¿El abandono del enemigo? Aportes de la intelectualidad
civil y militar en la construcción de las relaciones entre Argentina y Chile. La
revista Geopolítica, 1983-1989.
Cristian Di Renzo
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET) / Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina
Fecha de recepción: 16/04/2024
Fecha de aprobación: 15/05/2024
Resumen
En el presente artículo se
analizan las producciones intelectuales de civiles y militares en el periodo
1983-1989 dentro de la revista Geopolítica. En particular, nos
detendremos en el problema de las conflictivas relaciones entre Argentina y
Chile en lo que consideramos es la etapa de la creación de una comunidad de
seguridad naciente. Planteamos que, entre estos años, la revista profundiza su
perspectiva de integración latinoamericana en la cual las producciones
intelectuales no sólo son una expresión de este proceso, sino que lo fomentan a
través de sus planteos teóricos. En paralelo, las concepciones geopolíticas
confrontativas del irredentismo son paulatinamente abandonadas, como así
también la idea de la “vecindad amenazante”.
Palabras clave: Intelectualidad civil y militar, Geopolítica,
Integración bilateral, Comunidad de seguridad naciente, Transición democrática,
Vecindad amenazante
The abandonment of the enemy?
Contributions of civil and military intellectuals in the construction of
relations between Argentina and Chile. The Geopolítica
magazine, 1983-1989.
Abstract
This
article analyzes the intellectual productions of civilians and soldiers in the
period 1983-1989 within the Geopolítica magazine.
In particular, we will focus on the problem of the
conflictive relations between Argentina and Chile in what we consider to be the
stage of the creation of a nascent security community. We propose that, between
these years, the magazine deepens its perspective of Latin American integration
in which intellectual productions are not only an expression of this process,
but also promote it through their theoretical approaches. In parallel, the
confrontational geopolitical conceptions of irredentism are gradually
abandoned, as well as the idea of the “threatening neighborhood”.
Keywords: Civil and
military intellectuals, Geopolítica, Bilateral
integration, Nascent security community, Democratic transition, Threatening
neighborhood
A modo de introducción
En este artículo, partimos de
la premisa de que el proceso de “apertura democrática” en Argentina trajo
aparejado una serie de cambios en las concepciones utilizadas para abordar los
conflictos limítrofes pendientes en diferentes publicaciones periódicas.[1] Esta situación podría ser un reflejo de un
contexto de mayor alcance, que tiene como características generales el modo en
que se produjo la salida del poder (O’Donnell, 1994; Quiroga, 2004) por parte
de las Fuerzas Armadas y la posterior revisión del control civil democrático
sobre el sector castrense (Sain, 2000 y 2010; López,
2007; Battaglino, 2013; Pion-Berlin
y Ugarte, 2013; Di Renzo, 2022b). En todo caso, no entendemos a este proceso de
manera lineal, sino como un escenario de disputa y de confrontación entre
diferentes perspectivas de análisis, atravesado por múltiples variables
(Franco, 2023).
En torno al problema que aquí
nos interesa abordar, fue el gobierno democrático de Raúl Alfonsín el encargado
de poner fin al conflicto limítrofe por el canal de Beagle entre Argentina y
Chile tras más de un siglo de desencuentros e indefiniciones. Mediante el
llamado a una consulta popular no vinculante, anunciada el 25 de julio de 1984,
el radicalismo logró un aval a la propuesta de solución presentada por el
Vaticano, mediador del conflicto desde inicios de 1979 (Lanús, 2000). Al
respecto, coincidimos en que durante la “apertura democrática” la legitimidad
de los votos se transformó en un instrumento para enfrentar las presiones de
los intereses organizados, cuyo juego de poder había caracterizado la dinámica
política argentina desde mediados del siglo XX (Murillo, 2010: 140). Esto, en
gran medida, se constituyó en un elemento clave en la resolución del conflicto
Beagle de acuerdo a la posición del radicalismo
alfonsinista, evidenciado en los argumentos utilizados durante el tratamiento
de la ley 23172. En términos generales, podemos afirmar que el resultado del
referéndum fue determinante, con una alta tasa de participación ciudadana.
Sobre 18.350.863 electores hábiles, votaron 12.861.355, es decir, un 70,09 %.
Dentro de los votantes, 10.454.172 se pronunciaron por el Sí (82,60 %),
mientras que 2.201.963 lo hicieron por el No (17,40 %). Asimismo, hubo 141.121
votos en blanco (1,10 %) y 64.099 votos nulos (0,50 %).[2]
Dicho de otro modo, estas
cifras nos señalan que la propuesta por el Sí obtuvo una clara diferencia a
favor por sobre la opción por el No. Probablemente, la estrategia de Alfonsín
de instalar la discusión en términos de democracia vs. dictadura (Míguez, 2008),
tal como ya lo había hecho durante la campaña electoral, haya tenido éxito
también para este caso. En particular, consideramos que a esta situación se le
debe agregar el impacto generado por la derrota militar en la Guerra de
Malvinas, que habría actuado como un tamiz mediante el cual la estrategia de
Alfonsín fue reinterpretada en el plano de paz vs. guerra. Lo cierto es que,
desde entonces, Argentina y Chile evidenciarán un alejamiento progresivo de la
concepción de “vecindad amenazante” (Di Renzo, 2023) y con ello la hipótesis de
conflicto regional trasandina es relegada para dar inicio a
un proceso de acercamiento bilateral que se manifiesta también en las
producciones intelectuales que centran su atención en la geopolítica, en los
conflictos limítrofes pendientes y en el aprovechamiento de los recursos
naturales en zonas fronterizas.
En este trabajo, a partir de
una aproximación metodológica que combina análisis cuantitativos y cualitativos
de las fuentes, nuestro propósito es analizar las producciones intelectuales de
civiles y militares dentro de la revista Geopolítica durante el periodo
1983-1989.[3] En otras palabras, pretendemos abordar la
correspondencia existente entre los artículos y las exposiciones de esta
publicación periódica con el inicio de la etapa de “no-agresión” entre
Argentina y Chile durante los años de gobierno de Raúl Alfonsín. Consideramos
que estamos ante un recorte temporal en el que se encuentran los primeros pasos
hacia la consolidación de una “comunidad de seguridad naciente” (Kupchan, 2010: 184), en donde existe un acuerdo entre los
miembros involucrados con el fin de superar sus disputas mediante mecanismos
pacíficos. Así, las producciones intelectuales no sólo son una expresión de
este proceso, sino que lo fomentan a través de sus planteos teóricos.
La hipótesis que pretendemos
reforzar es que la revista Geopolítica, desde sus inicios hasta su
desaparición (1975-2000), tiene por objetivo elaborar un proyecto teórico-
pragmático de desarrollo nacional dentro del espacio latinoamericano (Di Renzo,
2023).[4] Asimismo, debido a la ininterrumpida
utilización de concepciones geopolíticas y por el lugar que le es otorgado
dentro de la propia revista, consideramos que la influencia de esta
subdisciplina fue central. Del mismo modo, planteamos que, en el periodo
1983-1989, la revista profundiza su postura latinoamericanista y, para el caso
de las relaciones entre Argentina y Chile, se apuesta por la convivencia
pacífica en pos de lograr la integración. Pasemos
entonces a realizar una aproximación a los rasgos generales de las
publicaciones de Geopolítica.
Acerca de la revista Geopolítica
Durante
más de veinte años, la revista Geopolítica ha sido fuente constante de
publicaciones y se situó como referencia para intelectuales militares y civiles
interesados en los problemas relacionados al desarrollo nacional, la
geopolítica y otros temas afines. Su existencia dependió del Instituto de Estudios
Geopolíticos (IDEG), el cual fue establecido simultáneamente en 1975.[5] Este instituto es sólo uno de los numerosos
organismos creados en Latinoamérica con el propósito de realizar análisis
teóricos desde esta perspectiva.[6]
En
términos cuantitativos, entre el primer y el último número, la revista
(1975-2000) presenta un total de 447 artículos pertenecientes a autores tanto
civiles como militares, 57 presentaciones editoriales y 76 notas, documentos
anexos y comentarios a obras publicadas y otros tipos de análisis.[7] En base a la cantidad de artículos publicados,
constatamos que 305 corresponden a autores civiles (68,2 %) y 142 a militares
(31,8 %). No obstante, los valores porcentuales de estas cifras varían si las
dividimos por periodos. Así, en la primera etapa los valores se acortan, dado
que, sobre 138 trabajos, 79 son de autores civiles (57,2 %) y 59 de militares
(42,8 %).[8] Mientras que en el segundo periodo (objeto de
análisis de este artículo), sobre 87 artículos, 66 corresponden a civiles (75,9
%) y 21 a militares (24,1 %). Finalmente, en la tercera, sobre 222 artículos,
160 corresponden a civiles (72,1 %) y 62 a militares (27,9 %).
Estos
datos nos proporcionan una serie de elementos para su análisis. En primer
lugar, se observa una tendencia favorable hacia los autores civiles a lo largo
de todo el periodo. Esta tendencia se ve atenuada en la primera etapa temporal
(1975-1983), en la que los niveles de participación de civiles y militares son
casi equiparables. En las etapas posteriores, se observa una disminución del 20
% en la participación de los especialistas militares en comparación con los
civiles. Esto nos sugiere que la “transición democrática” produjo un impacto
sobre la participación de la intelectualidad militar en la revista o bien que
el consejo editorial hizo un recorte favoreciendo a los trabajos provenientes
de especialistas civiles.[9] Es probable que ambas interpretaciones sean
viables, ya que no son necesariamente opuestas. Además, podríamos plantear que
las características intrínsecas de este proceso permitieron que surjan nuevos
interlocutores, o bien que se les haya dado la oportunidad de expresar sus
opiniones desde perspectivas críticas. Como señaló Franco (2023), esta apertura
ha sido evidente desde principios de la década de 1980 y había permeado todas
las esferas de la sociedad, aunque con ciertas dificultades, continuidades y rupturas
en consonancia con los acontecimientos de la época. El ámbito de las
producciones intelectuales no ha sido ajeno a esta dinámica.
Otro
elemento para destacar sobre la revista es la recurrencia de numerosos
intelectuales. De modo que, sobre un total de 147 autores civiles y 50
militares, la proporción entre autores y artículos redactados en la primera
etapa es de 1,6 y de 2, en la segunda, pasa a 1,3 y 1,7 y en la tercera a 2,2 y
3,3 para civiles y militares, respectivamente. Estas cifras nos señalan que es
mayor el índice de recurrencia de intelectuales provenientes de ámbitos
castrenses en la revista a lo largo de toda su duración. Específicamente, el
autor que mayor cantidad de trabajos publicó entre 1983 y 1989 fue el coronel
Hugo Sarno, con 7 publicaciones, seguido por el
geógrafo humano Saúl Cohen, con 4, y por el Doctor en Ciencias Económicas
Nicolás Boscovich y el Licenciado en Ciencias
Políticas y Sociales Juan Milia, con 3 trabajos cada uno.[10] Por otra parte, y a diferencia de la primera
etapa, en esta segunda subdivisión el Consejo de Redacción se mantuvo estable
casi en la totalidad de sus integrantes, salvo en el reemplazo de Pablo Sanz
por el almirante Jorge Fraga en el número 35 (1987).[11] Entretanto, la dirección no manifestó ningún
cambio tras la designación de Andrés Bravo en el número 13/14 (1979).[12]
Siguiendo
con el estudio de las generalidades de la revista, podemos mencionar que los
autores más recurrentes presentan el rango militar de coronel en el Ejército,
seguido por los rangos de general y teniente coronel. Además, se encuentran en
la lista autores de alto rango, tales como contraalmirante en la Armada y
comodoro en la Fuerza Aérea. Estos datos sugieren que los autores son
individuos con posiciones destacadas dentro de la jerarquía de cada arma. En
cuanto a los autores civiles, los especialistas en Relaciones Internacionales
son los que tienen una presencia más notable en la revista. Les siguen los
autores provenientes de los campos de la geografía, las ciencias políticas, la
historia y el derecho. Esto indica, además, que la revista cuenta con una
diversidad de perspectivas provenientes de expertos en diferentes disciplinas.
De
acuerdo a los conceptos utilizados, la participación de figuras destacadas en
cada campo y las problemáticas abordadas, se puede
inferir que la revista estaba dirigida a un público amplio y diverso. Si bien
se dirigía a pares académicos, intelectuales militares y políticos, también
buscaba involucrar a aquellos interesados en el análisis de conflictos
territoriales pendientes y el aprovechamiento de recursos naturales en zonas
fronterizas, entre otros temas relevantes.
Pasemos
a revisar las publicaciones del Instituto de Estudios Geopolíticos.
Publicaciones del Instituto de Estudios
Geopolíticos entre 1983 y 1989
A
lo largo de sus publicaciones, el Instituto de Estudios Geopolíticos (IDEG)
realizaba aproximaciones teóricas acerca de numerosas problemáticas que
consideraba destacadas dentro de la realidad argentina y latinoamericana.
En
congruencia con los últimos números de la primera subdivisión, la editorial
realiza críticas sobre la dictadura civil-militar del Proceso de Reorganización
Nacional y se profundiza la valorización positiva de la democracia, sosteniendo
que “[l]a gran argentina necesita la plena vigencia de la Constitución”
(Cultura y poder nacional, 1984. Geopolítica, n°
28: 4).[13] Este perfil democrático, no tan presente en la
etapa previa, se manifiesta con fuerza desde los primeros ejemplares del
periodo de la “transición democrática”, profundizándose progresivamente.
Más
aún, y para el caso que aquí nos interesa analizar, a medida que nos acercamos
a la década de 1990, la aparición de un nuevo orden geopolítico y la
aceleración de los procesos de globalización van a tener, indudablemente,
consecuencias sobre las disputas latinoamericanas (Cairo Carou
y Lois, 2014). Con ello, consideramos que se van desplazando del centro de la
escena los estudios sobre los conflictos limítrofes realizados en la clave de
la “vecindad amenazante” para dar paso a otros tipos de análisis. Con relación
al conflicto Beagle, que se hallaba en etapas culminantes de cara a su
resolución, la editorial se manifiesta abiertamente por la asociación entre la
Mediación y la paz, algo que los opositores a este tipo de mecanismo, tales
como Osiris Villegas, no apoyaban.[14] De hecho, se abandonan los presupuestos
axiomáticos de caracterizar como expansionista a la política exterior chilena y
se revalorizan los intentos integracionistas ocurridos durante las presidencias
de Juan Domingo Perón y de Carlos Ibáñez del Campo, así como también las
acciones realizadas por Arturo Illia y Jorge Allesandri
(Lacoste, 2003). Por ende, se posicionan dentro del sector que apostaba a una
salida rápida del conflicto limítrofe, planteando como objetivos de la paz
entre las naciones las siguientes premisas:
1° Integración física para superar la topografía de la Cordillera de
los Andes, con Chile en el Atlántico y la Argentina en el Pacífico.
2° Cooperación cultural, científica y tecnológica.
3° Complementación económica para el desarrollo (Empresas
binacionales).
4° Unidad Latinoamericana para la defensa de las soberanías
nacionales, en el marco de la integración regional y continental (Objetivos
nacionales y los conflictos en el Atlántico Sur, 1984. Geopolítica, nº 29: 6).
En otras palabras, la revista no sólo plantea la necesidad de
establecer acuerdos entre Argentina y Chile, sino que propone algo que para los
referentes de la corriente nacional territorialista irredentista era
impensable: la ruptura de la divisoria oceánica propuesta en los Protocolos del
año 1893.[15] Por consiguiente, ambos países tendrían acceso
a los dos océanos y la base de este nuevo balance de poder se hallaría en el
intercambio económico y en la cooperación cultural y científica.[16] Esto supone un gran paso dentro de la
transición de convertir al enemigo regional en un aliado estratégico. Así, en
este camino de construcción de una comunidad se seguridad naciente (Kupchan, 2010), el IDEG colabora en marcar, desde sus
concepciones geopolíticas, una asociación positiva de las relaciones
bilaterales. De todas formas, como veremos en el siguiente apartado, estos
postulados conviven con otros más cercanos al fomento de las diferencias
binacionales.
En consonancia con este proyecto, a lo largo de los sucesivos
números de la revista en este periodo, la editorial va dejando de lado la
asociación directa entre la grandeza nacional y la extensión territorial, al
menos como causa y consecuencia necesaria para la proyección regional y
mundial. Al respecto, se sostiene que:
La cultura más que una razón de Estado es un paradigma de la nación.
Vale decir, la grandeza de la nación debe estar íntimamente vinculada a una
sociedad encarnada y trascendente por su identidad cultural […]. La herramienta
para incorporarnos protagónicamente a la sociedad posindustrial,
es la ciencia, la tecnología y la cultura con características vernáculas, pero
abiertas (Cultura, Tecnología y Cambio Social, 1985. Geopolítica, nº 32: 5).
Como podemos analizar, el lugar de la extensión territorial, nunca
reemplazable para el irredentismo, es ocupado por la cultura, rasgo que ya se
evidenciaba con cierta fuerza durante la primera etapa, pero que en la segunda
ocupará un rol protagónico en el delineamiento de la doctrina geopolítica.[17] Estos argumentos se verán fortalecidos en
otras presentaciones, tales como “Potencial Humano y Poder Nacional” (1986, Geopolítica,
n° 34: 5-6), en las que se señala la relación, en
base a datos comparativos, entre la extensión territorial, el PBI per cápita y
las exportaciones en dólares, tomando como ejemplos contemporáneos a la
Argentina, Suecia, Noruega, Dinamarca, Taiwán y otras naciones. Pues, sin duda,
la relación manifestaba resultados poco refutables, ya que existían naciones
con una limitada extensión territorial, pero con un marcado desarrollo
económico-comercial. Sin embargo, esto no equivale a decir que se debe ceder el
territorio nacional y menos aún la soberanía sobre éste. Consideramos que la
editorial, al presentar este tipo de análisis, lo que pretende es reflejar una
realidad en la que la centralidad de los límites fronterizos, que llevó a la
creación de desconfianzas con los países vecinos basadas en concepciones
geopolíticas que abonaban este tipo de hipótesis, no era un factor determinante.
Este
es un dato importante para señalar, puesto que, al quitar del centro de la
escena la importancia de las fronteras nacionales como factor identitario, se
favorecen los proyectos que tienen como base la integración física de dos naciones
que permanecieron enfrentadas y al borde de la guerra unos años antes.
Del
mismo modo, se manifiestan continuidades con el perfil latinoamericanista de
desarrollo e inserción nacional dentro del razonamiento geopolítico (Pinto,
2017) de la editorial. Así se llega a sostener que:
Los grandes objetivos pueden sintetizarse en: la cooperación cultural,
científica y tecnológica y la complementación industrial y económica con
Brasil, Paraguay y Uruguay en la cuenca del Plata. Con Chile la unidad
económica y la integración física a fin de que los intereses recíprocos
faciliten la mutua inserción bioceánica de Chile en el Atlántico y la Argentina
en el Pacífico. Y en el nordeste –área de Capricornio– la integración física y
económica con Bolivia y Perú, para lograr la soldadura con el Pacto Andino y el
espacio geográfico sudamericano (Sociedad, conflicto y poder nacional, 1987. Geopolítica,
nº 35: 6).
Consideramos
que este tipo de planteos escapan a las cuestiones meramente limítrofes para
posicionarse en aspectos más cercanos a las lógicas de desarrollo regional,
algo que ya había sido planteado con anterioridad, pero que se profundizará en
las décadas de 1980 y 1990. Aun así, más allá de los aspectos conceptuales,
desde la revista se pretendió crear un corpus de artículos que abonen estas
teorías con propuestas pragmáticas, lo que se evidencia en cuantiosos trabajos,
algunos de ellos analizados en el siguiente apartado. De todas formas,
cualquier iniciativa que tuviera como base estos
razonamientos es evaluada de manera positiva por la editorial de la
revista.[18]
Siguiendo
con el análisis de las publicaciones del IDEG, en los últimos dos números de
este periodo, se reitera la importancia de contar con un adecuado desarrollo
científico-tecnológico-cultural, entendiendo a estos como factores claves
dentro del poder nacional, como así también la tan ansiada integración
regional. Esto implicaría la ruptura de la división oceánica, señalando que
“[e]l imperativo es modernización o estancamiento […]” (La nueva argentina,
poder nacional y pensamiento geopolítico, 1988. Geopolítica, n° 37: 4), otorgándole, además, un rol importante al
Estado, que debería “redimensionar las facultades y funciones” (Ciencia,
tecnología y poder nacional, 1989. Geopolítica, nº
38: 5). No hay que dejar de lado que el contexto socio-económico
de estos planteos editoriales supone serias dificultades y, por lo tanto, se
intenta fomentar soluciones que alientan la participación activa del Estado. No
obstante, no se avanza demasiado en los mecanismos necesarios para llevar a
cabo tales presupuestos.
Por
todo lo analizado hasta el momento, podemos sostener que la editorial de la
revista Geopolítica, en este periodo, manifiesta una profundización de
su tendencia latinoamericanista. Los lazos e intercambios comerciales serían la
base de tal proyecto, que algunos años después tendrán algunas expresiones
tales como el Mercosur. En lo que respecta a las relaciones Argentina-Chile,
evidenciamos un abandono total de las concepciones geopolíticas que abonan
representaciones negativas, dejando de lado supuestos básicos de la corriente
nacional territorialista irredentista, tales como las denuncias del
expansionismo o bien la añoranza por la grandeza del Virreinato del Río de la
Plata. Todo esto confluye en la creación de un corpus teórico que nutre a la
doctrina geopolítica mediante razonamientos que tienden más a la integración
que al enfrentamiento.[19] Esto se verá enriquecido con trabajos que
están escritos en sintonía con el perfil editorial, tal como veremos a
continuación.
La integración binacional como nueva
respuesta a viejos interrogantes
Existen
numerosos trabajos que, bajo los lineamientos generales de la editorial,
realizan abordajes en base a concepciones geopolíticas tendientes a la
integración binacional en el espacio regional. En este esquema, incluyen a la
región de la Cuenca del Plata y a Brasil como un actor importante. Tomaremos
algunos interlocutores que consideramos destacados, ya sea por su formación
intelectual, por sus roles dentro de la política nacional o por otros factores
que consideramos de importancia para analizar sus propuestas.
En
primer lugar, queremos destacar el trabajo del ex Diputado Nacional por la
Provincia de Buenos Aires Ricardo Alberto Alagia,
cuyo desempeño en el cargo duró desde el 10 de diciembre de 1983 hasta el 9 de
diciembre de 1987. En un primer trabajo, analiza el desafío que implica la
integración sudamericana en base a una serie de presupuestos teóricos que
parten de la idea de una Argentina que no tiene la proyección regional de otros
tiempos. Para ello, recurre a la historia y sitúa al periodo comprendido entre
la gobernación de Juan Manuel de Rosas y la presidencia de Julio Argentino Roca
como aquel en que se produjeron importantes cambios y avances basados en “ideas
fuerza”.[20]
De
este modo, la primera de esas ideas fuerza que propone este político de la
Unión Cívica Radical se basa en la premisa “Hacia el Sur”, lo cual “significa
revalorizar la gran potencia concentradora que tiene Buenos Aires sobre todo el
sistema platino”, también “extender la frontera político-económica allende el
Río Colorado” e incluso implica “valorizar la península Antártica en su
perspectiva geopolítica” (Alagia, 1984. “Ideas
fuerza” argentinas frente al desafío que implica la integración sudamericana. Geopolítica,
n° 29: 53). En este planteo, podemos señalar una
diferencia con una de las líneas del irredentismo: se apoya en la influencia y
preponderancia de Buenos Aires y no en una descentralización del poder. De
hecho, y de cara al proyecto de integración regional, señala en el mismo texto
que una de las claves pasa por la organización de un “[e]je
Buenos Aires-Santiago de Chile sobre la base de la complementariedad
político-económico-estratégica” (Alagia, 1984: 57).
Es decir, que una de las claves de la integración regional pasa por las
relaciones entre Argentina y Chile y, por ende, no son admisibles las
confrontaciones por cuestiones limítrofes y, menos aún, las agresiones o
acusaciones. Asimismo, debemos indicar que Alagia
utiliza y cita a varios de los referentes de la geopolítica clásica y a partir
de ellos sostiene que en Sudamérica existen fuerzas centrífugas y fuerzas
centrípetas. De este modo, sostiene que:
Quien domine (político-social-estratégica y económicamente) las
Penínsulas Centrífugas y sus costas (Tesis de Mahan) dominará el Cuadrilátero
Centrípeto y, por ende, dominará la isla sudamericana (Inversión de la Teoría
de Mackinder) (Alagia,
1984. “Ideas fuerza” argentinas frente al desafío que implica la integración
sudamericana. Geopolítica, n° 29: 57).[21]
Como
vemos, se plantea una política de poder sudamericano a partir de un análisis
geopolítico clásico, en el que se puede entrever una tendencia a considerarlo
en la clave de balance de poder, concepto al que ya hemos hecho mención en esta
investigación. Por ende, en este esquema que propone, existen actores
regionales con más peso que otros, tal es el caso de Brasil, cuya política
exterior se basaría en una teoría geopolítica a la que califica como
expansionista.[22] En definitiva, podemos considerar que se ve
como positiva una alianza con Chile en pos del
desarrollo nacional dentro del espacio regional, acto que contrarrestaría las
acciones de influencia de Brasil.[23]
Otra
de las figuras destacadas que presentan trabajos en este recorte temporal es
Juan Guillermo Milia. Además de ser uno de los
autores con mayor presencia en esta segunda subdivisión, fue una figura
destacada de la Universidad Nacional de Cuyo, en particular en el área de
geopolítica. Dentro de sus trabajos en la revista Geopolítica, se
destaca “Vulnerabilidades, integración y desarrollo de la frontera occidental
patagónica”, de aparición en el año 1986. Como el título lo indica, se parte de
la problemática de la región patagónica como espacio de escaso desarrollo en el
esquema nacional, al que denomina como “[u]n océano terrestre con un
archipiélago de islas que son ciudades, distantes unas de las otras, aisladas e
independientes, en medio del desierto inconmensurable” (Milia,
1986. Geopolítica, nº 34: 62). Dentro de este
vasto espacio territorial, se evidencian peligros que atentarían contra la
integridad territorial, tales como la presión demográfica chilena y la
presencia militar británica en las Islas Malvinas. Ante estas amenazas, se
destaca como prioridad el incremento poblacional en la región bajo la premisa
geopolítica de considerar a toda la Patagonia “como una frontera” (Milia, 1986. Geopolítica, nº
34: 62).
En
este sentido, la política a emprender debería basarse en la generación de
atractivos para fomentar la migración interna. Entretanto, y con relación al
proceder con la República de Chile, se apunta a la creación de diferentes
mecanismos con el fin de articular territorialmente ambas naciones. Así, el
ferrocarril aparece como uno de los instrumentos idóneos para la integración
física, facilitando el acceso a ambos océanos. De este modo, evidenciamos un
análisis sobre una problemática clásica de las décadas de 1960 y 1970, desde
una óptica que ofrece una solución a partir de la integración y no de la
confrontación, propia del periodo 1983-1989. Además, se propone que la
problemática se solucione a través del trabajo compartido y no meramente por
iniciativa unilateral. Es decir, frente a similares problemas abordados por la
corriente nacional territorialista irredentista en clave confrontativa (de
fuerte presencia en periodo previo), se propone una alternativa de integración
económica y física binacional. Del mismo modo, si bien se detectan como
amenazantes ciertas influencias de la población chilena, ésta no debía
combatirse con la fuerza ni con medidas de endurecimiento en los controles de
los pasos fronterizos y, menos aún, con deportaciones, tal como había sucedido
durante los momentos de tensión bilateral (1977-1979).
Alineadas
con los planteos generales de la editorial, encontramos otras propuestas de
integración, tales como la del geógrafo Juan Roccatagliata.[24] Constante referente citado en los trabajos que
abordan esta problemática, dentro de sus proyectos se destaca la articulación
territorial a través del ferrocarril. Muchas de estas ideas fueron presentadas
en artículos dentro de la revista Geopolítica durante toda su duración.
En este sentido, retoma una idea presente ya en la década de 1880 que hace
referencia a la posibilidad de instituir un ferrocarril trasandino que conecte
los océanos Pacífico y Atlántico en la región sur. Este medio de transporte
tiene un desarrollo con altos niveles de expansión en Argentina durante el
periodo denominado como “presidencias fundacionales” (1862-1880).[25]
“Ferrocarril trasandino del sur”, Roccatagliata, J.
(1984). El eje bioceánico austral. La función del
ferrocarril trasandino del sur. Geopolítica, nº
30: 14
En
la Imagen 1, podemos observar cómo se produciría la integración física del
territorio de ambas naciones a través de un proyecto concreto. Un dato no menor
es que pertenece a un artículo publicado en el año 1984, con lo cual se
tendería a fortalecer las posiciones que apostaban a salidas del conflicto
Beagle en base a la conciliación y a la consolidación de políticas de
desarrollo comunes. Por ende, la construcción del Ferrocarril Trasandino del
Sur tendría la doble finalidad de vertebrar un espacio históricamente relegado,
con baja densidad de población, entre otros problemas, y contribuir a “iniciar
en los hechos la tan declamada integración latinoamericana” (Roccatagliata, 1984. El eje bioceánico austral. La función
del ferrocarril trasandino del sur, Geopolítica, n°
30: 14). En otras palabras, la propuesta se aleja de aquellas elaboraciones
intelectuales que se centran en el plano meramente discursivo, para presentar
un proyecto concreto. Una vez más, ante una problemática que podría ser
abordada bajo una óptica geopolítica confrontativa, se opone una perspectiva
con base en el entendimiento bilateral cuyo eje sería el comercio a gran
escala. Parte de estos lineamientos podemos hallarlos en el Acta de
entendimiento sobre la integración física y complementación económica, firmada
por ambas naciones en noviembre de 1984 o incluso en la Declaración Oficial del
Neuquén, Argentino-Chilena de enero de 1985, en donde
se destaca la importancia del paso internacional de Pino Hachado.
Consideramos
que estos trabajos forman parte de un planteo mayor que incluye la necesidad de
respuestas pragmáticas frente a un interrogante que ya se había presentado
algunas décadas antes, perspectiva que se abona desde el perfil editorial de la
revista Geopolítica. En otras palabras, la idea de la “vecindad
amenazante” debía ser abandonada por completo en pos
de lograr una integración binacional en diversos aspectos, tales como el
económico, el cultural e incluso el militar y de Defensa. No obstante, esto no
significa que dentro de los trabajos que tienen aparición en la revista no
existan expresiones disidentes con la línea editorial, tal como veremos a
continuación
Expresiones de la corriente nacional
territorialista
Tras
la firma del Tratado de Paz y Amistad de 1984 entre Argentina y Chile, la
corriente nacional territorialista irredentista y las concepciones geopolíticas
utilizadas en sus producciones intelectuales pierden el espacio que tenían con
relación a la etapa previa. Dentro de la revista, su gravitación fue mucho
menor, como también la recurrencia a la utilización de determinados conceptos
que denotan una relación directa con los abordajes teóricos en clave
confrontativa de los conflictos limítrofes o por el aprovechamiento de los
recursos naturales en zonas fronterizas. Aun así, existen ejemplos residuales
que, desde un segundo plano en cuanto a cantidad de publicaciones, nos señalan
su pervivencia dentro de la revista Geopolítica.
Un
ejemplo de esto lo hallamos en un trabajo del coronel Hugo Sarno
que, como hemos mencionado con anterioridad, fue el autor intelectual con mayor
cantidad de trabajos en la segunda subdivisión y también en el balance general
de toda la revista, con un total de cuarenta contribuciones. El artículo al que
hacemos referencia presenta un análisis del panorama mundial en clave
geopolítica. Precisamente, en el primer bloque, se hace mención a la problemática mundial del crecimiento poblacional,
señalando como un caso particular el de la República Popular China. El factor
poblacional concentró la atención de muchos intelectuales civiles y militares
pertenecientes a la corriente nacional territorialista irredentista, intentando
generar respuestas desde una nación que presenta un escaso crecimiento
vegetativo. Bajo este razonamiento, Sarno considera
como regiones amenazadas a la Patagonia y al Nordeste. Además, utiliza el
concepto de “mutilado” para referirse a la posesión de las Islas Malvinas por
parte de Gran Bretaña y postula que la solución frente a estas falencias es la
vertebración del espacio nacional mediante el desarrollo de las áreas
postergadas.[26] De esta manera, se alinea con la doctrina
geopolítica que Juan Enrique Guglialmelli desarrolló
en la revista Estrategia (Di Renzo, 2019), figura a quien cita de manera
explícita, y también con los postulados de Juan Roccatagliata
y su proyecto de regionalización.
Por
consiguiente, podemos evidenciar en este trabajo una permanencia en el uso de
concepciones geopolíticas que son propias de la corriente nacional
territorialista irredentista. No obstante, se descarta el uso de expresiones
tales como expansionismo para el caso de la influencia brasileña en el nordeste
(utilizando el concepto de irradiación), como así también para el caso de
Chile, al cual no se lo identifica con el concepto de “vecindad amenazante”.
Diferentes
apreciaciones podemos encontrar en otro trabajo de este militar argentino;
pues, si nos remitimos al artículo titulado “La incorporación del desierto sur”
(Sarno, 1989. Geopolítica, n°
38: 56-72), encontraremos expresiones un tanto más confrontativas o, al menos,
que arrojan imágenes negativas sobre la política exterior de la República de
Chile. Redactado bajo la lógica descriptiva de los distintos momentos de las
campañas militares asociadas a la consolidación del espacio interior, se
realizan acotaciones sobre la política exterior chilena, a la que se considera,
en un principio, como “sumamente hábil” (Sarno, 1989.
Geopolítica, n° 38: 67). Esta valoración
positiva, que encierra a su vez una negativa de la política exterior argentina,
se consolida con afirmaciones tales como “[l]a conducta de Chile desde 1843,
violando su propia Constitución y expandiéndose a expensas del país que lo
socorrió y ayudó a emancipar, no merecía ese regalo de Avellaneda, pero tampoco
se justificaba una canallada política” (Sarno, 1989. Geopolítica,
n° 38: 69).
En
esta cita, que se refiere a la neutralidad argentina en la Guerra del Pacífico,
se evidencia una clara asociación negativa entre la política exterior chilena y
su conducción en cuestiones limítrofes, de la cual tanto Argentina como Bolivia
y Perú serían sus víctimas. Es decir, se reconoce a Chile como un enemigo
latente para la región debido a su expansionismo territorial, causa
desencadenante de guerras y de tensiones militares con sus vecinos. De todas
formas, en el artículo se señala otro enemigo de manera más directa: el “indio hostil”, motivo último, si se
quiere, de la redacción del trabajo.
Esto
nos señala que, si bien las relaciones bilaterales entre estos dos países que
comparten una de las fronteras terrestres más extensas del mundo habían
cambiado con relación a la década de 1970, existían todavía expresiones que
posicionan a Chile como un enemigo. De todas formas, solamente pudimos señalar
estas concepciones geopolíticas de manera evidente en dos trabajos, lo cual nos
indica que pesaba más el perfil latinoamericanista y de integración binacional
que poseía la revista Geopolítica. Todo esto sin desconocer la
correspondencia con el nuevo orden geopolítico (Cairo Carou
y Lois, 2014) que se avecinaba: el fin de la Guerra Fría y de las
representaciones asociadas a ella. Pasemos entonces a realizar el balance de lo
visto hasta este momento.
A modo de conclusión
A
lo largo de este trabajo se procuró contribuir con el análisis de las
concepciones geopolíticas dentro de la revista Geopolítica en el recorte
temporal 1983-1989, intentando establecer relaciones entre las producciones
intelectuales y las primeras medidas de fomento para la creación de confianza
entre Argentina y Chile.
La
denominada etapa de “transición democrática” en la Argentina presenta una
complejidad de abordajes, al punto tal que se plantea la necesidad de un
análisis pormenorizado de cada una de ellas, algo que excede nuestro estudio.
No obstante, hemos podido identificar alguna de ellas, asociadas a nuestro
problema de investigación. En particular, consideramos que estamos frente a la
primera etapa de la transformación de un enemigo, que aparecía interpretado en
la clave de la “vecindad amenazante” apenas unos años antes, hacia su
consideración como una nación no hostil. Las producciones intelectuales ligadas
a este proceso demuestran que las concepciones geopolíticas utilizadas no
apuntaban hacia razonamientos confrontativos, sino más bien tendientes a la
integración binacional dentro del espacio regional. Salvo algunas excepciones,
la revista mantiene este perfil, desde 1983 claramente democrático, y se
manifiesta tanto en las presentaciones del IDEG como en los trabajos que forman
parte de cada entrega.
A
diferencia de la primera subdivisión, hallamos un abandono casi completo de las
representaciones negativas sobre Chile en las publicaciones editoriales, lo
cual refuerza las hipótesis cercana a los planteos de Kupchan
(2010), en donde el tipo de régimen no sería un impedimento en la construcción
de alianzas de paz duraderas, algo que podemos hacer extensivo a las
producciones intelectuales, puesto que no existen referencias textuales que
desacrediten la construcción de alianzas por la naturaleza del régimen de
facto chileno (que se mantuvo en el poder hasta marzo de 1990).
Estas
afirmaciones están en línea con el proyecto de integración latinoamericana
promovido por el gobierno democrático que asumió el poder en 1983. Además del
estudio de caso que se ha analizado aquí, esta postura se refleja en otras
acciones concretas, como el Programa de Integración y Cooperación Económica
Bilateral, suscrito por los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney. Asimismo,
en el ámbito intelectual, se pueden observar planteamientos que respaldan la
integración y la resolución de conflictos a través del diálogo, como se
evidencia en el discurso pronunciado ante la 39ª Asamblea General de las
Naciones Unidas en septiembre de 1984, por mencionar solo un ejemplo.
Restará
para el análisis de la última subdivisión (1989-2000) evidenciar si este cambio
de la primera etapa de la revista hacia la segunda se profundiza o se revierte,
lo que será objeto de futuras publicaciones.
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Sobre el
autor
Cristian Di Renzo es Doctor en Historia por la
Universidad Nacional de Mar del Plata y docente en la cátedra de Teoría
Política (Facultad de Humanidades/UNMDP). Becario Posdoctoral por el Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con lugar de trabajo en el
Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales (CONICET/UNMDP). Integrante del
Grupo de Estudios Históricos sobre la Guerra (Instituto Ravignani/UBA-CONICET)
y del Grupo de Investigación en Política Exterior Argentina (UBA). Codirector
del Proyecto de Investigación “Las emociones argentinas como motor de las
acciones políticas en la segunda mitad del siglo XX: pasiones, orgullos,
fanatismos vergüenzas”. Sus campos de investigación giran en torno a la
historia reciente argentina, las fuerzas armadas, la historia de las ideas y la
sociología militar.
https://orcid.org/0000-0003-2584-6793
About the author
Cristian
Di Renzo holds a PhD in History from the National University of
Mar del Plata and teaches Political Theory (Faculty of Humanities/UNMDP). He is
a Postdoctoral Fellow at the National Scientific and Technical Research Council
(CONICET/UNMDP) and works at the Institute of Humanities and Social Sciences
(CONICET/UNMDP). Member of the Group of Historical War Studies (Ravignani Institute/UBA-CONICET) and the Argentine Foreign
Policy Research Group (UBA). Co-director of the Research Project “Argentine
emotions as a driving force of political actions in the second half of the 20th
century: passions, pride, fanaticism, and shame”. His research fields revolve
around recent Argentine history, the armed forces, the history of ideas, and
military sociology.
[1] Esta investigación forma parte de una tesis
doctoral en Historia titulada De la hipótesis de guerra a la cooperación en
Defensa: actores, estrategias y políticas en las relaciones entre Argentina y
Chile entre las décadas de 1970-1990. Una reseña al respecto puede verse en
Di Renzo (2022a). Asimismo, se recogen las sugerencias y comentarios realizados
en el marco de la presentación de los avances de esta investigación en las XII
Jornadas de Historia Moderna y Contemporánea: “Incertidumbre, crisis y conflictos
desde la modernidad hasta nuestros días.
[2] Datos extraídos de la Dirección Nacional
Electoral. Consulta Popular, 25 de noviembre de 1984. Plebiscito Nacional No
Vinculante – Tratado de Paz y Amistad firmado con Chile.
[3] Acerca de la metodología adoptada, véase Kornblit (2007). En lo que respecta al estudio de aquellos
conceptos que constituyen el objeto de este trabajo, se seguirán las
herramientas teóricas provenientes del campo de la Historia Intelectual,
especialmente aquellas que priorizan las formas en las que los pensamientos se
insertan y se reproducen en un determinado tiempo y espacio (Di Pasquale,
2011). Del mismo modo, optamos por la utilización de la denominación
“concepciones”, ya que una palabra se convierte en un concepto si la totalidad
de un contexto de experiencia y significado sociopolítico, en el que se usa y
para el que se usa esa palabra, pasa a formar parte globalmente de esa única
palabra (Koselleck, 1993: 117).
[4] Consideramos que las revistas proporcionan
información sobre las prácticas intelectuales de un período y grupo social
específico, así como sobre las relaciones de poder, influencia y prestigio en
el ámbito cultural. Por lo tanto, es importante tener en cuenta que la
estructura y el contenido de las revistas reflejan la coyuntura en la cual su
actual pasado era presente (Sarlo, 1992: 10), y su
función e intervención en dicho contexto apuntan a transformarlo. Es por ello que nos interesa especialmente trabajar con las fuentes que
hemos seleccionado.
[5] Ubicado en la dirección Carlos Pellegrini 151,
piso 5° A, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, el IDEG fue
establecido como un espacio abierto para el debate y el análisis de la realidad
tanto nacional como de América Latina.
[6] Un año después sale de imprenta la Revista
Geopolítica de Uruguay, siendo el “Órgano oficial del Instituto Uruguayo
de Estudios Geopolíticos”; en ese mismo año se crea el Instituto de Estudios
Geopolíticos de Bolivia en la ciudad de La Paz y en 1979 surge la Revista de
Estudios Geopolíticos y Estratégicos de Perú (Fornillo,
2015: 131).
[7] Dentro del corpus total de revistas, son
faltantes para esta investigación los números 18, 33, 44, 45, 53, 54 y 57.
Asimismo, dejamos constancia de que el acervo documental de todas las fuentes
citadas en este artículo es de propiedad del autor.
[8] Podemos ubicar la primera etapa de la revista
dentro de los años en los que tuvo lugar la dictadura civil-militar del Proceso
de Reorganización Nacional. Mientras que la tercera y última subdivisión se
corresponde principalmente con los dos periodos de gobierno de Carlos Menem
hasta su discontinuidad (1989-2000). Acerca de la primera etapa de la revista,
puede verse Di Renzo (2023).
[9] Entendemos al concepto de “transición democrática”
de manera crítica, puesto que existen diferentes percepciones acerca de las
características generales de este contexto. Por ejemplo, Franco (2018) sostiene
que el proceso electoral de 1983 fue vivido con cierta incertidumbre por parte
de los actores involucrados, por lo cual se podría aplicar para estos primeros
años el concepto de “apertura democrática”, que hemos utilizado al inicio de
este trabajo. Asimismo, hay estudios que prefieren el uso del concepto de
transición para el análisis de la figura del pacto democrático en el debate
político e intelectual de los años ochenta en Argentina y Chile (Garategaray y Reano, 2019). Si
bien nuestro objetivo se aleja de estos núcleos problemáticos, consideramos que
es interesante mencionar tales debates.
[10] El coronel Hugo Sarno
fue Oficial de Estado Mayor del Ejército Argentino y del Ejército Peruano
(1959-1960). Se desempeñó como profesor de Geopolítica en la Escuela de Defensa
Nacional y en la Escuela de Gendarmería Nacional. También participó con
trabajos en la Revista de Escuela Superior de Guerra; Nicolás Boscovich se especializó en estudios de infraestructura
básica y desarrollo regional. Autor de numerosas obras dedicadas al desarrollo
nacional y a los análisis geopolíticos de Argentina y la región sudamericana; El
geógrafo Saúl Cohen ha sido consultor del Departamento de Estado de los Estados
Unidos, Director de la Escuela de Graduados de la Universidad de Clark,
Worcester, Massachusetts, y autor de numerosos trabajos en publicaciones
periódicas; Juan Milia, Licenciado en Ciencias
Políticas y Sociales, trabajó como profesor titular de Geografía Política en la
Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Nacional de Cuyo. También se
desempeñó como director de la Biblioteca Central y como presidente del Consejo
de Administración del Instituto de Jubilaciones y Pensiones del Personal de la UNCuyo, (ICUNC). Véase: Falleció ex Director
de la Biblioteca Central de la UNCUYO. (23 de junio de 2019). Universidad
Nacional de Cuyo.
http://www.uncuyo.edu.ar/prensa/fallecio-ex-director-de-la-biblioteca-central-de-la-uncuyo?utm_campaign=Prensa&utm_term=56
[11] El Consejo de redacción estuvo compuesto por
Edgardo Mercado Jarrín, que se incorporó en el número 25, la escritora María
Esther de Miguel, que formó parte desde el primer ejemplar al igual que el
comodoro Octavio García Mira, Hugo Sarno (desde el n° 24) y Carlos Moneta, que formó parte desde el n° 1 hasta el n° 19 y luego se reincorpora en el n°
25.
[12] Anteriormente (desde el n°
7/8, momento en el cual se crea la dirección de la revista), el cargo era
compartido entre Andrés Bravo y el coronel Augusto Rattenbach.
[13] Un ejemplo de las críticas a la dictadura lo
encontramos en “Poder nacional y soberanía”, en el que se sostiene que es
prioridad número uno, desde el punto de vista geopolítico, “recomponer el Poder
Nacional diabólicamente desmantelado en los últimos años” (1984, Geopolítica,
nº 30: 6). También las encontramos en IDEG, Geopolítica
(1983 y 1985).
[14] Osiris Villegas es uno de los intelectuales
militares más destacados del irredentismo argentino. Respecto de su figura,
véase Echeverría (2020) y Di Renzo (2021). Sobre su participación en las
negociaciones entre 1977 y 1978, véase Bosoer (2005).
[15] Esta corriente, que nuclea a intelectuales
civiles y militares, dedica sus producciones al abordaje de los conflictos
limítrofes entre Argentina y sus países vecinos, pero también al
aprovechamiento de los recursos en áreas fronterizas, al desarrollo nacional,
entre otros. Debemos destacar que, si bien gran parte de su matriz conceptual
surge a finales del siglo XIX con intelectuales como Vicente Quesada y
Estanislao Zeballos, “es en las décadas de 1960, 1970 y 1980 en las cuales
encontrarán mayor difusión, justamente, en instancias en las que Argentina
mantiene disputas territoriales o por el aprovechamiento de los recursos con
Brasil y Chile” (Di Renzo, 2021: 189). Asimismo, pueden hallarse referencias
generales sobre el territorialismo en Escudé (2008).
[16] El concepto de balance de poder es fundamental
en la Teoría de las Relaciones Internacionales y ha sido adoptado y adaptado por diversas
escuelas a lo largo de la historia. Desde los clásicos del realismo como Hans
J. Morgenthau hasta los nuevos realistas como Kenneth Waltz,
e incluso los sistémicos de los años sesenta como Morton Kaplan, todos han
utilizado la noción de equilibrio de poder para fundamentar sus teorías.
Básicamente, hace referencia a un fenómeno en el cual varios actores internacionales,
como naciones o coaliciones, buscan mantener un equilibrio de fuerzas entre
ellos para evitar la dominación o la agresión de uno sobre los demás. Esta
estrategia se basa en la idea de que ningún actor debe ser lo suficientemente
poderoso como para imponer su voluntad sobre los demás sin encontrar
resistencia.
[17] En el marco de esta importancia asignada
dentro de la editorial, se publican transcripciones, por ejemplo, de las
Resoluciones del Primer Congreso Latinoamericano de Cultura como motor de la
Integración, que tuvo lugar en la ciudad de San Juan (Argentina) entre los días
6 y 10 de junio de 1983. La publicación apareció en el n°
27 del año 1983.
[18] Por ejemplo, dan cuenta del Programa de
Integración y Cooperación Económica Bilateral, firmado entre los presidentes
Raúl Alfonsín y José Sarney. Véase “Nuevo espacio económico para los objetivos
nacionales y regionales” (1987. Geopolítica, nº
36: 5-6).
[19] Asimismo, un dato a destacar es que en el n° 31 (1985) se transcribe el Acta de entendimiento sobre
la integración física y complementación económica, firmada por la Argentina y
Chile en noviembre de 1984, y la Declaración Oficial del Neuquén, Argentino-Chilena de enero de 1985, en donde se destaca la
importancia del paso internacional de Pino Hachado.
[20] Define a ideas fuerza como “[…]
conceptualizaciones teóricas generales, atemporales, pero concretamente
espaciales; que responden, por un lado, a los dictados de ‘ideas básicas’
(objetivos nacionales) y, por el otro, a estrategias de acción y reacción
(dinámica de flujo y reflujo) provistas por los objetivos políticos primarios y
secundarios, cuya resultante es una ‘fuerza’ que, suponemos, coincidente con
los ‘objetivos nacionales’ y positiva respecto a la táctica nacional empleada
para lograr el efecto buscado” (Alagia, 1984. “Ideas
fuerza” argentinas frente al desafío que implica la integración sudamericana. Geopolítica,
n° 29: 52).
[21] Al referirse al “Cuadrilátero centrípeto”,
hace referencia a las ciudades de Caracas, Río de Janeiro, Buenos Aires y
Santiago de Chile.
[22] Precisamente, hace referencia a los trabajos
del general Golbery de Couto e Silva, quien fuera el
principal ideólogo de la dictadura militar brasileña (1964-1984). Elaboró una
estrategia integral de ocupación territorial en el interior de Brasil como una
medida de seguridad para asegurar el dominio del Estado sobre el territorio
nacional, basándose en su sólida doctrina geopolítica. Su destacada
participación abarcó múltiples gobiernos durante el periodo de la dictadura
militar, entre ellos los de Castelo Branco (1964-1966), Ernesto Geisel
(1974-1979) y, por último, João Figueiredo (1979-1985). A través de su enfoque
estratégico, contribuyó significativamente al fortalecimiento del control
gubernamental y a la consolidación de la presencia estatal en todo el país. Al
respecto, véase Birkner (2002) y Fernandes
(2009).
[23] Ricardo Alagia
presentó otro trabajo, titulado “La deuda externa: su vis
jurídico-internacional” (1986, Geopolítica, n°
34: 95-98), en coautoría con el graduado en Diplomacia Camilo Rodríguez Berruti.
[24] Juan Roccatagliata
fue un renombrado geógrafo con especialización en Ordenación del Territorio y
Transporte Ferroviario. Fue Miembro de Número de la Academia Nacional de
Geografía y se desempeñó como profesor universitario en las universidades de
Mar del Plata y Buenos Aires. Además, colaboró con numerosas instituciones
nacionales e internacionales en el campo de la geografía y la planificación
territorial. Su experiencia y conocimientos han dejado un impacto significativo
en el desarrollo de estas disciplinas, tanto a nivel nacional como
internacional.
[25] Al respecto, véase Schvarzer
y Gómez (2006); Palermo (2006).
[26] Se pueden asociar estas ideas con las
consideraciones teóricas del político sueco Rudolf Kjellén,
quien planteó la posibilidad de considerar al Estado como un “organismo vivo”.
Este estudio resultó ser una de las bases del campo de la geopolítica. Al
respecto, puede verse Ó Tuathail
(1996) y Dodds y Atkinson (2003), entre otros.