Las relaciones de Argentina con los dos estados alemanes en el marco del conflicto de Malvinas y el Atlántico Sur (1982-1989)



Lafuente, Víctor Manuel



Université des Antilles, Francia


vmlafuente@gmx.de



Fecha recepción: 29/08/2023

Fecha aceptación: 08/09/2023


Resumen

La guerra de Malvinas marcó un giro en la política exterior argentina, que afectó sus relaciones tradicionales con las potencias del Norte Global. Muchos de esos Estados mantenían relaciones de raigambre cultural y económica con Argentina, como es el caso de Alemania que, en el marco de la Guerra Fría, se encontraba dividida en dos estados, la RFA y la RDA. El artículo busca definir la influencia del conflicto del Atlántico Sur en las relaciones de Argentina con ambos estados, teniendo en cuenta las reacciones durante las hostilidades, entre abril y junio de 1982, y la etapa posterior hasta la reunificación alemana en 1990 y la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Argentina y el Reino Unido.

Palabras clave: Guerra de Malvinas, Guerra Fría, Relaciones Argentina-Alemania, FICZ, Recursos pesqueros


Argentina’s relations with the two German states in the Falklands/Malvinas and South Atlantic conflict (1982-1989)



Abstract

The Falklands/Malvinas War marked a turning point in Argentina's foreign policy, affecting its traditional relations with the powers of the Global North. Many of these states had long-standing cultural and economic relations with Argentina, such as Germany, which, in the context of the Cold War, was divided into two states, the FRG and the GDR. The article seeks to define the influence of the South Atlantic conflict on relations with both states, considering the reactions during the hostilities between April and June 1982 and the subsequent period until German reunification in 1990 and the resumption of diplomatic relations between Argentina and the United Kingdom.

Key words: Falklands War, Cold War, Argentina-Germany relations, FICZ, Fishery resources




Introducción



En el marco de la Guerra de Malvinas se produjo un giro en la política exterior argentina que conllevó un redireccionamiento hacia Latinoamérica que, en líneas generales, respondió apoyando como bloque las reivindicaciones de Buenos Aires sobre las islas. Particularmente Perú y Panamá se hicieron eco de los reclamos argentinos, ofreciéndose también como mediadores.1 Un caso particular resulta la enemistad latente entre la dictadura militar argentina y el gobierno cubano que, abruptamente, estrecharon sus lazos durante el conflicto, dejando de lado las diferencias ideológicas entre los regímenes de los dos estados (Placer Cervera, 2018: 354-355). Se trataba, en definitiva, de una redefinición de la visión de la situación mundial: el conflicto Oeste-Este dejaría su lugar a una dimensión Norte-Sur mucho más amplia en la política exterior argentina (Russell, 1996: 318).

Las relaciones con los Estados Unidos, que ya sufrían cierto deterioro debido a las violaciones de los derechos humanos y a la negativa argentina a participar en el embargo cerealero contra la URSS en el marco de la invasión soviética a Afganistán, también se vieron seriamente trastocadas. La Casa Blanca, en contra de las expectativas panamericanistas del gobierno de Galtieri, prácticamente se vio obligada a apoyar a Londres, tanto por sus tradicionales relaciones bilaterales como por la pertenencia de ambos estados a la OTAN, en detrimento de su política hacia Latinoamérica, lo que provocaría un enfriamiento en las relaciones continentales que duraría hasta el fin de la Guerra Fría.

En cuanto a los países de Europa occidental, la mayoría se alineó con el Reino Unido, respondiendo a una política de bloque (OTAN y Comunidad Económica Europea, CEE) en contra de la acción militar de la Junta argentina, cuyos crímenes de lesa humanidad eran objeto de críticas en la prensa y la opinión pública europea. Sin embargo, no todos los estados europeos actuaron de la misma manera, siendo uno de los factores más relevantes la importancia de sus relaciones con Argentina. Italia, por ejemplo, país unido con Argentina por tradicionales lazos comerciales y migratorios, se plegó oficialmente a los embargos comerciales dictados contra Argentina, pero no sin grandes polémicas internas y abandonando el bloqueo en el menor tiempo posible.2 El caso de España resulta también muy particular. Por un lado, los lazos entre España e Hispanoamérica, particularmente con Argentina, y las semejanzas entre las cuestiones de Malvinas y de Gibraltar podían hacer suponer un apoyo incondicional español a las reivindicaciones de Buenos Aires. Sin embargo, al estallar la Guerra de Malvinas, España se encontraba en pleno proceso de integración a la Comunidad Económica Europea (CEE) y a la OTAN, como así también en negociaciones con Gran Bretaña por la cuestión de Gibraltar, de manera que desde Madrid se buscó evitar una “malvinización” de su política exterior.3 Así, si bien España jamás dejaría de reconocer la soberanía argentina sobre el archipiélago, pasó muy pronto de apoyar directamente la posición argentina a ofrecerse, a través del rey Juan Carlos, como mediador imparcial entre Buenos Aires y Londres, lo que fue rechazado por Gran Bretaña.4

Tomando en consideración los países europeos con más relaciones con Argentina, tanto migratorias como comerciales y políticas, no podemos dejar de analizar la postura alemana ante el conflicto, lo que también resulta particular, teniendo en cuenta la existencia de dos estados alemanes entre 1949 y 1990: la República Federal Alemana (RFA), incondicional aliada de los Estados Unidos y miembro de la OTAN, y la ya extinta República Democrática Alemana (RDA), estado integrante del Pacto de Varsovia.

En este trabajo se buscará establecer claramente las posiciones de ambos estados alemanes ante el conflicto del Atlántico Sur y cómo estas repercutieron en sus relaciones diplomáticas con Argentina. La brevedad de la duración efectiva de las hostilidades nos invita a extender el análisis al período posterior a junio de 1982, a fin de poder evaluar sus consecuencias en las relaciones germano-argentinas y su desarrollo.5 El carácter descriptivo de este estudio se justifica en la escasez de publicaciones sobre el tema de Alemania y la Guerra de Malvinas,6 en contraste con la gran cantidad de publicaciones sobre la “diplomacia de Malvinas”, para usar los términos de Cisneros y Escudé (1999). Por lo tanto, se pretende brindar un análisis de fuentes inéditas, muchas de ellas en idioma alemán, con la intención de alentar futuras investigaciones que completen o corrijan los resultados de este artículo, basado principalmente en el análisis de documentos del Archivo Histórico de la Cancillería Argentina (AMREC),7 del Archivo Político del Ministerio del Exterior alemán (PA AA), del Archivo Federal alemán (BArch) –donde también se encuentra la Fundación del Archivo de los Partidos y Organizaciones de Masa de la RDA (SAPMO-BArch)– y, en menor medida, de los fondos del Foreign Office de los Archivos Nacionales del Reino Unido (FO).

Alemania Oriental: apoyo a Argentina y desarrollo de las relaciones bilaterales

A pesar de los diversos intentos emprendidos por el gobierno de la RDA, recién en junio de 1973 se establecieron relaciones diplomáticas oficiales entre los gobiernos de Berlín y Buenos Aires.8 Sin embargo, hasta 1976, las vicisitudes de la política interna argentina bloquearon el desarrollo de los vínculos entre ambos estados (Lafuente, 2022: 337). A partir del 24 de marzo de 1976, las relaciones se afirmaron en un marco muy claro: la Junta argentina mantuvo, e incluso alentó, el intercambio comercial con el bloque soviético, particularmente con la URSS y con la RDA. Todos los impulsos por parte de la RDA para establecer intercambios culturales, por el contrario, fueron rechazados de plano por la dictadura argentina. Así, bajo el lema de la no intervención en los asuntos internos de otros estados, la Junta argentina y el régimen del PSUA (Partido Socialista Unificado Alemán, Sozialistische Einheitspartei Deutschlands) estrecharon los lazos mercantiles, dando lugar a encuentros marcados por la cordialidad y la buena predisposición, pero siempre a precio de limitarse a los aspectos comerciales (Lafuente, 2022: 434).

El gobierno de la RDA le asignó desde el principio una gran importancia a la cuestión de Malvinas. Ya en 1974, el Ministerio de Asuntos Exteriores estableció que en todo material cartográfico producido en la RDA las islas debían denominarse “Falklandinseln/Malwinen”, con la aclaración entre paréntesis “brit., von Argentinien beansprucht” (británicas, reivindicadas por Argentina), ya que el archipiélago se consideraba una colonia británica, a cuya soberanía Argentina nunca había renunciado desde su ocupación en 1833.9 El PSUA mantenía una postura contraria a “todas las formas de colonialismo” que se explica, por un lado, por motivos ideológicos, pero también como una estrategia de acercamiento y obtención de reconocimiento de los estados afectados por una situación colonial. No se puede pasar por alto que, en el marco de la existencia de dos estados alemanes en pugna por la representación de la nación alemana, la RDA hizo de la búsqueda de reconocimiento y de legitimidad a nivel internacional prácticamente el primer objetivo de su política exterior, principalmente en sus relaciones con los países del llamado Tercer Mundo (Gupta, 2008: 115-117). Según aseveraciones de los dos últimos embajadores de la RDA en Buenos Aires, considerando la presencia británica en las islas como un vestigio colonial y exigiendo el fin del colonialismo y la retirada del Reino Unido del Atlántico Sur, la RDA favorecía de facto la reivindicación argentina ya que, debido a su situación geográfica, las islas Malvinas difícilmente podrían convertirse en un estado independiente. Mediante esta construcción argumentativa, la diplomacia de la RDA evitaba entrar en confrontación abierta con el Reino Unido en cuanto al aspecto de la soberanía, sin dejar de apoyar paralelamente a la Argentina.10

De esta manera, la RDA no solamente fomentaba una mejor predisposición de las autoridades argentinas para desarrollar las relaciones con un estado del Pacto de Varsovia, sino que también se ajustaba a la posición de la comunidad alemana en Argentina, cuyas diversas instituciones, más de allá de cualquier diferencia ideológica, se identificaba con la posición argentina.11

La RDA y la guerra de Malvinas

Antes del estallido de la guerra, Berlín y Buenos Aires habían acordado la visita a Argentina del ministro adjunto de Asuntos Exteriores de la RDA, Bernhard Neugebauer,12 que se llevó a cabo en mayo de 1982, en pleno conflicto armado. La visita del funcionario alemán tuvo grandes repercusiones. La Junta la presentó en los medios como un apoyo a la causa argentina, mezclando realidad con oportunismo.13 Así, el canciller Nicanor Costa Méndez –que durante sus funciones en el gabinete de Onganía había condenado enérgicamente a la RDA, al comunismo y al muro de Berlín en un discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU (Springer, 2018: 283)– recibió cordialmente a su par germanoriental, quien se expresó en favor de una solución pacífica del conflicto y por el fin del colonialismo. Neugebauer dejaría muy en claro que su gobierno “no practicaba una política de coyuntura”, sino que, por el contrario, su visita y su apoyo a Buenos Aires se enmarcaban en el interés general de su gobierno por fortalecer las relaciones con Argentina.14 La diplomacia británica consideró las declaraciones de Neugebauer como una estrategia de la RDA para mantener una posición oficialmente imparcial, pero “implicando de hecho clara simpatía por la causa argentina”.15

Johannes Gompert, embajador de la RDA en Buenos Aires entre 1980 y 1984, fue mucho más allá que Neugebauer, recomendando el envío de armas a la Junta, lo que en su visión no solo conllevaría una profundización de las relaciones políticas, sino que también contribuiría a un mejoramiento de la balanza comercial. Con este objetivo, y con el beneplácito de la cúpula del Partido Comunista de la Argentina (PCA), un “miembro secreto” del partido y a la vez representante del Ejército Argentino habría viajado a Berlín para preparar ulteriores negociaciones con otros representantes del arma.16 Debido a la falta de fuentes argentinas, no se ha podido establecer si se trataba de una intención de la Junta en su totalidad o solo de un sector en contacto con la embajada de la RDA. Como demuestra Abmeier (2017: 465), en Berlín la reacción a la propuesta de Gompert fue negativa. Por un lado, el diplomático violaba normas de seguridad internas enviando la consulta por telegrama normal e incluyendo al PCA en las eventuales negociaciones. Por otro lado, según la respuesta de Berlín a Gompert, la RDA no contaba con una producción importante de material bélico. Sin embargo, al contrario de lo que sostiene la autora, sí se llegaron a realizar intercambios comerciales entre Argentina y la RDA en el ramo armamentístico, pero recién después de 1983 (Lafuente, 2022: 508-509). Esto se explica por diversos factores. En primer lugar, la producción de material “no civil” de la RDA no podía responder con la celeridad requerida por los acontecimientos bélicos, por otro lado, la economía argentina pasaba por una grave crisis, lo que seguramente dificultaría el pago de los eventuales encargos. Otro aspecto importante es que la RDA se perfilaba en la escena internacional como un país de paz (Friedensstaat) (Scholtyseck, 2003: 118), por lo que no resultaba conveniente participar abiertamente en un conflicto de trascendencia internacional, y mucho menos en favor del contrincante con menores posibilidades de vencer militarmente. Asimismo, y a pesar de las buenas relaciones con la Junta, en la cúpula del PSUA no pasaban desadvertidas las diferencias ideológicas, particularmente con el gobierno de Galtieri, que hasta poco antes del conflicto “era un socio fiable y voluntario de Washington en la lucha contra la liberación nacional y social de Latinoamérica” y que con la guerra buscaba desviar la atención del pueblo argentino de la grave situación económica e institucional del país.17

En cuanto a las relaciones con Gran Bretaña, en diversas ocasiones la RDA hizo muy clara su postura en contra del colonialismo y la militarización, por parte de un miembro de la OTAN, del Atlántico Sur, como lo demuestran fuentes de archivos ingleses y alemanes que dan cuenta de las conversaciones entre diplomáticos de ambos estados.18

La hora de la diplomacia: el apoyo después de la guerra





Luego del fin de la guerra en junio de 1982, la RDA aumentó considerablemente sus actividades diplomáticas en Argentina. Tanto en Berlín como en su embajada en Buenos Aires se consideraba el final de la dictadura como un hecho ineludible y, por lo tanto, se trataba de concretar la mayor cantidad de contratos comerciales posibles con entidades argentinas. En común acuerdo con la URSS y Checoslovaquia, se buscaba intensificar las relaciones comerciales ante la incertidumbre provocada por el cambio de gobierno que se avecinaba.19 Por el mismo motivo, en las consultaciones políticas solo se insistió en el aspecto que, sin duda, mantendría su continuidad en los próximos gobiernos argentinos: la reivindicación de la soberanía argentina sobre las islas Malvinas.

En septiembre de 1982, una delegación argentina presidida por el secretario de Estado Alberto Fraguío y compuesta por funcionarios de la Cancillería y empresarios visitó la RDA.20 En abril de 1983, el ministro de Industria Pesada de la RDA, Wolfgang Keil, visitó Argentina.21 En julio de 1983 tuvo lugar en Buenos Aires la quinta reunión de la Comisión Mixta Argentina-RDA. En este encuentro se lograron importantes acuerdos, entre los que se destaca la compra de 26 grúas para el puerto de Buenos Aires, la mayor operación comercial de la historia de las relaciones entre la RDA y Argentina.22 Incluso se logró evitar el llamado a licitación, lo cual permitía al gobierno de Bignone adquirir las maquinarias directamente sin tener en cuenta posibles ofertas de empresas o estados en competencia con la RDA (Abmeier, 2017: 475).

Otro encuentro de gran importancia fue el viaje a Berlín, en julio de 1983, del Director General de Política Exterior de la Cancillería argentina y representante ante la ONU, Arnoldo Listre. En este encuentro se trató sobre la situación mundial y la cuestión de Malvinas.23 Según afirmaciones del diplomático argentino, el objetivo de su vista era asegurar la continuidad del sostén de la RDA en foros internacionales y, al mismo tiempo, dar un gesto de apertura hacia el bloque soviético para así favorecer el apoyo de la URSS.24 Listre transmitió al Palacio San Martín lo que podríamos definir como un balance positivo de sus conversaciones con los funcionarios del PSUA. Si bien la RDA, luego de consultaciones con sus socios del Pacto de Varsovia, decidiría por el momento no expresarse abiertamente a favor de la soberanía argentina, mantenía su rechazo a la “situación colonial” y llamaba a Gran Bretaña a entablar nuevamente el diálogo con Argentina al respecto y a evitar una militarización de la región.25 Más adelante, el director de la Sección Latinoamérica del Ministerio de Asuntos Exteriores en Berlín, Gerhard Korth, le confiaría extraoficialmente al embajador argentino que la RDA había obtenido el visto bueno de Moscú para apoyar la posición argentina más explícitamente.26 Neugebauer se expresaría en este sentido en una nota verbal a la embajada argentina, en septiembre de 1983:

La RDA ha sostenido siempre que el colonialismo debe ser superado y frecuentemente ha hecho patente este principio en la aplicación de su política. Desde su ingreso en la ONU ha venido apoyando las resoluciones aprobadas sobre el problema de las islas Malvinas porque conforme a su postura básica sobre la descolonización, se pronuncia por la erradicación de todos los vestigios del colonialismo. La RDA opina que una potencia colonial no puede reivindicar ninguna clase de soberanía sobre un territorio por el hecho de administrar dicho territorio aunque sea durante décadas. La RDA comprende que la reivindicación de la Argentina sobre la soberanía de las Islas Falkland/Malvinas tiene raíces históricas y está jurídicamente fundamentada. Parte de que la solución pacífica del conflicto ha de tener en cuenta la reivindicación argentina […]. La República Argentina puede contar con que, en el caso de que sea presentada una resolución correspondiente contenido en la Naciones Unidas, la Delegación de la RDA apoyará dicha resolución.27

A estas coincidencias se debe agregar el gran avance que significó para las relaciones entre Berlín y Buenos Aires la designación, en diciembre de 1982, de Enrique Alejandro Candioti como embajador argentino en Berlín. Diplomático de carrera y especialista en cuestiones jurídicas y en la cuestión de Malvinas, Candioti además dominaba la lengua alemana.28 En su visita de presentación ante Erich Honecker, que duró mucho más de lo previsto en el ceremonial diplomático por la conversación espontánea entablada entre el representante argentino y el mandatario alemán, este último “expresó que su gobierno mantendrá su actitud favorable a solución negociada conforme a resoluciones Naciones Unidas, su respaldo a los derechos soberanos de Argentina y la necesidad poner término cuanto antes a esta situación colonial”.29

La posición de la RDA ante la cuestión de Malvinas tendría, entonces, un peso decisivo en las relaciones con la Argentina durante toda la década de 1980, ya que esta no solo respaldaba los intereses argentinos, sino que coincidía en otros aspectos con la política latinoamericana de la UCR. Raúl Alfonsín apuntaba a “poner fin a un panamericanismo que no era otra cosa que la satisfacción de los intereses de Estados Unidos” (Darnton, 2014: 161), lo que desde el mundo soviético era considerado como una posibilidad de minar la política exterior de sus contrincantes en la Guerra Fría. Si bien tanto la RDA como otros estados socialistas participaban activamente en los conflictos políticos de Centroamérica, particularmente en Nicaragua (Bösch, 2019: 110), lo que contradecía la posición alfonsinista contraria a cualquier intervención no latinoamericana en la región, desde Berlín y Buenos Aires se hacía hincapié en las coincidencias: el rechazo a la Strategic Defense Initiative del presidente Ronald Reagan y la crítica a la postura positiva de Helmut Kohl y Margaret Thatcher a la política estadounidense.30 La política de fortalecimiento de la democracia en el Cono Sur era parte del programa político tanto del PSUA como de la UCR, particularmente ante la dictadura chilena. Esta coincidencia queda evidenciada, por ejemplo, en un encuentro entre el canciller argentino, Dante Caputo, y el presidente adjunto del Consejo de Estado de la RDA, Heinrich Homann, donde ambos criticaron con duras palabras la visita a la RFA del dictador paraguayo, Alfredo Stroessner.31 Cada diferencia entre Argentina y los Estados Unidos y sus socios occidentales era apreciada y tenida en cuenta seriamente en la política exterior de la RDA hacia Sudamérica.

Desde la perspectiva del Pacto de Varsovia, y particularmente de la URSS y de la RDA, las consecuencias geopolíticas del desarrollo del conflicto del Atlántico Sur tenían que ver con la presencia de la OTAN en la región. La constitución de la “Fortaleza Malvinas”, un enclave militar británico, base de submarinos nucleares, implicaba un avance en una zona hasta entonces inalcanzable para el Bloque Soviético. Más allá de las preocupaciones por el resguardo de la paz mundial y el desarme, muy asentadas en las premisas del PSUA, se trataba, a través del sostén de la causa argentina, de evitar este avance del frente occidental.

Otro aspecto relevante en el buen entendimiento entre la Argentina y la RDA era el económico. El gobierno del PSUA no solo apoyaba el proceso de democratización promovido por el gobierno radical, sino que no era uno de los estados acreedores de la deuda externa argentina, por el contrario, la balanza comercial arrojaba generalmente un saldo positivo a favor de Argentina, al contrario de las relaciones financieras y comerciales entre Bonn y Buenos Aires.

El aspecto económico: los intereses pesqueros de la RDA en el Atlántico Sur






Desde que empezó a desarrollarse la flota pesquera de la RDA en la década del 50, sus autoridades, nucleadas en torno al puerto de Rostock, venían intentando llegar a un acuerdo con Argentina para poder operar en aguas territoriales y recalar para intercambio de personal en puertos argentinos. Hasta entonces, las naves de la RDA operaban en aguas internacionales linderas a la zona jurisdiccional argentina con cambio de personal a través del puerto de Montevideo (Kröger, 2016: 228-229).32 Un intento temprano, en la década del 50, de operar desde el Puerto de Mar del Plata fue desechado, en parte por aspectos técnicos, en parte por la intervención de la embajada británica en Buenos Aires, en ese entonces en mejores relaciones con el gobierno argentino.33 Entre 1976 y 1978 se intentó llevar a cabo otro proyecto en materia pesquera, que fracasó por desavenencias entre la empresa estatal pesquera de Rostock y sus socios argentinos.34 Durante el gobierno de la UCR, se firmaron convenios en este ámbito con Bulgaria y la Unión Soviética, también conocidos como “Convenios Marco”. Esto suscitó grandes polémicas en la opinión pública, tanto relacionadas con el tema de la soberanía y la explotación de los recursos del Mar Argentino como con el perjuicio ocasionado a las empresas y el personal argentino y sospechas de corrupción.35 Fuentes alemanas demuestran que, mientras la URSS, Bulgaria y Polonia perseguían intereses estrictamente económicos, desde el gobierno argentino se presionaba para que, en las zonas de pesca establecidas en los acuerdos, se incluyeran sectores adyacentes al archipiélago de Malvinas, a fin de dotar de solidez y reconocimiento internacional sus reivindicaciones, lo cual era visto por la URSS más bien como un impedimento en la concreción de las negociaciones.36 Mucho menos conocido es que la RDA también firmó un acuerdo con Argentina en esta materia, que incluía la actividad bajo bandera argentina de tres barcos factoría pertenecientes a la flota pesquera de Rostock, el aprovisionamiento y cambio de personal a través de puertos argentinos, la formación profesional de personal argentino y la construcción de almacenes e instalaciones portuarias en Tierra del Fuego y la Isla de los Estados.37 Tanto Argentina como la RDA estaban muy interesadas en el proyecto, de parte argentina, por ejemplo, lo demuestra la participación de Raúl Martínez, hermano del vicepresidente argentino,38 y el apoyo del ministro de Economía Juan Sourrouille.39 El proyecto finalmente no se llevaría a cabo por inconvenientes internos entre las autoridades de Rostock y la empresa local responsable del proyecto,40 pero el hecho de que el gobierno argentino haya firmado el acuerdo pesquero con la RDA, luego de décadas de infructuosas iniciativas por parte de Berlín, demuestra hasta qué punto Buenos Aires honraba las coincidencias en política internacional y particularmente el apoyo ante la cuestión de Malvinas.

En octubre de 1986, Londres anunció su decisión unilateral de crear a partir del 1 de febrero de 1987 una zona de conservación y pesca en un radio de 150 millas en torno a las islas Malvinas (Falkland Islands Interim Conservation und Management Zone, FICZ) exclusivamente bajo control británico. Todas las naves pesqueras con intenciones de operar en la zona debían obtener una autorización y adquirir una licencia de las autoridades británicas de Malvinas (Cisneros, 1999: 151). Como era de esperar, este paso del Reino Unido despertó gran consternación en Buenos Aires, como se lo expresó Alfonsín a Hermann Axen, responsable de la política de relaciones internacionales del Comité central del PSUA, quien presidía una delegación de las RDA en Argentina en noviembre de 1986:

La zona británica prevista coincide directamente con aguas territoriales indiscutiblemente argentinas. Seguiremos utilizando todas las posibilidades del derecho internacional y no renunciaremos nunca a ejercer nuestros derechos soberanos. No se descarta que se ocasionen incidentes que podrían tener graves consecuencias. Pero nosotros estamos decididos a actuar de manera razonable y a no provocar ninguna escalación. Por eso intento yo también ocultarle al pueblo argentino mi profunda cólera personal. Debemos evitar nuevas fricciones en la población. Naturalmente, me afecta nuestra incapacidad de acción y nuestra impotencia, me llenan de rabia. Pero no digo nada. En el contexto internacional seguiremos persiguiendo nuestros intereses consecuentemente.41



Para completar esta afirmación tan contundente, el mandatario argentino le agradeció a Axen el constante apoyo de la RDA a la causa argentina.42 La conversación de Alfonsín y Axen resulta relevante no solo como muestra del entendimiento entre Argentina y la RDA. Según algunos autores, una de las razones principales que motivó la creación de la FICZ por parte de los británicos residiría, además del interés en la conservación de los recursos ictícolas, en los proyectos argentinos de cooperación pesquera con estados del Pacto de Varsovia (Cisneros, 1999: 127-128 y Lerena, 2009: 156). Si bien hasta ahora no se ha podido acceder a fuentes británicas que confirmen esta hipótesis, queda en claro a través de documentos alemanes que entre Argentina y ciertos países del Bloque del Este, particularmente la URSS, existía una disonancia en cuanto a los intereses que motivaban los acuerdos pesqueros. Mientras que para la URSS, a pesar de las implicaciones geopolíticas, el aspecto económico era el más importante; Argentina, por el contrario, buscaba principalmente incluir la zona circundante a la islas dentro de los acuerdos como una manera indirecta de obtener reconocimiento internacional de sus derechos soberanos sobre esas aguas, lo que podía provocar, según el embajador soviético en Buenos Aires, una fuerte reacción de Gran Bretaña.43 Según fuentes alemanas, el embajador estadounidense en Argentina, Frank Ortiz, le habría dejado en claro al canciller argentino Dante Caputo que su país no deseaba que se firmase el convenio con la URSS, a lo que Alfonsín habría reaccionado incitando a la aceleración de las negociaciones con Moscú para firmar el convenio a la brevedad.44 Desde esta perspectiva, se podría arriesgar la hipótesis de que los contratos pesqueros con el Pacto de Varsovia fueron uno de los motivos para la decisión británica, aunque no el único. La comercialización de licencias de pesca contribuyó a aumentar sustancialmente los ingresos de las autoridades británicas de las islas y a suplir en cierta medida los gastos de administración y defensa (Cisneros, 1999: 127).

En este aspecto, también para Berlín la explotación de los recursos pesqueros del Atlántico Sur era de importancia estratégica, ya que desde su economía planificada se preveía un aumento necesario de las capturas de su flota para asegurar la alimentación de su población, al mismo tiempo que otros derroteros de sus barcos factorías se encontraban ya sobreexplotados. Por otra parte, la producción de la flota pesquera también era destinada a la exportación y de esta manera contribuía a paliar la acuciante falta de divisas.45 Con el fracaso del proyecto Galapesca y excluida la posibilidad de operar en jurisdicción argentina, a los pesqueros de la RDA solo les restaban dos posibilidades: las aguas internacionales y la zona bajo control británico.

Según Gilbert (1994: 401), solamente Polonia habría considerado la posibilidad de adquirir licencias de pesca británicas, pero en realidad, de acuerdo con documentos de archivos alemanes, también Bulgaria y la URSS habrían tenido en cuenta esa posibilidad.46 En 1989, las autoridades pesqueras de Rostock intentarían adquirir licencias de pesca británicas para operar en la FICZ, sin consultarlo previamente con el Ministerio de Asuntos Exteriores en Berlín. Cuando esta información llegó a oídos del embajador germanoriental en Buenos Aires, Walter Neumann, el diplomático censuró severamente esta acción en un telegrama urgente a Berlín, para evitar cualquier inconveniente con el gobierno argentino, su principal socio político en el Cono Sur.47 En el mismo sentido se expresaría el Ministerio de Asuntos Exteriores de la RDA.48 Las negociaciones en el ámbito de la pesca, al igual que las relaciones políticas y económicas entre Argentina y la RDA, terminarían abruptamente con la reunificación alemana en 1990.



Alemania Federal: lógica de bloque y distanciamiento

Desde el inicio de las relaciones diplomáticas en 1952, la RFA y la Argentina desarrollaron sendos lazos políticos y económicos, que hasta la guerra de Malvinas solo se vieron opacados de manera pasajera por hechos concretos, tales como el apoyo del embajador alemán en Buenos Aires al primer régimen peronista, que suscitó protestas por parte del gobierno de la Revolución Libertadora, o las negociaciones relacionadas con la liquidación de la “propiedad enemiga”, los bienes confiscados por el estado argentino en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial.

Las relaciones con la Junta militar en el poder a partir de 1976 también pueden considerarse como cordiales. En primer lugar, Bonn veía con buenos ojos la política económica liberal de la dictadura,49 y además contaba con un interlocutor de importancia: Roberto Alemann, ministro de Economía entre 1981 y 1982, quien además de hablar alemán mantenía estrechos lazos con la embajada y era un referente de la comunidad germana en Buenos Aires. En líneas generales, la RFA consideraba al gobierno surgido del golpe de Estado de marzo de 1976 como una salida inevitable a la grave crisis política, y sobre todo económica, por la que atravesó la Argentina entre 1973 y 1976.50

Numerosos son los estudios sobre la importancia asignada por el gobierno de Bonn a la cuestión de los derechos humanos en Argentina.51 En líneas generales, podemos afirmar que la RFA mantuvo una posición distante y reclamó ante la Junta por la muerte y la desaparición de ciudadanos alemanes solo ante la gran presión de la opinión pública, de los medios y de la oposición en el parlamento alemán. Esta situación minaba los intereses económicos y comerciales de los grandes consorcios alemanes con empresas argentinas estatales y privadas, justamente porque uno de los ramos más importantes de cooperación económica era la exportación de armamento y técnica militar. Así por ejemplo, el desarrollo del tanque mediano argentino (TAM) despertaría fuertes polémicas (Springer, 2018: 326-331).

En el marco del conflicto del Atlántico Sur, el material destinado a la Armada Argentina era el que más interesaba a la Junta, que desde el inicio de su gobierno apuntaba a reorientar la adquisición de material bélico en detrimento de los proveedores tradicionales, Estados Unidos y Gran Bretaña, y en favor de España, Italia y la RFA. Ya en 1977 el almirante Emilio Massera le informaba al embajador de la RFA en Buenos Aires la intención argentina de adquirir fragatas de los astilleros hamburgueses Blohm + Voss, pertenecientes al grupo Thyssen, lo que fue considerado por el diplomático como “interés argentino en la industria alemana”. A pesar de las críticas que se suscitaron en la opinión pública alemana y de los reparos de la Cancillería en Bonn sobre posibles roces con Washington, Blohm + Voss dio a conocer en diciembre de 1978 el acuerdo con la Junta argentina por la compra de seis fragatas del tipo MEKO 360, dos de las cuales deberían ser puestas directamente a disposición de la Armada Argentina y otras cuatro, ensambladas en Argentina. En agosto de 1979 se oficializó un segundo contrato por seis corbetas del tipo MEKO 140 y, al mismo tiempo, se redujo el acuerdo anterior de cuatro a solo dos fragatas MEKO 360 a ser ensambladas en Argentina. El astillero británico Vosper Thornycroft se lamentaría de haber perdido el encargo de las seis corbetas asumido por Blohm + Voss (Springer, 2018: 398-399).

Al estallar la guerra de Malvinas, la Armada Argentina contaba con dos submarinos tipo 209 de proveniencia germanoriental, el ARA Salta y el ARA San Luis. Este último participó de las acciones de guerra, partiendo del puerto de Mar del Plata el 14 de abril de 1982, sorteó el bloqueo británico, salió airoso de persecuciones por parte de helicópteros y destructores ingleses y tornó a Puerto Belgrano 39 días más tarde. En este período, disparó en repetidas ocasiones torpedos SST-4 que no acertaron sus blancos, probablemente por defectos de construcción. El ARA Salta no participó de acciones de guerra también por defectos en los disparos (Springer 2018: 355-356). Sobre las eventuales repercusiones y entredichos en las relaciones entre Bonn y Londres, si las fuerzas argentinas hubiesen logrado atacar con éxito objetivos británicos con naves y armamento de origen alemán, solo puede especularse.

Mientras tanto, la Armada Argentina insistía ante el Ministerio de Economía alemán en el cumplimiento de los contratos con Thyssen y sus empresas subsidiarias. Se reclamaba en total la puesta a disposición de las fuerzas argentinas de las cuatro fragatas MEKO 360, las seis corbetas MEKO 140 y dos submarinos TR 1700,52 lo que recién ocurriría a partir del gobierno de Raúl Alfonsín (Springer, 2018: 399).

Durante todo el conflicto armado, Bonn se posicionó de manera incondicional con Gran Bretaña. Sin emitir comentarios sobre la cuestión de la soberanía sobre las islas, condenaba la acción militar argentina y llamaba al retiro de las tropas argentinas para empezar negociaciones pacíficas en Londres y Buenos Aires, tornando así al statu quo anterior a abril de 1982, con el archipiélago bajo control británico.53

Londres contaba con el apoyo de la RFA y solicitaba a su socio de la OTAN la aplicación de un embargo contra envíos de insumos militares, particularmente para la Armada Argentina, la suspensión de líneas de crédito, el llamado a consultas a su embajador en Buenos Aires e información de inteligencia a través del agregado militar británico.54 En este punto, debemos repetir que la RFA era uno de los socios europeos más importantes de la OTAN, que Gran Bretaña formaba parte de las fuerzas de ocupación aún presentes en la RFA y que el gobierno de Bonn se apoyaba en sus aliados occidentales en lo referente a la situación de Berlín Occidental, por lo que resultaría inverosímil especular que la RFA, a pesar de sus tradicionales lazos con Argentina, hubiese actuado de otra manera que no fuera accediendo a las solicitudes de la administración Thatcher.

Sin embargo, desde el gobierno de Bonn se consideraban con gran preocupación las consecuencias geopolíticas del apoyo a Londres por parte de sus socios de la OTAN. Como lo expone Abmeier (2017: 425), se temía una ruptura de las relaciones de Argentina y del resto de los países latinoamericanos con los Estados Unidos y las potencias occidentales, lo que aparejaría un aumento sustancial de la presencia soviética, particularmente rusa y de la RDA, en el continente americano, ya que el Pacto de Varsovia había demostrado su apoyo al “Tercer Mundo” a través de su posición durante la guerra.

Inmediatamente después de la guerra, se llevó a cabo en la RFA una reunión de los Jefes de Gobierno de la OTAN, conocida como “Cumbre de Bonn”, en la que se acordó una modificación del texto fundacional de la organización, entendiendo que el área de seguridad de sus miembros no se restringía solo al Atlántico Norte, mencionando explícitamente al archipiélago de Malvinas como un punto estratégico (Bartolomé, 1997: 333). De esta manera, Londres lograba imponer a sus socios de la OTAN una institucionalización a largo término de su apoyo y esto, justamente, en conversaciones llevadas a cabo en la capital de la RFA.

El advenimiento de la democracia en Argentina no conllevó ningún cambio en la posición de Bonn sobre la cuestión del Atlántico Sur. Las relaciones del gobierno de Raúl Alfonsín con la RFA pueden ser calificadas como amistosas, pero aún muy resentidas, entre otros aspectos, por la cuestión de Malvinas.55 La Alemania de Helmuth Kohl reconocía los logros de la administración de la UCR en política de derechos humanos y de fortalecimiento de las instituciones democráticas, pero no aportaría la ayuda esperada por Buenos Aires ante el problema de la deuda externa argentina ni ninguna expresión de solidaridad en cuanto a la cuestión de Malvinas (Cisneros, 2000: 514). Por el contrario, el gobierno argentino solicitó en repetidas ocasiones el respaldo de Bonn ante instituciones internacionales o la intercesión ante el gobierno de Thatcher en momentos cruciales, como el establecimiento de la FICZ en 1986 o el anuncio británico de ejercicios militares de defensa Fire Focus en el Atlántico Sur en 1988. Raúl Alfonsín visitó la RFA en septiembre de 1985 y en noviembre de 1988, mientras que el presidente federal alemán, Richard von Weizsäcker, fue recibido por su par argentino en 1987 (Cisneros, 2000: 514-515). Teniendo en cuenta este contexto diplomático y sus contactos personales con Kohl y von Weizsäcker, el mandatario argentino se dirigió en 1986 y en 1988 en términos muy cordiales a Helmuth Kohl, exponiendo la posición argentina y condenando la unilateralidad del accionar británico.56 La respuesta alemana fue contundente: desde Bonn se observaba “con gran dolor” que dos países tan allegados a Alemania, uno por lazos históricos, el otro por la pertenencia común a la Comunidad Europea y a la OTAN, estuvieran en conflicto. La RFA proponía una solución pacífica, admiraba el proceso de democratización en Argentina, pero debido a la lógica de bloque no podía interceder ante la administración Thatcher, que había declarado a las islas como “una cuestión vital” para Gran Bretaña.57

En este contexto, las relaciones del gobierno radical se mantuvieron en el marco del intercambio comercial con la gran economía de la RFA, pero limitadas en el aspecto de la política exterior. El gobierno de la UCR, que mantenía relaciones mucho más estrechas con las socialdemocracias europeas, fomentaba una política internacional basada en la unión latinoamericana frente a conflictos políticos (intervención estadounidense en Granada, conflicto en Nicaragua) y a las deudas externas de los países del continente, una posición que se enfrentaba a los Estados Unidos (Alconada Sempé, 1996: 348-353), socio tutor de la Alemania Federal de posguerra. El gobierno demócrata cristiano de Kohl no acompañaría ninguna iniciativa argentina (Cisneros, 2000: 545). A esta situación, se le agregaban casos de espionaje contra la embajada de Alemania Oriental en Buenos Aires, realizados por la CIA y con participación del Servicio de Información de la RFA (Bundesnachrichtendienst, BND). Para el gobierno radical, estos hechos representaban una violación a la soberanía argentina, tal como se lo hiciera saber personalmente Alfonsín a Kohl (Lafuente, 2022: 470). Sin embargo, el gobierno argentino no podía ni buscaba renunciar a las relaciones con la RFA que, a pesar de su intransigencia con respecto a la deuda externa argentina, era, por el tamaño de su economía, uno de los socios comerciales más importantes para Buenos Aires, como lo demuestran proyectos de envergadura estratégica en el ámbito de la energía nuclear.58 También en Bonn se veía la presión británica como una pesada carga que obstaculizaba el desarrollo de las relaciones con Argentina.59

Las relaciones entre Argentina y la RFA recién mejorarían durante la presidencia de Carlos Menem, lo cual se explica por varios factores. El final de la Guerra Fría y la unificación alemana coincidieron con las negociaciones de Madrid y la restauración de las relaciones diplomáticas entre Argentina y el Reino Unido. Menem saludaría en 1992 la reunificación alemana y condenaría con fuertes palabras a la RDA y al mundo soviético.60 La liberalización de la economía argentina y la privatización de entes estatales impulsada por el gobierno peronista atraería también cuantiosas inversiones alemanas.61

Conclusión

Los lazos políticos y económicos entre Argentina y los dos estados alemanes fueron ampliamente trastocados por la guerra de Malvinas. Sin embargo, es posible diferenciar los cambios inmediatos, es decir, durante el desarrollo del conflicto armado, de las consecuencias a largo plazo.

A nivel político, las tradicionales y cordiales relaciones entre Buenos Aires y Bonn se vieron seriamente afectadas. El gobierno de Kohl se plegó a los compromisos del bloque occidental, la OTAN y la CEE. A pesar de los ánimos relacionales entre los diplomáticos de ambos países, las relaciones bilaterales estuvieron marcadas por una cierta frialdad durante todo el gobierno de la UCR. Bonn se limitó a reconocer los avances de la democracia argentina, pero no compartía tampoco a nivel internacional la misma óptica del gobierno de Raúl Alfonsín. Recién con la caída del muro de Berlín y el inicio de la política liberal de Carlos Menem, las relaciones volverían a tomar su cordialidad tradicional.

En cuanto a la RDA, la guerra de Malvinas se presentó como una coyuntura favorable para la profundización de las relaciones con Argentina, en las que PSUA estaba particularmente interesado desde la década del 70. A esto se sumaron las posteriores coincidencias en política exterior, sobre todo en lo referente a los conflictos del Caribe y Centroamérica. Esto provocó el desarrollo de una confianza mutua, inédita hasta entonces, que potenció la planificación de proyectos estratégicos, como el caso de la empresa pesquera Galapesca. Sin embargo, el intercambio comercial se vio limitado por dos razones muy concretas. En primer lugar, la RDA había alcanzado un desarrollo industrial considerable, pero para nada comparable con el poderío económico de la RFA, por lo tanto, la tecnología e infraestructura disponibles no estaban al nivel de sus principales competidores occidentales para el mercado argentino: Estados Unidos, la RFA, Japón y Francia. A su vez, tanto argentina como la RDA padecieron durante la década del 80 serias crisis económicas con el denominador común de la falta de divisas. Esto limitaba las posibles operaciones por falta de financiamiento a través de líneas de crédito bancarias. A su vez, la RDA había alcanzado ya en la década del 70 el autoabastecimiento de carne, de manera que los productos agropecuarios argentinos no entraban al mercado o eran demasiado onerosos por su excelente calidad.

La RFA, en cambio, gozaba de una economía e industria sólida, representada en Argentina por poderosos consorcios. Basta con mencionar el rol de Siemens en el desarrollo de la tecnología nuclear en Argentina. Por otro lado, la RFA era uno de los principales acreedores de la deuda externa argentina y contaba con el apoyo de los Estados Unidos. La política exterior argentina, entonces, se veía influida por dos aspectos en cierta medida contradictorios: la reorientación hacia Estados no pertenecientes al bloque occidental en lo político, pero seriamente limitada por el poderío económico occidental, que haría valer su influencia en las relaciones con Argentina, obstaculizando el afianzamiento de los lazos económicos de Buenos Aires con el Pacto de Varsovia, particularmente con la RDA.



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Sobre el autor

Víctor Manuel Lafuente cursó la carrera de Historia en la Universidad de Buenos Aires, obtuvo el título de Licenciado (Magister Artium) en Historia Moderna y Contemporánea y Filología Hispánica y el diploma de grado (Bachelor of Arts) en Filosofía y Ciencias Políticas en la Humboldt-Universität zu Berlin. Se doctoró en Historia en la Universität zu Köln con un trabajo sobre las relaciones entre Argentina y Alemania Oriental. Se desempeñó como docente en diversas universidades alemanas. Actualmente es docente investigador de la Facultad Roger Toumson y del Centre de Recherche Interdisciplinaire en Lettres, Langues, Arts et Sciences Humaines (CRILLASH) de la Université des Antilles (Guadeloupe). Su campo de investigación es la historia de las relaciones internacionales desde la Primera Guerra Mundial hasta nuestros días, particularmente en el marco de la Guerra Fría.

https://orcid.org/0000-0002-9506-4183

About the author

Víctor Manuel Lafuente studied History at the Universidad de Buenos Aires, obtained a degree (Magister Artium) in Modern and Contemporary History and Hispanic Philology and a Bachelor of Arts in Philosophy and Political Science at the Humboldt-Universität zu Berlin. He obtained his PhD in History from the Universität zu Köln with a research on the relations between Argentina and East Germany. He has taught at several German universities. He is currently a research professor at the Roger Toumson Faculty and at the Centre de Recherche Interdisciplinaire en Lettres, Langues, Arts et Sciences Humaines (CRILLASH) of the Université des Antilles (Guadeloupe). His field of research is the history of international relations from the First World War to the present day, particularly in the context of the Cold War.

1 Véase: AH88, Embajada en Perú II. AMREC.

2 Italienische Position zum Falkland-Konflikt, Fernschreiben 519 aus Rom an AA. (12/05/1982). B136/16609. BArch.

3 Véase: García Gutiérrez (2021).

4 Fernschreiben 401 aus Madrid an AA. (06/05/1982). B136/16609. BArch.

5 Teniendo en cuenta principalmente que el cese oficial del estado de guerra y la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Argentina y Gran Bretaña recién tendría lugar en 1989.

6 Véase: Abmeier (2017), Lafuente (2022) y Springer (2018).

7 Se debe mencionar que los documentos del AMREC correspondientes a la sección Embajada en Berlín Oriental han sido consultados en la actual representación argentina en Alemania, ya que hasta la fecha no han sido remitidos a Buenos Aires. Los documentos en lengua extranjera citados han sido traducidos por el autor.

8 Véase: Volle Beziehungen zur DDR. (26 de junio de 1973). Argentinisches Tageblatt.

9 Information der Abt. LA beim MfAA. (04/04/1974). C3373, MfAA. PA AA.

10 Entrevista del autor con los embajadores Horst Neumann y Walter Neumann en Berlín. Junio de 2016.

11 Malvinen- oder Falkland-Inseln? (6 de diciembre de 1974). Freie Presse. Die Malwinen sind und bleiben Teil Argentiniens. (abril de 1982). Dort und hier.

12 Mitteilung der Abt. LA an Gen. Neugebauer. (27/01/1982). ZR1466/88, MfAA. PA AA.

13 Comunicado de prensa del MREC sobre visita de Neugebauer. (10/05/1982). AH 105, Europa Oriental II. AMREC.

14 Aktenvermerk über das Gespräch des Gen. Neugebauer mit dem Minister Nicanor Costa Mendez. (16/05/1982). ZR1466/88, MfAA. PA AA.

15 Restricted telegram from the British Embassy at East Berlin. (20/05/1985). FO15/5524. FO.

16 Telegrama vvs7/96-9/82 y Telegrama gvs b 7/104 t79/82. (26/04/1982). DY3023/1286. SAPMO-BArch.

17 Informationen zum Konflikt zwischen Großbritannien und Argentinien. (06/05/1982). DY30/11503. SAPMO-BArch.

18 Véase: Confidential telegram 60 from East Berlin to London. (26/04/1982). FO15/5524. FO, y Vermerk über ein Gespräch des Gen. Nier mit dem britischen Botschafter Maxey. (26/04/1982). ZR2853/86, MfAA. PA AA.

19 Schreiben von Gompert an Neugebauer. (05/05/1983). ZR2349/84, MfAA. PA AA.

20 Nota 2380 de la Embajada Argentina en Berlín al MRE de la RDA. (13/09/1982). ZR2352/84, MfAA. PA AA.

21 Acta de conversaciones de la visita del ministro Keil. (14/04/1983). Actas de Entendimiento, Embajada en Berlín Oriental. AMREC.

22 Acta final de la V reunión de la Comisión Mixta RA-RDA. (27/07/1983). Actas de Entendimiento, Embajada en Berlín Oriental. AMREC.

23 Meinungsaustausch mit argentinitischem Gast. (09 de julio de 1983). Neues Deutschland.

24 Conversación telefónica del autor con Arnoldo Listre. 2 de noviembre de 2020.

25 Cable secreto 334 de Berlín Oriental a MRCE. (08/07/1983). Comunicaciones, AH 146, Carpeta Berlín. AMREC.

26 Conversaciones del autor con el embajador Enrique Candioti en Buenos Aires. Diciembre de 2015.

27 Cable 531 de Berlín a Buenos Aires. (27/09/1983). Comunicaciones, AH 146, Carpeta Berlín. AMREC.

28 Antes de su nombramiento como embajador en Berlín, Candioti se desempeñó como director general de la Sección de Consejería Legal del AMREC. Así, por ejemplo, también participó de la delegación argentina en la Sesión 55 del Comité Jurídico de la Organización Marítima Internacional en Londres, en octubre de 1985. A partir de 1986 fue designado embajador en Estados Unidos. También fue embajador en la RFA. Véase: Legajo letra C Nro. 309. Legajos Personales. AMREC, y Resolución de la consejería legal del MREC. Dirección Antártida y Malvinas, AH 2. AMREC.

29 Cable secreto 110. (02/03/1983). Comunicaciones, AH 146, Carpeta Berlín. AMREC.

30 Notas de la conversación mantenida entre Raúl Alfonsín y Heinrich Homann. (19/07/1985). Notas recibidas Entradas 1-134 1985, Embajada en Berlín Oriental. AMREC.

31 Caputo consideraba el viaje de Stroessner a la RFA como “una bofetada contra todos los países democráticos de Latinoamérica”. Véase: Vermerk über ein Gespräch zwischen Homann und Dante Caputo. (06/03/1985). ZR2846/86, MfAA. PA AA, y Cable secreto 72. (07/03/1985). Convenios en trámite, Embajada de Berlín Oriental. AMREC.

32 Véase también: Bemerkungen zum vorliegenden Fischereiprojekt Argentinien für den Gen. Beil. (20/11/1978). DL2/13755. BArch.

33 Véase: Barcos frigoríficos y transportes para la Industria Pesquera y La fuerzas vivas de Mar del Plata opinan (1956). Intercambio, (22). Para la reacción británica, véase: The British Embassy at Buenos Aires to the American Departament Foreign Office. (22/08/1958). 371/131970. FO.

34 Einstellung der Aktivitäten Fischereiprojekt. (21/05/1979). DL2/13755. BArch.

35 Denuncia ante Figueras por firmas pesqueras extranjeras que gozan de “status privilegiado”. (22/01/1988). Carpeta Entradas y Salidas 85-86 y 88-89, Empresas alemanas, Embajada en Berlín Oriental. AMREC.

36 Schreiben der Abt. LA an Botschafter Neumann. (17/07/1986). ZR2180/13, MfAA. PA AA.

37 Acta-compromiso entre Galapesca SA y el Gobierno del Territorio Nacional de Tierra del Fuego. (18/10/1984). Carpeta Entradas y Salidas 85-86 y 88-89, Empresas alemanas, Embajada en Berlín Oriental. AMREC.

38 Memorando de la Consejería Económica. (14/10/1986). Carpeta Entradas y Salidas 85-86 y 88-89, Empresas alemanas, Embajada en Berlín Oriental. AMREC.

39 Resolución 737 del Ministerio de Economía. (26/08/1986). Carpeta Entradas y Salidas 85-86 y 88-89, Empresas alemanas, Embajada en Berlín Oriental. AMREC.

40 Operativ-Information Nr. 69/86. (29/10/1986). AOP 2759/88, Bd. 1, 322, MfS Bv Rostock. BArch.

41 Vermerk über ein Gespräch Hermann Axens mit Raúl Alfonsín. (04/11/1986). DC20-I/3/2405. BArch.

42 Vermerk über ein Gespräch Hermann Axens mit Raúl Alfonsín. (04/11/1986). DC20-I/3/2405. BArch.

43 Mitteilung über Ratifizierung Fischereiabkommen mit UdSSR und Bulgarien durch argentinischen Senat. (01/11/1986). ZR2180/13, MfAA. PA AA.

44 Schreiben von Horst Neumann an Bernhard Neugebauer. (30/07/1986). ZR1462/88, MfAA. PA AA.

45 Bericht über Aktivitäten der DDR-Hochseefischerei im Gebiet der Falkland-Inseln Malwinen. (28/08/1984). ZR2180/13, MfAA. PA AA, y Beschluß zum Projekt über die Vercharterung von 3 Atlantik-Supertrawler. (16/12/1985). DY30/6230. BArch.

46 Leiterbrief an Botschafter Walter Neumann. (04/05/1989). ZR2433/13, MfAA. PA AA.

47 Telegramm 222/89. (27/10/1989). ZR1622/13, MfAA. PA AA.

48 Bericht zur Kenntnis des Gen. Neugebauer. (20/04/1989). ZR2442/13, MfAA. PA AA.

49 Halbjahresbericht der Botschaft in Buenos Aires. (01/03/1982). B33/136458. PA AA.

50 Ber. 192 Botschaft Bs. As. an AA. (04/02/1976). B33/ZA 103578. PA AA.

51 Véase, por ejemplo, Abmeier (2017), Gerke (2021) y Springer (2018).

52 Véase la correspondencia de abril y mayo de 1982 entre la Submisión Naval Argentina en Hamburgo y el Ministerio de Economía alemán. AH 70/22, Embajada en Bonn. AMREC.

53 Véase por ejemplo: Pressekonferenz 39/82. (07/04/1982). B136/16608. BArch.

54 Vermerk für die Kabinettssitzung. (06/04/1982). B136/16608. BArch. Si bien no se ha accedido a ninguna fuente que documente la respuesta de Bonn al pedido inglés de colaboración en materia de inteligencia y estrategia militar, diplomáticos de Alemania del Este, cuyos nombres no pueden ser mencionados por resguardo de datos personales, aseguraron en una conversación con el autor que la RFA habría suministrado información de inteligencia a Gran Bretaña sobre mensajes cifrados de las fuerzas argentinas, y que las autoridades argentinas lo habrían descubierto.

55 Por ejemplo, la RFA envió a la asunción del presidente Alfonsín una delegación de bajo rango diplomático, creando así un gran descontento en Buenos Aires. Véase: Monatsbericht Dezember 1983 der DDR-Botschaft. (04/01/1984). ZR8/88, MfAA. PA AA.

56 Véase: Carta de Raúl Alfonsín a Helmut Kohl. (25/11/1985), Gespräch des Herrn Bundeskanzlers mit dem argentinischen Staatspräsidenten. (31/10/1986), y Carta de Raúl Alfonsín al Canciller Federal. (25/02/1988), B136/33850. BArch.

57 Véase: Schreiben für den argentinischen Staatspräsidenten. (04/03/1988). B136/33850. BArch.

58 Véase: Reunión en Cancillería alemana. (10/11/1986). AH8, Dirección Asuntos Nucleares. AMREC.

59 Entscheidungsvorschlag zur Abstimmung über argentinischen Resolutionsentwurf. (22/11/1985). B136/33850. BArch.

60 Discurso de brindis del presidente argentino ante el presidente alemán. (Octubre de 1992). AH 40/13, Embajada en Bonn. AMREC.

61 Particularmente el caso del grupo Siemens es analizado por Alconada Mon (2011).

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