Genocidio y resistencia. La destrucción de los armenios por el Imperio otomano y la búsqueda de justicia (1915-1923)


Juan Pablo Artinian (2023)

Buenos Aires: Eudeba, 160 pp.



Belén Peitti Bustos


Universidad de San Andrés

belenpeittibustos@gmail.com

Genocidio y resistencia. La destrucción de los armenios por el Imperio otomano y la búsqueda de justicia (1915-1923), escrito por Juan Pablo Artinian, es una obra de necesaria lectura. A lo largo de sus páginas, el libro logra dos objetivos a primera vista arduamente compatibles: por un lado, la resumida presentación de la historia del pueblo armenio –y las matanzas y genocidio que la acompañan– resulta una parte esencial para el público que desconoce las tragedias vividas por esta comunidad; por otro lado, este lineamiento general se complejiza por un nivel de análisis profundo que se ve reflejado en la amplitud y variedad tanto de bibliografía como de fuentes documentales utilizadas para el desarrollo de la investigación. Esta doble lectura del libro enriquece su valor, convirtiéndolo en un trabajo de consulta obligatoria para entender lo que significó (y significa) el genocidio armenio.

A partir de la reconstrucción del proceso histórico conocido como “genocidio armenio”, el autor materializa en la investigación una serie de temas que hacen a su pregunta de investigación, pero que poseen un valor analítico en sí mismos. Estos temas se corresponden con los siete capítulos que conforman el libro. En primer lugar, la historización sobre el pueblo armenio delimita muy claramente el sujeto de estudio, al mismo tiempo que –al presentarlo a partir de su estructura social, su religión, su cotidianeidad– hace un primer punto crucial que se retoma a lo largo del análisis: humanizar a aquellos armenios que sufrieron el genocidio. Es decir, a partir de la materialización de la vida de esta sociedad, Artinian evita caer en el entendimiento de las víctimas del genocidio solamente como un número masivo que delata la atrocidad del exterminio. Por otra parte, en este primer capítulo de contextualización, se introduce el camino al genocidio, mostrando cómo el proceso de construcción del “otro” armenio fue algo progresivo que se vio acompañado de matanzas previas. De esta manera, la obra hace un gran trabajo para marcar el genocidio, que no llega de la nada por exclusiva voluntad del gobierno de Turquía, sino que fue un proceso en construcción de larga data y que se configuró también al calor de un contexto internacional particular.

Con esta base, el segundo capítulo se enfoca puntualmente en lo que fue el genocidio. No se limita a presentar la cronología del proceso de exterminio, sino que su entendimiento analítico complejiza las acciones que entendemos como parte del genocidio. A través de una descripción de las políticas internas del gobierno turco en el marco internacional de la Gran Guerra, el autor describe al genocidio como un proceso de exterminio en términos más amplios: no únicamente como la aniquilación del cuerpo físico de las víctimas, sino también a partir de otros elementos como la deportación, la apropiación de bienes por parte del Estado y la general construcción de una otredad negativa para con el pueblo armenio.

La gran novedad del libro, más allá del rico trabajo de análisis, radica en la noción de resistencia, trabajada particularmente en el tercer capítulo. Dentro de este complejo sistema de aniquilación no dejaron de existir diversas formas de resistencia. Al recuperar el accionar de los armenios, Artinian logra reforzar el punto previamente presentado: la comunidad armenia no como una mera estadística, sino como agentes humanos activos que, al resistir, contribuyeron al devenir histórico. ¿Por qué resultan importantes las formas de resistencia? El autor les atribuye una importancia inmediata, al enmarcar el momento posterior a las matanzas masivas junto con el fin de la Primera Guerra Mundial y los tratados de paz que concedieron amnistía a todos los involucrados en el genocidio en pos de la “consolidación de la paz”. El capítulo trabaja así el gran concepto de impunidad, y entiende a la resistencia como necesaria para superar el silencio y el olvido al que se ha intentado relegar al genocidio armenio.

En el corto, mediano y largo plazo, esta impunidad refuerza otro concepto ineludible para entender cualquier crimen de lesa humanidad: el negacionismo. Entendiéndolo como la fase final del genocidio, el autor recupera distintos elementos que conformaron el discurso negacionista contemporáneo e inmediato al exterminio, para luego presentar cómo impactó el sostenimiento de este discurso negacionista en el largo plazo sobre la sociedad armenia sobreviviente. Lo interesante de la propuesta que presenta el libro en torno al impacto del negacionismo radica en pensar cómo éste impacta en el tipo de historia que entendemos. Otro punto esclarecedor es pensar no solo en cómo el negacionismo ha impactado negativamente sobre la diáspora armenia, sino también cómo lo ha hecho sobre la misma población civil turca, sobre todo considerando la íntima vinculación existente entre la narrativa negadora y el Estado-nación.

Si bien el negacionismo ha existido desde el primer momento y ha perdurado hasta la actualidad, también lo ha hecho la resistencia. El quinto capítulo se detiene sobre un tipo de resistencia particular: las representaciones pictóricas del genocidio y algunas películas. Partiendo de la dificultad que supone representar la violencia extrema que envuelve al exterminio en general, alrededor de la gran pregunta sobre cómo reproducir estéticamente una problemática traumática que resulta compleja de narrar, el libro destaca un obstáculo extra para el caso armenio: uno de los primeros blancos del exterminio fueron los intelectuales y artistas armenios, lo que afectó directamente la producción cultural, con un impacto que en los años recientes ha comenzado un lento proceso de reversión.

Las últimas páginas del libro se dedican a una comparación popular e inevitable en la historiografía, pero también en el discurso público: con el Holocausto. Ambos procesos de exterminio presentan características comunes y continuidades históricas (sobre todo en los métodos que hacen al genocidio), pero Artinian rescata una idea fundamental que conecta ambos fenómenos, recuperando la idea de impunidad. Si nadie castigó el genocidio armenio, ¿por qué sería distinto en el caso del Holocausto? Es decir, el Holocausto habría encontrado su justificación y su resguardo en la impunidad propia del genocidio armenio, aumentando la dimensión del impacto de este último.

A lo largo de los siete capítulos que componen al libro, Juan Pablo Artinian realiza su propia forma de resistencia como descendiente de sobrevivientes del genocidio. Estudiar y escribir al respecto es una forma de desafiar el negacionismo constante al que se ve sometido el caso. Esto resulta un éxito en sí mismo, pero los logros de la investigación no se detienen allí. En primer lugar, el uso abundante y variado de fuentes y bibliografía dota al trabajo de una mayor riqueza analítica y un respaldo documental que aumenta su legitimidad. Asimismo, la exploración de trabajos encuadrados en distintas corrientes historiográficas permite al libro establecer conversaciones con distintas perspectivas. En segundo lugar, el autor realiza un extraordinario trabajo para presentar, de manera convincente, un evento del pasado como un problema del presente. En ese sentido, Artinian distingue una serie de problemas aún sin resolver en torno al genocidio armenio, como la reparación material a los descendientes de las víctimas, un pedido de perdón del Estado turco por los crímenes cometidos contra la comunidad armenia y la búsqueda de la verdad sobre la suerte de las familias que pasaron por la experiencia genocida. En tercer lugar, como se ha mencionado, es capaz de pensar en las víctimas del genocidio como experiencias de seres humanos dentro de la Historia. Con todo, Genocidio y resistencia. La destrucción de los armenios por el Imperio otomano y la búsqueda de justicia (1915-1923) resulta un libro de lectura clara y ordenada, un análisis iluminador que, a fin de cuentas, invita al lector a reflexionar sobre el genocidio en clave histórica y contemporánea.