Die Befreiung oder Marcelos Ende

Christian Dürr. Viena: Bahoe books, 2019; 240 pp. ISBN 9783903290112

Erich Hackl

Escritor, Viena

Sobre la necesidad de los sobrevivientes1

En el centro de la impresionante primera novela de Christian Dürr, que tiende un arco que va desde Budapest pasando por Rechnitz, Mauthausen, Gunskirchen hasta Buenos Aires, se encuentra una pequeña familia: el matrimonio Gluckstein, Moritz y Agnes, que ha sobrevivido al trabajo forzado y al arresto en un campo de concentración, se reencuentra tras la liberación y cinco años más tarde emigra a Argentina con su hijo Manuel nacido en un campo de refugiados de Linz. Manuel también es afectado por los horrores físicos que sufrieron sus padres cuando se une a la oposición armada tras el golpe militar de marzo de 1976 en Buenos Aires y es detenido, secuestrado y torturado en un centro clandestino. Como ellos, él sufre bajo las heridas anímicas que se expresan en los sentimientos de culpa, en la falta de relaciones sociales y en el afán de olvidar. El cuarto protagonista de la novela se llama Marcelo y es jefe de vigilancia o comandante del campo de tortura, que después de algunas semanas o meses deja ir a Manuel pero con la condición, por cierto, de que el joven en adelante esté sometido a él. El doble título de la novela remite a la única salida que Manuel ve para liberarse de su torturador.

No sé si el historiador Christian Dürr inventó la historia o si se basó en un caso real, con el que se encontró quizás durante una larga estancia de investigación en Buenos Aires; en cualquier caso nunca escuché que militares, policías, confidentes u otros lacayos del régimen mantuvieran en dependencia física a sus víctimas sobrevivientes tantos años más tarde (en la novela de Dürr, durante la presidencia de Néstor Kirchner de 2003 a 2007). Esto no se puede descartar, si se piensa en el caso del agente secreto Arquímedes Puccio, quien después del final de la dictadura todavía secuestraba personas, cobraba rescate y aun así asesinaba a los secuestrados. El poder de Puccio sobre su esposa y sus hijos era tan grande que estos tomaban esta situación excepcional –los gritos de dolor de los secuestrados en el sótano o en el baño de la vivienda– como normal e incluso participaron en las operaciones criminales del jefe de la familia.

Dürr narra la historia de Manuel en un tono sereno, algo triste, por medio del cual se comunica el abatimiento de Manuel y sus padres. En la medida en que renuncia a las emociones, abre la novela a los sentimientos de sus lectoras y lectores. La precisión en los detalles históricos, culturales y topográficos deja entrever la dimensión del conocimiento y la investigación. Pero el autor no hace alarde de ello. Y lo que a mí más me impresionó fue que Christian Dürr creó una obra que no afirma su explosividad social, sino que la pone a prueba desde la primera hasta la última página. Está libre de sospecha de haber adornado lo fantasioso con parches de realidad.

En un interrogatorio aún en el campamento de refugiados de Linz acerca de sus vivencias en Ravensbrück y Mauthausen, Dürr le hace decir a la madre de Manuel que ella envidia a sus camaradas muertas por no tener que narrar más. “Esa es su suerte. Pero nosotros llevamos estas historias con nosotros. Debemos hacer alguna cosa con eso, para nosotros mismos y para todos los otros, que ahora están muertos. Pero no sabemos qué. Yo no lo sé. ¿Qué debería hacer con ello?” (p. 69) ¡Tomar nota! ¿Pero qué hacer si faltan la fuerza, la capacidad, el ánimo para ello? ¿O si se pierde lo anotado? Entonces se necesita un escritor tan concienzudo y creativo como Christian Dürr, va mi saludo de bienvenida para él.


1 Traducido del alemán por María Belforte. La presente reseña es traducida y publicada por gentil autorización del autor.