El oro de Mussolini. Cómo la República planeó vender parte de España al fascismo

Manuel Aguilera Povedano (2022). 

Madrid: Arzalia Ediciones, 224 pp.

 

Eugenia Patricia Rossi

Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina

rossieu46@gmail.com

Foto en blanco y negro de un grupo de personas sonriendo

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Sin dudas, la guerra civil española (1936-1939) es uno de los conflictos más significativos del siglo XX, destacándose, entre otras cuestiones, por su grado de internacionalización y por haberse constituido en la antesala de la segunda gran contienda mundial. Al inicio de esta guerra, tanto el bando republicano como el sublevado habían iniciado gestiones destinadas a conseguir apoyo internacional para sostener el esfuerzo bélico. Sin embargo, mientras los insurrectos recibieron la asistencia de la Italia fascista y de la Alemania de Hitler, para el gobierno de la Segunda República aquellas tratativas encontraron un obstáculo en la política de no intervención y apaciguamiento adoptada por los gobiernos de Francia y del Reino Unido.

Con un título que alude a la transferencia de oro del Banco de España a la Unión Soviética a cambio de su ayuda, conocida como “el oro de Moscú”, el presente trabajo del historiador y periodista español Manuel Aguilera Povedano se centra en examinar cuál fue la moneda de cambio que la Segunda República estuvo dispuesta a pagar a Mussolini para conseguir su alejamiento del conflicto civil español. Esta original propuesta aporta nueva luz al estudio de la guerra gracias al hallazgo de documentos inéditos que confirman que, mediante una operación secreta del gobierno republicano, se llegó a considerar la cesión de territorios españoles a cambio de la no intervención de Italia y Alemania. Asimismo, en esta obra el autor expone documentos que demuestran que el plan colonial de Benito Mussolini en las Islas Baleares, denunciado por algunas fuentes de aquellos años, no había sido una mera suposición.

El libro se compone de once capítulos ordenados de acuerdo a las etapas de la investigación del autor. A través de un entretenido relato en primera persona, Aguilera reconstruye en estas páginas aquella operación secreta, denominada Operación Schulmeister, y rastrea los intereses italianos en las Islas Baleares. En especial, fue Mallorca la que despertó un mayor interés para Italia, locación en la cual, ya en 1937, el régimen fascista poseía un contingente de su aviación, diversos buques apostados e incluso baterías antiaéreas. La particularidad de esta obra radica en su capacidad para introducir al lector en los pormenores de la labor de investigación y de las experiencias personales del autor, incluyendo además, en el cuerpo mismo de la narración, fotografías de las fuentes primarias que la respaldan.

En los tres primeros capítulos, enmarcados entre su estadía en la Hoover Institution de Stanford y el Archivo Histórico de Madrid, Aguilera comprueba que la Operación Schulmeister existió y lo confirma gracias al hallazgo de diversas fuentes: por un lado, los detallados informes del embajador de España en París, Luis Araquistáin, dirigidos al presidente de gobierno Francisco Largo Caballero y, por otro, los informes del agente republicano José Chapiro fechados en 1937.

José Chapiro, alias “Schulmeister”, fue el espía encargado de negociar la retirada de Italia del conflicto mediante, en principio, un arreglo económico. Sin embargo, su contraparte italiano imponía una condición más: que el gobierno republicano le cediera bases aéreas en las Islas Baleares junto con la aceptación de doscientos mil emigrados italianos que se repartirían entre las Baleares y la península. La operación también implicó el contacto con Alemania a través del director del Reichsbank, Hjalmar Schacht. Si bien en un inicio el intermediario alemán había manifestado la posibilidad de llegar a un acuerdo económico, luego de tres encuentros y de la exigencia de un documento oficial del gobierno republicano que ratificara esta propuesta, la negociación con los alemanes no prosperó.

La Operación Schulmeister, sin embargo, quedaría trunca en mayo de 1937 con el reemplazo de Largo Caballero por Juan Negrín como nuevo presidente de gobierno. No obstante, continuaría abierta la posibilidad de realizar un ofrecimiento económico al Reino Unido y a Francia para obtener su apoyo. A partir de este punto, Aguilera describe su exhaustiva búsqueda de otras fuentes italianas que, además de los mencionados informes de Chapiro y Araquistáin desde el lado español, le permitiesen corroborar el señalado “plan colonial” del Duce en las Islas Baleares. La historiografía dedicada a esta cuestión no había llegado a un consenso, en tanto no se habían encontrado aún pruebas concluyentes que demostraran un plan colonial concreto por parte del gobierno italiano. Los capítulos cuatro, cinco y seis analizan esta cuestión siguiendo los pasos del autor en el Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano con sede en Roma. En estos capítulos se examina también la penetración italiana en Mallorca, isla de gran valor estratégico para el control aeronaval del Mediterráneo y que permitiría, anticipando un conflicto de escala mayor, bloquear la comunicación de Francia con sus colonias africanas.

En su paso por Roma, Aguilera tuvo acceso a un archivo privado en el que encontró las memorias inéditas de un teniente italiano de nombre Luigi Mancini, quien describe su estadía en Mallorca desde 1937 con la Aviación Legionaria de Baleares. Respecto del origen de esta última unidad, Aguilera expone, asimismo, otro importante hallazgo: la propuesta de la embajada de España a Italia para la “utilización de Mallorca como base aérea eventual”, del 20 de agosto de 1936. La acción de esta unidad italiana fue relevante en el desarrollo de las hostilidades en tanto logró paralizar los barcos soviéticos que proveían suministros al bando republicano.

A través de estas y otras fuentes, el autor recorre algunos aspectos de la vida cotidiana del contingente de italianos en Mallorca, como así también la actuación de los emisarios de Mussolini que arribaron junto con la Aviación Legionaria. Estos emisarios fueron Arconovaldo Bonaccorsi (conocido como el “conde Rossi”), Luigi Sansonetti y Carlo Margottini. En estos apartados se describe cómo, paulatinamente, estos representantes del poder fascista comenzaron a condicionar la vida y la política de la isla al inicio de la guerra. Tal avance italiano incluso repercutió en cuestiones relativas a la educación, ya que en octubre de 1936 el gobernador civil llegó a decretar la enseñanza del italiano (con asistencia voluntaria) en todas las escuelas de Mallorca.

Con todo, la creciente influencia política italiana en la isla iría perdiendo fuerza progresivamente durante el año 1937. No obstante, debilitada esa vía, la Italia fascista se decantó a partir de entonces por una velada estrategia de penetración económica y social, para lo cual crearía dos sociedades para los negocios entre Italia y España: Itálica y la Sociedad Anónima Financiera Nacional Italiana (SAFNI).

En el séptimo y octavo apartado, el autor continúa su trabajo en el archivo de la Foreign Office del Reino Unido y examina cómo las potencias europeas democráticas se preocuparon por este avance italiano en el archipiélago balear, ya que, si bien en numerosas instancias diplomáticas el propio Mussolini declaraba la ausencia de cualquier interés económico o militar en territorio español, los espías manifestaban lo contrario. Además, en estos capítulos se recupera la denuncia hecha por el capitán republicano Alberto Bayo. En sus memorias, Bayo había acusado al gobierno republicano, en particular al entonces ministro de defensa Indalecio Prieto, de ofrecer al Reino Unido los puertos de Vigo, Cartagena y Mahón a cambio de su apoyo a la causa republicana en 1938. Tal acusación no había podido ser verificada por otros historiadores, pero en esta obra Aguilera lo hace con el hallazgo de un informe que confirma aquel ofrecimiento (el informe del coronel británico Goddard).

En los capítulos nueve y diez, tras pausar cuatro años su pesquisa, el autor relata cómo un incendio fortuito ocurrido en septiembre de 2020 en la Albufera de Mallorca (una de las fincas agrícolas más importantes de la isla) lo conduce al documento que había estado buscando durante tanto tiempo: una prueba desde el lado italiano que da cuenta de los intereses de ese país en Mallorca. Se trataba de un informe conservado en el archivo de Exteriores de Roma, en el que consta que el líder fascista Benito Mussolini había comprado la Albufera y Son Sant Martí en 1938 a través de un testaferro. La Albufera constituía una locación valiosa por sus cinco kilómetros de costa y su cercanía con el puerto de Alcúdia y la base de hidroaviones ubicada en Pollensa. El plan del líder fascista era construir allí veinte “casas coloniales”, trasladar una importante cantidad de trabajadores italianos y crear allí mismo un “centro de italianidad”, detalles que además figuraban esbozados en mapas y fotografías adjuntas al mencionado informe.

Dada la legislación local que impedía a los extranjeros adquirir terrenos costeros sin autorización militar, la estrategia de Mussolini se basó en la utilización de testaferros mallorquines. Para adquirir la propiedad se creó una empresa española llamada Celulosa Hispánica S.A., que sirvió como “tapadera” de la operación. Los principales accionistas de esta sociedad eran los mismos propietarios mallorquines de la Albufera, la familia Gual de Torella, en calidad de testaferros. Dos espías fascistas completaban la empresa como accionistas minoritarios, junto con el vicecónsul Abramo Facchi como gerente. Asimismo, participaron en la operación el abogado Carlo de Re, de importantes servicios al fascismo, y Santore Vezzari, que era nada menos que el jefe del espionaje fascista en España. Por otra parte, informes secretos de la Foreign Office confirman también esta operación, que no había pasado desapercibida para Londres. El libro finaliza con un anexo en el que se incluyen las ya citadas memorias inéditas del teniente Mancini en Mallorca junto con un destacable registro fotográfico de treinta y ocho imágenes.

En conclusión, a través de un ameno relato sobre los vaivenes de quince años de investigación, Aguilera Povedano rescata en esta original propuesta sucesos escasamente trabajados por la historiografía sobre la guerra civil española, aportando fuentes primarias inéditas de insoslayable relevancia para el estudio de este conflicto. De esta manera, el autor nos ofrece un documentado y minucioso trabajo que suma nuevas aristas al análisis de la trama internacional y de los intereses puestos en juego durante aquellos dramáticos años.