Aglomeración y dispersión poblacional en Siria entre el Bronce Tardío y el Hierro II

Alejandro Mizzoni

Universidad de Buenos Aires, Argentina

Fecha de recepción: 25 de julio de 2021. Fecha de aceptación: 18 de agosto de 2021.

Resumen

En diversos contextos de la Siria antigua se atestiguan procesos recurrentes de concentración de poblaciones en sitios urbanos y de dispersión en asentamientos menores o a través de prácticas móviles o de residencialidad flexible. Si bien se solían relacionar las sucesivas crisis de las ciudades, el urbanismo y el estado con el descenso de la aglomeración y con la dispersión poblacional, el panorama aparece como más complejo y diversificado si se pone el foco en situaciones específicas. A partir de un seguimiento de las condiciones espaciales y sociopolíticas de las llanuras de Jabbul y Jazr, ubicadas en el interior de Siria, desde el Bronce Tardío hasta el Hierro II, se podrá advertir que, si bien se atestiguan procesos de aglomeración y dispersión, estos no coinciden con ciertas esquematizaciones habituales sobre los procesos de asentamiento en dichos períodos. Además, se argumentará que las condiciones espaciales de los diversos contextos, de las cuales forman parte la aglomeración y dispersión, condicionaban las prácticas sociopolíticas de los grupos humanos.

Palabras clave: aglomeración, dispersión, urbanismo, Siria del Bronce Tardío/Hierro I/Hierro II

Agglomeration and Dispersal in Syria between the Late Bronze Age and Iron Age II

Abstract

In many contexts of ancient Syria, recurring processes leading to the concentration of people in urban centers and their dispersal in smaller settlements, or through mobile practices and/or residential flexibility, are attested. Although in the past the successive crises of cities, urbanism and the State have been related to the decrease of agglomeration and to the population dispersal, the issue appears more complex and diversified when focused on specific situations. By following the spatial and socio-political conditions of the Jabbul and Jazr plains, in Inner Syria, from the Late Bronze Age to Iron Age II, it becomes apparent that, although processes of agglomeration and dispersal are visible, they do not match some usual narratives regarding the settlement patterns of these periods. Also, it will be argued that the spatial conditions of the different contexts, including the agglomeration and dispersal of people, impacted on the social and political practices of human groups.

Keywords: agglomeration, dispersal, urbanism, Late Bronze Age/Iron I/Iron II Syria

1. Aglomeración y dispersión en la Siria antigua: algunos problemas y discusiones

Tanto la aglomeración de poblaciones como su dispersión son procesos que se atestiguan en diversos contextos de la Siria antigua y otras regiones del oeste asiático.1 Períodos de expansión urbana, caracterizados tanto por la extensión como por la cantidad de asentamientos urbanos, serían jalonados por recurrentes crisis del urbanismo, que se correlacionan con el abandono y retracción de las ciudades (Cooper, 2006; Schwartz, 2006; Ur, 2010). En los contextos de retracción de los centros urbanos, las poblaciones podían relocalizarse en asentamientos de menor tamaño, orientarse hacia prácticas económicas de mayor flexibilidad residencial (como el pastoralismo móvil), migrar hacia otras regiones o perecer (cf. Peltenburg, 2000; Cooper, 2006; Schwartz, 2006).

La transición entre el Bronce Tardío (ca. 1550-1190 a.C.) y el Hierro I (ca. 1190-850 a.C.) y II (ca. 850-700 a.C.) en Siria puede considerarse un ejemplo de ciclo de expansión, crisis y regeneración del urbanismo (Akkermans y Schwartz, 2003: 351-368). En cuanto al Bronce Tardío, ciudades como Alalaḫ, Emar, Qatna o Ugarit ilustran la expansión del fenómeno urbano. Se ha observado en ciertas áreas un crecimiento del poblamiento de los centros urbanos en detrimento de las aldeas (Yon, 1992: 114-115; Wilkinson y Peltenburg, 2016; cf. Akkermans y Schwartz, 2003: 351). La aparente crisis del asentamiento rural y una paralela tendencia a la aglomeración en ciudades fortificadas y, quizás, a la huida a zonas marginales, podría deberse al aumento de las condiciones de inseguridad bélica a gran escala del período (Wilkinson y Peltenburg, 2016: 218), a la búsqueda de cercanía con las riquezas acumuladas en los centros urbanos y su redistribución (Yon, 1992), o a tendencias socioeconómicas a largo plazo en relación con la sobreexplotación de las poblaciones rurales en el contexto de la presencia de estados imperiales en la zona (Liverani, 1987; ver además Chiti, 2015: 50; y Gonen, 1984).

La destrucción y abandono de un número de centros urbanos de Siria hacia el final del Bronce Tardío solía ser atribuida al accionar de grupos invasores, tanto Pueblos del Mar como arameos provenientes de los márgenes desérticos (Dupont-Sommer, 1949: 15-19; Albright, 1975: 532). Sin negar la existencia de episodios de violencia y movimientos poblacionales, otras perspectivas enfatizaron los procesos internos de la crisis. De acuerdo a Mario Liverani (1987), unos crecientes niveles de explotación de las comunidades aldeanas por parte de las élites palatinas, sumados a la crisis de sus estructuras familiares provocada por la enajenación de tierras por parte de las élites y cierto grado de mercantilización, habrían conducido a la huida de pobladores aldeanos y al consiguiente crecimiento de los sectores seminómadas, creándose un polo de atracción tribal. En este contexto, Liverani sugiere la posibilidad de la tribalización de las aldeas, es decir que, una vez avanzado el proceso, determinadas aldeas transfirieran su alineamiento del palacio a los sectores tribales. Paralelamente, diversos investigadores se preguntaron por la posibilidad de la integración a los entramados sociales locales de los grupos antes pensados como externos (invasores o migrantes). En este sentido, se propuso el origen fundamentalmente local de los arameos de la Edad del Hierro, y se consideraron sus continuidades con los poblaciones pastoriles o aldeanas del Bronce Tardío (Schwartz, 1989; Sader, 1992; 2000; cf. McClellan, 1992). Autores como Liverani y Hélène Sader enfatizaron la continuidad de los asentamientos rurales entre el Bronce Tardío y la Edad del Hierro (Liverani, 1987; 1995: 555; Sader, 1992; 2000; 2014: 17-20). Esta continuidad sería acompañada por el progresivo asentamiento de las poblaciones seminómadas arameas de la zona y la conformación de los reinos del Hierro II, en un primer momento descentralizados pero con tendencia a la centralización política en determinadas ciudades (Sader, 2000), y en los que el componente étnico y origen tribal sería central y estaría reflejado en sus denominaciones asociadas a la noción de casa (Bīt-Adini, Bīt-Agusi, Bīt-Bahiani, etc.; Buccellati, 1967; Liverani, 1995).

En diversas zonas de Siria, la evidencia arqueológica parece ser congruente con la idea de la continuidad del asentamiento (ver Sader, 2014: 17). Por otra parte, en el valle del Éufrates se evidencia una destrucción y/o abandono de la mayoría de los asentamientos (independientemente de su extensión), que hacia el final del Bronce Tardío se encontraban bajo la influencia hitita (Wilkinson, 2004: 187-189). La continuidad del asentamiento, tanto urbano como rural, tampoco parece haber sido significativa en la vecina llanura de Jabbul (Schwartz et al., 2000; Yukich, 2013), sobre la que volveremos más adelante, a pesar de encontrarse en área “aramea”, cercana a donde aparecería el reino de Bīt-Agusi en el Hierro II.

En los últimos años, ha existido un renovado interés por el fenómeno del urbanismo en la Siria de la Edad del Hierro, impulsado por las numerosas excavaciones llevadas a cabo desde las décadas de 1990 y 2000, así como por nuevas aproximaciones teóricas. En una serie de influyentes trabajos, Stephania Mazzoni destacó la expansión del urbanismo en la Siria del Hierro I y II (1994), así como el rol simbólico de elementos urbanos como las puertas (1997). Más recientemente, otros investigadores exploraron los modos en los que las espacialidades de la Siria del Hierro II condicionaban las prácticas y contribuían a la generación de sentido. Según Alessandra Gilibert, el diseño espacial de las ciudadelas de Karkemiš (2011) y Tell Halaf (2013) favorecía la participación de residentes de la ciudad en la escenificación de la política urbana y el predominio de su élite. La propuesta de Ömür Harmanşah (2013) se focaliza en el acercamiento a las experiencias de quienes estaban inmersos en los paisajes urbanos de la koiné cultural de la Siria y la Alta Mesopotamia del Hierro I. James Osborne, por su parte, argumenta que las grandes edificaciones, las murallas, las puertas, las estatuas y las inscripciones de las ciudades sirio-anatólicas estaban dispuestas de modo coordinado y conformaban en sí mismas “una densa constelación de símbolos socialmente significativos” (Osborne, 2014: 197; ver también recientemente Osborne, 2021). Se ha considerado, además, la vinculación entre las ciudades y sus paisajes circundantes, incluyendo los ámbitos aldeanos y pastoriles (Osborne, 2013; Lawrence y Ricci, 2016). En líneas generales, estas perspectivas recientes sobre el urbanismo coinciden en señalar que los espacios no eran meros contenedores de la práctica, sino que estaban cargados de significación y condicionaban la práctica de quienes se encontraban inmersos en ellos.2

El fenómeno de la aglomeración poblacional ha sido muchas veces pasado por alto en las aproximaciones al urbanismo de la Siria de la Edad del Hierro debido, en buena medida, a la concentración de las excavaciones en las acrópolis (Osborne, 2017). Sin embargo, sobre todo en tiempos recientes, las “ciudades bajas” también fueron objeto de excavaciones, prospecciones y análisis a través de técnicas de detección remota (Stone y Zimansky, 1999; Morandi Bonacosi, 2009; Casana y Cothren, 2013; Barbanes Wilkinson y Ricci, 2016; Osborne y Karacic, 2017), que evidencian la expansión urbana en sitios como Tell Ta’yinat (Kunulua), Karkemiš, Tell Afis o Tell Mishrifeh durante la Edad del Hierro. En relación con ello, se ha destacado la tendencia a la estandarización de los planos de las grandes ciudades de la Siria del Hierro II, incluyendo la presencia en varios sitios de dos líneas de murallas, alrededor de la ciudad baja y la acrópolis (Osborne, 2014).

2. Tell Afis y la llanura de Jazr

La llanura de Jazr se extiende al este de las elevaciones del Jabal al-Zawiya, hacia los bajíos del Madkh en donde desemboca el río Quwayq. Cerca de su límite occidental se ubica Tell Afis, un sitio circular de unas 28 ha. Equipos de arqueólogos de diversas universidades italianas excavaron el sitio desde 1986 hasta 2011 (Mazzoni, 1992; 2008 [1998]) y realizaron prospecciones de área en la llanura (Mazzoni, 2005).3

Durante el Bronce Tardío, la extensa zona entre Alepo y Hama recibía el nombre de “país de Nuḫašše”, cuyo uso solía aludir a una unidad política específica pero se podía extender a Niya, Qadesh y Qatna (Klengel, 1992: 151-156). A comienzos del Bronce Tardío, el país de Nuḫašše fue escenario de conflictos bélicos y disputas entre egipcios, mittanios e hititas. La documentación anterior a la conquista hitita en tiempos de Suppiluliuma I hace alusión a determinadas figuras con el título de “rey de Nuḫašše”, que coexisten con los colectivos de los “reyes de Nuḫašše” y los “hombres de Nuḫašše”; además, aparecen como actores relevantes en las relaciones políticas externas una serie de personajes sin título regio, uno de ellos calificado como ḫabiru (Klengel, 1992: 151-156; Solans, 2014: 89-92). Estas alusiones permiten pensar al país de Nuḫašše como un territorio políticamente fragmentado, caracterizado por la presencia de liderazgos personales y formas de poder colectivo que dependían en buena medida de la negociación tanto interna como con los poderes externos, quizás comparables a los observados en el país de Amurru en tiempos de Abdi-aširta y Aziru (sobre los cuales, ver Liverani, 2004; Morris, 2010; y Pfoh, 2016: 156-159).

En Tell Afis, durante las fases iniciales del Bronce Tardío tras la destrucción del sitio fortificado del Bronce Medio, se evidencia ocupación únicamente en la acrópolis, lo que indicaría el abandono o reducción del asentamiento en la parte baja (Venturi, 2014). Además, la presencia de enterramientos en las pendientes oriental y occidental de la acrópolis directamente sobre las murallas del Bronce Medio conduciría a pensar en la ausencia de amurallamiento (Affanni y Di Michele, 2010: 42-44; Di Michele y Pedrosi, 2012; Venturi, 2014: 303-305).

Hacia el final del Bronce Tardío, Tell Afis parece haber estado plenamente integrado a los entramados de poder hitita en Siria. En un edificio del Área E se hallaron una serie de tablillas hititas en las que se menciona a un gobernador hitita, probablemente del valle de Amuq, y una reina identificable con Puduḫepa, esposa de Hattusili III, rey hitita de mediados del siglo XIII a.C. (Archi y Venturi, 2012). Posteriormente, donde se ubicaba el edificio se construyeron tres residencias que muestran signos de conflagración al final del Bronce Tardío (Venturi, 2010; 2013). De las fases finales del Bronce Tardío también se identificó la presencia de una muralla de ladrillos de barro y cimientos de piedra en la zona este de la acrópolis (Affanni y Di Michele, 2010: 42-44). La ocupación del Bronce Tardío de la acrópolis de Tell Afis parece poder caracterizarse como un enclave de presencia hitita en una zona de frontera, en contraste con áreas de presencia hitita más densa en el norte (incluyendo Karkemiš y Alepo, donde se instalaron linajes dinásticos hititas).

La destrucción del asentamiento del Bronce Tardío y la desarticulación de los entramados imperiales hititas hacia el siglo XII a.C. no impidió que Tell Afis fuera reocupado en el Hierro I. En el Área E, se identificaron pozos, habitaciones y semillas de la fase Hierro I A, mientras que en el Hierro I B se hallaron restos de unidades domésticas con indicios de producción doméstica y trazados similares a los de las residencias del Bronce Tardío (Mazzoni, 2008 [1998]: 22; Venturi, 2010; 2013; Chiti, 2015). Para el Hierro I C se observa una densa aglomeración de viviendas en los extremos este y oeste y en la pendiente sur (Áreas G, E y L, respectivamente), quizás contemporáneas de un templo (Templo III, en el Área A1). Además, en el límite de la acrópolis se reveló la presencia de una muralla de ladrillos de barro con cimientos de piedra, de 1,80 metros de espesor, correspondiente al Hierro I (Affanni y Di Michele, 2010: 44-45).

Durante el Hierro II, Tell Afis se convirtió en un centro político relevante del reino de Hamath y Lu’ash, especialmente cuando Zakkur (siglo VIII a.C.) instaló su capital en Hazrak, ciudad aparentemente identificable con Tell Afis. En este período se produjeron modificaciones y actividades constructoras significativas en la acrópolis, mientras que continuó la expansión urbana hacia la parte baja del sitio (Mazzoni, 2001). En efecto, existe evidencia de la ocupación de la ciudad baja de Tell Afis durante el Hierro II, aunque posiblemente irregular y sin claros indicios de amurallamiento anteriores a la conquista asiria. Algunas fases tempranas de un edificio del área D, al sur de la ciudad baja, parecen datar del período anterior a la conquista asiria (Mazzoni, 1987: 28, 35). En el área B, cerca del límite norte del tell, se construyó sobre los restos de la muralla externa del Bronce Medio una unidad doméstica con material cerámico asociable a distintas fases del Hierro II (a partir del siglo IX a.C.); la edificación fue derribada para construir un muro en la transición entre el Hierro II y el Hierro III, aparentemente no más tarde que el 700 a.C. (Virgilio, 2005).

Al igual que en Tell Afis, no se evidencian discontinuidades significativas del asentamiento entre el Bronce Tardío y la Edad del Hierro en lo que respecta a sitios relevados en las prospecciones de la llanura de Jazr (Mazzoni, 2005). De los seis sitios con evidencia de superficie datable en la Edad del Hierro, cinco muestran también indicios de ocupación en el Bronce Tardío, incluyendo dos con evidencia del Hierro I (Tabla 1).

3. La llanura de Jabbul

La llanura de Jabbul, ubicada entre Alepo y el valle del Éufrates, y al norte del lago homónimo, fue objeto de excavaciones, particularmente en Umm el-Marra (Schwartz et al., 2000; Maskevich, 2014) y Tell Abu Danne (Tefnin, 1980), así como prospecciones de área (Schwartz et al., 2000; Yukich, 2013), y análisis mediante técnicas de detección remota en Sefire (Del Fabbro, 2014). El sitio más grande de la llanura es Tell Umm el-Marra (20 ha), quizás identificable con la Tuba mencionada en documentos de la Edad del Bronce (Curvers y Schwartz, 1997; Yukich, 2013: 24-28). Presenta una fuerte evidencia de presencia de Mittani, incluyendo sellos, documentos legales y cerámica tipo Nuzi, a la que sucede un nivel de destrucción que ha sido vinculado con las campañas hititas de conquista (Schwartz et al., 2000; Maskevich, 2014). Tras ello, Umm el-Marra parece haber contado con una ocupación escasa y breve, pero bajo parámetros de habitación similares a la fase previa, lo que indicaría continuidad poblacional (Maskevich, 2014: 185-187, 229-231). El período de predominio hitita en la llanura de Jabbul parece caracterizarse por la presencia de un conjunto de comunidades rurales, sin una vinculación con las estructuras de dominación hititas en el modo que sí se evidenciaba respecto de Mittani.

En relación con ello, las prospecciones de área realizadas en la llanura identificaron un total de 12 sitios con evidencia de superficie del Bronce Tardío (sin contar Umm el-Marra) (Yukich, 2013). Todos los sitios evidencian continuidad con el Bronce Medio, pero se aprecia una significativa reducción en su cantidad (de 23 a 11), y tienden a ubicarse al oeste del área prospectada (Yukich, 2013: 211-214, 414-415). La reducción del número de sitios menores durante el período de expansión de Umm el-Marra puede relacionarse con la tendencia al nucleamiento poblacional señalada respecto de otras zonas de Siria, posiblemente adjudicable a la inseguridad provocada por los conflictos bélicos interestatales del período. Respecto de la orientación de los sitios hacia el oeste de la llanura, se ha sugerido que se relacionaría con la reorientación de las rutas de intercambio en dirección norte-sur, por la vía fluvial del Éufrates, en detrimento de la dirección este-oeste (quizás perjudicadas por la actividad bélica de los estados regionales y otros grupos; ver Yukich, 2013: 18-24).

En lo que refiere al área prospectada de la llanura, solo 4 sitios mostraron evidencia cerámica del Hierro I (Yukich, 2013). Uno de ellos, Tell Sabaine (JP 57), presenta signos de ocupación para todos los períodos desde el Neolítico. Los otros tres (JP 1, JP 67 y JP 103), en cambio, no habían sido ocupados durante el Bronce Tardío, dos de ellos no superan la superficie de 1 ha (JP 1 y JP 103) y uno no evidencia ocupación previa (JP 103). La evidencia cerámica del Hierro I para cada uno de estos sitios es, ciertamente, muy escasa, pero el hecho de que ésta aparezca mayoritariamente en sitios sin signos de ocupación durante el Bronce Tardío parece indicativo de importantes reconfiguraciones. La comparación de los patrones de asentamiento del Bronce Tardío y del Hierro II parece apuntar en la misma dirección. De los 17 sitios con evidencia de ocupación del Hierro II/III, tan sólo 6 también muestran evidencia de ocupación correspondiente al Bronce Tardío (Tabla 2).

Durante el Hierro II, la llanura de Jabbul pertenecía al territorio del reino de Arpad o Bīt-Agusi. Los anales asirios del siglo IX a.C. mencionan una serie de asentamientos asociados a los líderes de Bīt-Agusi, incluyendo a Arne, “ciudad real” de Arame, así como dos de sus “ciudades fortificadas” (RIMA III 102.80; 102.81) (ver Ikeda, 1979).4 Más allá de la evidente hipérbole, es posible que “las cien ciudades” de Arne que el rey asirio Salmanasar III afirma haber saqueado (RIMA III 102.2.6 ii 59.) se correspondieran con algunos de los sitios prospectados en la llanura de Jabbul y en el valle del Quwayq.5 Las inscripciones de Sefire (de mediados del siglo VIII a.C.), que registran un pacto de subordinación entre Mati‘el de Arpad y cierto Bir-Ga’yah de KTK, mencionan una serie de asentamientos pertenecientes a Arpad como objetivos de los castigos ante la infracción de sus estipulaciones (Sf. IA 34). Además, las maldiciones del tratado entre Mati‘el y el asirio Aššur-nērāri V mencionan, en relación al reino de Arpad, a las casas de las ciudades y las carpas de los campamentos como modos de habitación: “Que [una ciudad de] mil casas se reduzca a una casa; que mil tiendas se reduzcan a una tienda” (SAA II, 2, 3-4), lo que conduce a considerar la inserción de grupos pastoriles quizás autónomos en la política del reino (ver Na’aman, 2016).

Existen algunos indicios de expansión urbana durante el Hierro II en sitios relacionados con Bīt-Agusi. En el valle del Quwayq, las excavaciones realizadas en Tell Rifa‘at, habitualmente identificado con la antigua Arpad, mostraron evidencia de ocupación de la acrópolis durante el Hierro II, incluyendo una muralla y una puerta (Seton Williams, 1961: 81; 1967: 19-20). Fuera del tell, se identificó superficialmente la presencia de una segunda línea amurallada, que rodea una extensión total de 120 ha (Seton-Williams, 1961: 70; Casana y Cothren, 2013: 36-37). Si bien de datación imprecisa, el proceso de expansión urbana y doble amurallamiento es paralelo a otros sitios de la Siria del período (Osborne, 2017). Además, las características morfológicas del terreno de la parte antigua de la localidad de Sefire, donde fueron halladas las inscripciones fuera de contexto arqueológico, permiten pensar que en la antigüedad se trataba de un asentamiento elevado y de considerable extensión (Del Fabbro, 2014); se ha sugerido, paralelamente, identificar a Sefire, en lugar de Tell Rifa‘at, con Arpad (Dušek, 2019).

4. Discusión

Como vimos, la aglomeración poblacional, especialmente si sucede en espacios elevados o incluye estructuras defensivas, es en ocasiones relacionada con las necesidades bélicas. La idea subyacente a este tipo de argumentaciones es que los habitantes de asentamientos dispersos tenderían a aunar esfuerzos y refugiarse conjuntamente en espacios más aptos para la defensa. Es esperable, en efecto, que consideraciones sobre las posibilidades defensivas fueran tenidas en cuenta por las poblaciones antiguas a la hora de elegir dónde establecerse. En este sentido, la recurrente ocupación de tells tendría relación, en parte, con las ventajas defensivas y de visión que brindarían las ubicaciones elevadas. En Tell Afis, el proceso de aglomeración poblacional evidenciado en la acrópolis en las fases finales del Hierro I se correlaciona con la erección de una muralla circundante.

Por otra parte, durante el Bronce Tardío, un período en el que la llanura de Jazr fue escenario de conflictos bélicos interestatales, el proceso parece ser inverso. Luego de su destrucción hacia el final del Bronce Medio, la ciudad baja de Tell Afis parece desocuparse y las murallas de la acrópolis quedan en desuso. Posteriormente, los hititas se establecen en una acrópolis amurallada, pero el asentamiento no parece extenderse más allá de ella. En la llanura de Jabbul, el patrón de asentamiento nucleado que se adjudica al Bronce Tardío corresponde específicamente al período anterior a la presencia hitita, que coincide con la expansión de Umm el-Marra. En cambio, luego de la conquista hitita de la región, la ocupación de Umm el-Marra se reduce significativamente. En ambas zonas de frontera, las condiciones bélicas a veces parecen correlacionarse con la aglomeración (Umm el-Marra de la época mittania), y a veces con la dispersión.

Por lo tanto, si bien es evidente que la fortificación de sitios elevados tiene relación con finalidades defensivas, es importante considerar las posibilidades en cuanto a la defensa que podrían brindar diversas formas de asentamiento. En este sentido, la flexibilidad residencial asociada a las poblaciones agropastoriles podía facilitar la puesta en práctica de estrategias móviles de defensa, quizás comparables a la huida de los arameos-alamû hacia el Jebel Beshri que se describe en los anales de Tiglath-Pileser I (Denkmark, 2008). Por otra parte, los esfuerzos dispuestos en la fortificación de sitios, tanto nucleados como dispersos, no sólo permitían la defensa de los habitantes de los propios asentamientos, sino también de otras poblaciones asociadas a ellos. Cabe preguntarse, en este sentido, por el acceso de las poblaciones aldeanas y pastoriles a los sistemas defensivos de los asentamientos fortificados.

En cualquier caso, la proximidad de habitación implica formas de sociabilidad política específicas, distintas a las posibilitadas por el asentamiento aldeano disperso o el pastoralismo móvil. Un componente relevante de la nueva ocupación del Hierro I de Tell Afis es el uso doméstico de espacios previamente vinculados a la autoridad hitita. Teniendo en cuenta que, según se suele suponer, la recurrente reocupación de tells abandonados a lo largo del Cercano Oriente tenía relación con la búsqueda de los nuevos ocupantes de asociarse al prestigio de los antiguos sitios, es posible que la ocupación para usos domésticos en el Hierro I de espacios que habían sido de élite o autoridad en el período hitita del Bronce Tardío no estuviera exenta de significación, sea a través de la asociación de los ocupantes particulares de esos espacios con el prestigio hitita, o acaso como alguna suerte de apropiación de los espacios de autoridad por parte de sectores excluidos a ella.

Los procesos de reocupación y expansión, observados en sitios como Tell Afis en el Hierro I y II, no son sólo fenómenos urbanísticos y arquitectónicos, sino también políticos, ya que en contextos en los cuales muchas de las configuraciones previas se habían desarticulado, la toma de decisiones respecto a la instalación de un asentamiento contribuía a crear y dar forma a nuevas unidades políticas y articulaciones. El asentamiento común, en cierto sentido, contribuía a la generación de comunidad política. Especialmente, la erección de un círculo amurallado indica la separación de un adentro y un afuera, de un “nosotros” y un “otro”, ya que supone la defensa del sitio en su conjunto por parte de sus habitantes. La presencia de puertas, además, implicaba derechos de acceso, paso, salida y permanencia, decisiones que debían ser negociadas, impuestas y/o consentidas. La aglomeración poblacional y la presencia de elementos urbanos comunes puede haber contribuido a la generación de comunidad política entre los pobladores del Hierro I que ocuparon el sitio tras su destrucción, sean estos de origen local, vinculados a la presencia hitita del Bronce Tardío o provenientes de procesos migratorios o invasiones recientes. En este sentido, es posible preguntarnos sobre el impacto de los fenómenos de concentración poblacional y fortificación atestiguados en el Hierro I en Tell Afis y la posterior consolidación de una élite urbana en el Hierro II.

En cualquier caso, si bien fenómenos cuantitativos, la aglomeración y dispersión de las formaciones, en tanto formas de organización espacial, parecen haber tenido consecuencias en las prácticas sociales y en los modos de articulación política de las poblaciones de los contextos aquí abordados.

Apéndice: tablas

Bronce Tardío

Hierro I

Hierro II/III

Neirab

x

Nuwaz

x

x

x

Oulad Khalil

x

Sendal

x

x

Serji

x

x

x

Shillak

x

x

Zerdane

x

x

Tabla 1. Sitios con evidencia material de superficie del Bronce Tardío y el Hierro según las prospecciones arqueológicas de la llanura de Jazr (Mazzoni, 2005).

Bronce Tardío

Hierro I

Hierro II/III

amīdiyya (JP 1)

x

Gayarieh I (JP 4)

x

Nejara (JP 6)

x

Zaharieh I (JP 13)

x

Qanāt Abū Khamīs (JP 15)

x

Agoula (JP 18)

x

Hmaime (JP 23)

x

x

Khzaf (JP 32)

x

Deir Hafer (JP 34)

x

Abu Jabr Kbir (JP 41)

x

Khirbat Kiyār (JP 47)

x

Bairakdar (JP 49)

x

x

Tubāra (JP 50)

x

Sabaine (JP 57)

x

x

x

Judeideh (JP 66)

x

Misane (JP 67)

x

x

Kueires Sharkieh (JP 73)

x

Shirba (JP 76)

x

x

Botnan (JP 88)

x

x

Baylūna Sur (JP 102)

x

Baylūna Norte (JP 103)

x

Tutun (JP 110)

x

x

Fudda (JP 116)

x

JP 129

x

Tabla 2. Sitios con evidencia material de superficie del Bronce Tardío y el Hierro según las prospecciones arqueológicas de la llanura de Jabbul (Yukich, 2013).

Abreviaturas

RIMA III = Grayson (1996)

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1 Si bien usualmente son concurrentes, no es conveniente equiparar urbanismo con aglomeración. Aunque la clásica definición de revolución urbana propuesta por V. Gordon Childe incluía la aglomeración como uno de sus factores característicos, éste enfatiza los aspectos cualitativos y funcionales del proceso (ver Jaruf, en este número). Está claro que si pensamos al urbanismo como sistema, puede haber aglomeraciones no urbanas y sistemas urbanos sin concentración de población.

2 Para un repaso de las fuentes teóricas de este énfasis en la espacialidad en la arqueología de las últimas décadas, cf. Acuto, 2013.

3 Es pertinente añadir la reciente publicación de Fabrizio Venturi, Tell Afis. The Excavations of Areas E2-E4. Phases V-I. The End of the Late Bronze/ Iron Age I Sequence. Stratigraphy, Pottery and Small Finds (Florencia: Le Lettere), aparecida en diciembre de 2020, que no estaba disponible para el autor en el momento de enviar este artículo.

4 Arne fue identificada tentativamente, sobre la base de la similitud fonética y a su ubicación, con los sitios de Tell ‘Aran (al oeste de la llanura de Jabbul pero fuera del área prospectada; Lemaire y Durand, 1984: 76; Lipiński, 2000: 198; Bagg, 2007: 23) y de Tell Erin (en el valle del Quwayq; Dion, 1997: 116). En Tell ‘Aran, si bien no fue objeto de prospecciones sistemáticas, se reportó la presencia de evidencia cerámica de la Edad del Hierro, así como murallas visibles (Lipiński, 2000: 198).

5 Para prospecciones de área en el valle del Quwayq, ver Matthers, 1981.