¿El abandono del enemigo? Aportes de la intelectualidad civil y militar en la construcción de las relaciones entre Argentina y Chile. La revista Geopolítica, 1983-1989.

 

 

Cristian Di Renzo

 

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) / Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina

cristiandirenzo1@gmail.com

 

Fecha de recepción: 16/04/2024

Fecha de aprobación: 15/05/2024

 

Resumen

En el presente artículo se analizan las producciones intelectuales de civiles y militares en el periodo 1983-1989 dentro de la revista Geopolítica. En particular, nos detendremos en el problema de las conflictivas relaciones entre Argentina y Chile en lo que consideramos es la etapa de la creación de una comunidad de seguridad naciente. Planteamos que, entre estos años, la revista profundiza su perspectiva de integración latinoamericana en la cual las producciones intelectuales no sólo son una expresión de este proceso, sino que lo fomentan a través de sus planteos teóricos. En paralelo, las concepciones geopolíticas confrontativas del irredentismo son paulatinamente abandonadas, como así también la idea de la “vecindad amenazante”.

 

Palabras clave: Intelectualidad civil y militar, Geopolítica, Integración bilateral, Comunidad de seguridad naciente, Transición democrática, Vecindad amenazante

 

 

The abandonment of the enemy? Contributions of civil and military intellectuals in the construction of relations between Argentina and Chile. The Geopolítica magazine, 1983-1989.

 

Abstract

This article analyzes the intellectual productions of civilians and soldiers in the period 1983-1989 within the Geopolítica magazine. In particular, we will focus on the problem of the conflictive relations between Argentina and Chile in what we consider to be the stage of the creation of a nascent security community. We propose that, between these years, the magazine deepens its perspective of Latin American integration in which intellectual productions are not only an expression of this process, but also promote it through their theoretical approaches. In parallel, the confrontational geopolitical conceptions of irredentism are gradually abandoned, as well as the idea of the “threatening neighborhood”.

 

Keywords: Civil and military intellectuals, Geopolítica, Bilateral integration, Nascent security community, Democratic transition, Threatening neighborhood  

 

 

A modo de introducción

En este artículo, partimos de la premisa de que el proceso de “apertura democrática” en Argentina trajo aparejado una serie de cambios en las concepciones utilizadas para abordar los conflictos limítrofes pendientes en diferentes publicaciones periódicas.[1] Esta situación podría ser un reflejo de un contexto de mayor alcance, que tiene como características generales el modo en que se produjo la salida del poder (O’Donnell, 1994; Quiroga, 2004) por parte de las Fuerzas Armadas y la posterior revisión del control civil democrático sobre el sector castrense (Sain, 2000 y 2010; López, 2007; Battaglino, 2013; Pion-Berlin y Ugarte, 2013; Di Renzo, 2022b). En todo caso, no entendemos a este proceso de manera lineal, sino como un escenario de disputa y de confrontación entre diferentes perspectivas de análisis, atravesado por múltiples variables (Franco, 2023).

En torno al problema que aquí nos interesa abordar, fue el gobierno democrático de Raúl Alfonsín el encargado de poner fin al conflicto limítrofe por el canal de Beagle entre Argentina y Chile tras más de un siglo de desencuentros e indefiniciones. Mediante el llamado a una consulta popular no vinculante, anunciada el 25 de julio de 1984, el radicalismo logró un aval a la propuesta de solución presentada por el Vaticano, mediador del conflicto desde inicios de 1979 (Lanús, 2000). Al respecto, coincidimos en que durante la “apertura democrática” la legitimidad de los votos se transformó en un instrumento para enfrentar las presiones de los intereses organizados, cuyo juego de poder había caracterizado la dinámica política argentina desde mediados del siglo XX (Murillo, 2010: 140). Esto, en gran medida, se constituyó en un elemento clave en la resolución del conflicto Beagle de acuerdo a la posición del radicalismo alfonsinista, evidenciado en los argumentos utilizados durante el tratamiento de la ley 23172. En términos generales, podemos afirmar que el resultado del referéndum fue determinante, con una alta tasa de participación ciudadana. Sobre 18.350.863 electores hábiles, votaron 12.861.355, es decir, un 70,09 %. Dentro de los votantes, 10.454.172 se pronunciaron por el Sí (82,60 %), mientras que 2.201.963 lo hicieron por el No (17,40 %). Asimismo, hubo 141.121 votos en blanco (1,10 %) y 64.099 votos nulos (0,50 %).[2]

Dicho de otro modo, estas cifras nos señalan que la propuesta por el Sí obtuvo una clara diferencia a favor por sobre la opción por el No. Probablemente, la estrategia de Alfonsín de instalar la discusión en términos de democracia vs. dictadura (Míguez, 2008), tal como ya lo había hecho durante la campaña electoral, haya tenido éxito también para este caso. En particular, consideramos que a esta situación se le debe agregar el impacto generado por la derrota militar en la Guerra de Malvinas, que habría actuado como un tamiz mediante el cual la estrategia de Alfonsín fue reinterpretada en el plano de paz vs. guerra. Lo cierto es que, desde entonces, Argentina y Chile evidenciarán un alejamiento progresivo de la concepción de “vecindad amenazante” (Di Renzo, 2023) y con ello la hipótesis de conflicto regional trasandina es relegada para dar inicio a un proceso de acercamiento bilateral que se manifiesta también en las producciones intelectuales que centran su atención en la geopolítica, en los conflictos limítrofes pendientes y en el aprovechamiento de los recursos naturales en zonas fronterizas.

En este trabajo, a partir de una aproximación metodológica que combina análisis cuantitativos y cualitativos de las fuentes, nuestro propósito es analizar las producciones intelectuales de civiles y militares dentro de la revista Geopolítica durante el periodo 1983-1989.[3] En otras palabras, pretendemos abordar la correspondencia existente entre los artículos y las exposiciones de esta publicación periódica con el inicio de la etapa de “no-agresión” entre Argentina y Chile durante los años de gobierno de Raúl Alfonsín. Consideramos que estamos ante un recorte temporal en el que se encuentran los primeros pasos hacia la consolidación de una “comunidad de seguridad naciente” (Kupchan, 2010: 184), en donde existe un acuerdo entre los miembros involucrados con el fin de superar sus disputas mediante mecanismos pacíficos. Así, las producciones intelectuales no sólo son una expresión de este proceso, sino que lo fomentan a través de sus planteos teóricos.

La hipótesis que pretendemos reforzar es que la revista Geopolítica, desde sus inicios hasta su desaparición (1975-2000), tiene por objetivo elaborar un proyecto teórico- pragmático de desarrollo nacional dentro del espacio latinoamericano (Di Renzo, 2023).[4] Asimismo, debido a la ininterrumpida utilización de concepciones geopolíticas y por el lugar que le es otorgado dentro de la propia revista, consideramos que la influencia de esta subdisciplina fue central. Del mismo modo, planteamos que, en el periodo 1983-1989, la revista profundiza su postura latinoamericanista y, para el caso de las relaciones entre Argentina y Chile, se apuesta por la convivencia pacífica en pos de lograr la integración. Pasemos entonces a realizar una aproximación a los rasgos generales de las publicaciones de Geopolítica.

 

Acerca de la revista Geopolítica

Durante más de veinte años, la revista Geopolítica ha sido fuente constante de publicaciones y se situó como referencia para intelectuales militares y civiles interesados en los problemas relacionados al desarrollo nacional, la geopolítica y otros temas afines. Su existencia dependió del Instituto de Estudios Geopolíticos (IDEG), el cual fue establecido simultáneamente en 1975.[5] Este instituto es sólo uno de los numerosos organismos creados en Latinoamérica con el propósito de realizar análisis teóricos desde esta perspectiva.[6]

En términos cuantitativos, entre el primer y el último número, la revista (1975-2000) presenta un total de 447 artículos pertenecientes a autores tanto civiles como militares, 57 presentaciones editoriales y 76 notas, documentos anexos y comentarios a obras publicadas y otros tipos de análisis.[7] En base a la cantidad de artículos publicados, constatamos que 305 corresponden a autores civiles (68,2 %) y 142 a militares (31,8 %). No obstante, los valores porcentuales de estas cifras varían si las dividimos por periodos. Así, en la primera etapa los valores se acortan, dado que, sobre 138 trabajos, 79 son de autores civiles (57,2 %) y 59 de militares (42,8 %).[8] Mientras que en el segundo periodo (objeto de análisis de este artículo), sobre 87 artículos, 66 corresponden a civiles (75,9 %) y 21 a militares (24,1 %). Finalmente, en la tercera, sobre 222 artículos, 160 corresponden a civiles (72,1 %) y 62 a militares (27,9 %).

Estos datos nos proporcionan una serie de elementos para su análisis. En primer lugar, se observa una tendencia favorable hacia los autores civiles a lo largo de todo el periodo. Esta tendencia se ve atenuada en la primera etapa temporal (1975-1983), en la que los niveles de participación de civiles y militares son casi equiparables. En las etapas posteriores, se observa una disminución del 20 % en la participación de los especialistas militares en comparación con los civiles. Esto nos sugiere que la “transición democrática” produjo un impacto sobre la participación de la intelectualidad militar en la revista o bien que el consejo editorial hizo un recorte favoreciendo a los trabajos provenientes de especialistas civiles.[9] Es probable que ambas interpretaciones sean viables, ya que no son necesariamente opuestas. Además, podríamos plantear que las características intrínsecas de este proceso permitieron que surjan nuevos interlocutores, o bien que se les haya dado la oportunidad de expresar sus opiniones desde perspectivas críticas. Como señaló Franco (2023), esta apertura ha sido evidente desde principios de la década de 1980 y había permeado todas las esferas de la sociedad, aunque con ciertas dificultades, continuidades y rupturas en consonancia con los acontecimientos de la época. El ámbito de las producciones intelectuales no ha sido ajeno a esta dinámica.

Otro elemento para destacar sobre la revista es la recurrencia de numerosos intelectuales. De modo que, sobre un total de 147 autores civiles y 50 militares, la proporción entre autores y artículos redactados en la primera etapa es de 1,6 y de 2, en la segunda, pasa a 1,3 y 1,7 y en la tercera a 2,2 y 3,3 para civiles y militares, respectivamente. Estas cifras nos señalan que es mayor el índice de recurrencia de intelectuales provenientes de ámbitos castrenses en la revista a lo largo de toda su duración. Específicamente, el autor que mayor cantidad de trabajos publicó entre 1983 y 1989 fue el coronel Hugo Sarno, con 7 publicaciones, seguido por el geógrafo humano Saúl Cohen, con 4, y por el Doctor en Ciencias Económicas Nicolás Boscovich y el Licenciado en Ciencias Políticas y Sociales  Juan Milia, con 3 trabajos cada uno.[10] Por otra parte, y a diferencia de la primera etapa, en esta segunda subdivisión el Consejo de Redacción se mantuvo estable casi en la totalidad de sus integrantes, salvo en el reemplazo de Pablo Sanz por el almirante Jorge Fraga en el número 35 (1987).[11] Entretanto, la dirección no manifestó ningún cambio tras la designación de Andrés Bravo en el número 13/14 (1979).[12]

Siguiendo con el estudio de las generalidades de la revista, podemos mencionar que los autores más recurrentes presentan el rango militar de coronel en el Ejército, seguido por los rangos de general y teniente coronel. Además, se encuentran en la lista autores de alto rango, tales como contraalmirante en la Armada y comodoro en la Fuerza Aérea. Estos datos sugieren que los autores son individuos con posiciones destacadas dentro de la jerarquía de cada arma. En cuanto a los autores civiles, los especialistas en Relaciones Internacionales son los que tienen una presencia más notable en la revista. Les siguen los autores provenientes de los campos de la geografía, las ciencias políticas, la historia y el derecho. Esto indica, además, que la revista cuenta con una diversidad de perspectivas provenientes de expertos en diferentes disciplinas.

De acuerdo a los conceptos utilizados, la participación de figuras destacadas en cada campo y las problemáticas abordadas, se puede inferir que la revista estaba dirigida a un público amplio y diverso. Si bien se dirigía a pares académicos, intelectuales militares y políticos, también buscaba involucrar a aquellos interesados en el análisis de conflictos territoriales pendientes y el aprovechamiento de recursos naturales en zonas fronterizas, entre otros temas relevantes.

Pasemos a revisar las publicaciones del Instituto de Estudios Geopolíticos.

 

Publicaciones del Instituto de Estudios Geopolíticos entre 1983 y 1989

A lo largo de sus publicaciones, el Instituto de Estudios Geopolíticos (IDEG) realizaba aproximaciones teóricas acerca de numerosas problemáticas que consideraba destacadas dentro de la realidad argentina y latinoamericana.

En congruencia con los últimos números de la primera subdivisión, la editorial realiza críticas sobre la dictadura civil-militar del Proceso de Reorganización Nacional y se profundiza la valorización positiva de la democracia, sosteniendo que “[l]a gran argentina necesita la plena vigencia de la Constitución” (Cultura y poder nacional, 1984. Geopolítica, 28: 4).[13] Este perfil democrático, no tan presente en la etapa previa, se manifiesta con fuerza desde los primeros ejemplares del periodo de la “transición democrática”, profundizándose progresivamente.

Más aún, y para el caso que aquí nos interesa analizar, a medida que nos acercamos a la década de 1990, la aparición de un nuevo orden geopolítico y la aceleración de los procesos de globalización van a tener, indudablemente, consecuencias sobre las disputas latinoamericanas (Cairo Carou y Lois, 2014). Con ello, consideramos que se van desplazando del centro de la escena los estudios sobre los conflictos limítrofes realizados en la clave de la “vecindad amenazante” para dar paso a otros tipos de análisis. Con relación al conflicto Beagle, que se hallaba en etapas culminantes de cara a su resolución, la editorial se manifiesta abiertamente por la asociación entre la Mediación y la paz, algo que los opositores a este tipo de mecanismo, tales como Osiris Villegas, no apoyaban.[14] De hecho, se abandonan los presupuestos axiomáticos de caracterizar como expansionista a la política exterior chilena y se revalorizan los intentos integracionistas ocurridos durante las presidencias de Juan Domingo Perón y de Carlos Ibáñez del Campo, así como también las acciones realizadas por Arturo Illia y Jorge Allesandri (Lacoste, 2003). Por ende, se posicionan dentro del sector que apostaba a una salida rápida del conflicto limítrofe, planteando como objetivos de la paz entre las naciones las siguientes premisas:

1° Integración física para superar la topografía de la Cordillera de los Andes, con Chile en el Atlántico y la Argentina en el Pacífico.

2° Cooperación cultural, científica y tecnológica.

3° Complementación económica para el desarrollo (Empresas binacionales).

4° Unidad Latinoamericana para la defensa de las soberanías nacionales, en el marco de la integración regional y continental (Objetivos nacionales y los conflictos en el Atlántico Sur, 1984. Geopolítica, 29: 6).

En otras palabras, la revista no sólo plantea la necesidad de establecer acuerdos entre Argentina y Chile, sino que propone algo que para los referentes de la corriente nacional territorialista irredentista era impensable: la ruptura de la divisoria oceánica propuesta en los Protocolos del año 1893.[15] Por consiguiente, ambos países tendrían acceso a los dos océanos y la base de este nuevo balance de poder se hallaría en el intercambio económico y en la cooperación cultural y científica.[16] Esto supone un gran paso dentro de la transición de convertir al enemigo regional en un aliado estratégico. Así, en este camino de construcción de una comunidad se seguridad naciente (Kupchan, 2010), el IDEG colabora en marcar, desde sus concepciones geopolíticas, una asociación positiva de las relaciones bilaterales. De todas formas, como veremos en el siguiente apartado, estos postulados conviven con otros más cercanos al fomento de las diferencias binacionales.

En consonancia con este proyecto, a lo largo de los sucesivos números de la revista en este periodo, la editorial va dejando de lado la asociación directa entre la grandeza nacional y la extensión territorial, al menos como causa y consecuencia necesaria para la proyección regional y mundial. Al respecto, se sostiene que:

La cultura más que una razón de Estado es un paradigma de la nación. Vale decir, la grandeza de la nación debe estar íntimamente vinculada a una sociedad encarnada y trascendente por su identidad cultural […]. La herramienta para incorporarnos protagónicamente a la sociedad posindustrial, es la ciencia, la tecnología y la cultura con características vernáculas, pero abiertas (Cultura, Tecnología y Cambio Social, 1985. Geopolítica, 32: 5).

Como podemos analizar, el lugar de la extensión territorial, nunca reemplazable para el irredentismo, es ocupado por la cultura, rasgo que ya se evidenciaba con cierta fuerza durante la primera etapa, pero que en la segunda ocupará un rol protagónico en el delineamiento de la doctrina geopolítica.[17] Estos argumentos se verán fortalecidos en otras presentaciones, tales como “Potencial Humano y Poder Nacional” (1986, Geopolítica, 34: 5-6), en las que se señala la relación, en base a datos comparativos, entre la extensión territorial, el PBI per cápita y las exportaciones en dólares, tomando como ejemplos contemporáneos a la Argentina, Suecia, Noruega, Dinamarca, Taiwán y otras naciones. Pues, sin duda, la relación manifestaba resultados poco refutables, ya que existían naciones con una limitada extensión territorial, pero con un marcado desarrollo económico-comercial. Sin embargo, esto no equivale a decir que se debe ceder el territorio nacional y menos aún la soberanía sobre éste. Consideramos que la editorial, al presentar este tipo de análisis, lo que pretende es reflejar una realidad en la que la centralidad de los límites fronterizos, que llevó a la creación de desconfianzas con los países vecinos basadas en concepciones geopolíticas que abonaban este tipo de hipótesis, no era un factor determinante.

Este es un dato importante para señalar, puesto que, al quitar del centro de la escena la importancia de las fronteras nacionales como factor identitario, se favorecen los proyectos que tienen como base la integración física de dos naciones que permanecieron enfrentadas y al borde de la guerra unos años antes.

Del mismo modo, se manifiestan continuidades con el perfil latinoamericanista de desarrollo e inserción nacional dentro del razonamiento geopolítico (Pinto, 2017) de la editorial. Así se llega a sostener que:

Los grandes objetivos pueden sintetizarse en: la cooperación cultural, científica y tecnológica y la complementación industrial y económica con Brasil, Paraguay y Uruguay en la cuenca del Plata. Con Chile la unidad económica y la integración física a fin de que los intereses recíprocos faciliten la mutua inserción bioceánica de Chile en el Atlántico y la Argentina en el Pacífico. Y en el nordeste –área de Capricornio– la integración física y económica con Bolivia y Perú, para lograr la soldadura con el Pacto Andino y el espacio geográfico sudamericano (Sociedad, conflicto y poder nacional, 1987. Geopolítica, 35: 6).

Consideramos que este tipo de planteos escapan a las cuestiones meramente limítrofes para posicionarse en aspectos más cercanos a las lógicas de desarrollo regional, algo que ya había sido planteado con anterioridad, pero que se profundizará en las décadas de 1980 y 1990. Aun así, más allá de los aspectos conceptuales, desde la revista se pretendió crear un corpus de artículos que abonen estas teorías con propuestas pragmáticas, lo que se evidencia en cuantiosos trabajos, algunos de ellos analizados en el siguiente apartado. De todas formas, cualquier iniciativa que tuviera como base estos razonamientos es evaluada de manera positiva por la editorial de la revista.[18]

Siguiendo con el análisis de las publicaciones del IDEG, en los últimos dos números de este periodo, se reitera la importancia de contar con un adecuado desarrollo científico-tecnológico-cultural, entendiendo a estos como factores claves dentro del poder nacional, como así también la tan ansiada integración regional. Esto implicaría la ruptura de la división oceánica, señalando que “[e]l imperativo es modernización o estancamiento […]” (La nueva argentina, poder nacional y pensamiento geopolítico, 1988. Geopolítica, 37: 4), otorgándole, además, un rol importante al Estado, que debería “redimensionar las facultades y funciones” (Ciencia, tecnología y poder nacional, 1989. Geopolítica, 38: 5). No hay que dejar de lado que el contexto socio-económico de estos planteos editoriales supone serias dificultades y, por lo tanto, se intenta fomentar soluciones que alientan la participación activa del Estado. No obstante, no se avanza demasiado en los mecanismos necesarios para llevar a cabo tales presupuestos.

Por todo lo analizado hasta el momento, podemos sostener que la editorial de la revista Geopolítica, en este periodo, manifiesta una profundización de su tendencia latinoamericanista. Los lazos e intercambios comerciales serían la base de tal proyecto, que algunos años después tendrán algunas expresiones tales como el Mercosur. En lo que respecta a las relaciones Argentina-Chile, evidenciamos un abandono total de las concepciones geopolíticas que abonan representaciones negativas, dejando de lado supuestos básicos de la corriente nacional territorialista irredentista, tales como las denuncias del expansionismo o bien la añoranza por la grandeza del Virreinato del Río de la Plata. Todo esto confluye en la creación de un corpus teórico que nutre a la doctrina geopolítica mediante razonamientos que tienden más a la integración que al enfrentamiento.[19] Esto se verá enriquecido con trabajos que están escritos en sintonía con el perfil editorial, tal como veremos a continuación.

 

La integración binacional como nueva respuesta a viejos interrogantes

Existen numerosos trabajos que, bajo los lineamientos generales de la editorial, realizan abordajes en base a concepciones geopolíticas tendientes a la integración binacional en el espacio regional. En este esquema, incluyen a la región de la Cuenca del Plata y a Brasil como un actor importante. Tomaremos algunos interlocutores que consideramos destacados, ya sea por su formación intelectual, por sus roles dentro de la política nacional o por otros factores que consideramos de importancia para analizar sus propuestas.

En primer lugar, queremos destacar el trabajo del ex Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires Ricardo Alberto Alagia, cuyo desempeño en el cargo duró desde el 10 de diciembre de 1983 hasta el 9 de diciembre de 1987. En un primer trabajo, analiza el desafío que implica la integración sudamericana en base a una serie de presupuestos teóricos que parten de la idea de una Argentina que no tiene la proyección regional de otros tiempos. Para ello, recurre a la historia y sitúa al periodo comprendido entre la gobernación de Juan Manuel de Rosas y la presidencia de Julio Argentino Roca como aquel en que se produjeron importantes cambios y avances basados en “ideas fuerza”.[20]

De este modo, la primera de esas ideas fuerza que propone este político de la Unión Cívica Radical se basa en la premisa “Hacia el Sur”, lo cual “significa revalorizar la gran potencia concentradora que tiene Buenos Aires sobre todo el sistema platino”, también “extender la frontera político-económica allende el Río Colorado” e incluso implica “valorizar la península Antártica en su perspectiva geopolítica” (Alagia, 1984. “Ideas fuerza” argentinas frente al desafío que implica la integración sudamericana. Geopolítica, 29: 53). En este planteo, podemos señalar una diferencia con una de las líneas del irredentismo: se apoya en la influencia y preponderancia de Buenos Aires y no en una descentralización del poder. De hecho, y de cara al proyecto de integración regional, señala en el mismo texto que una de las claves pasa por la organización de un “[e]je Buenos Aires-Santiago de Chile sobre la base de la complementariedad político-económico-estratégica” (Alagia, 1984: 57). Es decir, que una de las claves de la integración regional pasa por las relaciones entre Argentina y Chile y, por ende, no son admisibles las confrontaciones por cuestiones limítrofes y, menos aún, las agresiones o acusaciones. Asimismo, debemos indicar que Alagia utiliza y cita a varios de los referentes de la geopolítica clásica y a partir de ellos sostiene que en Sudamérica existen fuerzas centrífugas y fuerzas centrípetas. De este modo, sostiene que:

Quien domine (político-social-estratégica y económicamente) las Penínsulas Centrífugas y sus costas (Tesis de Mahan) dominará el Cuadrilátero Centrípeto y, por ende, dominará la isla sudamericana (Inversión de la Teoría de Mackinder) (Alagia, 1984. “Ideas fuerza” argentinas frente al desafío que implica la integración sudamericana. Geopolítica, 29: 57).[21]

Como vemos, se plantea una política de poder sudamericano a partir de un análisis geopolítico clásico, en el que se puede entrever una tendencia a considerarlo en la clave de balance de poder, concepto al que ya hemos hecho mención en esta investigación. Por ende, en este esquema que propone, existen actores regionales con más peso que otros, tal es el caso de Brasil, cuya política exterior se basaría en una teoría geopolítica a la que califica como expansionista.[22] En definitiva, podemos considerar que se ve como positiva una alianza con Chile en pos del desarrollo nacional dentro del espacio regional, acto que contrarrestaría las acciones de influencia de Brasil.[23]

Otra de las figuras destacadas que presentan trabajos en este recorte temporal es Juan Guillermo Milia. Además de ser uno de los autores con mayor presencia en esta segunda subdivisión, fue una figura destacada de la Universidad Nacional de Cuyo, en particular en el área de geopolítica. Dentro de sus trabajos en la revista Geopolítica, se destaca “Vulnerabilidades, integración y desarrollo de la frontera occidental patagónica”, de aparición en el año 1986. Como el título lo indica, se parte de la problemática de la región patagónica como espacio de escaso desarrollo en el esquema nacional, al que denomina como “[u]n océano terrestre con un archipiélago de islas que son ciudades, distantes unas de las otras, aisladas e independientes, en medio del desierto inconmensurable” (Milia, 1986. Geopolítica, 34: 62). Dentro de este vasto espacio territorial, se evidencian peligros que atentarían contra la integridad territorial, tales como la presión demográfica chilena y la presencia militar británica en las Islas Malvinas. Ante estas amenazas, se destaca como prioridad el incremento poblacional en la región bajo la premisa geopolítica de considerar a toda la Patagonia “como una frontera” (Milia, 1986. Geopolítica, 34: 62).

En este sentido, la política a emprender debería basarse en la generación de atractivos para fomentar la migración interna. Entretanto, y con relación al proceder con la República de Chile, se apunta a la creación de diferentes mecanismos con el fin de articular territorialmente ambas naciones. Así, el ferrocarril aparece como uno de los instrumentos idóneos para la integración física, facilitando el acceso a ambos océanos. De este modo, evidenciamos un análisis sobre una problemática clásica de las décadas de 1960 y 1970, desde una óptica que ofrece una solución a partir de la integración y no de la confrontación, propia del periodo 1983-1989. Además, se propone que la problemática se solucione a través del trabajo compartido y no meramente por iniciativa unilateral. Es decir, frente a similares problemas abordados por la corriente nacional territorialista irredentista en clave confrontativa (de fuerte presencia en periodo previo), se propone una alternativa de integración económica y física binacional. Del mismo modo, si bien se detectan como amenazantes ciertas influencias de la población chilena, ésta no debía combatirse con la fuerza ni con medidas de endurecimiento en los controles de los pasos fronterizos y, menos aún, con deportaciones, tal como había sucedido durante los momentos de tensión bilateral (1977-1979).

Alineadas con los planteos generales de la editorial, encontramos otras propuestas de integración, tales como la del geógrafo Juan Roccatagliata.[24] Constante referente citado en los trabajos que abordan esta problemática, dentro de sus proyectos se destaca la articulación territorial a través del ferrocarril. Muchas de estas ideas fueron presentadas en artículos dentro de la revista Geopolítica durante toda su duración. En este sentido, retoma una idea presente ya en la década de 1880 que hace referencia a la posibilidad de instituir un ferrocarril trasandino que conecte los océanos Pacífico y Atlántico en la región sur. Este medio de transporte tiene un desarrollo con altos niveles de expansión en Argentina durante el periodo denominado como “presidencias fundacionales” (1862-1880).[25]

Diagrama, Mapa

Descripción generada automáticamente 

“Ferrocarril trasandino del sur”, Roccatagliata, J. (1984). El eje bioceánico austral. La función del ferrocarril trasandino del sur. Geopolítica, 30: 14

 

En la Imagen 1, podemos observar cómo se produciría la integración física del territorio de ambas naciones a través de un proyecto concreto. Un dato no menor es que pertenece a un artículo publicado en el año 1984, con lo cual se tendería a fortalecer las posiciones que apostaban a salidas del conflicto Beagle en base a la conciliación y a la consolidación de políticas de desarrollo comunes. Por ende, la construcción del Ferrocarril Trasandino del Sur tendría la doble finalidad de vertebrar un espacio históricamente relegado, con baja densidad de población, entre otros problemas, y contribuir a “iniciar en los hechos la tan declamada integración latinoamericana” (Roccatagliata, 1984. El eje bioceánico austral. La función del ferrocarril trasandino del sur, Geopolítica, 30: 14). En otras palabras, la propuesta se aleja de aquellas elaboraciones intelectuales que se centran en el plano meramente discursivo, para presentar un proyecto concreto. Una vez más, ante una problemática que podría ser abordada bajo una óptica geopolítica confrontativa, se opone una perspectiva con base en el entendimiento bilateral cuyo eje sería el comercio a gran escala. Parte de estos lineamientos podemos hallarlos en el Acta de entendimiento sobre la integración física y complementación económica, firmada por ambas naciones en noviembre de 1984 o incluso en la Declaración Oficial del Neuquén, Argentino-Chilena de enero de 1985, en donde se destaca la importancia del paso internacional de Pino Hachado.

Consideramos que estos trabajos forman parte de un planteo mayor que incluye la necesidad de respuestas pragmáticas frente a un interrogante que ya se había presentado algunas décadas antes, perspectiva que se abona desde el perfil editorial de la revista Geopolítica. En otras palabras, la idea de la “vecindad amenazante” debía ser abandonada por completo en pos de lograr una integración binacional en diversos aspectos, tales como el económico, el cultural e incluso el militar y de Defensa. No obstante, esto no significa que dentro de los trabajos que tienen aparición en la revista no existan expresiones disidentes con la línea editorial, tal como veremos a continuación

 

Expresiones de la corriente nacional territorialista

Tras la firma del Tratado de Paz y Amistad de 1984 entre Argentina y Chile, la corriente nacional territorialista irredentista y las concepciones geopolíticas utilizadas en sus producciones intelectuales pierden el espacio que tenían con relación a la etapa previa. Dentro de la revista, su gravitación fue mucho menor, como también la recurrencia a la utilización de determinados conceptos que denotan una relación directa con los abordajes teóricos en clave confrontativa de los conflictos limítrofes o por el aprovechamiento de los recursos naturales en zonas fronterizas. Aun así, existen ejemplos residuales que, desde un segundo plano en cuanto a cantidad de publicaciones, nos señalan su pervivencia dentro de la revista Geopolítica.

Un ejemplo de esto lo hallamos en un trabajo del coronel Hugo Sarno que, como hemos mencionado con anterioridad, fue el autor intelectual con mayor cantidad de trabajos en la segunda subdivisión y también en el balance general de toda la revista, con un total de cuarenta contribuciones. El artículo al que hacemos referencia presenta un análisis del panorama mundial en clave geopolítica. Precisamente, en el primer bloque, se hace mención a la problemática mundial del crecimiento poblacional, señalando como un caso particular el de la República Popular China. El factor poblacional concentró la atención de muchos intelectuales civiles y militares pertenecientes a la corriente nacional territorialista irredentista, intentando generar respuestas desde una nación que presenta un escaso crecimiento vegetativo. Bajo este razonamiento, Sarno considera como regiones amenazadas a la Patagonia y al Nordeste. Además, utiliza el concepto de “mutilado” para referirse a la posesión de las Islas Malvinas por parte de Gran Bretaña y postula que la solución frente a estas falencias es la vertebración del espacio nacional mediante el desarrollo de las áreas postergadas.[26] De esta manera, se alinea con la doctrina geopolítica que Juan Enrique Guglialmelli desarrolló en la revista Estrategia (Di Renzo, 2019), figura a quien cita de manera explícita, y también con los postulados de Juan Roccatagliata y su proyecto de regionalización.

Por consiguiente, podemos evidenciar en este trabajo una permanencia en el uso de concepciones geopolíticas que son propias de la corriente nacional territorialista irredentista. No obstante, se descarta el uso de expresiones tales como expansionismo para el caso de la influencia brasileña en el nordeste (utilizando el concepto de irradiación), como así también para el caso de Chile, al cual no se lo identifica con el concepto de “vecindad amenazante”.

Diferentes apreciaciones podemos encontrar en otro trabajo de este militar argentino; pues, si nos remitimos al artículo titulado “La incorporación del desierto sur” (Sarno, 1989. Geopolítica, 38: 56-72), encontraremos expresiones un tanto más confrontativas o, al menos, que arrojan imágenes negativas sobre la política exterior de la República de Chile. Redactado bajo la lógica descriptiva de los distintos momentos de las campañas militares asociadas a la consolidación del espacio interior, se realizan acotaciones sobre la política exterior chilena, a la que se considera, en un principio, como “sumamente hábil” (Sarno, 1989. Geopolítica, 38: 67). Esta valoración positiva, que encierra a su vez una negativa de la política exterior argentina, se consolida con afirmaciones tales como “[l]a conducta de Chile desde 1843, violando su propia Constitución y expandiéndose a expensas del país que lo socorrió y ayudó a emancipar, no merecía ese regalo de Avellaneda, pero tampoco se justificaba una canallada política” (Sarno, 1989. Geopolítica, 38: 69).

En esta cita, que se refiere a la neutralidad argentina en la Guerra del Pacífico, se evidencia una clara asociación negativa entre la política exterior chilena y su conducción en cuestiones limítrofes, de la cual tanto Argentina como Bolivia y Perú serían sus víctimas. Es decir, se reconoce a Chile como un enemigo latente para la región debido a su expansionismo territorial, causa desencadenante de guerras y de tensiones militares con sus vecinos. De todas formas, en el artículo se señala otro enemigo de manera más directa:  el “indio hostil”, motivo último, si se quiere, de la redacción del trabajo.

Esto nos señala que, si bien las relaciones bilaterales entre estos dos países que comparten una de las fronteras terrestres más extensas del mundo habían cambiado con relación a la década de 1970, existían todavía expresiones que posicionan a Chile como un enemigo. De todas formas, solamente pudimos señalar estas concepciones geopolíticas de manera evidente en dos trabajos, lo cual nos indica que pesaba más el perfil latinoamericanista y de integración binacional que poseía la revista Geopolítica. Todo esto sin desconocer la correspondencia con el nuevo orden geopolítico (Cairo Carou y Lois, 2014) que se avecinaba: el fin de la Guerra Fría y de las representaciones asociadas a ella. Pasemos entonces a realizar el balance de lo visto hasta este momento.

 

A modo de conclusión

A lo largo de este trabajo se procuró contribuir con el análisis de las concepciones geopolíticas dentro de la revista Geopolítica en el recorte temporal 1983-1989, intentando establecer relaciones entre las producciones intelectuales y las primeras medidas de fomento para la creación de confianza entre Argentina y Chile.

La denominada etapa de “transición democrática” en la Argentina presenta una complejidad de abordajes, al punto tal que se plantea la necesidad de un análisis pormenorizado de cada una de ellas, algo que excede nuestro estudio. No obstante, hemos podido identificar alguna de ellas, asociadas a nuestro problema de investigación. En particular, consideramos que estamos frente a la primera etapa de la transformación de un enemigo, que aparecía interpretado en la clave de la “vecindad amenazante” apenas unos años antes, hacia su consideración como una nación no hostil. Las producciones intelectuales ligadas a este proceso demuestran que las concepciones geopolíticas utilizadas no apuntaban hacia razonamientos confrontativos, sino más bien tendientes a la integración binacional dentro del espacio regional. Salvo algunas excepciones, la revista mantiene este perfil, desde 1983 claramente democrático, y se manifiesta tanto en las presentaciones del IDEG como en los trabajos que forman parte de cada entrega.

A diferencia de la primera subdivisión, hallamos un abandono casi completo de las representaciones negativas sobre Chile en las publicaciones editoriales, lo cual refuerza las hipótesis cercana a los planteos de Kupchan (2010), en donde el tipo de régimen no sería un impedimento en la construcción de alianzas de paz duraderas, algo que podemos hacer extensivo a las producciones intelectuales, puesto que no existen referencias textuales que desacrediten la construcción de alianzas por la naturaleza del régimen de facto chileno (que se mantuvo en el poder hasta marzo de 1990).

Estas afirmaciones están en línea con el proyecto de integración latinoamericana promovido por el gobierno democrático que asumió el poder en 1983. Además del estudio de caso que se ha analizado aquí, esta postura se refleja en otras acciones concretas, como el Programa de Integración y Cooperación Económica Bilateral, suscrito por los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney. Asimismo, en el ámbito intelectual, se pueden observar planteamientos que respaldan la integración y la resolución de conflictos a través del diálogo, como se evidencia en el discurso pronunciado ante la 39ª Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 1984, por mencionar solo un ejemplo.

Restará para el análisis de la última subdivisión (1989-2000) evidenciar si este cambio de la primera etapa de la revista hacia la segunda se profundiza o se revierte, lo que será objeto de futuras publicaciones.

 

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Sobre el autor

Cristian Di Renzo es Doctor en Historia por la Universidad Nacional de Mar del Plata y docente en la cátedra de Teoría Política (Facultad de Humanidades/UNMDP). Becario Posdoctoral por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con lugar de trabajo en el Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales (CONICET/UNMDP). Integrante del Grupo de Estudios Históricos sobre la Guerra (Instituto Ravignani/UBA-CONICET) y del Grupo de Investigación en Política Exterior Argentina (UBA). Codirector del Proyecto de Investigación “Las emociones argentinas como motor de las acciones políticas en la segunda mitad del siglo XX: pasiones, orgullos, fanatismos vergüenzas”. Sus campos de investigación giran en torno a la historia reciente argentina, las fuerzas armadas, la historia de las ideas y la sociología militar.

 

Picture 1 https://orcid.org/0000-0003-2584-6793

 

 

About the author

Cristian Di Renzo holds a PhD in History from the National University of Mar del Plata and teaches Political Theory (Faculty of Humanities/UNMDP). He is a Postdoctoral Fellow at the National Scientific and Technical Research Council (CONICET/UNMDP) and works at the Institute of Humanities and Social Sciences (CONICET/UNMDP). Member of the Group of Historical War Studies (Ravignani Institute/UBA-CONICET) and the Argentine Foreign Policy Research Group (UBA). Co-director of the Research Project “Argentine emotions as a driving force of political actions in the second half of the 20th century: passions, pride, fanaticism, and shame”. His research fields revolve around recent Argentine history, the armed forces, the history of ideas, and military sociology.



[1] Esta investigación forma parte de una tesis doctoral en Historia titulada De la hipótesis de guerra a la cooperación en Defensa: actores, estrategias y políticas en las relaciones entre Argentina y Chile entre las décadas de 1970-1990. Una reseña al respecto puede verse en Di Renzo (2022a). Asimismo, se recogen las sugerencias y comentarios realizados en el marco de la presentación de los avances de esta investigación en las XII Jornadas de Historia Moderna y Contemporánea: “Incertidumbre, crisis y conflictos desde la modernidad hasta nuestros días.

[2] Datos extraídos de la Dirección Nacional Electoral. Consulta Popular, 25 de noviembre de 1984. Plebiscito Nacional No Vinculante – Tratado de Paz y Amistad firmado con Chile.

[3] Acerca de la metodología adoptada, véase Kornblit (2007). En lo que respecta al estudio de aquellos conceptos que constituyen el objeto de este trabajo, se seguirán las herramientas teóricas provenientes del campo de la Historia Intelectual, especialmente aquellas que priorizan las formas en las que los pensamientos se insertan y se reproducen en un determinado tiempo y espacio (Di Pasquale, 2011). Del mismo modo, optamos por la utilización de la denominación “concepciones”, ya que una palabra se convierte en un concepto si la totalidad de un contexto de experiencia y significado sociopolítico, en el que se usa y para el que se usa esa palabra, pasa a formar parte globalmente de esa única palabra (Koselleck, 1993: 117).

[4] Consideramos que las revistas proporcionan información sobre las prácticas intelectuales de un período y grupo social específico, así como sobre las relaciones de poder, influencia y prestigio en el ámbito cultural. Por lo tanto, es importante tener en cuenta que la estructura y el contenido de las revistas reflejan la coyuntura en la cual su actual pasado era presente (Sarlo, 1992: 10), y su función e intervención en dicho contexto apuntan a transformarlo. Es por ello que nos interesa especialmente trabajar con las fuentes que hemos seleccionado.

[5] Ubicado en la dirección Carlos Pellegrini 151, piso 5° A, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, el IDEG fue establecido como un espacio abierto para el debate y el análisis de la realidad tanto nacional como de América Latina.

[6] Un año después sale de imprenta la Revista Geopolítica de Uruguay, siendo el “Órgano oficial del Instituto Uruguayo de Estudios Geopolíticos”; en ese mismo año se crea el Instituto de Estudios Geopolíticos de Bolivia en la ciudad de La Paz y en 1979 surge la Revista de Estudios Geopolíticos y Estratégicos de Perú (Fornillo, 2015: 131).

[7] Dentro del corpus total de revistas, son faltantes para esta investigación los números 18, 33, 44, 45, 53, 54 y 57. Asimismo, dejamos constancia de que el acervo documental de todas las fuentes citadas en este artículo es de propiedad del autor.

[8] Podemos ubicar la primera etapa de la revista dentro de los años en los que tuvo lugar la dictadura civil-militar del Proceso de Reorganización Nacional. Mientras que la tercera y última subdivisión se corresponde principalmente con los dos periodos de gobierno de Carlos Menem hasta su discontinuidad (1989-2000). Acerca de la primera etapa de la revista, puede verse Di Renzo (2023).

[9] Entendemos al concepto de “transición democrática” de manera crítica, puesto que existen diferentes percepciones acerca de las características generales de este contexto. Por ejemplo, Franco (2018) sostiene que el proceso electoral de 1983 fue vivido con cierta incertidumbre por parte de los actores involucrados, por lo cual se podría aplicar para estos primeros años el concepto de “apertura democrática”, que hemos utilizado al inicio de este trabajo. Asimismo, hay estudios que prefieren el uso del concepto de transición para el análisis de la figura del pacto democrático en el debate político e intelectual de los años ochenta en Argentina y Chile (Garategaray y Reano, 2019). Si bien nuestro objetivo se aleja de estos núcleos problemáticos, consideramos que es interesante mencionar tales debates.

[10] El coronel Hugo Sarno fue Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Peruano (1959-1960). Se desempeñó como profesor de Geopolítica en la Escuela de Defensa Nacional y en la Escuela de Gendarmería Nacional. También participó con trabajos en la Revista de Escuela Superior de Guerra; Nicolás Boscovich se especializó en estudios de infraestructura básica y desarrollo regional. Autor de numerosas obras dedicadas al desarrollo nacional y a los análisis geopolíticos de Argentina y la región sudamericana; El geógrafo Saúl Cohen ha sido consultor del Departamento de Estado de los Estados Unidos, Director de la Escuela de Graduados de la Universidad de Clark, Worcester, Massachusetts, y autor de numerosos trabajos en publicaciones periódicas; Juan Milia, Licenciado en Ciencias Políticas y Sociales, trabajó como profesor titular de Geografía Política en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Nacional de Cuyo. También se desempeñó como director de la Biblioteca Central y como presidente del Consejo de Administración del Instituto de Jubilaciones y Pensiones del Personal de la UNCuyo, (ICUNC). Véase: Falleció ex Director de la Biblioteca Central de la UNCUYO. (23 de junio de 2019). Universidad Nacional de Cuyo. http://www.uncuyo.edu.ar/prensa/fallecio-ex-director-de-la-biblioteca-central-de-la-uncuyo?utm_campaign=Prensa&utm_term=56

[11] El Consejo de redacción estuvo compuesto por Edgardo Mercado Jarrín, que se incorporó en el número 25, la escritora María Esther de Miguel, que formó parte desde el primer ejemplar al igual que el comodoro Octavio García Mira, Hugo Sarno (desde el 24) y Carlos Moneta, que formó parte desde el 1 hasta el  n° 19 y luego se reincorpora en el 25.

[12] Anteriormente (desde el 7/8, momento en el cual se crea la dirección de la revista), el cargo era compartido entre Andrés Bravo y el coronel Augusto Rattenbach.

[13] Un ejemplo de las críticas a la dictadura lo encontramos en “Poder nacional y soberanía”, en el que se sostiene que es prioridad número uno, desde el punto de vista geopolítico, “recomponer el Poder Nacional diabólicamente desmantelado en los últimos años” (1984, Geopolítica, 30: 6). También las encontramos en IDEG, Geopolítica (1983 y 1985).

[14] Osiris Villegas es uno de los intelectuales militares más destacados del irredentismo argentino. Respecto de su figura, véase Echeverría (2020) y Di Renzo (2021). Sobre su participación en las negociaciones entre 1977 y 1978, véase Bosoer (2005).

[15] Esta corriente, que nuclea a intelectuales civiles y militares, dedica sus producciones al abordaje de los conflictos limítrofes entre Argentina y sus países vecinos, pero también al aprovechamiento de los recursos en áreas fronterizas, al desarrollo nacional, entre otros. Debemos destacar que, si bien gran parte de su matriz conceptual surge a finales del siglo XIX con intelectuales como Vicente Quesada y Estanislao Zeballos, “es en las décadas de 1960, 1970 y 1980 en las cuales encontrarán mayor difusión, justamente, en instancias en las que Argentina mantiene disputas territoriales o por el aprovechamiento de los recursos con Brasil y Chile” (Di Renzo, 2021: 189). Asimismo, pueden hallarse referencias generales sobre el territorialismo en Escudé (2008).

[16] El concepto de balance de poder es fundamental en la Teoría de las Relaciones Internacionales y ha sido         adoptado y adaptado por diversas escuelas a lo largo de la historia. Desde los clásicos del realismo como Hans J. Morgenthau hasta los nuevos realistas como Kenneth Waltz, e incluso los sistémicos de los años sesenta como Morton Kaplan, todos han utilizado la noción de equilibrio de poder para fundamentar sus teorías. Básicamente, hace referencia a un fenómeno en el cual varios actores internacionales, como naciones o coaliciones, buscan mantener un equilibrio de fuerzas entre ellos para evitar la dominación o la agresión de uno sobre los demás. Esta estrategia se basa en la idea de que ningún actor debe ser lo suficientemente poderoso como para imponer su voluntad sobre los demás sin encontrar resistencia.

[17] En el marco de esta importancia asignada dentro de la editorial, se publican transcripciones, por ejemplo, de las Resoluciones del Primer Congreso Latinoamericano de Cultura como motor de la Integración, que tuvo lugar en la ciudad de San Juan (Argentina) entre los días 6 y 10 de junio de 1983. La publicación apareció en el 27 del año 1983.

[18] Por ejemplo, dan cuenta del Programa de Integración y Cooperación Económica Bilateral, firmado entre los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney. Véase “Nuevo espacio económico para los objetivos nacionales y regionales” (1987. Geopolítica, 36: 5-6).

[19] Asimismo, un dato a destacar es que en el 31 (1985) se transcribe el Acta de entendimiento sobre la integración física y complementación económica, firmada por la Argentina y Chile en noviembre de 1984, y la Declaración Oficial del Neuquén, Argentino-Chilena de enero de 1985, en donde se destaca la importancia del paso internacional de Pino Hachado.

[20] Define a ideas fuerza como “[…] conceptualizaciones teóricas generales, atemporales, pero concretamente espaciales; que responden, por un lado, a los dictados de ‘ideas básicas’ (objetivos nacionales) y, por el otro, a estrategias de acción y reacción (dinámica de flujo y reflujo) provistas por los objetivos políticos primarios y secundarios, cuya resultante es una ‘fuerza’ que, suponemos, coincidente con los ‘objetivos nacionales’ y positiva respecto a la táctica nacional empleada para lograr el efecto buscado” (Alagia, 1984. “Ideas fuerza” argentinas frente al desafío que implica la integración sudamericana. Geopolítica, 29: 52).

[21] Al referirse al “Cuadrilátero centrípeto”, hace referencia a las ciudades de Caracas, Río de Janeiro, Buenos Aires y Santiago de Chile.

[22] Precisamente, hace referencia a los trabajos del general Golbery de Couto e Silva, quien fuera el principal ideólogo de la dictadura militar brasileña (1964-1984). Elaboró una estrategia integral de ocupación territorial en el interior de Brasil como una medida de seguridad para asegurar el dominio del Estado sobre el territorio nacional, basándose en su sólida doctrina geopolítica. Su destacada participación abarcó múltiples gobiernos durante el periodo de la dictadura militar, entre ellos los de Castelo Branco (1964-1966), Ernesto Geisel (1974-1979) y, por último, João Figueiredo (1979-1985). A través de su enfoque estratégico, contribuyó significativamente al fortalecimiento del control gubernamental y a la consolidación de la presencia estatal en todo el país. Al respecto, véase Birkner (2002) y Fernandes (2009).

[23] Ricardo Alagia presentó otro trabajo, titulado “La deuda externa: su vis jurídico-internacional” (1986, Geopolítica, 34: 95-98), en coautoría con el graduado en Diplomacia Camilo Rodríguez Berruti.

[24] Juan Roccatagliata fue un renombrado geógrafo con especialización en Ordenación del Territorio y Transporte Ferroviario. Fue Miembro de Número de la Academia Nacional de Geografía y se desempeñó como profesor universitario en las universidades de Mar del Plata y Buenos Aires. Además, colaboró con numerosas instituciones nacionales e internacionales en el campo de la geografía y la planificación territorial. Su experiencia y conocimientos han dejado un impacto significativo en el desarrollo de estas disciplinas, tanto a nivel nacional como internacional.

[25] Al respecto, véase Schvarzer y Gómez (2006); Palermo (2006).

[26] Se pueden asociar estas ideas con las consideraciones teóricas del político sueco Rudolf Kjellén, quien planteó la posibilidad de considerar al Estado como un “organismo vivo”. Este estudio resultó ser una de las bases del campo de la geopolítica. Al respecto, puede verse Ó Tuathail (1996) y Dodds y Atkinson (2003), entre otros.