La educación entre las impotencias, los poderes y las posibilidades

Berardi, Franco (2019).
Futurabilidad. La era de la impotencia y el horizonte de la posibilidad de Franco Berardi.
Caja Negra: Buenos Aires.

Eduardo Langer

Impotencia, imposibilidades, poder, medios de escape, necrocapitalismo, automatización, deseos, posibilidades, potencias y autonomía del conocimiento son algunas de las nociones que en este libro se trabajan y que contribuyen al campo educativo para poder reflexionar y describir muchos de los problemas actuales. Estos conceptos son los que “Bifo” recorre en el libro Futurabilidad. La era de la impotencia y el horizonte de la posibilidad, a través de una escritura simple y sencilla en la que trama rizomas con el contexto que se está produciendo en estas primeras décadas del siglo XXI. 

Berardi nació en Bolonia en 1949. Es escritor, filósofo, activista y una importante figura del movimiento autonomista italiano que participó en los acontecimientos de Mayo del 68. Escribió numerosos ensayos sobre las transformaciones del trabajo y los procesos de comunicación en el capitalismo posindustrial. En este libro, retoma y discute a filósofos tales como Heidegger, Schopenhauer, Spinoza, Nietzsche, Dostoievski, Deleuze, Guattari, Foucault, Marx, Baudrillard, Hegel, Marcuse, Lazzaratto, Tarde, entre algunos de los más importantes. A la vez, transita entre los hechos de la realidad del capitalismo actual así como de las nuevas figuras políticas mundiales y las masacres de 2001 y de 2015 en París (Charlie Hebdo y el Teatro Bataclan). También, ejemplifica en su escritura a través de películas como El odio o de libros como Las partículas Elementales o Sumisión para describir esas transformaciones económicas, políticas y culturales de la actualidad. Estas mutaciones ya habían sido descriptas en su libro inmediatamente anterior, Fenomenología del Fin, haciendo hincapié en el cuerpo de los trabajadores cognitivos precarizados del general intellect a través de las figuras del artista, el ingeniero y el economista que en Futurabilidad retoma hacia el final del libro. De hecho, en Fenomenología del Fin anticipa aquello que será eje en Futurabilidad en torno a la tarea político-cultural del futuro próximo y allí arriesga “no es la de negar o resistir la innovación tecnológica sino la de reavivar la intensidad de la sensibilidad corporal y desvincular la potencia del general intellect del aparato tecnoeconómico que responde a las necesidades del capitalismo absoluto” (Armella, 2018: 186).

Centralmente, el libro describe el pasaje de la era Thatcher a la era Trump, o las transformaciones de las sociedades disciplinarias en las sociedades de control en el devenir actual de un mundo caracterizado por el desempleo, la depresión, el trabajo precarizado y trabajadores que cobran cada vez menos, así como el reemplazo de la política “por un sistema de automatismo tecnofinanciero” (Berardi, 2019: 52). En este marco, nos surgen las primeras conexiones con nuestro campo disciplinar: ¿Escuela para qué en este mundo que tiene el game over incrustado? ¿Cuál es el lugar de la escuela ante la automatización que gana por diseño?

¿Por qué reseñar en esta revista un texto de un autor que no se dedica explícitamente a la educación o que los conceptos y nociones que recorre no son, centralmente, educativos? Una primera respuesta es que a lo largo del texto, nos encontramos con preguntas tales como: ¿Cómo encarna una posibilidad en un sujeto? ¿Cómo puede tener potencia un sujeto? ¿Qué es una forma respecto de su contenido? ¿Cómo se vuelve posible la emergencia de una forma nueva? ¿De qué manera las cosas generan cosas y los conceptos, conceptos? ¿De qué manera los conceptos generan cosas? Sin duda, la escuela, la escolaridad y los sujetos (tanto docentes como estudiantes) se enfrentan ante esos interrogantes, ante esos desafíos y esas oportunidades. Ante las imposibilidades, las impotencias y los poderes, este libro nos posibilita pensar y describir las emergencias, lo nuevo, lo por venir, esas formas nuevas no instauradas de la educación. Nos instala en la capacidad de producir y transmitir saberes en un mundo donde parece que todo es fugaz, líquido, que se desvanece en poco tiempo y en el que las competencias destrozan los relatos de vida de los sujetos. Son, justamente, esas nociones de potencia o impotencia, poder y posibilidad algunos de los interrogantes que se suceden en el mundo de la educación en la actualidad. 

Una segunda respuesta es que el libro es una crítica a los discursos y prácticas deterministas del neoliberalismo, fundamentalmente al sometimiento de la ideología del mérito, la meritocracia, que tiene el propósito de destruir la solidaridad social de la fuerza intelectual. Es decir, posiciona uno de los debates centrales de la educación en la actualidad confrontando el concepto de meritocracia que, para el autor, funciona como el Caballo de Troya de la ideología neoliberal. Al respecto, dice que al recompensar la superioridad intelectual con dinero, “la meritocracia es la cama caliente de la precariedad y alienta a la competencia: cuando los individuos se ven obligados a luchar por la supervivencia, las capacidades técnicas e intelectuales se ven reducidas a meras herramientas de confrontación económica” (p. 226). Desafortunadamente, la meritocracia, desde la visión del autor, también es un estímulo a la ignorancia. Está demás decir que este debate se vuelve básico para pensar la educación hoy.

Una tercera y central respuesta es que, de hecho, el autor hacia el final del libro explicita su cometido: “no quería escribir solo acerca de la impotencia o la posibilidad. Quería escribir acerca del conocimiento” (p. 211). Para Bifo, el conocimiento es la dimensión social donde es posible acabar con el mal sueño del capitalismo, revertir sus efectos, abandonarlo y olvidarlo como se olvida una pesadilla a partir de la creación de sentido y la invención técnica que proyectan significación sobre la realidad. Incluso, para él, la subjetividad que subyace al proceso de conocimiento es lo central, esas mentes conectadas alrededor del mundo y los cuerpos que buscan afecto y amistad como camino hacia la emancipación del futuro. Pero allí ve obstáculos, fundamentalmente por la privatización del sistema educativo, la investigación y lo que llama el ciclo de invención. El autor, a través de nociones que son del campo de la filosofía posiciona a los lectores en una discusión directa y exclusivamente educativa, ya que es en la transformación neoliberal del proceso educativo que “se encuentra el peligro definitivo para la desertificación final del futuro de la humanidad” (p. 225).  

Este libro es una crítica a esos determinismos que a través de estrategias políticas tienen propósitos de introducir cadenas causales en el mundo y subyugar el futuro. Así, se trata de pensar sobre la futurabilidad, es decir “la multiplicidad de los futuros posibles inmanentes: un devenir otro que ya está inscripto en el presente” (p. 23). Reflexiona sobre las emergencias de algunas de las muchas formas posibles en conflicto con el paradigma dominante. De ahí, la multidimensionalidad del futuro. 

Pareciera transmitirnos una visión de desesperanza a través de la caracterización de la impotencia, los poderes y las posibilidades. Pero el autor tiene el convencimiento de que aun derrotados y en retirada, los  movimientos de protesta “son los portadores de una posibilidad que aún no está completamente extinta” (p. 71). Esa posibilidad de liberar al conocimiento reencarnada en condiciones de solidaridad es, quizás, la cuestión central para pensar la educación actual y, sobre todo, a estudiantes y docentes en contextos de pobreza estructural. Tal como venimos proponiendo, los estudiantes se escolarizan de modos precarios y a su vez los docentes y las escuelas hacen múltiples esfuerzos con prácticamente nada (Langer, 2017). La vida en contextos de extrema pobreza urbana suele caracterizarse en función de las carencias, faltas y  necesidades. En las escuelas emplazadas en esos espacios suceden cuestiones similares. De lo que aquí se trata es, en todo caso, de pensar en esas solidaridades que el libro manifiesta y las formas en que las escuelas lidian con las situaciones cotidianas para sostener las escolaridades en contextos en que los sujetos están librados a su propia suerte.

De esta forma, la estructura del libro se organiza en tres partes: potencia, poder y posibilidad. Para el autor, “la posibilidad es contenido, la potencia es energía y el poder es forma” (p. 11). Es decir, la historia es el espacio de emergencia de las posibilidades, encarnadas en subjetividades dotadas de potencia y el poder es la sujeción de las posibilidades a un determinado código generativo. Por ello, Bifo propone que “para convertir dicha posibilidad en una forma, el sujeto dotado de potencia debe hacer caso omiso del poder, que se opone a la expansión de una posibilidad inscripta que le resulta conflictiva” (p. 18). Entonces, detengámonos brevemente en cada una de las partes y en algunos interrogantes que nos genera para pensar la educación. 

En la primera parte, describe la potencia explorando nociones tales como impotencia, humanismo, misoginia, pensamiento de la modernidad tardía y deseo. Llama potencia a la energía subjetiva que despliega las posibilidades y las realiza, transforma las posibilidades en realidades. Es la condición que posibilita una transformación en conformidad con la voluntad de un sujeto. De ahí que, retomando una pregunta spinoziana acerca de qué puede hacer un cuerpo, se pregunta “¿qué puede hacer nuestro cuerpo en estos días? ¿Qué puede hacer el cuerpo social bajo las actuales condiciones de separación del cerebro automatizado?” (p. 21). De lo que trata más bien es de discutir sobre la impotencia que padece la acción del hombre. De hecho, la impotencia es, quizás, la palabra clave de este libro ya que “es la forma que adopta la potencia en la era de una hipercomplejidad técnica y geopolítica” (p. 41). Ante ello, propone abandonar el punto de vista de la productividad y asumir, por el contrario, el del ocio y el cuidado de sí que implica la posibilidad de “transformar la impotencia en una línea de fuga que nos permita salir del universo competitivo” (p. 103). ¿Cómo pensamos la escolaridad “por fuera” de la productividad? Esas líneas de fuga en educación consisten —proponemos— en construir lógicas y prácticas en las que las competencias no sean lo constitutivo. 

Para Bifo, la solidaridad, la amistad, la felicidad y la capacidad de que las relaciones físicas nos produzcan placer es algo que hoy falta y a lo que tendríamos que apostar. Bifo nos insta a preguntarnos como educadores: ¿qué y cómo enseñamos, qué y cómo aprenden los estudiantes? ¿Cómo y para qué se producen los saberes que se transmiten en la escuela? ¿Qué tipo de saberes prevalecen y cuáles se priorizan en la escuela? Sin duda, hay muchas prácticas que se desarrollan en las escuelas en torno a saberes sin relación con aquello que el mercado de trabajo demanda, hay posibilidades pedagógicas para reducir brechas entre el mundo del aula y el de los estudiantes, para contemplar y tener en cuenta al sujeto en su contexto (Langer, 2017). Aquí me distancio de las máximas de las reformas educativas en torno a que los docentes tenemos que conocer a los estudiantes para poder enseñar. No hay duda que los docentes enseñan, y hacen mucho más cosas que enseñar. Los docentes, muchas veces, son como los padres de los estudiantes (Langer y Esses, 2019). Es un desafío pensar esas potencias ante las impotencias del mundo, hay formas de producir prácticas y discursos emergentes que inscriban nuevas lógicas a la formación de los sujetos.  

En la segunda parte, sobre el poder, caracteriza la automatización y el terror, el necrocapitalismo y el código del dinero. Es decir, describe la forma que adopta el poder político y económico en nuestro tiempo desde la idea de la disolución de la identidad física del poder ya que no está en ningún lugar y al mismo tiempo está en todas partes, internalizado e inscripto en los automatismos tecnolingüísticos. Llama poder a las selecciones y exclusiones implícitas en la estructura del presente, en la que “una posibilidad se despliega, excluyendo a cualquier otra posibilidad del espacio de realización” (p. 16). Así, describe el reemplazo del trabajo y la desterritorialización del empleo por el puro movimiento de la información y con formas informáticas de crédito, la fragmentación tecnológica que tiene por resultado la incapacidad de tender redes de solidaridades efectivas, la soledad generalizada o la total individualización y disposición competitiva que sufren los trabajadores precarizados. 

Así, el poder es un “proceso de construcción del automatismo cognitivo” (p. 112) en un mundo de globalización neoliberal y de tecnología digital en el que los modos de la cognición —tales como la memoria, la atención y la imaginación— se han visto reconfigurados. Llama a esta nueva condición neohumana, es decir personas que pueden procesar sofisticadas formas de interacción y almacenar cantidades de información incomparablemente superiores a las que podían hacerlo las generaciones anteriores. A la vez, nos alerta de que estos jóvenes trabajadores precarizados, “son agudamente conscientes de la miseria que experimentan, de la explotación que sufren y de la soledad que los segrega” (p. 119). Así, Bifo interpela los campos de la subjetividad y del conocimiento en general y de lo escolar en particular. ¿Cómo trabajar y transitar como educadores con esas nuevas condiciones con las que llegan los niños y jóvenes a las aulas? ¿Cómo pensar esos comportamientos desde la posibilidad y la potencia pedagógica? 

En la tercera parte, sobre la posibilidad, escribe sobre enigmas, desvinculación, el general intellect y la invención. Para Bifo, lo posible es aquello que no es imposible y piensa en términos de posibilidades en plural, no infinitas pero sí muchas y en conflicto, limitadas por las imposibilidades inscriptas en el presente. Así, parte del supuesto de que a pesar de la oscuridad del presente y de la impotencia de la voluntad política, aún existe una posibilidad en la constitución estructural del mundo actual. Es una posibilidad que reside en la cooperación entre los trabajadores del conocimiento del mundo entero a partir de la liberación del tiempo humano de las limitaciones del trabajo y su sustitución total por la tecnología. Ello no solo traerá una mejora de las relaciones sociales, sino “el fin del desempleo masivo y una redistribución del salario y los recursos. También creará la posibilidad de trasladar las energías sociales destinadas hoy a los ámbitos del cuidado, el autocuidado y la educación” (p. 171). Nuevamente, la amistad, la solidaridad, el compartir la proyección del significado y la cooperación entre los agentes de la enunciación cobran centralidad  para pensar en las posibilidades y necesidades de procesos que tiendan hacia la igualdad. Es justamente desde las condiciones y las imposibilidades de vida de estudiantes y docentes, que las potencias se expresan y vivencian en las escuelas como líneas de fuga y escape y desde las cuales los sujetos hoy pueden concebir y pensar en la educación en general y en su escuela en particular (Langer, 2017).

Por tanto, entre la impotencia y la potencia, entre los poderes y las resistencias o los medios de escape y entre las imposibilidades y las posibilidades, este libro discute los discursos y las prácticas que determinan los destinos de millones de trabajadores cognitivos en el mundo. Se estructura contra la competencia como mantra de la religión neoliberal hegemónica o la idea de que hay que competir para tener más trabajo y hay que reducir el salario para competir. Va contra esas guías de percibir a los demás como potenciales enemigos y potenciales amenazas. Aquí las claves para entender las posibilidades actuales, para Bifo, radican en ir contra el chantaje del salario que convierte la innovación técnica en una tragedia para la sociedad. De hecho, para él hay una obsolescencia de la forma salarial y por ello piensa en las posibilidades a través de un ingreso básico o ingreso existencial que permita “disociar la actividad útil del acceso a la supervivencia” (p. 199). Así, liberarse de la trampa del trabajo significa,  no que no haremos nada, sino que podremos ocuparnos del cuidado, la educación, el afecto y de descontaminar el ambiente. Tal como anticipamos al principio de esta reseña, para el autor, la batalla central tendrá por objeto la autonomía del conocimiento respecto de la del paradigma económico como cuestión social que se funda en la potencia concreta de un grupo de actores sociales como son los trabajadores cognitivos. Renunciar a esa autonomía implica aceptar la meritocracia sin más. Preservarla es, quizás, la cuestión más importante de nuestro tiempo. Es, como dice Bifo, “el horizonte de posibilidad de nuestra época” (p. 229). 

Bibliografía

Armella, J. (2018). Reseña de Franco “Bifo” Berardi (2017). Fenomenología del fin. Sensibilidad y mutación conectiva. Buenos Aires, Caja Negra. Revista Sudamerica. Revista de Ciencias Sociales, Nº 9, pp. 181-187.

Langer, E. (2017). Escuela, pobreza y resistencia. Defensas y luchas cotidianas de estudiantes. Rada Tilly, Del Gato Gris. 

Langer, E. y Esses, J. (2019). La salida es por arriba. Una historia de juventud, pobreza y educación. Buenos Aires, Grupo Editor Universitario.