginestá son ciertamente relatos que el autor no podía dejar de lado.

Previo a la conclusión de la obra, resulta interesante destacar uno de los últimos capítulos en el que Berger enseña en primera persona la complejidad que conlleva trabajar en la identidad de muchas mujeres de las que poco se sabe. Así como mencionamos previamente el accionar de mujeres de renombre en la Guerra Civil, el autor no quiere dejar de lado a aquellas otras mujeres a las que aún no puede poner nombre. Así, exhibe el caso de “las cinco de Mallorca”, unas supuestas enfermeras de las Cruz Roja asesinadas en Mallorca en septiembre de 1936, de las cuales Berger contaba solo con una fotografía y un periódico. El autor muestra aquí la importancia de su labor investigadora y cómo algunas mujeres aún no han podido ser identificadas.

Berger cierra su libro con un extenso anexo en el que nombra a las casi tres mil cuatrocientas mujeres de la facción republicana que cayeron durante la sangrienta Guerra Civil que aquejó a España entre los años 1936 y 1939. Además, el autor ayuda a nuestra imaginación brindándonos imágenes de muchas de las milicianas mencionadas en el volumen, que incluye fotografías de ellas, de sus historias y de sus familias. Muchas de estas fotografías fueron tomadas en el frente, pero otras tantas corresponden al período posterior a la guerra. Estas imágenes nos muestran cómo continuaron sus vidas las milicianas sobrevivientes, algunas de ellas en España y otras en el exilio. Asimismo, la obra reúne algunas otras imágenes que son previas al conflicto que marcaría sus vidas para siempre.

Las fuertes resistencias de los republicanos, que no fueron esperadas por la facción sublevada, llevaron a una extensión de este sangriento conflicto que ningún bando hubiese esperado ni deseado. Tres largos años de lucha entre hermanos, tres interminables años de españoles asesinando españoles, fueron, quizás, los momentos más oscuros en la historia de España. La obra de Berger nos acerca la historia de muchísimas mujeres que dieron pelea por sus fuertes convicciones personales, por sus principios y valores. Si bien se toma como protagonista de estas historias a las mujeres de una sola facción del conflicto, el trato tan singular e individual que da a cada una de ellas es lo que más nos conmueve y nos ayuda a tomar conciencia de la gravedad del conflicto interno que se desarrolló en España entre 1936 y 1939. La introducción a cada breve relato de vida, la continuación de las historias de estas mujeres, que incluye la revisión de sus vidas con posterioridad a la guerra, nos moviliza y nos permite reflexionar acerca de este sombrío episodio en la historia española. Además, la obra logra esclarecer el determinante rol de las mujeres en estos años, las cuales suelen ser relegadas y sus nombres e historias no suelen ser tenidos en cuenta cuando se hace referencia a tópicos de historia bélica.